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Canto III

1 Eneas comienza su travesía por el hondo mar acompañado de su hijo, su padre y otros
compañeros y establecen en una región la primera ciudad llamada Eneadas.
2 Mientras Eneas arranca unas malezas para esparcir hojas sobre los altares se aparece ante
sus ojos un horrendo prodigio: comienza a brotar sangre negra y una voz sale de la tierra
diciéndole que es Polidoro, el hijo de Príamo asesinado por el rey Tracia.
3 Eneas y sus compañeros hacen las exequias funerales a Polidoro y luego se lanzan las
naves al mar huyendo de esa región en la que se profanó la hospitalidad.
4 Eneas llega con su tripulación a la isla de Apolo y luego se dirigen al templo de este dios
para preguntarle por el destino del linaje troyano. Entonces Apolo les dice que Eneas y sus
hijos volverán a dominar en otras tierras.
5 Anquises dice que aquellas tierras corresponden a la isla de Creta y dirigen las naves a
esa región. Al llegar, empiezan a construir las murallas de la nueva ciudad a la que llaman
Pérgamo pero cuando ya llevaban un año en esas tierras, sobreviene una plaga.
6 Anquises exhorta a Eneas para que vaya nuevamente a consultar el oráculo de Febo y
saber hacia dónde deben enderezar el rumbo.
7 En un sueño las sagradas efigies que Eneas sacó de Troya se le aparecen en un sueño y le
dicen que han sido enviados por Apolo para vaticinarle que deben dirigir el rumbo hacia
una tierra antigua, poderosa en armas y rica en frutos llamada Italia de donde procede el
linaje troyano.
8 Eneas y sus acompañantes abandonan Creta y se lanzan nuevamente al mar rumbo a Italia
como lo ordenó Apolo.
9 Después de pasar una tormenta desembarcan en las playas de las Estrofadas donde
habitan las arpías.
10 Eneas y sus compañeros se enfrentan con las arpías. Luego, Celeno, la mayor de las
furias, les advierte que antes de conquistar las nuevas tierras serán castigados con horrible
hambre.
11 Eneas se lanza nuevamente al mar con la tripulación y desembarcan en el promontorio
de Apolo, allí celebran los juegos troyanos.
12 Se dirigen en las naves hacia la ciudad de Butroto. Allí llegaron increíbles rumores de
que Eleno, hijo de Príamo reinaba en algunas ciudades griegas; y de que Andrómaca había
contraído nuevo enlace con un troyano.
13 Eneas se encuentra con Andrómaca en un bosque mientras que ofrece libaciones a las
cenizas de Héctor. Ella le cuenta la historia de cómo Eleno se convirtió en el rey de esas
tierras.
14 Eneas y sus acompañantes se reúnen con Eleno y reconociéndolos los conduce a su
palacio. Allí Eneas ve una pequeña replica de Troya, con una fortaleza semejante al alcázar
de Pérgamo, con un seco arroyo denominado Xanto, y una puerta escea.
15 Luego Eneas le pregunta a Eleno por el porvenir de su travesía y este le responde que
antes de llegar a su destino deberá surcar muchos mares y cuando vea una corpulenta cerda
blanca dando de mamar a treinta lechoncillos habrá hallado el sitio donde edificar la nueva
ciudad.
16 Eleno predice el encuentro de Eneas con la Sibila al llegar a Cumas.
17 Eleno carga las naves de Eneas con regalos y luego se lanzan al mar nuevamente y
desembarcan en una playa cercana al promontorio de Ceraunio, durante la noche despliegan
otra vez las alas de sus velas y mientras navegan creen ver las tierras de Italia pero pronto
descubren que es una región habitada por los griegos.
18 Son arrastrados por las olas hacia el promontorio de Escila y Caribdis y van a parar a las
costas de los Cíclopes.
19 En la isla de los Cíclopes se encuentran con Aqueménides, un guerrero griego
abandonado en esas tierras cuando Ulises se enfrentó con Polifemo. Les cuenta como lo
derrotaron sacándole un ojo y les advierte que huyan de aquella isla porque hay otros cien
cíclopes.
20 Mientras Aqueménides acaba su relato, Eneas y sus compañeros ven moverse entre los
rebaños la enorme mole del mismo pastor Polifemo, que se encaminaba a la playa.
21 Eneas huye con su tripulación de esa isla mientras los cíclopes los observan desde la
playa.
22 Anquises muere en el puerto de Drepani y Eneas concluye su relato diciendo que esa fue
su última desventura antes de llegar donde Dido.
Personajes:
Licurgo, Gradivo, Polidoro, Nereidas, Cibeles, Curetes, Sirio, Dárdano, Jasio, Celeno,
Eleno, Andrómaca, Circe, Palinuro, Aurora, Aqueménides, Polifemo, Aretusa, Himeneo,
Iarbas, Fama, Atlante, Erebo, Caos, Hécate, Iris, Ana, Proserpina, Orco estigio,
Imaginería:
Señorease del diestro lado Escila, y del izquierdo la implacable Caribdis; ésta se sorbe tres
veces las vastas olas precipitadas a su profundo báratro, y tres veces las vuelve a arrojar a lo
alto, batiendo con ellas el firmamento, mientras que Escila, encerrada en las negras
cavidades de una caverna, saca la cabeza por ella y arrastra las naves hacia sus peñascos
(p.65).
Ya la Aurora sonrosaba los cielos, ahuyentadas las estrellas, cuando divisamos en
lontananza unos nebuloso collados, y visibles apenas sobre la superficie del mar, el suelo de
Italia (p.67).
Era la noche, y el sueño embargaba la tierra a todas la criaturas, cuando se me aparecieron
en sueños, iluminadas por la clara luz de la luna llena, que penetraba por mis ventanas, las
sagradas efigies de los dioses y los penates frigios que traje conmigo de Troya (p.57).
Adelantase por fin Dido, acompañada de numeroso séquito, cubierta de una clámide sidonia
con cenefa bordada; lleva una aljaba de oro, recogido el cabello en dorada redecilla y
prendida la purpurea vestidura con áureo broche (p.78).
Dido y el caudillo llegan a la misma cueva; la Tierra la primera, y prónuba, Juno dan señal;
brillaron los relámpagos y se inflamó el éter, cómplice de aquel himeneo, y en las más altas
cumbres prorrumpieron las ninfas en grandes alaridos (p.78).
Fama, la más veloz de todas las plagas, que vive con la movilidad y corriendo se fortalece,
pequeña y medrosa al principio, pronto se remonta a los aires, y con los pies en el suelo,
esconde su cabeza entre las nubes. Cuéntase que irritada de la ira de los dioses, su madre la
Tierra, la concibió, última hermana de Ceo y Encélado, rápida por sus pies y sus
infatigables alas; monstruo horrendo, enorme, cubierto el cuerpo de plumas, y que debajo
de ellas tiene otros tantos ojos siempre vigilantes, ¡oh maravilla! Y otras tantas lenguas y
otras tantas parleras bocas, y aguza otras tantas orejas (p.79)
Mercurio ya volando divisa la cumbre y las empinadas vertientes del duro Atlante, cuya
pinífera frente siempre rodeada de negras nubes, resiste el continuo empuje de los vientos y
de la lluvia. Sus hombros están cubiertos de amontonada nieve; del rostro del anciano se
precipitan caudalosos ríos, y el hielo eriza su fosca barca (p.81)
Iris pues, desplegando en los cielos sus alas, húmedas de rocío, que tiñe el opuesto sol de
mil varios colores, se para sobre la cabeza de la reina (p.92).

Analogía:
El Etna en medio de horrorosas ruinas, unas veces arroja al firmamento una negra nube de
humo como pez mezclado con blancas pavesas.
Arde la desventurada Dido y vaga furiosa por toda la ciudad; cual incauta cierva herida en
los bosques de Creta por la flecha que un cazador le dejó clavada sin saberlo, huye por las
selvas y los montes dicteos llevando en el costado la letal saeta.
Por todas las puertas de la ciudad se los ve salir en tropel, como las hormigas, cuando
saquean un gran montón de trigo, en previsión del invierno, y lo trasladan a su granero.
Hipérbole:
Levanta globos de llamas, que van a lamer las estrellas.
Una enorme oleada nos levanta al firmamento.
Tres veces vimos desecha la espuma y rociados con ella los astros.
El monstruo que habita es tan alto, que llega con su frente al firmamento.

Retiemblan los edificios con los sollozos y los alaridos de las mujeres.

Metáforas:
En alas de la fama llegan a nuestros oídos de que el caudillo Idomeneo, arrojado del reino
de sus padres, ha huido dejando desamparadas las playas de Creta.
En tanto la reina, presa hacía tiempo de grave cuidado, abriga en sus venas herida de amor
y se consume en oculto fuego.
¿De qué sirven los votos, qué valen los templos a la mujer que arde en amor?
En tanto la naciente aurora se levanta del océano, y la flor de la juventud sale de la
ciudad…

Canto IV
1 Dido se enamora de Eneas mientras y le cuenta a su hermana Ana el amor que siente por
él.
2 Dido sufre por el amor de Eneas como una cierva herida y la ciudad comienza a decaer
por el mal de su reina.
3 Juno viendo a Dido en aquel estado, le propone a Venus una tregua concertando un
matrimonio entre la reina y Eneas.
4 Venus acepta la tregua conociendo el ardid de Juno de llevar a las playas africanas el
reino de Italia y trazan un plan para unir a Dido y Eneas mientras van de caza.
5 Al amanecer la reina Dido acompañada de su sequito se encuentra con Eneas y salen a
cazar en los altos montes. Entonces, empieza a revolverse el cielo con grande estrépito y
sigue un aguacero mezclado con granizo que dispersa a los tirios y a los troyanos.
6 Eneas y Dido se refugian en la misma cueva y sellan su enlace amoroso tal como lo había
planeado Juno. Desde ese momento Dido declara su amor por Eneas.
7 La Fama, la más veloz de todas las plagas difunde esta información por todas las regiones
causando la ira del rey Iarbas por rechazarlo a él y formar alianza con Eneas.
8 Cuando Júpiter se entera de la unión por las quejas de Iarbas, envía a Mercurio a decirle a
Eneas que está desatendiendo las ciudades que le conceden los hados y que debe
embarcarse inmediatamente hacia la tierra prometida por los dioses.
9 Mercurio vuela hasta Cartago y le transmite la voluntad de Júpiter a Eneas mientras este
se encuentra echando los cimientos de las fortalezas y de las casas de la nueva ciudad.
10 Una vez escuchado el mensaje, Eneas le dice a sus compañeros que preparen las naves
sin que Dido se entere. Sin embargo, el rumor de la partida llega a los oídos de la reina y
luego interpela con duros reclamos a Eneas por su abandono. Finalmente Dido es llevada
por las doncellas al palacio.
11Eneas y sus compañeros desencallan las naves de la playa y se los ve salir en tropel de la
ciudad mientras que Dido los ve desde su palacio sumida en una profunda tristeza.
12 Dido le pide a su hermana Ana que hable con Eneas para que postergue su viaje y
calmar su delirio pero él se niega.
13 Dido planea como suicidarse y le dice a su hermana que encienda una pira para echar las
pertenencias que Eneas dejó en el palacio como parte de un ritual inspirado por una
sacerdotisa que sirve para curar el mal de amor.
14 Ana enciende la pira y Dido se para frente a ella conjurando males para Eneas y su
tripulación.
15 Eneas recibe un mensaje de Mercurio mientras duerme advirtiéndole que debe partir
inmediatamente y no esperar hasta el amanecer porque Dido planea maldades terribles
contra él.
16 Al amanecer Dido vio alejarse la armada desde la atalaya y después de revolver mil
injurias contra Eneas decide darse muerte con una espada.
17 Dido agoniza en los brazos de su hermana y Juno compadecida envía a Iris para que
desprenda de lo miembros el alma de la reina.

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