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In absentia

Hugo Cardona Castillo

In absentia
In absentia

Del autor
Hugo Cardona Castillo es originario de la Aldea el Rancho, Aguaca-
tán, Huehuetenango.

Tiene un doctorado en Economía Agrícola y Ambiental por la Univer-


sidad Estatal de Louisiana, Estados Unidos, y tres maestrías: Econo-
mía y Administración Agrícolas; Recursos Hidráulicos; y, Planifica-
ción y Manejo Ambiental.

Es profesor de la Universidad de San Carlos de Guatemala y profe-


sor visitante en la Universidad de Cálgary en Canadá y la Universi-
dad de California en los Ángeles. Ha sido profesor y académico
visitante en las siguientes universidades: Universidad Estatal de
Louisiana; Universidad de Stanford; Universidad de Antwerp, Bélgi-
ca; Universidad de Santiago de Compostela, España; Universidad
Panamericana; Universidad del Valle de Guatemala; Universidad
Rafael Landívar; Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –
FLACSO–; Universidad de El Salvador; y, La Organización Panamerica-
na de la Salud.

Es premio a la Excelencia Académica de la Universidad de San Car-


los de Guatemala y Profesor Distinguido Emérito de la Escuela Na-
cional Central de Agricultura.

Es miembro de la Honor Society of Agriculture de los Estados Unidos


–premio a la excelencia académica años 1988 y 1999-; de la Souther-
n Association of Agricultural Scientists; de la Southwestern Society
of Economists, y de la Asociación Mundial de Exbecarios Fulbright.

Es miembro de la Asociación Nacional de Escritores y Amigos del


Libro Nacional de Guatemala; El Club PEN Internacional (Poetas, Es-
critores y Narradores); y, Poetas Organizados en un Espacio Social,
Intelectual y Artístico –POESIA- de Los Ángeles, California. Ha escrito
artículos literarios y de opinión entre otros en: el diario La Nación;
diario La República; diario elPeriódico; el Sunshine de la Universi-
dad de Carolina del Sur; la revista de la APG; la revista Agronomía; El
Agro; el periódico El Sembrador; y, la Revista Ceres.
In absentia
In absentia

ISBN: EN TRÁMITE

OBRA:

IN ABSENTIA

AUTOR
Hugo Cardona Castillo

Derechos reservados por el autor


Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio,
sin autorización por escrito del autor

Primera edición: 2016

DIAGRAMACIÓN
Hernán Guerra

PORTADA
Créditos y licencia de la imagen de la portada: Dave Menke, U.S. Fish
and Wildlife Service, public domain. Licencia: http://
creativecommons.org/licenses/by/4.0/

EDICIÓN AL CUIDADO DE LOS EDITORES


Editorial Centro PEN Guatemala, Editora Arizandieta

Impreso en Editora Arizandieta


Guatemala, Centro América
In absentia
CONTENIDO

Prólogo ............................................................................................ 11

Presentación .................................................................................... 13

Al poeta de El Rancho ..................................................................... 21

In absentia ....................................................................................... 23

Poesía desde adentro. Apología de un sueño... .............................. 89

A MANERA DE EPÍLOGO ............................................................... 97


In absentia

In absentia, un peregrinaje
por los caminos del amor
Carmen Matute1

El arte es quien impulsa con velos y remos las ligeras naves;


el arte es quien maneja y dirige los veloces carros. También el
arte debe guiar al amor. Son las palabras de Ovidio escritas
en su Arte de amar. Y es la poesía la que guiará ese
sentimiento avasallador que los poetas han cantado en todas
las latitudes del planeta, durante siglos. Amor, erotismo,
pasión, fuego que consume. Amor que encontramos en el
camino de la vida, como remansos de alegría, breves espacios
llenos de felicidad que luego solo nos dejan la sorpresa de la
brevedad, de la fugacidad, acaso del olvido.

Hago mías las palabras del Nobel mexicano Octavio Paz: (…)
el poema es un caracol donde resuena la música del mundo y
metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la
armonía universal. Y esa armonía universal diríase que está
cimentada en el amor, sentimiento poderoso que mueve al
mundo, que lo hace palpitar y descubrir cada día el milagro
de amar y ser amado.

En este nuevo poemario, inscrito bajo un título muy


sugerente: In absentia, Hugo Cardona ha escogido como tema
precisamente la pasión amorosa, que en estas páginas está
matizada por la nostalgia de la lejanía, la ausencia, la distancia
y otros obstáculos que separan a los amantes y se oponen a
la realización perenne del amor, como lo afirma el autor en
versos de ritmo libre:

11
In absentia

Ausencia,
quimera imponderable,
utopía bucólica,
esotérica virtud
que magnifica los dolores supremos del alma...

Versos directos, escritos con un lenguaje pulido y cuidadoso,


en el que la añoranza aflora para ir desgranando las historias
de las mujeres que amó el poeta –el Soñador– y que lo
amaron, en lugares idílicos y lejanos. Cada una fue dejando
en su alma una luz, y en estas páginas el poeta confiesa su
amor no a una sola amada, sino a todas las que dejaron su
impronta en él.

Ser amado es consumirse en una llama. Amar es brillar con


una luz inextinguible, afirmó Rainer Maria Rilke, y en este
poemario el poeta –el Soñador– rinde homenaje a esas bellas
mujeres que ardieron con él en una sola llama. Mujeres que
llegaron a su vida para mostrarle nuevas dimensiones, nuevas
facetas de un erotismo delicado, y luego desaparecieron, no
sin antes dejar la huella de una emoción intensa que el poeta
traduce en estos versos:

Y cuando de amores hablaron


en el idioma que ambos entendían bien,
alguien les recuerda que
las barreras entre ellos
superiores eran
al pequeño mar
con su profundidad y sus distancias.

13
In absentia

Estas páginas acogen amores del pasado, cada verso es un


regreso a los caminos del amor, es un peregrinaje por las
profundidades del alma femenina, de aquellas que el Soñador
amó alguna vez, cada una rodeada de un halo que la vuelve
única. Mujeres hermosas y sabias que venían del país del sol
naciente, o del primer mundo; de Europa, de las riberas del
Danubio… Pero cada una fue una estrella en el firmamento
romántico del poeta que las amó tiernamente, y que
representan para él un hermoso capítulo en sus memorias,
el recuerdo de un pasado cuyo aroma quedará en las páginas
que, como un tributo, el Soñador ha escrito para ellas:

Ausencia,
perfume floreciente,
extraña flor de un día…
amargura nacida de mieles fermentadas,
abeja de oro polinizando los designios de amores
distantes,
florecimiento de camelias en la tarde del olvido,
humareda salida de los incendios del corazón…

1
Nota del editor: Carmen Matute es Premio Nacional de Literatura de Guatemala

15
In absentia

*
Suaves luminiscencias se desprendían tenuemente, en for-
ma de eclosiones florecientes, del crepúsculo multicromo
del véspero de la vida; rememorar se hacía un hábito en el
afán desesperado por mantener viva la vida y la ilusión; un
acto ferviente de las horas aletargadas de la impasividad por
desempacar suavemente aquella bolsa de la magia evanes-
cente del pasado tan cercano; de aquel pasado que llegaba
con sus olas bullangueras y coquetas a rozar los pies del eter-
no caminante en las playas del recuerdo; ese pasado que
llegaba con sus dedos multiformes a remover aquella mon-
taña acumulada de lava, de las erupciones permanentes del
volcán de la existencia, que se resiste a dejar de esculpir
incendios en la vida del ensueño.
Despeinar la madeja sagrada de nuestros recuerdos con el
afán alfarero del encanto, con las manos temblorosas y te-
merosas de romper uno solo de los hilos que mantienen la
ilusión de aquellas vivencias impolutas, es siempre un acica-
te para la provocación de nuevos emprendimientos en ma-
teria de ilusión y en materia de arte literario; es una infusión
de encanto y fantasía, con sobredosis de entusiasmo; es abra-
zar fuertemente las alas portentosas del ensueño, asirse a
ellas para volar con la euritmia y la armonía de los altos vue-
los, tomando ventaja de la fuerza y la dirección del viento y
desafiando uno a uno los rayos del sol del madrugador ocaso
de la quimera.
En un brevísimo alto en mi afán por cambiar las injusticias,
desigualdades e ignominias de este mundo, me abstraigo y
en el suave remanso de unas tardes de absoluta intimidad,

17
In absentia

rememoro… y desempolvo tan solo algunos de esos eventos


que con sus cinceles de emoción, dolor, intensidad o dife-
rencia, hicieron marcas relevantes en la piel de mi destino…
esas marcas que no se pueden, que no se deben descuidar
en el silencio…
Una de las ausencias que siempre ha sido una hoguera inato-
sigable en los permanentes incendios de mi corazón, es la
de mi aldea y mi pueblo natal, ambos, guardianes sigilosos
de los “azules y altos montes” Cuchumatanes; por ello, en
uno de esos atrevimientos, siempre ininteligibles, incluyo –
al final– un artículo escrito y publicado sobre un evento ex-
traordinario sucedido en mi pueblo natal, después de varios
años de ausencia; y, donde con motivo de ese evento se su-
cede el poema escrito por María Santay Argueta; poema cuyo
sentimiento y humanidad agradezco tan infinitamente y que
en la autoridad poética de Carmen Matute es sencillo y her-
moso, por lo que lo ponemos a manera de introducción a
este poemario.

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In absentia

AL POETA DE EL RANCHO
María Santay Argueta

Con el suave temblor


de la punta de mi lápiz insignificante;
y con un nudo en la garganta;
y con un mar de lágrimas en mi pupila gris,
me congojo:
como la mariposa sin alas,
como el canto del guardabarranco,
al escuchar tu poesía, gran poeta,
esa poesía que trae el arrullo de los Cuchumatanes
y la voz de las tormentas del alma.
Mi alma, que hoy te escribe,
tartamudea con la palabra gracias:
gracias por cautivar la vida en un segundo,
en el pecho rojo de esta patria nuestra.
Gracias, gran poeta,
por escribir hoy con huellas firmes,
bajo el manto de este cielo azul,
cercano al ajo y la cebolla de tu tierra,
con flores de poema dulce y humilde
y con la armonía del corillo y acento maya.
Hoy,
mientras tu aldea El Rancho
con rebozo te estrecha en su regazo,
yo
ahogo mis palabras,
en el inmenso mar de la emoción.

21
In absentia

In absentia

23
In absentia

Ausencia,
perfume floreciente,
extraña flor de un día…
amargura nacida de mieles fermentadas,
abeja de oro polinizando los designios de amores distantes,
florecimiento de camelias en la tarde del olvido,
humareda salida de los incendios del corazón…

25
In absentia

II

Ausencia,
quimera imponderable,
utopía bucólica,
esotérica virtud
que magnifica los dolores supremos del alma...

A ella la pleitesía de El Soñador.

27
In absentia

III

En el eterno diálogo con sus ausencias,


El Soñador
ya le había hablado a todas las quimeras…

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In absentia

IV

Es la hora de la tristeza…
En el agujero de la ausencia,
vuelan suavemente
las palabras del silencio;
y,
una voz gime
en la pasarela del olvido.

Carcome la madera la añoranza,


se abren los túneles del adiós.

31
In absentia

Allende el mar
entristecida deambula la esperanza;
y,
agotados caminan los afectos.

Vuelve a mí –decía Ella, en el flamenco2 que Él no


entendía.
Ven –decía Él, en el castellano que Ella no entendía...

Y cuando de amores hablaron


en el idioma que ambos entendían,
alguien les recuerda que
las barreras entre ellos
superiores eran
al pequeño mar
con su profundidad y sus distancias.

Nota del editor: Flamenco: variedad del idioma neerlandés que se habla en
Flandes, Bélgica.

33
In absentia

VI

El vado no lo podía creer…


Aquella corriente cristalina
con quien en las rocas de la orilla
escribieron estrofas de libertad;
aquella cuya profesión
tenía que ver con el estudio,
el alivio y la libertad del alma,
era precisamente quien
para siempre
robó su Libertad ...

No se la podía amar
y ser libre al mismo tiempo.

35
In absentia

VII

Ella venía del sol naciente,


Él de tierras mayas.
Ella, profesional de las letras universales,
Él, solo un aficionado.

No te vayas –rogaba Ella.


Me voy –decía Él.
con otro amor
atorado en la garganta.

La separación fue tan violenta


como sus amores,
de cuyos frutos
Él supo demasiado tarde.

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In absentia

VIII

Ella venía del primer mundo,


Él del tercero.

La pasión de Ella, las ciencias biológicas,


pragmática;
la de Él, las ciencias sociales,
Soñador.

Por eso Él se sorprendió aquella tarde


cuando,
sentados bajo uno de los añejos árboles
del Monte de los Olivos,
Ella le tomó la mano
y viendo los surcos allí formados:

tus pasos en la academia nunca terminarán –dijo–

Y de pronto exclamó emocionada:

Pero…
¿Ves está bifurcación de la línea final de tu mano
izquierda?
¡No morirás ligado a una sola esposa! –sentenció–

Y en el mismo monte donde lloró aquel misógamo soberbio,


Ella alzó el volumen de su profecía tendenciosa,

39
In absentia

y con un temblor ligero en sus labios empurpurados de desencanto


–pues veía claro la indiferencia en los ojos de El Soñador–
decía:
el matrimonio es tumba para almas libres,
el amor como el ave símbolo de tu patria
no puede vivir sino en la libertad,
encerrado en la jaula del matrimonio,
agoniza diariamente hasta morir de apoteosis en los
brazos del hastío.
Aquel que en estos bosques milenarios
sintió el beso de la traición,
en venganza contra el placer, impuso el matrimonio,
pero no puso la cerviz bajo ese yugo;
él padeció todos los martirios que buscó desesperado
pero se aseguró de apartarse de esa servidumbre
ingrata…

El Soñador guardó silencio.


Siempre lo hacía...

Pero luego de aquellos dos meses en suelo hebreo,


cuando la separación de aquella alma de sensualidad y pragmatismo,
cuando aquella dolorosa separación hubo de concretarse,
Él ya llevaba nuevas dudas fermentándose en el alma.

41
In absentia

IX

Un remanso
en aquella esquina del río
detiene, efímeramente,
el flujo sonoro
de la corriente de aquel recuerdo
empurpurado de ausencia.

Y en los sauces tristes de la ribera,


reverdecidos por las fantasías de la primavera,
se ve el llanto de la tarde
evocando
la música dulce de aquellas horas
de la alegría y de la felicidad.

43
In absentia

Cuando llegaron a aquella lejana tierra,


Ella venía de la Europa,
Él de la América…
La pasión incendiaria ardió de inmediato.

Y el fuego atizado fue:


en las caminatas por Capernaúm,
en las calles polvorosas hacia Belén,
en las densas aguas del Mar Muerto,
en las empedradas callejuelas de Jerusalén,
en el nacimiento del Jordán,
en el mar de Galilea,
en las cercanías de los altos del Golán...

Y de súbito el final asomó el rostro…

Ven a mi país –suplicaba Ella–


allí hay espacio infinito para tu talento.

Tu poesía –le insistía– es bella,


pero es triste.
Cada verbo encierra toda la pobreza e infortunio de
tu continente;
van de romería tus palabras cadenciosas
a cantarle a las tristezas y miserias de tu pueblo;
en ella gritas desesperado por los niños desnutridos
de tu patria;

45
In absentia

y se vuelve incendio contra las rapaces milicias


tiranuelas y corruptas;
y se asquea de las huestes politiqueras irremediables;
y sentencia contra la avaricia de su burguesía
irremisible;
y apunta su dedo contra la mezquindad y codicia de
las religiones;
y censura la indiferencia de sus intelectuales abyectos
y sumisos…

¡Ay! Con la suma de las lágrimas de tus versos


se puede anegar un mar de ilusión y de esperanza.

Hay océanos de ternura


en la dulce amargura de tu voz.
Pero tu voz no fructifica,
el canto de tu poesía es majestuoso pero estéril,
y los esclavos lamen el yugo sobre sus testuces,
y los encadenados bendicen sus cadenas miserables.

Ven a mi país –reclamaba de nuevo–


Ven conmigo a cantarle a la alegría,
a la bonanza,
a la paz,
a la abundancia,
a la justicia,
a la vida y al amor.

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In absentia

Y contestó El Soñador:

Mis tristezas no quieren,


no pretenden,
no solicitan,
no permiten,
no aceptan,
no toleran ser consoladas...

Tú vives en lo que un día fue


un continente luz.
Pero ¿Qué es hoy?

Tú vives en esa isla de la historia,


voluble,
débil,
pasiva,
que relega el deber de su protección
a otro islote anidado por vosotros
que hoy se autoproclama el imperio...
Y esa dependencia os hace endebles,
indiferentes,
despiadados,
deformes...

Quizá la permanente tempestad de mi denuncia


se haga perpetua,
y mi denuncia no vea la luz...

49
In absentia

Pero mientras de la garganta de mi alma,


ulcerada por tanto grito desgarrador,
pueda salir una letra,
una palabra,
una frase,
una oración;
yo haré sonar la lira de mi canto…

Y Ella volvió a los Campos Elíseos…


Y Él volvió a los Llanos de Paquix…

D’oùl’absence!

51
In absentia

XI

Y al gran templo entró,


la imponente evangelista
untada de pintura fluorescente y fosforescente,
irradiando a los presentes
con su audaz hipocresía.

No pecarás –decía–
ni de pensamiento
ni de palabra,
ni de obra,
ni de omisión...

¡Aleluya!
–decía la masa estulta y ruin–

mientras la predicadora sonreía,


pensando
en El Soñador:
ausente,
prohibido amante.

53
In absentia

XII

Y las rosas embriagadas de tristeza


bucólicas recordaban
aquella tarde en el Mar Mediterráneo…
Manso era el mar,
tallando las quimeras de la tarde.

55
In absentia

XIII

En la euritmia de esta ausencia impasible,


no puedo evitar
–al despertar–
sentir en mis labios el suave sabor de tu piel,
dulce, candente, morena;
empezando en la hondonada de tus pies,
suavemente subiendo, sin alejar los labios,
hasta llegar al valle más hermoso del universo,
donde un suave musgo
es guardián sigiloso de las húmedas fuentes de la vida;
mordiendo suavemente, dulcemente, la parte alta de ese musgo,
ascendiendo por la pradera
hasta llegar a los dos volcanes erectos,
hechos de una sola roca,
con sus cráteres enrojecidos y endurecidos...
Unos besos en la cumbre de esos incendios,
y
seguir hasta aquellos labios humedecidos
para morir allí con un beso eterno...

No puedo evitar el recuerdo


de ese peregrinar profundo
por los caminos de la orografía de tu cuerpo...

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In absentia

XIV

Ella vio la luz de vida en las riberas del Danubio,


en la Llanura Panónica.
Magiar su lengua natal.

Cada resplandor de su mirada


reflejaba el otoño de las batallas de su vida,
con las amenazas del invierno inminente.

Y en aquel crucero por el Mar Mediterráneo,


sorpresivamente tomó la mano de El Soñador
y caminando a estribor,
lo condujo serenamente hasta la proa…
Y de aquel encuentro lascivo de dos razas tan lejanas,
se supo que habría de brotar místico linaje.

Dafnis y Cloe: Schopenhauer.

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In absentia

XV

El Soñador aterrizó en la “ilha Formosa”


en uno de aquellos peregrinajes
a los que le llevaba su ciencia o su arte…
A su llegada a Taoyuan,
la llama de una mirada
encendió el calor en aquellas dos almas extraordinarias.

Soy casta y estoy comprometida –dijo Ella en un


arranque de cordura

Pero ya el fuego estaba encendido.

61
In absentia

XVI

Ante la borrasca sentimental,


que sobrevino a la primera partida extendida
de El Soñador,
la rosa virginal cosechada en aquel poblado mustio
del altiplano de su patria,
voló a aquel país lejano donde estaba el amado,
y allí lo supo ajeno.

Y la niña angelical,
veía con sus ojos diamantinos
sangrar la herida de su infante corazón,
sin mostrar en su rostro la mueca de la cólera.
No sintió el fuete del desprecio,
ni intentó buscar el perdón en el aleteo de sus propias alas,
no,
Ella siguió adelante con su vida y con su amor,
sin pedir nada,
sin condicionar nada,
sin reclamar nada,

Y cuando Él regresó a la patria amada,


Ella continuó en el país foráneo,
y las flores seguían creciendo en el remanso de su jardín.

Él comprendió la magnitud de aquel abismo,


midió la distancia al fondo de aquel dolor,

63
In absentia

sintió la atracción del vacío,


y antes de dejarse caer
en las garras inmaculadas de la noche,
agarró del cuello aquel sentimiento piadoso
y lo quiso derribar al suelo polvoroso del olvido…

¡Nunca pudo!

65
In absentia

XVII

Ella continuó en el pueblo de la infancia…

No fue Ella para El Soñador


su primer encuentro con el alma femenina,
pero fue el que con fierro incendiario
puso la marca definitiva en su corazón…

Ella,
la imagen pura de la virtud y la pureza,
líder de las juventudes abyectas de la iglesia,
virgen ejemplar para las niñas Soñadoras del lugar.

Él,
poeta, orador, visionario y vidente.
En su temprana adolescencia había dado la espalda a la fe
y en una ciudad lejana cultivaba la ciencia y la filosofía.

Separados por leyes de moral y de genética,


el idilio fue el escándalo de aquel pueblo pequeño.
La curia local lo excomulgó de sus rebaños,
las autoridades civiles sugerían un juicio público.

Ella se mantuvo estoica.


Él, superior a aquel medio malo y ruin,
esbozó la corona de su soberbia rebeldía
y reía en la cara de aquel cura promiscuo

67
In absentia

y de las monjas de negro tocado, como sus almas,


amenazando con hacer públicos sus deslices…
Y del alcalde corrupto y su jauría,
Él confiaba en el temor que sentían por el fuego de su palabra.

La familia de Ella escandalizaba con aquel romance virulento y


prohibido,
todos se sintieron con el derecho moral de recriminarle ese
pecado,
todos de repente se volvieron puros y sacrosantos;
la madre, la más ofendida, por razones de orgullo familiar,
los hermanos con el derecho y el deber de proteger la virtud
de la familia,
el padre indiferente y frío, apoyaba a todos…
Hubo una excepción, el joven hermano, amigo de El Soñador.

La familia de Él, austera,


una secreta alegría celebraban en sus corazones,
festejaban la profanación de la farsa de aquella religiosidad patética,
celebraban en silencio la rasgadura de esa mascarada de pureza familiar.

Él continuaba en poner la distancia de su carácter,


y la distancia física de su ausencia.

Y ante aquella ausencia prolongada,


Ella fue en búsqueda de El Soñador.

69
In absentia

Un hijo tuyo –decía Ella– y que me maten luego.

Él guardó silencio.
Y siguiendo los consejos de la ciencia,
buscando la protección de aquella santa,
se cuidó de esa fecundación.

Y no fue sin dolor,


y no fue sin pesar,
que renunció a la ventura de aquella floración de primavera
que habría de untarle los óleos de su única esperanza
de gozar de la felicidad de los comunes.

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In absentia

XVIII
Fue en el sótano de aquel rascacielos,
en el cuarto de máquinas lava ropa.
Ella, joven, rubia, bella, se veía alegre;
Él, callado, solitario, foráneo.
El encuentro fue como dijo una vez el padre de El Soñador:
“Como una descarga de electricidad”
Él,
–recién llegado por primera vez a aquel país–
con obvias limitaciones del idioma, dijo:
Eres bella…
Dulcemente,
suavemente,
con un leve temblor en sus labios escarlatas,
y una lágrima saliendo de sus ojos verdes,
Ella respondió:
Soy casada…
Él volvió varias veces a aquel lugar.
Ella se había ido para siempre,
de aquella universidad,
de aquella ciudad
de aquel estado.
Así lo aseguraron sus amigas,
que nunca comprendieron las razones.

73
In absentia

XIX

El fuego sopla
en la fragua de su destino
para apagar el calor de su enfriamiento…
¡Dragón tirano en el mundo de los sueños!

Y la tarde me pide permiso para morir…


¡Ironía arrogante de los grandes!

Dejaré morir la tarde,


también yo necesitaré
la aprobación del silencio cuando muera.

75
In absentia

XX

Y fue a la orilla del Lago Louise,


al pie de las montañas rocosas,
en las cercanías de los témpanos glaciales
donde sus ojos se cruzaron e incendiaron para siempre.

77
In absentia

XXI

En el dolor arrebujado de la ausencia,


como rayo incendiario,
las palabras han llegado
de que a un hijo mancebo ha perdido
aquella anémona floreciente,
aquella flor de lirio,
que en plena adolescencia
irrigó con su belleza
el alma de El Soñador.

Ese hijo suyo era la vida de su vida.


De todas las borrascas
que la vida de huérfana
hizo explotar en tempestades sobre su alma,
aquel hijo era la luz y la calma…
Allí Ella tenía la razón para vivir.

Sabía El Soñador que aquel retoño


no era sangre de su sangre,
pero sabía también
que aquella alma de dolor
lo veía como tal.
Ella percibía la grandeza de su dolor
como el castigo de los cielos
por haber interrumpido
–para complacer a El Soñador–

79
In absentia

la gestación de aquel fruto vuestro,


en tiempo ya pasado.

Ante aquel recuerdo,


El Soñador permanecía impasible
sacudía su melena alborotada y luenga,
en rictus de desprecio,
para lanzar por los aires del olvido
aquella reminiscencia…

¡Imposible!
El recuerdo de aquella mártir
para siempre perturbaría su paz augusta.

81
In absentia

XXII

Agotada la vendimia del placer


en todas sus posibles dimensiones,
llega la ausencia,
la sombra de la noche…

Y…
la sombra de la noche
le dice a El Soñador:

apaga las luces del recuerdo

pretendiendo con ello


apagar, también,
las llamas del pecado.

¿Estulticia o inocencia de la noche?

83
In absentia

XXIII

Ante tu ausencia,
mastico las horas,
digiero el orgullo,
guardo silencio
y te lloro.

85
In absentia

XXIV

¡Ay, Ausencia!
Gran señora
tan elegante
tan refinada,
cómo dueles
cómo te agigantas
cómo te reproduces
con la agonía de los tiempos.

87
In absentia

Poesía desde adentro


Apología de un sueño
Con esa esotérica simplicidad de los sueños, que tiene el
sortilegio de hacernos vivir mundos pasados, presentes o
futuros, sin inmutarse por la condición del tiempo; yo soñé,
que un día, pasados ya los años, había hecho una pequeña
vendimia de poesía en los viñedos de lo romántico y de lo
épico; y, que con esa diminuta cosecha de palabras
ensortijadas en los más sensibles hilillos de mi cerebro y de
mi corazón, un amigo, gran poeta, de los de a de veras,
originario del mismo pequeño pueblo que me albergó en los
años de la infancia y principios de la adolescencia, en un acto
de soberbia bondad, convencía a la élite cultural de ese
nuestro pequeño pueblo, enclavado en los pies mismos de
los Cuchumatanes, para que se unieran para que yo fuera allá
y les cantara al oído la música de la poesía universal, y hasta
la música de mi humilde poesía.
Soñé que una madrugada, con mi padre y mis hermanos,
salíamos desde el torbellino siempre triste de la ciudad
capital, y adaptándonos a la serpentina interamericana
subiríamos a la cumbre de Alaska, y desde allí mi padre
miraría hacia abajo y diría: “Totonicapán de mis recuerdos”.
Y seguiríamos la ruta, ya hacia abajo, pasando por Xelajú,
diciéndole hasta pronto, con un ademán de allí regresamos,
y recordándole a Salcajá que nos reservara unas botellas de
caldo de frutas, de esas que hace algunas décadas llevaba a
mi padre con frecuencia.

89
In absentia

Soñé que ya pasando Chiquival, me bajaba del vehículo, y en


un acto de absoluta sumisión, inclinaba mis rodillas sobre
esa tierra nuestra, y con respeto, veía hacia los azules, muy
despiertos, altos montes; y, con voz fuerte recitaba: “…¡oídme
desde Allí! La alma mía os saluda, cumbres de la alta sierra,
murallas de esta tierra donde la luz yo vi!”
Soñé que en el Colegio Mixto Maya Aguacateco, un grupo de
señoritas bailaba una hermosa danza en mi honor, y que el
joven destacado marimbista del Colegio y del pueblo,
interpretaba magistralmente melodías soñadas en y para la
marimba, con los perfumes y notas universales, musicales y
cristalinas, de las aguas de los ríos Bucá y San Juan. Soñé que
sus autoridades y sus alumnos me galardonaban con una
plaqueta labrada en madera, a mano, con mi nombre y con el
nombre de mi arte.
Soñé que en el Instituto Mayance Aguacateco se programaba
una entrada triunfal, con pino en el piso, con fuertes aplausos
del gran público de pie y con la armonía inigualable de las notas
de la marimba de la Academia Witxu´n. Soñé que en el estrado,
una linda señorita conducía el evento con lenguaje fluido,
ameno y dulce; que conducía la presentación de mi poesía,
mediante la poetización de todas y cada una de sus palabras.
Soñé que de entre el público, una jovencita subía al estrado,
tan devotamente adornado con mi nombre y con el del arte; y
me leía su poesía –AL POETA DE EL RANCHO– escrita sobre la
marcha, mientras yo leía zig-zagueados versos de América
Latina. Canto a la Libertad; o, mientras yo lloraba leyendo
versos de Camino de las Uvas. Oda a mi madre ausente.

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In absentia

Soñé que una linda dama subía, me pedía un autógrafo en su


hoja de cuaderno donde había escrito una de las frases más
fuertes que he pronunciado luego de la pérdida de mi madre,
cuando he dicho a todos los vientos que: “aunque no supo leer
las letras del abecedario, tuvo la virtud de descifrar, para mí,
la letras del futuro para que yo pudiera tener aspiraciones
mayores”, pero lo más impresionante es que lo tenía escrito
en su cuaderno de notas, tanto en español como en Awakateko.
Soñé que oradores de regio calibre, hablaban de mi poesía, y
que declamaban mis poemas con más fuerza y más pasión de
la que yo mismo podía ponerles…
Soñé que en mi honor se recitaba poesía y se cantaban
canciones; soñé que también en mi honor, con magnificencia,
con arte supremo, artistas modernos, artistas puros, danzaban,
con magistral precisión y armonía, el Kanhal Wakax o “Baile
del Torito” y el baile de la “Quema del Diablo”.
Soñé que se hacían largas filas para que firmara, en cuadernos
de notas, hojas sueltas, pedazos de papel, en cualquier cosa
que fuera posible, para que firmara autógrafos, a quienes
entusiasmados se aseguraban que escuchara bien su nombre
para escribirlo en la dedicatoria.
Soñé que habiendo ya abarrotado las alforjas de mi alegría y
de mi encanto con tan desbordadas manifestaciones de cultura,
admiración y cariño; aún después de eso, hube de poner en las
alforjas de mi sueño, sendos reconocimientos y presentes tan
dulces, tan sublimes, tan cariñosamente elaborados.
He allí la maravilla de los sueños, que se pueden hacer infinitos,
infinitamente hermosos, sin que nadie pueda poner límites a
lo que soñamos o a lo que soñamos que soñamos.

93
In absentia

Agradezco al poeta Rudy Alfonso Gómez Rivas por su


iniciativa y entusiasmo; y, gracias por la creación de ese
nombre tan sugestivo y evocador: “Poesía Desde Adentro”,
con el cual bautizó todo aquel periplo hacia mi tierra natal. A
las poetas Alis Yarisa Galindo, María Santay Argueta, Silvia
Elisabeth López Mendoza y Lucy Floribel por decir, escribir y
recitar poesía en torno a mi poesía. Gracias a los demás artistas
(danza, música, oratoria), cuya lista de nombres se hace tan
extensa, por rendirle, con su arte, tributo al arte. Muchísima
gratitud y cariño a las autoridades y alumnos del Colegio Mixto
Maya Aguacateco, del Instituto Mayance Aguacateco y de la
Asociación para el Desarrollo Integral de Aguacatán, por
hacerse partícipes de este sueño. Gracias a todos por hacer
posible el sueño de estos sueños.

95
In absentia

A MANERA DE EPÍLOGO
El título de esta colección de remembranzas surge de manera
natural y armónica al convertirse en hilo conductor de los versos
escritos.

Sin embargo, siento la necesidad de aclarar que ya antes había


utilizado el mismo título en un artículo que escribiera para un
periódico local, que se refiere a un evento que sucedió in
absentia y que esencialmente dice: “En la ciudad de Hollywood,
California, el 27 de Octubre de 2011, ´por su apoyo al
engrandecimiento de la cultura… y por enriquecer al gremio
artístico internacional´, la organización Gustavo VII, en la
ceremonia GVII Awards, en mi ausencia, tuvo la fineza de
entregarme un reconocimiento, lindísima ceremonia a la cual
no pude asistir” … “entiendo que una de las principales
motivaciones fue la multitudinaria diseminación que tuvo en
aquellas ciudades, el pequeño libro-poema mío, titulado:
América Latina. Canto a la Libertad, que tuvo amplia
divulgación en medios escritos, televisivos y electrónicos, gracias
a los afectos de queridísimos amigos y amigas.” Y al referirme
a la presentación que allá hiciera de dicho libro, rememoro:
“Doce poetas y dos compositores e intérpretes latinoamericanos
hicieron la antesala a la presentación del libro, ante un público
extraordinario. Un evento maravilloso, fuera del alcance de
mis sueños en materia literaria. Un evento en que la modestia
de mi poesía recibió el más alto elogio que jamás recibirá,
cuando, quizá motivado por el encanto del momento, un Poeta
Cubano de grandes laureles literarios, dijo: ´Solo puedo pensar
en otros dos poetas de este calibre: Roque Dalton y Otto René
Castillo´ ”.

97
In absentia

IN ABSENTIA
POEMAS, de Hugo Cardona Castillo. Se
imprimió en los talleres de Editora
Arizandieta. Correo electrónico:
martirguerragt@yahoo.com, en la ciudad
de Guatemala. Constando de 93 páginas.
Se imprimieron 1,000 ejemplares.

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