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Introducción

El cambio climático es uno de los grandes retos del siglo XXI, debido a sus causas y
consecuencias globales y, al mismo tiempo, a sus impactos regionales heterogéneos y
asimétricos por países y grupos socioeconómicos, siendo común que los que contribuyen
en menor medida al calentamiento global reciban los mayores impactos negativos, por lo
que se refiere a sus niveles de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
El reto del cambio climático se asocia a la presencia de patrones productivos y de
consumo insostenibles, dependientes del uso de energías fósiles con altas emisiones de
carbono. En consecuencia, el cambio climático impone límites y restricciones y obliga a
reorientar el paradigma productivo y los patrones de consumo. El reto simultáneo de
adaptarse a las nuevas condiciones climáticas e instrumentar los procesos de mitigación
Las pruebas científicas son hoy día incuestionables: el cambio climático constituye una
seria amenaza mundial, que exige urgentemente una respuesta asimismo mundial.
Las ciudades emiten más del 70% de los gases de efecto invernadero y generan la
mayor parte de los residuos y vertidos que contaminan la tierra y las aguas. El documental
“Ciudad 2030: Nueva Economía y Cambio Climático” presenta soluciones reales para
hacer de nuestras ciudades lugares más sostenibles, saludables y habitables. Modelos
como la economía circular, la economía del bien común, las finanzas sostenibles, el
consumo colaborativo o la bioconstrucción aportan propuestas que ya están siendo
aplicadas en muchas ciudades del planeta.
El cambio climático incidirá sobre los elementos básicos de la vida humana en distintas
partes del mundo: acceso a suministro de agua, producción de alimentos, salud y medio
ambiente. A medida que se va produciendo el calentamiento del planeta, cientos de
millones de personas podrían padecer hambre, escasez de agua e inundaciones costeras.
Nuestras acciones actuales y de las próximas décadas podrían crear el riesgo de que se
produzca una importante perturbación de las actividades económicas y sociales, cuya
escala sería comparable a la asociada con las grandes guerras y depresión económica de
la primera mitad del siglo XX. Estos cambios serán difíciles y aun imposibles de subsanar.

En consecuencia, se requiere la adopción de medidas prontas y firmes a nivel


internacional, puesto que el cambio climático es un problema global. Nuestra respuesta
deberá cimentarse sobre una visión compartida de los objetivos a largo plazo, en un
acuerdo sobre los marcos que acelerarán la aplicación de medidas durante la próxima
década y en planteamientos mutuamente reinvigorantes a nivel nacional, regional e
internacional.

El cambio climático podría tener muy serias consecuencias para el crecimiento y el


desarrollo

De no adoptarse medidas para reducir las emisiones, la concentración atmosférica de


gases invernadero, con lo que la temperatura media del planeta experimentaría un
aumento de más de 2ºC Esta radical transformación de la geografía física del mundo
llevaría por necesidad a importantes cambios en la geografía humana: lugares de
asentamiento de la población y manera como se desenvuelven sus vidas.

sobre las consecuencias regionales y sectoriales de los cambios en los patrones


climáticos aun a niveles más moderados de calentamiento, junto con modelos
económicos de sus consecuencias globales, puede afirmarse que los cambios climáticos
tendrán graves repercusiones sobre la producción mundial, sobre la vida humana y sobre
el medio ambiente.

Si bien todos los países se verán afectados, aquéllos que sufrirán antes y más
intensamente serán los países y poblaciones más pobres, a pesar de que son los que
menos han contribuido a las causas del cambio climático. El coste de las condiciones
meteorológicas extremas, con inclusión de inundaciones, sequías y tormentas, está
aumentando ya, aun en los países ricos.

La adaptación al cambio climático, es decir, la adopción de medidas para incrementar la


resistencia y reducir los costes a un mínimo, posee una importancia crucial. Aunque ya no
será posible evitar el cambio climático que se va a producir en las próximas dos o tres
décadas, sigue siendo posible proteger en cierto grado nuestras sociedades y nuestras
economías contra sus consecuencias, proporcionando, por ejemplo, mejor información y
planificación y creando una infraestructura y cultivos con mayor resistencia al cambio
climático. Por ello hay que tomar conciencia de todo lo que está pasando y tratar de hacer
algo para evitar que se siga propagando todo esto y llegue hacer más peor de lo que ya
es con todos estos cambios jamás antes visto.
El lento crecimiento económico mundial, las desigualdades sociales y la degradación
ambiental que son característicos de nuestra realidad actual presentan desafíos sin
precedentes para la comunidad internacional. En efecto, estamos frente a un cambio de
época: la opción de continuar con los mismos patrones de producción, energía y consumo
ya no es viable, lo que hace necesario transformar el paradigma de desarrollo dominante
en uno que nos lleve por la vía del desarrollo sostenible, inclusivo y con visión de largo
plazo. Este cambio es necesario ya que, Si bien la desigualdad existe en todo el mundo,
constituye una especial limitación para alcanzar el potencial de la región. Las brechas que
se enfrentan son estructurales: escasa productividad y una infraestructura deficiente,
segregación y rezagos en la calidad de los servicios de educación y salud, persistentes
brechas de género y desigualdades territoriales y con respecto a las minorías, y un
impacto desproporcionado del cambio climático en los eslabones más pobres de la
sociedad.

Por ello La Agenda 2030 es universal y transformadora, y se fundamenta en los derechos.


Se trata de un ambicioso plan de acción dirigido a los países, el sistema de las Naciones
Unidas y todas las demás partes intervinientes. La Agenda es el plan de acción más
amplio acordado hasta la fecha para eliminar la pobreza extrema, reducir la desigualdad y
proteger el planeta. La Agenda va más allá de la retórica y hace un llamamiento concreto
a la acción en favor de la humanidad, el planeta y la prosperidad. Nos insta a adoptar
medidas enérgicas y transformadoras que se requieren con urgencia para que el mundo
tome

La Agenda 2030, que fue adquiriendo impulso desde la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Humano de 1972 hasta la Cumbre de las Naciones Unidas sobre
el Desarrollo Sostenible de 2015, es la culminación de más de cuatro decenios de diálogo
y debate multilateral sobre cómo responder a los desafíos medioambientales, sociales y
económicos a los que se enfrenta la comunidad internacional. La responsabilidad de la
aplicación de la Agenda, adoptada como resultado de extensas negociaciones entre los
Estados Miembros, recae principalmente sobre los gobiernos nacionales.

La Agenda 2030 nos ayuda a pensar de manera creativa explotando enfoques


innovadores y redefiniendo aspectos fundamentales de nuestra forma de abordar los
retos actuales en materia de desarrollo. Las actividades de promoción y concientización
sobre los objetivos, que son viables y alcanzables, son cruciales para movilizar apoyo
para la Agenda. Sin embargo, para crear un cambio a largo plazo, la promoción y la
sensibilización no son suficientes. Un profundo conocimiento de la Agenda en toda su
amplitud será clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Al adoptar la
Agenda, los Estados Miembros de las Naciones Unidas se comprometieron a llevar a
cabo un ambicioso plan de acción que requiere una labor concertada entre todos los
segmentos de la sociedad, incluidos la sociedad civil, los profesionales del desarrollo, el
sector privado y el mundo académico. En el ejercicio de nuestras funciones individuales,
cada uno de nosotros también debemos adoptar medidas específicas para incorporar
modos de vida sostenibles a nuestras decisiones. Para conseguir progresos en la agenda
transformadora que tenemos ante nosotros, se requiere un compromiso con el
aprendizaje permanente.
La creación de nuevas Alianzas entre diferentes actores supondrá el intercambio de
conocimiento, la capacidad técnica y tecnológica, así como de recursos financieros, con la
finalidad de alcanzar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se entiende que
en este esquema se proporciona una oportunidad para trabajar de forma más eficiente y
eficaz en iniciativas de desarrollo, gracias al reconocimiento de las cualidades y
competencias de cada sector: el sector público y el sector privado.
Conclusión
La Agenda 2030 nos ayuda a pensar de manera creativa explotando enfoques innovadores y
redefiniendo aspectos fundamentales de nuestra forma de abordar los retos actuales en materia
de desarrollo. Las actividades de promoción y concientización sobre los objetivos, que son viables
y alcanzables, son cruciales para movilizar apoyo. Sin embargo, para crear un cambio a largo plazo,
la promoción y la sensibilización no son suficientes. Un profundo conocimiento en toda su
amplitud será clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Al adoptar dichos
objetivos se comprometieron a llevar a cabo un ambicioso plan de acción que requiere una labor
concertada entre todos los segmentos de la sociedad, incluidos la sociedad civil, los profesionales
del desarrollo, el sector privado y el mundo académico. En el ejercicio de nuestras funciones
individuales, cada uno de nosotros también debemos adoptar medidas específicas para incorporar
modos de vida sostenibles a nuestras decisiones. Para conseguir progresos transformados a un
estilo de vida que tenemos ante nosotros mismos, se requiere un compromiso con el aprendizaje
permanente.

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