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TEMA 6

QUIROFANO

Autor: Dr. Edgar Cortés Longoria

CAPITULO I

“El quirófano es la sala donde el paciente,


aún bien preparado, entra con aprensión y a veces,
cirujano y ayudantes con inquietud”

DEFINICION

El Quirófano es el sitio del hospital en el cual se llevan a cabo las operaciones quirúrgicas.

Termino proviene del griego Quirocheir: Cheirós ꞊ mano, y Phainein ꞊ mostrar.

HISTORIA

La idea de efectuar las operaciones en instalaciones especiales ha evolucionado a través de


la historia junto a los restantes productos de la cultura, y se ha vinculado en fechas recientes
con el desarrollo de la tecnología. En la Grecia clásica, los hipocráticos seleccionaban en
forma empírica locales limpios y ventilados para llevar a cabo los procedimientos manuales
e instrumentales; ejercían la profesión en establecimientos llamados iatréion, de los que
existen descripciones, así como del equipo, instrumentos quirúrgicos e, incluso, de las
condiciones de la luz, la cual ya se clasificaba en natural y artificial, directa e indirecta. La
reunión de los equipos de salud con los arquitectos tiene antecedentes en los planos de las
valetudinarias de los campamentos romanos de frontera, lo cual condujo al diseño de áreas
para llevar a cabo las intervenciones quirúrgicas en los hospitales.

En edad media no encontramos un local especialmente reservado a operaciones quirúrgicas.


Una ilustración del Tratado de cirugía militar del famoso von Gesdorff (1517), anterior al
de A. Paré de 1545, muestra como una amputación se práctica en cualquier local, y sobre
otro grabado, de la obra del mismo se ve como se operaba hasta cerca del campo de batalla.

En el Renacimiento, las pocas instalaciones que existían para este propósito tenían el
nombre de anfiteatro de operaciones (del griego amphitheatron, ambos lados del teatro);
eran edificios redondeados y con gradas para los espectadores que asistían a las
demostraciones de los eventos clínicos y quirúrgicos. Este tipo de instalaciones permaneció
casi sin modificación hasta bien entrado el siglo XIX.

Los primeros quirófanos tal como los conocemos en la actualidad se construyeron en el


Reino Unido, y se les denominaba anfiteatros, ya que eran teatros semicirculares donde los
estudiantes podían observar los procedimientos médicos.
El Old Operating Theatre de Londres es quizá el más antiguo, construido hacia 1822,
mientras que el primero en América se construyó en 1825 en la ciudad de Boston.

Para entonces algunos cirujanos observaron que era más frecuente que se infectaran los
enfermos quirúrgicos dentro de los hospitales; esto los hizo acudir a los domicilios de los
pacientes y acondicionar una habitación para operar en ella, lejos de las temidas “sepsis de
hospital”. Tal vez estas experiencias hicieron florecer a las pequeñas clínicas privadas, en
las que no se realizaban autopsias ni disecciones en cadáveres, y alejadas de los grandes
hospitales conocieron algunos de los primeros éxitos de la cirugía moderna.

Con la llegada del concepto de la cirugía aséptica fue evidente la necesidad de concentrar
los recursos y crear las condiciones necesarias en áreas específicas de los hospitales. Uno
de los primeros logros fue la aplicación del método aséptico hacia 1893 por Félix Terrier,
del Hospital Bichat, en París, quien hizo de la sala de operaciones un santuario de limpieza.
A partir de entonces, todas las innovaciones técnicas del siglo XX que han encontrado
utilidad se han volcado en el desarrollo y enriquecimiento de las áreas de quirófanos. En la
actualidad, las plantas físicas y las instalaciones materiales se proyectan en los hospitales de
acuerdo con las características de la población que atienden y los programas establecidos
para el flujo de pacientes.

CAPITULO II

AREAS DE QUIROFANOS

Los actos quirúrgicos se efectúan en áreas específicas de los hospitales, en donde se cuenta
con instalaciones diseñadas para facilitar el aislamiento bacteriológico. En la misma zona
están instalados los servicios de apoyo tecnológico y material para que las intervenciones se
realicen en condiciones óptimas. De especial importancia son los recursos de apoyo vital a
los enfermos quirúrgicos, razón por la cual se analizan en este capítulo las características
básicas de las instalaciones y las zonas restringidas para el tránsito de personal y equipos.
Estas medidas pretenden asegurar el control bacteriológico del ambiente.

UBICACIÓN

Es preferible ubicar a los quirófanos en:

1. Sitios de fácil acceso para todas las zonas del hospital, que tengan comunicación
expedita con las áreas de donde se encuentran los pacientes quirúrgicos internados,
servicios de urgencias, unidad de cuidados intensivos y departamentos de servicios
auxiliares del diagnóstico, como laboratorio, imagenología, etcétera.
2. Alejada de los departamentos donde se encuentren pacientes con enfermedades
infectocontagiosas o de áreas sépticas o muy concurridas, como ropería y
dietología.

3. Apartada en el hospital para evitar el tránsito de personas ajenas a través de ella, es


decir, de áreas como consulta externa, salas de espera, cuneros y otras.

Existe gran controversia en cuanto a la ubicación del quirófano en los hospitales de varios
niveles. Algunos prefieren la planta baja y dan sus argumentos para ello; otros prefieren el
piso más alto alegando que es más eficaz el control bacteriológico, el control de los polvos
y el de los ruidos.

DISEÑO

El diseño de una sala de operaciones ha planteado un problema singular debido a que se


trata de una instalación que requiere el apoyo de material complejo, que circula en ella
personal sano, enfermos, equipos y demás; al mismo tiempo, debe impedir la
contaminación de las heridas y la transmisión de padecimientos, además de asegurar al
mínimo el aislamiento bacteriológico. En las áreas de quirófanos o zona quirúrgica se
albergan las salas de operaciones propiamente dichas y sus servicios auxiliares. No existe
un diseño universal para ser instalado en cada hospital, sino que cada uno está proyectado
para satisfacer las necesidades particulares de asistencia, enseñanza e investigación del
hospital.

Todo quirófano ha de cumplir con una serie de requisitos en cuanto a su estructura física.

Podemos decir que el diseño de un quirófano debe basarse en los siguientes principios:

Establecer un filtro para los factores de contaminación que pudieran introducirse en el área
quirúrgica a través de personas, materiales, objetos e incluso el aire. Separación de las áreas
sépticas y asépticas dentro de la sala de operaciones, facilitando así la práctica de una buena
técnica que evite la contaminación.
El número de quirófanos requerido se establece en función de varios factores; por ejemplo,
cantidad y duración de operaciones programadas y tipo de especialidades con que cuenta el
hospital, pero fundamentalmente por el número de camas quirúrgicas, calculando una sala
de operaciones por 20 camas censables (se refiere, en lo administrativo, a camas de
hospitalización, no de internamiento provisional, como es sala de urgencias o de corta
estancia, o sala de recuperación posquirúrgica).

AREAS DE RESTRICCIONES

Para fines de control bacteriológico, las áreas de quirófanos se distribuyen en áreas de


restricción o de protección que tienen por objeto poner barreras al acceso de fuentes de
contaminación bacteriana a la sala de operaciones propiamente dicha. En México es común
distinguir las áreas no restringidas de las semirrestringidas y de las restringidas
asignándoles los colores negro, gris y blanco, de manera respectiva, que sin duda es
arbitraria o inexacta, pero tiene la cualidad de ser descriptiva y de fácil comprensión para el
personal técnico.

Área No Restringida, Primera Zona o Área Negra

El área negra es una zona contamina porque comunica directamente con el exterior del
quirófano. Es la primera zona de restricción y funciona como amortiguadora de protección;
incluye oficinas, admisión quirúrgica, baños y vestidores. En esta zona se permite el acceso
con bata clínica y es donde el personal se coloca el atuendo quirúrgico. La comunicación
con la zona gris es a través de una trampa de botas para el personal y una trampa de
camillas para los enfermos.

Área Semirestringida, Segunda Zona o Área Gris

En esta zona se requiere portar el uniforme completo (pijama de algodón, cubrepelo,


cubreboca y botas).

Las secciones son:


 Área de lavado quirúrgico (adyacente a la sala de operaciones).
 Central de Equipos y Esterilización.
 Cuarto de anestesia.
 Cuarto de rayos X
 Sala de recuperación.
 Cuartos sépticos (equipados con lavabos para el instrumental quirúrgico que ha sido
utilizado en cirugía), anexos a las salas de operaciones.

Debe comunicar por medio de un pasillo al laboratorio de análisis clínicos, al banco de


sangre y al servicio de anatomía patológica para solicitar apoyo; si llegan a requerirse
algunos de estos recursos se envían muestras biológicas para su estudio.
Es ideal que exista un aparato de intercomunicación entre el quirófano y patología, por el
que el cirujano podrá hablar directo con el médico patólogo en caso de que se necesiten
estudios histológicos transoperatorios.

Adyacente a cada sala de operaciones se encuentra un área de lavado quirúrgico para el


personal.
Cada área de lavado consta de uno o dos lavabos, cuyo flujo de agua se acciona mediante
rodilleras o es electrónico y funciona a través de fotoceldillas, al igual que las jaboneras.
Estos lavabos de acero inoxidable deben ser suficientemente profundos para evitar
salpicaduras, y la salida de agua es a través de un tubo curvo y elevado (cuello de ganso)
que permite efectuar el lavado manteniendo los antebrazos en posición vertical.

También se incluyen los portacepillos, o bien cepillos desechables que llevan integrado el
jabón; los hay con yodopovidona y con hexaclorofeno.

El área gris también incluye la sala de recuperación posoperatoria con personal altamente
capacitado para atender a los pacientes. Debe contar con el equipo básico que consta de:

 Esfigmomanómetros
 Estetoscopios
 Unidades de oxígeno y aspiración, colocadas cerca de las camillas
 Un gabinete de medicamentos de urgencia
 Carro de paro cardiaco
 Equipo de traqueostomía
 Monitores de electrocardiografía y desfibriladores
 Gabinete de enfermería
 Lavabos y estante para ropa.

El personal que trabaja en la sala de recuperación consiste en: jefe de piso y enfermeras
encargadas de los pacientes, bajo la supervisión de un médico anestesiólogo, todos
altamente calificados en labores de vigilancia del periodo posoperatorio.

La central de equipos y esterilización (CEYE) es el lugar donde se almacenan los


instrumentos quirúrgicos, la ropa y demás utensilios estériles. Allí se preparan y esterilizan
los bultos que son almacenados en una vitrina guardaestéril adyacente a la sala de
operaciones, rotulando en la parte exterior qué equipo contiene y la fecha de esterilización,
que conservará su vigencia dos semanas como máximo; de no utilizarse en ese lapso tendrá
que esterilizarse de nuevo.

En el cuarto de anestesia se ubican los carros o cajas metálicas que contienen el equipo
básico de anestesiología, como laringoscopios, pilas, conectores, mascarillas y sondas
endotraqueales previamente esterilizados, así como medicamentos propios de la anestesia,
algunos de ellos en refrigeración (relajantes musculares). También debe contar con una
gaveta de seguridad para narcóticos, psicotrópicos y estupefacientes, esto es, medicamentos
sobre los que existe un estricto control para su uso por parte de la Secretaría de Salud.
En el cuarto de rayos X se estaciona el aparato portátil y el revelador automático de las
placas que se toman en el transoperatorio, recurso muy útil en la cirugía ortopédica y de
vías biliares, entre otras.

Área Restringida, Tercera Zona o Área Blanca

Es el área de mayor restricción; comprende la sala de operaciones, local donde se lleva a


cabo la intervención quirúrgica.

CAPITULO III
CARACTERÍSTICAS DEL QUIROFANO

Se han ideado numerosos tipos de planta física para la sala de operaciones y al parecer la
forma rectangular es la más cómoda, versátil, menos costosa y la que mejor se adapta al
concepto de construcción modular.

Hay controversia acerca de sus dimensiones, sin embargo, se acepta que un área de 38 m²
es suficiente para la mayoría de las operaciones, a excepción de algunos procedimientos
especializados en los que se usa equipo adicional, en los cuales se requieren superficies
mayores. El consenso afirma que áreas mayores de 60 m² dejan de ser funcionales.

Pisos.

Los pisos deben ser claros y resistentes al agua, lisos y con aristas redondeadas para
facilitar el aseo; deben ser conductores moderados de la electricidad para impedir
acumulación de cargas electrostáticas en los muebles y las personas que puedan provocar
chispas.

Paredes y Techos

Deben ser duros, no poroso, lisos, resistentes al fuego, impermeables, a prueba de manchas,
sin grietas, de fácil limpieza.

Se prefiere que los quirófanos estén pintados de color claro, mate, para que no fatiguen la
vista; si es posible deben usarse materiales que absorban el sonido.

Es recomendable que la altura de la habitación sea de 3.3 m para dar espacio suficiente a las
complicadas lámparas de iluminación y algunos equipos electromédicos. No se construyen
con ventanas, repisas ni sitios salientes en los que pudiera acumularse el polvo.

En las salas destinadas al uso de procedimientos radiológicos se exige en las paredes un


recubrimiento de plomo.

Puertas.
Las puertas por lo general deben ser lisas, lo ideal es que se utilicen puertas corredizas, ya
que se eliminan las corrientes aire causadas por las puertas abatibles, pero por lo general
son de tipo volandero o vaivén, para poder abrirlas en los dos sentidos y lavar sus dos
superficies; provistas de un visor de 25 × 25 cm y de 1.50 m de ancho para permitir el paso
holgado de las camillas.
Algunos estudios han mostrado que la abertura y cierre de una puerta de vaivén produce
mucha turbulencia del aire y, por consiguiente, hay un aumento en el total de partículas que
se desplazan; por esta razón, algunos constructores instalan puertas corredizas externas que
a otros parecen poco prácticas en su conservación, costo y operación.

En estudios muy serios se ha concluido que las puertas, a las que se debe procurar mantener
cerradas, sirven para controlar el tránsito y que no contribuyen en nada a mantener el aire
limpio. Las puertas de la sala de operaciones siguen siendo hasta el momento tema de
discusión e, incluso, se ha propuesto que las salas de operaciones operen sin puertas y se
proteja su entrada con el flujo de una cortina de aire purificado vertical u horizontal que
mantenga diferenciales de temperatura y presión en el interior de las salas.

Ventilación

Los estudios sobre la presencia de gérmenes en el aire de las salas de operaciones son
numerosos y muy antiguos. Las partículas suspendidas en el aire de las salas de operaciones
consideradas como vehículo portador de gérmenes, es uno de los temas más estudiados y
sobre el que se ha especulado desde los inicios del concepto de cirugía aséptica. Se ha
demostrado que los microorganismos se depositan por gravedad en el piso y pasan al aire
con el movimiento del personal, del mobiliario y con las turbulencias que se generan cada
vez que se abre la puerta. También se sabe que los gérmenes que más se encuentran son el
estafilococo, Pseudomonas y otros gramnegativos. Con objeto de impedir esta ruta de
contaminación de las heridas se hacen lavados exhaustivos de los pisos de las salas de
operaciones; se eliminan todas las fuentes posibles de polvos, y a menudo se impide su
acumulación en mobiliario y equipo.

Desde 1936, Hart pretendió esterilizar el aire de la sala de operaciones por medio de
radiaciones ultravioleta que actuaban durante las horas en las que las salas de operaciones
no estaban ocupadas. Con este método se ha acumulado una gran experiencia y su autor
original dio a conocer resultados muy satisfactorios después de más de 20 años de uso. En
1964, el comité de infecciones que hizo una investigación específica de la influencia de las
radiaciones ultravioleta en la limpieza del aire puso en duda la efectividad del
procedimiento y orientó la búsqueda de nuevas soluciones. Con este fin, Coriell y
colaboradores propusieron el uso de filtros de aire cuyo origen técnico proviene de la
NASA (del inglés, National Aeronautics and Space Administration) estadounidense, donde
se utilizan en programas destinados a crear ambientes libres de polvo para el ensamble de
las naves espaciales. Estos filtros son capaces de retener partículas de 0.3 μm y un sistema
impulsor distribuye el aire filtrado desde el techo de la sala de operaciones formando una
cortina de flujo vertical. Los estudios del aire ultrafiltrado dieron resultados muy
alentadores. La cortina desciende a un flujo de 0.2 m/seg y puede adoptar la forma de un
cuadrángulo que circunscribe el sitio en que se encuentra el grupo quirúrgico. Algunos
autores afirman que tiene la misma eficacia si se hace en forma zonificada.

Utilizando métodos óptimos de ventilación, la concentración de partículas puede ser tan


baja como de 3 a 15/m3, pero la mayor parte de las salas de operaciones tiene
concentraciones de partículas de 45 a 60/m3.

Estas concentraciones se alcanzan cambiando el aire de la sala 20 a 25 veces cada hora y


haciendo pasar el flujo de aire que penetra por filtros de alta eficacia para partículas en aire
(flujo laminar), los cuales eliminan 99.97% de las partículas mayores de 0.3 micras de
diámetro. De esta forma, el filtro elimina con eficacia bacterias y hongos, pero no virus.

El tiempo que las partículas permanecen suspendidas en el aire varía según su tamaño; las
partículas grandes, de 100 micras, caen a una velocidad de tres metros en 10 segundos; sin
embargo, las partículas de 10 micras, que corresponden al tamaño típico de las bacterias,
pueden permanecer suspendidas durante 17 min, y partículas menores a tres micras pueden
mantenerse suspendidas por tiempo indefinido.

Aunque la sala de operaciones y el aire que penetra en ella pueden estar muy limpios, el
número de partículas viables aumenta en forma sustancial en cuanto entra el personal
debido a descamación, pelusa y otras partículas, las cuales se dispersan por la turbulencia
aérea que produce el movimiento del personal y fuentes de calor, como las lámparas. Por lo
tanto, algunos investigadores recomiendan aumentar el número de cambios de aire por hora
con objeto de remover un mayor número de bacterias.

Los intentos por reducir aún más el riesgo de infección han llevado al desarrollo de la
tecnología de aire ultralimpio y flujo laminar. Sin embargo, estos métodos sólo son válidos
en operaciones clasificadas como estériles, en vista de que en otros procedimientos las
principales fuentes de contaminación corresponden al paciente y a la región que será
intervenida.

El mejoramiento del ambiente en la sala de cirugía se obtiene en particular con personal


bien entrenado, que usa la pijama quirúrgica en forma correcta, que transita sólo lo
indispensable dentro del quirófano, que habla lo menos posible durante la intervención, y
que se apega a las normas de asepsia y antisepsia establecidas por los cánones.

Las recomendaciones actuales para la ventilación de las salas de operaciones indican que el
aire que penetra en ellas se difunda por el área de 3 × 3 metros del techo directamente sobre
la mesa de operaciones, y que los sitios de escape se localicen en la periferia, a nivel del
friso inferior. Este sistema de flujo aéreo disminuye la turbulencia en la mesa de
operaciones y evita el paso del aire desde la periferia.

La presión en la sala de operaciones debe ser positiva (0.12 a 0.25 cm de agua) en relación
con el corredor exterior, para prevenir la entrada de partículas y bacterias a la sala.

Temperatura y Humedad
La temperatura ambiente de la sala de cirugía con frecuencia representa el equilibrio entre
las necesidades del paciente y las del personal médico; a su vez, la temperatura deseada por
el personal varía de acuerdo con las necesidades del tipo de ropa quirúrgica que usen
(pijama únicamente o bata y guantes adicionales). La mayor parte de los estudios en Europa
y Estados Unidos indica temperaturas entre 18 y 26°C. Esto también depende de las
condiciones del paciente y de sus características, por ejemplo, los casos pediátricos.
En términos generales, se puede establecer que la temperatura idónea en México para una
sala de operaciones es de 20°C, con 50% de humedad, que si es mayor que estas cifras
puede producir condensación de las superficies frías, y si es menor, la humedad favorece la
estática eléctrica.

Iluminación.

La mayor parte de los conocimientos sobre iluminación en el quirófano se debe a los


esfuerzos del Dr. William Beck y a la Iluminating Engineering Society, de Estados Unidos.

Algunos autores opinan que la sala no debe tener luz natural debido a que se proyectan
sombras y se hacen contrastes brillantes. La mayoría de las obras consultadas no hace
mención a este tipo de iluminación, y es verdad que en países con climas extremos los
ventanales influyen en la temperatura ambiente y, quizá por ello en la mayor parte de las
instalaciones se evitan tragaluces y ventanas.

La iluminación equilibrada en la sala de operaciones proporciona al cirujano una visión


clara del campo quirúrgico, evita forzar la vista y permite una iluminación adecuada a la
enfermera circulante y al anestesiólogo.

Tanto la iluminación en el área operatoria como la general en la sala debe ser flexible,
ajustable y controlable. La relación entre la brillantez del sitio quirúrgico, la periferia del
mismo y el perímetro del quirófano debe ser 5:3:1. En las instalaciones nuevas se
recomienda que la brillantez de la iluminación general sea hasta de 70 bujías por metro. Las
fuentes de iluminación no deben causar destellos ni reflejos indeseables.

Todas las salas de operaciones tienen luz artificial que ilumina el ambiente; esta
iluminación proviene de lámparas instaladas en el techo del área quirúrgica, con lo cual se
persigue que tengan una intensidad parecida a la de la luz de día sin proyectar sombras.
Este efecto se consigue instalando luz de gas neón blanca en plafones equipados con
difusores de prisma; la intensidad luminosa debe ser de 100 a 200 bujías. Los sistemas de
iluminación son el resultado de una combinación de la luz ambiente complementada con la
luz que se proyecta al campo operatorio por unidades especiales; las dos deben coincidir
para producir el efecto que desea el cirujano.

La cantidad de luz necesaria durante la intervención quirúrgica varía según el cirujano y el


sitio operatorio. En un estudio, los cirujanos generales encontraron que una intensidad de
100 bujías por metro era suficiente para operar el colédoco, en vista de que el reflejo que
producen los tejidos en esta área es de 15% y que la intensidad de la luz incidente necesaria
sería de 700 bujías por metro.
Cada región anatómica que se opera requiere iluminación distinta que depende del tipo de
intervención; por ejemplo, para una operación habitual se emplean haces luminosos
convergentes de intensidad de 200 a 300 bujías que parten de campanas móviles y
ajustables sujetas al techo. Se ha eliminado el montaje de estas unidades sobre rieles porque
producen polvo y basura que llega a caer de manera directa sobre las superficies de trabajo.
Cuando las intervenciones necesitan mayor intensidad luminosa, el cirujano puede pedir
que ésta aumente. Los haces convergentes impiden la proyección de sombra y por eso se les
conoce como “lámparas sin sombra”. Las lámparas están equipadas con mangos
desmontables estériles con los que el mismo cirujano puede mover y ajustar la luz según
sus necesidades.

Los cirujanos que realizan revascularizaciones coronarias necesitan una intensidad de 1.200
bujías por metro. Los cirujanos también han expresado su preferencia por el color de la luz
emitida; muchos prefieren luz equivalente a 5.000 K, pero las preferencias individuales
oscilan de 3.500 a 6.500 K. Se desconoce si los cambios en el color de la luz mejoran la
discriminación de los diferentes tejidos.

Otros aspectos de la iluminación de la sala de operaciones que se sabe varían según el


cirujano, la especialidad y el procedimiento son los siguientes:

• Distancia focal
• Dirección del dispositivo luminoso
• Posibilidad de disminuir las sombras
• Tamaño del campo quirúrgico
• Capacidad para cambiar la posición del foco de iluminación en condiciones estériles

Las fuentes luminosas que contienen múltiples elementos seguirán emitiendo cierta
cantidad de luz si alguno de los elementos se apaga, lo que representa una ventaja, aunque
siempre deben tenerse repuestos a la mano.

La producción de calor es otro factor vinculado con la iluminación de las salas de


operaciones. La luz infrarroja que emite en forma directa la fuente de luz puede producir
calor, así como también la transformación de energía por el objeto iluminado.

El valor máximo recomendado de energía de luz incidente en el sitio de la herida es de


25.000 microwatts por centímetro cuadrado.

Como medida precautoria por posibles fallas en el suministro de corriente eléctrica, todos
los hospitales están equipados con unidades de emergencia para sustituir en tres a ocho
segundos la fuente de energía. Este tipo de instalación es proporcional a los recursos
materiales de cada unidad de cirugía y su complejidad abarca desde las plantas eléctricas
seriadas de arranque automático, hasta pequeñas unidades que dan iluminación temporal al
campo operatorio en caso de urgencia.

Seguridad eléctrica.
Las instalaciones son proyectadas para evitar accidentes y peligro potencial para los
pacientes, operarios y equipos electromédicos debido al mal funcionamiento.
El área quirúrgica tiene instalaciones de energía eléctrica doméstica de bajo voltaje y
energía trifásica para conexión de equipos electromédicos que se usan para fines de
diagnóstico y tratamiento. Las instalaciones originales y cada una de las modificaciones
deben llevarse a cabo por personal calificado que adopte e implante las normas y
procedimientos de seguridad según las normas internacionales para garantizar que se
cumple con las condiciones de seguridad eléctrica.
Los riesgos del mal uso de los equipos electromédicos son múltiples y van desde el daño
que puede causar al organismo el paso de la corriente eléctrica hasta interferencias
electromagnéticas que enmascaran las señales biológicas, o quemaduras por elevación
excesiva de la temperatura, daños secundarios al mal funcionamiento mecánico de
instrumentos, incendios y explosiones, esterilizaciones defectuosas y averías de equipos.

El estudiante debe saber que hay dos tipos de agresión eléctrica a la fisiología normal del
individuo: el macrochoque, que se presenta cuando el estímulo eléctrico de alto voltaje es
aplicado de manera externa en forma accidental, y el microchoque, que ocurre cuando un
estímulo de bajo voltaje hace contacto con órganos como el músculo cardiaco o el sistema
nervioso a través de electrodos internos, catéteres o tubos que contienen soluciones
electrolíticas y, en general, los equipos que eliminan la resistencia natural de la capa
queratínica seca de la piel. En general, el efecto fisiológico de descargas de corriente
menores de un miliamperio (1 mA) son imperceptibles cuando se aplican externamente; si
son de 10 miliamperios (10 mA) producen sensación de cosquilleo y hasta dolor; arriba de
10 mA producen contracción muscular involuntaria, y cercanas a los 70 mA ocasionan paro
respiratorio, fibrilación ventricular y contractura sostenida del miocardio. Sin embargo, hay
estados fisiológicos en los que corrientes de apenas 20 mA son suficientes para
desencadenar la fibrilación de los ventrículos, que es un trastorno mortal del ritmo cardiaco.

En la sala de operaciones y en las áreas de medicina crónica, el paciente está expuesto


sobre todo a esta última contingencia porque está conectado a equipos operados con
corriente eléctrica, además de que siempre existe la posibilidad de que los conductores a
“tierra” no estén íntegros. Por lo general, los equipos operados por corriente eléctrica
generan diferencias de potenciales aun cuando se encuentran en buenas condiciones de
funcionamiento, y producen “corrientes parásitas”, las cuales, en una instalación bien
construida, se derivan de manera segura por el cable a tierra que tiene una resistencia
mucho menor que los tejidos del paciente. Todos los trabajadores de la sala de operaciones
deben saber que los equipos electromédicos tienen en su cable de alimentación una tercera
espiga, la cual es el conductor a tierra, y que no debe ser eliminada por ninguna
circunstancia, debido a que entre otras cosas es el sistema de seguridad contra el
microchoque.

La medida básica de seguridad consiste en que el riesgo sea previsto desde la construcción
de la sala de operaciones y en que todos los equipos hechos con materiales conductores,
como las camas metálicas, las mesas de operaciones, las tomas de gases medicinales y
equipos electromédicos, puedan ser conectados de manera individual por medio de una vía
de baja resistencia eléctrica a un punto común dentro del mismo cuarto. Esto quiere decir
que la sala está equipada con sistema de tierra equipotencial.
Es responsabilidad de los profesionales de mantenimiento que los expertos en ingeniería
biomédica revisen de manera periódica los equipos con el fin de que efectúen los
procedimientos de mantenimiento preventivo, y detecten y corrijan con anticipación las
posibles fallas. Es obligación de cada institución sujetarse a las normas internacionales que
establecen las características y pruebas a las que deben someterse en forma periódica los
equipos y las instalaciones para verificar que cumplan las condiciones de seguridad
eléctrica.

En el pasado reciente se utilizaban gases anestésicos explosivos, razón por la cual los
constructores de las salas de operaciones instalan todavía los enchufes eléctricos
antiexplosión a una altura mayor de un metro sobre el nivel del piso como medida de
seguridad. Sin embargo, como los anestésicos explosivos están en desuso y los equipos
electromédicos son de uso corriente en la sala de operaciones, han desaparecido los peligros
de explosión, pero los riesgos del accidente eléctrico están presentes y deben prevenirse.

Gases medicinales intubados.

Las salas de operaciones y de servicios auxiliares son servidas y están conectadas a fuentes
centrales de gases que se utilizan en esta zona a los que se llama gases medicinales.

En las paredes, a una altura media de 1.5 m sobre el piso, están instaladas las tomas que los
técnicos llaman de “bayoneta” para conectar los equipos; cada una de las tomas está
claramente marcada con el nombre y símbolo del gas que suministra y además tiene el
color convencional que lo distingue para evitar equivocaciones.

Una de las tomas suministra aire a presión superior a la atmosférica y otra tiene oxígeno al
100%. En algunos hospitales y de acuerdo con los niveles de atención, se suministra vacío
o succión y otros gases medicinales que pueden ser óxido nitroso y dióxido de carbono
diluido. Es necesario aclarar que muchos agentes anestésicos se toman de botellas y
contenedores portátiles debido a que se utilizan en pequeñas cantidades.

CAPITULO IV
ACCESORIOS EN LA SALA DE QUIROFANO

Aparatos de calefacción

En niños, ancianos y pacientes quemados resulta de especial importancia mantener la


temperatura corporal, en virtud de que todos ellos tienen trastornos de la termorregulación.

Sin embargo, los enfermos sometidos a anestesia general deben considerarse en riesgo de
hipotermia por la interacción de los siguientes factores:

1. El paciente está en reposo, por lo tanto, su metabolismo basal es bajo.


2. La capacidad del paciente para presentar escalofríos está abolida por el uso de
bloqueadores neuromusculares. Los escalofríos constituyen mecanismos de defensa
termogénica y pueden aumentar la producción de calor en 200 a 500% para mantener
la homeostasis.
3. Gran cantidad de anestésicos inhalados son vasodilatadores potentes; al usarlos, se
transfiere calor adicional a la piel, el cual se libera al ambiente.

Los mecanismos de conducta para conservar calor, como la búsqueda de un ambiente más
cálido o el uso de ropa adicional o más caliente, se eliminan durante la anestesia.

Los mecanismos de pérdida de calor son: radiación, conducción, convección y


evaporación. La radiación corresponde al 60% de las pérdidas de un adulto desnudo y a
temperatura ambiente. Sin embargo, el cuerpo humano absorbe el 97% de los rayos
infrarrojos que recibe; esta gran capacidad de absorción constituye un mecanismo esencial
para equilibrar las pérdidas de calor por radiación a través de la piel.

La conducción consiste en la transferencia de calor entre objetos por contacto. Este


mecanismo sólo representa en general el 3% de las pérdidas de calor, pero puede producir
mayor pérdida o ganancia de calor si el organismo está en contacto con agua (colchón de
agua fría o caliente.

Las pérdidas térmicas por conducción al aire ambiente son transportadas lejos del
organismo y se llaman pérdidas por convección; las pérdidas por convección aumentan a
medida que se incrementa la velocidad del aire (factor de enfriamiento por aire). En un
adulto desnudo la convección representa 12% de las pérdidas de calor.

La evaporación es un método eficaz para disipar calor y se produce a partir de la piel


húmeda cuando el paciente suda o se moja por otros medios. También ocurren importantes
pérdidas de calor por evaporación a través del aparato respiratorio, al inhalar gases secos
durante la anestesia, y se produce pérdida de calor durante la cirugía abdominal o torácica
por evaporación proveniente de los órganos internos. Por último, la evaporación es una
fuente importante de liberación de calor en los pacientes traumatizados cuando los campos
quirúrgicos se humedecen.

La primera medida para prevenir al paciente de la hipotermia consiste en contar con una
adecuada regulación de la temperatura dentro del quirófano, según se ha explicado, además
de disponer de medidas adicionales de control, como el colchón de agua caliente, cojines
eléctricos y cobertura del paciente con frazadas y campos calientes.

Mobiliario.

En toda sala de operaciones hay un mobiliario básico, que debe estar en contacto con el
piso
mediante materiales conductores. El mobiliario de acero inoxidable debe ser liso, durable y
puede limpiarse con facilidad. Cada quirófano estará equipado con lo siguiente:

Mesa de Operaciones
Es metálica, de construcción sólida, tiene una cubierta acojinada que permite la instalación
cómoda de un individuo en decúbito y está equipada con aditamentos para colocar al
paciente, así como soportes para las extremidades. La altura de la mesa se puede ajustar
mediante un sistema hidráulico o mecánico que da numerosas posiciones; este mueble se
halla montado sobre ruedas que se fijan a voluntad con un sistema de frenos. En algunos
modelos avanzados la cubierta de la mesa es desmontable y se desprende con todo y
paciente para pasar, como una sola pieza, al carro camilla de transporte. En otros modelos,
la cubierta es transparente a los rayos X y permite hacer estudios radiológicos en el
transoperatorio.

Mesa Auxiliar Semicircular

Se ha llamado por su forma “de riñón”, tiene una cubierta de forma semicircular y parece
que fue ideada por Halsted; se usa para colocar en ella el resto del instrumental, ropa y los
materiales que se requieren para el procedimiento quirúrgico, y que no es de uso continuo
durante la operación.

Mesa Auxiliar Rectangular

Se ha llamado también “de Pasteur”, tiene forma rectangular, está construida de acero
inoxidable y se utiliza como recurso de apoyo para la enfermera circulante y el
anestesiólogo.

Mesa de Mayo es una mesa de altura variable con una sola pata excéntrica. Tiene como
cubierta una bandeja plana, de forma rectangular; la bandeja es desmontable. Se emplea
para colocar los instrumentos que serán de uso continuo durante la intervención (bisturíes,
tijeras, pinzas de hemostasia y tracción, portaagujas, suturas, etc.)

Cubeta de patada

Es de acero inoxidable, lo que le brinda durabilidad y limpieza; se coloca sobre carretillas


que facilitan su desplazamiento con el pie. En estas cubetas se depositan los materiales de
desecho durante la intervención quirúrgica (fomites).

Por disposición publicada en el Diario Oficial de la Federación en noviembre de 1994, los


desechos que contengan cualquier sustancia o producto orgánico deberán depositarse en
cubetas cubiertas por bolsas de color rojo para que la Secretaría de Salud proceda a
recogerlas y enterrarlas, ya que la incineración está proscrita. Por otro lado, todos los
desechos no biológicos se depositarán en las cubetas cubiertas con bolsas de color negro
para tratarlas como basura común.

Tripié o trípode

Se usa para colocar las soluciones que se administran al enfermo por vía endovenosa. En la
actualidad, para colgar los frascos o bolsas que contienen las soluciones se utilizan unas
varillas o cadenas de acero inoxidable que penden del techo de la sala de operaciones y que
tienen carretillas para correrlas a la posición más cómoda.

A los tripiés se les pueden adaptar las bombas de infusión que regulan la administración de
líquidos, así como la escala para medir la presión venosa central.

Bancos de reposo

Son metódicos, de patas tubulares que pueden subir o bajar por medio de un mecanismo de
tornillo; el anestesiólogo se puede sentar en él y mantenerse a la altura de la cabeza de su
paciente. Aunque en algunas especialidades quirúrgicas también se utilizan (cirugía
reconstructiva, bucodentomaxilar, neurocirugía, angiología, etc.).

Bancos de altura

Son muebles necesarios para hacer cómodo el trabajo de los miembros del grupo, ya que
por lo general no todos tienen la misma estatura o alguno requiere mayor altura para
dominar con la vista el campo operatorio.

Equipos de Anestesia en Quirófano

Conviene señalar que todo quirófano debe contar con una máquina de anestesia y un
aspirador eléctrico, además del de pared, al punto de que se comete una grave violación si
se inicia cualquier procedimiento quirúrgico (aunque sea una anestesia local o regional) sin
contar con estos recursos, así como de cánulas endotraqueales, laringoscopios y el resto del
equipo de anestesia general

EQUIPOS ADICIONALES DE LA SALA DE QUIROFANO

Unidad de electrocoagulación

Es un generador de radiofrecuencia de 500 watts que se usa para cortar y coagular tejidos.
Aunque es un elemento común y necesario en las salas modernas de cirugía, también
representa un riesgo constante que requiere vigilancia estrecha. Cuando está en uso, la
unidad de electrofulguración deberá conectarse a tierra, igual que el paciente, ya que genera
un arco eléctrico que se ha relacionado con explosiones. Este riesgo ha disminuido porque
en la actualidad se utilizan muy poco los anestésicos explosivos; sin embargo, puede ocurrir
la explosión de gases de hidrógeno y metano en el colon.

Debido a que la unidad y su arco generan una amplia banda de radiofrecuencias, las
unidades de electrocoagulación interfieren con los aparatos de vigilancia
electrocardiográfica, entre otros, y su uso debe valorarse y restringirse en pacientes que
tienen conectado un marcapasos.

Otro riesgo de estas unidades es en relación con quemaduras de piel en sitios donde se
conecta la placa de tierra y además del sitio quirúrgico, lo cual puede ser motivo de
demandas.
Todos los aparatos que se utilizan en el quirófano, deben someterse a mantenimiento por
parte del departamento de ingeniería biomédica o en su defecto ser enviados con
periodicidad a los centros respectivos.

Unidad de rayo láser

Los equipos de rayo láser producen energía potencialmente dañina que ha llegado a
ocasionar lesiones, tanto al paciente como al personal, incluyendo quemaduras cutáneas,
daño a la retina, lesiones por incendio de las sondas endotraqueales, neumotórax, daño al
colon y a las arterias. Al volverse cada vez más frecuente su uso durante los procedimientos
laparoscópicos, la variedad y extensión de estas lesiones puede incrementarse. Ciertas
lesiones se relacionan con conocimiento insuficiente sobre estas fuentes de energía
(densidad de la potencia y tamaño del foco), con elección inadecuada de la longitud de
onda, tipo de láser o fallas en el equipo.
Se requieren algunas modificaciones en el diseño del quirófano para adaptarse al uso del
rayo láser; la sala de cirugía no debe tener ventanas y se colocará un aviso en el exterior
que prevenga que se está usando rayo láser. Las paredes y el techo no deberán ser
reflejantes y el equipo utilizado en el campo quirúrgico no será inflamable; se debe
mantener lejos de éste torundas de algodón, gasas, apósitos y objetos de plástico. Por otro
lado, antes de usarlo, el personal médico y paramédico deberá tener entrenamiento
especializado y autorización para su uso, y al momento de la intervención contar con
chaleco y lentes especiales para su protección.

Unidad de rayos X

Son aparatos portátiles que se utilizan con frecuencia en el transoperatorio, sobre todo en la
cirugía ortopédica y de vías biliares, y que para su empleo exigen requisitos de seguridad.
Entre éstos, debe evitarse la exposición innecesaria a la radiación y el personal se colocará
lo más alejado posible del aparato.

La exposición a la radiación disminuye proporcionalmente con el cuadrado de la distancia


de la fuente de radiación; por ejemplo, durante una colangiografía transoperatoria, la dosis
de radiación disminuirá 85% si el aparato se retira a 75 cm del paciente. Siempre que sea
posible se utilizarán accesorios para sostener las placas radiográficas y cuando no se pueda
habrá que equiparse con mandil y guantes de plomo.
BIBLIOGRAFIA

- Steimlé, Raoul H. El Quirófano, Historia, Evolución y Perspectivas. Arch Neurocien


(Mex) Vol. 13, No. 1: 43-53; 2008.
- Fischer, Louis P.; Prem Sincan. Bénédicte S. Fischer. L´habit du chirurgien en sale d
´opération: 100 ans d´historie. Historie des sciences médicales. Tomo XXXII. No. 4-1998.
- Márquez, Rodolfo. Cirugía General para el Médico General. McGraw-Hill, 2014.
- Archundia, Abel. Cirugía 1. Educación Quirúrgica. 4a. edición. McGrawHill. 2011.
- Martínez Dubois, Salvador. Cirugía. Bases del Conocimiento Quirúrgico y Apoyo en
Trauma. 4a. edición. McGrawHill. 2009.

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