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En todo este tiempo se han gastado miles de millones de pesos en estudios y diseños,
pero muchos han sido los tropiezos que han impedido que la obra se materialice, entre
ellos la falta de decisión del Gobierno nacional, la oposición de las etnias en la Sierra, la
financiación y hasta la licencia ambiental.
Tal como actualmente está concebido, el proyecto requeriría una inversión cercana a los
150 millones de dólares, y tendría una capacidad para almacenar 37.1 millones de metros
cúbicos, suficientes no solo para garantizar el líquido a la cada vez más creciente
población de Valledupar, sino para irrigar unas 10.000 hectáreas de suelos en los
sectores de Los Corazones, Ovejas y Callao.
Se estima que en el año 2025 no habría agua suficiente para proveer la demanda de los
habitantes de este municipio, teniendo en cuenta las adversas condiciones climáticas, la
deforestación, contaminación y los desvíos concesionados e irregulares de la corriente a
lo largo de los 85 kilómetros que recorre en descenso desde la Sierra Nevada hasta su
desembocadura en el río Cesar. De caudal base de 11.200 litros por segundo, el
Guatapurí en época de sequía ha llegado a niveles críticos con una reducción de hasta el
60%.
En 1969 el entonces Instituto Colombiano de Reforma Agraria, Incora, contrató con la
firma israelí Tahal Consultingn Engineers los estudios de factibilidad de adecuación de
áreas mediante sistemas de riego y drenaje, y en 1992 el Instituto de Hidrología,
Meteorología y Adecuación de Tierras (Himat) contrató a Consultores Civiles &
Hidráulicos la actualización y complementación de esos estudios. En 1995 el Instituto
Nacional de Adecuación de Tierras (Inat) planteó que se tenía garantizada la destinación
de recursos para la contratación directa del diseño y la ejecución del proyecto, contrato
que se preveía estar listo al finalizar el primer trimestre de 1996 al igual que la gestión de
la licencia ambiental ante Corpocesar, y así comenzar la construcción de las obras en
1997. Pero primero se extinguieron las tres instituciones interesadas en adelantar el
proyecto que iniciarse el desarrollo del mismo.
A nivel local también fue incluido en el Plan de Desarrollo Municipal 2008 – 2011
“Valledupar te quiero”; no obstante, para la vigencia 2008 no se realizaron inversiones ni
apropiaciones para dar continuidad al proyecto que a partir del 2009 se retoma en cabeza
del Instituto de Desarrollo Rural, INCODER.
Indígenas se oponen
Entonces el INCODER inició un proceso de consulta para tratar de conseguir la licencia
ambiental con las participación de los ministerios de Ambiente y de Interior, pero el 22 de
diciembre de 2009, mediante un comunicado, expresaron que por decisión del Concejo
Territorial de Cabildos CTC no estaban de acuerdo con el embalse de Besotes y se
oponían abiertamente a su realización. Lo que estancó el proyecto.
Arukín Torres, interlocutor del pueblo arhuaco, sostuvo que “no es un capricho de las
comunidades indígenas su desacuerdo con el proyecto, en la zona donde se plantea
construir la represa es territorio ancestral, allí está ubicada una comunidad, y en esa zona
del asentamiento Ikarwa es la única donde se produce el árbol que sirve para la
fabricación de los poporos, elemento cultural de las etnias; este es un espacio sagrado,
además creemos que no es viable por los impactos ambientales que causaría en la
Sierra. El argumento del proyecto es garantizar agua para el futuro de Valledupar, pero
sino cuidamos el río, sino garantizamos su protección, eso puede ser un fracaso, tampoco
hay garantías de seguridad, ya vemos lo que está pasando con Hidroituango”.
De acuerdo con los estudios, la represa se localizaría en la cuenca del río Guatapurí en
las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, territorio ancestral de los pueblos
indígenas Kogui, Wiwa, Arhuaco y Kankuamo.
“No hemos logrado avanzar en el tema de la consulta previa, tampoco en conseguir los
dineros que se requieren, pese a que es una necesidad apremiante de la región; hemos
mantenido la esperanza por medio siglo y se ha incorporado varias veces en los planes
de desarrollo de la Nación, sin que exista una luz al final del túnel”, sostuvo.
Elías Ochoa Daza, alcalde de Valledupar en dos periodos (95-97, 2001-2003), en cuya
segunda administración se invirtieron en esa época 1.200 millones de pesos para nuevos
diseños, dijo que “no ha habido la suficiente voluntad política para sacar adelante la
construcción de la represa tanto por el Gobierno nacional como por los departamental y
municipal, al principio todos arrancan, hacen reuniones y después el tema se va
apagando; en dos oportunidades el proyecto fue incluido en el Plan Nacional de
Desarrollo, pero no se concretó, creo que ha faltado dedicación”.
El director de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Julio Suárez, precisó que
“dado que el embalse se proyecta en zona de reserva forestal, le corresponde al
Ministerio de Ambiente el procedimiento de sustraer esa área para su construcción, y por
la cantidad de agua que se almacenaría, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales
sería la competente para el permiso, entonces Corpocesar prácticamente ha mantenido
una posición casi que neutral para pronunciarnos al respecto”.
Es factible
En mayo de 2017, la firma Integral Ingenieros Consultores presentó un estudio de
factibilidad sobre el embalse Los Besotes. El proyecto requiere recursos del orden de los
150 millones de dólares que aportarían el Gobierno nacional (70%), el departamental
(20%) y el Municipio (10%).
En esa fecha, el entonces contralor general Edgardo Maya Villazón manifestó que existe
una propuesta del Banco Interamericano de Desarrollo para la realización de un crédito
blando a la Nación por 20 años, para la construcción de la represa. No obstante, siguen
los escollos para que medio siglo después de la primera iniciativa, el proyecto siga siendo
un sueño para Valledupar.
Contralor Maya Villalón insiste ante el BID para asegurar financiación de estudios y
diseños del Embalse Los Besotes
POR ALTERNATIVA CARIBE · MARZO 25, 2018
El Contralor General había realizado esta solicitud a Moreno hace algún tiempo, en visita
que hizo a la sede del BID en Washington. Y posteriormente el Gobernador del Cesar,
Francisco Ovalle Angarita, le envió también una comunicación solicitando recursos de
esta cooperación.
El valor de los estudios para las dos fases del proyecto es de $8.000 millones de pesos.
En comunicación que envió al presidente del BID, el Contralor General reiteró su petición:
“Vale la pena resaltar, que una vez se tengan los estudios y diseños, Findeter podría
financiar la construcción de la obra”, finalizó el Contralor.