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| 312 | Gabriela Cristiano Agustín Amigo Orge

de febrero de 2016.
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TRANSICIÓN ENERGÉTICA.
REVISITANDO CONCEPTOS DESDE UN ENFOQUE
GEOPOLÍTICO Y TERRITORIAL DE LA ENERGÍA.
¿TRANSICIÓN O TRANSFORMACIÓN ENERGÉTICA?
Ana Lía del Valle Guerrero1

Introducción

La mayoría de los estudios sobre energía se centran, principalmente, en cuestiones económicas o


técnicas y, son escasos los trabajos realizados desde una perspectiva territorial de la energía, a pesar
que, es en el territorio donde se visibiliza como los procesos globalizadores imprimen nuevas lógicas
en los espacios locales, nacionales y regionales.
En el marco de la propuesta del Seminario respecto a debatir sobre los retos y perspectivas que
impone la transición energética en el mundo y, en especial, en Latinoamérica, el presente trabajo se
propone discutir y reflexionar sobre el uso de diferentes conceptos asociados a la transición ener-
gética global, desde un enfoque geopolítico y territorial de la energía, aplicado en la línea de
investigación del proyecto dirigido por la autora “Geopolítica y Territorio. Procesos territoriales
emergentes en la articulación local-global en América Latina” 2018-2021 y en estudios de posgrado
previos centrados en la Geopolítica de la Energía.
Asimismo, otras investigaciones en diferentes proyectos se realizaron mediante un diálogo entre
diferentes Ciencias Sociales (Economía, Geografía y Geopolítica) que llevaron a generar reflexiones,
fundamentadas en un proceso de integración interdisciplinario, como camino hacía una com-
prensión más profunda de la problemática energética. Este aporte de nuevas miradas al análisis de la
transición energética, a través de un abordaje complejo, interdisciplinario, integral e integrado,
permite reconocer el entramado complejo de relaciones espacializadas de poder a/desde distintas
escalas que se producen entre el territorio y la energía como elementos transversales, a fin de analizar
los procesos subyacentes a las transformaciones que la energía produce en el territorio, cuyos efectos
modifican el dinamismo preexistente.
En este marco, se destacan los aportes de la Geopolítica en general y de la Geopolítica de la energía en
particular, como modelos de análisis alternativos/complementarios en estudios económicos y la

1Departamento de Geografía y Turismo (DGyT), Universidad Nacional del Sur (UNS) Bahía Blanca, Argentina, correo
electrónico: aguerrero@uns.edu.ar.

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consideración del territorio como anclaje territorial y no sólo como enclave productivo pues allí
existen, entre otros, recursos y actores como protagonistas principales.
Los conceptos e ideas sobre los que esta ponencia propone el debate y la reflexión surgen de los
siguientes interrogantes: ¿recurso natural es un concepto social?; ¿renovabilidad, escasez o abun-
dancia de un recurso, son conceptos en sí mismos o son relativos al uso que hace la sociedad?;
¿transición energética o transformación energética?; ¿las energías renovables contaminan o impactan
el ambiente? en este sentido ¿toda transición energética es sustentable?, por último ¿existe una
Geopolítica de las energías renovables?
En relación con la metodología aplicada, para alcanzar estos resultados se adopta la multiescalaridad
como recurso metodológico que permite analizar los actores sociales más allá de una única escala de
acción política. En este sentido, el enfoque escalar es propio de la geografía pero de aplicación
transversal en otras disciplinas. Un análisis multiescalar y transescalar desde un enfoque relacional
postula la necesidad de un estudio integrado y relacional de los procesos a diferentes escalas y sus
efectos sobre el territorio. Este enfoque, se complementa con revisión bibliográfica e interpretación
de datos obtenidos de informes elaborados por organismos internacionales, en relación directa con la
temática analizada, así como prensa escrita y diversos sitios web.

1. Breve marco teórico-metodológico

El marco desde el cual se aborda la investigación corresponde al de la Geopolítica en general, donde


recursos y actores son protagonistas principales, y en particular desde el enfoque propio de la
Geopolítica de la energía.
La Geopolítica es un objeto de estudio dinámico e interdisciplinario que requiere del marco teórico
que le ofrecen las Ciencias Políticas, las Relaciones Internacionales (concepto de poder), la Geografía
(espacio vital), y otras ciencias como la Economía (noción de riqueza y recursos) y la Historia
(concepción de evolución y dinámica) (Dallanegra Pedraza, 2010:16).
La Geopolítica de la Energía por su parte, procura analizar y comprender los conflictos que surgen en
el uso de los recursos energéticos, principalmente petróleo y gas, en función de factores geográficos
asociados a disponibilidad de esos recursos; desarrollo de rutas de transporte marítimas; construcción
de infraestructura de transporte; a los que se suman también factores políticos y económicos
(Hutschenreuter, 2008: 3).
En los últimos años, más allá del petróleo, han sucedido transformaciones en los mercados mundiales
del gas con diferentes características y alcances que permiten hablar en particular de una nueva
geopolítica del gas. Por una parte, algunas transformaciones tuvieron alcance global y estructural con
efectos de largo y mediano plazo, tal el caso del desarrollo del gas natural licuado (GNL) con la
aparición de nuevos consumidores en países emergentes. Por otra parte, el rebrote del nacionalismo
energético y la revolución del shale gas, con su impacto en el sistema energético global, fueron
transformaciones de naturaleza geopolítica con consecuencias más abruptas y disruptivas.
En este marco, la geopolítica de la energía se orienta hacia el estudio de las consecuencias de la
denominada revolución del shale gas y el uso de los recursos no convencionales, remarcando la
importancia del gas como combustible puente hacia el uso de los recursos renovables, dejando de
lado hasta ahora la exploración de los potenciales efectos geopolíticos de la transición hacia fuentes
de energía renovables, como las energías eólica y solar que ya proporcionan el 6% de la generación
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eléctrica global frente al 0,2% en el año 2000. El reconocimiento de estos cambios lleva a hablar de
una transición energética dual.
Además, se agrega el análisis desde una perspectiva territorial de la energía, que permite un
conocimiento más integral de la cuestión energética al reconocer la interacción entre aquellos
espacios organizados en función de las lógicas dominantes y los espacios locales/nacionales/re-
gionales cargados de especificidades propias con conflictos que se entienden y adquieren significado a
partir de la trayectoria histórica de los territorios concretos y de los individuos que los habitan.
En este contexto, se adopta la multiescalaridad como recurso metodológico que permite analizar los
actores sociales más allá de una única escala de acción política. El enfoque escalar considera a las
escalas como arenas de movilización de poder, que implica superar la dicotomía local-global y
proponer un estudio más amplio y flexible en relación con las cambiantes geografías del poder en la
actualidad. Se considera que tanto el poder como el capital son flujos que necesitan un “anclaje
territorial” para reproducirse ya que los procesos económicos se desarrollan en el espacio de modo
desigual. De este modo, la escala es una construcción social que para convertirse en un anclaje
territorial espacio-temporal, necesita un grupo de personas que movilicen su poder alrededor de un
espacio.
Así, la escala como constructo social y de relaciones de poder, implica considerar que las mismas no
existen previamente a la interacción social, sino que son la propia expresión de las relaciones entre
actores sociales que involucran, inevitablemente, relaciones asimétricas de poder donde ciertos
actores se movilizan alrededor de un espacio definiendo sus objetivos y estrategias (Guerrero, 2016
sobre la base de González, 2010). Se reafirma así que es en el territorio donde se visibiliza como los
procesos globalizadores imprimen nuevas lógicas en el espacio.

2. Recurso natural: estático, dinámico, social

Previo a comenzar a discutir la transición energética actual es necesario revisitar algunos conceptos
de base, tal el caso de los conceptos de recurso natural, escasez y abundancia, a partir de las preguntas
¿el recurso natural es un concepto social? ¿renovabilidad, escasez o abundancia de un recurso, son
conceptos en sí mismos o son relativos al uso que hace la sociedad de los mismos? Para ello, es
necesario primero definir desde que enfoque se conceptualiza Recurso Natural.
Este admite al menos dos formas de análisis, la primera y, más difundida, es la que vincula fuentes y
funciones relacionadas con su renovabilidad. La clasificación tradicional o estática, divide a los
recursos en renovables y no renovables. La clasificación dinámica, de menor difusión adquiere —en
ámbitos académicos— mayor relevancia puesto que analiza los recursos en función de uso y valora
tanto la variedad de funciones como las variedades de usos de un recurso (Guerrero, 2007; Guerrero,
2016).
En este marco, un recurso natural abordado desde un enfoque estático, considera recurso a todo
elemento de la naturaleza que el hombre encuentra en su medio natural y utiliza para satisfacer sus
necesidades; el enfoque dinámico, más adecuado a la postura asumida en esta ponencia, sostiene que
un recurso natural es aquel que sirve a los mismos fines pero sufre variaciones en el devenir histórico
debido a que su valoración la realiza “una sociedad determinada —con su bagaje técnico, su es-
tructura económica y social y sus relaciones con otras sociedades— en un cierto momento de su
historia” (Prudkin, 1994: 5).
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Es decir, se considera al recurso como un concepto social cuyo uso no depende de la posesión del
mismo, sino de las condiciones propias de cada sociedad —económica, tecnológica— en cada
momento histórico que hacen posible su apropiación. Por ello, un recurso puede ser técnicamente
recuperable y económicamente viable para una sociedad, mientras que para otra sociedad —en el
mismo momento histórico— puede ser sólo un elemento de su medio natural al que no tiene acceso
por sus carencias técnicas/económicas (Guerrero, 2016).
Además, la Economía incorpora la dimensión ambiental al manejo de los recursos y la consideración
simultánea de las condiciones naturales y sociales como base explicativa de los modos de producción.
Por ello, el análisis del concepto de escasez, es definido en función no física, sino de valores y pautas
de consumo, mientras que el análisis de los conceptos de renovabilidad de los recursos, es función de
la racionalidad en la gestión de los mismos (Morello, 1983: 27). En este contexto, la racionalidad so-
cial dominante en los diferentes períodos históricos, define los productos y funciones a ser consi-
derados recursos por esa sociedad de acuerdo con el bagaje tecnológico de cada época y la energía es
un medio fundamental en la satisfacción de esas necesidades (Guerrero, 2016: 41).
En consecuencia, se desprende que, el concepto de renovabilidad, así como el de escasez o abun-
dancia de un recurso, son conceptos relativos al uso que una sociedad hace de los mismos. Por otra
parte, se advierte que existen diferencias en la relación población /recurso de una región a otra, de un
país a otro, no sólo por una distribución espacial irregular de los recursos, sino también porque los
patrones de consumo difieren debido a que las poblaciones han alcanzado niveles distintos, de
satisfacción de sus necesidades o desarrollo tecnológico, que le permitan acceder o no al recurso. Por
último, desde el punto de vista geopolítico y estratégico, adquieren relevancia las relaciones de poder
entre los Estados involucrados y las decisiones políticas de uso de los recursos.
En síntesis, es importante no sólo contar con los recursos naturales, sino también conocer el valor
que otorga a tales recursos una sociedad, así como las posibilidades concretas que tiene para ex-
plotarlos o las decisiones políticas de uso de los mismos que se basan muchas veces, más en
decisiones políticas que en evaluaciones económicas.

3. ¿Transición energética o transformación energética?

En el caso de la energía los recursos utilizados para generarla han variado a lo largo del tiempo a
través de las denominadas transiciones energéticas, que se desarrollan durante largos períodos de
tiempo —40 a 130 años— y se relacionan con la transición de una economía con una fuente do-
minante de energía y su correspondiente tecnología a otra (Fouquet, 2012: 3).
Sin embargo, también es importante destacar la diferente duración entre países para concretar el
proceso. Fouquet expone el caso de Estados Unidos, donde la transición de la biomasa al carbón y
luego al petróleo, fue mucho más rápida (décadas en lugar de siglos) mientras que, para el Reino
Unido, el mismo proceso fue de mayor duración. Lo mismo sucede respecto al uso de recursos no
convencionales entre Estados Unidos, que desarrolló la tecnología del fracking y adquirió experiencia
para poner en valor sus recursos y, el resto de los países que poseen recursos, pero no tecnología.
En la actualidad, la incertidumbre es el escenario de la transición energética contemporánea, ya que
no es el cambio de una sola fuente de energía a otra, sino que se da un crecimiento simultáneo de la
participación tanto del gas como de las energías renovables en la matriz energética. En este sentido,
Spencer Dale, en el informe Bp 2019, sostiene que el mundo de la energía está cambiando, el 85% del
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crecimiento de la demanda mundial de energía se cubre con energía renovable y con gas. Ambas re-
presentan la mayor parte del crecimiento de la energía primaria, de allí que, en este momento, a
diferencia de otros tiempos, se habla de una “transición energética dual”.
En principio, la actual transición energética muestra una tendencia hacia el uso del gas como
combustible puente hasta tanto se desarrollen a mayor escala las energías renovables. El gas es un
bien sustituto, menos contaminante que el carbón y más abundante y de menor precio que el
petróleo, con un significativo crecimiento en su producción y consumo, principalmente, a partir del
uso de recursos no convencionales como el shale gas. Así, se busca alcanzar escenarios de des-
carbonización enfrentando ese doble desafío, de consumir más y contaminar menos.
En este escenario, tanto Estados Unidos como China son los países que más han impulsado los
cambios en el mix energético, representan el 80% de la revisión a la baja del consumo global de
carbón y el 70% del crecimiento global del consumo de gas como sustituto del carbón (Bp2019).
Ejemplo de ello es que las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos son las más
bajas desde el año1991 y un 13% menor a los niveles del año 2005. Sin embargo, a pesar de estas
mejoras, el 80% de su matriz energética primaria está compuesta por combustibles fósiles, aunque el
gas va ganando terreno sobre el carbón.
Estos cambios en el uso de los recursos implican un cambio no solo del orden energético sino
también del orden geopolítico. En el siglo XXI, la transición energética incluye transformaciones
mundiales en materia de nuevos yacimientos, nuevos recursos y nuevas técnicas de extracción de los
recursos no convencionales, que siguen determinando las relaciones de poder entre los Estados
(Guerrero, 2016). En relación con las energías renovables, estas crecen en forma simultánea con los
recursos no convencionales y según distintos escenarios (IRENA 2018, Bp 2019, IEA-WEO, 2018) se
convierten en la mayor fuente de generación eléctrica a nivel mundial en el año 2040.
En los escenarios propuestos en el informe Bp 2019, el escenario base denominado Evolving Transi-
tion, muestra que la demanda mundial de energía crecerá en alrededor de un tercio para el año 2040,
con una tasa de crecimiento significativamente más lenta que en los 20 años anteriores. Asumiendo
que las políticas gubernamentales, las tecnologías y las preferencias sociales evolucionan de manera y
velocidad similares al pasado reciente, se observa desde una visión prospectiva, un rápido crecimiento
en las economías en desarrollo (India, China y en el resto de Asia), que eleva la demanda mundial de
energía un tercio más.
Por otra parte, el ritmo al que la energía renovable penetra en el sistema energético global es más
rápido que el de cualquier otro combustible en la historia. Sin embargo, las emisiones globales de CO2
continúan aumentando, lo que indica la necesidad de un exigente conjunto de acciones políticas
integrales para lograr una reducción sustancial de las emisiones de carbono (Bp 2019).En este marco,
los cambios de civilización energética por los que ha atravesado la humanidad han implicado no sólo
la disponibilidad de una nueva fuente de energía, sino también un uso más eficiente de las ya
existentes, lo cual requiere la aplicación de políticas de ahorro y eficiencia energética.
Asimismo, según otros informes también las energías renovables, en combinación con la eficiencia
energética, ahora forman la vanguardia de una transición energética global de gran alcance gracias a
los avances tecnológicos y los costos decrecientes que han favorecido la penetración de las energías
renovables en la matriz energética global y regional. Sin embargo, para otros analistas la actual tran-
sición energética tiene la particularidad, que la tendencia no es hacia una fuente de energía
dominante sino hacía la conformación de una matriz energética muy diversificada. El peso de
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distintos recursos está repartido en porcentajes similares: 25% petróleo, 35% gas, 25% renovables
(eólica y solar) y 25% otros como energía hidroeléctrica y nuclear (Bp 2019).
Otra posición es la que presenta el informe Ren21 del año 2018, que sostiene que estamos pasando de
una transición eléctrica a una transición energética y resalta, en particular, que es un cambio sectorial
puesto que, donde más se observa el incremento del uso de las energías renovables, es en el sector
eléctrico. Allí sostiene que del 100% del consumo de energía, el 48% se utiliza para enfriamiento y
calefacción, donde las energías renovables solo representan el 10% de la producción; en el caso del
sector transporte —que representa el 32% del consumo— solo el 3 % proviene de fuentes renovables y
el sector dirigido a generar electricidad —que representa un consumo del 20%— es donde el 25% de
la generación proviene de fuentes renovables de energía. De allí la idea de una transición eléctrica.
Una tercera posición, es la propuesta en el informe de IRENA 2019, quién a través de la Global
Commission on the Geopolitics of Energy Transformation, generó un informe que remarca que no es
solo un cambio de un combustible a otro, como se produjo en las anteriores transiciones energéticas,
sino que son diferentes combustibles en uso incorporándose a diferentes sectores y a diferentes
velocidades, en cada país o región, motivo por el cual es una transformación mucho más profunda y
compleja del sistema energético global, que tendrá implicaciones sociales, económicas y políticas que
van más allá del sector energético en particular. En este sentido, el término “transformación ener-
gética” contiene estas implicaciones más amplias que implica un escenario más complejo e integrado
que la sola transición energética. Asumir el análisis del sistema energético desde esta perspectiva,
implica un desafío analítico de mayor alcance y complejidad.
En este marco, se puede sostener que la velocidad de la transformación energética es incierta, debido
a la complejidad de los sistemas de energía, por ello existen tantos escenarios sobre el futuro de la
energía como pronosticadores. Sin embargo, los diferentes escenarios modelan un futuro energético
compatible con los objetivos del Acuerdo de París y tienen una estructura similar: un pico a corto
plazo en la demanda de combustibles fósiles alrededor del año 2025 seguido por un largo descenso en
la demanda de combustibles fósiles junto a una rápida captación de energías renovables.
En síntesis, la transformación energética global se caracteriza principalmente por un rápido cre-
cimiento de las energías renovables, en particular de la energía solar y la eólica, mientras que —el
petróleo, el gas y el carbón— se verán afectados de manera diferente porque la transición energética
tiene características distintas y estos combustibles se utilizan en una gran variedad de sectores.
En este sentido, en los escenarios de descarbonización se observa una disminución del consumo de
carbón junto al incremento del consumo del gas, principalmente dirigido a generar electricidad y, en
algunos casos, también utilizado en el transporte como gas natural comprimido (GNC), o para
transporte en estado líquido, como gas natural licuado (GNL) y, el petróleo acotado al uso como
combustible vehicular o para su transformación en la industria.
Estas dinámicas hacen que el estudio de las energías renovables, sea dependiente de un contexto
geoeconómico y geopolítico más amplio y, por lo tanto, es difícil de analizar por el número de va-
riables que entran en juego. Sin embargo, una realidad incuestionable es que llegará el momento en
que los hidrocarburos, en tanto recursos no renovables, se agoten y la transición hacia las energías
renovables sea una realidad que se deberá enfrentar.
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4. ¿Las energías renovables contaminan o impactan el ambiente? ¿La actual transición energética
es sustentable?

Para responder estos interrogantes cabe reconocer que, el acceso a las formas modernas de energía
como la eólica o la solar es uno de las condiciones previas para lograr un desarrollo sostenible.
Históricamente, como ya se mencionó, el sistema energético ha pasado por varias transiciones
energéticas mediante cambios en las fuentes de energía dominantes (de la madera al carbón y del
carbón al petróleo). Actualmente, las características de la transición energética pueden conducir a
diferentes tipos de transiciones y la pregunta más frecuente es el ritmo que tomará la transición hacia
fuentes renovables, si consistirá en un cambio estructural rápido o si seguirá una trayectoria más
gradual y suave que permita, en primer lugar, la descarbonización del sistema energético global en las
próximas décadas. De este planteo surge la pregunta si ¿las energías renovables contaminan o im-
pactan el ambiente? y si ¿la actual transición energética es sustentable?
Las energías renovables nacieron como una alternativa inagotable a las energías no renovables, como
son los combustibles fósiles carbón, petróleo y gas, que pueden agotarse. Sin embargo, ello no sig-
nifica que sean energías limpias. Las fuentes renovables son un buen sustituto de las energías no
renovables porqué su impacto es menor, pero aun así pueden llegar a ser contaminantes. Se toman
tres ejemplos de las fuentes más utilizadas: energía eólica, energía solar y energía hidráulica para
analizar La posibilidad de contaminación o impacto ambiental que, por lo tanto, cuestionaría su
sustentabilidad.
En relación con el uso de la energía eólica, se señala que los parques eólicos utilizan la energía del
viento y desde el punto de vista ambiental, afectan al entorno y producen contaminación visual en
paisajes; pueden convertirse en trampas para aves que mueren en sus aspas. Asimismo, la erosión
como consecuencia de los trabajos de construcción, implica posible pérdida de flora, debido al
movimiento de tierras para generar accesos al lugar y cimentación tanto a los aerogeneradores como
a edificios de control. También se debe considerar los límites aceptables de ruido generado por las
aeroturbinas —aunque esta desventaja se ha reducido al mínimo gracias a los avances en ingeniería—
así como la distancia mínima de la ubicación respecto a poblaciones o recursos naturales protegidos.
Por otra parte, desde el punto de vista económico, dado que los parques eólicos se ubican lejos de los
puntos de consumo, requieren la instalación de una infraestructura de transporte que conlleva pér-
dida de energía. A ello se suma, considerar que, si la densidad energética del viento es baja, exige una
elevada cantidad de aerogeneradores para utilizarla como fuente de energía. En síntesis, aunque sea
una energía barata y fácil de obtener, se necesita una gran suma de aerogeneradores funcionando al
mismo tiempo para que pueda ser rentable, recordando que su vida útil se estima en unos 25 a 30
años.
No obstante, estos problemas pueden manejarse y minimizarse a través de una adecuada planifi-
cación, que considere que las áreas naturales protegidas o sitios donde Ia fragilidad ecológica del
territorio sea alta, se prohíba el desarrollo de estos complejos. Además, también las consecuencias
nocivas de estas acciones pueden combatirse a través de un programa posterior de restauración de la
cobertura vegetal una vez que se retiran los molinos. Por otro lado, si no están bien planificados, los
parques eólicos contribuyen a Ia desaparición de Ia fauna, especialmente de las aves.
En relación con el uso de la energía solar, desde el punto de vista ambiental, los paneles solares tienen
un gran impacto visual en el paisaje cuando se emplean para producir electricidad a gran escala, ya
que ocupan grandes extensiones, este impacto también es visible en las cubiertas de los edificios con
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paneles instalados, aunque en menor medida. Por otro lado, los paneles se fabrican con materiales
que deben tratarse como residuos peligrosos al final de su vida útil (contenido de silicio, plomo).
Si bien la energía solar sin duda es menos contaminante que los combustibles fósiles, existen algunos
problemas asociados a la fabricación de los paneles solares, en relación con las emisiones de gases de
efecto invernadero, como el trifluroide de nitrógeno y el hexafluoruro de azufre que se emplean en la
producción de paneles solares, estos son gases son más potentes y con mayor impacto en el calen-
tamiento global, en comparación con el dióxido de carbono. Asimismo, la instalación de paneles
solares requiere espacio y a veces, se comete el error de convertir tierra cultivable en una extensión de
paneles solares.
La energía del sol es sostenible si explota superficies que de otro modo serían inútiles, como la tierra
no cultivable o el techo de las casas, mientras que puede ser perjudicial si les quita espacio a los
cultivos. Por último, debe considerarse que a menos horas de luz menos energía se genera, por lo cual
la producción de energía es mucho menor en invierno que en verano. Esto implica que, en determi-
nadas épocas del año, es necesario completar la producción de energía con otros combustibles.
Desde el punto de vista económico, la instalación de paneles solares supone una gran inversión
inicial. Aunque el período de vida de las instalaciones se estima en 25 años, se necesitan por lo menos
10 a 15 años para recuperar el coste inicial. Además, las instalaciones necesitan de un mantenimiento
periódico adecuado para que funcionen correctamente. En el caso de utilización de la energía solar
fotovoltaica, el precio del kW/h generado es más alto que mediante otras tecnologías. Por último, las
zonas de mayor radiación solar muchas veces son lugares desérticos, alejados de las áreas de consumo
y ciertas celdas solares de película delgada que se basan en teluro de cadmio (CdTe) o indio seleniuro
de cobre de galio (CIGS) requieren estos materiales son caros y escasos en la naturaleza.
En relación con el uso de la energía hidráulica, también es objeto de críticas en relación con su
sustentabilidad puesto que las grandes represas que la producen implican a veces desplazar a pueblos
completos de sus territorios, con la pérdida de identidad que ello implica, también alteran el curso de
los ríos; perjudican varios ecosistemas simultáneamente, se produce pérdida en la biodiversidad de la
zona; pueden generar pérdida de valor paisajístico y se genera gas metano si la materia vegetal no se
retira. Además, la presunta “neutralidad climática” de estas represas aún está en discusión.
Sin embargo, más allá de estas observaciones, también cabe reconocer que las energías renovables
ofrecen a las economías en desarrollo la oportunidad de saltar etapas de la transición energética,
pasando de leña o carbón, al uso descentralizado de las modernas energías renovables como la eólica
y la solar.
Por último, como sostiene el informe IRENA, 2019, lo más importante es que las energías renovables
mejoran el bienestar humano en formas que no son capturadas por las estadísticas del PIB. Diseñadas
adecuadamente, pueden aplicarse para promover la justicia social y el bienestar humano, fomentar el
empoderamiento y la generación de riqueza local, contribuir a un clima más seguro, mejorar la salud
pública y promover la igualdad de género y las oportunidades educativas. La adopción de energías
renovables facilitará no solo alcanzar el objetivo relacionado con el acceso universal a una energía
asequible y limpia, sino también impactará en otros objetivos del Desarrollo Sostenible.
En conclusión, se puede afirmar que, la transición energética es sustentable si se minimizan los obs-
táculos y desventajas señalados. Su desarrollo generará considerables beneficios y oportunidades para
los países en desarrollo, a la vez que fortalecerá la seguridad energética y la independencia energética
de la mayoría de los países contribuyendo a promover la prosperidad mediante la creación de empleo
y mejora en la sostenibilidad y equidad social a través de la inclusión energética.
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5. ¿Existe una geopolítica de las energías renovables?

Hasta el momento la forma en que se entrecruza la energía y la geopolítica se ha centrado en los


combustibles fósiles, acerca de cuya importancia geopolítica nadie pone en discusión. Sin embargo, el
importante incremento en la producción y consumo de energías renovables, como una parte
creciente de la combinación de recursos de la matriz energética global, también podría tener
implicaciones significativas para la geopolítica en general y para la geopolítica de la energía en
particular. En relación con la existencia de una geopolítica de las energías renovables aún se pone en
discusión su existencia y por ello se desarrollan en este apartado algunas perspectivas en relación con
las mismas.
El cambio actual hacia una mayor participación de las energías renovables en la matriz energética
global incluirá tanto oportunidades como retos. Por una parte, un sistema energético global do-
minado a largo plazo por energías renovables sería más estable y pacífico que uno dominado por
combustibles fósiles y tecnología nuclear. En este sentido, si bien todos los escenarios analizados
prevén el crecimiento de la energía renovable, ninguno anticipa una revolución en la que el uso de
energía renovable supere el consumo de cualquiera de los combustibles fósiles en las próximas
décadas. Este crecimiento en el uso de las energías renovables puede traer también nuevas incer-
tidumbres ya que se crean nuevos mercados que aún son desconocidos en relación con el bien
conocido mercado petrolero. A ello se suma también, la incertidumbre tecnológica ya que el desa-
rrollo de las energías renovables implica el uso de varios tipos de fuentes de energía diferentes en
cuanto a generación, transporte y almacenamiento.
En este marco, la respuesta afirmativa a la existencia de una geopolítica de las energías renovables
surge de la lectura de diferentes textos en relación con este tema: Klare (2008); Rothkopf (2009);
Criekemans (2011); Scholten y Bosman (2013, 2016); Guerrero (2014); Pascual (2015); O’Sullivan,
Overland y Sandalow (2017); Goldthau, Keim y Westphal (2018) y IRENA (2019).
En un trabajo previo se revisaron antecedentes sobre la Geopolítica de las energías renovables que
aquí se exponen brevemente (Guerrero, 2014). Un estudio pionero fue el realizado por el Dr. David
Criekemans (2011) de la Universidad de Amberes, quién planteaba ¿cómo afectará a la visión
geopolítica de la energía el desarrollo cada vez mayor de las energías renovables? y sí ¿la geopolítica
de la energía renovable es diferente o similar en comparación con la geopolítica de la energía
convencional? La respuesta a esta pregunta parece ser un mix entre ambos, por un lado, la respuesta
podría ser que es potencialmente diferente, puesto que la energía renovable se encuentra más descen-
tralizada en la naturaleza en comparación con la energía convencional que se encuentra concentrada
en determinadas áreas del planeta.
Sin embargo, algunos países como China, Alemania o Estados Unidos ya tienen ventaja en el desa-
rrollo de estas energías y en el porcentaje que representan en su matriz energética, con lo cual ya se
diferencian del resto de los países y se convierten en futuros actores centrales, posicionándose
geopolíticamente por el mayor desarrollo tecnológico alcanzado, a pesar que la posibilidad de desa-
rrollo es común a todos los países. En este sentido, también puede surgir una diferencia en cuanto a
quiénes lograrán mantener su posición de privilegio y quiénes perderán injerencia en el mundo
global de la energía. Medio Oriente tal vez sea uno de los más afectados.
Por otro lado, la respuesta también podría ser que la situación geopolítica de las energías renovables
es similar a la de las energías convencionales, puesto que pueden presentar problemas de seguridad y
dependencia del desarrollo tecnológico de otros países. En este sentido, Rothkopf (2009) escribió
acerca de las crisis geopolíticas verdes que surgen a partir de limitaciones geotécnicas, puesto que uno
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de los principales problemas que enfrentan los países, se refiere a la cuestión de los materiales de
tierras raras que necesita esta tecnología; también pueden aparecer guerras comerciales verdes
derivadas de las disposiciones que adoptan los países desarrollados para erigir barreras comerciales
hacía aquellos que no adoptan medidas para limitar las emisiones. En consecuencia, se buscan países
con menor protección del ambiente o con normativas más laxas, con el fin de obtener una ventaja
competitiva injusta como en el caso de China; o en el denominado proteccionismo verde que afecta a
los países emergentes por normas impuestas por los países desarrollados, como el acceso de bio-
combustibles a Europa sobre la base de una serie de normas ambientales, lo cual produce tensiones
internacionales entre países desarrollados y emergentes.
En el año 2019, la Agencia Internacional de Energías Renovables (International Renewable Energy
Agency-IRENA), con el apoyo de los gobiernos de Alemania, Noruega y Emiratos Árabes Unidos creo
una Comisión Global (Global Commission on the Geopolitics of Energy Transformation, IRENA
2019) para investigar acerca de la Geopolítica de la Transformación Energética y generó, luego de 10
meses de trabajo, un informe publicado en enero del año 2019, denominado, “Un nuevo mundo. La
Geopolítica de la Trasformación energética” donde analiza las implicancias geopolíticas de una
transformación energética global encabezada por las energías renovables, donde propone un es-
cenario más complejo e integrado que la sola transición energética. El informe sostiene que la nueva
realidad geopolítica que está tomando forma será fundamentalmente diferente del mapa con-
vencional de la geopolítica de la energía que ha sido dominante durante más de cien años, con una
matriz energética dependiente de los combustibles fósiles.
A su vez, el crecimiento en el uso de las energías renovables también será un poderoso vehículo de
democratización porque permiten descentralizar el suministro de energía y empoderar a los ciudada-
nos, las comunidades locales y las ciudades. El ritmo de la transformación energética probablemente
progrese a diferentes velocidades en cada país y en cada sector. Este informe señala también tres
aspectos principales que caracterizan y sustentan esta transición: la eficiencia energética, que permite
el crecimiento económico con menores insumos de energía; el crecimiento de las energías renovables,
que como se señaló se han convertido en la fuente de energía de más rápido crecimiento en la historia
y la electrificación, mediante el uso de la energía solar y eólica como base de la denominada
transición eléctrica.
Desde la geopolítica de la energía, se puede afirmar que, en la medida que el incremento en el uso de
las energías renovables reduzca la demanda de petróleo y gas, ello también podría tener posibles
implicaciones geopolíticas complejas. Por un lado, si el petróleo y el gas pierden su dominio en el mix
energético, los petroestados perderán el acceso a las altas rentas asociadas lo cual puede generar con-
flictos internos en estos países. Los países exportadores de combustibles fósiles pueden enfrentar
inestabilidad si no se reinventan para una nueva era energética; también un rápido alejamiento de los
combustibles fósiles podría crear un choque financiero con consecuencias significativas para la
economía mundial, los trabajadores y las comunidades que dependen de los combustibles fósiles
pueden verse afectados negativamente.
Por otro lado, la transformación impulsada por las energías renovables podría traer cambios radicales
en su alcance e impacto: podría crear un mayor comercio transfronterizo de electricidad, lo cual
implica a su vez vulnerabilidades geopolíticas para los países importadores de electricidad. Surgen así
nuevas dependencias asimétricas entre los principales productores y consumidores de energías reno-
vables. Además, las tecnologías de energía renovable pueden conducir simultáneamente, a una mayor
interconexión eléctrica entre países, a la vez que a una generación de energía distribuida más ex-
tendida internamente y con mayor desarrollo de mercados regionales.
Transición energética. Revisitando conceptos desde un enfoque geopolítico y territorial de la energía... | 323 |

Una mayor interconexión eléctrica podría aumentar también la interdependencia entre los países
reduciendo los riesgos de conflictos, pero al mismo tiempo, afecta la vulnerabilidad de las redes
eléctricas a los ciberataques. Por último, un efecto positivo es que la reducción de emisiones de gases
de efecto invernadero como resultado debería reducir el riesgo de conflictos e inestabilidad derivados
de un incremento de las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, pueden surgir conflictos
por los recursos necesarios para la producción de infraestructura y equipamiento de energías
renovables provocando nuevas dependencias asimétricas entre los principales productores y con-
sumidores. En este sentido, los elementos de tierras raras son ampliamente utilizados en tecnologías
de energía limpia, incluidos paneles solares y turbinas eólicas.
Aunque estos elementos se encuentran en muchos países del mundo, generalmente se encuentran en
concentraciones diluidas y a menudo son difíciles de extraer. Hoy en día, casi toda la minería, la
producción y el procesamiento de elementos de tierras raras tienen lugar en China, lo cual favorece el
liderazgo de este país en el desarrollo de tecnologías renovables, sumado a la posesión de los recursos
necesarios para su producción y, por lo tanto, lo posiciona como un futuro actor central en la
Geopolítica de la Energía. En este contexto, los países deben prepararse para los cambios futuros y
desarrollar estrategias para enfrentar los nuevos desafíos que estas energías les imponen.

Reflexiones finales

Luego de desarrollar las diferentes cuestiones propuestas para el debate surgen las siguientes res-
puestas y reflexiones.
En relación con la cuestión de la ¿renovabilidad, escasez o abundancia de un recurso, son conceptos
en sí mismos o si son relativos al uso que hace la sociedad? Se observa que el concepto de
renovabilidad, así como el de escasez o abundancia de un recurso, son conceptos relativos al uso que
una sociedad hace de los mismos. Además, se resalta que es importante no sólo contar con los
recursos naturales, sino conocer el valor que otorga a tales recursos una sociedad, así como las
posibilidades concretas que tiene para explotarlos. Sumado a reconocer que las decisiones de uso de
los recursos energéticos se basan muchas veces, más en decisiones políticas que en evaluaciones
económicas.
En relación con la pregunta, ¿transición energética o transformación energética? se señala que la
transición energética que se está produciendo es una transición energética dual —continua y
simultánea— dónde junto al incremento en la producción y consumo de gas, convencional y no
convencional, se produce el crecimiento del uso de las energías renovables. Además, cabe aclarar que
se resalta como dentro de esa transición, el mayor cambio se da en el sector eléctrico, motivo por el
cual algunos informes hablan de una transición eléctrica y se destaca la diferente velocidad con la cual
se incorporan los cambios en los distintos sectores, países y regiones.
La actual transición energética tiene la característica de no ser solo un cambio de un combustible a
otro, como se produjo en las anteriores transiciones, sino diferentes combustibles en uso incor-
porándose a diferentes sectores y a diferentes velocidades, en cada país o región. Por ello, se considera
que es una transformación mucho más profunda y compleja del sistema energético global, la cual
tendrá implicaciones sociales, económicas y políticas que van más allá del sector energético en
particular. En este sentido, el término “transformación energética” contiene estas implicaciones más
amplias que implica un escenario más complejo e integrado que la sola transición energética.
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Una tercera cuestión fue discutir si ¿las energías renovables contaminan o impactan el ambiente? y si
¿toda transición energética es sustentable? En principio, para responder estos interrogantes cabe
reconocer que, el acceso a las formas modernas de energía como la eólica o la solar es uno de las
condiciones previas para lograr un desarrollo sostenible Sin embargo, más allá de las desventajas y
perjuicios analizados para la energía eólica, solar e hidráulica, cabe reconocer que las energías
renovables ofrecen a las economías en desarrollo la oportunidad de saltar etapas de la transición
energética pasando de leña o carbón al uso descentralizado de las modernas energías renovables
como la eólica y la solar. A pesar de los efectos negativos que puede provocar, la transformación de la
energía finalmente llevará al mundo en la dirección correcta al abordar el cambio climático, combatir
la contaminación y promover la prosperidad y el desarrollo sostenible.
Por último, se planteó el interrogante si ¿existe una geopolítica de las energías renovables? Con-
siderando los cambios geopolíticos actuales, debe admitirse que la geopolítica de la energía, en el
corto y mediano plazo, será más compleja puesto que, se observa una transición energética dónde
ninguna fuente por si sola pueda resolver la crisis energética ya sea a escala global o regional. Además,
dependerá de decisiones políticas y del compromiso de la sociedad con el ambiente el modo en que se
dará la transición energética de fuentes no renovables a fuentes renovables.
La transformación energética global impactará en la geopolítica en general y en la geopolítica de la
energía en particular. Rediseñará el mapa geopolítico del siglo XXI, al igual que el petróleo lo
rediseñó en el siglo XX y, alterará la distribución global del poder, así como las relaciones entre los
Estados y, probablemente, disminuirá los riesgos de conflictos.
En este marco, la geopolítica de las energías renovables representa un nuevo escenario para el análisis
geopolítico de la cuestión energética, donde debe evitarse hacer una transposición de la lógica
geopolítica del petróleo y el gas a las energías renovables, considerando las diferencias que presenta
esta energía en relación con la diferentes tecnologías e infraestructuras asociadas. En este sentido, las
fuentes de energías renovables tienden a estar distribuidas geográficamente de manera más uniforme
que los combustibles fósiles, por ello las ventajas económicas y de seguridad del acceso a la energía
serán más semejantes entre los países.
La característica principal de la actual transición energética es el desarrollo que alcance a futuro tanto
la tecnología como la innovación, en los diferentes países. Los intercambios de energías renovables
implicarán también un reforzamiento de los mercados regionales de electricidad y una mayor
dependencia entre los países, así como una dispersión del poder y tendrá, más importancia que el
recurso, las tecnologías disponibles para capturar, almacenar y transportar la energía cualquiera sea
su fuente. Por lo tanto, como sostiene Slaughter (2018) la competencia energética internacional puede
cambiar del control sobre los recursos físicos, sus ubicaciones y rutas de transporte, hacía el de-
sarrollo de la tecnología y los derechos de propiedad intelectual.
En síntesis, el sistema energético mundial está cambiando, y se debe enfrentar el doble desafío de usar
más energía con menos emisiones. Hacer frente a este reto, sin duda, requerirá que todas las formas
de energía jueguen un papel significativo. Predecir cómo evolucionará la transición energética es un
desafío complejo e incierto, por ello sería deseable que, en lugar de abordar la cuestión energética en
términos antitéticos, se la enfrente a través de la interdependencia energética y la complementariedad
en un momento dónde se produce, no solo una transición hacia nuevas fuentes de energía, sino
también una transformación energética más amplia que implica dimensiones económicas, políticas y
sociales que van más allá del sector energético. En este escenario se redistribuye —energía y poder—
en un contexto regional y global pleno de incertidumbres.
Transición energética. Revisitando conceptos desde un enfoque geopolítico y territorial de la energía... | 325 |

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