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I.

DEFINICIONES PREVIAS:

En una economía de mercado los precios de productos y servicios pueden variar


pues están sujetos a cambios. Pueden subir o bajar.

Se dice que hay inflación cuando hay un aumento generalizado de los precios que no
se limita a determinados artículos. Como resultado, pueden adquirirse menos bienes
y servicios por cada sol, es decir, cada sol vale menos que antes.

Para medir el crecimiento de la inflación se utilizan índices que miden el porcentaje de


incremento en los precios de una canasta básica de productos y servicios que
adquiere un consumidor típico en cada país.

Causas:

 Aumento de la demanda de bienes


Cuando la demanda excede considerablemente a la oferta de bienes o servicios,
los precios tienden a subir. Por ejemplo, si la gente empieza a demandar más
pan, y los panaderos por algún motivo no pueden aumentar su oferta, el precio del
pan subirá.
 Aumento de costos
Si los costos de las materias primas o salarios aumentan, los productores tienden
a transferir los nuevos costos al precio del producto final. Esto quiere decir que si
el precio del trigo aumenta, el pan será más caro.
 Expansión monetaria
El tercer factor a considerar es la expansión de la oferta monetaria. Cuando
el Banco Central adopta una política monetaria expansiva, el nuevo dinero creado
entra en circulación en la economía a través de un aumento del crédito bancario y
gasto gubernamental. A medida que el dinero va llegando a la población, ésta va
aumentando el gasto de consumo, o sea, que aumenta la demanda. Si la
producción no aumenta al mismo ritmo de la demanda, la inflación se dispara.

Consecuencias:

 Si estás ahorrando
Si tienes ahorros y la tasa de interés que recibes por el dinero que tienes
guardado en el banco es por ejemplo del 2% anual mientras la tasa se inflación es
del 5%, quiere decir que la tasa real es de -3%. Una tasa de ahorro negativa.
 Si piensas invertir
Si obtienes un rendimiento del 5% anual y la inflación es del 6%, tu rendimiento
real será -1%,. Por lo tanto, una de tus metas como inversionista será obtener
un rendimiento mayor que la inflación.
 Y como consumidor
La gente siente que ya no les alcanza el sueldo para mantener su nivel de vida y
procurará aumentar sus ingresos o recurrir al endeudamiento, de lo contrario
tendrá que experimentar una baja en su nivel de vida.

II. LA INFLACIÓN EN CHINA DURANTE EL PERIODO 2003-2013:

La economía global se ha vuelto tan desequilibrada que incluso los ministros del
gobierno estadounidense, que normalmente tienen problemas para explicar la
oferta o la demanda, reconocen claramente que algo tiene que ceder. En gran
medida las distorsiones se deben a la política china de sostener la paridad del
yuan con el dólar. Pero a medida que la economía de China gana fuerza y
debilita la economía estadounidense, el coste y la dificultad de mantener la
vinculación entre ambas monedas es cada vez mayor y, finalmente, mayores
que los beneficios que la política supuestamente ofrece a China. En las primeras
semanas de 2011 ha surgido una nueva evidencia que muestra lo difícil que esto
se ha convertido para Pekín.

Hace veinte años que los líderes de China decidieron deshacerse de la


catástrofe del comunismo económico en favor de la privatización y las
exportaciones de su industria. El plan funcionó. Durante ese tiempo China sacó
a más gente de la pobreza en el menor tiempo de la historia del planeta. Pero,
en algún lugar a lo largo del camino, los líderes de China se convirtieron en
adictos a una estrategia que ha dejado de ser útil.

A fin de mantener la paridad, China tiene que comprar dólares en el mercado


abierto de manera continua. Pero mientras más se debilita el dólar, más divisa
estadounidense ha de comprar. Y con la Reserva Federal de los EE.UU.
haciendo todo lo posible para crear inflación y abaratar el dólar, la tarea de
Beijing se hace casi imposible. La semana pasada se anunció que las reservas
de divisas de China, la cantidad de moneda extranjera guardada en su banco
central (en su mayoría en dólares de EE.UU.), ha aumentado en un récord de
199 mil millones dólares en el cuarto trimestre de 2010, para llegar a 2,85
billones de dólares. Estas reservas representan actualmente un asombroso 49%
del PIB anual de China (si una cantidad proporcional se amasara en EE.UU.,
nuestros miserables 46 mil millones en reservas tendrían que aumentar 163
veces hasta llegar a los 7,5 billones de dólares).

Para comprar esos dólares, el banco central chino debe imprimir su propia
moneda. En esencia, China está adoptando la política monetaria expansiva de la
Reserva Federal. En los EE.UU. el impacto inflacionario de tal estrategia es
mitigado por nuestra capacidad de exportación de dólares de papel a cambio de
las importaciones chinas baratas. Aunque los precios están subiendo aquí, no
están creciendo tanto como lo harían si tuviésemos que gastar todo este dinero
recién impreso en bienes de producción nacional. El gran problema para China
es que, a diferencia de los EE.UU., el yuan recién impreso no se exporta, sino
que permanece en China haciendo que incrementen los precios al consumidor
en ese país. Como resultado, la inflación se está convirtiendo en tema político
dominante en China.

Recientemente se anunció que en noviembre el índice de precios al consumidor


subió un 5,1% con respecto al mismo período del año anterior, con los precios
de los alimentos escalando un 10%. Con el aumento de los disturbios el
gobierno chino ha desplegado una serie de iniciativas para hacer frente a los
síntomas de la enfermedad, sin hacer frente a la causa.

La más débil de estas iniciativas es la imposición de controles de precios en


muchas ciudades chinas. Pero, tal y como el presidente Nixon comprendió a
principios de 1970, la ley de la oferta y la demanda no puede ser suspendida a
voluntad. Los líderes chinos se dan cuenta de esto y más recientemente han
implementado una serie de respuestas aparentemente más sofisticadas.

Alentada por el erróneo principio económico keynesiano de que la inflación es


creada por una economía fuerte y no por una oferta de dinero en expansión,
China tiene la esperanza de resolver sus problemas limitando su crecimiento.
Para ello, acaba de aumentar las tasas de interés y se ha apurado a restringir
los préstamos bancarios.

El viernes, el banco central dijo que aumentará la proporción de los depósitos


que los bancos deben mantener en reserva por medio punto porcentual. Esto
viene después de seis aumentos similares el año pasado (la cuarta subida en
sólo dos meses). En materia de tipos de interés el Banco Popular de China está
sopesando incrementar las tasas, cosa que muchos analistas esperan que se
produzca durante el primer trimestre del año. Sin embargo, si estas medidas no
van acompañadas de un cese en las compras de dólares, seguirán sin poder
controlar la inflación.

Esta semana el presidente chino Hu Jintao visita Washington, donde recibirá un


rapapolvo del presidente Obama y del secretario del Tesoro Timothy Geithner
sobre la importancia de permitir que el yuan se aprecie. En este punto, la
Administración lleva razón. Pero no, por supuesto, la suficiente como para
comprender todas las implicaciones de cómo la caída del dólar y la
revalorización del yuan perjudicarán la economía de EE.UU. Si China deja de
comprar dólares, los estadounidenses se enfrentarán a precios más altos y a
mayores tasas de interés. Si Geithner piensa que podemos asumir esas
consecuencias tranquilamente, le espera un duro despertar.

El verdadero despertar ocurrirá cuando China se dé cuenta de que ha vinculado


su economía a una moneda sin ataduras. Hay una gran cantidad de indicios de
que muchos de los líderes chinos están empezando a comprender plenamente
el problema.

Por ejemplo, Zhou Qiren, un asesor académico para el Banco Popular de China,
dijo en una entrevista en la última edición de la China Reform Magazine que su
país debe encontrar un método de valoración del yuan que no implique la
impresión de más de yuanes para sostener el mercado de divisas estable.
Argumentó que el aumento de las tasas de interés no resolverá los problemas
fundamentales de la inflación. Para ello, China debe controlar la oferta
monetaria. Creo que está en lo cierto.
También comentó que el dólar de EE.UU., que se convirtió en un sustituto para el
oro como resultado del acuerdo de 1944 de Bretton Woods, ya no puede servir de
anclaje para las monedas del mundo. Sugirió además que el yuan debe de estar
vinculado a algo objetivo. A mí me suena como si estuviera hablando de cierto
metal amarillo.

La conclusión es que los chinos están finalmente despertando. Cuando el dólar


estaba anclado al oro, era fiable. Sin embargo, una vez que se dejó de lado el
ancla, el dólar se fue a la deriva y ya no está en condiciones de proporcionar
estabilidad. Durante un tiempo, incluso sin el oro, la fuerza de nuestra economía y
la competitividad de nuestras exportaciones dio estabilidad al dólar, pero esos
amarres se han roto.

Por ahora, la vieja guardia en China aún tiene influencia y el statu quo se
mantendrá intacto. Pero los nuevos líderes aguardan su llegada en 2014. Cuando
nuevas manos tomen el control del timón en China, es posible que finalmente se
produzcan cambios significativos en el sistema monetario mundial.

III. INFLACIÓN CHINA EN LA ACTUALIDAD:

El índice de precios al consumidor (IPC) de China, principal indicador de la


inflación, subió un 2,5 % interanual en abril, frente al 2,3 % registrado el mes
anterior, consolidando una tendencia alcista al acumular dos meses
consecutivos de incremento.

Se trata, además, de la tasa de crecimiento más alta registrada en los últimos


seis meses, según los datos publicados hoy por la Oficina Nacional de
Estadísticas (ONE) del país asiático.

Destacó en abril el aumento de los precios de los alimentos, que subieron un


6,1 % interanual, debido al llamativo aumento del 14,4 % interanual del precio
de la carne de cerdo, el producto cárnico más popular para los consumidores
chinos, que en marzo ya aumentó un 5,1 % interanual tras haberse
desplomado en febrero.

La subida estuvo también liderada por el crecimiento significativo de los


precios de las verduras frescas y de las frutas, con aumentos del 17,4 % y el
11,9 %, respectivamente.
La línea oficial del Gobierno chino es que estos aumentos de abril demuestran
"la mejora de la demanda doméstica", según dijo hoy Dong Yaxiu, estadístico
de la ONE, quien agregó que los datos "responden a las expectativas del
mercado".

No obstante, el analista Julians Evans-Pritchard, de la consultora Capital


Economics, cree que el repunte de la inflación se debe más a factores
relacionados con la oferta, especialmente de los alimentos, "y no debe
interpretarse como una clara evidencia de una demanda doméstica más
fuerte".

Evans-Pritchard también incide en la variación de los precios cárnicos,


causada por "perturbaciones" producidas por el impacto de la peste porcina
africana, que las autoridades chinas aseguran tener ya controlada tras
sacrificar más de un millón de cerdos.

En ese sentido, Wang Junxun, funcionario del Ministerio de Agricultura chino,


señaló recientemente que los precios del cerdo seguirán subiendo en el futuro
y es posible que batan el récord alcista que se registró en 2016, recoge hoy la
agencia Xinhua.

Por otra parte, el aumento de los precios de los productos no alimentarios fue
del 1,7 % interanual en abril, una décima menos que la registrada el mes
anterior.

De esta partida destaca la subida de los precios en el sector sanitario, que


aumentaron un 2,6 % interanual el mes pasado.

Asimismo, los precios del sector educativo y cultural aumentaron un 2,5 % y el


alquiler de vivienda subió un 2 %, según la ONE.

La ONE también divulgó este jueves los datos del índice de precios a la
producción (IPP), que mide la inflación mayorista y que subió un 0,9 %
interanual en abril, cinco décimas por encima con respecto al crecimiento
registrado en marzo.

Las autoridades chinas han tratado de evitar la deflación a toda costa en este
terreno -en febrero registró un mínimo histórico y en marzo creció un 0,4 %
interanual-, puesto que podría traducirse en una reducción del gasto y la
inversión ante la expectativa de que los precios bajen en el futuro, de acuerdo
con Evans-Pritchard.
Según el economista, el crecimiento de este mes tuvo su causa en un
incremento de los precios del petróleo y el hierro debido a "variaciones" en la
oferta de estos materiales.

Por su parte, el organismo especificó que los precios a puerta de fábrica de


los materiales de producción aumentaron un 0,9 % interanual en abril, lo que
supone una subida de seis décimas respecto al mes anterior.

Asimismo, los precios de las materias primas se mantuvieron sin cambios respecto en
abril y los de los materiales procesados aumentaron un 0,9 % interanual, cuatro
décimas más que en marzo.

De cara al futuro, Evans-Pritchard pronostica "una mayor inflación de los alimentos"


que seguirá elevando el IPC, aunque "no es de esperar que haya grandes alzas en
ninguno de los dos índices".

En el tercer mes del año, el IPC aumentó un 2,3 % interanual, mientras que en el
cómputo global de 2018 subió un 2,1 %, lejos de la previsión oficial del 3 %.

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