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El presente ensayo presenta algunos elementos del libro “Derechos de la naturaleza”, los cuales,
son importantes para comprender por qué la naturaleza debe ser considerada como sujeto de
derechos; para ello, el autor del libro plantea una definición de naturaleza, unos enfoques de la
misma, la importancia de las políticas públicas y la situación actual. Finalmente, teniendo en cuenta
lo anterior, se plantea la relación del tema con el problema actual de la pandemia del Covid-19.
Definición de naturaleza
El concepto de naturaleza está determinado por unos contextos históricos que según el autor,
permearon las formas de vida de las comunidades desde la antigüedad. Él mismo afirma que
pueblos indígenas como los Incas dieron el nombre de pachamama a la madre naturaleza y la
reconocieron como parte inherente de su entorno, pues de allí sacaban su sustento, podían conversar
con ella y cuidaban cada ser vivo o no vivo. Sin embargo, esta concepción cambió con la llegada
de los europeos a América, pues la naturaleza quedó reducida a un conjunto de recursos naturales
que podían ser aprovechados y explotados en beneficio de los grupos humanos; por lo tanto, este
hecho forjó la idea de que “la naturaleza es externa a los seres humanos” y por ende, “comenzó a
ser entendida como un agregado de componentes que podían ser separados unos de otros,
A partir de este concepto moderno de la naturaleza, el autor plantea tres diferentes enfoques desde
los cuales se han orientado las políticas públicas, el marco legal y los programas económicos que
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han sido el reflejo de cada generación marcada por la disminución de los recursos naturales, que
existían en nuestro planeta hace cientos de años y que hoy solo hacen parte de la historia.
En primer lugar se presenta el enfoque antropocéntrico, en el cual el ser humano es quien controla,
utiliza y protege los ecosistemas; los gobiernos permiten la explotación de recursos mineros, secar
humedales para urbanizar, abrir mega fábricas. Todo con el fin de aportar al desarrollo económico
de una región, desconociendo que la naturaleza es el lugar que habitamos y que debemos cuidar.
El segundo enfoque es el ecocéntrico, en el cual se busca promover el cuidado por unos ecosistemas
que merecen ser resguardados, pero al igual que en el antropocentrismo, la naturaleza es vista como
algo externo al ser humano, no hace parte de su realidad. El autor critica esta concepción en tanto,
no hay una normatividad legal que pueda definir qué entornos son susceptibles de ser explotados
y cuáles pueden ser protegidos. “algunos ecosistemas que poseen baja biodiversidad quedan fuera
de las listas de prioridad de las medidas de conservación, y por lo tanto allí se llevan a cabo
los demás seres que habitan el planeta, “En este caso se defienden valores propios en los seres
vivos, el soporte no vivo, e incluso en los ambientes, paisajes o ecosistemas en general” (Gudynas,
2014).
A partir del enfoque Biocéntrico, países como Ecuador se han dado a la tarea de elaborar una
constitución que incluye los derechos de la naturaleza y promueve el respeto por todos los
elementos que conforman un ecosistema. En donde respirar aire puro es un derecho fundamental,
cuidar las reservas naturales, vigilar y controlar la explotación minera, mitigar el impacto ambiental
de las industrial; y hacer memoria histórica del planeta como Pachamama, han sido pilares para
que otros países de la región trabajen en la transformación de sus leyes con el fin de mitigar los
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impactos ambientales que presenta el entorno a causa de los procesos negativos que generamos
sobre el mismo. De esta forma “las políticas y la gestión ambiental estatal que surgen de esta
La realidad actual
En primera instancia, el análisis del texto nos lleva a entender que en Colombia el medio ambiente
está visto como un derecho colectivo y no como un derecho fundamental, así lo define la
Constitución de 1991 en los artículos 78, 79 y 80; mucho menos es considerado como un sujeto de
derechos.
Por otro lado, la situación actual que se está viviendo por la pandemia del Covid-19 ha permitido
observar cambios positivos a nivel mundial, como el retorno de especies animales a áreas que antes
sólo eran transcurridas por personas y la mejora en la calidad de cuerpos de agua debido a la
disminución del turismo. Esto es una demostración del enfoque Biocentrista, en donde todos sin
distinción hacemos parte de la madre tierra, necesitamos de ella para vivir y así mismo, cada ser
que la habita, genera un impacto que incide de manera global. Además de ello, el tener que estar
en un aislamiento obligatorio nos lleva a replantear nuestro modo de vivir, ya que permite observar
lo que realmente es esencial para subsistir, alejándonos del consumismo; así mismo, crea la
posibilidad de retornar a nuestras costumbres ancestrales, por ejemplo, cultivando nuestros propios
alimentos.
Todo esto, permite concluir que debemos buscar la forma de hacer una transición a la permacultura
para llevar un modo de vida consiente y en armonía con la naturaleza, y que la naturaleza como
sujeto de derechos merece cuidado y respeto, que le hablemos y le reconozcamos como dadora de
vida y de transformar las prácticas cotidianas por un buen vivir, o buenos vivires, como lo refiere
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Gudynas, “La satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y muerte
digna, el amar y ser amado, el florecimiento saludable de todos y todas, en paz y armonía con la
Bibliografía
www.Derechos_de_la_Naturaleza._Etica_biocent.pdf
http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/03/19/ecuador-que-es-el-buen-vivir/