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Tal vez no hay una época de más cambios y crecimiento que nuestros años jóvenes.
Estamos estudiando, tal vez jugando deportes, o incluso aprendiendo cómo tocar un
instrumento o hacer otra actividad. Mientras que nuestro crecimiento en estas áreas es
importante, los jóvenes también deben procurar crecer en su madurez espiritual y relación
con Dios. Teniendo esta meta en mente, quisiera compartir 10 consejos generales para todo
joven.
2. Devora la Biblia.
Cada cristiano —no solo los jóvenes— se debe alimentar de la Palabra de Dios como si
fuera un niño hambriento. No digas “amén” a nada que no esté estipulado en las Sagradas
Escrituras. No le hagas caso a ninguna voz que se levante contra la revelación del Altísimo.
Lee la Biblia de día y de noche. Construye tu vida sobre la roca de la Palabra. Después de
todo, Dios honrará a aquellos que honran Su Palabra (1 Sa. 2:30).
8. Sé humilde.
Hace un par de meses le hice una entrevista a Miguel Núñez y me dijo: “El joven es muy
orgulloso, cree que lo sabe todo y cree que lo puede todo”. Por lo tanto, es muy importante
ser humilde y dócil. Aunque seas más inteligente o tengas más dones o más carisma que
otros en tu iglesia local, ¡no te creas! “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí
mismo se engaña” (Gá. 6:3). Humíllate. Aprende de los ancianos en tu iglesia. Son más
sabios, más experimentados y más maduros que tú. No te creas la última Coca Cola del
desierto. No eres imprescindible. Dios puede avanzar su Reino sin ti. Pídele al Señor
constantemente que te mantenga humilde (Isa. 66:2).
9. Madura pronto.
En palabras de Jairo Namnún: “De ser posible, madura tan temprano como puedas. Trabaja
tan temprano como puedas, cásate tan temprano como puedas, sirve en tu iglesia tan
temprano como puedas. No hay sentido ni propósito en atrasar la adultez o vejez. Ni la
adolescencia ni la juventud son excusas para poder vivir nuestras vidas para Dios”. Así que
madura pronto. Sé un adulto. Deja de comportarte como un niño. El Señor no quiere que
seas el payaso de tu iglesia. Sé sobrio (1 Co. 16:13).