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REVISTA FILOSÓFICO-TEOLÓGICA
ESCUELA DE CIENCIAS TEOLÓGICAS
Consejo Editor
Máster Grace María Ulate Camacho. Universidad Católica de Costa Rica, Directora.
Máster Manuel Rojas Picado, pbro. Universidad Católica de Costa Rica.
Dr.Vittorino Girardi Stellin. Obispo de la Diócesis de Tilarán
Máster Juan Carlos Valverde Campos, Universidad Nacional de Costa Rica
Lic. Javier Velasco Arias, Institut Superior de Ciencies Religiosas de Barcelona.
Bach. Juan Carlos Calderón Vargas, pbro. Universidad Teológica de América Central
Consejo Cientíco
Pbro. Dr. Víctor Hugo Munguía Castro
Pbro. Dr. Leonel Miranda Miranda
Dr. Arnoldo Mora Rodríguez
Pbro. Lic. Carlos Hernández Guzmán
Pbro. Lic. Jorge Pacheco Romero
Pbro. Lic. Fernando Alberto Vílchez Campos
Pbro. Lic. Jafet Peytrequín Ugalde.
Editor
Universidad Católica de Costa Rica Anselmo Llorente y Lafuente.
Facultad de Teología
Escuela de Ciencias Teológicas.
Suscripciones: Apartado postal 519-2100 San José, Costa Rica
Tel (506) 22407272 ext 156.Fax (506) 22402121
revistalogos@ucatolica.ac.cr
PRESENTACIÓN
Con su Carta Apostólica “Porta Fidei” del recién pasado 11 de octubre, el Papa
Benedicto XVI ha llamado a todos los eles de la Iglesia para la vivencia
de un “año de la fe”, gracias al cual podamos disponernos a celebrar el
quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
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El bloque nal de esta entrega -constituido por dos artículos más- está
dedicado a proyectar el sendero que se abre ante nuestros ojos. Por eso
iniciaremos con una evaluación del avance que se ha venido dando en la
eclesiología, tal y como ella se maniesta en la celebración eucarística;
pues es evidente que la actual “co-existencia” de dos formas distintas de
liturgia hace necesario la resolución de interrogantes eclesiológicas, que se
mantienen vigentes aun cuando esas dos “formas litúrgicas” no tengan el
mismo “status”.
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AUTORES
Carlos Villalobos Rodríguez, O.P.
Licenciatura en Teología por la Pontica Universidad de Santo Tomás
de Aquino “Angelicum”, Roma.
Superior del convento Santo Tomás de los frailes Dominicos en Costa Rica.
Rector de la Universidad Teológica de América Central.
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TABLA DE CONTENIDO
Presentación ...................................................................................................... 3
Calidades de los autores ................................................................................... 7
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Resumen
Si la Iglesia, por naturaleza, «[
…] toma su origen en la misión del Hijo y la misión
del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre»1, resulta absolutamente necesario
para ella una constante conversión personal y pastoral. Esta conversión se
ve mediada por la realidad que la circunscribe y al mismo tiempo la interpe-
la, de forma que pueda realizar el espíritu fundamental que la anima a seguir
adelante: ser sal y luz, pero siempre desde la perspectiva de las bienaventu-
ranzas. Por lo tanto, la delidad de la Iglesia en la instauración del Reino se
hace evidente por medio de acciones, pero de acciones que partan de un pro-
fundo análisis del acto humano y se encaminen hacia la realización de éste.
Abstract
If the Church, by its own nature, «[
…] assumes its origin in the Son`s and
Holy Spirit`s mission according to the plan of God Father»2, It is absolutely
necessary for the Church a constant personal and pastoral conversion. This
conversion requires the surrounded reality and challenges it; so that the
church can realize the essential spirit who animates it to go beyond in its
mission: to be the salt and the light, by following the beatitude`s perspective.
Therefore, the delity of the church to the kingdom of God`s establishment
is evident in actions which result from a deep analysis of the human act and
encouraged to the performance of them.
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I. Introducción
Ha pasado apenas una década del cambio de siglo en nuestra sociedad oc-
cidental y los cambios de paradigma se dan a velocidades cada vez menos
perceptibles para quienes la conformamos. El fenómeno religioso no es ex-
cepción y presenta un panorama cada vez más complejo de analizar.
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Tres son los elementos que, a nuestro entender, sirven de plataforma para
una correcta interpretación del cristianismo latinoamericano en su contexto,
que, sin ser los únicos ni los más novedosos, es evidente que han permitido
el cambio paradigmático de la acción eclesial latinoamericana. Dichos as-
pectos pertenecen al contexto en el que la Iglesia realiza su labor y al mismo
tiempo la han marcado con fuerza a lo largo de los años, expresados en fe-
nómenos como «[
…] el de la contaminación de los valores religiosos transformados
a semejanza de los valores de compra y venta (mercado), o también el aislamiento e
intransigencia en la defensa fanática de valores de la identidad religiosa de personas y
grupos (fundamentalismos)»9. Para este estudio en particular, estamos hacien-
do referencia a la secularización, la posmodernidad y la globalización10.
6 Para una detallada presentación de datos a este respecto, los documentos publicados di-
gitalmente por el Programa Latinoamericano de Estudios Socioreligiosos (PROLADES)
ofrecen información relevante para cada país: www.prolades.com
7 Cf. Juan José TAMAYO, Otra Teología es posible. Pluralismo religioso, interculturalidad y femi-
nismo, Barcelona: Herder, 2011, p. 25-26.
8 Enrique DUSSEL, “Historia de la fe cristiana y cambio social en América Latina”: AA.VV.,
Fe cristiana y cambio social en América Latina, Salamanca: Sígueme, 1973, p. 96.
9 AMERINDIA, “Observatorio Socioeclesial Latinoamericano 2011. Dialogo interreligioso y opción por
los pobres en América Latina”, Montevideo, 2011, p. 10.
10 La presentación de estas temáticas no es exhaustiva, sino descriptiva en un sentido muy
global a partir del hecho religioso que simbióticamente forma parte del mismo.
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A. Secularización
B. Postmodernidad
Se trata de una ruptura directa con las ideas que han precedido la historia
del conocimiento y con los estatutos actuales de civilización, traducida esta
ruptura en pasividad, desinterés y resignación.
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C. Globalización
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realiza a cada uno de estos aspectos es muy diferente entre ambas posturas;
sin embargo, el dato de la posible similitud de criterios salta a la vista como
aspecto relevante.
Sin embargo, este modelo absolutizador, por esta misma característica entra
en crisis18, la cual se evidencia cuando el sistema capitalista asume el rol de
convertirse en el único sistema mundial. Sin embargo, las interpretaciones
dadas a este fenómeno han sido en el orden económico sin más, cuando el
fenómeno de crisis evidente sobrepasa el sistema económico y llega a lo más
profundo de la humanidad en su conjunto: « Lo que ocurre es más bien, que este
capitalismo produce la crisis de la propia sobrevivencia humana, aunque como estruc-
tura de poder no siente ninguna crisis
… »19.
16 Fenómeno que ya ha traspasado las fronteras del mundo occidental y en los últimos años
hemos contemplado las irrupciones de estos sistemas en los países orientales.
17 Término acuñado por Marshall McLuhan a nales de los años 60: «Todos los países atrasados
de la aldea global están tan conectados por el medio eléctrico como el negro americano o los adolescentes
del mundo occidental». Marshall MC LUHAN, Quentin FIORE y Jerome AGEL. Guerra y Paz en
la Aldea Global, Barcelona: Martínez Roca, 1971, p. 87. Aunque la intención de su autor
fue la interconectividad por los medios de comunicación, es fácilmente aplicable a los
ámbitos presentados en este escrito.
18 Aunque sería necesario una disertación sobre el concepto de crisis y la multiplicidad de
acepciones que el término pueda reejar desde el ámbito social y las posibles representa-
ciones sociales que evidencie el término, a nuestro respecto valga hacer la aclaración de
que no hay necesariamente una connotación negativa en el mismo.
19 Franz HINKELAMMERT, El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido. San José: EUNA,
2005, p. 24-25.
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contenidos de la revelación y de la fe, entre todos los aspectos del misterio cristiano»20,
no puede dejar de lado la lectura de la realidad con los ojos de la fe. Con justa
razón Gibellini concluye en su texto que la teología del siglo XX
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Las propuestas de renovación del Concilio Vaticano II, los avances técnicos
y cientícos, el contexto en el que se sitúa hoy la acción eclesial y la cada vez
más rápida transformación de la sociedad han sido criterios que han hecho
urgente una transformación de la acción evangelizadora de la Iglesia que
responda a dichas aceleradas transformaciones.
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1. Consideración metodológica
29 Aunque sería vital para una adecuada presentación de esta categoría un abordaje más
complejo que abarque las propuestas “no ociales” de la misma, tales como la cosmología
y teología indígenas o el saber popular de los pueblos latinoamericanos, o la contraposi-
ción histórica que la misma ha tenido a lo largo de la historia del pensamiento occidental,
es necesario indicar que es un tema pendiente en esta reexión.
30 Tema muy discutido en la reexión teológica del siglo XX, en el que es necesario anotar
que los paradigmas en los que una disciplina sirva como ancilla o sirvienta de otra han
sido superados. Lo mismo habría que decir de la pretensión de buscar el objeto de estudio
de una disciplina en la otra. De igual forma la suposición de que el dato revelado se ve
ampliado o determinado por el recurso losóco termina siendo un reduccionismo a evitar
en la reexión cientíca.
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Los actos son ante todo una alteridad radical, y esta alteridad nos permite
tener conciencia de nuestro acto como un alter. Ya que las cosas actualizadas
en un determinado acto pretenden que esta actualización se convierta en
algo otro. Dicho de otro modo: los actos humanos no pueden confundirse
con la cosa porque son actualizaciones. Estamos hablando, entonces, de dos
trascendentales para la losofía: en primer lugar el acto mismo como reali-
dad existente y la alteridad con que cada cosa se presenta en el acto humano
con independencia de los actos.
31 Antonio GONZÁLEZ, Estructuras de la praxis. Ensayo de una losofía primera. Madrid: Trotta,
1997, p. 23.
32 Antonio GONZÁLEZ, Teología de la praxis evangélica. Ensayo de una teología fundamental, p. 79.
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situada a un plano similar al de cualquier otra comunidad humana [
…] y así se des-
cuidó la cosa más importante de la Iglesia: la presencia de Dios en ella que llama hacia
sí a sus miembros [
…]»36.
Es, por lo ya dicho, que los procesos pastorales de la acción eclesial tienen
por cometido principal el anuncio del Reino de Dios, y al mismo tiempo la
razón principal de cada acción. El criterio denitivo que determinaría la
razón de ser de las acciones eclesiales, al estar normado por la razón primi-
genia de la Iglesia, hace posible al mismo tiempo que la praxis eclesial tenga
su preponderancia en el desarrollo teológico y praxeológico.
36 Avery DULLES, Modelos de Iglesia. Estudio crítico sobre la Iglesia en todos sus aspectos. Santander:
Sal Terrae, 1975, p. 7.
37 Para una adecuada presentación del tema del Reino de Dios en la Teología del Concilio
Vaticano II es necesario un acercamiento directo a las fuentes y documentos que hicieron
posible su redacción denitiva. Unido a esto, se debe contratar esta categoría al menos
con la antropología y la cristología presentadas en los documentos nales del mismo. Para
estos efectos referimos a: Tibaldo TOLEZZI, “Reino e Iglesia en la enseñanza del Concilio
Vaticano II”: Teología y Vida 45, 2004, p. 438 – 462.
38 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución dogmática sobre la Iglesia ‘Lumen
Gentium’”, nº 5, p. 27.
39 Dado que no se trata de un trabajo exegético, al menos presentaremos algunos textos de
esta especialidad que el lector pueda consultar.
40 Julio RAMOS, Teología Pastoral. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1995, p. 27.
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Reino, «[
…] era para Jesús no simplemente una idea, sino una realidad y una fuer-
za que, naturalmente, iba a moldear y, de hecho, cambiar la práctica religiosa de sus
discípulos»42. De esta manera, su claridad en la proclamación del mismo hace
posible determinar la primacía de su mensaje en función de los receptores y
la opción denitiva de Jesús, que «[
…] es un Profeta de lo Último que nos llama
a vivir para una determinada causa: la causa del Reino de Dios que se historiza en noso-
tros como novedad humana»43. De ahí que quien recibe este mensaje historizado
no puede menos que hacer eco de las palabras del Bautista: «El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,
15; cf. Mt 4, 17 y Lc 4, 16)44.
Este Reino proclamado por Jesús posee cinco características que considera-
mos necesario anotar. En primer lugar el anuncio del Reino no es el anuncio
de la Iglesia como acto egoísta de publicidad; en segundo lugar el Reino es
una realidad dinámica, es decir, una acción permanente sobre la realidad
histórica de cada pueblo; además, da la pauta para superar los dualismos:
presente-futuro, sagrado-profano, bien-mal. Este Reino es también y de
forma más especíca un Reino de los pobres, desposeídos, sufridos; y por
último rompe con los ámbitos personal y social cuando éstos resulten ser un
dualismo en su praxis45.
41 Cf. Joachim JEREMIAS, Teología del Nuevo Testamento. I La predicación de Jesús. Salamanca:
Sígueme, 1974, p. 119 – 133; John P. MEIER, Un judío Marginal. Nueva visión del Jesús His-
tórico. Tomo II/1. Juan y Jesús. El Reino de Dios. Navarra: Verbo Divino, 2004, p. 294-592 y
sus amplísimos aparatos críticos.
42 John P. MEIER, Un judío Marginal. Nueva visión del Jesús Histórico. Tomo II/1. Juan y Jesús. El
Reino de Dios, p. 534.
43 José Ignacio GONZÁLEZ FAUS, La humanidad nueva. Ensayo de Cristología. Santander: Sal
Terrae, 1989, p. 106.
44 Las citaciones bíblicas las hemos tomado de la Biblia de Jerusalén: Biblia de Jerusalén.
Nueva edición revisada y aumentada. Bilbao: Desclée De Brouwer, 1998.
45 Cf. Ignacio ELLACURÍA, Escritos Teológicos, tomo II, San Salvador: UCA Editores, p. 313-
316.
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Es así como la conversión resultaba ser buena noticia para un pueblo que
estaba expectante ante la inminente llegada de una transformación social.
Sin embargo, según Caballero, hay dos posibilidades de vivir la conversión:
como una amenaza, o como una invitación liberadora. La radicalidad de la
aceptación de este mensaje exige por tanto escudriñar con profundidad el
punto de partida de esta aceptación a n de determinar las consecuencias de
la misma. Por tanto, la conversión liberadora sólo puede entenderse como
un camino constante e interminable de la vida del cristiano, toda vez que
debe producir consecuencias directas y constantes en la historia: «La radica-
lidad de la conversión continua al Reino de Dios nos pide sensibilidad y clara opción por
los valores y criterios del evangelio»46; un evangelio creíble, ecaz e historizado
constantemente por la acción directa de sus principales depositarios.
46 Basilio CABALLERO, Bases de una Nueva Evangelización. Madrid: Paulinas, 1993, p. 150.
47 JUAN PABLO II, Dives in Misericordia. Sobre la misericordia divina. Madrid: Paulinas, 1983,
nº 13.
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Por lo tanto, una conversión eclesial que no parta de la historia, y más es-
pecícamente, de la realidad histórica, entendida ésta como la mutua imbri-
cación entre lo real que sólo es real en la medida en que se ha historizado52,
ha olvidado el carácter soteriológico de la presencia de Jesús en la historia.
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53 Cf. Ignacio Ellacuría. Filosofía de la Realidad Histórica. San Salvador: UCA Editores, 2007,
p. 315-396.
54 CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y
del Caribe. Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan
vida. Aparecida Bogotá: San Pablo, 2007, p. 370.
55 Elmar KLINGER, Pobreza, un desafío de Dios. La fe del Concilio y la liberación del hombre. San
José: Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1995, p. 120.
56 A quien tratamos de seguir en este apartado, anotando la dicultad de resumir un texto
tan complejo.
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«No es con mucha teoría que Dios se presentará de nuevo. Sólo será con ha-
bodáh (Servicio), trabajo liberador, que es al mismo tiempo “praxis político-
liberadora” con respecto al pobre, y liturgia (habodáh en Hebreo) con respecto
a Dios. “misericordia deseo y no sacricios”: indica exactamente que es ne-
cesario primero la mediación antropológica del culto para que sea verdadero
culto al Dios otro que todo ídolo»60.
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que redeniera en la praxis las relaciones entre sus miembros y las labores
de los mismos.
En segundo lugar, se debe redenir su política externa: las relaciones con los
estados y las fuerzas vivas de las estructuras sociales, hasta con las no ocia-
les. Tener claro que no por dejar de relacionarse con sectores marginados de
la dinámica social se deja de hacer política, ni mucho menos desaparecerán.
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Por otra parte, los fenómenos de movilidad y transporte humanos han veni-
do dando al traste con la clásica división de parroquias, diócesis y prelaturas,
al punto de que las mismas sean escogidas a gusto del feligrés.
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V. Conclusiones
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