In absentia
In absentia
Del autor
Hugo Cardona Castillo es originario de la Aldea el Rancho, Aguaca-
tán, Huehuetenango.
ISBN: EN TRÁMITE
OBRA:
IN ABSENTIA
AUTOR
Hugo Cardona Castillo
DIAGRAMACIÓN
Hernán Guerra
PORTADA
Créditos y licencia de la imagen de la portada: Dave Menke, U.S. Fish
and Wildlife Service, public domain. Licencia: http://
creativecommons.org/licenses/by/4.0/
Prólogo ............................................................................................ 11
Presentación .................................................................................... 13
In absentia ....................................................................................... 23
In absentia, un peregrinaje
por los caminos del amor
Carmen Matute1
Hago mías las palabras del Nobel mexicano Octavio Paz: (…)
el poema es un caracol donde resuena la música del mundo y
metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la
armonía universal. Y esa armonía universal diríase que está
cimentada en el amor, sentimiento poderoso que mueve al
mundo, que lo hace palpitar y descubrir cada día el milagro
de amar y ser amado.
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Ausencia,
quimera imponderable,
utopía bucólica,
esotérica virtud
que magnifica los dolores supremos del alma...
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Ausencia,
perfume floreciente,
extraña flor de un día…
amargura nacida de mieles fermentadas,
abeja de oro polinizando los designios de amores
distantes,
florecimiento de camelias en la tarde del olvido,
humareda salida de los incendios del corazón…
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Nota del editor: Carmen Matute es Premio Nacional de Literatura de Guatemala
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*
Suaves luminiscencias se desprendían tenuemente, en for-
ma de eclosiones florecientes, del crepúsculo multicromo
del véspero de la vida; rememorar se hacía un hábito en el
afán desesperado por mantener viva la vida y la ilusión; un
acto ferviente de las horas aletargadas de la impasividad por
desempacar suavemente aquella bolsa de la magia evanes-
cente del pasado tan cercano; de aquel pasado que llegaba
con sus olas bullangueras y coquetas a rozar los pies del eter-
no caminante en las playas del recuerdo; ese pasado que
llegaba con sus dedos multiformes a remover aquella mon-
taña acumulada de lava, de las erupciones permanentes del
volcán de la existencia, que se resiste a dejar de esculpir
incendios en la vida del ensueño.
Despeinar la madeja sagrada de nuestros recuerdos con el
afán alfarero del encanto, con las manos temblorosas y te-
merosas de romper uno solo de los hilos que mantienen la
ilusión de aquellas vivencias impolutas, es siempre un acica-
te para la provocación de nuevos emprendimientos en ma-
teria de ilusión y en materia de arte literario; es una infusión
de encanto y fantasía, con sobredosis de entusiasmo; es abra-
zar fuertemente las alas portentosas del ensueño, asirse a
ellas para volar con la euritmia y la armonía de los altos vue-
los, tomando ventaja de la fuerza y la dirección del viento y
desafiando uno a uno los rayos del sol del madrugador ocaso
de la quimera.
En un brevísimo alto en mi afán por cambiar las injusticias,
desigualdades e ignominias de este mundo, me abstraigo y
en el suave remanso de unas tardes de absoluta intimidad,
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AL POETA DE EL RANCHO
María Santay Argueta
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Ausencia,
perfume floreciente,
extraña flor de un día…
amargura nacida de mieles fermentadas,
abeja de oro polinizando los designios de amores distantes,
florecimiento de camelias en la tarde del olvido,
humareda salida de los incendios del corazón…
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II
Ausencia,
quimera imponderable,
utopía bucólica,
esotérica virtud
que magnifica los dolores supremos del alma...
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III
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IV
Es la hora de la tristeza…
En el agujero de la ausencia,
vuelan suavemente
las palabras del silencio;
y,
una voz gime
en la pasarela del olvido.
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Allende el mar
entristecida deambula la esperanza;
y,
agotados caminan los afectos.
Nota del editor: Flamenco: variedad del idioma neerlandés que se habla en
Flandes, Bélgica.
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VI
No se la podía amar
y ser libre al mismo tiempo.
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VII
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VIII
Pero…
¿Ves está bifurcación de la línea final de tu mano
izquierda?
¡No morirás ligado a una sola esposa! –sentenció–
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IX
Un remanso
en aquella esquina del río
detiene, efímeramente,
el flujo sonoro
de la corriente de aquel recuerdo
empurpurado de ausencia.
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Y contestó El Soñador:
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D’oùl’absence!
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XI
No pecarás –decía–
ni de pensamiento
ni de palabra,
ni de obra,
ni de omisión...
¡Aleluya!
–decía la masa estulta y ruin–
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XII
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XIII
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XIV
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XV
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XVI
Y la niña angelical,
veía con sus ojos diamantinos
sangrar la herida de su infante corazón,
sin mostrar en su rostro la mueca de la cólera.
No sintió el fuete del desprecio,
ni intentó buscar el perdón en el aleteo de sus propias alas,
no,
Ella siguió adelante con su vida y con su amor,
sin pedir nada,
sin condicionar nada,
sin reclamar nada,
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¡Nunca pudo!
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XVII
Ella,
la imagen pura de la virtud y la pureza,
líder de las juventudes abyectas de la iglesia,
virgen ejemplar para las niñas Soñadoras del lugar.
Él,
poeta, orador, visionario y vidente.
En su temprana adolescencia había dado la espalda a la fe
y en una ciudad lejana cultivaba la ciencia y la filosofía.
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Él guardó silencio.
Y siguiendo los consejos de la ciencia,
buscando la protección de aquella santa,
se cuidó de esa fecundación.
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XVIII
Fue en el sótano de aquel rascacielos,
en el cuarto de máquinas lava ropa.
Ella, joven, rubia, bella, se veía alegre;
Él, callado, solitario, foráneo.
El encuentro fue como dijo una vez el padre de El Soñador:
“Como una descarga de electricidad”
Él,
–recién llegado por primera vez a aquel país–
con obvias limitaciones del idioma, dijo:
Eres bella…
Dulcemente,
suavemente,
con un leve temblor en sus labios escarlatas,
y una lágrima saliendo de sus ojos verdes,
Ella respondió:
Soy casada…
Él volvió varias veces a aquel lugar.
Ella se había ido para siempre,
de aquella universidad,
de aquella ciudad
de aquel estado.
Así lo aseguraron sus amigas,
que nunca comprendieron las razones.
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XIX
El fuego sopla
en la fragua de su destino
para apagar el calor de su enfriamiento…
¡Dragón tirano en el mundo de los sueños!
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XX
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XXI
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¡Imposible!
El recuerdo de aquella mártir
para siempre perturbaría su paz augusta.
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XXII
Y…
la sombra de la noche
le dice a El Soñador:
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XXIII
Ante tu ausencia,
mastico las horas,
digiero el orgullo,
guardo silencio
y te lloro.
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XXIV
¡Ay, Ausencia!
Gran señora
tan elegante
tan refinada,
cómo dueles
cómo te agigantas
cómo te reproduces
con la agonía de los tiempos.
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A MANERA DE EPÍLOGO
El título de esta colección de remembranzas surge de manera
natural y armónica al convertirse en hilo conductor de los versos
escritos.
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IN ABSENTIA
POEMAS, de Hugo Cardona Castillo. Se
imprimió en los talleres de Editora
Arizandieta. Correo electrónico:
martirguerragt@yahoo.com, en la ciudad
de Guatemala. Constando de 93 páginas.
Se imprimieron 1,000 ejemplares.