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A L:. G:. D:. G:. A:. D:. U:.

Respetable Logia Urania 163

Or:. de Valencia.

Ven:. Maest:.

Q:. H:. Prim:. Vig:.

Q:. H:. Seg:. Vig:.

QQ:. HH:. Todos.

Salud, Fuerza y Unión

A los 15 días del mes de Junio del año 2011 (e:. v:.)

La Muerte

Q:. H:. Víctor Genaro Jansen Ramírez

Ap:. M:.
Introducción

La interpretación natural de la muerte es la cesación de las funciones vitales


de los seres vivientes. Su cognición es un punto poco escrutado porque implica
referirse a consecuencias desconocidas que solo permitirían hacer conjeturas a
priori. Es complicado per se, inferir si la muerte consiste verdaderamente en
dejar de vivir o constituye un cambio de plano de lo físico a lo espiritual o si
simplemente es una transformación del ser conservando la vida. Desde del
punto de vista esotérico morir puede concebirse como la aceptación de una
nueva forma de vida, como la liberación del iniciado de su pasado profano
caracterizado por los vicios que se desarrollan en la vida previa a su iniciación.

Morir para el iniciado es comenzar a transitar el camino seguro de la


transformación personal y espiritual. Senda que conduce gradualmente a la
comprensión de los nuevos valores que significa ser masón. Morir al iniciarse
masón es reencontrarse con el ser, es descubrir en lo más profundo del
corazón la esencia que permite la realización del arte real. Morimos a los vicios.
Se abre la puerta de la Logia para dejar detrás la pesada carga que conforma
la imperfección de ser profano.

La vida y la muerte en el ámbito de la cotidianidad se diferencian claramente,


no hay duda a prima facie que la muerte sesga el disfrute de las actividades
que las más de las veces se convierten en prácticas hedonistas. Sin embargo,
al realizar una interpretación menos egoísta se aprecia que morir y vivir son
estados que se complementan entre sí porque para vivir y conservar el ser hay
que morir, es una condición previa a la vida desde el punto de vista espiritual.
En algunos casos se deja de vivir por sentir la angustia de morir y no se vive
de verdad, ni se es parte del plan del Gran Arquitecto del universo y esa
interpretación solo se comparte cuando recibimos la Luz el día de la iniciación.

Se os invita a recorrer junto conmigo las distintas interpretaciones de la muerte


que se consiguen en la Doctrina Masónica, sinceramente, es un tema que
incita a la reflexión y que ubica a los estudiosos de la luz frente al dilema que
representa interpretar a la muerte como un estado conceptual que significa
paradójicamente morir para vivir asidos de una filosofía que requiere de la
reconstrucción continúa del ser que al final del camino alcanza la devastación
de la piedra en bruto que basada en la voluntad y constancia del aprendiz
alcanza en la gradualidad de la masonería simbólica la perfección de la piedra
cúbica.

¿Muerte o continuidad de la vida?

Base de los estados del grado 3 del simbolismo. En Griego Thanatos,


fenómeno negativo que consiste en la extinción de la vida. Fue divinizada por
los griegos y latinos, haciéndola hija de la noche y hermana del sueño, en
compañía del cual habitaba en el infierno. Sin embargo, según la fábula, ambos
recorren la residencia de los mortales.
Casi todos los sistemas masónicos han consagrado alguna parte de la
instrucción de sus grados a la muerte; y entre sus símbolos, ha encontrado
ésta numerosas representaciones y alegoría, que cuando menos, inducen al
alma del iniciado a meditar profundamente sobre su destino, y a deducir
provechosas lecciones que contribuyen poderosamente a modificar sus
pasiones. El pórtico de los templos, designa entre otras, la entrada de la
cámara del centro, es decir, la línea que separa el tiempo que principia, la
muerte, de la vida de las tinieblas, de la luz. Algunos sostienen que las dos
columnas J:. y B:. , deben ser blanca la una y negra la otra, por alusión a los
dos principios de creación y de destrucción, de vida y de muerte, entre cuya
alternativa se sostiene el equilibrio universal. La muerte, según enseña la
instrucción de ciertos grados, no es una cosa tan terrible, como muchos tratan
de hacer creer. El hombre pasa de la vida a la muerte, de la misma manera que
pasa de la nada a la existencia. El último suspiro no es más que la cesación, el
fin de la vida y de la sensibilidad: La muerte es un sueño! 1

Las afirmaciones contenidas en el párrafo anterior inducen a pensar que la


muerte no es un enigma no resuelto, porque la prescribe como un estado no
desagradable al contrario la determina como un sueño. No obstante, deja la
mente abierta al debate si en realidad la muerte y la vida son estados que se
conectan y se aprecian en la interpretación de los opuestos, colocando como
símil las columnas del templo. La muerte es la confrontación de lo conocido y lo
desconocido que inducen a la búsqueda de la esencia humana.

Para otorgarle mayor profundidad al tema de la muerte sigamos recorriendo las


páginas de la Doctrina Masónica y veamos las enseñanzas al respecto que
Fermín Vale Amesti muestra en su obra “El Retorno de Henoch o la Masonería
Primigenia.”

Según el citado autor: 2Para la mayoría de los seres humanos, la palabra


muerte es algo que llena de angustia indecible, que hace estremecer e infunde
temor. A pesar de su fatalidad, muy pocas son las personas que se muestran
dispuestas a hablar acerca de la muerte, es un tema que se evade como un
tabú. Resulta ser un problema para la casi totalidad de las personas. Todo el
mundo trata de evitar el tema, de alejarse de cuanto pueda significar la muerte;
no quiere nadie ni pensar en ella.

La masonería heredera de los Antiguos Misterios ha preservado en la Leyenda


del Tercer Grado, la enseñanza que desde los remotos tiempos nos trasmite,
de considerar a la muerte, como la extinción de toda vida sino como una
transición, una transfiguración y apoteosis. “Morir es matar al Minotauro y salir
del laberinto.”

1
Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Tomo 2. Págs. 857-858. Editorial del Valle de México S.A.
de CV
2
Vale Amesti, Fermín. “El Retorno de Enoch o la Masonería Primigenia.” Pág. 227. Pomaire. Colección
Ouroboros. 1994. Venezuela.
Desde el punto de vista iniciatico, la muerte no existe, solo hay transformación
perpetua y evolución del ser hacia un fin preciso: la evolución espiritual. Por
eso el precio de la lucha del Iniciado es de liberarse del miedo a la muerte. El
objeto de los Iniciados es: “Vencer dos veces a la muerte”, para ser tres veces
renacido. La fugacidad de las cosas vividas no debe provocar en el Iniciado la
tristeza del espíritu por los hechos que pasa, sino al contrario, hacerle percibir
que todo aquello que lo rodea es verdaderamente “juego de sombras”, que
desaparecen como vinieron. Se encuentra entonces la Piedra Cúbica estable,
sobre la cual se puede construir una evolución independiente de cambios de
planes.3

Al elegir el Camino Recto de los valores reales y permanentes por encima de


los valores ilusorios y pasajeros, el Iniciado decide voluntariamente morir al
vicio, a la ilusión y al error, al mal y a la injusticia, desafía a la muerte misma
porque sabe que ella lo conduce a la inmortalidad. Al descender a la tumba de
su personalidad para buscar “La Palabra Perdida”, la encuentra en las
profundidades de si mismo, y por medio de ella se levanta de la tumba y logra
la exaltación de lo que hay en él de más elevado y viviente: su personalidad
que se hallaba oculta y dormida en las tinieblas ilusorias de la individualidad.
De este modo, la palabra perdida (la oculta verdad) obra el milagro de la
resurrección, la liberación, que es la liberación profunda de todo iniciado. 4

El aspirante o discípulo de hoy recorre los mismos senderos que recorrieron


sus hermanos del remoto pasado en Egipto, en Grecia o en la India, y en todas
partes, nos dice Henri Durville, hallamos la prosecución del mismo fin y los
mismos medios de realizarlo: la misma necesidad abstraerse y aislarse, de
educar a la inteligencia, de formar el corazón para que aprenda a sentir y a
adaptarse a la divina inspiración, de apartarse de lo contingente, de buscar la
inspiración de lo alto, de comprender a Dios por la vida y de unirse a El por el
sentimiento. En todas las épocas, los iniciados vieron en la muerte una forma
de liberación, una función natural de la vida, así como el invierno elabora la
futura primavera. Era necesario, pues, hacer morir simbólicamente al nuevo
elegido para que renaciese transformado en adepto. Se imponía saber morir en
vida para todo lo que no fuese lo absoluto, con el objeto de acertar o renacer
purificado en nueva y distinta existencia, fundada en ideales diferentes, provista
de nuevas aptitudes y de facultades sublimadas. Esto no implicaba la muerte
física, la muerte material, pero si era el símbolo de la muerte. 5

3
C.Chevillon en “Vale Amesti, Fermín. “El Retorno de Enoch o la Masonería Primigenia.” Págs. 228-
229. Pomaire. Colección Ouroboros. 1994. Venezuela.”

4
Magister: Manual del Maestro en “Vale Amesti, Fermín. “El Retorno de Enoch o la Masonería
Primigenia.” Pág. 230. Pomaire. Colección Ouroboros. 1994. Venezuela.”

5
Ibidem 2 Ob. Cit. Pág. 234.
Conclusión

La muerte como se explica en las páginas precedentes puede llevar a su


interpretación meramente literal de la desaparición física de los seres humanos
cesando el disfrute de las facultades intrínsecas y extrínsecas del ser. Esa
concepción sería aceptable solo en el mundo profano de donde venimos antes
de ser iniciados.

La interpretación masónica de la muerte es la transformación del individuo que


decide ser masón y que adopta a la masonería como filosofía de vida que
contribuye a la transformación de cada uno de sus miembros. Es por lo tanto, la
muerte el símbolo de los cambios positivos que operan en el Iniciado a través
de la práctica del arte real. La muerte iniciática es la ruptura con los vicios y la
aproximación continua al logro de las virtudes. Es en si la muerte el recuentro
que realiza el iniciado con su natural esencia que es la sustancia que lo acerca
a la verdad que consiste en reconocer los errores para enmendarlos y ser cada
día mejor.

Bibliografía

Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Tomo 2. Editorial del Valle de


México S.A. de CV

Vale Amesti, Fermín. “El Retorno de Enoch o la Masonería Primigenia.”


Pomaire. Colección Ouroboros. 1994. Venezuela.

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