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EL INDIVIDUO Y SU DESARROLLO
Proyección clásica de la vida
Nacer, crecer, desarrollarse y morir; cuatro acciones que viven todas las personas de este
mundo. Pensar que sólo eso significa vivir, sería como creer que no somos más que una
planta. Desde este punto entonces, tomaremos a la trascendencia como algo fundamental en
los seres humanos, que ha permitido el desarrollo evolutivo tanto física como
cognitivamente; desde que fuimos primates, hasta el estado actual como homo sapiens. En
este marco, no podemos quitar el factor de la supervivencia como algo clave durante los
primeros estados evolutivos, pasando desde un conglomerado de grupos o tribus, hasta las
primeras sociedades, esas donde el número de habitantes juega un rol primordial para
establecer la importancia que tiene cada persona.
Conceptos como el de la familia (y hacer todo por ella) o el patriotismo (que es una puerta de
entrada a la xenofobia), proponen la formación de un individuo que se preocupe de su
entorno directo pero basado en el factor emocional, el cual si no es correctamente manejado,
puede resultar en decisiones erróneas o desventuradas. De tal manera, podemos empezar a
dilucidar dónde está ubicado el individuo respecto a su cultura, porque de acuerdo a esta
última, tomará el rumbo más personal o social, dejando en claro que ambos rumbos pueden
coexistir perfectamente, pero se hace más difícil, a medida que la exigencia de la sociedad va
desgastando al individuo, obligándole a tomar una posición social y/o política y/o modo de
reflexión.
Tomando una visión bastante general de la posición que tenemos como individuos dentro de
una sociedad, pareciera que volvemos lentamente a un sistema de producir para comer y
sobrevivir, tener un techo y definir una forma de desplazamiento. Bajo el mismo argumento,
en las sociedades modernas y basadas en cualquier sistema de mercado, no hay mucha
diferenciación respecto a, por ejemplo, una tribu antigua. En síntesis, el aumento de
población obliga a crear sistemas de manejo de masas que buscan lo mismo que las tribus:
protección, fidelidad con el grupo, crecimiento teóricopráctico y paz, definidos por la moral
y por la ética del grupo/sociedad. Obviamente ese crecimiento en población va creando el
centralismo y la exclusividad de castas o élites.
Tomar atención en el siguiente texto:
<En el principio fue el intercambio recíproco, aquél que no era trueque sino que la gente
intercambiaba las cosas que sabía hacer. El aumento de población hizo que se seccionara la
producción y se hicieran trabajos heredables familiares. Los primeros líderes se encargaban
de repartir estos víveres; luego se convirtieron en jefes de jefaturas locales que involucraban
la protección de los habitantes ante otras tribus. El aumento de densidad poblacional y la
ocupación de tierras en forma extendida hizo que los más lejanos no vieran ningún otro
beneficio que tener límites marcados y no querían probar suerte , más allá de los límites, ante
la comodidad de lo ofrecido. Los jefes que inicialmente no tenían tintes de élite, comienzan a
ganar prestigio y privilegios que heredan. Las jefaturas locales que alimentaban por la buena
convivencia y conciencia social al jefe central, pasan a convertirse en campesinos. Los jefes
se convierten en reyes. Los terrenos dejan de ser libremente explotados. Aparecen las
contribuciones. El apoyo a los integrantes deja de ser gratis y por intercambio recíproco.
Nacen los impuestos. La jefatura deja de ser un estamento natural y su creciente dicotomía de
aprobación y rechazo, obliga que los más adinerados controlen económicamente a la defensa
militarizada, de tal manera que no busquen tomarse el poder por las armas. Aparece el
estado.> Resumen realizado desde la publicación de Marvin Harris en su libro Antropología
Cultural.
¿Dónde está el individuo? ¿Dónde está la proyección de vida que cambia en algo a la
sociedad? A mi juicio, en poblaciones más y más numerosas, dejar una huella se hace cada
vez más difícil. El hambre de conocimiento que una vez compartía gran parte de la población,
va cediendo sobre la necesidad de alimentarse y mantener a los suyos. Cede ante la
obligación de tributar. Cede ante el respeto no ganado por las autoridades. Cede ante el status
quo. Rompemos como individuos, el ciclo natural de compartir conocimientos y construir un
sistema que no se base en la selección natural y supervivencia del más fuerte, que es
justamente lo que ha permitido permanecer como especie, junto al desarrollo o evolución
mental (la cual es mucho más rápida que la evolución fisiológica). Pareciera que perdimos el
rumbo por culpa de la ambición de unos pocos.
Al día de hoy, se discute sobre cómo repartir los recursos del mundo para asegurar que como
especie no pasemos hambre y vivamos bien. Pero ya es tarde. El hambre fue cubierta con el
placer de probar sabores distintos y con la falsa felicidad que es en realidad la comodidad.
Insisto entonces, que la preocupación por la especie fue cambiada por la preocupación
personalfamiliar en culturas más modernas.
Por otra parte, cabe preguntarnos si las culturas tribales que existen en la actualidad, son
felices o no, sacando el punto de vista de la comodidad. Otros por ahí, creerán que son grupos
sin educación y con una escasez de “inteligencia” que no les permite actualizarse hacia el
futuro esplendor. Déjeme decirle estimado lector, que si usted no estudia ni estimula su
cerebro viviendo en una sociedad moderna, es simplemente una planta sembrada por la
cultura imperante de su nación. Curiosamente, leerlo no es lo mismo que decirlo a la cara,
puesto que la respuesta emocional es totalmente distinta. Pues bien, las decisiones
emocionales o racionales tienen un peso importantísimo en el desarrollo de la vida de un ser
humano; pueden cambiar desde la inmovilidad hacia el flujo constante o viceversa, donde
cuesta romper la comodidad; la que sabemos, es el objetivo para alcanzar la felicidad de
muchas personas en las sociedades industriales actuales.
Felicidad y bienestar
Pero, ¿Realmente está mal asociar comodidad a felicidad? Ciertamente no tengo la respuesta,
pues la felicidad tiene parámetros propios y subjetivos para ser evaluada. Algunos como
Sigmund Freud, postulan que nuestras acciones están envueltas en alejarse del dolor, es decir,
evitar y controlar el malestar, más que construir un bienestar. Si bien es una posición bastante
controversial, juega mucho aquí el carácter emocional y el estado de ánimo personal.
Además, bienestar y felicidad son términos bastante diferentes, en virtud que la felicidad no
necesita un completo bienestar, algo que queda claro cuando en las sociedades industriales
modernas, crecer en bienestar (comodidad, seguridad, lujos, gustos, etc.) es un cuento de
nunca acabar, donde “ser feliz” está siempre en una escala superior, como si constantemente
el éxtasis de la vida fuera un techo en crecimiento.
Mezclar los puntos individuales de las emociones y estados de ánimo, con los límites de
movimiento que nos impone la sociedad y la cultura, es un acto que nos manda siempre hacia
el mismo sitio: el placer. Negar, asumir o manejar el placer (No sólo sexual, aclaro).
No he visto ejemplos de vida más elocuentes respecto al punto anterior que el de Marie
Curie. Una científica extraordinaria, que sabiendo el tiempo que el placer le podía consumir y
enfrentándose a una sociedad patriarcal altamente machista, demostró que una persona puede
construir una vida en contra de las imposiciones sociales, aunque eso signifique aplazar los
placeres y no recibir crédito por el trabajo hecho. ¿Cuán difícil es hacer un trabajo anónimo?
¿Cuánto nos cuesta desaferrarnos de la “normalidad”? Curie vivió eternas tribulaciones desde
su niñez, pero aprovechó las circunstancias para educarse, pues entendió desde pequeña, que
debía formarse cada vez más para aumentar sus probabilidades de luchar en su vida. Más
tarde batalló (sin cargar en su esposo) por una posición social por encima de su marido (que
debo aclarar que siempre la apoyó), la cual ganó a tal nivel que fue la primera mujer en hacer
clases de física en la Universidad de París, así como también, fue la primera persona en ganar
dos premios Nobel en categorías distintas; química y física. Sin embargo, nunca aceptó la
fama, más bien siempre fue humilde y se las arregló de maneras increíbles para investigar con
los bajos recursos que poseía. Es más, su lado altruista y holístico, le permitió razonar que el
futuro plan Manhattan no tenía buenas intenciones (fue un proyecto de EE.UU. para
investigar con energía nuclear), sino que debía abstraerse de la invitación y seguir apoyando
en las trincheras, pues esta notable mujer, propuso utilizar los rayos X para determinar el
nivel de daño de los soldados. Como no atendieron su idea, aprendió mecánica para instalar
los equipos en automóviles y luego, aprendió a manejar. No contenta con esto, estudió
primeros auxilios con tal de que la dejaran entrar junto a su hija en la guerra. ¿Hicieron feliz
estas acciones a Marie? ¿Corresponde preguntarlo? ¿Son correctas las actuales encuestas que
“miden” felicidad basados en la sencilla pero subjetiva pregunta de si es feliz? Sin dudar, las
acciones de Marie Curie trascendieron en la historia mundial y permitieron que otras
personas, tuvieran más tiempo para cumplir sus propios objetivos de vida. Más aún, Marie
Curie falleció debido a la alta exposición a rayos X durante sus investigaciones y mientras
atravesaba los campos de batalla con su equipo de medición. Desde el punto de vista normal
y estándar, ella sacrificó su vida normal por un bien común; podríamos decir, un pensamiento
altruista y holístico, como se señaló anteriormente. ¿Vivió ella sus pasiones (si es que no
fueron las mismas que mostró)?
Es complicado evaluar lo anterior en virtud de que la felicidad; como ya vimos, tiene
componentes subjetivos más que objetivos. No se entienda esta subjetividad como algo malo
o incompleto, sino más bien como un carácter personal y único. Ahora bien, en las sociedades
con grandes densidades poblacionales; tanto el ímpetu democrático, como la unificación de
estándares de calidad de vida y la construcción de un camino (dictado por terceros) a seguir
para ser exitoso, impide el aseguramiento personal de la felicidad, en razón que ésta felicidad
se convierte en una carga a obtener; un objetivo impuesto a lograr. La mala interpretación de
lo que estoy planteando acá, puede llevarnos a tomar mis dichos como una posición de
favorecer la desigualdad. No. Defiendo la igualdad de derechos y oportunidades. Si tuviera
que referirme a la desigualdad como un aspecto natural, genético o diferenciador, diría que
parte importante de mi hipótesis (más adelante en el libro), define el contexto de la persona
en su formación, siendo este un factor más fuerte que el genético, y que como seres sociales,
necesitamos crear alineamientos para la convivencia, la cual se complica en sociedades cada
vez más numerosas y centralizadas. Este alineamiento ha decantado en las culturas actuales,
donde toma fuerza la pregunta planteada anteriormente: ¿Dónde está el individuo? ¿Será que
Freud tenía razón en que buscamos evitar el dolor? Él apoya su hipótesis en función de
soportar el dolor o el “peso” de la vida a través de las muletas (traducción que el mismo
Sigmund Freud aduce a Theodor Fontane en El malestar en la cultura).
Para Freud, estas muletas (no es 100% propia de él la analogía) pueden dividirse en 3 tipos,
asociando el concepto de cómo sobrellevar nuestra miseria:
a) Distracciones poderosas, como la decoración de nuestras casas o el uso y mejora de
artefactos.
b) Satisfacciones sustitutivas como las artes.
c) Narcóticos que nos vuelven insensible, o bien, drogas que nos sacan de la realidad.
Freud no aduce dónde cae la religión. Para mí la religión es una mezcla de a y b, pero con la
peligrosidad de convertirse en un estado constante de c. No es raro lo último, dado que en
estados depresivos, el cuerpo puede autodrogarse con sus propios niveles hormonales y
sensoriales. Así, podemos extrapolar esto al fanatismo, el actuar inconscientemente, etc.
Por otra parte, lo propuesto por Freud fue bajo observaciones en una cultura moderna de la
época contemporánea del sicólogo; por lo tanto, tendríamos que barajar estas muletas en otros
estilos de vida; concretamente, en otras sociedades. Pese a esto, la crítica que puedo hacer
sobre las muletas, es tomarlas como el soporte para nuestra miseria, algo así como que no
existen más formas de vivir que no sean construir y mejorar nuestras muletas.
Particularmente, no creo que hayamos evolucionado para eso; es más, dejé claro en la
proyección clásica de la vida, que siempre nace la pregunta: ¿Existe un propósito? Si bien
aclaré que no somos un simple vegetal, el tema de un propósito en la vida ha sido una
disyuntiva tomada desde los tiempos más antiguos de nuestra existencia como especie.
Personajes como Buda o Sócrates, en contextos muy distintos, ya nos hablaban de la
trascendencia, de la “carnalidad” y el dolor de nuestra vida. Nuevamente, estamos en la
disyuntiva del propósito, de una meta, de un trabajo en nuestra vida para buscar otra o si la
vida en este mundo está predicha con anterioridad. Pese a todo, tiendo a creer en que somos
simplemente una especie más evolucionada cognitivamente, lo que permite teorizar, y desde
ahí, realizar conjeturas, asociar, crear arte, etc. Las divinidades, fantasmas y extraterrestres de
películas, aparecen cuando no hay una explicación de algún fenómeno, y nuestro cerebro y la
bioquímica de nuestro cuerpo, trata siempre de dejarnos conformes con lo que sentimos.
El cerebro: una razón emocional
Los pensamientos son poderosos. Tanto que pueden desencadenar un estado de ánimo o una
forma de ser y percibir las cosas; algo así como “autodrogarnos”. Básicamente, mientras más
pensamos en algo, nuestra mente comienza el programa de “hacerlo creer”, lo cual rescata el
viejo dicho: creer es poder. Esto no significa, por supuesto, que ganaremos una maratón o
construiremos un robot con sólo pensarlo.
Las vías de comunicación del cerebro podrían analizarse desde lo práctico de pensar en algo
y hacerlo, pero claramente tenemos esos “espacios” del cerebro o momentos en que decimos
a viva voz que no estamos pensando en nada. Y eso es lo maravilloso en primera instancia;
tanto pensamos y tan poco concretamos. Es casi como si el cerebro descansara pensando más
y más, de tal forma que pensar en nada es en realidad pensar en todo sin clarificar una idea,
mientras que cuando estamos conscientes del pensamiento, definimos nuestro estado
pensante.
¿Se ha fijado cuánto puede pensar mientras duerme? Es más ¿Puede “ver” cuando está
soñando? Me parece que la respuesta es sí y claramente, nuestros ojos están cerrados. Aquí
podemos asociar, simplemente, que la imaginación está haciendo su juego, pero en realidad
tenemos que entender que los estímulos que son percibidos por nuestros sentidos van
limitando el ambiente que nuestra propia mente puede generar, es decir, que nuestro estado
consciente y despierto podría ser una forma de sueño despierto, lo que lleva a la teoría de que
mientras más estímulos generamos en nuestro estado consciente, más sueños enredados o
poco claros generamos en nuestro dormir. En concreto, los órganos de los sentidos terminan
siendo un filtro para las señales que nuestro flojo cerebro (o ahorrativo, si prefiere) va a
interpretar.
Ahora bien, teniendo en cuenta que la realidad que interpretamos es limitada, no podemos
eliminar un factor importante para vivir esta realidad: Las emociones y los estados de ánimo.
Para nadie es raro que la ira permita realizar acciones irracionales y momentáneas, mientras
que la pasividad mental y corporal, ayuda a tomar mejores decisiones y contemplar de mejor
manera los escenarios de la vida.
Las emociones corresponden a las respuestas fisiológicas o bioquímicas que tiene el cuerpo
ante estímulos del entorno, como por ejemplo: autodefensa y huir, donde los músculos se
tensan y parecemos más fuertes que nunca. Comúnmente, esto se puede confundir con los
sentimientos, que son la forma en que el cuerpo demuestra lo que siente, ya sea riendo,
llorando, etc.
Cabe señalar, que los estados de ánimo a su vez, corresponden a momentos constantes en un
cierto tiempo, donde los sentimientos y las emociones parecen mezclarse y permiten una
lectura fácil por una tercera persona.
El cerebro por su parte, aplica el aprendizaje en la formación de las personas, siendo también
el factor hereditario, algo difícil de dejar de lado. Un ejemplo de esto es la disyuntiva que se
produce cuando alguien ve la respuesta o comportamiento de una persona y dice “es igual a
su padre/madre”, sembrando la duda sobre si existe una carga genética en la forma de actuar
o bien, la persona aprendió a responder, viendo cómo se comportaban sus padres (o los que
crían, en su defecto) ante distintos escenarios. Profundizaremos más en este tema, durante la
exposición del contexto familia, dejando en claro que me inclino bastante más por la opción
de comportamientos aprendidos por observación que por la “herencia” del carácter.
Desarrollo intelectual y cultura: El concepto de la “inteligencia”
La inteligencia fue tomada por muchos años como la capacidad de resolver problemas, lo que
significa que ese aspecto resolutivo es parte trascendental de la evolución, dado que la
inteligencia se puede aplicar desde los primeros seres humanos que debían ingeniárselas para
obtener alimento, refugio y abrigo. Posteriormente, el hombre moderno creó sistemas de
comunicación, lenguajes, sistemas sociales y comodidades, situando al ser humano actual en
un punto difícil de dilucidar, dado que la trascendencia parece la ruta a seguir, aunque
muchos pensadores modernos, apuntan a que actualmente no tenemos una real razón de ser;
al menos en razones que no sean del modo de reflexión (como la reencarnación o la vida
eterna futura).
Por otra parte, durante ciertos episodios del siglo XX, se ha intentado segregar a la población
en inteligentes, no inteligentes y medianamente inteligentes, sin tener un objetivo claro;
aunque los intereses bélicos (crear soldado tipo), xenófobos (integración racial) y económicos
(vender optimizadores de inteligencia) no deben ser sacados del análisis, puesto que la única
razón que como autor podría considerar para medir y categorizar a las personas acorde a su
intelecto, sería para generar una educación focalizada en la población. Siguiente el punto,
desde la creación temprana de indicadores de inteligencia al principio del siglo XX, se ha
querido medir la mente de las personas y así establecer parámetros estratégicos para disgregar
a la población.
Pese a lo anterior, creer hoy en día que la inteligencia sólo se basa en la capacidad de resolver
problemas, sería tan simplista como pensar que la creación de indicadores numéricos de
inteligencia, basados en test específicos que traducen en un número las capacidades mentales
de una persona, son objetivos y libres de intereses creados. Algunos de estos indicadores aún
se utilizan actualmente, pese a que varios sicólogos, sociólogos y antropólogos, los han
descartado, como lo expresé anteriormente, porque son usados para ventas de productos que
“aumentan” la inteligencia o bien porque en sus inicios, se utilizaban con fines de
segregación xenófoba, como lo que ocurrió en Estados Unidos a principios del siglo XX con
el indicador de Cuociente Intelectual (CI; o bien, IQ, desde su sigla en alemán,
IntelligenzQuotient);
usado para demostrar que los descendientes afroamericanos tenían en
promedio un CI más bajo que los caucásicos. Lo último resultó cierto, pero bajo los
parámetros que imponía el test, entre los cuales estaba la necesidad de desarrollo escolar
temprano, buena alimentación y apoyo familiar constante. Sumado a lo anterior, sabido es
que en un hogar que se estimula el estudio en los niños, sin la preocupación de luchar por
otras necesidades, estos adquieren mejor los conocimientos y claramente los resultados en los
test que se basan en los mismos conceptos enseñados en el sistema escolar, debieran ser
positivos. Insisto por lo tanto, en el tema de que tener necesidades básicas cubiertas,
especialmente una alimentación saludable, permite mejorar los resultados en la imposición de
sistemas de educación; algo que las autoridades de países como Chile, debieran tener presente
en cualquier tipo de reforma.
No es raro entonces, asociar el tipo de dieta al desarrollo cerebral, pero la relación es a nivel
evolutivo, es decir, que en ciertos momentos históricos de la formación del ser humano, la
alimentación proteica, lipídica (grasas) y glucosídica (azúcares) desencadenaron crecimiento
y desarrollo de órganos claves para la evolución a homo sapiens.
Cuando trazamos la recta de la evolución del cerebro, nos topamos con la disyuntiva de la
diferenciación con inteligencia y mente. Cerebro e inteligencia son como el pan y la
margarina, el hardware y el software, el aparato y su generador. Tanta relevancia ha tenido el
concepto de inteligencia relacionado al cerebro, que en algunos momentos de la historia (e
incluso actualmente) se ha pretendido asociar el tamaño del cerebro con la inteligencia
misma. En otros rumbos, se ha tratado de asociar la “sangre” o el linaje con la inteligencia,
pasando por las etapas tempranas del siglo XX, cuando se asoció la inteligencia a factores
genéticos. Es por tanto, un factor común histórico (al menos en los inicios de cada
investigación e investigador) asociar la inteligencia o el nivel cognitivo a lo preescrito, casi
quitándole validez a la práctica, el ejercicio y el esfuerzo. Sin embargo, no son menores los
autores que señalan una relación más allá de la cerebral respecto a la inteligencia. De hecho,
el mismo Jean Piaget, en la medianía del siglo XX, proponía la relación entre inteligencia y
afectividad, dejando claro que ya no sólo el concepto podía estrecharse netamente a lo físico
y bioquímico, sino también al comportamiento socioambiental del individuo. Tiempo
después, otras teorías fueron surgiendo en el camino que consideraban aspectos que
escapaban de ser exclusivos de la psiconeurociencia como las inteligencias múltiples de
Gardner, el pensamiento crítico de Ennis y la inteligencia triárquica de Stenberg. En forma
resumida, la inteligencia múltiple hace referencia a la mezcla entre habilidades, dotes,
técnicas, gustos y capacidades asociadas al “apoyo biológico” que implica la forma de actuar
de nuestro cuerpo (sin olvidar que ese actuar del cuerpo es dependiente del cerebro). Se
traduce lo anterior en como vislumbramos a personas “que nacieron para esto o aquello”, y
que lejos de ser algo raro, se hace cotidiano cuando analizamos temáticas como las
deportivas. En general, muchos deportistas parecen inconscientemente capaces para realizar
actividades corporales, donde la comunicación músculopensamiento casi pasa desapercibida.
Sin embargo, ¿Es tan natural que donde “se pone el ojo se pone la bala”? ¿Es normal que una
persona tenga la capacidad de analizar espacialmente un campo de juego y asociar a quién
debe y no debe dar un pase? Pues esto entra en juego para autores como Gardner que definen
los tipos de inteligencia. En concreto el ejemplo citado sería del ámbito de la inteligencia
cinéticocorporal con matices de la inteligencia espacial. Se suma a la inteligencia cinético
corporal la capacidad de bailar y la de jugar ajedrez, puesto que en este último se mezcla la
memoria con la inteligencia espacial, sumando el sentido de la anticipación. En fin, el
paradigma de la inteligencia se disgrega en varias habilidades, lo cual es muy positivo si se
quiere reformar el sistema educativo. Por otra parte, la inteligencia triárquica pone límites a
tres formas de “pensar”, en concreto esta inteligencia se separa en tres: analítica, creativa y
práctica. La fuerza de esta teoría es colocar a cada persona en una mezcla de estas
inteligencias, siendo la analítica también llamada componencial, la creativa como
experiencial y la práctica como contextual. Para finalizar este punto, el pensamiento crítico
asocia el pensamiento reflexivo que conlleva a una acción, dónde el sentido es que a menores
niveles de reflexión, menores serán las acciones exitosas obtenidas. Lo contrario también es
cierto según Ennis.
Ahora bien, por mucho que analicemos al individuo y apliquemos los factores que involucran
su desarrollo, siempre tendremos que asociar los contextos sociales y familiares para entender
cómo fue moldeando o limitando ese desarrollo en el tiempo.
El poder, la influencia, lo bueno y lo malo
Trataré ahora, de asociar todas las variables del individuo comentadas anteriormente, bajo el
yugo de las intenciones, el comportamiento y el estado altruista.
1
Siempre se ha asociado al Hombre como un ser social, naturalmente violento (y por ende
malo) e influenciable. Esta extrañísima combinación, al menos para mí, radica y se demuestra
en muchos comportamientos grupales de nuestra especie. Inicialmente, al igual que toda
especie sexuada, la primera búsqueda de agrupamiento es la reproducción y conservación de
la especie. Dado el rápido desarrollo evolutivo de la mente, que va mucho más veloz que la
evolución física, hemos encontrado en el placer, algo que nos lleva a niveles más altos de lo
normal y necesario en cuanto a vestimenta, comida, diseño, sexualidad y otras cosas más. Esa
fusión de sexo y placer es la que lleva a variados autores a sostener que la sexualidad unida al
carácter violento por naturaleza, ha impuesto históricamente al hombre por sobre la mujer,
entregando al hombre mismo, el concepto del poder histórico.
1
El carácter de Hombre con la H mayúscula, corresponde a una asignación que Erich Fromm utiliza en su libro
“Tener o ser”; y quiere expresar a la especie humana sin distinción de género.
S
in embargo, Marvin Harris y Michael Foucault, en sus respectivas disciplinas (antropología
cultural y sicología social) han desmentido estos puntos, mostrando que el hombre ganó
fortuitamente una posición de sexo fuerte y que además, el poder no está como algo implícito
en las personas sino que se debe a las relaciones entre dos o más seres humanos. Aun así, el
hombre delegó una posición inferior a la mujer durante mucho tiempo (incluso hoy en día),
dando a luz una relación vertical entre ambos géneros, lo cual a mi juicio, es ilógico dado
nuestra capacidad de razonar y reflexionar. Básicamente, es cómo si el único uso para nuestra
mente evolucionada, fuera cubrir las necesidades sexuales. Algo demasiado
Freudiano a mi
parecer.
Tomemos ahora como normal la jerarquía vertical de hombre sobre mujer (algo que fue cierto
históricamente, aunque fuera impuesto). Las relaciones de poder deben salir del núcleo
familiar y traspasarse al grupo social. Aquí entonces, podemos pensar libremente en la ley del
más fuerte. Selección natural le llamó Darwin, la cual es peligrosa en sí misma, dado que
puede ser usada para referenciar las diferencias entre los seres humanos y la capacidad de
explotar a especies y seres “inferiores”. ¿Es sólo lo físico lo que podemos conjugar y
enmarcar en la selección natural? Pues no, no olvidar que la mente es tan natural como el
cuerpo, y ha tenido mayor preponderancia en la historia. No podríamos suponer otra cosa al
intentar entender que; actualmente, sistemas financieros, asociaciones políticas, tratados y
otros, están en la categoría del intangible, siendo conceptos “hijos” de la mente. Por eso es
que el débil físicamente, pudo vencer al más fuerte con la mente. Pudo manejarlo con ideas
de sociedad. Pudo manipularlo con el sentido de la protección de tribu. Pudo administrar los
recursos que aquél físicamente superior producía. Ahí el poder se hace visible ante los ojos de
las masas. El soberano, el monarca o el rey, no ejercen su poder mágico proveniente de una
divinidad. Eso es el facilismo para que el pueblo no se revele. Debemos darnos cuenta, que el
poderoso se puede mostrar gracias a la influencia en las relaciones que posee. O viceversa. El
soberano es la evolución del repartidor de las tribus; aquél que no tenía mayores capacidades
físicas para producir, pero sí para repartir lo producido o cosechado. Mientras más crecía la
tribu, más le costaba al repartidor elegir un sucesor, por tanto lo facilitó seleccionando a su
propia sangre, y cómo se creía que en la “sangre” estaba la virtud del repartidor, se mantenía
el linaje. Hablamos entonces, de un personaje adorado por el pueblo y respetado por las
élites, siempre y cuando fueran recompensados. El poder del soberano también se trasladó al
modo de reflexión religioso, con lo cual más se enrostraba el carácter divino del monarca.
Todo este extremismo en el monarca y su círculo cercano, llevó a los realmente competentes
y a los ambiciosos a reclamar el poder. Pero ya aclaramos que el poder no es algo mágico que
se da de cuerpo en cuerpo, por lo que se traspasó ese poder total monárquico a varios
encargados locales, en una jugada que se entiende como el origen del feudalismo y posterior
capitalismo. Ahí entonces, vemos el poder como una interacción entre personas con la
capacidad de influenciar a otras, ya sea positiva o negativamente.
Hoy en día, en nuestro país podemos observar el juego del poder en su máximo esplendor. El
empresariado mayor (no los medios ni los pequeños) tienen fuertes influencias, por no decir
todas, sobre las coaliciones políticas. Estas coaliciones por su parte, no se esfuerzan en buscar
nuevas estrategias, viviendo de los efectos de la guerra fría en Chile: Un gobierno popular y
la dictadura militar. La traducción hacia el actual momento del país, es una masa crítica y
numerosa que sólo vota pensando en proPinochet o proAllende, con una mirada de escasa
autocrítica y capacidad de superación, mostrando el principal éxito del sistema impuesto en
los 80’s; el consumismo como felicidad (La profundidad en este punto será tratada en el
contexto productivo)
.
Justamente aquí, quiero referirme a lo bueno y lo malo, pues toma mucha fuerza en la gente
de nuestro país que se consideró “apolítica” durante la dictadura. Sin analizar lo que sucedió
en diecisiete años, me estoy enfocando en la despolitización que el sistema permitió, restando
a la representatividad, el valor que amerita.
¿Su pueden ver las relaciones de poder entonces? Claramente, en Chile es el empresariado el
que manda, y no me refiero a los empresarios menores o medios o incluso los mayores, me
refiero al empresariado “monárquico”, ese que tiene apoyo estatal, constitucional y
educacional. Este empresariado mayor que tiene comprado el poder legislativo (llamado
irónicamente honorable), de tal forma que podemos visualizar que Chile, la falsa figura del
presidente es sólo un títere dónde los honorables juegan con las decisiones del país en virtud
de favorecer al empresariado mayor. Todos los aspectos
infraestructurales y
estructurales de
la sociedad, esto es, los modos de producción, reproducción, políticas socioeconómicas y la
organización núcleofamiliar, quedan en segundo plano, dando cabida a discusiones sin
superestructura
trascendencia en la , aquélla que se basa en los aspectos simbólicos e
ideológicos. Por eso es que el modelo es exitoso para algunos, porque se construyó una
sociedad sin educación (sin analfabetismo no es lo mismo que capacitados para argumentar y
reflexionar), con miedo al cambio, sin mirada a futuro y socialmente egoísta, enmarcada en el
la individualización nuclear, donde la familia cercana es lo primero, y por ella debemos
rompernos el lomo (sino no es trabajo), aguantar años en lugares de trabajo poco amigables y
disfrutar el poco tiempo libre para el ocio y otras formaciones. De ahí que sea entendible la
búsqueda de comodidades como signo de felicidad, puesto que la comodidad material es
rápidamente digerible y ante su cumplimiento, el ciclo vuelve a empezar. ¿Esto es el bien en
nuestra cultura? Si fuera así, ¿dónde está lo malo? Intentaré dar respuesta a medida que
estudiamos mi hipótesis de los contextos.