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Desde ese día puso todas sus fuerzas al siglos, se había difundido la idea de que la
servicio de la misión que el Señor le había santidad exigía un alejamiento de las reali-
confiado con una “iluminación sobre toda dades temporales, para abrazar el estado
la Obra” (Apuntes íntimos, n. 306: AVP, religioso, definido como “estado de per-
I, p. 293), según él mismo atestiguó. En fección”. De acuerdo con ese esquema,
aquella luz vio la esencia de la Obra como se pensaba –al menos inconscientemen-
Dios la quería a lo largo de los siglos: un te– que los laicos no podían aspirar a una
fenómeno pastoral y apostólico destinado verdadera plenitud de vida cristiana, sino
a promover la santidad entre los cristianos sólo a una santidad de rango inferior. Esta
corrientes, para los cuales el trabajo y las postura entraba en contradicción con el
ocupaciones ordinarias se transformarían hecho de que toda la Iglesia es un “pueblo
en medio de santificación. Una luz que le mesiánico” que “tiene por cabeza a Cris-
permitió ver la grandeza y las exigencias to”; que pone como condición la “dignidad
de la vocación cristiana, vivida en las en- y libertad de los hijos de Dios, en cuyos
trañas de la sociedad y –de manera espe- corazones habita el Espíritu Santo como
cial– en el trabajo profesional. en un Templo” (LG, 9); y en la que todos
Aquella iluminación adquirió mayores los fieles están llamados a “la misma santi-
matices y profundizaciones con otras lu- dad”, cultivándola en los múltiples géneros
ces que san Josemaría fue recibiendo en de vida y ocupaciones (cfr. LG 31).
años posteriores. Las más importantes, en En uno de sus primeros escritos, san
las siguientes fechas: el 14 de febrero de Josemaría señala que “cuando Dios Nues-
1930, cuando Dios le hizo entender que tro Señor proyecta alguna obra en favor
aquel mensaje debía extenderse también de los hombres, piensa primeramente en
entre las mujeres; el 7 de agosto de 1931 las personas que ha de utilizar como ins-
(fiesta entonces de la Transfiguración), trumentos... y les comunica las gracias
cuando en la santa Misa –levantando la convenientes” (Instrucción, 19-III-1934, n.
Sagrada Hostia– vino a su pensamiento 48: AVP, I, p. 576). Estas palabras, dirigi-
una frase de la Escritura “et ego si exal- das a los primeros fieles del Opus Dei, se
tatus fuero a terra, omnia traham ad me aplican plenamente a su persona y misión.
ipsum” (Jn 12, 32), y entendió “que serán Como fundador había recibido unas luces,
los hombres y mujeres de Dios, quienes un carisma, que le hacían penetrar en el
levantarán la Cruz con las doctrinas de misterio de Cristo con particular hondura,
Cristo sobre el pináculo de toda actividad mostrando con fuerza los rasgos e impli-
humana… Y vi triunfar al Señor, atrayen- caciones del espíritu que debía transmitir.
do a Sí todas las cosas” (Apuntes íntimos, El carisma fundacional –cuyo núcleo he-
nn. 217 y 218: AVP, I, p. 381); el día 16 de mos recordado sucintamente–, le permitió
octubre de 1931, en el que tuvo una pro- concretamente valorar de modo particular
funda experiencia de la filiación divina que, en el misterio de Cristo aquellos aspectos
según él mismo declaró, iba a constituir que iluminan la existencia de los cristianos
“el fundamento del espíritu del Opus Dei” inmersos en las realidades seculares. En
(ECP, 64); y el 14 de febrero de 1943, cuan- síntesis, se trata de identificarse con Cristo
do quedó configurada institucionalmente como:
la presencia del ministerio sacerdotal en el – Hijo del Padre, contemplando con
Opus Dei mediante la Sociedad Sacerdotal amor todas las cosas que han salido
de la Santa Cruz. de las manos de Dios Padre Creador,
El valor del carisma recibido por san y cumpliendo cada cosa –también el
Josemaría puede comprenderse mejor si trabajo– en el espíritu de la filiación di-
se tiene presente que, durante bastantes vina y, por tanto, con todas sus carac-
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terísticas: fe, esperanza, caridad, paz, ha dado lugar al Opus Dei como “partecica
serenidad, alegría… de la Iglesia”. Desde su origen (doble mi-
– Verbo encarnado, descubriendo a la sión del Hijo y de su Espíritu), en la Iglesia
luz de su Encarnación el valor de las todo es para la misión. Por consiguiente,
realidades terrenas. en aquel carisma se pueden distinguir dos
dimensiones: un mensaje, y una comuni-
– Hijo del artesano, que sigue el ejemplo
dad eclesial animada y al servicio de aquel
de su vida con la que ha revelado el
mensaje. Las dos dimensiones –profética
valor redentor de la vida ordinaria y del
e institucional– están tan íntimamente im-
trabajo.
plicadas, que constituyen un único evento
– Sacerdote (mediador entre Dios y los divino, percibido por san Josemaría “en su
hombres), transformando todo en una total unidad y son llevadas a la práctica en
ofrenda agradable a Dios en virtud de un único movimiento de su espíritu” (Rodrí-
la participación en su sacerdocio. guez, “El Opus Dei como realidad eclesio-
– Apóstol (enviado) del Padre, recono- lógica”, en OIG, p. 37).
ciéndose al cristiano un apóstol con la Conviene también destacar la firmeza
misión de transformar todas las reali- con la cual san Josemaría supo no sólo vi-
dades temporales desde dentro, para vir este carisma, sino también defenderlo
santificar el mundo como fermento en de posibles incomprensiones, y transmitir-
la masa. lo. Lo atestigua el largo y complejo itine-
Se puede además considerar parte del rario jurídico de la Obra, impulsado por su
carisma fundacional la integración de estos extrema fidelidad a la luz recibida de Dios
diversos aspectos en una profunda unidad en 1928 y por su deseo de coherencia con
de vida, en la cual confluyen y se unen aquella inspiración originaria que iba gra-
contemplación y acción, vida interior y dualmente desplegando sus virtualidades.
apostolado. San Josemaría lo describió en La novedad del carisma le obligó a abrir y
modo sintético: “Unir el trabajo profesional a trazar nuevos cauces jurídicos, contan-
con la lucha ascética y con la contempla- do siempre con la autoridad de la Iglesia,
ción –cosa que puede parecer imposible, consciente de que sólo en ella “hay garan-
pero que es necesaria, para contribuir a tía de verdad, y sólo en y por la Iglesia toda
reconciliar el mundo con Dios–, y conver- concreta misión cristiana puede alcanzar
tir ese trabajo ordinario en instrumento de su objetivo” (IJC, p. 15).
santificación personal y de apostolado.
¿No es éste un ideal noble y grande, por el Voces relacionadas: Formación: Consideración
que vale la pena dar la vida?” (Instrucción, general; Iglesia.
19-III-1934, n. 33: AGP, serie A.3, 90-1-1).
Al mismo tiempo san Josemaría enten- Bibliografía: AVP, passim; Antonio Aranda, “El
dió que el carisma recibido pedía ser vivido bullir de la sangre de Cristo”. Estudio sobre el
con naturalidad, y que no debía dispensar cristocentrismo del Beato Josemaría Escrivá,
del empeño para adquirir una sólida forma- Madrid, Rialp, 2001; Arturo Cattaneo, La varietà
ción cristiana y de ejercitarse en las virtu- dei carismi nella Chiesa una e cattolica, Cinisello
des humanas, entre las cuales destacaba Balsamo, San Paolo, 2007; Fabio Ciardi, I fon-
la laboriosidad. Aspectos estos que tienen datori uomini dello Spirito. Per una teologia del
especial relieve en una espiritualidad radi- carisma di fondatore, Roma, Città Nuova, 1982;
José Luis Illanes, La santificación del trabajo. El
calmente secular como la promovida por él.
trabajo en la historia de la espiritualidad, Madrid,
El carisma fundacional constituye la Palabra, 200210 rev. y act.; Id., “Datos para la
raíz de un amplio fenómeno pastoral que comprensión histórico-espiritual de una fecha”,
desde entonces se ha ido desarrollando y CCEDEJ, VI (2002), pp. 105-147; Id., Existencia
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cristiana y mundo. Jalones para una reflexión De los dos grupos de Cartas nos ocu-
teológica sobre el Opus Dei, Pamplona, EUNSA, paremos en la presente voz, siguiendo un
2003; Ramiro Pellitero, “Carisma”, en César Iz- orden cronológico, empezando, en con-
quierdo (dir.) - Jutta Burgraff - Félix María Aroce-
secuencia, por los escritos que integran
na, Diccionario de Teología, Pamplona, EUNSA,
el “ciclo de las Cartas”. Advirtamos, antes
2006, pp. 115-121; Antonio Romano, “Carisma”,
en Ermanno Ancilli - Pontificio Istituto di Spiri-
de entrar en materia, que la denomina-
tualità del Teresianum (eds.), Dizionario Enciclo- ción de Cartas proviene de san Josemaría,
pedico di Spiritualità, Roma, Città Nuova, 19922, que acudió a ese vocablo, que tiene cla-
pp. 422-430; Id., I fondatori profezia della storia. ras resonancias familiares, para designar
La figura e il carisma dei fondatori nella rifles- tres breves Cartas circulares que envió en
sione teologica contemporanea, Milano, Anco- 1938 y 1939 a los miembros del Opus Dei
ra, 1989; Antonio Sicari, Gli antichi carismi de- cuando, estando cercano el fin de la Guerra
lla Chiesa. Per una nuova collocazione, Milano, Civil española, podía pensarse en redoblar
Jaca Book, 2002; Albert Vanhoye, “Carisma”, en el impulso apostólico. Consta además que
Pietro Rossano et al. (eds.), Nuevo diccionario de
había pensado en ese término desde co-
Teología Bíblica, Madrid, San Pablo, 20012, pp.
mienzos de la década de 1930, con vistas
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a escritos provocados no por situaciones
Arturo CATTANEO circunstanciales sino por realidades per-
manentes y dando a esa palabra un signifi-
cado análogo al que tiene en bastantes au-
tores de la época clásica y, después, en la
CARTAS (obra inédita) tradición eclesiástica. Es decir, exposición
1. Hacia la preparación del ciclo de las Car-
detenida y detallada de un tema, o de una
tas. 2. La redacción del ciclo de las Cartas. serie de temas relacionados entre sí, redac-
3. Descripción de conjunto del ciclo de las tada con el tono propio del género episto-
Cartas. 4. Las Cartas posteriores a 1965. lar, pero dirigida no a una persona determi-
nada, sino a todo un conjunto de personas.
San Josemaría designó con el nombre
de Cartas un conjunto de escritos dedica-
1. Hacia la preparación del ciclo de las
dos a la formación de los fieles del Opus
Cartas
Dei. Dentro de ese conjunto cabe distinguir
dos grupos, distintos entre sí, tanto por la En los años inmediatamente posterio-
fecha de su redacción como, al menos en res al 2 de octubre de 1928, al comenzar
parte, por su tono. El primer grupo está la labor apostólica encaminada a poner en
constituido por lo que el propio san Jose- práctica la misión para la que Dios le con-
maría calificó en diversas ocasiones como vocaba, san Josemaría preparó algunos
“el ciclo de las Cartas”: escritos destina- textos que pudieran servir de apoyo a su
dos a exponer el espíritu y la labor apos- acción sacerdotal. Vieron así la luz Santo
tólica del Opus Dei, tarea a la que puso Rosario y Consideraciones espirituales,
punto final en 1965 y, en algún caso, en cuyas primeras versiones datan de 1931 y
1966. El segundo grupo, formado por es- 1932.
critos redactados entre 1967 y 1974, está Paralelamente advirtió la necesidad de
íntimamente relacionado con la situación preparar además escritos dirigidos espe-
de la Iglesia en esos años y con la espe- cíficamente a quienes se estaban incor-
cial intensidad con que san Josemaría, porando al Opus Dei. De comienzos de la
consciente de que el fin de su vida terrena década de 1930 datan algunos pasajes de
podía encontrarse ya cercano, afrontó la sus Apuntes íntimos, en los que habla de
responsabilidad que en ese contexto le co- la preparación de textos que pudieran ayu-
rrespondía como fundador del Opus Dei. dar, a quienes se iban uniendo a la Obra, a
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