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PLATERO Y YO

¡Atención! Esto que vais a escuchar no es un cuento, sino una historia


real. El protagonista es un burrito que se llama Platero.

Su dueño es un hombre delgado, de larga barba y traje oscuro, al que


se le ve pasar solo por las callejas de Moguer, su pueblo. Bueno, solo
no, con Platero, un burrito manso y alegre, de grandes ojos negros y el
pelo del color de la plata. Cuando caminan, su amo le habla de cosas
increíbles: una tortuga griega, un fantasma matado por un rayo, el olor
a vino, o a pan, del pueblo, una perra y sus cuatro cachorros, y hasta
las carrozas del Rocío.

De todo esto le habla a Platero su amo mientras pasean. Y Platero,


aunque solo es un burrito, parece que lo entiende todo. Y responde a
su manera: calla o rebuzna.

Siempre están pendientes el uno del otro. Que por muy distraído que
ande el amo en sus pensamientos, siempre tiene una palabra tierna o
una mirada amable para su fiel amigo. ¡Y menos mal porque Platero a
veces puede llegar a ser muy burro.

Platero se hace querer; sabe trotar y disfrutar. Es como un niño…

Como un niño travieso, Platero aprovecha a la hora de la siesta para


zamparse una sandía él solito.

¡Ay, Platero! se asusta de las tormentas, de las sombras que refleja la


luna en el arroyo, y de un burro negro como un demonio. Platero,
ingenuo. Huye de los fuegos artificiales, del trueno, el griterío y la
fiesta.

No es Platero un holgazán. A veces va cargado de hatillos de leña


pesada, tan altos como sus orejas. Y para que los otros burros no lo
miren mal, el amo le llena las alforjas con algunas uvas del vecino.
Platero nunca fue a la escuela, porque ¿cómo se iba a sentar en el
pupitre? Pero su amo le enseña a leer las estrellas y palabras bellas
como lirios, margaritas, malvas… Le enseña que las golondrinas
regresan para anunciar la primavera y los patos emigran tierra adentro
antes de que llegue el frío de invierno, cuando empiezan a caer las
primeras hojas del otoño.

Su amo quiere a Platero como sólo se puede querer a quien siempre


te escucha, te mira con ternura y te llena el corazón de alegría.

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