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Como dice [ CITATION Vel04 \l 9226 ] : “El cine y lo urbano estaban hechos, al fin y al cabo,
de lo mismo: una estimulación sensorial ininterrumpida, hecha de secuencias en acción,
excitaciones imprevistas, impresiones inesperadas…En la calle, como en las películas,
siempre pasan cosas”. El cine nos ayuda a percibir aquello que se nos escapa, “al poder
aislar los instantes, resaltarlos, aumentarlos, al poder tomar los acontecimientos y
detenerlos en el tiempo”.[ CITATION Vel04 \l 9226 ] El cine nos ayuda a sumergirnos en
estos pequeños momentos que se nos pasan desapercibidos. A su vez, como vivimos en
un mundo tan rápido, tan cambiante, tan frágil, el cine nos permite pausar el tiempo y los
movimientos de las personas, para ser focalizador por nosotros.
La película Perfect Sense de David Mackenzie nos permite ahora comprender un poco la
vitalidad de los sentidos. Los sentidos nos permiten percibir el entorno, pero
posteriormente, se vuelven en una herramienta para evocar recuerdos. ¿Qué seríamos
sin los sentidos? Tan esenciales pero que se vuelven tan mecánicos para nosotros, que
olvidamos concientizarnos de todas las sensaciones que percibimos a través de ellos. A
veces se nos olvida oler un buen café, saborear lentamente un desayuno, visualizar un
día nublado, sentir el calor del medio día penetrar en nuestra piel o escuchar los pájaros
cantar en las mañanas. Al perder el sentido de la vista, el ser humano llega a potenciar el
sentido de la escucha. ¿Será necesario perder algún sentido para aprovechar y
potencializar los otros? Esta película permite ver uno de los posibles escenarios al ser
humano ir perdiendo los sentidos. Cada vez que se pierde un sentido, fortalecemos o nos
volvemos más comprensivos con los otros, valorando cada sensación alimentada a
nuestro cuerpo. Se me hace triste pensar el hecho de perder los sentidos, que conlleva a
un final más catastrófico: perder los recuerdos. Al final de la película, surge una conexión
más allá de los sentidos entre las personas, pero que podríamos empezar a desarrollar
sin la necesidad de tener ausentes los sentidos, para así, tener una experiencia más
sustancial e intensa.
Los sentidos nos ayudan a percibir nuestro entorno, a crear experiencias que luego se
convierten en recuerdos que podemos volver a vivenciar con el hecho de oler, ver,
escuchar, tocar o saborear algo que nos relaciona con ese lugar, persona u objeto. A la
vez, al poseer los 5 sentidos no estamos potenciándolos de la forma en que deberíamos
quizás al sentirnos privilegiados y conformes, lo que conlleva a que trabajemos los
sentidos de una forma global y no individual y detallada. Esta falta de conciencia por las
sensaciones que recibimos del entorno, se le suma la rapidez de la posmodernidad,
donde todo es tan exageradamente fluido, que no hay tiempo de detenerse, como dice
[ CITATION Vel04 \l 9226 ]”El presente es fugaz, estamos presentes pero aquello que acaba
de acontecer es ya pasado, el futuro se abre de inmediato ante los ojos”.
Afortunadamente, tenemos el cine como una herramienta para pausar estas interacciones
sociales, efímeras y superficiales.
Referencias
Amendola, G. (2000). La ciudad postmoderna. Madrid: Celeste Ediciones.
Castell, M. (2000). Globalización, sociedad y política en la era de la información. Revista
Bitácora(4), 42-53.