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Los procesos de integración en América Latina

América Latina: el jardín de atrás

El Mercado Común del Sur (MERCOSUR)

El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

América Latina: el jardín de atrás

La historia de las relaciones interamericanas está jalonada por el recurrente intervencionismo


estadounidense. Washington buscó asentar su hegemonía regional alejando a las potencias extra
continentales (la doctrina Monroe, de 1823, se sintetizaba en la frase “América para los
americanos”) y horadando los procesos de integración latinoamericana más autónomos
(Morgenfeld, 2014, p. 65).

Es claro que, a la hora de abordar el estudio de la política exterior de los países latinoamericanos, no se puede
soslayar la influencia de Estados Unidos. De acuerdo a este criterio, Pérez Llana (1998) arroja un poco de luz sobre
este tema al ahondar en el rol de estos países durante la Guerra Fría: “el involucramiento de América Latina en la
guerra fría estuvo básicamente definido por el ingreso de Cuba al campo socialista” (p. 254). Ante esto, el
alineamiento de los gobiernos de la región con Washington era visto como signo de buena conducta y Estados
Unidos sacó máximo provecho de esto, extendiendo su Doctrina de Seguridad Nacional.

La Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) fue una ideología desde la cual Estados Unidos,
después de la Segunda Guerra Mundial, consolidó su dominación sobre los países de América
Latina, enfrentó la Guerra Fría, fijó tareas específicas a las fuerzas armadas y estimuló un
pensamiento político de derecha en los países de la región. Como ideología, reconoció sus
orígenes en una visión bipolar del mundo desde la que, supuestamente, Occidente, liderado por
los Estados Unidos, representaba el bien, la civilización, la democracia y el progreso; mientras
que la entonces Unión Soviética estaba al frente del mal, el atraso y la dictadura (Velásquez
Rivera, 2002, p. 11).
Tal como lo explica Morgenfeld (2014):

En el análisis de la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina priman dos
interpretaciones. Los que enfatizan las diferencias (unilateralismo e intervencionismo durante los
gobiernos republicanos; multilateralismo y cooperación diplomática durante las administraciones
demócratas) y los que sostienen que, más allá de los matices, desde la posguerra se consolidó un
consenso bipartidista en la política exterior estadounidense, por el cual, con la excusa de la
preservación de la seguridad nacional, se fortalecen políticas guerreristas y acciones unilaterales
por parte del gendarme planetario (p. 65).

Pérez Llana (1998) explica que esta doctrina fue:

el mejor ejemplo de la convergencia de miras entre los intereses americanos y la visión


antidemocrática de los grupos que en nombre del anticomunismo, y la supuesta defensa de los
valores del mundo libre, convirtieron a la democracia en algo instrumental (p. 255).

A continuación, vamos a trabajar en la siguiente situación. Tu rol es ser representante principal de la cancillería
argentina, para lo cual te han encargado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los países de la región
latinoamericana.

En esta oportunidad la región está dividida entre aquellos que tienen una alianza estrecha con los Estados Unidos y
los que se encuentran en contra del país norteamericano. Estos últimos, además, reclaman no sentirse acompañados
por el resto de la región y consideran que están en una situación de constante asfixia y sometimiento respecto de sus
posibilidades de relacionamiento y emancipación.

En este escenario, tu propósito es lograr una posición común entre todos los países de Latinoamérica e intentar
conciliar ambas perspectivas. La principal oposición proviene de países como Chile, un histórico aliado a Estados
Unidos; así como de Cuba y Venezuela posicionados en las antípodas al criterio chileno y buscando sumar aliados
estratégicos a su posición de rechazo a la constante supremacía norteamericana.

El deseo del gobierno argentino es poder lograr un bloque común entre todos los países latinoamericanos que sea
político y económico. De esta manera, poder trabajar cuestiones claves del comercio entre los países del bloque y
posiciones comunes frente a terceros países, pero que tenga en cuenta también objetivos de crecimiento sustentable,
inclusión social, desarrollo equitativo, etc. Por lo que también aquí influirán de manera ponderada las decisiones y
objetivos políticos de mediano y largo plazo.

En este proyecto ha surgido la denuncia de las cancillerías cubana y venezolana para que la totalidad de los países del
bloque asuman una responsabilidad histórica por las actuaciones desde la segunda mitad del siglo XX, que han sido
orquestadas desde Washington bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional en la que, con su amparo, diversos
gobiernos militares han llevado adelante asesinatos masivos.

En este sentido, tanto Cuba como Venezuela exigen que, de antemano, haya una mayor transparencia y sinceridad en
la memoria histórica de cada uno de los países del futuro bloque respecto a la presión que ha ejercido Estado Unidos
sobre los gobiernos para exterminar cualquier incipiente movimiento de izquierda latinoamericana que ponga en
jaque su supremacía sobre el continente.

Ante esta propuesta comprometedora las cancillerías de Chile y Colombia han manifestado que de ninguna manera
firmarían semejante declaración, dado que, para su concepción, el apoyo estadounidense brindó estabilidad a sus
gobiernos frente a células terroristas comunistas que ponían en jaque la gobernabilidad. En tanto, los cancilleres de
Paraguay y Uruguay han manifestado una postura intermedia pero igualmente crítica y señalaron que una afirmación
sobre el involucramiento de los Estados Unidos en la displicencia sobre el accionar de los gobiernos autoritarios
latinoamericanos hacia su población civil, también debe incluir otra afirmación que exprese el salvataje financiero a
las deudas contraídas por estos mismos gobiernos y sus predecesores.

Aún la situación no ha permitido llegar a un acuerdo, dada la sideral diferencia política e ideológica que enfrenta a
los países de América Latina respecto a su lectura histórica sobre los vaivenes políticos y la presencia norteamericana
en cada momento.

Pérez Llana (1998) explica que recién en la década del ‘70 algunos países de la región comenzaron a adaptar las
agendas a sus respectivas políticas exteriores. Así, gestos antes impensados (como la aproximación al Movimiento de
Países No Alineados, el comercio con Cuba y otros países socialistas, y el reconocimiento del régimen de Pekín)
comenzaron a florecer lentamente. Aun así, el autor advierte que siempre primó el interés propio del gobierno
autoritario de turno y no la adhesión férrea a una ideología definida.

Con Reagan en los ‘80 se vivió una reactivación de la Guerra Fría. El presidente norteamericano buscó instaurar el
paradigma anticomunista como eje ideológico y desarrollar políticas regionales asociando esta lucha al conflicto
global: “Cuba se convirtió en un enemigo global dada la participación activa de tropas cubanas en Angola y Etiopía”
(Pérez Llana, 1998, p. 255).

En la segunda mitad de la década de los 80 comenzaría la desactivación del conflicto este-oeste en medio de difíciles
condiciones para los países de la región por la enorme deuda contraída en los ‘70, por lo que este asunto absorbió la
mayor parte de los recursos diplomáticos. El Consenso de Washington abriría otro capítulo de las relaciones
exteriores en América Latina (Pérez Llana, 1998). Así, lo que en los ‘70 fue una manera de suscribirse a los
designios estadounidense de control a las insurgencias comunistas, en los ‘80 y ‘90 fue también buscar su cobertura y
salvaguarda ante los vaivenes económicos y financieros. En definitiva, analizar la política exterior de América Latina
es comprender cómo ha sido el posicionamiento de la región respecto a Estados Unidos, desde sus propias
necesidades a los objetivos dispuestos por el país norteamericano.
LECCIÓN 2 de 4

El Mercado Común del Sur (MERCOSUR)

Díez de Velasco Vallejo (2007) nos ofrece un breve recorrido por lo que constituyeron los antecedentes de esta
organización de integración regional.

Tabla 1. Antecedentes del MERCOSUR

FECHA Y ESTADOS DENOMINACIÓN DEL


CARACTERÍSTICAS
PARTICIPANTES ACUERDO/PROGRAMA

30/11/1985 - Argentina Acta de Iguazú Iniciativa para incrementar las


(presidente Raúl Alfonsín) y relaciones comerciales, la
Brasil (presidente José complementación industrial y
Sarney) la cooperación tecnológica.

Junio de 1986 - Argentina y Programa de Integración y Comienza a funcionar este


Brasil Cooperación Económica programa que promovía la
integración, el comercio y el
desarrollo entre ambos países.

Fines de 1988 - Argentina y Tratado de Integración, Creación de un espacio


Brasil Cooperación y Desarrollo económico común y
eliminación de obstáculos
arancelarios sobre bienes y
servicios en el plazo de diez
años.
FECHA Y ESTADOS DENOMINACIÓN DEL
CARACTERÍSTICAS
PARTICIPANTES ACUERDO/PROGRAMA

1990 – Argentina (presidente Acta de Buenos Aires Reafirmaba el proceso


Carlos Menem) y Brasil integrador bilateral, haciendo
(presidente Fernando Collor hincapié sobre el
de Mello) establecimiento de un
Mercado Común a partir de
1994.

26/03/1991 - Argentina, Tratado de Asunción Constituía un Mercado


Brasil, Paraguay y Uruguay Común entre los cuatro
Estados firmantes, entrando en
vigor el 2 de 5 diciembre de
1991.

Fuente: adaptado de Díez de Velasco Vallejo, 2007.

Explica Díez de Velasco Vallejo (2007) que “nuevos Acuerdos y Protocolos han venido a completar y modificar el
Tratado constitutivo, dando a la Organización un perfil actualizado” (p. 763), entre ellos podemos destacar el
Protocolo de Brasilia de 1991 y el Protocolo de Ouro Preto de 1994. Mientras que el primero se refiere a un sistema
de resolución de controversias, el segundo instala la estructura institucional del MERCOSUR.

El jurista español ensaya un balance sobre el funcionamiento del MERCOSUR una década después de su entrada en
vigor, para lo cual hace un análisis por dimensiones que nos parece interesante compartir aquí.

En el plano político ha desempeñado “un papel de gran importancia en la consolidación de la


democracia entre sus países miembros” (Díez de Velasco Vallejo, 2007, p. 774 y 775). En cuanto al
mayor desafío que enfrenta el MERCOSUR en esta dimensión, podemos decir que es la necesidad de
“procederse al desarrollo institucional: por un lado desenvolver plenamente las estructuras previstas en
el Protocolo de Ouro Preto, y por otro lado avanzar en la creación de instituciones con autonomía
propia que agilicen y potencien el proceso de integración” (Díez de Velasco Vallejo, 2007, p. 775). La
propuesta, entonces, debe ser incrementar la autonomía de las instituciones recién constituidas en
detrimento del rol omnipresente de los presidentes y cancilleres de los países miembros.
En el plano social “está aún pendiente el problema de la deuda social, agravado con el coste generado
por las reformas económicas estructurales aplicadas por los Gobiernos” (Díez de Velasco Vallejo,
2007, p. 775). América del Sur encabeza todavía la lista de regiones con mayor inequidad del planeta.

En el plano internacional, “la orientación que se está siguiendo parece prever una futura ampliación a
nuevos países de América del Sur” (Díez de Velasco Vallejo, 2007, p. 775).

Como representante principal de la cancillería argentina, es tu deber promover acciones coordinadas con los países
miembros del MERCOSUR. En este momento algunas negociaciones se han entorpecido con Brasil y la dificultad
radica en que los organismos creados no tienen la suficiente capacidad para controlar y monitorear las transacciones
fronterizas. En consecuencia, han llegado reclamos y denuncias a través de diversas cámaras empresariales de Brasil
respecto a argumentos poco claros y convincentes de la aduana argentina que niegan la compra de determinados
insumos para el calzado e indumentaria procedentes de Brasilia y Porto Alegre.

Sucede que, según la información que manejan los organismos creados por el MERCOSUR, en Buenos Aires y Santa
Fe se han instalado últimamente nuevas empresas dedicadas a fabricar insumos para el calzado y la vestimenta. Se
deduce a partir de este hecho que la medida de la aduana de frenar este ingreso a la Argentina de los productos
brasileros no tiene que ver con una iniciativa de seguridad y fitosanitarias que han esgrimido, sino más bien es parte
de una política que busca fomentar el crecimiento de estas nuevas empresas argentinas a partir de la eliminación de la
competencia externa. En los reclamos de las cámaras empresariales brasileras también se detalla que, en los últimos
meses, se llevaron a cabo numerosas reuniones entre el presidente argentino y estas nuevas empresas, acto político de
por medio, donde el mandatario aseguró potenciar este eslabón de la industria. Luego sucedieron varias reuniones
entre las mismas empresas y el ministro de producción e industria, por lo que se advierte que la respuesta de la
aduana se relaciona directamente con órdenes que han llegado desde la presidencia argentina.

Tu misión, entonces, como representante de la cancillería ha sido emitir un informe integral de la situación y solicitar
una pronta reunión entre el jefe de gabinete presidencial argentino y el secretario de la presidencia brasilero, para
definir los pasos a seguir. El nuevo organismo creado por el MERCOSUR será quien supervise las medidas de
seguridad y fitosanitarias necesarias para el comercio interno del bloque y las aduanas de ambos países acatarán esta
reglamentación.

Las conclusiones que extrae Pérez Llana (1998) respecto de este proceso de integración regional también pueden
arrojar un poco de luz sobre este tópico: el autor insiste en que el mayor desafío reside en lograr una ampliación del
mercado junto a una profundización de sus formas. Asimismo, apunta a que, si bien Argentina y Brasil encararon
este proyecto como una política de Estado, el rol de los presidentes ha sido excesivo, lo que ha llevado a una escasa
institucionalización del proceso. Esto dificulta naturalmente la profundización de la integración en el futuro.

Respecto a la relación con Washington, Pérez Llana (1998) piensa que será necesario mantener una relación
armónica con el Estado del norte sin dejar de reconocer los intereses de todas las partes involucradas.

La pretensión americana de lograr la licuación del MERCOSUR en el seno del NAFTA va más
allá de lo estrictamente comercial y también la explicación está en la historia: evitar que en el
Cono Sur se consolide un espacio relativamente autónomo. No se trata de una lectura
hiperrealista, es la lógica que inspira a la geoeconomía, que es la versión moderna de la
geopolítica (Pérez Llana, 1998, p. 294).

El periodista y académico Carlos Fazio hace una curiosa caracterización del NAFTA (o TLCAN por sus siglas en
español: Tratado de Libre Comercio de América del Norte) desde el análisis de la política exterior de México. El
autor explica que:

bajo las gestiones de los secretarios Jorge Castañeda y Álvarez (1979-1982) y Bernardo
Sepúlveda (1982-1988), la cancillería mexicana tuvo gran protagonismo regional, marcado por
una clara inflexión pacifista y latinoamericanista (…) No obstante, al término de la Guerra Fría,
estrategas al servicio de los intereses empresariales y geoestratégicos de Estados Unidos
diseñaron una serie de medidas tendientes a una “integración silenciosa” de México a
Norteamérica, como espacio geopolítico para la competencia inter imperialista por los mercados y
los recursos naturales. El paso inicial fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN, 1994), concebido no sólo en función de las modificaciones económicas y financieras,
sino también en el orden “político” y de “seguridad nacional” de Estados Unidos” (Fazio, 2015, p.
59).
LECCIÓN 3 de 4

El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

Mientras que Estados Unidos estuvo ocupado con otros asuntos fuera de la región latinoamericana (la atención de la
superpotencia se centraba por esos días en el colapso del comunismo y el fin de la Guerra Fría), el espacio
subregional del Cono Sur pudo desarrollarse sin soportar presiones externas. Recién en la Cumbre de las Américas
del año 1994 (celebrada del 9 al 11 de diciembre de ese año) fue posible para Estados Unidos advertir cuánto terreno
había ganado el MERCOSUR (Pérez Llana, 1998).

Ante esta realidad constatada, Washington no dejó de expresar hacer llegar sus más duras críticas
al proceso de integración sureño. En el encuentro de Belo Horizonte previo a la Cumbre
Hemisférica de 1998, Estados Unidos manifestó su interés en asegurar la rapidez de las
negociaciones con el fin de alcanzar la construcción del ALCA para el año 2005, asociación que
preveía una zona de libre comercio hemisférica (Pérez Llana, 1998, p. 287).

Para el MERCOSUR, el ALCA debía constituirse sobre la base de los building blocks, lo que
suponía el reconocimiento americano de la existencia previa de los acuerdos anteriores. Ante esto,
subsistir con personería e identidad se convertía en prioridad y las negociaciones, lejos de ser
rápidas, debían ser escalonadas (Pérez Llana, 1998, p. 289).

Así, el ALCA inició con el pie izquierdo. El ex canciller Jorge Taiana, en su artículo A diez años del NO al ALCA
que explica el rechazo de los países latinoamericanos a este acuerdo, expresa lo siguiente:
Resulta paradójico que hasta ese momento, primeros años del nuevo siglo, la única propuesta de
integración para el continente fuera la liderada por Estados Unidos. El proyecto del ALCA no se
limitaba a un acuerdo de libre comercio, sino que implicaba una propuesta de inserción
internacional basada en un mundo posguerra fría, con su pretensión de convertir el territorio que
va desde Alaska hasta Tierra del Fuego en un solo mercado. Esta propuesta hubiera significado la
vuelta a un modelo económico que en la Argentina se derrumbó en el año 2001, dado que una
apertura indiscriminada e ingenua del comercio como la que se aplicó en la década del 90,
necesariamente supone la destrucción de miles de empresas y de puestos de trabajo, un alto
endeudamiento y la imposibilidad de aplicar políticas activas que nos permitan alcanzar un
desarrollo sustentable como país (…)

Si miramos aquel proceso con diez años de perspectiva, queda claro que el ALCA hubiera
frustrado la creación de la Unasur y de la Celac como proyectos de unificación de representación
política y como vocación de integración latinoamericana. Asimismo, el Mercosur hubiera visto
aún más dificultosa su ampliación y consolidación.

El rechazo a la propuesta del ALCA fue una decisión correcta a favor de la integración y el
desarrollo entre iguales, que vislumbró los cambios que se desarrollaban en el escenario
internacional, donde un mundo dominado por una sola potencia económica comenzaba a dejar
paso a una multipolaridad creciente en lo económico y en lo político (Taiana, 2015,
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-285364-2015-11-04.html).

Como representante de la cancillería argentina has llevado adelante un informe que formará parte de una declaración
conjunta de todos los países miembros del MERCOSUR respecto a Venezuela y al rol de los Estados Unidos en
dicho conflicto interno.

En el informe has detallado un diagnóstico sobre la falta de insumos básicos para supervivencia de la población
venezolana, las denuncias por la supresión de libertades a ciertos individuos opositores, la falta de transparencia
política y el éxodo de millones de venezolanos a los países vecinos. A su vez, has enfatizado la injerencia de los
Estados Unidos en la política interna de Venezuela, respaldando a la oposición y debilitando el poder del gobierno
actual, con una asfixia económica que ha influido considerablemente en la escasez de alimentos y productos básicos
para la población.
El informe incluye un pedido de respuesta urgente por parte del gobierno venezolano sobre las denuncias en su
contra y su colaboración para que organizaciones humanitarias del MERCOSUR puedan intervenir en el territorio
para brindar ayuda humanitaria y supervisar las denuncias por detenciones arbitrarias llevadas a cabo por el gobierno
venezolano. El documento, a su vez, solicita expresamente que Estados Unidos levante sus embargos para concluir
con el aislamiento que padece la población civil de Venezuela en su totalidad y que perjudica gravemente los casos
de desnutrición y mortalidad infantil.

Este informe concluye con la indicación de que, históricamente, Estados Unidos ha supervisado la región y que se lo
necesita, pero desde un rol más colaboracionista. Se le pide que no presione sobre las políticas y economías internas
de cada uno de los países del MERCOSUR.

Aún falta que firmen las otras cancillerías de los países miembros del MERCOSUR que, si bien expresaron su
satisfacción con el informe y la declaración, cada uno tiene sus propios intereses respecto al acercamiento o no de los
Estados Unidos al territorio sudamericano.
LECCIÓN 4 de 4

Referencias

Díez de Velasco Vallejo, M. (2007). Las organizaciones Internacionales. Madrid: Tecnos.

Fazio, C. (2015). La integración silenciosa. En Garbarino, L. (Coord.). Explorador, México (pp. 59-61). Buenos
Aires: Le Monde Diplomatique.

Morgenfeld, L. (2014). El jardín de atrás. La siempre conflictiva relación con América Latina. En Natanson, J., El
Explorador, Estados Unidos el Imperio Declinante (pp. 65-67). Buenos Aires: Capital Intelectual.

Pérez Llana, C. (1998). El regreso de la historia. La política internacional durante la pos Guerra Fría 1989-1997.
Buenos Aires: Sudamericana-Universidad de San Andrés.

Taiana, J. (4 de noviembre de 2015) A diez años del No al ALCA. Página 12. Recuperado de
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-285364-2015-11-04.html

Velásquez Rivera, E. J. (2002). Historia de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Convergencia, 9, (27), 11-39.

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