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-La solidaridad y la igualdad de todos los seres humanos son valores que
San Martín no sólo respetó a ultranza sino que enseñó a los pueblos por
él liberados. Su espíritu abarcativo, para el cual no podía haber
diferencias entre los hombres, lo llevó a escribir la cuarta Máxima: “4.
Estimular en Mercedes la Caridad con los Pobres”.
-El egoísmo no era admitido por la grandeza de alma de San Martín, pero
tampoco aceptaba pasar los límites en las normas sobre deberes y
derechos. Para que el civismo, junto con el cuidado por el cumplimiento
de la ley, sea una virtud en su hija, redactó la quinta Máxima: “5.
Respeto sobre la propiedad ajena”.
-La ética en la relación con los demás es una virtud que a menudo es
dejada de lado, ponderando como algo positivo la falta de cumplimiento
de la palabra empeñada. Los valores parecen haber cambiado en la
sociedad actual en cuanto a este cumplimiento. Al respecto, la
sexta Máxima señala: “6. Acostumbrarla a guardar un Secreto”.
-El Libertador tenía un espíritu universal, abierto a todas las formas de
creencia en un Ser sobrenatural que rige los destinos del mundo.
Consideraba una virtud creer en Dios y ello lo llevó a escribir la
séptima Máxima: “7. Inspirarla sentimientos de Indulgencia hacia todas
las Religiones”.
-El amor al próximo debe ser, consideraba José de San Martín, expresado
no sólo ante quienes están en una buena posición económica o de salud
sino ante todos los seres humanos, sin discriminación alguna respecto a
su condición y cargo. Así lo establece la octava Máxima: “8. Dulzura con
los Criados, Pobres y Viejos”.