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El historicismo marca a la nueva arquitectura, que se deja influir por la añoranza

al pasado, que encuentra su originalidad en el estudio del pasado origen.


Concentraba todos sus esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos
pasados. Al neoclasicismo del pasado siglo le continuo el neogótico, asociada a los
ideales románticos nacionalistas. La arquitectura ecléctica, hace evolucionar al
historicista, combinando variedad de estilos arquitectónicos en una nueva
estructura.

El movimiento Arts & Crafts contempló la idea de aprovechar el desarrollo


industrial y tecnológico, viendo en el artesano una figura a destacar. Con la
disolución de sus ideales y la dispersión de sus defensores, las ideas del
movimiento evolucionaron, en el contexto francés, hacia la estética del Art
nouveau, considerado el último estilo del siglo XIX y el primero del siglo XX.

La Pintura del Siglo XIX no estuvo exonerada del quiebre histórico con su historia.
Tampoco lo estuvo de la multitud de corrientes de filosofía del arte. También se
dejó influenciar por el fenómeno político francés, la ruptura con el tradicional
artista que muestra lo que la monarquía y su aristocracia pretende. El mundo no
está en orden, y eso pretende mostrar el nuevo arte, al mismo tiempo que
propone un nuevo orden: El Pintura romántica Romanticismo. Allí donde el
neoclasicismo propone una belleza ideal, el racionalismo, la virtud, la línea, el
culto a la Antigüedad clásica y al Mediterráneo, el romanticismo se opone y
promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo imaginario, el desorden, la
exaltación, el color, la pincelada y el culto a la Edad Media y a las mitologías de la
Europa del Norte.

Hacia mediados de siglo hay una vuelta, en cierta forma, al racionalismo como
fuente de inspiración. El notorio desarrollo industrial provocado por la Revolución
industrial, sus "efectos secundarios" y la frustración con los estímulos
revolucionarios de 1848 llevan al artista a olvidarse del tema político y a centrarse
en el tema social. El manifiesto realista comprende que la única fuente de
inspiración en el arte es la realidad, no existe ningún tipo de belleza preconcebida
más allá de la que suministra la realidad, y el artista lo que debe hacer es
reproducir esta realidad sin embellecerla. Mientras tanto, en Inglaterra se da el
denominado "prerrafaelismo", un movimiento pictórico que defiende que la
pintura debe volver a una estética cuya base estaría en los pintores anteriores a
Rafael. Esta pintura sigue una línea similar a los Nazarenos Alemanes, y sus
máximos exponentes son Dante Gabriel Rossetti, William Holman Hunt y John
Everet Millais.

Los pintores paisajistas ingleses del romanticismo sentarían las bases sobre las
que más adelante trabajarían los impresionistas. De Turner los impresionistas
tomarían su gusto por la fugacidad, sus superficies borrosas y vaporosas, el
difuminado y la mezcla de colores intensos; pero deshecharían el componente
sublime, propio de la pintura romántica.

Hacia finales de siglo y comienzo del siglo XX se podía ver una gran variedad de
vanguardias. El punto máximo del individualismo implicaba que cada artista debía
promover su propia vanguardia, que afirmaba, de carácter universal y verdadero.
El postimpresionismo, el puntillismo, el simbolismo pictórico, el expresionismo, el
cubismo, el fauvismo, el surrealismo, el futurismo darían cuenta de una sociedad
que vive en la revolución por la revolución, la vanguardia por la vanguardia, la
universalidad por la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez
más pequeños y el ritmo cada vez más rápido.

Romanticismo no necesariamente funcionó como antítesis del clasicismo.


Beethoven (1770-1827), que significó un nexo entre ambos estilos, desarrolló
principios heredados de Haydn en término de contraste, al mismo tiempo que
extendió temporalmente la forma sonata. Se retomó la tonalidad cromática
ampliándola y llegando al extremo, en el Postromanticismo, de suspenderla o
creando tonalidad errante generalizada. También fue ampliado el tamaño de la
orquesta llegando a extremos utópicos como el de Berlioz. En este siglo se
gestaría el culto al pasado, particularmente a Bach y el barroco, por lo que se
daría inicio a la interpretación como nueva rama. Hacia mediados de siglo
también sería importante el papel del nacionalismo como búsqueda estética.

Hacia fin de siglo se gestaría el Impresionismo, que buscaría su expresión en la


ruptura con la tonalidad, buscando en la modalidad como forma búsqueda
arcaizante. También se inspiraría en músicas "exóticas", particularmente en la
música de gamelán. Rompería con el contraste en favor de la homogeneidad
incluso hasta llegar al concepto de música funcional, como es el caso de la pieza
experimental de Erik Satie "Musique d'ameublement".
Mientras que el modalismo y escalismo del Impresionismo influenciarían más
tarde a los compositores modernistas, el interés por la música con mínimos
contrastes influenciaría al Minimalismo. El cromatismo postromántico, por el
contrario, ejercería más influencia en el Expresionismo, que desarrollaría el
atonalismo Libre y posteriormente el Dodecafonismo.

LA ARQUITECTURA DEL HIERRO.

La Revolución Industrial supuso la llegada de nuevos materiales como el hierro, el


hormigón armado, el cristal y, en la segunda mitad del siglo XIX, el acero.
El desarrollo de la arquitectura del hierro se vio relacionado con las nuevas
necesidades (vías férreas, puentes, estaciones, fábricas, bibliotecas, mercados,
hospitales...). Son edificios que tenían que construirse rápido y a bajo coste.

Entre 1.777 y 1.779 se construyó el primer puente que utilizaba hierro fundido. Lo
hicieron Abraham Darby y Thomas Pritchard sobre el río Seven en Coalbrookdale,
en Inglaterra. Los siguientes puentes que se van a hacer en Europa van a a tener a
éste como modelo.

Más tarde el hierro se utilizó para las construcciones ferroviarias, como la de Saint
Lazare, en París, obra de Henry Labrouste o la de Paddington, en Londres, obra
del ingeniero I. K. Brunel.

En la segunda mitad del siglo XIX se utilizará el cristal, el hierro y el hormigón


armado. Este último es más barato que el hierro, se puede fabricar en moldes y
no tiene los problemas de dilatación que tiene el hierro. Se utilizó en edificios
públicos como mercados, museos, bibliotecas.
Un ejemplo es la Biblioteca de Santa Genoveva en París, obra de Henry Labrouste.
Por fuera es es un edificio neorrenacentista. El interior es una sala de lectura con
arcos y columnas altas.

La obra maestra de Labrouste es la Sala de Lectura de la Biblioteca Nacional de


París.
Entre los mercados destaca el de Les Halle Central de París, obra de Víctor Baltard
(1.853).

Gracias a los progresos técnicos, que permitieron elaborar planchas de vidrio muy
resistentes, este material empezó a usarse junto con el hierro. Destacan los
invernaderos como el del Jardín de Plantes de Rouhault (1.833). En España, la
obra pionera fue el hoy desaparecido Gran Salón de los Campos Elíseos, en
Barcelona, realizado en 1.833 por Oriol Mestres. Otras obra que se conserva en
esta ciudad es el Mercado del Born, obra de J. Fontseré y J.M. Cornet.

En Madrid destaca la estación de Atocha, de Alberto de Palacio.

El siglo XIX es también el siglo de las exposiciones universales para conocer los
avances técnicos, comerciales y artísticos del momento. La primera exposición
universal se hizo en Londres, en al año 1.851, y se convocó un concurso para
hacer el edificio que iba a albergar dicho evento. Ganó Joseph Paxton (1.801-
1.865), un experto constructor de invernaderos. El edificio era desmontable y se
podía hacer de manera rápida y con bajo coste porque las piezas se realizaban en
serie.
Para la construcción del Crystal Palace intervinieron herreros, vidrieros y
carpinteros, además del arquitecto-ingeniero que lo diseñó.

Su éxito fue muy importante y todos los países que organizaron exposiciones
posteriores lo imitaron. En la exposición de Nueva York en 1.853 se levantó uno
muy similar. Las exposiciones universales se sucedieron por Europa y América,
destacando la de París (1.855), Viena (1.873), Barcelona (1.888) Madrid (1.894).
De todas, la más importante fue la de París de 1.889, que coincidía con el
centenario de la Revolución Francesa. Se hizo una exposición Campo de Marte,
formado por un conjunto de pabellones entre los que destacaba la "Galería de las
máquinas", proyectada por Louis Dutert y el ingeniero Víctor Contamin. Pero sin
duda, la obra más importante de esta exposición, y que todavía perdura, es la
Torre Eiffel, obra del arquitecto del mismo nombre.
La torre es una estructura que pesa de unas 10.100 tonelada. Está formada por
18.000 piezas de hierro y que necesitó 2,5 millones de remaches para mantenerse
en pie. Su planta se dibuja en un rectángulo virtual cuyos vértices son los cuatro
pilares de grandes dimensiones sobre los que se apoyan cuatro arcos también
gigantescos. Los progresos en la siderurgia del siglo XIX y la resistencia de los
nuevos materiales habían hecho posible su construcción, impensable años antes.

En España, el máximo representante de la arquitectura del hierro y cristal fue


Ricardo Velázquez Bosco (1.843-1.923), autor del Palacio de Cristal del Retiro, en
Madrid.

EL URBANISMO DEL SIGLO XIX.

La Revolución Industrial provocó un éxodo rural que, a su vez, provocó el


desarrollo urbano. En las ciudades industriales surgió la necesidad de hacer
nuevas viviendas a precios asequibles, por lo que edificaron viviendas insalubres,
sin luz, con espacios mínimos...

Estos problemas, unidos a la revolución de los transporte y a la necesidad de


favorecer la circulación por la ciudad, hicieron necesario la puesta en marcha de
medidas urbanísticas para remodelar y ampliar las ciudades.
Aparecen así los modelos urbanísticos utópicos que pretenden construir modelos
alternativos a las ciudades industriales.

El galés Robert Owen (1.777-1.858) propuso la organización de trabajadores en


comunidades de unas mil doscientas personas integradas en aldeas donde se
distribuyera de forma clara y ordenada los edificos públicos, las viviendas, las
zonas de producción y de jardines. Se le considera un socialista y utópico y padre
de cooperativismo. Este es su proyecto de ciudad utópica, New Harmony (Indiana,
EE.UU.), según ideó en 1.838. Su proyecto de sociedad utópica fracasó.

El francés Charles Fourier (1.772-1.837) creó los falansterios como forma de


hábitat comunitario. En ellos vivirían no más de 1.600 personas en un espacio
con dependencias públicas y privadas, conectadas por calles interiores.
Otro francés, el filósofo Ethienne Cabet (1.788-1.856) planteó un modelo de
ciudad construida sobre un punto geométrico, atravesada por un río, con espacios
verdes, fábricas y hospitales a las afueras, y con separación de calles para
peatones y vehículo. Creó un movimiento, el de los icarianos, llevando a un grupo
de emigrantes a EE. UU. para crear una nueva sociedad. Todas sus colonias
reciben el nombre de Icaria.

Todos estos modelos no funcionaban en la práctica. En realidad, las mejoras que


hicieron en las ciudades fueron por razones higiénicas, debido al hacinamiento y a
las infecciones de los barrios de las clases más pudientes.
El primer proyecto de reforma urbanística que se llevó a la práctica fue el del
barón Geoge Eugene Haussman (1.809-1.891) en París. Fue un encargo de
Napoleón III y consiguió, en dieciséis años una ciudad nueva, dotada de
alcantarillado, alumbrado, jardines y con unas grandes avenidas que atravesaban
la ciudad medieval y que comunicaban la ciudad medieval con todos los puntos
neurálgicos de la ciudad. Trazó 165 km. de nuevas vías, derribo manzanas enteras
respetando los monumentos más importantes.

Haussman tuvo una importante influencia dentro y fuera de Francia.


En España, siguiendo este ejemplo, tenemos al ingeniero Carlos María de Castro
(1.810-1.823) que hizo el ensanche de Madrid, siguiendo el plano ortogonal.

En Barcelona, el ensanche fue obra de Ildenfonso Cerdá (1.816-1.876), con plano


de damero atravesado por diagonales.

También hay que destacar el proyecto de "Ciudad Lineal" de Arturo Soria (1.844-
1.920) en Madrid.

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