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a y En Valencia, entre 147. donde una tercera parte de los inventaron peels Toe dn csodel 14% delos deartesanosdeltdoral he ac Jos demés trabajadores manuales 2 bx Amiens, en los afi de 1503-1576, ellibro aparece en uno de cule iced inven taries por fallecimiento; entre losmercaderes y artesanos, en uno de-cada diez (en realidad, en el 11% de los inventarios de esas categorias) °. En Canterbury, un poco mis adelante entre 1620 y 1640, la mitad de los inventarios indie la pre. Sencia de impresos, y los porcentajes son, respectivamente, detun 45% de artesatios del vestido, de un 36% de obreros de laconstruccién y deun 32% dle labradores que vivian en la ci. dad #. Osea qu Cier- €s que slo una minoria los posefa, pero una minora nun- cadespreciable y que puede llegar a ser una parte importan- te de la poblacién considerada. 4Cabe darse por contento con esa primera tanda de da- tos obtenidos? En posible que no. 2 Philippe Berger, “La lecture Vslence de 1474. 1560, Evolution des comporte ‘ments en fonction des mieux sociaun”, en Lzaee Inture en E:pagne et en Prane ‘as rcen Regime, Colloque dela Casa de Velizquer, Pars, ADP, 1961, pp. STL07,y troy letra oa Valncia de Renaimtens, Valencia, Faicions Alions €1Magnnim,Insttacis Valenciana d'EsauisiInvestigaci, 1987, ? Andee Latane Le ire dans la vie sieve de XV sé. Lensignement des in eae apr ds, 1503-1976, Pate Lavaina, Editions Nowwelaers, 1971 42 Clark, “The Ownership of Book in England, 1560-1640: che Example of Some Kentish Townsflk", en Lawrence Stone (ed), Sthoong end Society. Studies ft Hisary of Ect, Balisnore, The Johns Hopkins University Pres 1976, pp.95-111 Lecturas compartidas ‘Dosconstataciones subtienden ese proyecto. En primet lugar, esevidente quel jenocchio, el molinero det Friul,leia la Biblia en lengua ver~ nngcula, el Fioreto della Bibba, la traduccion de la Legenda aurea, Teavallier Suane da Mandavilla—que era una tradueci6n de los Vigiesde Mandeville. el Decerin, Po antodloaue al servicio de una cosmologia original Della misma manera, Ese juicio, totalmente clisico en la historia literaria, Calo Gib I frei ver som dn gid 50, a, E nan (hed cn ey pe ore ea tr de sige XVI Madd, Mach (981 Sara Nall, eae and Cale in Ely Modem Cast en Pt nd Pre se 125 oct de 1989), pp. 5.96, 7 Maxime Chevalier, El pio dels novels decals en Lacy ere ene pe del ig XVIy XVI Madi, Tes, 1976, 65-103. 474 tmsrom pe Latacroma ss MiNDO accaDENIN descansaba en tres li gulares (carta, memorias, vidas, empezando por la Vida de santa Teresa de Avila) 8 que atestiguaban su éxito tanto entre Ianobleza de corte como entre la nobleza de: pect Heres bre; independientey prsvag, en la poe en que precisamente se iniciaba el proceso de fijacidn de la aristo- Latercera remitia al estatu= cracia en la corte y las ciudades. ; empezando por el capitulo xxxiu de la Pri ra Parte del Quijate, donde los segadores congregados en la venta de Juan Palomeque escuchan la lectura de tres nove- as (Los cuatro libras del valeroso caballero don Cirongilio de T cia de Bernardo Vargas, la Primera parte de la grande historia del muy animoso y esforzado principe Felixmarte de Hircania de | Melchor de Ortega y la Cronica del Gran Capitan Gonzalo Her nndex de Cordoba y Aguilar. Con la vida del cabullero Diego Gar- cia de Paredes) que ni ellos ni el ventero habian comprado, sino que los encontraron en una maletilla vieja abandonada por un viajero. Sin embargo, el diagnéstico era inapelable: “Las novelas eran leidas por las clases nobles y elevadas y, tal vez, por algunos miembros acomodados de la burgues‘a. Desde luego, no los lefan, o no se los lefan, a los campesi nos” 9, Las declaraciones de los acusadios ante los tribunales de Ja Inquisici6n obligan a rectificar esa opinién tajante, Bn la” ic i, entre 1560 y 1610, lo * Maree! Batillon, “Santa Tees, leetora de libros de caballeris®, en Varia len decisis epatole, Madrid, Gredos, 1964, pp. 21-23 Daniel Hisenberg, “Who Read the Romances of Chivaley?, en Kentucky Romance (Quarterly, XX (1973), pp. 209-233; thd, Romances of Chica he Spantih Golden Age, Newark, Juan dela Cuest- Hispanic Monographs, 1982, pp. 89-118;la ita, de “Who Read.” 2", p 105. exclusivas X Nperices a su gran formato y su elevado precio) tampoco” eran coto vedado de las élites nobles yacomodadas. , os “Ilerias: Formaban la casi totalidad de los diecisiete reos que smencionaron esa lectura, Eran lectores j6venes (las dos te ‘eras partes tenfan menos de treinta afios) y en su mayor Solteros (doce de los diecisiete). La edad y la condicién soci definen, pues, al piiblico de las novelas de caballeria en sus diferencias con el della literatura clasica y humanista, més bur- gués y més joven todavia debido a la presencia de tes de las escuelas latinas, y con el de las obras devotas (ins- trucciones religiosas, vidas de santos, libros de preces) que era mucho més numeroso (91 lectores/as), de mas edad, compuesto imente por viudos/as y de personas casadas perte- studian- princip necientes a todas las clases sociales. aa a dan ONE doble leccién, Por un lado, demuestra que las cesuras culturales no estaban ni obligatoriamente, ni quizé mayoritariamente, dominadas por el estatuto socioprofesional. La edad, elesta- do civil y el curriculum educativo (aparte, una misma confe- sion, la pertenencia a un cuerpo, la residencia en un mismo territorio) ‘tores. Por otro lado, el estudio atestigua que no hay lecturas Aunque | si pudieron, como los sega- n Elmercado popular de lo impreso La segunda raz6n que obliga a tener en cuenta los ws ‘ms que las reparticiones, las maneras de leer ms que la pose- ya 5 8, tienen relacion conbaamatpaisadallibise fife Por doquier en Europa, y con mayor o menor precocidad segiin los paises, los libreros-editores mas audaces se inven- tela“popular”—en el doble sentido de la palabra: era nume- rosa y la componfan los lectores més humildes (artesanos, 476 tenderos, pequetiosmercaderes, élite aldeanas) —daba por Supuestas varias condiciones: una formula editorial que baja. selos costes de produccién y, por ende, el precio de vent, la Aistribucién mediante la buhonerfa, urbanay rural;y laelec- ida de textos o de géneros susceptibles de captar al mayor niimero posible de lectores y, entre ellos, alos menos afor tunados. ‘ antiguo que publicaba un romance data de 151 Oy decom RGAE Concioncr, ‘general de Hernando del Castillo de 1511 contenfa cuarenta y ocho; le siguieron el Cancionero de romances publicado por Martin Nucio en Amberes en 1547 6 1548, los Romances nuevamente sacados de historias antiguas dela crinica de Expaita (Sevilla, hacia 1549), la Sifva de Roman ees (Zaragoza, 1351) y la Silva de varios romances (Barcelona, 1561)! salatpoblecizenlacin—de textos singulares impre- ‘sos en una sola hoja de formato en cuarto, de colecciones que ‘Feunian varias decenas 0 centenares de poemas en una mis- ma obra i ihimtaan ola Sr fina- lke dela diversas definicionesdelo “popular id Lawrence Levine “The foldlore of Industrial Soe: Popular Culeaze and Its Sudience” en dercon Hiner Reve, v7.25 (ccm de 1992, pp. 1396-1399 en esp. 1993,9 Rages Chases *Cltra popular: eorno aun concep histoiogaic!en Mr arity. 12 (eo de 199) p62 i la sisi cde Paloma Dia-Mas, Prélogo" on Remancere, Edicn y pro Bhd Pome Dis Con ex ini Samuel Arse, Ce, 1954, pp. 1-50. (Col “Biblioneca Cis), ‘a s ope de Ve; les del siglo xvr por poetas cultos (entre ellos, Lop : Géngors), oa losromances de lego ode cordel, escritos entre elsiglo xvily el x1x por autores especializados para el pabl: co popular urbano ! 5; pues todos aia habian ofdo, lefdo, cantado y aprendido romances (originariamente, una hoja o media hoja plegada en un cuadernillo de ocho o cuatro paginas de formato en cuarto) _pensable de-una amplia cireulacién de cualquier tipo de roman- ce. Ajustaba el objeto impreso a la forma pottica en sf, do un pie forzado para las nuevas creaciones '5; alimentaba '; yponia al alcance de todos; hasta de los menos afortu~ 8p de lo Rtn Metin, Danas Hed de tgs pts ig XU, Mai, Casein 1970, sy Maia bigs ree terre aagt it Ness cron pee (nies lesa Enis dn bilge bls del rememere onion Us test ig XV y XV, Lr pgs uo, Pa, Garin, 181, th Eye de tn begs anaii. pty, Contonreyromener, Sobre ls roaees nuevos yon legos suciosenelsgo x, dMava Cruz arcade ner So eddy oda decree Barry Ma, Tn 1973 Paloma Diae- Mas, "Prlogo, itp. 32. 'Ladefinicin del*pliego" puede exterderse mie alli dees forma original Elim te maximo del “pliego suelto”es de 32 paginas" ain mis" sea, cuatro pliegos de imprenta y mis) para Antonio Rodriguez Motino en Dissonario bibl. sit p. Hse 32 piginas (0 sea, cuatro pliegos) para Marfa Cruz Garcia de Entervia en Sociedad ype de adel. ap ct. 61; y de 32 pias “yan mis” para Joaquin ‘Marco en Literatura popular n Expat en sigs XVID y XIX (Una apron a es legos deconde), Mai, Tauro, 1977, p. 3, '5 Vietor Infantes, Los pliegossueltos poticos:constitucin tipogrficay conte~ nido lierario 1482-1600)", em En el Siglo de Or, Ernie y text de literatura de ‘rea, Potomac, Scripta Hamanistica, 1992, pp. 47-58. [ea Bote saeco impr n Espen Me lunges dels Ca de Velde tomo IX (1973), pp. 417-482, I “La contre des avea- les de Madrid et la vente des imprimés du monopole 3 a iberté du commerce (1581-1836), tid, tomo V (1974), pp. 233-271, I, “Les aveugles cosidérés com ‘me mase-media” 478 easton pea trcreas ev HL MinDo oocDEN TAL marlosmmepetoriaetexingcnoeptiblesclomsiip!ssuoos, para acompafiar el trabajo o la fiesta, para aprender a leer o para pasar el tiempo. ‘05 religiosos o seglares que ocupaban una sola cara, y ven- dlidas por los buhoneros (como el Autocyclus de Winter’ Tile), las ballads constitufan un gé i ima ci . Unos pocos datos nos lo ‘mostrarén con claridad: el gran mimero de ediciones, evaluado en unas 3,000 en el siglo xvi; el acaparamiento del mercado a.comienzos del siglo xv1u por cinco libreros de la Stationer’s Company, los ballad partners, que establecieron en 1624 un casimonopolio sobre el broadside stock; 0 los “préstamos” rea lizados por los productores “piratas” de ballads las formas mpresas. Los textos de las ballads conservados en los archivos dela Star Chamber, encargada entre 1603 y 1625 de perse~ guiralosautores de los diffamous libelsy las lascivious, infrmous © scandalous ballads dirigidos contra los magistrados, alguaci- Ieso delegados, nos ofrecen dos rasgos capitales, Por un lado, nos atestiguan la originalidad de las composiciones emanadas de una cultura de las taverns donde los que podian (maes- tros de escuela, procuradores, viajantes cultos) empufiaban la pluma para fijar una creacién colectiva que no solfa tener en ‘cuenta las reglas formales y que apuntaba a metas muy parti- culares, Peto, por otro lado, las hallads manuscritas, hechas para ser distribuidas, cantadas y fijadas en las paredes, imitaban las formas de las ballads impresas cuyos textos se adaptaban a veces alas circunstancias, v cuya disposicién tipografica en dos co- Iumnasse ae tonadasse reutilizaban ae 2 Tas Wat Cheap Print and Pople Py, 1550-164, Cambridge, Cambridge University es 1991, tod ae Adu ox, "Balls Libs and Popular Riiulein Jacobean gla" en Par and Prat 185 noviembre de 199 pp 4083. ie mecho de sus numerosas bazas (el control de a propiedad de los epyrights —o, mejor copies de los textos de gran circulacion—, Ia clientela mas popular), Sacando prov‘ Jasredes de buhonero: dicho, delos rights in el conocimiento de formula editorial era rigida, y en ella cabe distinguir tres clases de objetos impresos: os small books compuestos de 24 paginas de formato en oc- tavo val dozavo (osea, un pliegoy medio o un pliego), los dou- ble books, compuestos de 24 paginas en formato en cuarto (0 sea, tres pliegos), ylas histories, que tenian entre 32 y 72 pagi- nas (0 sea, entre cuatro y nueve pliegos). En el siglo xvuL, los primeros se vendian a dos peniques o dos peniques y medio; los segundos, a tres o cuatro peniques, y los tiltimos, a cinco oseis peniques !9, El repertorio del que se apoderdé esa for ‘mula editorial reutiliz6, adapt6 y a veces abrevié textos _antiguos, religiosos 0 laicos (las penny godliness y las penny me- rriments) Apropiaciones contrastadas Margaret Spoftord, Small Books and Pleacane Histories. Popular Fiction and Its Readership Scventeentb-Century England, Londres, Methuen, 1981 20 Tessa Watt, op. it, pp. 257-295, "The development of the chapbook trade” 21 Sobre la Bibiathiqu Hee, vd. las puntualzaciones de Roger Chartier, Lecture et Aer dnl anc de Pncen Regn, Pars, Ea, dy Sel, 1987, pp. O12, pp. 247-270 pp. 271-351, : _ Yraunque las formas editoriales estin dirigidas a puiblicos dis- tintos, de las mismas obras en particular. _La cuestién esencial pasa a ser entonces la de las prac- ticas populares de lo impreso, que se sitiia en una perspecti- va més amplia. En efecto, para los historiadores, la pregunta fundamental puede formularse dela siguiente manera: emo captar las variaciones cronolégicas y sociales del proceso de construccién del sentido, tal como tiene lugar en el encuen- tro entre el “mundo del texto” y el “mundo del lector”, segin los términos de Paul Ricoeur? ”? _Lalinea te6rica hermenéutica y fenomenologica de Ri- coeur constituye un valioso apoyo en la detinicién de una his- asindelesnabcicandelet > primes Joga en contra de Jas formulaciones estructuralistas y semisticas mas abruptas que localizan el significado tinicamente en el funcionamien- t0 automtico e impersonal del lenguaje obligaa considerar in lector, el texto no es mas que un tex- to virtual, sin verdadera existencia: Cabria creer que la lectura viene a afadirse al texto comoun ‘complemento que puede faltar(...]. Nuestros andlisis anteriores 492 ISTORIA DEA LECTURA NEL MUNDO OCCIDENTAL ales de la Inquisicié i i nales dea Inquisicin, las declaraciones realizadas porlos reos eentar un buen fil6n para susti- r + individualmente, con Menocchio; en una comunidad, con los acusados dela dice, sis de Cuenca, en la recepcién dela obra de un solo autor, con las interpretaciones que los lectores/as italianos dieron (en este caso) de los escritos de Erasmo, Parti i, losmas humildes como si todos fueran Menocchios y como si laespecificidad de la lectura “popular” se debiera a la dis- -mentos, a la adhesién a la literalidad del sentido. La organi- zacion misma, fragmentaday secuencial, delos impresos para Ja inmensa mayoria, no podia sino reforzar ese diagnéstico. Diagnéstico que seguramente posee su pertinencia, pero requiere, no obstante, una necesaria prudencia en la medida enque Ai if las pricticas dadas por especificamente populares eran. re rene menses lasdalaloceureculteel os dos objetos emblemsticos de la lectura docta en el Renacimien- ‘to —el facistol que permitia leer varios libros la vez, y el cua~ dernillo de lugares comunes que distribuia entre sus ribri- cas las citas, informaciones y observaciones recogidas por el lector— eno conllevaban también una manera de leer que pro- cedfa mediante extractos, desplazamientos y cotejos, y que revestia la cosa lefda (0 escuchada) de un peso absoluto de auto- ridad? Si bien no todos los lectores cultos participaban de la cultura de los lugares comunes (vid. la prueba en la lecrura de Montaigne) *”, esa cultura organizaba, de todos modos, los uusos del libro entre la mayoria de esos lectores. Hay acaso “% Silvana Seidel Menchi, Bramo in Ialia 1520-1580, Torin, Bola Boringhet, pp 286-321 17 idl estudio de Francis Goyet. “A propos de ‘ces passsages de licux com ans (leréle des noes de lecare dans la genése des at)” en Bulletin del So- it des Ais de Montaigne, 5-6 1986), pp. 11-276, 7-8 (987), pp. 9-30; Rh gue literate: een coms” ila Renaissance, esis de doctorado de Estado, ‘Universe de Pars XI, 1993. LEECTURASYLECTORES “POPULARES” DESDE HL RENACIMIENTO 493 que ver en Menocchio un practicante plebeyo, torpe y des: maiiado, de esa técnica intelectual?

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