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Isabella Villegas Correa

Historia de las Ideas y las Corrientes Políticas

Programa de Historia – Universidad Pontificia Bolivariana

2020 – 10

Primer taller

Desde la perspectiva histórica del curso, elaborar un ensayo sobre los fundamentos de
Platón para una teoría del Estado según El mito del Estado de Ernst Cassirer.

La explicación que ofrece Cassirer de la teoría platónica del Estado en su libro El mito del
Estado parte de una aclaración que para este ensayo considero fundamental; es aquella en la
que indica que la filosofía griega antes de pensar el Estado pensó la naturaleza. Fue
posiblemente de este pensamiento de que surgieron los mitos, pero fue también de este
pensamiento y de la observación cuidadosa que surgieron las formas de comprensión
empírica y racional que los hicieron innecesarios. El dominio y el conocimiento de la
naturaleza, mediante la observación y la construcción de artefactos que hacen al hombre
menos indefenso ante ella, resultan en que no sea esta ya el principal caos, sino el cosmos
en el que se desenvuelve el hombre, sujeto ahora de las principales interrogaciones.

Sería interesante, en un espacio más extenso, contrastar la explicación que da Cassirer de la


teoría platónica con los planteamientos de Mircea Eliade en Lo sagrado y lo profano.
Cobran mucho sentido las explicaciones sobre la función social del mito cuando se lo
considera como el punto de ordenamiento (de conversión en cosmos) de aquello que se
presenta como caótico, al tiempo que la nueva sacralización que le da Platón a la razón y el
conocimiento de sí caduca la validez explicativa y ordenadora de los relatos míticos, y los
convierte entonces, ya no sagrados, sino profanos, en tanto fuentes de un nuevo caos
derivado de la imitación de vicios legitimados por la tradición.

Así mismo, el conocimiento cada vez más abarcador resulta en una ordenación progresiva
del universo humano y una dispersión de lo sagrado en una multiplicidad que terminaría
por anularlo. En un mundo en el que todo deviene cosmos, en el que cualquier lugar y

1
cualquier objeto son propensos de dar orden y son, por lo tanto, sagrados, tan solo aquello
que permanece aún en el misterio, que se constituye en caos, puede llegar a considerarse
ahora sagrado. El mundo cosmizado se desencanta, deviene profano, y tan solo aquello que
no se conoce, que se presenta como un ideal, puede ser ahora considerado sagrado. Todo
esto me recuerda a una frase escrita en una columna de un bar por Álvaro Barrios Vásquez
que reza “Soñé que Marcel Duchamp había declarado arte todo lo que existe, y acto
seguido había declarado que solo lo que no existe es arte” 1. Algo similar ocurre, propongo,
con la concepción mítica del mundo que se relega no a la comprensión de lo cotidiano e
inmediato, sino a una esfera más propia de la literatura que de la política.

Cuando se hubo comprendido, o al menos se hubo llegado a una comprensión satisfactoria


de lo natural, el hombre se acercó a la transformación de su pensamiento que llevaría más
adelante a la derrota del mito. La renuncia a los mitos tradicionales en la filosofía evidencia
un cambio de paradigma en cuanto a las herramientas epistemológicas por las que se
observa, se comprende y se construye nuevamente el mundo 2. La interpretación y
reinterpretación de los relatos míticos fueron dejados a un lado con la emergencia de un
nuevo paradigma, de la fuerza positiva del “conocimiento de sí mismo”. fruto de estas
transformaciones, que tenían como centro al hombre, al conocimiento y a la virtud, se hizo
necesaria una nueva concepción del Estado y de la forma de gobierno dieran también un
giro de lo mítico, que corresponde a un gobierno de la naturaleza sobre los hombres
indefensos, hacia lo ético, que corresponde a un gobierno de los hombres sobre sí mismos.

La propuesta de Platón implica entonces poner al hombre no a disposición de las


arbitrariedades de los dioses, sino en la relación con los otros que le son semejantes (al
considerar al hombre como universal); podría postularse también que, para el pensamiento
platónico, los otros no son el infierno – como reza la famosa cita de Sartre – sino que
constituyen precisamente el espejo y la posibilidad de la búsqueda fundamental del
conocimiento de sí que llevaría, idealmente, al autogobierno y al gobierno de los otros.

Lo anterior implica considerar la naturaleza humana desde una luz ética, orientada hacia la
idea del bien más que hacia la perpetuación de unos arquetipos tradicionales. El mundo

1
Firmado por Álvaro Barrios, 2017. “R” de Revolución, Parque de el Poblado, Medellín, Colombia.
2
Este proceso aparece en la teoría de Lluís Duch bajo el nombre de empalabramiento; cada sujeto, mediante
el lenguaje, configura su propio mundo, su panorama de posibilidades y de significados.

2
social debía convertirse entonces en un espacio propicio para el desarrollo y el
engrandecimiento del alma individual, puesto que ella era propensa a replicar las dinámicas
que él indica; debía ser pues un ejemplo de virtud que condujese a la reflexión – en forma
de filosofía y autoconocimiento – y a la búsqueda del bien. Un nuevo hombre, que
construye su mundo, necesariamente lo construye de una forma también nueva. Platón
buscaba constituir una nueva política – que parece a veces teología – orientada a la
racionalidad y al orden, no a las querellas explicativas primitivas. Esto se traduce en una
teoría racional del Estado, que es racional no en tanto se piensa sobre su eficacia para
implantarla, sino en tanto tiene como base la razón. Platón plantea un Estado que se piensa,
que se constituye por hombres que se piensan y lo piensan, que apuntan a forjar un entorno
propicio para la transformación humana – que Cassirer llama revolución intelectual – a
partir del camino que se ha recorrido ya. Los ideales que propone Platón, según lo aquí
desarrollado, solo son alcanzables mediante un ejercicio racional – y por ello consciente –
de la ética.

No cuesta mucho trabajo recordar los manuales escolares de filosofía o el primer capítulo
de Cosmos, en el que Carl Sagan explica el paso del mito al logos como un acontecimiento
más o menos tajante. Sin embargo, por lo anteriormente expuesto, más que un paso del
mito al logos, propongo mirar los procesos históricos a los que este trabajo hace referencia
como un paso de la mirada resignada hacia un pasado mítico condicionante, a la mirada
disciplinada – si no virtuosa – hacia un futuro ideal fundamentado en el autoconocimiento y
el autogobierno.

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