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Semejanzas entre neoliberalismo  y populismo

Osvaldo Rosales

Oficial de Asuntos Económicos. Secretaría Ejecutiva de CEPAL

El populismo está de espaldas a las principales tendencias de la modernidad.

Los neoliberales operan sobre la base de mercados ideales. Los populistas lo hacen respecto
de un Estado eficiente y solidario, igualmente ideal. Los homologa el hecho que no incorporan
en sus propuestas mecanismos serios para acercar mercados y Estados reales a la situación
ideal. Populistas y neoliberales ignoran los cambios institucionales necesarios para adecuarse
a los desafíos del siglo XXI. Omiten la importancia de la gobernabilidad y los acuerdos sociales
y subestiman o no entienden la transformación que la sociedad de la información impone a la
política y a la economía para conciliar crecimiento y equidad, competitividad y cohesión social.

Perfil

El populismo está de espaldas a las principales tendencias de la modemidad. Es indiferente a


los desafíos de competitividad, cambio tecnológico, gobernabilidad y consistencia de políticas
públicas. Opera en economías cerradas, proteccionistas y renuncia al uso del mercado.

En el populismo de economía cerrada perduran nostalgias sobre un Estado propietario e


intervencionista que en el mundo se bate en retirada. Se le asigna un potencial que poco tiene
que ver con sus limitadas capacidades financieras, técnicas y administrativas. Detrás de la
defensa del carácter estatal de algunas actividades no se aprecia igual voluntad por mejorar la
eficiencia ni la transparencia en los asuntos públicos. El populismo omite que, en ausencia de
instrumentos de control democrático, el Estado puede ser capturado por intereses sectoriales y
corporativistas, dañando los intereses de las mayorías.

El populismo ofrece avances espectaculares en plazos cortos, despreciando los tiempos


políticos y los requisitos técnicos de las propuestas. Busca crecer y redistribuir más allá de las
posibilidades de la economía y la política. Su camino permite elevar en el corto plazo salarios,
gasto social y subsidios específicos. En plazos breves, esos avances son más que revertidos,
al ser insustentables sus bases de financiamiento. El costo inevitable es una combinación de
déficit fiscal, inflación, crisis de balanza de pagos, caída de la inversión, estancamiento y crisis
económica, con empeoramiento económico y social de las mayorías.'

También existe un "populismo de economía abierta', asociado al neoliberalismo. Crecer por


encima del producto potencial, con elevados déficits en cuenta corriente, financiados con flujos
de corto plazo; favorecer caídas rápidas en la inflación, aprovechando peligrosos atrasos
cambiarlos; utilizar la privatización de activos públicos para cerrar la brecha fiscal,
comprometiendo ingresos por una vez para financiar gastos recurrentes; aprovechar
cuasirentas derivadas de mercados donde no prima la competencia, son modalidades de
impulso al gasto que no guardan relación con la capacidad productiva. El rasgo distintivo del
populismo –incentivar dinámicas de gasto desalineadas respecto del ingreso potencial es
aplicable a estas experiencias.

Elecciones

La tentación populista crece en períodos electorales. Aquende y allende los Andes asistimos a
ejemplos. Allá, en condiciones de convertibilidad y de un preocupante déficit fiscal, se propone
reducir el IVA y aumentar pensiones. Acá, con increíble irreverencia por la memoria histórica,
se ofrecen vacaciones especiales en zonas extremas, vacaciones pagadas a pensionados,
aumentos especiales en la remuneración a docentes, bandas de precios a pequeños mineros;
en fin, propuestas cuyo costo alcanza fácilmente a dos dígitos del PIB. La agresión al rigor
analítico es mayor cuando se dice que lo anterior se puede hacer con equilibrio fiscal, sin tocar
los tributos y con incrementos épicos en la eficiencia del gasto público. La siembra populista
nunca ha originado cosechas que favorezcan el crecimiento, la estabilidad y menos la
gobernabilidad.

La experiencia regional es categórica: ni el neoliberalismo ni el populismo son eficaces para


eliminar la pobreza y menos aún para mejorar la igualdad de oportunidades. Los populistas
porque reducen el desafio a políticas salariales, de subsidio y gasto, desconociendo los límites
de la capacidad productiva y de la gestión macroeconómica.

Los neoliberales se conforman con el "chorreo" y la focalización de las políticas sociales.


Primero, reducen el tema de la equidad a la pobreza, sacando de la agenda la distribución del
ingreso, la difusión de oportunidades y la concentración económica. Luego, reducen la lucha
contra la pobreza al crecimiento, la estabilidad macroeconónúca y a una política social
localizada en los grupos más pobres, si bien con recursos escasos y dependientes de una
estructura tributaria regresiva. Acuerdos sociales, vigilancia en el cumplimiento de la legislación
laboral, equilibrio entre sindicatos y agrupaciones empresariales, protección al consumidor
legislación antimonopolios, son áreas ignoradas por el neoliberalismo.

Populistas y neoliberales dan poca importancia a la estructura productiva y ocupacional


compatible con los cambios en la distribución del ingreso. La pobreza y las desigualdades
sociales provienen básicamente de diferencias en el acceso al mercado del trabajo. Eliminar la
pobreza y mejorar la distribución del ingreso es contar con más y mejores empleos productivos;
es difundir las innovaciones tecnológicas en el tejido empresarial de la PYME, capacitando al
trabajador, aumentando su productividad y gestando una institucionalidad laboral que permita
que ello se exprese en aumentos sostenibles en el salario real.

Neoliberales y populistas desestiman la fortaleza de la sociedad civil y de sus organizaciones.


La modernización neoliberal se contenta con empresarios fuertes y la organización laboral y la
de los consumidores o medioambientalistas es percibida como agresión a la estabilidad
económica. El populismo se atrinchera en un modelo corporativo y verticalista, incapaz de dar
cuenta de los actuales desafíos del cambio social en democracia.

La actual exigencia de competitividad, equidad y preservación ambiental no puede ser


abordada adecuadamente ni por las opciones neoliberales ni por las populistas. Ambas omiten
la centralidad del cambio tecnológico, de la inversión en recursos humanos y de una
gobemabilidad asentada en la cohesión social. Sin incorporación tecnológica no podrán
abordarse adecuadamente los desafíos sociales y ambientales. Sin acuerdos sociales y mayor
compromiso con la equidad, los equilibrios macroeconómicos y la apertura a los mercados
internacionales podrían enfrentar inestabilidad política, con daño a la competitividad.

Fuente: http://www.eldiario.cl/2310/opin1.htm
[Fecha de consulta: 28/10/99]
 

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