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Desde la abadía de la comunicación

“La guerra inteligente para defender al periodismo liberal”

Por José Israel Ibarra González*

En el ejercicio del periodismo pocas veces queda tiempo para teorizar, es decir, entender cómo funciona
todo el sistema donde están involucrados los periodistas, los dueños de los medios, los gobiernos, los
empresarios y la sociedad civil. Por esta razón me dispongo a recordar el modelo de periodismo liberal
que se ejerce o se intenta ejercer en México y por qué es necesario emprender una guerra inteligente
para defenderlo.

¿Y cómo llegamos a la adopción del modelo liberal? Haré un breve resumen cuyos antecedentes se
encuentran tanto en Inglaterra como Estados Unidos. Transcurría el año de 1644, cuando John Milton
pronunció el discurso de la Areopagítica ante el Parlamento de Londres a favor de la Libertad de Prensa
sin Censura (M. Albertos, 1994: 14); una década después, Milton explicó que se atrevió a pronunciarlo
porque buscaba “librar a la prensa de las restricciones con las que fuere lastrada, de manera que el
poder de determinar lo que era verdad y lo que era mentira, lo que había de publicarse y lo que había de
suprimirse, dejare de confiarse a unos cuantos individuos iletrados e ignorantes, los cuales habrían de
negar su licencia a toda obra que contuviere parecer o sentimiento apenas superior al nivel de la vulgar
superstición” (Milton y Murgia –prefacio-, 2009).

No voy a ahondar más en el contenido de tan transcendental discurso, más bien, quiero invitar a
periodistas y no periodistas a que descarguen gratuitamente la obra dando click en el siguiente enlace:
www.libros.unam.mx/digital/40.pdf. Los argumentos que vienen en este libro definitivamente nos
ayudarán a construir como sociedad un discurso sólido para enfrentar los desafíos que nos presentan los
tiempos actuales, que no distan mucho de aquellas realidades del siglo XVII.

Ahora nadamos a través del tiempo por el Océano Atlántico para llegar a los Estados Unidos, donde nos
encontramos en 1859 con el conocido libro Sobre la libertad de John Stuart Mill, que plantea “los límites
que deben respetar los gobernantes en el ejercicio de su poder sobre los ciudadanos” (M. Albertos,
1994: 14); y después brincamos a 1920, para estrechar la mano de Walter Lippmann, uno de los
referentes más importantes para el ejercicio de un periodismo liberal. Primero, porque que en su obra
Libertad y Prensa hace fuertes críticas al poder de las empresas privadas sobre el manejo de la
información; y segundo, porque en su libro Opinión Pública construye uno de los principales pilares del
ejercicio periodístico, el que “el papel de la prensa es el de ser en cierto modo servidor y guardián de las
instituciones” (M. Albertos, 1994: 14).

También los invito a descargar Sobre la libertad: www.hacer.org/pdf/OnLiberty.pdf; y leer en línea


Libertad y Prensa: archive.org/details/libertynews00lippuoft/page/68; de este último rescato algunas
citas que considero esenciales tener siempre en mente al momento de ejercer el periodismo:
“Protegeremos por el interés público aquello que todos los intereses especiales en el mundo están más
ansiosos por corromper”; también que: “Las opiniones verdaderas pueden prevalecer solo si se conocen
los hechos a los que se refieren; si no se conocen, las ideas falsas son no solo efectivas como verdaderas,
sino un poco más efectivas”; y finalmente que: “El procedimiento sensato en asuntos que afecten la
libertad de opinión sería asegurar una investigación tan imparcial de los hechos como sea humanamente
posible”.
La fuerza de este modelo de periodismo de antecedentes inglés y norteamericano, no solamente ha
formado el ideal de cientos de periodistas empíricos y universitarios mexicanos, cientos de ellos han
perdido la vida tratando de defender esta visión de su profesión. No obstante, para Guerrero (2017)
esto no se ha conseguido, ni en nuestro país, ni en América Latina, todo se ha quedado en un modelo
“liberal capturado”.

¿Y a qué se refiere Guerrero con el capturado? A que no se ha alcanzado el liberalismo clásico que
supone “la primacía del individuo y la búsqueda de un orden institucional y legal que garantice y proteja
sus libertades básicas –desde los derechos de expresión hasta los derechos a la privacidad, a la libre
movilidad, la libre asociación, la propiedad, Etc.-“ (Guerrero, 2017: 121-122). Por el contrario, los
poderes políticos y del empresariado han definido estas libertades y marcado las agendas.

Guerrero (2017) nos plantea una interpretación de la realidad para nuestro país y América latina en lo
que define como su modelo “liberal capturado”. El investigador propone dos dimensiones: la primera es
una baja eficiencia regulatoria consistente en una “deficiente aplicación o inexistencia de marcos legales
adecuados que permitan la consolidación de mercados mediáticos más abiertos y plurales” y que lleva a
“tendencias hacia la concentración en los mercados mediáticos; discrecionalidad en el gasto público
publicitario; colonización de estructuras mediáticas por parte de la clase política y de espacios políticos
por parte de la clase mediática (y) captura de espacios de regulación por parte de grupos mediáticos”
(Guerrero, 2017: 123); y la segunda dimensión es el alto grado de instrumentalización de la función
informativa de los medios que implica “condiciones desfavorables y falta de protección para la práctica
del periodismo profesional” y que se observa en una “ausencia de mecanismos adecuados de
protección al desempeño periodístico –pobre investigación y espacios de tolerancia en casos de
violencia- (y) falta de condiciones favorables al surgimiento de un periodismo profesional –injerencia de
intereses extraperiodísticos, sobre todo, políticos y corporativos” (Guerrero, 2017: 123).

Finalmente, Guerrero (2017) expresa que tanto en los países con gobiernos democráticos electorales
como en los populistas existe un modelo “liberal capturado”. Mientras que en los primeros se crea una
alianza entre las élites políticas y las mediáticas tradicionales para fortalecer las reformas del mercado;
en los segundos, que se asumen como reformistas, se apuesta por la aparición de medios afines a su
visión socialista y ejercen su poder para subordinar la política informativa (2017: 123).

Y, en conclusión, en cualquier escenario la labor del periodista liberal está amenazada, aunque todavía
no está aniquilada. En este sentido, es necesario emprender una guerra inteligente en lo que considero
son tres dimensiones esenciales: la primera, creación de modelos de negocios mediáticos que no
dependan ni de los políticos, ni de los empresarios, sino de la sociedad civil; la segunda, especialización
de la cobertura periodística, es decir, que los periodistas conozcan una sola área, pero a profundidad y
sean capaces de debatir con los expertos; y la tercera, incrustación del periodismo en el ambiente
digital, para generar nuevas generaciones de periodistas-programadores que aprovechen cada
oportunidad que brinda el Internet.

*El autor es presidente electo del Colegio de Comunicólogos de Baja California y docente de periodismo
e investigación cuantitativa en la Universidad Iberoamericana Tijuana. Tiene un doctorado en Estudios
de Migración.

Bibliografía
Guerrero, M. (2017). ¿Por qué definir como «liberal capturado» el modelo de sistemas mediáticos en
América Latina? Infoamérica: Revista Iberoamericana de Comunicación, 97-128.

M. Albertos, J. (1994). La tesis del perro-guardían: revisión de una teoría clásica. Estudios sobre el
mensaje periodístico , 13-25.

Milton, J. (.-1., & Murgia (prefacio), M. (2009). Areopagítica. Ciudad de México: UNAM, Dirección
General de Publicaciones y Fomento Editorial.

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