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Contrato

Vélez comienza definiendo al contrato en el art. 1137, luego en la parte especial trata a
cada contrato en particular. Se le critica a Vélez el hecho de que haya definido, porque
las definiciones no son tarea de los legisladores, sino de la doctrina.
Art. 1137.— Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una
declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos.
La definición del art. 1137 no define al contrato.
En la nota Vélez aclara la diferencia entre una convención, una convención jurídica y un
contrato (pero sin embargo no es ley, sino nota).
1137.— Savigny, Derecho romano, tomo III, § 140. “Es preciso, dice este autor, tener en consideración el objeto de la
voluntad. Si, pues, dos personas acuerdan sostenerse mutuamente por sus consejos en la adquisición de una ciencia, o de
un arte, sería impropio dar a este acuerdo el nombre de contrato, porque en este caso la voluntad no tiene por objeto una
relación de derecho”. Freitas es más claro en la materia: dice que “habrá contrato, cuando dos o más personas acordasen
entre sí alguna obligación u obligaciones recíprocas a que correspondan derechos creditorios’’; es decir, que una de las partes
se constituye deudora, y la otra acreedora, o que ambas sean recíprocamente deudores y acreedores. Maynz dice que
“contratos son aquellas manifestaciones de voluntad, que tienen por objeto crear o extinguir obligaciones”, § 281; lo mismo
Domat. Lib. 1, Tít. 1, § 1.
Los jurisconsultos distinguen los contratos de las convenciones, aun cuando en el uso común se llama convenciones a los
contratos. Aubry y Rau, definen: “Convención es el acuerdo de dos o más personas sobre un objeto de interés jurídico, y contrato
es la convención en que una o muchas personas se obligan hacia una o muchas personas a una prestación cualquiera”.
Duranton, distinguiendo las convenciones de los contratos, dice que ellas no comprenden sólo los contratos, sino que abrazan
todos los actos particulares que se les pueden agregar. Todo contrato es una convención; pero no toda convención, aunque
tenga efectos civiles, es contrato. La palabra convención es un término genérico que se aplica a toda especie de negocio o de
cláusula que las partes tengan en mira. Verbum conventionis, dice la ley romana, ad omnia de quibus negotii contrahendi,
transigendique causa consentiunt qui inter se agunt. L. 1, § 3, Dig. De pactis.
Entonces Vélez dice que todos los contratos son convenciones jurídicas, o sea que hay
una relación de género a especie. Contratos es una especie de las convenciones
jurídicas, el contrato tiene que tener contenido patrimonial.
Entonces lo que Vélez definió en el art. 1137 es la convención jurídica y no un contrato.
Vélez en el art. 1137 definió una convención jurídica y no un contrato.
Leer arts. 944 a 946.
Unilateral: una persona (ej., testamento)
Acto jurídico
Bilateral: dos personas (ej., contrato)

Entonces el contrato es un acto jurídico bilateral de contenido patrimonial. Ésta es la


naturaleza jurídica del contrato.

Leer art. 1168 y 1169. el codificador no fue preciso en estos artículos, porque de la
lectura del articulado se advierte que Vélez se contradice; el art. 1168 dice “Toda
especie de prestación puede ser objeto de un contrato...”, y en el 1169 dice “La
prestación, objeto de un contrato, puede consistir en la entrega de una cosa, o en el
cumplimiento de un hecho positivo o negativo susceptible de una apreciación
pecuniaria”.
El contrato genera obligaciones, las partes crean su ley, ver art. 1197.
Art. 1197.— Las convenciones hechas en los contratos forman para las partes una
regla a la cual deben someterse como a la ley misma.
Somos libres de contratar cuando queremos y con quien queremos, pero una vez que
contratamos somos hombres encadenados.
En el art. 200 hay una contradicción entre éste y su nota:
Art. 1200.— Las partes pueden por mutuo consentimiento extinguir las obligaciones
creadas por los contratos, y retirar los derechos reales que se hubiesen trasferido; y
pueden también por mutuo consentimiento revocar los contratos, por las causas que la
ley autoriza.
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1200.— Nada hay más inexacto que decir, como dice el art. 1134 del Cód. francés, que las partes pueden revocar los contratos por
mutuo consentimiento, o por las causas que la ley autorice. Revocar un contrato significaría en términos jurídicos aniquilarlo
retroactivamente, de modo que se juzgase que nunca había sido hecho; y ciertamente que el consentimiento de las partes no puede
producir este resultado. Las partes pueden extinguir las obligaciones creadas, o retirar los derechos reales que hubieren trasferido,
mas no pueden hacer que esas obligaciones y esos derechos no hubiesen existido, con todos sus efectos. Pero las partes, decimos,
pueden revocar los contratos por mutuo consentimiento, en los casos que la ley lo autorice: es decir, si el contrato es hecho por un
incapaz, por violencia, dolo, etc., y en tal caso el contrato se juzga no haber tenido lugar. La trasferencia del dominio, las
servidumbres impuestas, si se trata de bienes raíces; todo queda sin efecto alguno como si el contrato no se hubiese celebrado. —
Véase Marcadé, sobre el art. 1134.
La doctrina ha establecido también precisiones sobre las causas de extinción de los
contratos, como son la revocación, la resolución y la rescisión. La revocación es por
causas que la ley establece, por ejemplo: la revocación del mandato; la donación se
puede revocar por amenaza de muerte contra el donante.
En cambio el contrato se extingue por resolución -dice la doctrina-, que es el pacto
comisorio tácito o expreso, y se da por el incumplimiento de las obligaciones que nacen
del contrato por alguna de las partes. Ej: en caso de incumplimiento de un contrato, la
carta documento enviada al que incumple, diría: “Ante su incumplimiento resuelvo….”,
no debe decir revoco o rescindo.
La rescisión se da de común acuerdo, cuando las partes dicen que el contrato no va más,
entonces no resuelven ni revoca, sino que rescinden.

El contrato -a diferencia de la ley que es obligatoria para todos (erga omnes)- es inter
partes.
Con el acto administrativo, la diferencia que tiene con el contrato, es que el contrato
encadena a las partes, en cambio el acto administrativo no encadena al Estado (ej., si un
particular alquila el terreno baldío contiguo para que un señor ponga una calesita por 3
años, no va a poder decir en el transcurso del contrato que se lo devuelva, porque está
encadenado a cumplirlo, salvo causales de extinción por incumplimiento o de común
acuerdo; en cambio si hubiese sido el Estado el que le alquilo el baldío al señor, puede
dejar de cumplir con ese plazo y exigir que le devuelva el baldío -tendría que pagar la
indemnización de daños al señor-)
Y con la sentencia se compara el contrato -no con las sentencias de los tribunales
unipersonales, sino con las sentencias de los tribunales colegiados-. Parece ser que se
adecua a la definición de contrato las sentencias de los jueces, porque la sentencia
produce efectos para las partes del juicio.

La importancia del contrato es que sirve para el tráfico de los negocios jurídicos, a lo
económico, y desde el punto ético es que los contratos son hechos para cumplirse. Y no
necesariamente hay que imaginar al contrato escrito; mucha gente cuando va a consultar
a un abogado dice: mire, yo alquilo mi casa a tal persona, pero no tengo contrato. En
realidad ésta persona si tiene un contrato, lo que no hizo es instrumentarlo, escribirlo en
un papel, pero eso no condiciona a un contrato en ejecución, donde la locataria está
viviendo en la casa del locador.
Hay contratos consensuales y reales. Y los consensuales se perfeccionan con el
consentimiento, y después si quieren lo escriben; es decir que el no tener el instrumento
no va a significar que no tengamos un contrato; puede llegar a dificultar el tema de la
prueba; pero no hay duda de que hay contrato. Estas pautas la dan los arts. 1190, 1191,
1192 y 1193. Ver tamb 1148.
Art. 1148.— Para que haya promesa, ésta debe ser a persona o personas determinadas sobre
un contrato especial, con todos los antecedentes constitutivos de los contratos.
Art. 1190.— Los contratos se prueban por el modo que dispongan los códigos de
procedimientos de las provincias federadas:
por instrumentos públicos;
por instrumentos particulares firmados o no firmados;
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por confesión de partes, judicial o extrajudicial;


por juramento judicial;
por presunciones legales o judiciales;
por testigos.
Art. 1191.— Los contratos que tengan una forma determinada por las leyes, no se juzgarán
probados si no estuvieren en la forma prescrita, a no ser que hubiese habido imposibilidad de
obtener la prueba designada por la ley, o que hubiese habido un principio de prueba por
escrito en los contratos que pueden hacerse por instrumentos privados, o que la cuestión
versare sobre los vicios de error, dolo, violencia, fraude, simulación, o falsedad de los
instrumentos de donde constare, o cuando una de las partes hubiere recibido alguna prestación
y se negase a cumplir el contrato. En estos casos son admisibles los medios de prueba
designados.
Art. 1192.— Se juzgará que hay imposibilidad de obtener o de presentar prueba escrita del
contrato, en los casos de depósito necesario o cuando la obligación hubiese sido contraída por
incidentes imprevistos en que hubiese sido imposible formarla por escrito.
Se considerará principio de prueba por escrito, cualquier documento público o privado que
emane del adversario, de su causante o de parte interesada en el asunto, o que tendría interés
si viviera y que haga verosímil el hecho litigioso.
Art. 1193.— [Según ley 17.711, art. 1, inc. 64] Los contratos que tengan por objeto una
cantidad de más de diez mil pesos, deben hacerse por escrito y no pueden ser probados por
testigos.

El principio de la autonomía de la voluntad está limitado por el art. 21 y 953.


Art. 21.— Las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya
observancia estén interesados el orden público y las buenas costumbres.
Art. 953.— El objeto de los actos jurídicos deben ser cosas que estén en el comercio, o
que por un motivo especial no se hubiese prohibido que sean objeto de algún acto
jurídico, o hechos que no sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenas costumbres
o prohibidos por las leyes, o que se opongan a la libertad de las acciones o de la
conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero. Los actos jurídicos que no
sean conformes a esta disposición, son nulos como si no tuviesen objeto.
La reforma de 1968 (Ley 17.711) estableció pautas morigeradoras de la fuerza
obligatoria que tiene el contrato, como fueron la imprevisión (art. 1198), el art. 1071 y
el art. 954 (lesión subjetiva y objetiva).

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