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¿QUIÉN JUEGA?

Una tarde, en los primeros años del nuevo siglo, vuelve a

brillar como antaño la zurda imponente de Ferenck Puskas; la

sabia ubicuidad de Alfredo Di Stéfano; la sorpresa

esperadamente inesperada de Mané Garrincha; el genio total de

Edson Arantes; el virtuoso sacrificio de Bobby Charlton; la

efectiva y elegante conducción de Franz Beckenbauer; el

inteligente despliegue de Johan Cruyff; la maravillosa magia

desequilibrante de Diego Armando Maradona; la incontrolable

fuerza talentosa de Ronaldo Nazario, y las sutiles velocidades

inverosímiles de Lionel Messi.

Unos oscuros visitantes que vinieron de otro mundo, fueron

los rivales de la Tierra. El cronista enviado desde aquel lugar

nos dejó antes del partido el siguiente informe sobre los

insólitos jugadores y su estilo de juego:

“El nuestro es el equipo ideal. Ha mecanizado todas las

armas para impedir que el rival defina, mediante un arquero

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(Leonardo da Vinci) completo en todas sus funciones; instintivo

y razonador por igual, sabe ubicarse, volar y adelantarse a las

jugadas.

“Pero a Leonardo nunca le toca intervenir porque el bloque

defensivo (no la línea de cuatro sino los diez jugadores de

campo), no se desequilibra nunca. ¿Quién puede derribar la

estructura defensiva montada por Miguel Ángel, Dante yBach?.

No hay intento de gambeta, pared o centro que ellos no sepan

controlar, y eso cuando los rivales ocasionalmente logran entrar

al área; porque el fuerte defensivo del equipo está en la marca y

el anticipo para impedir la creación de los contrarios: El juego

destructivo de Picasso, la inquebrantable energía heroica

deBeethoven, y las oscuras sombras con que cubre el campo

Francisco Goya, no permiten a los contrarios dominar ni

avanzar, ni pensar, ni jugar…logrando con eso nuestros genios,

la obtención de la pelota.

“Pero nunca tienen que recuperarla porque nunca la pierden.

¡Y cómo se inspiran con ella Schubert y Mozart, todo creación,

desequilibrio y gol (y cómo los cantan). Las fantasmales

apariciones de las infalibles cabezas de los dos Jorge Luis

Borges (El otro y el mismo), se encargan de completar el cuadro

goleador de este equipo de miedo.

“La pavorosa figura geométrica que forma el esquema táctico

del conjunto,solo la puede explicar Albert Einsten, el técnico.

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“¿De qué le valdrá a la Tierra tener llegada, si encuentra la

puerta cerrada?.Tendrá que oponernos un equipo capaz de

romper el candado del arco (o encontrar la llave), luego de

haber derribado las murallas del área y abierto túneles, dejar

atrás a los cuidadores y en principio, haber obtenido el control

de la pelota. La tendrá sí, todas las veces que nuestro equipo se

la entregue dentro de su arco.”

WILLIAM

SHAKESPEARE

Vittorio Pozzo, el técnico elegido para dirijir el seleccionado

de la tierra, dialogó prolongadamente con sus colegas en los

meses previos al partido.

Con Alberto Suppicci y Juan López, consiguió el secreto de la

garra Uruguaya. Sepp Herberguer y Helmut schoen le explicaron

cómo es posible resucitar después de haber muerto. Vicente

Feola y Aimoré Moreira lo tranquilizaron: “Con esos jugadores y

ese arquerazo duerma tranquilo” le dijeron. Alf Ramsey le

advirtió: “Jamás se le ocurra sacar a Charlton”, se arrepentirá”.

Mario Zagalo, Parreira y Scolari lo ilustraron sobre el tremendo

potencial de un grupo de jugadores goleadores dispuestos en la

retaguardia,

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mientras Cesar Menotti también lo ilustró sobre el tremendo

potencial de un grupo de jugadores goleadores dispuestos al

ataque. Con Enzo Bearzot y Marcello Lippi reafirmó sus

convicciones para aplicar el oportunismo italiano. Carlos

Bilardo lo actualizó en trucos y otros detalles. Franz

Beckenbauer le enseñó como insistir a sus jugadores en la

imperiosa necesidad de no bajar la guardia ni por un instante. El

aporte de Aime Jacquet tenía que ver con la importancia de

aprovechar la experiencia de sus jugadores en la alta

competencia, y el de Vicente del Bosque con la importancia de

transformar la furia en talento. Todos los técnicos de la tierra

querían opinar, pero Pozzo solo atendió a los que habían sido

campeones del mundo, para aplicar con terquedad como era de

esperarse, su propia idea.

No quería saber nada de cuatro cuatro dos o tres cinco uno.

El esquema táctico que utilizó en el gran partido, fue aquel de la

famosa esfera cuyo centro está en todas partes y su

circunferencia en ninguna, con todos y cada uno de sus

jugadores dispuestos a cerrar el arco, amurallar el campo,

anular a los contrarios, quitarles el balón, retenerlo, crear

espacio, superar los obstáculos y definir.

La trinidad arbitral la conformó el Juez Supremo quién, digan

lo que digan los críticos incrédulos, con su omniscencia y su

omnipresencia, realizó un trabajo perfecto, infalible e

irrefutable. Vió todas las jugadas desde todos los ángulos y,

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conociendo los pensamientos más recónditos de cada jugador,

arbitró siguiendo fielmente el “espíritu” de la ley :”Es igual la

realización del hecho que su intento” (Anuló un autogol porque

su autor no había tenido la intención de hacerlo, y un gol porque

el anotador había intentado hacer un pase).

Un grupo de expertos está en este momento estudiando sus

fallos incomprensibles e indiscutibles, que obligaron a los

jugadores a tener solamente, buenos pensamientos.

Y ahora sí, aquí está, contado por el misterioso arquero,

héroe y espectador privilegiado de aquella jornada, aquel

partido inolvidable que cumplió con el sueño de todos los

nostálgicos deseosos de ver noventa minutos de espectáculo,

lujo, creación, arte y drama. Así que, amigo lector, póngale su

mejor voz al relato:

“ En el recuerdo parece infinita la cantidad de imágenes que

se superponen en una sola figura que ocupa toda la cancha. Es

un atleta siempre fuerte, siempre ágil que va y viene estirando

sus extremidades hasta lo inverosímil, agigantándose elástico

para ganar y coservar la pelota, llevándosela velozmente para

dejar atrás a oscuros rivales desconcertados,ideando y

ejecutando combinaciones sensacionales. Es el jugador de

fútbol en diez versiones ideales que se comprenden como si

estuvieran guiados por un solo cerebro.

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“ Increíblemente yo estaba ahí defendiendo el arco de este

equipo imposible.

“Aunque la intención nuestra era llenar de fútbol todo el

campo, al comienzo tomamos una actitud pasiva para observar

a los contrarios, conocer el perfil de cada jugador y coordinar

nuestros movimientos básicos. Esta colocación era solo un

punto de partida (como el balón en el centro del campo,que una

vez puesto en movimiento ya no vuelve a estar ahí) y a medida

que avanzaba el juego, las posiciones fueron cambiando en la

búsqueda por imponer la superioridad:

LEONARDO

BUONARROTI DANTE BACH PICASSO

BEETHOVEN GOYA SHUBERT MOZART BORGES(el otro)

B0RGES (el mismo)

PUSKAS MARADONA PELÉ RONALDO MESSI GARRINCHA

CHARLTON BECKENBAUER DI STÉFANO CRUYFF

( NO ME ACUERDO)

“Pienso en la explosión de fútbol que eran estos jugadores al

llevar el balón, perfilarse para recibir y tocar, cruzarse y rotar

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cortinando para abrir espacio, ganar terreno y desequilibrar

para buscar el gol. Era un sueño.

“Cómo expresar con palabras lo que fue ver enfrentados

como en un espejo a Maradona con Beethoven, a. Messi con

Mozart…En cada mano a mano de jugadores ganaba el que

había sido más ingenioso,pero nunca ninguno pudo repetir ante

el otro la misma maniobra porque éste siempre encontraba la

neutralización. Había que inventar constantemente jugadas

nuevas mientras el partido avanzaba, cada vez más punzantes y

agresivas. Un increíble sentido del equilibrio hacía que nuestros

jugadores se turnaran los ataques para no desequilibrar la

propia estructura defensiva. Ninguno se quedó sin intentar su

gol, pero ese arco estaba cerrado como escribió Shakespeare.

“Leonardo agarró con una sola mano un violento zurdazo a

quemarropa de Puskas y un hermoso cabezaso clavado abajo, al

piso por Pelé. Atajó una espectacular media vuelta de Ronaldo

(cuando se le cayó el zapato como a Leónidas) y un taco de lujo

de Di Stéfano luego de un pase, tambien de taco de Messi quien

en otra jugada, por una vez le ganó al arquero eludiéndolo y

rematando al arco donde Picasso tachó el gol en un cruce

providencial. El humano sueño de volar lo logró Leonardo

cuando sacó un sorprendente chanfle de derecha ejecutado por

Garrincha, y luego otro potente derechazo de Charlton que la

había estado llevando con su zurda de oro. Poco después aquel

genio impenetrable, le quitó de los pies a Cruyff un balón que

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éste había llevado desde la media cancha y otro (o el mismo en

otra jugada) a Maradona que eludió todos los contrarios que

encontró de área a área, y tapó uno más finalmente a

Beckenbauer, después de la enorme pared que le devolvió

Charlton al Kaiser.

“Ésos mismos jugadores se las arreglaron para tapar todos

los caminos hacia mi arco. Prácticamente yo no jugué, fuera de

las veces que le quité la pelota de los pies a Bach, Beethoven y

Schubert; que le saqué los derechazos curvados en definido

trazo a Goya; que le quité de la cabeza el balón a Borges y cogí

un cabezazo de Buonarrotti (Miguel Ángel). Tampoco dejé que

se metiera un zurdazo violento de Picasso, un taco ejecutado

por Mozart (el ejecutado casi soy yo) y una palomita de Dante.

No fue nada aún sumando las salidas a cortar juego al mejor

estilo de los arqueros líberos.(¿será que soy Carrizo, Yashín,

Zamora, Planicka o Gordon Banks?). Como se podrá

comprender, estaba descansado.

“El partido no se limitó a la lucha en los dos arcos El festín de

la media cancha fue notable en la búsqueda del predominio. El

ingenio en las maniobras colectivas para ganar terreno y, lo

importante, superar obstáculos y dejarlos fuera de acción, era

comparable solamente con el ingenio en las maniobras

colectiva para cerrar espacio y obtener el control de la pelota

(ya estoy pensando como shakespeare). Individual y

colectivamente todos jugaron bajo el principio que enunció

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Garrincha con su clásica y relampagueante jugada, exibida en

las canchas del mundo y que traducida en lentas palabras sería

más o menos: -Tengo la pelota y quiero pasar, pero un obstáculo

me lo impide; debo hacer que este haga lo que yo quiero que

haga,que es quitarse, o sea, yo lo quito; yo juego con él; mis

juguetes son la pelota y mi rival; no puedo esperar a que él se

equivoque: yo lo obligo. El hueco para pasar lo abro yo.-

“Es lo mismo siempre. Cuando el goleador enfrenta al

arquero, el atacante al marcador o un ataque completo a la

defensa, es necesario manejar el balón, compañeros y

contrarios para poder hacer el gol. Manejar el balón es

relativamente fácil y acercarse al arco también. Lo difícil es

manejar a los contrarios. ¿cómo sería el cobro de un penal,en el

que once rivales juntos taparan todo el arco?. Las cosas entran

por donde caben. El dolor del perdedor es haber sido juguete del

ganador.

“El otro Borges era el Garrincha de ellos y así intentamos

marcarlo cuando traía el balón: Un defensor lo enfrentaba con

otros dos cubriéndole la espalda (para cerrar el posible paso del

memorioso por la derecha o la izquierda del defensor) a estos

dos los cubrían cuatro, a los cuatro los cubrían ocho…bueno,

esto era posible ya que cada uno de nuestros cracks valía por

dos, y algunos por tres; el que se lesionaba o cansaba, sacaba a

relucir a otro jugador de repuesto en sí mismo y seguía tan

fresco.

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“Ahora me doy cuenta que no soy ni Carrizo, ni Yashín, ni

Zamora, ni Planicka, ni Gordon Banks, ni el Diablo y ni siquiera

el mismísimo René Higuita, porque ellos estaban sentados en el

banco de suplentes al lado de Erico, Obdulio Varela, Meazza,

muñozmorenoperneralabrunaylostau, Corbatta, Kempes (y todo

cuanto argentino mejor futbolista de todos los tiempos se nos

ocurra aparte de Maradona y Messi que estaban en la cancha)

Ademir, Didí, Tostao, Gerson, Jair, Rivelino, en fin, todo Brasil

Mexico 70, todos los Ronaldos, Ronaldones, Ronalditos,

Ronaldetes y Ronaldinhos, Fritz Walter, Uwe Seeler, Overath,

Mathäus, Bobby Moore, Stanley Matheus, George Best, Platiní,

Fontaine, Kopa, Zidane, Masopust, Gento, Eusebio, toda la

Holanda de Alemania 74 y sus señoras más una multitud de

directores técnicos muy conocidos que, observando la trama

escondida del juego, se hacían todos las mismas preguntas…

“Era obvio por qué los visitantes no habían podido hacer el

gol. Pero ¿Por qué nosotros tampoco? ¿Le había faltado a Pelé

la sociedad con Coutinho? ¿a Garrincha los pases de Didí? ¿a

Ronaldo el diálogo con Roberto Carlos y Cafú? ¿le hizo falta

Bobby Moore a Bobby Charlton? ¿Gerard Muller a Beckenbauer?

¿Kopa y Gento a Di stéfano? ¿Xabi e Iniesta a Messi ?¿Van

Hanegem a Cruyff? ¿Czibor, Boszic y Kocsis a Puskas?

¿Burruchaga a Maradona? ¿había que meter Schiaffino o a

Leónidas da Silva?

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“Faltaba la llave y yo la tenía.

“Cuando el juego estaba terminando, ellos parecían tener

previsto todo lo que nosotros intentábamos y nosotros, todo lo

que intentaban ellos. Pero seguíamos luchando sin dejar de

pensar y sin perder la calma, ni darnos por vencidos (o por

empatados) Leonardo, adelantado al tiempo, seguramente

planeó algo parecido a lo que yo logré ejecutar. Pensé que

cuando hubiera un corner a favor, yo iría a buscar el gol; creía

que mi sola presencia atacando, les confundiría las marcas en

el área e incluso que su arquero quedaría desconcertado al ver

llegar al otro arquero a hacerle el gol.

“El corner llegó, pero en contra nuestra cuando mi otro yo

tuvo que desviar una chilena inmisericorde y asesina (ya no

recuerdo de quién); me había distraído imaginando planes

irresponsables.

”Todos tomaron sus posiciones esperando el cobro del

sublime Mozart (el volador Leonardo quería venir a cabecear

pero los compañeros no lo dejaron); ví que la pelota lanzada

(¡cómo le pegó Wolfang!) estaba a mi alcance y aunque Pelé

saltó a cabecear enfrentando al gran Bach en las más elevadas

alturas, yo los superé y cogí el balón en el aire, lo lancé hacia

delante y me fui detrás de él.

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“ Mis compañeros comprendieron la jugada y los contrarios la

temieron; éstos querían acercárseme y trabar, pero aquellos me

rodearon impidiendo que nadie se acercara, haciendo cortinas a

mi avance ; yo cambiaba de pierna, cambiaba de perfil,

amagaba pasar la pelota a un compañero y se la pasaba

redondita a otro que me la devolvía más redonda todavía; no sé

cuanto rato duró la jugada, ni por dónde me fui, pero aguanté el

pique (estaba descansado como si hubiera pasado el rato

leyendo). Terminamos los once con el balón dentro del arco,

luego de haber dejado atrás a los genios. Hasta el juez supremo

se veía asombrado cuando señaló el centro del campo (yo había

planeado un gol diferente y no sé cual validó el árbitro, si el

real, o el que había tenido intención de hacer). Salimos todos

del arco para celebrar el gol, pero de repente, con un poderoso

acorde que pitó la Trinidad, todo se desvaneció y delante de mis

ojos unicamente quedaron estas letras que estoy (usted lector

ahora) acabando de leer.”

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