Es importante advertir que el hecho de comprometerse en los términos formales que se han
planteado en los acuerdos internacionales no necesariamente significa un cumplimiento
completo de parte de las entidades nacionales porque ello depende de la naturaleza jurídica y
específica de los compromisos. Esto quiere decir que hay diversas formas de vinculación entre
los acuerdos que asumen los países y la realidad del cumplimiento que realizan.
Los antecedentes de ese esfuerzo internacional se remontan a la década de los años ochenta.
Diversas organizaciones al interior de la ONU dedicadas tanto al auxilio humanitario para
desastres como la extinta Organización para Ayuda en Desastres de la ONU (UNDRO, por sus
siglas en inglés) lo impulsaron.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y los organismos financieros del
grupo del Banco Mundial habían llegado a la conclusión de que los desastres estaban
cobrando formas insostenibles dado que no sólo producían muchos muertos (90% de los
cuales habitaban los países pobres del planeta) y pérdidas cuantiosas, sino que los recursos de
la ONU y sus organismos financieros se canalizaban insosteniblemente para resolver las
etapas de ayuda humanitaria, y para financiar la reconstrucción de los países pobres, con el
agravante de que mucho de esos recursos se desviaban de sus objetivos por la alta corrupción
de los gobernantes y sus correspondientes a nivel local en los países afectados.
Por tanto, las razones que impulsaron el DIRDN estuvieron centradas en dos ámbitos: el
humanitario y el que corresponde a los problemas del desarrollo. No obstante, como también
se encontró que la mayoría de los países frecuentemente asolados por desastres,
sustancialmente los más pobres, no habían adoptado acciones para reducir desastres, el
DIRDN adoptó una visión global de vinculación de fórmulas de organización, financieras,
científico-técnicas y diplomáticas para buscar establecer vías de mejoramiento. El DIRDN, en
sus inicios, se centró en una visión de los desastres enfocada en la ingeniería y en las ciencias
naturales, pero a lo largo del decenio fue tomando formas más cercanas a la realidad de los
desastres cuando análisis de científicos sociales mostraban que los aspectos subyacentes que
explicaban la ocurrencia de tantos desastres y su relación con la pobreza se encontraban en la
noción de vulnerabilidad social. En ese contexto fue innegable esa relación entre pobreza y
desastres, con la certeza de que reducir la pobreza impactaría sensiblemente en la reducción
de los desastres o de la vulnerabilidad a desastres.
Al final del DIRDN, en realidad se habían identificado menos logros en la reducción de
desastres que en la configuración de posibles funcionarios, procedimientos y esquemas de
colaboración internacional, para dar paso a lo que sería la Estrategia Internacional para la
Reducción de Desastres (EIRD), misma que se justificaban como la necesaria continuidad del
propio DIRDN.
La EIRD y otras organizaciones de la ONU convocaron a los países miembros a una reunión en
2005 que se denominó Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres, que se
celebró en Kobe, Japón, de donde habría de surgir un acuerdo, el marco de acción que
suscribieron 168 países, entre ellos México, que se denominó Marco de Acción de Hyogo
(MAH).
Introducir en las políticas públicas los conceptos de prevención y evaluación de riesgos, así
como la manera de enfrentar los desastres o los modos de actuación tras una crisis
Alineamiento con la EIRD para hacer presión para que estos principios se respeten en cinco
áreas prioritarias para la toma de acciones
Aumento de la resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastres para el año
2015 en el contexto del desarrollo sostenible, vinculado a los objetivos de desarrollo del milenio
Reducción considerable de las pérdidas que ocasionan los desastres, tanto en términos de
vidas humanas como en cuanto a los bienes sociales, económicos y ambientales de las
comunidades y los países
El caso de México en relación a sus compromisos con el MAH es muy importante debido a que
las motivaciones manifiestas de esas vinculaciones para nuestro país significan la adhesión a
los propósitos señalados en el MAH que, en síntesis, se pueden observar en el apego al
requerimiento de fomentar la práctica de aseguramiento y el compromiso de desarrollar la
Gestión Integral de Riesgos de Desastres como un enfoque dentro del esquema organizacional
del Sistema Nacional de Protección Civil. Los resultados de esos progresos se pueden
comparar con la siguiente gráfica que ilustra cómo en dos periodos de tiempo (1980-1999 y
2000-2011) se concentra, por un lado un decremento de la mortalidad por desastres, de más
de 10 mil en 1980-99 a poco más de 2 mil en 2000-2011, lo que quiere decir una baja del 21%
en la mortalidad, cosa extremadamente plausible porque con ello se cumple parte de los
compromisos internacionales. Por otra parte, se puede observar un incremento en el monto de
los daños que asciende a un 172%, lo que es notablemente muy alto y requiere de atención
muy urgente.
La gran interrogante: ¿qué tan efectivos han sido esos esfuerzos internacionales?
No se puede negar que han existido avances en muchas aspectos de la reducción de riesgos
de desastres y también en algunos rubros relacionados con el problema de contención de la
pobreza, pero el análisis de los datos nos sugiere, lamentablemente, que no se ha logrado aún
lo propuesto en el conjunto de acciones internacionales.
Recordemos la gráfica Desastres. Tendencias en ocurrencia y víctimas que vimos al inicio del
curso. En ella se aprecia un incremento sensible tanto de desastres como del número de
víctimas para el periodo de 1990-2012, lo cual significa que los esfuerzos internacionales no
han sido suficientes para alcanzar las metas propuestas, o bien, no se logrado alcanzar un
mecanismo eficiente que asegure el cumplimiento de compromisos de los países firmantes, lo
que incluye la necesidad de introducir políticas y acciones para reducir las limitaciones de
recursos de todo tipo que lo impiden.
Por otra parte, el propio contexto mundial mantiene complejidades crecientes, como la
mostrada por el suceso sísmico y tsunami que afectó a Japón el 11 de marzo de 2011.
Recordemos que las instalaciones nucleares de Fukushima resultaron con grandes
afectaciones y que ello conformó un escenario de amenaza global a la seguridad de la
población de muchas partes del planeta porque, al verificarse fuga de material radiactivo que
contaminó tanto el mar como la atmósfera, se convirtió en un problema global. Una de las
reacciones a tales condiciones la presentó el presidente ruso Dimitri Medvedev, quién requirió
del contexto internacional una nueva legislación para prevenir y reducir el impacto de los
desastres similares a la crisis de la planta nuclear en Japón, advirtiendo que el actual derecho
internacional fue ineficaz en situaciones donde "catástrofes toman dimensiones
transfronterizas”.
La Organización de las Naciones Unidas, sus agencias y sus programas, han sido muy
importantes referentes para la cooperación de las organizaciones gubernamentales creadas
para enfrentar desastres de diversos países. Sin embargo, también se han creado otras
organizaciones que vinculan ya sea organismos gubernamentales o asociaciones profesionales
y empresas independientes que, a través del establecimiento de vínculos funcionales, han
logrado desarrollar relaciones de mutuo provecho. Enseguida veremos algunas de ellas.
La Organización Internacional de defensa/protección civil (OIDC, ICDO por sus siglas en inglés)
Esta organización fue creada en 1996, es decir, en medio curso del DIRDN, y tiene por objeto
“el fomento de la cooperación entre sus miembros, con el fin de mejorar la prevención y
protección frente a catástrofes y agrupa actualmente a todos los organismos de protección civil
y defensa civil dependientes de los gobiernos de los países que integran la comunidad
iberoamericana”. Esta es una organización cuyo impulso, como se puede comprender de su
denominación, provino de España, aunque se fundó en Santiago de Chile y su inicio también se
relaciona con la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno (SELA, 2010).
La Asociación Internacional para Preparativos y Respuesta (DERA, por sus siglas en inglés)
La promoción de esta organización señala que abarca muchos países del mundo, entre los que
se encuentran Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico, México, Brasil, Australia, Inglaterra,
Sudáfrica, China y Japón, entre otros. Está compuesta por representantes de gobiernos
nacionales, asociaciones no lucrativas, instituciones educativas, pequeños negocios, gerentes
de desastres profesionales, investigadores y voluntarios.
En el ámbito específico del manejo de emergencias, se puede mencionar las siguientes tres
organizaciones.
Tiene tres tipos de membresías: miembro individual, miembro asociado y miembro estudiante.
En esta organización se encuentran profesionales de organizaciones tales como la Agencia
Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y de la Cruz Roja
estadounidense. Entre sus actividades está la de certificar capacitación en manejo de
emergencias para lo que cuenta con un programa de becas.
Esta organización se fundó en 1991 como una plataforma académica y científica enfocada en
la prevención y respuesta de emergencias. Se estableció en la ciudad de Milán, Italia,
compuesta inicialmente de sesenta expertos y varios consorcios asociados. Colaboraron
estrechamente con la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO, por sus
siglas en inglés).
Argelia, Benín, Burundi, Camerún, Colombia, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Gambia, Guinea,
Honduras, Kenia, Paraguay, Líbano, Macedonia, Madagascar, Malawi, Nueva Zelanda, Nigeria,
Samoa, Senegal, Sudáfrica, entre otros.
1) Concientización de emergencias
2) Prevención de emergencias
3) Respuesta en emergencias