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Siendo ella muy joven, mi abuela Briceida falleció el 6 de enero 1918, y el abuelo Juan Bautista nunca se
volvió a casar por ello mi madre María Romualda ella tuvo que hacerse cargo de las funciones de ama
de casa. La casa que en realidad más que una casa, era una finca agrícola, típica de Boyacá, se llamaba
“La Quinta”.
En la Quinta habitaba, desde luego el abuelo Juan Bautista, algunos de los doce hijos, y uno o dos
nietos. Los que conocen como son ese tipo de fincas saben la magnitud del trabajo y responsabilidad
que mi madre tuvo que afrontar desde los doce a ños. En las labores agrícolas se requerían varios
trabajadores que ayudaban al abuelo, por lo cual habitualmente estaban en la Quinta alrededor de diez
(10) personas.
Ahora, mayo 2020, en tiempo de cuarentena, podemos darnos cuenta el trabajo que implica preparar
comida para diez personas, con el agravante que la comida del abuelo y sus trabajadores había que
llevarla al lugar donde estuvieran trabajando.
Esta responsabilidad que tuvo que afrontar mi madre, marco en ella una necesidad de salir del campo,
fué así como después de contraer matrimonio con José Francisco Díaz, mi padre, ellos fijaron su
residencia en Bogotá, siendo su primera casa un regalo que el abuelo Juan Bautista le hizo.
La casa de María Romualda en Bogotá, siguió siendo la casa de la familia Naranjo, ella continuo durante
el resto de su vida apoyando a la familia. Por ello que el suscrito conserva la amistad familiar que mi
madre procuró mantener durante toda su vida.