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Nuestra reacción a Appel 1

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Nuestra reacción a Appel

Grupo Comunista Internacionalista

Noviembre 2004

Appel (“Llamamiento”) es un libro publicado en 2003 por el mismo grupo que unos años
antes había hecho la revista Tiqqun, y que más tarde aparecería firmando otros textos bajo
el nombre “Comité invisible”. Algunos miembros de ese grupo provenían de la llamada
“universidad contestataria” de París-8, desde donde desertaron para producir su propia
teoría al margen de la academia y bajo la notoria influencia de las ideas situacionistas. El
grupo adquirió renombre cuando a fines del 2008 la policía francesa realizó un espectacular
allanamiento de su refugio en Tarnac, en la campiña francesa, acusándoles de haber
saboteado las instalaciones del tren rápido TGV. Desde entonces algunos de sus textos,
como “La insurrección que viene” y su “Introducción a la guerra civil” han tenido una
difusión apreciable, influyendo por lo visto sobre activistas libertarios, insurreccionalistas y
militantes de un cierto comunismo confuso. Un rasgo distintivo de esta tendencia es que ha
creído descubrir en el término “comunización” una fórmula mágica para exorcizar su propia
falta de perspectivas, permitiéndose rebautizar con una expresión novedosa su viejo
activismo izquierdista de siempre.

Appel puede considerarse una especie de texto fundacional de esa tendencia. Como el
mismo título lo indica, se trata de un “llamamiento” hecho a los círculos radicales, que en su
momento obtuvo más de una respuesta. Una de esas respuestas fue la de la revista Troploin
(“Comunización: una “llamada” y una “invitación”, 2004), que ya tradujimos para este sitio.
La refutación hecha por el Grupo Comunista Internacionalista, que publicamos ahora, toca
varios aspectos que Troploin pasó por alto, haciendo una crítica precisa y contundente,
aunque no exenta de una suposición apresurada respecto al sentido del término
“comunización”.

La versión original de Appel está disponible en http://bloom0101.org/eclats.html, en tanto la


versión castellana se encuentra en http://mesetas.net/files/LLAMAMIENTO.pdf. Ésta última
es la que hemos utilizado para transcribir las citas del libro presentes en este artículo.

La versión original de este texto del GCI, Notre réaction à l’Appel, está en
http://www.cmaq.net/node/20694

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Si respondemos en forma de carta abierta al texto Appel (1) es por la necesidad de darle vida a
nuestra comunidad crítica, más allá de las fronteras entre grupos y entre organizaciones, para
discutir sobre esa base de confianza que exige la actividad militante.

“Cierto que otros, que aún no conocemos, construyen también el Partido en otros
sitios. Este llamamiento les está dirigido”. (Escolio IV)

...Si hoy "respondemos al llamamiento", es porque nos reconocemos, a “ustedes y a nosotros


mismos”, como expresión del proletariado en lucha, y por lo tanto organizado en partido. Pero en
este caso tenemos que ser cautelosos: no nos reconocemos en absoluto, como "constructores del
partido", y mucho menos en el sentido que Appel le da al término "partido": es decir, la
"comunización de nuestras relaciones y de nuestras vidas" aquí y ahora, en espacios destinados a
ese fin (2). Nos situamos por lo menos fuera y en contra de los hábitos sectarios, defensivos y
proteccionistas que con demasiada frecuencia tienden a socavar los "debates entre grupos", como
por ejemplo esa débil exigencia de "propiedad" individual o grupal de determinadas posiciones
políticas. Si vamos a hablar formalmente en términos de "ustedes" y "nosotros", aclaremos que
para nosotros esto significa que vamos a luchar juntos contra todas las separaciones de mierda
que nos atomizan todavía más, que nos impiden reconocernos como una sola clase en lucha contra
el capital.

1. Sobre la generalidad de Appel

Appel parte en general de la experiencia del activismo y de las "alternativas" que alardean de una
cierta "radicalidad" (okupas, etc.) (3), experiencia que impuso a sus autores la necesidad de
romper con esas prácticas y superarlas. Apoyamos esa crítica, que no es sino una crítica de la
socialdemocracia, una revisión de las formas que ésta emplea para neutralizar y reclutar. Lo que
nos sorprende desfavorablemente de los autores de Appel es que ellos mismos contradicen la
perspectiva que animó tales críticas y rupturas, incluso negándola casi por completo. A contrapelo
de las verdaderas necesidades del proletariado y del movimiento revolucionario actual, Appel
rehabilita las más idealistas ilusiones alternativas y utópicas, con más triunfalismo que las que
parecían haber sido barridas inicialmente.

Hecha ya en lo esencial nuestra crítica, entregamos a continuación algunos elementos específicos


de la discusión. En general, lamentamos la tergiversación, a veces vaga, a menudo brutal, del
contenido de toda una terminología tomada de la historia del movimiento revolucionario: "construir
el partido" para formar una "fuerza material independiente", "construir un movimiento
revolucionario victorioso...". El concepto de "secesión" por sí solo ya merece una aclaración, pues
creemos que tiene el efecto de debilitar el principio de las rupturas reales alimentando la ilusión de
una "vida al margen". "No queremos abandonar el campo," protestan por anticipado los autores de
Appel. Pero la cuestión no es "abandonar" o no el campo (si es que existe, en todo caso, cuestión a
la que Guy Debord dio una respuesta negativa, quizás para evitar las visitas). La cuestión es el
contenido que hacemos existir, la práctica que desarrollamos. Dondequiera que estemos, donde
quiera que vayamos, la pretensión de "vivir el comunismo" bajo el reinado del capitalismo ha sido
siempre profundamente idealista, voluntarista, conservadora, y sólo puede llevar al moralismo
(siempre amargado, como cualquier moralismo) en cuanto a las relaciones realmente vividas.

En el mismo plano general, somos muy críticos respecto a lo que consideramos, por parte de
Appel, como graves concesiones a un cierto posmodernismo (4) de moda, a pesar de sus
profesiones de fe anti-negrista (5):

- Rechazo de todo análisis de clase, de toda crítica explícita del Estado (sólo hay "ellos" y
"nosotros"), de todo papel acordado a un sujeto revolucionario real. El proletariado parece
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reducirse a los obreros industriales del siglo XIX (pobre estereotipo marxista-leninista), y las luchas
actuales se evaporan en el vasto desierto de una especie de "desastre natural" puntuado por
sucesos "económicos" (el "colapso de Argentina" y el "colapso de la URSS "metidos en el mismo
saco).

- Uso del término "imperio", sin ninguna aclaración, con tanta frecuencia como "capital" o
"capitalismo".

- Uso del término "comunización" para describir el proceso por el cual llegamos a "vivir el
comunismo" en los espacios creados por los "revolucionarios", es decir aquellos que "se han
separado" del sistema. Todo ello acompañado de expresiones esotéricas de esta calaña: "por
comunismo, entendemos una disciplina de la atención". O bien: "el Partido podría ser tan sólo esto:
la constitución en fuerza de una sensibilidad. El despliegue de un archipiélago de mundos".

- Tentación por la tabula rasa, por la teoría ex nihilo y por la novedad, reveladora de una
comodidad egocéntrica agravada por la pretensión - bastante común - de haber descubierto lo
nunca visto, la clave definitiva para comprender la sociedad contemporánea. Esto es bastante
notorio en el análisis del "liberalismo existencial" (Escolio II), que en realidad nos dice muy poco en
comparación con lo que el movimiento revolucionario ya ha dicho contra la alienación y la
atomización.

Por último, podemos mencionar la estrechez de miras demostrada por la falta de consideración
hacia las actuales luchas en todo el mundo, sustituidas por una vibrante "lucha contra la
recomposición de la izquierda" (¿parlamentaria, extra-parlamentaria, ciudadanista...?). Appel
presenta derechamente esta lucha como uno de los tres ejes de la acción revolucionaria actual, en
vez de hablar del combate permanente contra la socialdemocracia y su importancia en todas las
luchas de nuestra clase.

Para concluir con estas generalidades, Appel describe enigmáticamente nuestra época como la de
una "guerra civil mundial" que el texto define como "la situación que hemos creado" y en la que
debemos "constituirnos como fuerza material autónoma". Sin duda, pero ¿quiénes son los
protagonistas de esta guerra?, ¿qué es lo que constituye una "fuerza política" (Proposición V)...
una entre otras? ¿Contra cuál (es) otra (s)? En última instancia, ¿ustedes se consideran miembros
de una clase mundial de explotados y revolucionarios, o como un círculo de iniciados? "Es a fuerza
de encarar al enemigo como a un sujeto que nos hace frente - en vez de reconocerlo como una
relación que nos domina...". El capital es efectivamente una relación social, ¡pero es también el
enemigo, la clase y el estado que se enfrenta a nosotros! ¿Qué justifica hoy en día abandonar las
bases de la crítica de este mundo en las que nos reconocemos y que han contribuido a los
militantes revolucionarios de las generaciones pasadas? (6).

2. Rupturas con el activismo

Éstos son algunos extractos de Appel que ilustran lo que consideramos su principal deficiencia, en
el terreno de las rupturas reales que les llevaron a apartarse.

Extractos del "Escolio a la Proposición I".

“Seattle, Praga, Génova, la lucha contra los OGM (Organismos modificados


genéticamente) o el movimiento de los parados. Ocupamos nuestro lugar, tomamos
partido en las luchas de los últimos años; y ciertamente no al lado de Attac o de los
Tute Bianche.
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El folclore contestatario ha dejado de distraernos.

En las últimas décadas hemos visto al marxismo-leninismo retomar su monólogo


tedioso en bocas aún imberbes.

Hemos visto al anarquismo más puro negar también aquello que no comprende.”

Extractos del "Escolio a la Proposición III".

“Hemos conocido en el pasado y conocemos aún en el presente, la tentación del


activismo. Las contra-cumbres, las campañas contra las repatriaciones, contra las
leyes de seguridad, contra la construcción de nuevas prisiones, las ocupaciones, los
campamentos No Border; lo que se deriva de todo esto. La dispersión progresiva de
los colectivos correspondiendo a la propia dispersión de la actividad. (7)

Experimentar progresivamente su potencia pagando el precio de volver, una y otra vez, a la misma
impotencia de base. Pagar, en cada campaña, un alto precio . Dejar que consuma toda la energía
de la que disponemos. Abordar después lo siguiente, cada vez más desalentados, más agotados,
más disgustados.”

Después de estas críticas tan severas, citemos lo que pueden ser las primeras concesiones a
seguir, la preparación del terreno donde se va a rehabilitar la alternativa:

“Nosotros desertamos del activismo. Sin olvidar lo que constituye su fuerza: una
cierta presencia ante la situación. Una facilidad de movimientos en su seno. Una
forma de afrontar la lucha, no desde el punto de vista moral o ideológico, sino
desde el punto de vista técnico, táctico”.

En fin, frente a este balance - a veces contradictorio - de la experiencia de las okupas, lo que nos
parece más claro y lo que subrayamos es que tal experiencia - en sus alcances más amplios -
debería haber advertido a Appel contra las alternativas que propone con tanto ahínco: esos
"lugares habitables" que son las okupas idealmente libres de dificultades y contradicciones, en
flagrante contradicción con las duras críticas que se hacen a continuación (tomado de "Escolio a la
Proposición V"):

“Después, poco a poco, hemos asistido a la transformación de lo que nos rodeaba


en un medio y de ése medio en escena. Hemos asistido a la promulgación de una
moral que vino a sustituir a la elaboración de una estrategia. Hemos asistido a la
solidificación de normas, a la construcción de reputaciones, a la puesta en
funcionamiento de hallazgos, y al hecho de que todo se haya convertido en
extremamente previsible. La aventura colectiva ha mutado en triste cohabitación.

Una tolerancia hostil se ha adueñado de todas las relaciones. La gente se las apaña.
E inevitablemente, al fin, lo que parecía ser un contra-mundo, no hacía más que
reducirse al mero reflejo del mundo dominante: el mismo juego de valorización
personal en el terreno del robo, de la pelea, de la corrección política o de la
radicalidad – el mismo liberalismo sórdido en la vida afectiva, las mismas
preocupaciones de territorio, de dominio, la misma escisión entre vida cotidiana y
actividad política, las mismas paranoias de identidad. En el mejor de los casos se
disfrutaba del lujo de huir periódicamente de la miseria local, llevándola a sitios
donde aún es exótica”.
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Sobre la cuestión mal planteada: "la división entre la vida cotidiana y la actividad política", véase
nuestro siguiente punto.

3. El punto de inflexión.

Como se indicó anteriormente, el nodo del texto es la propuesta IV (énfasis añadido), donde la
crítica da paso a la llamada "estrategia":

"Situamos el punto de inversión, la salida del desierto, el fin del Capital, en la


intensidad del vínculo que cada uno consigue establecer entre lo que vive y lo que
piensa. Contra los defensores del liberalismo existencial, no aceptamos que se trate
de una cuestión privada, un problema individual, una cuestión de carácter. Por el
contrario, el punto de partida es la certeza de que el vínculo depende de la
construcción de mundos compartidos, de la puesta en común medios efectivos".

Estamos de acuerdo en que el capital nos atrapa encadenándonos a unos dilemas cotidianos
mórbidos: enfermedad y medicina, ciencia e ignorancia, explotación y trabajo, destrucción del
planeta y "desarrollo sostenible", angustia emocional y "amor libre", comida adulterada y mafia
mistificadora de la "comida auténtica", necesidades cada vez más alienadas y alienantes, y
satisfacciones que lo son todavía más... tantas falsas opciones o no-opciones que revelan otros
tantos aspectos de nuestra alienación fundamental, de nuestra miseria fundamental que no es otra
cosa que nuestra condición en esta sociedad. Nos reconocemos en la necesidad de escapar lo que
más se pueda de estas trampas, de recuperar nuestra práctica desde afuera y en contra de lo que
nos encadena, nos destruye y nos aísla cada día más. Creemos que esto es parte de nuestra
comunidad de lucha. Pero esta comunidad de lucha, esta comunidad de relaciones compañeras, no
se define ni por la agrupación geográfica ni por la afinidad pandillesca (¿acaso se trata de un
perfeccionamiento - casi aristocrático – de la pandilla?), ni por una utopía autárquica y rural, ni
tampoco, más fundamentalmente, por su capacidad de "exiliarse" o "construir un mundo”. No,
nuestra comunidad de lucha está determinada por la necesidad de la destrucción insurreccional de
este mundo.

Coincidimos con Appel cuando sostiene que la comunidad mercantil se impuso destruyendo toda
forma de comunidad humana (véase el Escolio a la Proposición III), pero nosotros afirmamos
tajantemente que nuestra humanidad se expresa ya en la comunidad de lucha actual, pero también
insistimos en que el hecho de que esta lucha sigue siendo una mediación (la última mediación
tendiente a la supresión definitiva de toda sociedad de clases). En consecuencia, denunciamos la
ilusión de lograr una comunidad humana al interior de la comunidad de lucha proletaria, bajo el
dominio del capital, a fortiori, mediante la creación de "islotes comunitarios". Además, vernos -
como hace Appel - como superhombres capaces de resolver aquí y ahora todos los problemas que
plantea el capitalismo, incluyendo todos los aspectos de nuestra desposesión, nos condenaría
primero a ser absorbidos por una inevitable - y sin duda muy seductora - inflación de problemas
logísticos que afrontar, para caer luego en las tensiones voluntaristas, moralistas, y finalmente en
el colapso de las relaciones provocado por la decepción de no haber "vivido realmente el
comunismo" juntos. Y por esto consideramos que Appel se evade de la realidad material para
sumergirse en el inmediatismo, en el alternativismo y por lo tanto en el idealismo más clásico. A
partir de la Proposición V, de hecho, todo se encadena para transformar las cuestiones de logística
en cuestiones de fondo; y más crucialmente, para hacer de la perspectiva ("el comunismo") una
condición previa de toda subversión. Así, en el Escolio a la Proposición V:

"Nuestra estrategia es, pues, la siguiente: establecer desde ahora un conjunto de


antros de deserción, de polos de secesión, de puntos de reagrupamiento. Para los
fugitivos. Para los que parten. Un conjunto de locales donde sea posible sustraerse
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al imperio de una civilización al borde del abismo. Se trata de encontrar los medios,
encontrar la escala que permita resolver el conjunto de cuestiones que, planteadas
por cada uno individualmente, conducen a la depresión”.

¿Qué sería, bajo el imperio, de una fuerza política que no disponga de sus propias
granjas, de sus escuelas, de sus armas, medicamentos, albergues colectivos,
mesas de edición, imprentas, camiones encubiertos y cabezas de puente en las
metrópolis? Parece cada vez más absurdo que algunos de nosotros todavía estemos
obligados a trabajar para el Capital - a menos que se trate de realizar diversas
tareas de infiltración, desde luego".

Francamente, esto se parece al ¿Qué hacer? de Lenin (por su visión de los "revolucionarios
profesionales", presente también en Bakunin o Blanqui, y caricaturizada en Nechayev) tal como
fuera implementado en las micro-utopías libertarias de fines del siglo XIX y comienzos del XX (por
esta idea de unas "bases de repliegue autónomas y autosuficientes”, muy al día si consideramos la
actual moda popular de los "quilombos", los "municipios libres" en Chiapas, y otras "zonas
autónomas temporales"). En todo caso, reagruparse en una serie de kibbutz sin duda que facilita
bastante groseramente el trabajo del Estado y su insaciable afición por la cacería y el tiro al blanco
(8). Obviamente, no podemos dejar de ver en esas propuestas y reivindicaciones los "efectos
colaterales" típicos de la ilusión (ya mencionada) de hacer tabula rasa, de las teorías ex nihilo y de
la pseudo-novedad; ilusión que de pasada echa por tierra importantes lecciones y críticas
aprendidas históricamente por el movimiento revolucionario en sus prácticas pasadas (¡tanto
leninistas como libertarias!). Con todo, se desliza luego una referencia supuestamente clarificadora,
pero que está lejos de clarificar nada:

"No es una objeción contra el comunismo el hecho de que, en el período reciente, la


primera experiencia de este modo de compartir fuera llevada a cabo por el
movimiento anarquista español entre 1868 y 1939." (Proposición VI).

Saltemos al Escolio de la Proposición VI:

"El derrocamiento del capitalismo vendrá de aquellos que consigan crear las
condiciones para otro tipo de relaciones"

Si hay algún derrocamiento aquí, es más bien del movimiento revolucionario, ¡de su constitución
material real en favor de un principio filosófico! Appel plantea estas "bases de repliegue" no como
parte integrante de un movimiento revolucionario más amplio, sino como la revolución que
supuestamente llega a este mundo - a este desierto sin clases - en el momento en que los
conspiradores "revolucionarios" salen de sus guaridas para insuflarla.

"…llegado el momento, se trata precisamente de transformar en una ventaja para


nosotros el colapso social generalizado, de transformar un hundimiento a la manera
argentina o soviética en una situación revolucionaria".

Una vez que entramos en esta parte del texto, es difícil no lanzar invectivas contra tantas ilusiones
vertidas a raudales. Para evitar una posible ambigüedad en nuestra crítica, diremos simplemente
que basta con leer nuestros textos (véase, en particular, sobre Argentina, las referencias al final)
para comprender que nosotros no idealizamos a un movimiento proletario libre de contradicciones:
profundizamos en sus momentos y en sus manifestaciones, también criticamos sus crueles límites
e ilusiones ideológicas actuales, y vemos cómo es amenazado por la terrible agudización de las
contradicciones sociales, por la única perspectiva que ofrece el capital, pródigo de guerras, policías
y la posibilidad de morir en la mierda del enfrentamiento letal entre los mismos proletas. Nos
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basamos en la continuidad organizativa que el proletariado debe ser capaz de darse en su lucha de
hoy, a fin de fortalecer y dirigir la próxima oleada de lucha mundial; pero no esperamos nada de
esos "islotes" y "escuelas" (también llamados "cabezas de puente" urbanos) donde algunos
permanecerían replegados en espera de que llegue "su hora", mientras que inevitablemente son
absorbidos por la gestión de esos llamados "lugares habitables".

En cuanto a los ejes estratégicos enumerados en la conclusión de Appel, por desgracia condensan
más la debilidad - sobre todo después del "punto de inflexión" - que la fuerza de sus rupturas.

"Así es como el Partido se construirá, como una secuencia de lugares habitables,


dejados atrás por cada una de las situaciones de excepción que se enfrentan al
Imperio".

Lo sentimos, pero esta noción de "archipiélago" (véase más arriba sobre las fórmulas de "el
partido"), que niega cualquier necesidad de centralización política del movimiento revolucionario,
¡también es terriblemente a la moda! Hay muchas cosas más que nos dejan desconcertados o
atónitos, como esta curiosa sección titulada "Llevar la secesión a las ciencias", donde resulta
evidente que la secesión propuesta no es ninguna ruptura, ya que el lema del título supone una
rehabilitación sorprendente de este pilar religioso de la sociedad burguesa que es la ciencia. "Las
prácticas agrícolas no productivistas deberían desarrollarse más allá de la categoría de "agricultura
orgánica". ¿Ésa es la cuestión?

Así que... ¿será todavía posible dirigir este “llamamiento” (en todo su primer componente crítico) al
asalto de Appel (en sus ilusiones alternativistas)? Como sea, los de Appel aun pueden reemprender
las rupturas reales que en primer lugar les llevaron a retirarse, y aí poder derrumbar el castillo de
naipes que quieren presentar como la continuación lógica de esas rupturas. Eso podría ser
considerado como la apertura de sus perspectivas.

¡Arremetamos contra ese conjunto de viejas ideologías informalistas y anti-organizativas que


socavan nuestra lucha!

Con saludos compañeros,

Grupo Comunista Internacionalista

Notas

1 Appel se ha difundido en forma de folleto y está disponible en la red en varias direcciones:


cmaq.net/fr/node.php?id=16299
paris.indymedia.org/IMG/rtf/doc-12550.rtf et sur le site lejournalmural.be

2 El término "comunización" está muy de moda en los últimos años, y sale hasta en la sopa. Más
allá de las palabras y fórmulas, lo que importa es siempre saber de qué se está hablando. En otra
parte hemos criticado otra idea de esta "comunización", que sus teóricos sitúan, en lo que a ellos
concierne, en plena “insurrección”… sin dictadura (y por tanto, sin una fuerza organizada en
partido) del proletariado, según un viejo reciclaje de conceptos socialdemócratas ofrecido por los
pensadores del club Théorie Communiste y más tarde promocionado a través del foro Meeting.
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3 Sobre la crítica de estas prácticas “alternativas”, ver en Appel los escolios I, II, III y V,
especialmente en lo que respecta a las okupas.

4 Es útil clarificar el uso que le damos al término “posmodernismo”: digamos que con él
designamos todas las teorías basadas en el supuesto de que en la actualidad se han superado las
contradicciones sociales fundamentales (y sobre todo el antagonismo de clases, por supuesto).

5 Vale por la crítica: “Hemos visto al economicismo más grosero – el de los amigos de Le Monde
Diplomatique – convertirse en la nueva religión popular, y al negrismo imponerse como única
alternativa a la debacle intelectual de la izquierda mundial” (en el Escolio a la Proposición I). Sin
embargo, en lo que resta del texto no podemos seguir los pasos de Appel (con su falta de claridad,
su crítica alineada con los reciclajes ideológicos de moda) y las mierdas de panaceas que ofrecen
bajo la forma de biblias académicas, piénsese por ejemplo en el lamentable Imperio de los
compinches Hardt y Negri (ver nuestra crítica en Communisme número 56, febrero 2004).

6 También es relevante ésta: “El comunismo bien puede pasar sin Marx”… para nosotros ¡el anti-
fetichismo no es más que la otra cara del fetichismo marxista!

7 Pensamos que la lucha de nuestra clase se expresa en la denuncia y el abandono tanto de las
cumbres como de las anti-cumbres, sin darle crédito ni a una ni a otra, negándose a ocupar las
calles de acuerdo con el calendario fijado por la burguesía y la policía. Ver nuestro análisis en
Communisme número 52 (2001): Contre les sommets et antisommets.

8 Si nos reivindicamos como parte actuante de las “minorías revolucionarias”, no es en el sentido


de que seamos “expertos revolucionarios”, y mucho menos supone esto que nos hayamos
“reapropiado nuestras vidas” en un vacío bucólico. No, lo decimos en el mismo sentido que
hablamos del “partido”, tal como fuera expresado en el Manifiesto del Partido Comunista de 1847 a
propósito de los comunistas: en el seno del movimiento revolucionario (es decir, del movimiento de
abolición de toda sociedad de clases), los comunistas constituyen la fracción más decidida, la más
determinada de la clase, y que no tiene ningún interés particular que le distinga del resto de la
clase.

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