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En síntesis, [ CITATION Bal08 \l 3082 ]A esta concepción es necesario añadir otros

elementos relacionados con la planeación, organización, dirección y control de los


bienes patrimoniales, para de esta manera integrar los contextos históricos,
urbanos y financieros a su comprensión y así ir más allá de sólo su materialidad o
dimensión física.

Lo anterior deja claro la importancia del papel del Estado dentro del proceso de la
gestión de los bienes patrimoniales. De acuerdo al rol desempeñado, pueden
desarrollarse distintos paradigmas que se relacionan a su vez con los modos
capitalistas (Salazar, 2013), pues definen las políticas socioeconómicas que
afectan el manejo propiamente dicho de los bienes:

1. La indiferente: Se refiere a cuando el Estado no toma parte en ninguna de


las acciones de la gestión. Implica una inexistencia de políticas culturales y
de conservación, y como consecuencia se permite la pérdida de bienes
patrimoniales y la intervención sin fundamentos.
2. La tradicionalista: Esta postura juzga los bienes históricos únicamente por el
alto valor que se considera tienen en sí mismos, y conciben su conservación
independientemente de su uso cultural.
3. La mercantilista: Su sustento yace en considerar los bienes patrimoniales
como una ocasión de valorar económicamente el espacio social o como un
obstáculo al progreso económico. Impulsa el patrimonio como una
mercancía, generando una burbuja patrimonial sustentada en la ficción y la
especulación.
4. La conservacionista y monumentalista: Se fundamenta en el papel
protagónico del Estado en la definición y promoción del patrimonio bajo el
capitalismo con la guía del Gobierno cuyo objetivo central es el crecimiento
económico, al buscar el mecenazgo de inversionistas y concediéndoles
prerrogativas.
5. La participativa: Propuesta por García Canclini 1, concibe al patrimonio y su
conservación en relación con las necesidades globales de la sociedad.
1
Néstor García Canclini es un escritor, profesor, antropólogo y crítico cultural argentino que ha
desarrollado teorías referentes a los temas consumismo, globalización e interculturalidad en
América Latina.
6. La culturalista: Considera a la sociedad como parte de la cultura, tanto por
sus manifestaciones pasadas como las presentes, subordinando el valor
intrínseco del patrimonio, su valor mercantil y su capacidad simbólica de
legitimización a las necesidades sociales, punto que comparte con la
gestión participativa.

Ambas gestiones comparten una preocupación por el desarrollo sostenible y la


preservación de bienes con valores excepcionales para la vida de las personas,
buscando permanentemente respuestas cada vez más integrales que sean
capaces de responder a la complejidad que implica la preservación del paisaje, del
patrimonio y de la amalgama que entre ambos puede surgir, pues su naturaleza
evolutiva que constantemente se retroalimenta de una sociedad cambiante que
renueva necesidades presenta múltiples dificultades al momento de insertarse en
una realidad sujeta a factores políticos, sociales y económicos.

-Salazar, G. (2013). Cultura y gestión del patrimonio cultural


edificado. En Paredes, B. (Coord.), Participación social y de
organismos públicos y privados en la conservación del patrimonio
cultural edificado, pp. 21-48. Mérida: UADY

-Ballart, J. y Tresserras, J. (2008). Gestión del patrimonio cultural.


Barcelona: Ariel

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