Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
explicativo
tanto
de
la
organización,
como
de
la
naturaleza
de
lo
“organizado”
(Ibarra,
1993).
Por
otro
lado,
frente
al
pensamiento
de
la
Teoría
de
la
Organización,
caracterizado
por
estudiar
las
relaciones
de
poder
desde
una
perspectiva
en
la
cual
la
organización
es
entendida
como
un
espacio
cerrado,
independiente
de
la
sociedad,
donde
las
relaciones
de
poder
son
percibidas
como
relaciones
legítimas
de
autoridad,
que
buscan
mantener
un
funcionamiento
organizacional
determinado;
y
frente
al
pensamiento
crítico
de
la
Teoría
de
la
Organización,
que
considera
que
la
organización
debe
entenderse
como
un
espacio
abierto,
que
no
puede
estudiarse
al
margen
de
la
sociedad,
ni
ocultar
las
relaciones
de
poder
que
emergen
en
la
naturaleza
conflictiva
y
contradictoria
de
las
organizaciones
sociales,
Foucault
plantea
una
aproximación
organizacional
alternativa,
desde
la
cual
el
fenómeno
de
lo
organizado,
se
concibe
como
cerrado
o
específico
y
abierto
a
la
vez,
centrándose
en
el
cómo
del
poder
frente
al
sujeto
y
a
la
sociedad,
es
decir,
prestando
atención
a
los
mecanismos
del
poder,
mirando
de
esta
manera
las
relaciones
de
poder
como
elemento
a
través
del
cual
se
puede
entender
la
organización
y
la
naturaleza
política
de
lo
“organizado”
(Ibarra,
1993).
Teniendo
en
cuenta
que
el
poder
además
de
estructurar
las
relaciones
entre
los
hombres,
permite
también
que
éstas
se
lleven
a
cabo;
y
que
como
resultado
de
ese
ejercicio
del
poder
y
del
discurso
que
circula
en
las
organizaciones,
se
da
lugar
a
un
eficaz
dispositivo
disciplinario
que
tiene
como
base
la
complementariedad
entre
el
poder
y
el
discurso,
complementariedad
que
es
tanto
contradictoria
como
cambiante.
Se
viene
a
introducir
el
concepto
de
disciplina,
el
cual
para
Ibarra,
se
corresponde
con
el
de
organización.
Desde
una
perspectiva
organizacional,
el
poder
puede
entenderse
como
administración,
y
desde
la
perspectiva
foucaultiana
como
gobierno
(Ibarra,
1993).
Para
Foucault,
las
disciplinas
son
modelos
organizacionales
que
pertenecen
a
momentos
históricos
específicos
y
responden
a
características
de
las
relaciones
de
poder.
En
el
ámbito
industrial,
se
encuentran
tres
modelos
organizacionales.
El
primero
es
el
de
la
disciplina
autoritaria,
el
cual
se
dio
entre
1900
y
1925,
y
se
caracterizó
porque
las
relaciones
de
poder
se
basaban
en
el
control
del
cuerpo.
El
segundo
es
el
de
la
disciplina
satisfaciente,
durante
1925
y
1950,
en
este
modelo,
las
relaciones
de
poder
se
basaban
en
el
control
del
alma,
donde
a
través
de
procedimientos
psicológicos
se
medía
la
satisfacción
que
producía
el
trabajo.
El
tercero,
es
la
disciplina
participativa,
modelo
configurado
en
los
años
sesenta
y
que
actualmente
sigue
vigente.
En
este
último,
las
relaciones
de
poder,
se
fundamentan
en
el
autocontrol
(Ibarra,
1993).
Foucault
considera
que
todas
las
relaciones
de
poder,
exigen
a
su
vez,
que
exista
la
resistencia,
es
decir
que
ese
otro
sobre
el
cual
se
ejerce
el
poder,
reaccione,
responda,
genere
estrategias,
manteniéndose
como
un
sujeto
de
acción.
Teniendo
en
cuenta,
que
el
poder
es
un
elemento
que
permite
entender
los
sistemas
disciplinarios
y
sus
dispositivos,
estos
sistemas
y
dispositivos,
son
considerados
puntos
de
reflexión
de
la
Teoría
de
la
organización
(Ibarra,
1993).
2
Por
todo
lo
anterior,
el
terreno
organizacional,
es
considerado
para
Foucault
e
Ibarra,
como
un
espacio
que
permite
comprender
al
sujeto,
las
relaciones
de
poder,
y
los
discursos
que
las
acompañan.
Ellos
consideran,
que
la
comprensión
del
fenómeno
de
lo
organizacional,
es
a
su
vez
una
forma
en
la
que
los
seres
humanos
se
comprenden
así
mismos
(Ibarra,
1993).
Instituciones,
saberes
y
prácticas:
las
relaciones
de
poder
Como
hemos
visto,
el
sujeto
es
construido
a
través
de
los
discursos.
Para
Foucault,
esos
discursos
que
atraviesan
al
sujeto,
generalmente
provienen
de
una
institución
o
del
poder
que
ejercen
las
ciencias
sobre
esos
sujetos.
Para
mirar
esto
más
a
fondo
es
importante
tener
en
cuenta,
cuáles
son
los
discursos
que
objetivizan1
al
hombre,
discursos
que
el
filósofo
francés
enuncia
en
su
libro
El
sujeto
y
el
poder
(1983).
Son,
entonces,
tres
modos
de
objetivación
por
medio
de
los
cuales
el
humano
se
trasforma
en
sujeto,
a
saber:
primero,
los
modos
de
inquirir
que
tratan
de
darse
el
estatuto
de
ciencias,
segundo
la
objetivación
del
sujeto
en
las
prácticas
de
escisión
y,
tercero,
la
vía
por
la
cual
el
individuo
se
vuelve,
él
o
ella,
un
sujeto.
Dicho
en
otras
palabras,
hombres
susceptibles
de
ser
estudiados,
hombres
como
seres
políticos
y
humanos
como
mujeres
y
hombres
que
configuran
su
identidad
a
través
de
las
prácticas
que
implican
su
sexualidad.
Todos
estos
discursos
tienen
algunas
cosas
en
común:
en
primer
lugar,
que
son
ejercidos
por
saberes
o
epistemes2;
en
segundo
lugar,
dichos
sujetos
se
basan
en
la
dinámica
de
las
relaciones
de
poder
(tema
que
más
adelante
será
revisado)
y;
en
tercera
instancia,
que
dichos
discursos
se
consolidan
en
las
prácticas
que
de
dichos
saberes
se
derivan.
¿Cómo,
entonces,
se
construyen
los
sujetos
a
partir
de
los
discursos?
Cada
uno
de
esos
discursos
proviene
de
diferentes
tradiciones
en
las
cuales
están
insertos
gran
cantidad
de
preceptos
que
versan
sobre
las
maneras
en
que
las
personas
deben
llevar
sus
vidas;
preceptos
que
se
derivan
de
las
diversas
concepciones
de
hombre
que
a
dichas
tradiciones
corresponden.
Foucault,
a
lo
largo
de
toda
su
obra,
ha
explorado
dichas
concepciones
de
hombre
y
las
maneras
como
esos
saberes
han
irrumpido
en
la
cotidianidad
de
los
hombres
y
mujeres
a
través
de
la
historia.
El
ejemplo
más
claro
de
esto
es
el
estudio
de
la
locura
en
el
Nacimiento
de
la
clínica
(1963);
en
esta
obra,
se
muestra
cómo
la
construcción
que
se
hace
del
loco
(puede
decirse
sujeto)
varía
según
el
momento
por
el
que
la
ciencia
y
las
condiciones
sociales
estén
pasando.
Puede
hablarse
de
tres
momentos
del
loco:
en
un
primer
momento,
en
la
antigüedad,
era
el
vocero
de
los
dioses
y
tuvo
un
lugar
privilegiado
en
la
sociedad;
más
adelante,
en
plena
modernización,
con
la
iniciación
de
las
nuevas
formas
de
sociedad
y
con
nuevas
reglas
políticas
y
morales
1
El término objetivación es usado por Foucault para enunciar la idea de que se han tratado de encasillar a los
sujetos en una u otra categoría, desde la cual emerge una que otra concepción de sujeto.
2
Espisteme es el término usado por Foucault (1966), introducido en las palabras y las cosas, para enunciar
las diversas instancias de la ciencia, que, por medio de sus marcos de referencia, configuran hombres y
mujeres en sujetos, que deben comportarse y actuar tal y como dichos lugares del saber-poder suponen y
pretenden que debe ser.
3
que
erigían
una
nueva
imagen
del
hombre
“civilizado”,
el
loco
fue
confinado
a
las
celdas
y
la
reclusión,
único
camino
que
escondía
al
particular
personaje
que
no
encajaba
en
la
sociedad.
En
nuestros
días,
el
loco
es
considerado
como
un
enfermo
que
sufre,
y
además,
que
necesita
ser
curado.
El
único
instrumento
que
puede
lograrlo
es
el
poder
ejercido
por
la
ciencia.
Así
como
sucedió
con
el
loco,
ha
sucedido
con
otras
construcciones
que
se
han
hecho
del
hombre:
desde
el
estudiante
hasta
el
obrero,
pasando
por
el
político
o
las
amas
de
casa.
Este
proceso
se
lleva
a
cabo
por
medio
de
las
relaciones
de
poder
que
se
dan
entre
el
elemento
que
lo
ejerce
y
aquellos
que
lo
reciben,
obligando
a
que
el
sujeto,
ya
sea
por
medio
del
acatamiento
o
de
la
contrapartida
en
contra
de
los
discursos
emitidos
por
las
instituciones
y
los
poderes‐saber
que
estas
consolidan,
se
comporte
como
se
espera.
¿Qué
tan
importante
es
la
idea
de
que
existan
versiones
que
hagan
contra‐fuerza
a
los
discursos
hegemónicos
que
ejercen
poder
sobre
esos
sujetos?
Pues
bien,
para
entender
esto
con
un
poco
más
de
profundidad,
se
hace
necesario
entender
las
características
de
las
relaciones
de
poder.
Para
Foucault
(1983),
el
poder
tiene
que
ser
estudiado
en
términos
del
cómo,
más
que
preguntarse
por
un
qué
o
un
porqué
del
mismo.
En
este
orden
de
ideas,
el
poder,
para
el
psicólogo
y
filósofo,
implica
relaciones
entre
individuos,
así
que,
cuando
hablamos
de
estructuras
de
poder,
es
en
la
medida
en
que
se
ejerce
poder
entre
personas,
se
da
entonces,
una
relación
de
poder,
que
tiene
que
ser
diferenciada
de
otros
tipos
de
relaciones
cómo
las
de
comunicación
y
de
las
capacidades
objetivas
o
relaciones
de
trabajo.
Aunque
unas
y
otras
se
contienen
y
apoyan
mutuamente,
cada
una
de
ellas
tiene
un
campo
de
acción
distinto,
donde
puede
prevalecer
sobre
las
demás.
Cuando
se
dice
que
el
ejercicio
del
poder
es
de
unos
sobre
otros,
no
sólo
se
esta
hablando
de
grupos
o
individuos,
sino
que
más
estrictamente
se
está
hablando
de
acciones
de
unos
que
modifican
a
las
de
otros.
Luego
la
acción
es
una
de
las
condiciones
de
posibilidad
del
poder,
pues
para
que
exista
tiene
que
ser
puesto
en
acción,
y
no
sólo
sobre
los
individuos,
sino
que
sobre
las
acciones
o
posibles
acciones
de
los
individuos.
Por
otro
lado,
la
relación
de
poder
implica
que
exista
resistencia,
aunque
el
consenso
y
la
violencia
son
elementos
constitutivos
de
estas
relaciones,
no
son
estos
los
que
hacen
que
exista
la
relación
de
poder.
En
cambio,
la
resistencia
es
la
que
hace
que
la
relación
de
poder
se
de,
pues
el
ejercicio
de
poder,
busca,
por
medio
de
acciones,
el
control
de
las
acciones
de
otros.
Dicho
de
otro
modo,
el
ejercicio
del
poder
es
el
de
gobernar
(en
el
sentido
de
guía)
las
conductas
otras
personas.
Esto
nos
remite
a
otro
elemento
constitutivo
de
la
relación
de
poder,
y
es
la
existencia
de
sujetos,
además
de
actuantes,
libres,
que
tienen
un
campo
de
posibilidades
de
acción.
Resumiendo,
el
hombre
libre
recibe,
por
medio
de
las
relaciones
de
poder,
el
peso
de
los
discursos
que
lo
atraviesan,
discursos
que
son
transversales
a
las
instituciones,
‐
como
las
cárceles,
las
escuelas
o
las
empresas
‐
(Foucault,
1975),
que
corresponden
con
el
momento
histórico
social
y
que
imponen,
por
medio
del
uso
del
saber‐poder,
las
diversas
maneras
como
el
momento
específico
espera
que
las
personas
actúen.
De
esta
forma,
el
sujeto
se
construye
por
medio
de
las
prácticas
que
provienen
de
dichos
discursos,
los
discursos
mismos
y
las
repelencias
que
en
contra
de
éstos
se
dan.
4