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La pasarela del alcohol (Fragmentos)

Por María Moreno

Cuando pasé de la ginebra al whisky, sin que miento- el interior del cuerpo y, al mismo tiempo,
nadie se diera cuenta, me había graduado de pe- anestesia los efectos del trabajo diario. Al beber
riodista. Cuando pasé del whisky a más whisky se escapa a la red de lo útil dando un sentido jo-
y la policía me sacó del bar luego de una pelea dedor al hecho de alimentar la fuerza de trabajo.
espectacular -nunca agradeceré lo suficiente que Me iba haciendo filósofa del alcohol, sino su apo-
el poeta y animador cultural Tom Lupo me haya logista. Mientras tanto, seguía bebiendo.
alcanzado, a través de la ventanilla del patrullero, *
la cartera- me había graduado de alcohólica (to- Alex Bar estaba abierto toda la vida. ¿Por qué se
davía me faltaba el posgrado). me aceptaba entre aquellos que me llamaban “la
* profesora” y de los que siempre recibí un respe-
Desde fines del siglo pasado el alcohol se convir- to protector. ¿Porque era rubia (relativamente),
tió en signo de degeneración de la clase obrera, pertenecía a otra clase social, porque “estudiaba”?
fractura de la familia, y fuente de enfermedad y ¿O porque en el bosque de la noche no se hacen
miseria. La imagen del dandy con la galera ladea- preguntas? Pero las damas no suelen beber tanto
da paseando con una copa en la mano, o la de los alcohol de 40 grados, al menos en público. Es allí
honestos curas de aldea que se prenden al badajo donde el feminismo tiene su límite. Nunca el pres-
de la campana con la nariz roja y los vasos reven- tigio de la brillantez ebria de una mujer superará
tados bajo la piel, fue remplazada por la de una al de un caballero. Un borracho que pertenece a
turba grisácea que, entre la fábrica y la vivienda una tribu de abolengo etílico puede ser gracioso,
económica, intentaba degradarse sin las alturas una dama repulsiva. “El borracho también”, dirán
poéticas de un Poe o un Baudelaire. La alentado- los que han soportado de un amor, de un pariente
ra metáfora “sangre de Cristo” y el hecho de que o un amigo esa repetición que se convierte en le-
nuestro Señor inició su vida pública en las bodas targo, balbuceos, manotazos obscenos. Lo cierto
de Caná precisamente reponiendo el vino que es que, a pesar de haberme visto llorar, ayudado a
faltaba, parecía materia de una sociología atea cruzar la calle, alcanzado pacientemente los libros
y apocalíptica. Sin embargo, cuando se cerraba luego de que le echara un chorro de soda en la es-
una taberna el motivo no era el embotamiento palda a un policía, creo que en Alex Bar siempre
de los sentidos que amenazaba la productividad fui considerada una dama. Por algo don Pelegri-
de las fábricas, sino la posibilidad de que, en ese no me había bautizado Jackie o solía presentar-
espacio, los obreros complotaran intercambiando me como la Carolina de Mónaco del Once. ¿Una
información, ideando estrategias de lucha o -me- dama? Todo alcohólico ignora en qué momento
diante una cierta estabilidad alcohólica- soltaran exacto pasó de ser el Dr. Jekyll para convertirse
la lengua sin utilidad alguna para sus patrones, a en Mr. Hyde.
fin de liberar sentimientos y sueños. A veces fin- De aquellos tiempos guardo un diario con el que
gían la intención de beber para no despertar sos- intentaba preservar lo que podía de mi memo-
pechas y expresaban en voz alta la intención de ria: “No soporto el aliento de la noche anterior.
boire un litre. En la fábrica, en el uso de la fuerza Hace más de un año que duermo vestida. Apenas
y en el movimiento de los músculos, la conciencia me baño, salvo ante la expectativa de un encuen-
percibe constantemente el gasto y, paulatinamen- tro erótico que se diluye cuando el vaso gana de
te, la merma de las funciones. En el hogar todo mano. Hoy tuve dificultad para servirme agua. El
evoca -alimento, sueño- la reparación para el día brazo me temblaba como si tuviera voluntad pro-
siguiente; la presencia de los hijos indica la cade- pia. Volqué la mitad. El mozo me miró raro. A
na viviente de la que, a la larga, uno saldrá expul- esto la vieja Duras lo llama flapping, seguramente
sado. En el bar, en cambio, es posible el olvido de una invención norteamericana. Mi analista dice
la finitud. Es un placer cuando el alcohol, al bajar que no estoy tan mal puesto que escribo. Que
por los distintos órganos de la ingestión, limpia nadie escribe a punto de desmoronarse, que las
y calienta -como si se tratara de un nuevo naci- cartas de los suicidas no son elocuentes, etcétera.

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¿Y si escribir no fuera lo que me sostiene, sino el no me correspondía sino estar lo suficientemente
verdugo líquido que difiere el momento de tocar lúcida como para intentar repararlo. Es horrible
el punto mortal, prolongando la agonía que es vi- haber tenido que escribir cartas disculpándome
sualizada como “salud” puesto que aún escribo? por algo que ni siquiera recordaba y sobre lo que
Dicen que para parar hay que haber tocado fondo. los otros podrían estar mintiéndome. Un bebedor
El problema es cuando se cae de una altura me- sin límites jamás sabe si cometió incesto -digan lo
dia. El gato, desde un primer o segundo piso, no que digan- o si ha pecado de omisión hasta el pun-
tiene tiempo de usar la cola como pararrayos, del to de ser cómplice de una muerte. Si el olvidar es
quinto sobrevive. Es decir: no tengo cirrosis he- siempre una selección y edición de los recuerdos
pática ni convulsiones. Si he llegado al coma, mis que oscilan entre los felices y los soportables, para
discretos amigos han tenido la piedad o la irres- el alcohólico gran parte de ellos pertenecen a la se-
ponsabilidad de considerarlo un sueño profundo. lección y memoria de los demás.
Cómo me gustaría, en lugar de esta angustia, te- El desenfreno es una negociación. Suele ocupar el
ner un síntoma físico que me sacara del mundo al lugar de algo más insoportable, como el suicidio o
hospital, entonces no sufriría así. Cuando duele la la locura. Por eso es común que la cura, al dejar al
muela nadie está enamorado. Y el dolor de mue- desnudo al enemigo principal, mate. Truman Ca-
las desaparece si a uno le cortan una pierna. Sabi- pote tenía un amigo que había muerto muy poco
duría de los chistes populares”. después de entrar en sobriedad, quizás a merced
El alcohol es una patria. Por eso no se la pierde. de una tragedia que el alcohol atenuaba entre sus
Sólo que se puede estar exilado de ella. Qué más vahos. Raymond Carver murió diez años después
argentino que un exilado unitario conspirando en del día en que dejó de beber. Marguerite Duras
Montevideo en los tiempos en que el restaurador paró cuando ya tenía edad para morir, sin em-
cortaba los cuellos en forma de violín -o violón-, bargo, atinó a levantar una pancarta: “Lo malo de
o que los montoneros escuchando tango en Colo- morir es dejar de beber”. Graham Greene llegó a
nia Roma, en el Distrito Federal, mientras planea- los ochenta sustituyendo el té, en su taza de las
ban la contraofensiva durante la dictadura mili- cinco de la tarde, por un scotch doble; pero era
tar. El alcohol es un Dios, por eso se puede creer británico -a veces pienso en que el mundo se di-
en Él sin que esté presente, y por eso también se vide en abstemios, bebedores, alcohólicos y bri-
puede ¡dejar de beber! tánicos. Se puede parar y salvar la vida, lo cual
* nos dará más oportunidades de llegar a viejos y
Dejé de beber sin saber cómo, del mismo modo -según un artículo que leí en Newsweek- morir
que no sabía cómo había llegado a despertar sin del mal de Alzheimer. En rigor: se para a cambio
ningún recuerdo de la noche pasada. Lo hice por de nada. Y a ese desafío ningún borracho podría
alguien, pero eso es un secreto. No lo hice sola, y resistirse. Pero esto es otra vez la jactancia. Dejé
ese es otro secreto que es fundamental para man- de beber porque no soporto que el placer se trans-
tenerme sobria. forme en “no sufrimiento”. Porque las identifica-
Durante un tiempo sostuve, a la manera del or- ciones tienen una fecha de vencimiento: hoy me
gullo gay, una suerte de orgullo alcohólico, igno- pareció menos gracioso parecerme a Bette Midler
rando que la culpa, la autodenigración y el deseo borracha bajando del avión en la película La rosa,
de darse muerte -síndrome del día siguiente- son o a Nancy rompiendo una cabina de teléfono en
esenciales a la experiencia de beber desenfrenada- Sid y Nancy. Porque me estaba matando y por-
mente. Nada alegre (nada gay). Pero puedo aclarar que –y este es el mayor secreto confesado en esta
que lo que decía en broma estando en carrera era nota– después de todo tal vez sí quiera ser una
rigurosamente trágico: “El otro es todo lo que está dama, y las damas no se matan copa a copa, sino
del otro lado de mi copa”. Y mi copa era de vidrio disparándose un tiro con una pequeña pistola
grueso, tallado, sin transparencia. Ahora que no con mango de nácar. Cuando dejé de beber -y
veo doble puedo ver a muchos, ahora que no estoy no puedo prometer que para siempre, ni siquiera
en poder del gran totalitario puedo aceptar la su- hasta mañana- me encomendé a otros con los que
perioridad de algunos y desear a otros. Porque uno comparto mi alejamiento del Dios del color de la
de los efectos de dejar una adicción es la reapari- cebada. Ellos son mi mangosta y, paradójicamen-
ción del deseo en su diversidad y confrontación. te entregándome a esa voluntad superior a la mía,
Quedaría muy bien decir que paré por vergüenza. me siento más dueña de mí misma. Ya sé que la
Que sintiendo que había hecho tanto mal -eso, con mangosta que el hombre del cuento llevaba en la
el tiempo se va, sino atenuando, volviendo relativo- jaula no era real, pero ésta es mía.

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