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Excavaciones arqueológicas en Río Lajas, Dorado, Puerto Rico: posible


yacimiento de la época de contacto Circa siglo XVI1.

Por Federico Freytes y Osvaldo García Goyco

Introducción

En el año 1998, durante el transcurso de unas excavaciones de


arqueología de contrato realizadas en el municipio de Dorado en la isla de
Puerto Rico, dimos casi fortuitamente con los remanentes de una estructura de
mampostería y ladrillo que constituyó el inicio de una sucesiva serie de
descubrimientos que arrojaron datos novedosos sobre el panorama arqueológico
de la región. En el presente trabajo pretendemos ofrecer un breve resumen
descriptivo de algunos elementos allí descubiertos, así como esbozar las
hipótesis iniciales planteadas por nosotros, que se desprenden de los cinco años
de investigaciones que ya hemos invertido en el área. Este documento, por
razones de espacio, debe ser leído como una ojeada inicial que será ampliada
en futuras publicaciones.
Antes que nada debemos mencionar que la arqueología de contrato en
Puerto Rico es fruto de las leyes existentes con respecto a la protección de los
recursos del patrimonio arqueológico nacional, requiriéndose investigaciones
arqueológicas en terrenos entregados al desarrollo de proyectos de construcción
que han de impactar la corteza terrestre. Estos estudios se dividen en Fase IA,
Fase IB, Fase II y Fase III, en estadios sucesivos desde la etapa de
investigación preliminar de archivo hasta la más avanzada de trabajo de campo.
En la presente investigación la firma J.N. Bracero y asociados fungieron como
los desarrolladores a cargo del financiamiento de las excavaciones. El Dr.
Osvaldo García Goyco fue el investigador principal del estudio arqueológico y el
arqueólogo Federico Freytes se desempeñó como Director de campo y Asistente
de Investigación, por parte de la compañía Paso del Indio Inc.

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Publicado en Clenis Tavárez y Manuel García Arévalo, editores, Actas del XX Congreso
Internacional de Arqueología del Caribe., volumen II (Santo Domingo, República Dominicana
,Museo del Hombre Dominicano y Fundación García Arévalo, 2003). Forma ligeramente editada
para propósitos de página web caribearqueologico.org.
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Antecedentes históricos y marco geográfico


La región del Toa es una de las más fascinantes en la isla en cuanto a la
intensidad y efervescencia del movimiento conquistador español durante el siglo
XVI, incluyendo el establecimiento de ingenios, estancias y haciendas que
conformaron parte del incipiente desarrollo económico social de la joven colonia.
En su Historia documental de Puerto Rico, volumen II, Vicente Murga Sanz
(1957:20-22) enumera para 1510 un total de 16 dueños de estancias
establecidos en la zona, incluyendo a Su Alteza el Rey, dueño de la Real
Hacienda del Toa. Del estudio de las crónicas y documentos de la época,
llevados a cabo por diversos historiadores locales como Francisco Moscoso y
Elsa Gelpí, entre otros, se desprende que en el transcurso de los primeros cien
años de ocupación española se establecieron en el área al menos cuatro
ingenios; el ingenio de caballos Santa Cruz, propiedad de Hernán Pérez, circa
1551, el ingenio de caballos Espíritu santo, propiedad de Juan Ponce de León II,
circa 1567, el ingenio de caballos San Miguel de las Palmas, propiedad de
Martín Aceituno Estrada, circa 1570 y el ingenio de agua La Trinidad, propiedad
de Alonso Pérez Martel y Leonor Troche Ponce de León, circa 1549. Hacia
1582, el Capitán General de Puerto Rico Jhoan de Melgarejo escribe a encargo
del Rey Felipe II La Memoria y Descripción de la Isla de Puerto Rico, en donde
menciona que hay “un río caudaloso que se llama Toa, cuya boca sale a la mar
legua y media de la cibdad de San Juan, tiene fértil ribera en la cual hay tres
ingenios, uno de agua y otros dos de caballos, de hacer azúcar...junto al ingenio
de agua arriba dicho, que se llama La Trinidad, hay una cantera de piedra muy
buena, blanca y liza que la trayan allí por la obra que se comenzó antiguamente
de la Iglesia Mayor de esta cibdad...” (Melgarejo 1582, en Fernández Méndez,
Crónicas de Puerto Rico 1995:118-119). Estos datos, entre otros, evidencian la
febril actividad española establecida en la zona, denotan la importancia que
poseía el área en el desarrollo general de la colonia y sirven como premisa
inicial para la exposición de las imágenes y los datos planteados a continuación.
Ubiquémonos primero geográficamente. El río Toa o La Plata posee la
característica de ser uno de los cuerpos de agua más caudalosos de la isla en la
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región del valle aluvial, lo cual hace que sea navegable hasta la altura de la
desembocadura de su tributario el Río Lajas. El yacimiento bajo estudio se
encuentra a unos 450 metros de la unión del Río Lajas con el Río la Plata. Hay
actualmente un total de 9 Km. entre el yacimiento y la desembocadura en el mar
del río La Plata, y 15 Km. aproximadamente entre ésta y la entrada de la bahía
de San Juan, todos transitables por vía acuática.

Excavaciones arqueológicas, elementos principales y artefactos


cronodiagnósticos.

En un principio se tenía conocimiento de la existencia de un Molino de


ladrillos edificado durante el siglo XIX, utilizado para moler maíz, llamado el
“Molino San Jacinto”, el cual utilizaba la ingeniería hidráulica como mecanismo
de molienda. Esta estructura fue reutilizada durante el siglo XX como fábrica de
hielo (Daubón, 1997). Los remanentes del molino están ubicados unos 25
metros al Oeste del Río Lajas. De este molino quedan gran parte de las paredes
de ladrillo que constituían la estructura principal, una escalera de piedra caliza
tallada “in situ”, así como los túneles por donde el agua utilizada era devuelta al
río. Esta agua era conducida allí a través de un canal que se remonta río arriba,
del cual se conserva gran parte e impacta notablemente la topografía del área.
Paralelo a este canal y al Río Lajas se encontró un camino de piedras
megalíticas de dimensiones considerables.
Como parte de los trabajos iniciales en el área se realizaron un total de
347 sondeos de excavación de un metro de profundidad, en un área aproximada
de 19 cuerdas de terreno, además de 62 unidades de excavación. Como regla
general encontramos una cantidad industrial de fragmentos de cerámica del tipo
de los barros crudos, así como de cerámicas diagnósticas con cronología
anterior al siglo XIX y cerámicas indígenas. Cientos de croquis y fotografías
fueron realizados como parte de la exhaustiva documentación arqueológica.
Durante este periodo descubrimos los restos de una estructura de mampostería
y ladrillo, que luego de excavada parcialmente pudimos concluir que posee
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zapatas de muros, pisos, un área plana tallada en la piedra caliza en la que se


observan unos agujeros practicados en la misma, así como un muro de
contención de piedras megalíticas ( ver fotos 1 y 2 ).

Foto 1

Foto 2

Entre los elementos mas interesantes en la excavación de esta área se


destaca la localización de un residuario doméstico en uno de sus extremos,
donde encontramos restos de fauna alimentaria y de cerámica diagnóstica.
Fueron identificadas preliminarmente por nosotros cerámicas del tipo biscocho
con cronología entre 1500-1550 y mayólicas del tipo “columbia plain” con
cronología entre 1493 y 1650. Unos 10 metros al Oeste de la estructura se
documentaron varios fragmentos de cerámica indígena correspondientes al
estilo Capá de la serie chican ostionoid. En el resto del área de la finca pudimos
recuperar durante esta etapa otros fragmentos cerámicos correspondientes a las
mayólicas Santo Domingo azul sobre blanco, cronología entre 1550 y 1630,
Ichtuknee azul sobre blanco, cronología entre 1600 y 1650 y Yayal azul sobre
blanco, cronología entre 1490 y 1625. Estos datos nos obligaron a plantear la
hipótesis de que probablemente nos encontramos ante los remanentes de una
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estructura del siglo XVI, parte de un complejo mayor de actividad en el área,


hipótesis que cobró fuerza con descubrimientos realizados mas adelante. La
doctora Lourdes Domínguez tuvo la oportunidad de estudiar algunos de los
materiales documentados en el área bajo investigación en una fase posterior,
llegando a la conclusión de que en efecto algunos de ellos corresponden a
etapas tempranas de la conquista española desde los siglos XVI en adelante.
Otro de los elementos que es obligado mencionar es una estructura de
piedras recubierta con hormigón en su parte exterior, recubrimiento realizado
durante el siglo XX por los dueños de la finca para evitar el colapso del
elemento. Según nuestras conclusiones preliminares esta estructura podría ser
un horno de cal (ver foto 3). El diámetro de su abertura superior es de 6 metros,
y consta de seis metros de profundidad. En su parte inferior la piedra caliza

Foto 3

natural fue tallada para darle forma semicircular y completar el círculo con
piedras calizas. El tamaño de este posible horno nos obliga a inducir su carácter
industrial. En la toponimia del área se conoce al camino que se ubica frente al
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elemento como el “camino de los hornos”. No se encontraron cerámicas


diagnósticas relacionadas a este elemento, pero sí se recuperaron ladrillos que
serán comparados con ladrillos de las otras áreas cronológicamente
identificadas para intentar determinar la época de construcción y utilización de
esta estructura, así como su asociación con otros componentes localizados en la
finca.

Excavaciones de fase III


En excavaciones ordenadas por el Consejo de Arqueología Terrestre para
la Fase III o mitigación del área bajo estudio, nos esperaban descubrimientos
significativos. Durante esta etapa se excavaron un total de 63 unidades de
excavación. En una de las áreas excavadas descubrimos un piso compuesto
por piedras calizas, chinos de río y ladrillos, localizado a unos 110 metros al
noroeste de la estructura de mampostería y ladrillos. Lo interesante de este piso
lo fue la intensa profusión con la cual se encontraban mezclados materiales
coloniales tempranos con materiales indígenas. Estos se encontraban como si
fuera una “cápsula del tiempo”, estratigráficamente íntegros y en estado de
buena conservación. Entre otras cosas destacan fragmentos de mayólicas
antiguas, un elemento circular de ladrillos de uso indeterminado, cerámicas
indígenas, una nariguera de piedra caliza, un botón de caracol y la mitad inferior
de un codo lítico (fotos 4 y 5). El hallazgo de esta pieza sugiere la reutilización

Foto 4 Foto 5
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de artefactos taínos rituales durante el periodo colonial temprano.


Entre las cerámicas halladas destacan dos fragmentos con un estilo
inciso que no había sido documentado en Puerto Rico hasta el momento según
nuestro conocimiento. Estos fragmentos son similares a estilos cerámicos del
área amazónica, lo que sugiere una elaboración realizada por indios de tierra
firme traídos a trabajar en Puerto Rico, fenómeno que se encuentra
documentado en las crónicas. Destacan también en el piso una cantidad
extraordinaria de fragmentos líticos trabajados, en forma de cuchillas, puntas y
otras formas que aún no han sido estudiadas con detenimiento. Todos estos
materiales fueron recuperados en un contexto de integridad estratigráfica.
En la excavación de este piso fue notable la concentración de carbón, así
como restos alimentarios, ubicados en al menos tres lugares distintos en el
mismo. Este piso tiene un diámetro aproximado de 5.50 x 5.50 metros, lo cual
nos da una idea del tamaño mas bien pequeño del mismo. Tal abundancia de
elementos alimentarios y carbón nos revelan la posibilidad de que nos
encontremos ante los remanentes de un área de cocina o “guariquitén” en
asociación con el asentamiento mayor. Este planteamiento es una hipótesis de
trabajo preliminar y deberá ser comprobada o refutada con análisis posteriores
de los materiales y datos recuperados. Debido a la naturaleza geológica del
estrato interior, nos fue posible encontrar uno de los postes sostenedores en
muy buen estado de conservación, del cual nos encontramos esperando los
resultados de las pruebas de radiocarbono 14 así como el estudio del tipo de
madera (foto 6). De igual forma hay muestras de micropárticulas (pólen) a la
espera de resultados de laboratorio. Los otros tres postes parecen haber sido
reutilizados, documentándose el hueco relleno con piedras y ladrillos, materiales
que aguardan análisis de laboratorio (fotos 7 y 8). En uno de ellos se recuperó
un fragmento de lo que parece ser una pipa metálica para fumar (foto 9), así
como la cabeza aparentemente de hierro de una picota de labrar la tierra.
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Foto 6 Foto 7

Foto 9

Foto 8
9

A unos 10 metros en dirección suroeste pudimos documentar otras


probables manchas de postes. Las mismas no pudieron ser investigadas mas a
fondo por limitaciones asociadas a la naturaleza de las excavaciones de
arqueología por contrato.
Otra de las áreas clave para descifrar la actividad del sitio se localizó
unos 40 metros al noreste de los remanentes de la estructura inicial de
mampostería y ladrillo. Esta área se pudo trabajar únicamente como recogido
de superficie con carácter de salvamento, puesto que fue impactada por
maquinaria pesada. Allí se recuperaron vasijas completas fragmentadas,
narigueras de piedra caliza, un hacha petaloide y otras herramientas de piedra.
Sin embargo, lo más significativo fueron nueve monedas en diferentes estados
de conservación, que corresponden al vellón de cuatro maravedíes. Estas
monedas fueron acuñadas en la República Dominicana entre los años 1540 al
1563 (Deagan 2002). Estos materiales indígenas y coloniales tempranos fueron
encontrados juntos en el mismo contexto (fotos 10 y 11).

Foto 11
Foto 10
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Un descubrimiento adicional
Por último, dimos con un piso de ladrillos localizado aproximadamente a
220 metros al noroeste de la estructura de mampostería y ladrillo inicial (foto 12).
Este tiene varias particularidades que nos lanzan a inferir posibilidades
interpretativas. Los ladrillos están dispuestos de canto, lo cual sugiere un diseño
para resistir peso considerable, atestiguando su posible carácter industrial. La
mitad noreste del piso fue impactada en algún momento en el pasado por
maquinaria pesada, como atestiguan los fragmentos de ladrillos y la mancha de
la construcción del elemento. Afortunadamente se salvó un espacio cuadrado
sin ladrillos en el centro del mismo, que forma parte del diseño original de la
estructura. Tomando como premisa que la mitad noreste del elemento se
encuentra destruida, y que el resto del piso traza un semicírculo perfecto y sin
huellas de impacto, entendemos que la estructura original posiblemente era
circular con el espacio cuadrado sin ladrillos en el centro. Esto nos sugiere la
posibilidad de que nos encontremos ante un trapiche de molienda de caña de
tecnología rotativa, accionado por tracción humana o animal, en cuyo centro
estaría insertada la maquinaria o partes relativas a la extracción del azúcar. Los
ladrillos empleados en la construcción del piso son muy rústicos y evidencian
quema irregular. Son largos y angostos, unos 26 por 5 cm. aproximadamente,
con variaciones de centímetros entre sí, lo cual los ubica posiblemente como
ladrillos anteriores al siglo XIX según las tipologías de ladrillos hasta el momento
consultadas (Domínguez, comunicación personal 2003). Si tomamos en cuenta
el contexto general de la totalidad del área bajo estudio, podemos postular la
posibilidad de que este elemento también se remita al siglo XVI, aunque no
descartamos que sea de algún siglo posterior en que aún estuviera en uso esta
tecnología de construcción. Esperamos por pruebas de radiocarbono 14 a
realizarse en unos fragmentos de huesos documentados en la mancha del piso.
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Foto 12

Foto 12

Conclusiones preliminares

En nuestro informe de Fase II planteamos la posibilidad de que nos


encontremos ante los remanentes del Molino hidráulico La Trinidad y la cantera
de Toa Arriba del siglo XVI, y que los restos de estas obras y canales habrían
podido ser reutilizados en el siglo XIX para el establecimiento del Molino
hidráulico San Jacinto. Si recordamos la cita de Melgarejo mencionada al
principio de este documento, se dice que “junto al ingenio de agua arriba dicho,
que se llama La Trinidad, hay una cantera de piedra muy buena, blanca y liza
que la trayan allí por la obra que se comenzó antiguamente de la Iglesia Mayor
de esta cibdad...”. Pues bien, las obras del camino que se encuentra al lado del
río y paralelos al canal de agua, según Lourdes Domínguez corresponden a las
obras de una cantera de piedra. En visita realizada por la doctora Domínguez
con el arqueólogo Adalberto Maurás, se pudo corroborar nuestra apreciación
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inicial de que algunas de las paredes del Molino San Jacinto evidenciaban un
tipo de ladrillos y tecnología de construcción anteriores al siglo XIX. Además de
éstos planteamientos, la geóloga Vilma Pérez Santiago, quién visitó el
yacimiento con nosotros, pudo determinar que toda la ribera de piedra expuesta
al lado del río había sido antropogénicamente labrada, al igual que un canal en
piedra que se observa en el lecho del río y que discurre paralelo al camino de
piedras. De hecho, en el fondo del canal se encuentran fragmentos de rocas
megalíticas que parecen haber sido talladas artificialmente. Como se mencionó
al principio, la disposición geográfica del río La Plata lo hace perfecto para que
hubieran podido ser transportadas las grandes moles de piedra en
embarcaciones a través del río hasta su desembocadura, y de ahí a la bahía de
San Juan, donde se utilizó la piedra de cal y sillería de las canteras del Toa para
la construcción de la catedral de San Juan y otras obras. El horno de cal
descubierto posiblemente este asociado a las canteras. Estos planteamientos
preliminares esperan por investigaciones posteriores que los aprueben o refuten.
Próximamente esperamos realizar un estudio subacuático del lecho del río para
tratar de localizar piedras que hayan caído al ser transportadas. Se contempla
además un análisis comparativo de la cal y sillería utilizada en la construcción de
la catedral de San Juan, para determinar si coinciden con los materiales de cal
procedentes de Río Lajas. Podemos afirmar que la cantidad de elementos y
evidencias de actividades diversas en tan reducido espacio de terreno son
indicadores de la importancia socioeconómica que debió haber ostentado el
asentamiento de Río Lajas, alimentando la hipótesis de que nos encontremos
ante los remanentes del molino hidráulico La Trinidad, las canteras del Toa y
parte del radio de actividad de la Hacienda del Toa.
Estamos conscientes de que nuestras hipótesis están a la espera tanto de
los resultados de laboratorio, como de análisis de textos históricos y futuras
excavaciones. Nos hallamos ante un yacimiento multicomponente el cual
denota intensa actividad a partir del siglo XVI en adelante y donde existen
evidencias de los intercambios culturales y las relaciones de producción que se
suscitaron en la incipiente sociedad isleña.
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Queremos dar fe de público agradecimiento a todas las personas que


colaboraron en la realización de este proyecto, imposibles de mencionar por falta
de espacio, entre quienes destacan el ingeniero J.M. Bracero, la Dra. Lourdes
Domínguez, la profesora Amalia Meléndez, el arqueólogo Antonio Daubón, los
traductores Carlos Laó y Dharma Padrón y todos los colegas, trabajadores, y
personal técnico que laboraron para la feliz consecución del presente trabajo.

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