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DUELO

Estado de shock, sensación de injusticia, negación y enojo.


Depresión, miedo, tristeza. Son algunos de los sentimientos que
afloran, en una primera instancia, ante la pérdida de un ser
querido. En una segunda etapa, sobreviene reconocer la pérdida
y aceptar la realidad, y luego aparece la idealización del
fallecido con una sobrecarga de recuerdos.

Los especialistas sostienen que el duelo está elaborado cuando


el individuo puede nuevamente reconectarse con el exterior y
encarar hacia nuevos horizontes. “Elaborar el duelo no significa
olvidarse de esa persona que ya no está. La seguiremos amando
toda la vida, solamente es lograr que las emociones pierdan
fuerza para poder reconectarnos con nuestra propia vida.
Cuando el dolor y la tristeza profunda van cediendo en su
intensidad, estaremos listos para ir recuperando el interés por
la vida”, explica la licenciada en psicología Eliana Vasconcelo.

Aceptar el dolor, mantenerse ocupado, deshacerse de culpas,


reunirse con pares para convertir el pesar en energía positiva
son algunas de las actividades que se recomienda poner en
práctica. No se aconseja quedarse en el dolor, perder la
esperanza, abusar de los medicamentos, tomar decisiones
apresuradas y aislarse.

Si bien no hay fórmulas que permitan cuantificar el período que


dura el duelo, este proceso requiere de un tiempo de uno a dos
años, dependiendo de las características individuales y de los
lazos afectivos que lo unían con el ser querido. Y es importante
comprender que estos tiempos (que no son cortos) requieren de
entereza, honestidad, capacidad de conexión con uno mismo y
con los afectos que nos rodean.

“Enfrentarse a la idea de finitud en nuestra propia vida nos


permite tener un momento de introspección, de preguntarnos
por el sentido de nuestras vidas. Y sería importante que esta
pregunta y este clima emocional de contacto interior nos dure
mucho tiempo y nos permita conectarnos más con la posibilidad
de disfrutar la vida y darnos posibilidad y permiso de placer”,
explica la licenciada Gisela Holc, quien agrega que es
importante poner en palabras el dolor.

Al principio, se hace muy cuesta arriba seguir adelante. Por lo


general, además, la persona se encuentra abordando una serie
de cuestiones que debe resolver en relación a ese fallecimiento.
“Con el tiempo se rearmarán vínculos viejos y se crearán otros.
Esto mismo irá signando nuevos movimientos hasta que pasen a
ser habituales. El dolor no se va. Siempre que te conectás con
esa pérdida, duele. La buena noticia es que, de a poco, te volvés
a conectar con lo lindo de la vida: disfrutar cosas, reírte y
sentirte bien”, sugiere la licenciada María Gabriela Fernández
Ortega, del Centro Hémera.

Para ayudar a quien está de duelo es importante no dejarlo solo


y crear una red de contención de familiares o amigos, aunque a
veces es bueno acompañar en silencio. Si se presentan
sentimientos de culpa o reproches, se hace casi imprescindible
la ayuda terapéutica para poder continuar el camino de
recuperación.

El duelo es la respuesta normal y saludable de una persona ante


una pérdida. Describe las emociones que se sienten cuando
pierde a alguien o algo importante para usted. Las personas
hacen el duelo por muchas razones diferentes, que incluyen:

La muerte de un ser querido, incluidas las mascotas.

Un divorcio o cambios en una relación, incluidas amistades.

Cambios en su salud o la salud de un ser querido.

La pérdida de un trabajo o cambios en la seguridad financiera.

Los cambios en su estilo de vida, como por ejemplo durante la


jubilación o cuando se muda a un nuevo lugar.

La pérdida que desencadena el duelo no siempre es física.


Puede experimentar el duelo si le diagnostican a usted o un ser
querido una enfermedad importante o se enfrenta a una grave
enfermedad. Es posible que haga el duelo por los planes futuros
que había hecho o las maneras en las que va a cambiar la vida.
El duelo es diferente para cada persona. Puede incluir muchos
síntomas emocionales y físicos, incluidos:

Sentimientos: Ira, ansiedad, culpa, confusión, negación,


depresión, miedo, culpa, irritabilidad, soledad, insensibilidad,
alivio, tristeza, shock o anhelo.

Pensamientos: Confusión, dificultad para concentrarse,


incredulidad, alucinaciones o preocupación por lo que se perdió.

Sensaciones físicas: Mareos, ritmo cardíaco acelerado, fatiga,


dolores de cabeza, hiperventilación, náuseas o malestar
estomacal, dificultad para respirar, opresión o pesadez en la
garganta o el pecho, o pérdida o aumento de peso.

Comportamientos: Episodios de llanto, actividad excesiva,


irritabilidad o agresividad, pérdida de energía, pérdida de
interés en actividades agradables, inquietud o dificultad para
dormir.

El duelo a veces se describe como un proceso de 5 etapas:


negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Todas estas reacciones ante una pérdida son normales. Sin


embargo, no todo el mundo que está de duelo experimenta
todas estas reacciones. Y no todos las experimentan en el
mismo orden. Es común volver a atravesar algunas de estas
reacciones, las etapas y síntomas más de una vez.

Camino al bienestar

No hay una forma «correcta» de realizar el duelo. Cada persona


es diferente. Dese tiempo para experimentar la pérdida a su
propia manera. Al mismo tiempo, recuerde que debe cuidar de sí
mismo.

Sienta su pérdida. Permítase llorar, no sentir nada, estar


enojado o sentirse de cualquier manera que experimente. Duele,
pero es natural y normal.
Satisfaga sus necesidades físicas. Duerma lo suficiente,
mantenga una dieta bien balanceada y haga ejercicio
regularmente.

Exprese sus sentimientos. Hable sobre cómo se siente con los


demás. O encuentre una manera creativa de expresar sus
sentimientos. Esto puede incluir el arte, la música o escribir un
diario.

Mantenga una rutina. Vuelva a su rutina normal tan pronto como


sea posible. Trate de mantenerse al día con sus tareas diarias
para no sentirse abrumado.

Evite beber alcohol. El alcohol es un depresivo que puede


afectar su estado de ánimo, por lo que podría hacer que se
sienta aún más triste.

Evite tomar decisiones importantes. Se necesita tiempo para


adaptarse a una pérdida y volver a un estado de ánimo normal.
Tomar una decisión impulsiva mientras está de duelo podría
añadir más estrés a un momento difícil. Trate de esperar un año
antes de hacer un gran cambio, como mudarse o cambiar de
trabajo.

Tómese un descanso. Tome descansos del duelo, participando


en actividades que disfruta. Está bien no sentirse triste todo el
tiempo. Reírse le hace bien.

Pida ayuda si la necesita. Usted no tiene que enfrentarlo solo.


Contacte a amigos, familia, el clero, un consejero o terapeuta, o
grupos de apoyo. Si sus síntomas no mejoran o siente que
necesita ayuda adicional, hable con su médico de familia.

No hay un cronograma establecido para el dolor. Es probable


que empiece a sentirse mejor en 6 a 8 semanas. Todo el
proceso puede durar de 6 meses a 4 años. Puede comenzar a
sentirse mejor en pequeñas formas. Comenzará a ser un poco
más fácil levantarse por la mañana o tal vez tendrá más
energía. Este es el momento en el que comenzará a reorganizar
su vida alrededor de su pérdida o sin su ser querido. Durante
este tiempo, quizá sienta que atraviesa una serie de altibajos.
Puede sentirse mejor un día, pero peor al día siguiente. Esto es
normal.

Con el tiempo, comenzará a encontrar interés en otras personas


y actividades de nuevo. Si usted ha perdido un ser querido, es
normal que se sienta culpable o desleal hacia ellos durante este
tiempo. También es normal que reviva algunos de sus
sentimientos de dolor en cumpleaños, aniversarios, días de
fiesta u otras ocasiones especiales.

Aspectos a tener en cuenta

Aunque es normal sentirse triste después de una pérdida, los


sentimientos asociados con el dolor deben ser temporales. A
veces los sentimientos duran más tiempo, o usted puede tener
problemas para lidiar con sus emociones. Cuando esto sucede,
el duelo puede convertirse en depresión. Los síntomas del duelo
y la depresión son similares. Las señales de que usted podría
estar sufriendo depresión incluyen:

No se empieza a sentir mejor a medida que pasa el tiempo.

Tiene dificultad constante para comer o dormir.

Sus sentimientos comienzan a afectar su vida diaria.

Depende de drogas o alcohol para hacer frente a la situación.

Empieza a pensar en hacerse daño a sí mismo o a otros.

Si siente que está teniendo problemas para lidiar con sus


emociones, pida ayuda. Su médico de familia puede ayudarlo a
tratar su depresión para que pueda empezar a sentirse mejor.
También puede ayudar a determinar qué otro tipo de apoyo
necesita. Esto podría incluir un grupo de apoyo, terapia
individual o medicamentos.

Las etapas del proceso de duelo

20El duelo es un camino por donde tenemos que atravesar una


serie de etapas o tramos. Se trata de una aproximación a lo que
ocurre, con retrocesos y avances a lo largo del proceso. En
definitiva, los estudiosos del duelo y el morir definen una serie
de estaciones o fases por las que transcurrimos en nuestros
procesos de duelo:

Etapa 1 – Fase de shock o estupor

Estado de desconcierto y embotamiento, caracterizado por la


presencia de conductas automáticas y la incapacidad de
aceptar la realidad. En estos primeros momentos hay personas
que actúan como si no hubiera ocurrido nada, aparentando ante
los demás que aceptan plenamente la situación. En otros casos,
encontramos a personas que se paralizan y permanecen
inmóviles e inaccesibles.

Se trata de un estado protector que sirve para dar tiempo a


asumir la información recibida y puede durar horas o incluso
algunos días.

Etapa 2 – Fase de rabia o agresividad

Podemos sentir falta de seguridad y baja autoestima, e incluso


enfadarnos con aquellas personas a las que consideramos
responsables de la pérdida. Suelen aparecer también
sentimientos de injusticia y desamparo junto con problemas
como insomnio, pesadillas o sueño no reparador.

En este momento podemos sentirnos con menos capacidad de


concentración y tener pérdidas de memoria. Nuestro apetito en
general también se ve afectado y nos resulta muy difícil
disfrutar de las actividades cotidianas.

Etapa 3 – Fase de desorganización o de desesperanza

Empezamos a tomar conciencia de que nuestro ser querido no


volverá, aún así, muchas personas “sienten la presencia” del
familiar fallecido, sobre todo en momentos de somnolencia o
relajación. Este momento se caracteriza por la sensación de
desorganización al no estar presente ese ser querido. Por ello,
es habitual experimentar apatía, tristeza, desinterés, o incluso
una tendencia a abandonarnos y a romper los esquemas de
nuestro estilo de vida personal habitual. Algunas personas
sienten también el impulso de llevar a cabo cambios radicales
en su vida (casa, trabajo, mobiliario, localidad de residencia) o
en sus relaciones personales o familiares. Pero es mejor dejarlo
para más adelante.

Etapa 4 – Fase de reorganización

Poco a poco vamos afrontando la nueva situación y


reorganizamos nuestra propia existencia. Aquí, el recuerdo de
nuestro ser querido empieza a transformarse en una emoción
reparadora.

Durante este tiempo tendremos la sensación de estar


recorriendo una y otra vez estas cuatro fases, pero cada vez,
nos iremos adaptando con mayor tranquilidad a la realidad de
esta gran pérdida.

La vida ya no volverá a ser la misma, porque la pérdida deja un


vacío irremplazable. Cada uno tiene que seguir su propio camino
y su propio tempo, conscientes de que es un proceso que
precisa nuestro esfuerzo. El objetivo es conseguir avanzar en la
reconstrucción de una vida con un nuevo significado, que nos
servirá de ayuda en la maduración y el crecimiento personal.

Recuerda que, a lo largo del proceso, tendremos que superar


distintos retos:

1. Aceptar la realidad de la pérdida, afrontando plenamente que


la persona querida está muerta, se ha marchado y no volverá.

2. Experimentar el dolor de la pena, sin bloquear los


sentimientos ni negar el dolor que está presente. Es imposible
perder a alguien a quien se quiere sin experimentar dolor.

3. Adaptarse a un mundo en el que el ser querido está ausente.


Esto supone empezar a hacer tareas, gestiones, tomar
decisiones, etc. sin contar con la presencia y el apoyo que nos
daba antes esa persona.

4. Recolocar emocionalmente a nuestro ser querido y mirar


hacia el futuro. No se trata de olvidarlo sino de encontrarle un
lugar apropiado e importante para recordar nuestra vida juntos,
pero dejando espacio para otras relaciones significativas. La
vida nunca volverá a ser lo mismo, pero enriqueceremos nuestro
espacio con nuevas emociones y relaciones.
¿Cuándo acaba un proceso de duelo?

Dependerá de cada persona. Es muy difícil poner un límite,


puesto que se trata de un proceso algo laborioso, lento pero
progresivo. Se considera como momento clave aquel en el que
somos capaces de mirar hacia el pasado y recordar sin intensa
pena y dolor a nuestro ser perdido y a la historia compartida.

Fases del Duelo

Las Fases del Duelo más frecuentes por las que pasa un ser
humano tras la trágica experiencia de sufrir una pérdida
personal (divorcio, salud, trabajo, amistad, muerte de un ser
querido, etc) no son muy distintas de unas personas a otras.

Las cinco Fases de un Duelo son:

LA FASE DE NEGACIÓN

La primera reacción de una persona que sufre una pérdida es


levantar sus primeros mecanismos de defensa para postergar,
aunque sea un poco, el impacto de la agresión que la noticia
necesariamente implica.

Esta primera barrera defensiva lo lleva a decir y sentir: no


quiero, no puede ser, debe de ser un error. La persona se
convence de que ha habido una equivocación.

La negación es un mecanismos de defensaque nos acompañaba


a lo largo de toda nuestra vida y ante la noticia de una pérdida
se hace presente para conceder una tregua entre la psiquis y la
realidad.

En la negación existe una búsqueda desesperada del tiempo


necesario para pensar en el futuro de manera más serena,
tomando distancia temporal de lo que sucede, buscando una
más saludable adaptación al evento que apareció demasiado
abruptamente. La negación es un verdadero intento de
amortiguar el efecto del primer impacto.
LA FASE DE NEGOCIACIÓN CON LA REALIDAD

Esta Fase del Duelo refiere a la persona al pensamiento mágico


más primitivo. Aparecen las ideas de negociar la realidad.Se
piensa en hacer un trato con la vida, con Dios, con el diablo, con
el médico, si la pérdida es de salud.La negociación es una
nueva conducta defensiva que trata de evitar lo inaceptable; un
canje que pretende restitución a cambio de buena conducta. La
gran mayoría de estos pactos son secretos y sólo quienes los
hacen tienen conciencia de ello.

LA FASE DE DEPRESIÓN

Finalmente todos los pasos anteriores se agotan y fracasan en


el intento de alejarnos de la realidad.

La depresión suele aparece con sentimientos de angustia e


ideas circulares y negativas. Lo particular en este caso es que
estas ideas no son sólo la causa de la depresión sino también y
sobre todo su consecuencia. La depresión es más bien el
resultado de la conciencia de lo ya perdido.

Por supuesto que, como es predecible, esta etapa se resuelve


más rápidamente cuando la persona encuentra el coraje y el
entorno donde poder expresar la profundidad de su angustia y
recibir la contención que necesita frente sus temores y
fantasías.

La depresión es la fase del duelo donde más se atascan las


personas. Pero hay una emoción que según nos permitimos
expresar nos va sacando poco a poco de los síntomas
depresivos, y esta emoción es la ira.

Artículos de Psicología sobre las Fases del Duelo

LA FASE DE LA IRA

Cuando la persona ve por fin la realidad, intenta todavía


rebelarse contra ella, y entonces sus preguntas y sentimientos
cambian. Nacen otras preguntas: porque yo, porque ahora, no es
justo, y aparece el enojo con la vida, con Dios y con el mundo.
En ocasiones la persona expresa una ira que inunda todo a su
alrededor; nada le parece bien, nada le conforma, y su corazón
rezuma dolor, odio y rencor. Y aunque parezca mentira, su
autoestima atropellada por la realidad se da cuenta de que lo
que necesita, y es verdad, es expresar su rabia para poder
liberarse de ella.

LA FASE DE ACEPTACIÓN

Llegar aquí requiere que la persona haya tenido el


acompañamiento y el tiempo necesarios para superar las fases
anteriores. La aceptación solamente aparece cuando la persona
ha podido elaborar su ansiedad y su cólera, ha resuelto sus
asuntos incompletos y ha podido abandonar la postura auto
discapacitada ante la depresión.

Sea como fuere y más allá de cuánto se tardó en llegar hasta


aquí y cuánto esfuerzo haya demandado, a esta etapa se llega
casi siempre muy débil y cansado. Esto se debe al esfuerzo de
renunciar a una realidad que ya no es posible. Ahora, como
regla general, uno prefiere estar solo, preparándose para su
futuro, y hacer evaluación sobre el balance de su vida; una
experiencia que siempre es personal y privada.

Las personas que llegan a esta etapa de aceptación suelen


conquistar en su interior, por fin, un remanso de paz.

Perder a un ser querido puede ser una de las cosas más duras
de afrontar en la vida. Cada uno sobrelleva el duelo de manera
diferente y no existe una forma buena o mala de hacerlo. La
información que se presenta en este artículo le ayudará a
comprender las distintas emociones que puede experimentar si
usted, un amigo cercano o un familiar están pasando por una
situación de duelo.
REACCIONES ANTE EL DOLOR

La forma en que cada uno sobrelleva la pérdida de un ser


querido depende de numerosos factores, entre estos: la edad, la
tradición cultural o las creencias religiosas. Sin embargo, no
existe una única manera de enfrentar el dolor. Aun cuando
usted haya vivido procesos de duelo en el pasado, es posible
que no reaccione igual. A continuación se describen las etapas
más comunes del dolor. Es posible que no pase por todas, si
bien puede tener la sensación de estar en medio de un
torbellino de emociones.

Estado de choque. Si tras sufrir la pérdida de un ser querido


tiene la impresión de que todo lo hace de manera automática,
es probable que esté experimentando un choque psicológico.
Es posible que se sienta aletargado en un principio y que no
pueda siquiera llorar. Las personas que lo rodean quizás no
comprendan por qué no reacciona, ya que puede parecer que es
indiferente ante la situación.

Culpa. Si pierde a una persona muy cercana, especialmente de


manera inesperada, es posible que lamente haber dicho o
hecho ciertas cosas, o por el contrario no haberlas dicho o
hecho. Por otra parte, si usted estaba a cargo de su cuidado, tal
vez experimente una cierta sensación de alivio ante la muerte
de una persona cercana. Esto es normal, comprensible y muy
común en personas que se encuentran en este tipo de situación.

Ira. Si, en su opinión, los hechos que llevaron a la situación de


duelo son injustos, quizás cuestione las circunstancias de la
muerte hasta el punto de sentirse amargado o resentido. Esto
puede resultar en arranques de ira contra las personas que le
rodean: amigos, familiares o personas que trabajan en los
servicios de salud.

Aceptación y esperanza. Cuando comience a sentir que puede


empezar a disfrutar nuevamente de las cosas de la vida,
aprenderá a aceptar la muerte e intentará seguir adelante.
Aunque no se sienta más feliz, podrá enfrentar mejor la
situación y mirar hacia el futuro.

HACERLE FRENTE AL DOLOR

Autoayuda

Por más difícil que parezca, no intente reprimir sus


sentimientos. Por el contrario, dese tiempo para poner en orden
sus pensamientos y hablar de lo que le sucede con alguien de
su confianza. Quizá le ayude mirar fotos viejas y recordar
buenos momentos, o visitar los lugares que solían frecuentar
juntos para recordar a la persona que echa de menos.

Sobrellevar una pérdida es extenuante, estresante y devastador


desde el punto de vista emocional. Aunque al principio,
ocuparse de usted mismo puede resultarle difícil o no ser su
prioridad, es importante que se mantenga fuerte comiendo bien,
ejercitándose y descansando cuando lo necesita.

Terapias de conversación

Puede ser que, por distintos motivos, no desee compartir lo que


siente con sus familiares o amigos. No se preocupe si se siente
solo, los consejeros especializados en duelo están
especialmente capacitados para escucharle y ser comprensivos
con respecto a sus necesidades. Hablar con alguien así puede
ayudarle a comprender mejor lo que siente, lo que piensa y su
forma de actuar. No obstante, si necesita una ayuda más
específica, su médico de cabecera podrá referirle a un
psicólogo (un profesional de la salud que se especializa en
problemas emocionales y de conducta) o a un psiquiatra (un
médico que se especializa en salud mental).

CUÁNDO BUSCAR AYUDA

Aunque el duelo es probablemente una de las cosas más


difíciles que usted deberá afrontar en la vida, es parte de la
experiencia humana que todos debemos sobrellevar. En algunas
personas el dolor puede prolongarse más de lo normal y nunca
llegan a aceptar la situación que vivieron (los médicos lo
denominan “duelo no resuelto”). Esto sucede cuando la persona
no tiene oportunidad de transitar el proceso de duelo de manera
adecuada, o cuando la muerte estuvo acompañada por
circunstancias particularmente difíciles.

Es aconsejable que consulte a su médico de cabecera si


habitualmente: siente que no puede salir adelante le es difícil
dormirse o tiene pesadillas frecuentes trata de sobrellevar el
dolor bebiendo mucho o consumiendo drogas tiene problemas
de apetito tiene alucinaciones (ve o escucha cosas que no son
reales)

La mayoría de las personas superan una situación de duelo


profundo en el transcurso de uno o dos años. De todas formas,
no existe una cantidad de tiempo “normal” para superar el
dolor. Cada persona es diferente y no hay razón para sentirse
presionado ni apresurarse por adoptar una forma de sobrellevar
la situación, que no se ajuste a sus necesidades.

Depresión

Cuando se pierde un ser querido, es de esperar que uno se


sienta triste. Sin embargo, la tristeza no es lo mismo que la
depresión. La depresión puede interferir en su vida cotidiana y
resultar debilitadora si no busca ayuda. Si siente que no logra
reunir suficiente energía para comer, cuidar de su higiene
personal, volver al trabajo o realizar actividades sociales, pida
ayuda a su médico de cabecera.

Aunque le cueste mucho aceptar que la persona querida se ha


ido para siempre, es importante que trate de seguir adelante y
vivir su propia vida. Si es necesario, consulte a un profesional
de la salud o un servicio de apoyo para lograr superar el período
de duelo.

Medicamentos

Si continúa teniendo dificultades para manejar el dolor durante


un tiempo prolongado o tiene problemas para dormir, quizá su
médico de cabecera le recete tranquilizantes o pastillas para
dormir. Estos medicamentos solo son para uso a corto plazo (no
más de dos a cuatro semanas), ya que pueden ser adictivos. No
obstante, si no siente que esto alivie su sufrimiento,
probablemente le receten antidepresivos o le refieran a un
psiquiatra (un médico especializado en identificar y tratar casos
relacionados con la salud mental).

Una de las cosas más importantes es recordar que el duelo es


un proceso. Tiene un principio, un desarrollo y un final, y tarde o
temprano usted logrará salir adelante. Tomarse el tiempo para
recuperarse de una pérdida y buscar ayuda es fundamental para
superar los momentos difíciles.

Aun cuando el proceso de duelo finalice, no quiere decir que no


echará de menos al ser querido que perdió. El sentimiento de
pérdida o de “vacío” puede parecer enorme al principio, pero a
medida que la vida siga su curso normal, notará que se hace
cada vez más pequeño, aunque nunca desaparezca por
completo.

Las 5 etapas del duelo (cuando un familiar fallece)

Cuando perdemos a una persona allegada, podemos pasar por


estas fases de duelo emocional.

La pérdida de alguien querido es una de las experiencias que


más dolor psicológico produce. Sin embargo, dentro de esta
clase de experiencias dolorosas existen matices, formas
diferentes de vivir el duelo tanto en lo emocional como en lo
cognitivo.

Esta idea es la que desarrolló la psiquiatra Elisabeth Kübler-


Ross en su teoría de las 5 etapas del duelo, publicada en el año
1969 en el libro On death and dying". Esta idea sirve para
entender mejor el modo en el que se sienten las personas en
fase de duelo y cómo tienden a actuar.

Elisabeth Kübler-Ross fue una psiquiatra suizo-estadounidense


nacida en 1926 que se especializó en los cuidados paliativos y
en las situaciones cercanas a la muerte. Después de trabajar
durante años en contacto con pacientes en estado terminal,
desarrolló el famoso modelo de Kübler-Ross en el que establece
5 etapas de duelo.
Aunque el nombre de esta teoría pueda parezca indicar lo
contrario, Kübler-Ross no llegó a la conclusión de que después
de la muerte de un ser querido se pasa por cinco fases que
siempre se van sucediendo en orden, de forma secuencial.

Lo que hizo esta investigadora fue, más bien, definir cinco


estados mentales que actúan como referencia para entender
cómo se va produciendo la evolución del doliente, desde el
momento en el que sabe que su ser querido ha muerto hasta
que acepta esta nueva situación.

Eso significa que no todas las personas en fase de duelo tienen


por qué atravesar las 5 etapas, y que aquellas que atraviesan no
aparecen siempre en el mismo orden. Sin embargo, Elisabeth
Kübler-Ross consideró que estas etapas sí eran útiles como
sistema de categorías para poder conceptualizar de un modo
relativamente simple todos los matices del modo en el que se
gestiona el duelo, una fase que en algunos casos se expresa a
través de la labilidad emocional.

Las 5 etapas del duelo

De forma resumida, las 5 etapas del duelo tras la muerte de


alguien querido son descritas por Elisabeth Kübler-Ross de la
siguiente manera.

1. Etapa de la negación

El hecho de negar la realidad de que alguien ya no está con


nosotros porque ha muerto permite amortiguar el golpe y
aplazar parte del dolor que nos produce esa noticia. Aunque
parezca una opción poco realista, tiene su utilidad para nuestro
organismo, ya que ayuda a que el cambio de estado de ánimo no
sea tan brusco que nos dañe.

La negación puede ser explícita o no explícita, es decir, que


aunque nos expresemos verbalmente aceptando la información
de que el ser querido ha muerto, a la práctica nos comportamos
como si eso fuese una ficción transitoria, es decir, un papel que
nos toca interpretar sin que nos lo creamos del todo.
En otros casos, la negación es explícita, y se niega de manera
directa la posibilidad de que se haya producido la muerte.

La negación no puede ser sostenida de manera indefinida,


porque choca con la realidad que aún no se ha llegado a aceptar
del todo, así que terminamos abandonando esta etapa.

2. Etapa de la ira

La rabia y el resentimiento que aparecen en esta etapa son


fruto de la frustración que produce saber que se ha producido la
muerte y que no se puede hacer nada para arreglar o revertir la
situación.

El duelo produce una tristeza profunda que sabemos que no


puede ser aliviada actuando sobre su causa, porque la muerte
no es reversible. Además, la muerte es percibida como el
resultado de una decisión, y por eso se buscan culpables. Así,
en esta fase de la crisis lo que domina es la disrupción, el
choque de dos ideas (la de que la vida el lo deseable y la de que
la muerte es inevitable) con una carga emocional muy fuerte,
por lo que es fácil que se den estallidos de ira.

Así, es por eso que aparece una fuerte sensación de enfado que
se proyecta en todas las direcciones, al no poder encontrarse ni
una solución ni alguien a quien se le pueda responsabilizar
completamente por la muerte.

Aunque una parte de nosotros sepa que es injusto, la rabia se


dirige contra personas que no tienen la culpa de nada, o incluso
contra animales y objetos.

3. Etapa de la negociación

En esta etapa se intenta crear una ficción que permita ver la


muerte como una posibilidad que estamos en posición de
impedir que ocurra. De algún modo, ofrece la fantasía de estar
en control de la situación.

En la negociación, que puede producirse antes de que se


produzca la muerte o después de esta, fantaseamos con la idea
de revertir el proceso y buscamos estrategias para hacer que
eso sea posible. Por ejemplo, es frecuente intentar negociar con
entidades divinas o sobrenaturales para hacer que la muerte no
se produzca a cambio de cambiar el estilo de vida y
"reformarse".

Del mismo modo, el dolor es aliviado imaginando que hemos


retrocedido en el tiempo y que no hay ninguna vida en peligro.
Pero esta etapa es breve porque tampoco encaja con la realidad
y, además, resulta agotador estar pensando todo el rato en
soluciones.

4. Etapa de la depresión

En la etapa de la depresión (que no es en sí el tipo de depresión


que se considera trastorno mental, sino un conjunto de
síntomas similares), dejamos de fantasear con realidades
paralelas y volvemos al presente con una profunda sensación de
vacío porque el ser querido ya no está ahí.

Aquí aparece una fuerte tristeza que no se puede mitigar


mediante excusas ni mediante la imaginación, y que nos lleva a
entrar en una crisis existencial al considerar la irreversibilidad
de la muerte y la falta de incentivos para seguir viviendo en una
realidad en la que el ser querido no está. Es decir, que no solo
hay que aprender a aceptar que la otra persona se ha ido, sino
que además hay que empezar a vivir en una realidad que está
definida por esa ausencia.

En esta etapa es normal que nos aislemos más y que nos


notemos más cansados, incapaces de concebir la idea de que
vayamos a salir de ese estado de tristeza y melancolía.

5. Etapa de aceptación

Es en el momento en el que se acepta la muerte del ser querido


cuando se aprende a seguir viviendo en un mundo en el que ya
no está, y se acepta que ese sentimiento de superación está
bien. En parte, esta fase se da porque la huella que el dolor
emocional del duelo se va extinguiendo con el tiempo, pero
también es necesario reorganizar activamente las propias ideas
que conforman nuestro esquema mental.
No es una etapa feliz en contraposición al resto de etapas del
duelo, sino que al principio se caracteriza más bien por la falta
de sentimientos intensos y por el cansancio. Poco a poco va
volviendo la capacidad de experimentar alegría y placer, y a
partir de esa situación las cosas suelen volver a la normalidad.

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