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Ensayo sobre

“Identidad nacional y música en América Latina”

Juliana Peña Restrepo


C.C. 1.152.708.006

Etnomúsica II

Alejandro Tobón Restrepo


“La cultura que nos vio nacer, por la que anduvimos durante los pasos formativos, esas
experiencias de la niñez y la adolescencia, guían caminos, ¿pero definen?”
Carlos Averhoff 1

Cuando tenía ocho años ingresé a la Escuela de Música de Comfenalco, quería, como muchos
niños, aprender a tocar guitarra, esta escuela estaba enfocada en la música andina
colombiana, música que desde siempre me ha generado situaciones emocionalmente fuertes.
Como en casi todos los procesos de aprendizaje, empiezan muchos y terminan pocos,
recuerdo claramente que gran parte de los niños que se retiraban lo hacían porque la música
andina colombiana era ‘música de viejitos’, pero de lo que tal vez no eran conscientes era
que esa música de viejitos es esa que por viejita cuenta nuestra historia, nuestro pasado,
música propia de nuestros ancestros, que narra esa mezcla criolla y española y que
irónicamente, antes era la música de clase y ahora se convierte, gracias al cambio cultural
que se ha sufrido, en eso: ‘Música de viejitos’.

Somos historia, muchas veces de forma inconsciente, conocemos y reconocemos con ella;
hay que resaltar que cada uno es por su entorno y su pasado, pero también es por su presente
y este es el que permite llevar a cabo cambios constantes en aspectos que incluyen desde
nuestra forma de pensar hasta aspectos meramente externos como el entorno que habitamos.
No es nuevo que quien decide qué es ‘bueno y culto’ y qué no, son y han sido aquella élite
que ha estado perpetuamente en el poder. Como se menciona en el artículo, la
“mesomúsica”2 o música popular (la cual es separada de música indígena y folclórica) es,
para mí, aquella expresión sonora que toma aún más valor cultural e histórico-cultural tanto
para un individuo como para la comunidad que habita; la misma comunidad que aporta de
manera oral, de generación en generación, tradiciones y/o expresiones que implican el ámbito
musical y cultural.

Olivera hace mención sobre la exaltación cultural del pasado europeo, donde aquel lugar o
persona que hace uso de este pasado es considerado ‘culto’ y el que no lo hace simplemente
está un paso, o varios, atrás. Lo que me inquieta precisamente es que la nueva música que
surge de ese pasado europeo (música contemporánea) debería ser considerada culta, porque
toma las mismas bases que tomaron aquellos compositores del pasado: renovar, innovar

1
Averhoff, C. (2016). Identidad musical: La búsqueda de un sonido entre dos aguas. Obtenido de ReVista,
Harvard Review of Latin America.

2
‘Término propuesto en 1965 por el musicólogo, compositor y poeta argentino, Carlos Vega para denominar
la música popular.’ Olivera, R. (1992). Identidad nacional y música en América Latina. Montevideo.
sonoramente, plasmar lo que atravieso en mi entorno, lo que se desarrolla o quiero
desarrollar, eso sí es ir un paso más allá. Pero estas élites solo quieren permanecer en un
pasado, tal vez sea porque modificar y actualizar no sea conveniente, pero es sólo eso; un tal
vez.

No obstante, dentro del ‘gremio’ de la mesomúsica se puede encontrar el mismo escenario


jerárquico entre ‘lo culto’ y ‘lo folclórico’ (que tiene el mismo o más valor). Es el caso de la
música andina colombiana, que se encuentra hace unos años atravesando un momento de
transformación en su lenguaje musical; es importante enfatizar en que este proceso de cambio
cultural no implica el olvido del estado inicial (que a su vez es el resultado de otro proceso
de transición o transformación), sino que se adapta al nuevo movimiento cultural
(pensamientos, intervenciones de otros movimientos…).

Es frecuente hallar controversias en los encuentros de música andina colombiana, donde se


considera ‘culta’ la música tradicional, y la nueva música andina colombiana no entra allí.
Juan Carlos Garay, menciona en su artículo de la Revista Semana que:
“(…) tal vez el reto más grande que debe afrontar el Festival Mono Núñez es conciliar
su compromiso de tradición con la necesidad de avance que expresan las nuevas
generaciones de músicos. Todavía se recuerda el abucheo que recibió el grupo Puerto
Candelaria, en 2001, por interpretar un pasillo con influencia de jazz, y el descrédito
para el trío Palos y Cuerdas en la final de 2006 por haber tocado instrumentos
eléctricos.”3
Esa ‘necesidad de avance’ de la que habla Garay y a la que yo llamaría necesidad de imprimir
un sello cultural actual, de reflejar esa identidad cambiante, surge gracias a diversos aspectos
que han empapado e intervenido con nuestro escenario músico-cultural, la introducción de
elementos de la música jazz, del tango, del Brasil y hasta de la misma música ‘culta’ europea.
Un nuevo aire que intenta codificar ese lenguaje tradicional al actual y que está
necesariamente ligado a la tradición, cambios observables visual y auditivamente, tales como
su organología, armonía, melodía y hasta su puesta en escena (aspecto que probablemente no
era tan importante).

El fenómeno de ‘interculturalidad’ musical en un género específico no es un caso aparte de


los demás, aquellas músicas que han tenido acogida por parte de las masas son las que
generalmente son adheridas a la tradición, siendo así como se generan cambios constantes en
el espacio musical e identitario, tanto de un individuo como de su entorno; que es en principio
el medio que puede aportar al descubrimiento de esas ‘músicas externas’ o ajenas.

3
Garay, C. (2015). Los retos del Mono Núñez. Obtenido de Revista Semana.
https://www.semana.com/cultura/articulo/juan-carlos-garay-los-retos-del-mono-nunez/429550-3
La identidad es una construcción y deconstrucción constante de ideas que nos hacen ser
quienes somos, independiente de cómo nos identifiquemos, hacemos parte de un universo de
posibilidades, conocimientos y reconocimientos; cómo nos vestimos, qué música
escuchamos, cómo nos comunicamos y relacionamos… Somos quienes somos por elecciones
que tomamos, sea consciente o inconscientemente, pero también somos quienes somos, tal
vez en menor medida, por elecciones ajenas a nosotros; hacemos parte de un entorno cultural
que cambia y lo hace con nosotros.

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