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ESTADO Y CRISIS REGIONAL:

EL CASO DE URABA
William Ramírez Tobón*

A L G U N A S P R E M IS A S supuestas virtudes autorregeneradoras del


CONCEPTUALES modelo socioeconómico vigente.

Cuando, en los años sesenta, América Latina En contrapeso a las visibles fallas del modelo
empezó a preocuparse por las relaciones entre de intervención oficial para erradicar o dismi­
el Estado y la región, el entorno conceptual de nuir la pobreza, hubo en el campo de la teoría
la época acerca del desarrollo predeterminó la replanteamientos importantes que a pesar de
óptica sobre el asunto. Como bien lo señala su falta de sistematización le fueron dando
Francisco Uribe Echevarría, “el concepto de una mayor claridad al problema. Se trataba,
desarrollo estaba dominado o era equivalente en lo principal, de explicaciones más políticas
al de crecimiento económico y éste a su vez sobre las desigualdades del desarrollo y de
debía provenir de un desarrollo industrial, in­ búsquedas de estrategias con mayores énfasis
tensivo en capital y orientado a la sustitución en una concepción social de la pobreza. Así,
de importaciones. Se requería en síntesis de la sobre el valor concedido a las reglas de creci­
modernización de la economía y para ello los miento económico como medios de minimiza-
obstáculos principales eran escasez de capital ción progresiva de la pobreza, se fue consoli­
y tecnología”1. dando una visión en la cual “la pobreza, lejos
de ser un problema puramente técnico o eco­
Sobre ese telón de fondo emergió en América nómico, es la expresión de una estructura de
Latina la Planificación del Desarrollo Regio­ poder concreta”2.
nal como disciplina académica y profesional al
servicio de las políticas estatales. Los desequi­ Varias fueron las corrientes teóricas agrupa­
librios interregionales configuraron su campo das alrededor de tal reconocimiento y diversas
de trabajo, la redistribución territorial del cre­ las opciones acerca de los factores que definían
cimiento económico le proporcionó su estrate­ los procesos de dominacióny subordinación, de
gia de cambio, y los planes de desarrollo le enriquecimiento y empobrecimiento, de selec­
dieron el procedimiento central para canalizar ción y exclusión. Marxistas, teóricos de la de­
e instrumentar la acción. Se trataba de expli­ pendencia, seguidores de la “marginalidad
car y modificar la persistencia de un fenóme­ social”, dualistas y otros estructuralistas más,
no, el de la pobreza, que no dejaba de contribuyeron al desencanto sobre las procla­
controvertir con su dramática presencia las madas virtudes automáticas del crecimiento

* Sociólogo, profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales.

1 Francisco U ribe Echavarría: “Pobreza y Planificación del Desarrollo Regional: Elementos para una Crítica” , en: Po breza,
P a rticip ació n y D e s a rro llo Regional, CIDER, B.C.H., Bogotá, 1986, pág. 287.
2 Idem., pág. 304.

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económico, a la desconfianza sobre las dotes cipios globales que justificaban, en un caso, o
equilibradoras del mercado, aúna mayor suspi­ cuestionaban, en otro, el destino general del
cacia respecto de los alcances de las políticas sistema. Las posibilidades distributivas y a la
distributivas oficiales. Al final, se impuso la idea postre equilibrantes que la visión liberal neo­
de que el desarrollo regional centrado en el ob­ clásica le concede al orden capitalista, han mi­
jetivo de reducir la pobreza y las desigualdades, nimizado la crisis regional al hacer de ella un
no se podía garantizar a través de un sistema de episodio de inestabilidad fácilmente reducti-
planificación formal dirigido por el Estado3. ble por las fuerzas integracionistas del poder
central. Por el contrario, la fragilidad estruc­
El que la pobreza dejara de ser un problema tural que las visiones críticas del capitalismo
abordable de modo exclusivo por el instrumen­ le atribuyen al ordenamiento social de éste,
to tecnocrático de los gobiernos y exigiera con­ han magnificado la crisis regional hasta llegar
sideraciones políticas estructurales sobre la a conferirle la virtualidad de un acto revolu­
distribución social de la riqueza, le abría la cionario. En un caso o en otro, las crisis de las
puerta a reconsideraciones sobre la crisis so­ regiones han sido vistas, por políticas e ideolo­
cial y sus vínculos con el Estado y con el fenó­ gías contrapuestas, como puntos de inflexión
meno de la pobreza. a la orden de las fuerzas que contraponen a los
diversos actores y procesos nacionales.
En realidad, la noción de crisis social no ha
estado ausente de las elaboraciones teóricas y Pero la crisis regional no puede ser la mera
programáticas que sobre la pobreza y el desa­ inflexión, la sencilla desviación de sentido de
rrollo regional se han hecho en América Latina determinada curva macroeconómica en el pla­
desde hace más de treinta años. Sin embargo, no general del crecimiento, ni, tampoco, el sim­
pese a no haber logrado un estatuto preciso y ple instrumento táctico de una estrategia
diferente, sí alimentaron desde las sociologías revolucionaria de desestabilización del siste­
en curso algunas de las premisas que soporta­ ma. Ella es, más bien, una seria mutación, al
ban las ideas centrales acerca del desarrollo nivel de las estructuras territoriales, de las re­
social. Las escuelas de la sociología funciona- laciones de intercambio socioeconómico y polí­
lista, por ejemplo, con su óptica de la crisis tico vigentes, un punto de ruptura crítica en la
como disfunción asimilable siempre por la ca­ trama que articula la institucionalidad públi­
pacidad integracionista del sistema, nutrieron ca con los intereses privados de los actores so­
una excesiva expectativa en la capacidad de ciales. En esa perspectiva el desarrollo tendría
este para impulsar el crecimiento económico y que ser visto como un problema esencialmente
distribuir sus beneficios a través de los canales sociopolítico, la región como una comunidad
planificadores del gobierno central. Después, que encarna a agentes políticos, la planifica­
en la medida que se fueron reduciendo tales ción estatal como un proceso de promoción y
expectativas, las sociologías estructuralistas concertación de fuerzas sociales.
le dieron a la noción de crisis social una dimen­
sión de antagonismo de poderes que, según el La crisis regional, como momento de máxima
cumplimiento de ciertos requisitos políticos, maduración de los conflictos sociales, objetiva
podía fracturar el sistema vigente y llevarlo a las singularidades que hacen de la comunidad
profundas reformas o a su desmantelamiento territorial un ente histórico particular en su
final a favor de un orden nuevo. génesis, evolución y formas de inserción den­
tro del sistema nacional. La crisis convierte a
El sentido conferido a la crisis regional por ca­ la región en una entidad política que por efecto
da una de estas dos concepciones resultaba, de de las circunstancias, tiende a hacer de la au-
hecho, estrechamente subordinado a los prin­ toconciencia de los problemas y de sus posibles

3 Idem., pág. 311.


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soluciones, una práctica política concreta. Es las crisis sociales tanto en su dimensión vir­
por ello que dicha crisis expresa no sólo las tual como activa. La crisis social, agente reve­
cruciales representaciones que la región hace lador de las necesarias tensiones que atravie­
de sí misma como entidad parcial dentro de un san la vida de la comunidad, es un indicativo
conjunto, sino también sus críticas visiones so­ de la evolución alcanzada por la sociedad civil
bre la totalidad nacional y sobre los nexos que y el Estado: su emergencia, como cualificada
la vinculan a ella. medición de fuerzas entre actores sociales con
proyectos económicos, sociales y políticos con­
Para que la crisis social pueda operar como trapuestos, va a la par con el crecimiento y
categoría sociológica en un análisis de tipo re­ diferenciación de las estructuras regionales de
gional, es necesario el cumplimiento de ciertos relación social.
requisitos. Uno de ellos, importante porque
asume el sentido de presupuesto lógico, es que
el proceso de constitución socio-histórica de la U R A B A : U N P R O C E S O H IS T O R IC O
realidad objeto de estudio haya alcanzado el D E ID E N T ID A D R E G IO N A L
grado de madurez suficiente para que se pue­
da hablar no solo de territorio, a la manera de Las condiciones que conducen a la crisis de
una corporeidad geográfica más o menos pre­ Urabá en la actualidad son, en un amplio tra­
cisa, sino de región, entendida ésta como un zado histórico, las mismas que le van propor­
cuerpo político y social colectivamente autoi- cionando su identidad desde el inicial cuerpo
dentificable. En este tránsito de lo territorial, territorial hasta el posterior y ya maduro en­
como agregado simple de elementos en el que tramado regional. Como se verá a continua­
predominan los factores naturales sobre los ción, el paso de lo territorial a lo regional es el
sociales, a lo regional, como entidad compleja proceso que jalonado por los fenómenos coloni­
donde la preeminencia en los términos es in­ zadores le dará a Urabá la urdimbre caracte­
versa a la anterior, la conformación de la so­ rística de su sociedad civil.
ciedad civil es el rasgo principal de todo el
proceso. La sociedad civil, en su dinámica de
Urabá, entidad territorial
acumulación y diferenciación de las relaciones
sociales va creando el tejido comunitario a par­ Para el caso del planteamiento aquí propuesto,
tir del cual, por el entrecruzamiento progresi­ el territorio es una entidad con más significado
vo de actores e intereses, se afirma la necesi­ geográfico que social y en la cual parecen primar
dad de construir las instancias jurídico-políti- los factores naturales sobre los humanos. Esta
cas que regulen los intercambios individuales primacía es, por supuesto relativa, y apunta so­
y legitimen los proyectos de realización colec­ bre todo a las siguientes características:
tiva. La sociedad regional logra así, a través
de su desarrollo interno, emitir las señales que a) Contacto marginal del capitalismo con el
le indicarían al Estado las oportunidades his­ espacio en mención, en contraste con pro­
tóricas de intervención para implantar en su yectos de acumulación y valorización ple­
seno el instrumental administrativo, la nor- nos de efectos sociales en otros lugares.
matividad jurídica y los fundamentos políticos
orientados a legitimar las relaciones entre el b) Baja densidad de población respecto de un
poder central y la comunidad local. territorio muy vasto, lo cual le dá a la na­
turaleza un papel protagónico sobre los ac­
La progresiva extensión y profundidad del te­ tores humanos.
jido civil comunitario induce, pues, al estable­
cimiento de estructuras locales de Estado. Es c) Ausencia, o baja presencia, de aparatos po­
este un proceso en el cual, dentro del engrana­ lítico-administrativos que le transmitan al
je de lo privado y lo público como componentes territorio los ordenamientos que legitiman
básicos de la vida colectiva, van incorporadas la personalidad jurídica nacional.
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d) Ausencia, o baja presencia, de actores socia­ de formas de Estado que sancionaran los toda­
les portadores de proyectos orgánicos para vía dispersos e inorgánicos intercambios civi­
el control y desarrollo de la comunidad. les. El interés de las entidades político-adminis­
trativas mayores por Urabá se dio más en la vía
e) Agudos y fluctuantes nexos de domina­ de las simples anexiones geográficas, que de un
ción-subordinación interindividual a cau­ propósito real para involucrar al territorio en los
sa del débil tejido de relaciones interco­ desarrollos políticos y económicos de sus socie­
munitarias y de la falta de adecuadas me­ dades. Urabá era un territorio vasto y extraño a
diaciones institucionales que proporcionen protocolos institucionales de carácter nacional
un adecuado control social. que regularan los difusos espacios de sus rela­
ciones civiles. Tal vez por eso, los ciclos de explo­
La fase vivida por Urabá como territorio en tación de sus recursos naturales traían consigo
sentido estricto, cubre más de cuatro centu­
intensivos y localizados usos de violencia en el
rias: desde comienzos del siglo XVI hasta prin­
territorio.
cipios del siglo XX. Durante toda esa época, el
capital llegó a las costas y se adentró por el Aun cuando los núcleos humanos residentes
territorio en sucesivas empresas animadas en Urabá durante esta fase no tuvieron, por su
por la avidez mercantil de los metales precio­ dispersión y baja densidad, la capacidad de
sos y por las ansias extractivas respecto de los modificar en profundidad el espacio y generar
recursos naturales no minerales. Llegaron, en
estructuras socioeconómicas estables, ellos
primer lugar, piratas holandeses, franceses e
son importantes por constituir el embrión de
ingleses que le arrebataban oro y plata a la
lo que serían las formas colonizadoras del fu­
flota española, y contrabandistas que a través
turo, las mismas que marcarían el paso de lo
de la puerta del río Atrato y sus afluentes pe­
territorial a lo regional. Es el caso, por ejemplo,
netraban hasta Antioquia para convertir en
de la población negra que empezó a hacerse
oro sus mercaderías entradas por Urabá. Lue­
presente en las márgenes del río Atrato gra­
go el caucho, la tagua, la raicilla de ipecacuana
cias a los desplazamientos estimulados por el
y la madera marcaron, durante buena parte
cimarronismo en la época de la esclavitud y
del siglo XIX, ciclos de explotación primaria
por la libertad de los esclavos en la coyuntura
que al vaivén de los mercados externos le im­
republicana de mediados del siglo XIX. O el
primieron pasajeros y localizados bríos a la
caso del poblamiento sinuano originario de las
economía territorial.
tierras bajas situadas entre los ríos Sinú y San
Tales incursiones comerciales no alcanzaron a Jorge que iniciado en 1883, empezó en 1909 a
estructurar relaciones de producción estables, hacer de la carretera Montería-Turbo, abierta por
pese a que bajo su influencia se hayan abierto la empresa maderera Emery de Boston, la ruta
circunstanciales rutas de transporte y se ha­ de colonización futura de los campesinos sinua-
yan establecido algunos asentamientos huma­ nos haciaUrabá5.0, aún más, el caso de los Cunas
nos. La reducida población de Urabá se limitaba y de los Emberás, etnias ancestrales del territorio
a una mínima explotación de sus vastas selvas de Urabá que, mucho más adelante, le sirvieron de
de modo que hacia 1851, Turbo, el municipio de soporte receptor a las migraciones Zenúes, origi­
mayor importancia, apenas contaba en toda su narias del departamento de Córdoba.
jurisdicción con solo 916 habitantes4.
Todas esas experiencias de poblamiento, desa­
El tipo de economía predominante en esta fase rrolladas a lo largo de cuatro siglos, conforma­
no exigió, por su escaso poder generador de ron la materia prima del tejido social que en
relaciones sociales estructurales, la aparición un proceso de acumulación y diferenciación de

4 James Parsons, U ra b á : U n a s a lid a de A n tio qu ia al M ar, sin datos de edición, pág. 46.
5 Idem., pág. 93.
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relaciones sociales le darían a Urabá su carta desligados del concierto departamental por la
regional de ciudadanía. mala administración de Turbo”6.

Posteriormente, en la coyuntura de las refor­


Urabá, entidad regional
mas agrarias inducidas por los gobiernos libe­
Si Urabá fue durante un poco más de cuatro rales en los años treinta, la descomposición de
siglos un territorio en los términos antes di­ tierras en las sabanas de Bolívar aumentó el
desplazamiento de campesinos que ya se venía
chos, ello no quiere decir que su carácter regio­
produciendo desde mediados del siglo XIX por
nal se le hubiese dado de un momento a otro
el proceso de fortalecimiento de la hacienda
por efecto de puntuales eventos económicos,
terrateniente. A estas corrientes campesinas,
sociales o políticos. Hay en esta metamorfosis
junto a las ya nombradas respecto de la explo­
de territorio a región, una gruesa y compleja
tación maderera de la Emery hay que destacar
confluencia de procesos largos en el tiempo,
la de Antioquia, muy irregular en el flujo po-
decisivos en sus cualidades, que generan an­
blacional y poco receptiva, en un principio, a
tecedentes y esbozan tendencias de comporta­
los estímulos institucionales ofrecidos, pero de
miento social.
influencia decisiva en la configuración socio­
económica de la región.
Uno de los rasgos, el principal por cierto, que
le da carácter específico a la región es el de los
La otra colonización de importancia es la de
procesos colonizadores ya que éstos son los ci­
los negros chocoanos y caribeños profundiza­
mientos sobre los cuales se levanta la sociedad
da, en esta etapa, a partir del cimarronismo y
civil y se construyen los factores que van a de­
de la libertad de esclavos señalada en la etapa
terminar los modelos de producción de la ri­ territorial anterior. A mediados del siglo XIX,
queza. La colonización de Urabá es una histo­ la abolición de la esclavitud desató un proceso
ria de ritmo dislocado cuyo conjunto de fraca­ migratorio negro desde Antioquia, Cauca y el
sos y resultados expresa la irregular evolución Caribe que hizo de Urabá, la tierra elegida.
de un espacio desde la cerrilidad de sus vastos Los migrantes se fueron vinculando a las eco­
escenarios naturales hasta su amaestramien­ nomías cíclicas de extracción agraria y minera
to, aún hoy inacabado, por parte de las sucesi­ que transitaron por el territorio a lo largo de
vas migraciones humanas. casi ochenta años. Después, en la década del
30, la actividad económica empieza a perder el
En realidad la colonización, como proceso es-
rasgo de tránsfuga que la había caracterizado
tructurador de relaciones económicas y socia­ antes: de sus afanes extractivos inmediatos co­
les, se inició en la frontera geográfica del Sinú mienza a pasar a asentamientos más sedenta­
detrás de los proyectos madereros adelantados rios de operarios negros que constituyen con sus
hasta 1929 por la Emery de Boston. Ya en familias núcleos estables de poblamiento y polos
1930, un visitador fiscal de la gobernación de de atracción para nuevos flujos migratorios.
Antioquia reconocía en los pobladores de las
Sabanas de Bolívar, hoy departamentos de Finalmente hay que mencionar también la co­
Córdoba y Sucre, los responsables de la trans­ lonización de los indígenas Zenúes, expulsa­
formación económica del sector, constataba la dos desde el departamento de Córdoba por el
precaria administración civil en manos de dos mismo proceso de expansión de la hacienda
inspectores de policía nombrados desde Turbo ganadera del cual se habló a propósito de las
y recomendaba “la necesidad imperiosa de an- migraciones sinuanas. Esta etnia, que logró
tioqueñizar aquel conglomerado social forma­ conservar su autonomía cultural frente a las
do, en su mayoría, por elementos extraños, otras comunidades sociales incluidas las indí-

6 Cario* Muñoz, P ro b lem a s d e U ra b á , Imprenta Oficial, M edellín, 1931, pág. 101.


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genas nativas de los Cuna y los Emberá, mantie­ La evolución de las tendencias implícitas en el
ne con éstas relaciones destinadas a preservar su proyecto agrario del Estado, confirmó el carác­
identidad histórica dentro de la compleja textura ter de la modernización buscada. La Ley 200
antropológica propia de la sociedad de Urabá. de tierras de 1936 que buscaba presionar la
conversión de los latifundios en empresas ca­
El paso de lo territorial a lo regional que va a pitalistas bajo la exigencia de explotar los sue­
la par y se deriva de los poblamientos en Urabá los baldíos o revertirlos al Estado, trajo
es, pues, un proceso histórico mediante el cual consigo el desalojo de muchos de los colonos
la entidad sociológica en vía de conformación que trataban de formalizar el tránsito de po­
se va llenando de nuevos contenidos y cualida­ seedores a propietarios de los mismos predios
des. Tal metamorfosis expresa el tránsito de baldíos disputados por los terratenientes. De
una suma más o menos fortuita de acciones esta manera la legislación logró, de un lado,
humanas dispersas en un espacio geográfico, fortalecer la hacienda e iniciar un lento pero a
a un conjunto de actividades articuladas entre la larga significativo cambio de mentalidad de
sí por el poder reestructurador de las relacio­ la posesión extensiva hacia la producción in­
nes sociales. Estas, como lazos que superan los tensiva por parte del gran propietario, y del
nexos esporádicos entre personas para con­ otro, crear una forzosa dinámica de coloniza­
vertirse en vínculos entre actores sociales de­ ción que movió la frontera agrícola y amplió el
mercado interno de tierras. Más tarde, la Ley
terminados por una serie de estructuras
100 de 1944 concretó otro de los elementos bá­
económicas, sociales, políticas y culturales,
sicos de las reformas al darle al Estado el papel
son la materia prima del tejido que va confor­
de equilibrador frente a los excesos de la diná­
mando a la sociedad civil.
mica modernizante. Se buscaba con ello morige­
rar las expulsiones de campesinos al declarar de
L A C R IS IS D E C R E C IM IE N T O
utilidad pública los contratos de aparcería con lo
Las leyes de 1936, más las posteriores de 1944 cual, al tiempo que se buscaba reanimar la produc­
ción de alimentos dentro del ámbito de formas atra­
y 1961, le dieron piso legal a un modelo nacio­
sadas de trabajo dentro de las haciendas, se protegía
nal de reforma del agro orientado a estimular
a estas últimas al ampliar a quince años los plazos
su modernización mediante el ordenamiento anteriores de extinción del dominio siempre y cuan­
normativo de los derechos de propiedad, unas do se cubriera, al menos, una tercera parte del pre­
exigencias mínimas de productividad y un ni­ dio inculto con explotaciones de aparcería7.
vel más racional de relaciones entre el capital
y el trabajo. Las nuevas funciones intervento­
Después, en 1961, la Ley 135 afianzó el proceso
ras del Estado que acompañaron tales medi­
al proponer el establecimiento de unidades de
das, buscaban aliviar los costos sociales de un
producción familiar al lado de las grandes uni­
modelo cuya consecuencia necesaria era el dades empresariales. Así, mientras estas últi­
éxodo de importantes contingentes de campe­ mas respondían a la amenaza de expropiación
sinos pobres. En efecto, la lógica modernizante de la legislación vigente exhibiendo procedi­
de las reformas se apoyaba en el desarrollo de mientos más progresistas de explotación, in­
un mercado interno según dos ejes comple­ tensificaban la expulsión de campesinos y
mentarios: uno, intensivo, basado en las ex­ consolidaban sus títulos de propiedad. Alo an­
pectativas de productividad dentro de la gran terior habría que agregar, como otro elemento
propiedad terrateniente; otro, extensivo, cen­ coactivo de los desplazamientos colonizadores
trado en la ampliación de la frontera agrícola en el país, el clima de violencia que durante
por parte de los campesinos desplazados. esos mismos años cambió de manera drástica

7 Darío Fajardo, Hacienda, campesinos y políticas agrarias en Colombia 1920-1980, CEDE, U. Andes, Bogotá, 1986, pág. 69.
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los entornos usuales de supervivencia de gran La presencia de la Frutera de Sevilla y sus


cantidad de campesinos. efectos de tipo económico y social en Urabá,
son una expresión concentrada de las líneas
Es dentro de este contexto nacional de modifi­ generales de desarrollo que se afianzaban en
caciones agrarias que podemos comprender el país desde fines de la década del treinta. La
mejor la recia etapa de crecimiento iniciada Compañía viabiliza, en efecto, la promoción de
por Urabá a partir de la segunda mitad del las unidades empresariales concebida de modo
presente siglo. implícito o taxativo en el pensamiento agrario
estatal de los años precedentes, con un éxito
Los frutos regionales del tránsito hacia la individual y un impacto regional superior a
modernización presentes desde la década del cualquier diseño oficial de transformación de
cuarenta en el agro colombiano se concretaron las condiciones locales. Un impacto que, por lo
en Urabá, a principios del sesenta, en una demás, afectó con intensidad los eslabones
compañía extranjera (la United Fruit Com- más débiles de las relaciones sociales de pro­
pany) y en un producto (el banano). Tal empre­ ducción gracias a un patrón de inversión capi­
sa abandona la zona bananera de Santa Marta talista que dejado a su libre lógica auto-
en la que había actuado como enclave extran­ expansiva, concentraba la propiedad y movía
jero con formas monopólicas de producción, la frontera agrícola a costa de los campesinos
transporte y comercio, y se establece en Urabá forzados al desplazamiento.
donde instaura novedosos medios de gestión
económica. El más importante de ellos es el Crecimiento económico, concentración territo­
desligarse del proceso productivo, que deja en rial y descomposición de formas precedentes
manos de sujetos nacionales, para centrarse de colonización campesina son, en síntesis, las
en las actividades transnacionales de comer­ tres características fundamentales de la nue­
cialización de la fruta, campo en el cual ya ocu­ va entidad regional que ya se afianza a princi­
paba un importante rango a nivel mundial. pios de los años setenta en Urabá.

La Compañía Frutera de Sevilla (United Fruit La especial índole de la producción regional


Co.) centró sus acciones en promover el cultivo cualificó desde el principio el proceso económi­
del banano dentro de potenciales prestatarios co al someterlo a la probada experiencia de la
que se acogieran a una serie de requisitos ju­ United Fruit en el cultivo, comercialización y
rídicos, económicos y administrativos. Entre gestión empresarial del banano. Las orienta­
los jurídicos habría que enunciar el título de ciones de la transnacional forzaron a los inver­
propiedad de la tierra, el levantamiento de sionistas criollos a acatar unos modelos pro­
planos topográficos, la constitución de garan­ ductivos acordes con un tratamiento moderno
tías sobre la finca y las plantaciones de bana­ del capital. En ese sentido, el impulso de la
no, y la celebración de un contrato de compra­ Compañía a la formación de una nueva men­
venta con la Compañía. Entre los económicos talidad empresarial en la región es de positiva
se destacaban la adecuación de la tierra con importancia, como no deja de atestiguarlo la
drenajes y caminos, la existencia de un míni­ existencia de las casas comercializadoras na­
mo y un máximo de superficie de cultivo, y la cionales creadas sobre una experiencia y un
ubicación de la finca dentro de las zonas cali­ espacio legados por la United Fruit. La inte­
ficadas aptas por la Compañía. Entre los ad­ gración vertical del proceso productivo y el
ministrativos sobresalían asegurar una ges­ control directo e indirecto del mismo por las
tión adecuada de la finca y permitirle a la comercializadoras, característicos de la agro-
Compañía el examen de inversiones y gastos8. industria bananera en la actualidad, es, en

8 Fernando Botero Herrera, U ra b á , Colonización, V io len cia y C risis del E stado, U. de Antioquia, Medellín, 1990, págs.
73-74.
ESTADO Y CRISIS REGIONAL... WILLIAM RAMIREZ TOBON 27

gran medida, un resultado histórico de las es­ donde se aglomeraba la demanda de trabajo a
peciales condiciones jurídicas, económicas, las plantaciones.
técnicas y administrativas fijadas por la Uni­
ted Fruit en la década del sesenta para promo­ A la par con las presiones campesinas sobre
ver un tipo de producción del banano ajustado nuevas áreas de poblamiento, el proceso de
a sus planes transnacionales de conservación concentración territorial iniciaba el ritmo ace­
del mercado. El papel rector de la Compañía lerado que caracterizaría a la propiedad bana­
en el establecimiento del mapa bananero ayu­ nera en la región. En efecto, ya en el período
dó a crear, en suma, un desarrollo capitalista 1977-1986, tal proceso podía inferirse de la de­
de gran impacto cuantitativo en términos del saparición de las fincas menores de 10 hectá­
crecimiento, y de notables consecuencias so­ reas y de la reducción, en un 50%, de aquellas
situadas entre 10 y 30 hectáreas11.
ciales al modificar los patrones tradicionales
de migración, propiedad territorial, coloniza­
ción campesina y empleo.
ACTORES
Las consecuencias sociales empezaron a verse Y E X P R E S IO N E S S O C IA L E S
muy temprano cuando, desde principios de los
años sesenta, Urabá empezó a mostrar su gran El tipo de acumulación establecida por el capi­
fuerza de atracción sobre los pobladores exter­ tal en Urabá, las relaciones con el trabajo
nos. En efecto, su incremento poblacional se puesto a su servicio y los efectos sociales pro­
multiplicó por cinco entre 1950 y 1964 y se vocados en el entorno de sus actividades, han
triplicó entre 1964 y 1985 gracias, sobre todo, abierto la pregunta acerca del papel del Esta­
a la migración desde otras zonas del país9. Un do en el desarrollo de la región. Ya se anotó
testimonio importante al respecto, es el infor­ como el crecimiento económico de Urabá de los
años sesenta a los ochenta, no podía desligarse
me oficial de un ingeniero que en 1964 decía lo
de políticas agrarias nacionales que al moder­
siguiente:
nizar el agro debían recomponer las relaciones
de producción precedentes. Ahora bien, más
Desde que la Frutera de Sevilla empezó a dar crédi­ allá del papel jugado en la región por los es­
tos para cultivos de banano, las tasas de crecimiento quemas de crecimiento emitidos desde el po­
demográfico han aumentado en forma vertiginosa, der central, es necesario tener en cuenta otros
para lo cual no está preparada la zona. Si no se to­
vínculos del Estado con los actores regionales
man medidas dentro de un plan de desarrollo (...) la
y con sus expresiones sociales. Actores sociales
situación podría llegar a tornarse socialmente explo­
que vinculados a la tierra, al capital y al tra­
siva y en todo caso no se aprovecharía para Antio-
bajo, se identifican entre sí y se proyectan de
quia y para la nación entera las grandes posibi­
un modo colectivo y estable sobre la actividad
lidades de la zona10.
pública con el fin de conquistar o preservar sus
beneficios particulares. Expresiones sociales
La situación social explosiva prevista por el que varían según las demandas, los procedi­
ingeniero no era una exageración. La presión mientos táctico-estratégicos, la relación de
sobre los predios de los colonos situados dentro fuerzas con los otros protagonistas y la coyun­
del mapa bananero de la United Fruit no sólo tura por la cual pasa la sociedad.
ocasionó una diáspora hacia nuevas zonas de
frontera agrícola sino que provocó, a su vez, En Urabá, la aparición de actores sociales ya
presiones secuenciales sobre los indígenas y maduros corresponde a una etapa de diferen­
sobre los incipientes centros urbanos desde ciación en el seno de la comunidad que condu-

9 Idem., pág. 81.


10 Idem., pág. 75.
11 Idem., pág. 88.
28 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

ce, por un lado, al establecimiento de lo público de parecen concentrarse las condiciones propi­
y lo privado como esferas de actividad con diná­ cias para la configuración de los actores socia­
micas propias y distinguibles y, por el otro, a la les. Ahora bien, en una perspectiva de
emergencia y agrupamiento de intereses con vi­ desarrollo de las regiones, estos últimos esta­
siones claras acerca del poder como medio de rían soportados por categorías que como la tie­
control sobre la riqueza colectiva. Esa etapa em­ rra, el capital y el trabajo, definen los intereses
pieza a hacerse visible en los comienzos de los motrices alrededor de los cuales antagonizan
años sesenta cuando la región es conmovida por o se identifican los individuos dentro de la so­
simultáneos e intensos procesos de inmigración ciedad. Así, el capital generaría como actores
desde los departamentos vecinos, de migración sociales a los empresarios identificados en los
interna hacia las fronteras agrícolas cercanas, y intereses comunes de la valorización; la tierra,
de cultivos capitalistas de banano y palma afri­ a los grandes, medianos y pequeños propieta­
cana, procesos todos ellos asociados a presiones rios, por un lado, y a los colonos, arrendatarios
generadoras de conflictos alrededor de la tierra, e indígenas por el otro, cada cual identificado
el trabajo y los servicios públicos. en sus sectoriales intereses alrededor de la
propiedad territorial como fuente de riqueza o
Pero la maduración de los actores sociales en de supervivencia; el trabajo, a los dependien­
Urabá no es separable de las importantes mo­ tes del salario identificados en la preservación
dificaciones sociales y políticas sobrellevadas y ampliación de su fuente de ingresos.
por el país durante el mismo tiempo. Colombia
había vivido, entre tanto, un intenso período En su condición de sujetos históricos del desa­
de violencia que al desembocar en la dictadura rrollo de la sociedad civil regional, los actores
militar de 1953 a 1957 dio paso, una vez de­ sociales vinculados a la producción pueden
puesto el General Gustavo Rojas Pinilla, a un agrupar alrededor de sus conflictos, de sus li­
nuevo régimen político de transacción entre derazgos, a otros actores de la comunidad ubi­
los partidos Liberal y Conservador antes en­ cados en campos distintos al de la economía
frentados bélicamente. Las grandes perturba­ propiamente dicha. Es entonces cuando se ge­
ciones de la violencia nacional, incidieron de nera, dentro de la colectividad, un intercambio
modo crucial en el desenvolvimiento regional. múltiple de intereses sectoriales que por com­
Piénsese si no en los desplazados por el con­ prometer al conjunto de la comunidad deben
flicto bélico que al aumentar las migraciones expresarse en la gramática del poder, es decir,
hacia Urabá, introdujeron factores de insegu­ de la política. Ya aquí la sociedad civil, como
ridad con la presencia de delincuentes dedica­ conjunto de actores sociales, se enfrenta al Es­
dos al contrabando, el abigeato, la extorsión, tado, actor político por excelencia, gracias al
el robo y el tráfico de marihuana12. O en el usufructo del poder y de la legitimidad públi­
antecedente de las guerrillas regionales, en­ cos, en un terreno donde la política es la forma
carnado por “Pedro Brincos”, un guerrillero li­ obligada de traducir los intereses privados al
beral del Tolima que no se acogió a la amnistía interés público global.
de principios del Frente Nacional y quien trató
de organizar un movimiento político insurgen­
te en las vecindades de Turbo. O, también, en E S T A D O Y A C T O R E S S O C IA L E S ,
la gran presión sobre la vivienda ejercida por U N A C R IS IS D E R E L A C IO N
los inmigrantes pobres y las consecuentes in­ P O L IT IC A
vasiones de tierras.
Lo político es, en sus aspectos normativos e
Es, pues, en los goznes que articulan determi­ institucionales, la objetivación del Estado en
nados fenómenos nacionales y regionales don­ cuanto principio de poder público. De la natu­

12 Idem., pág. 139.


ESTADO Y CRISIS REGIONAL... WILLIAM RAMIREZ TOBON 29

raleza colectiva de dicha potestad se derivan tores sociales. La insuficiencia del basamento
ciertas funciones llamadas a respaldar la defi­ político institucional en el rápido desarrollo de
nición que el Estado hace de sí mismo como la región, empezó a hacerse notable durante la
delegado de la sociedad civil. Esas funciones, recia etapa de crecimiento iniciada a partir de
aquí llamadas de representación social, son la segunda mitad del presente siglo. La inca­
prácticas políticas dirigidas a darle al Estado pacidad del Estado para proporcionar un cam­
un arco policlasista gracias a la cabida que po tangible y equilibrado de interlocución
dentro de él alcanzan los intereses particula­ política entre los actores sociales y de estos con
res de las diferentes clases, fuerzas y grupos el poder público, condujo a que las expresiones
sociales que integran la sociedad13. Las funcio­ colectivas de aquellos buscara atajos extra-
nes de representación social, en un tránsito institucionales para viabilizar sus demandas.
necesario de lo estructural a lo procedimental,
sólo realizan su virtualidad política al concre­ Así ocurrió entre el capital y el trabajo, prota­
tarse históricamente en un régimen político gonistas centrales de la vigorosa coyuntura
que defina el tipo y alcance de las mediaciones económica de los años sesenta, cuando la coli­
institucionales entre el poder público y la co­ sión de sus intereses se dio en un vacío político
munidad. Ya acá, la capacidad exclusiva o in­ institucional que no dejaba de favorecer, sin
clusiva del régimen político respecto del campo embargo, a quienes desde ya se les había ga­
global de las representaciones demandadas rantizado la libertad empresarial y de ganan­
por los diversos actores sociales, configuran el cia como resorte básico del desarrollo de la
espectro comprobable de su eventual índole de­ región. La organización sindical tuvo, así, el
mocrática y, por consiguiente, la capacidad del duro comienzo de quienes deben ver como la
establecimiento para procesar las crisis de la so­ inercia del Estado se convierte en activa fuer­
ciedad dentro de parámetros institucionales14. za en manos de sus antagonistas. En efecto,
desde 1959 cuando aparecieron los primeros
Lo político es, pues, el lenguaje, la facultad sindicatos, sus organizadores debieron clan-
indispensable del habla que le permite al Es­ destinizarse a causa de las persecuciones pa­
tado y a los actores sociales la comunicación tronales, muchas de las cuales continuaron
en el terreno del poder como factor distributivo después del reconocimiento sindical por parte
de las diferentes y encontradas potestades del gobierno, en 1964. Mientras tanto, lo que
particulares. Lo cual quiere decir que el desa­ podría haber sido un conflicto entre actores
rrollo de ese lenguaje, su transparencia o am­ sociales unidos por el interés común de preser­
bigüedad, en últimas su credibilidad, está var los nexos connaturales entre el capital y el
vinculado de modo esencial a los tipos, niveles trabajo, empezó a ser interpuesto por una ac-
y soluciones de crisis sociales característicos toría social alternativa, la guerrilla, interesa­
de las colectividades humanas en un momento da en reventar los límites estratégicos de
determinado de su historia. interdependencia entre los dos factores de la
producción.
Urabá es, frente a las consideraciones anterio­
res, un ejemplo de las tendencias excluyentes Fueron dos los grandes sindicatos iniciales de
del campo de representación social a cargo del Urabá sometidos a la inspiración de las dos
Estado, del escaso y desigual desenvolvimien­ vertientes del comunismo en ese entonces con­
to del espacio político y, por consiguiente, de la trapuestas a nivel internacional: la línea So­
desarticulación del lenguaje del poder escindi­ viética y la línea China. Como tal, las dos
do por lo general en hablas particulares que tendencias buscaron copar el espacio de las de­
crean antagonismos irreductibles entre los ac­ mandas redistributivas entre el capital y el

13 W illiam Ram írez Tobón, E sta d o, V io le n c ia y D e m o c ra c ia , Tercer Mundo Editores e Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales, Bogotá, 1990, págs. 33- 38.
14 Idem., pág. 38.
30 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

trabajo con una filosofía abstracta sobre el po­ to estatal; las acciones coordinadas entre ins­
der y con exigencias y acciones ultrarradicales tituciones y actores sociales para diseñar y
que pronto agravaron la crisis regional. La ac­ adelantar planes de desarrollo en la región; la
tividad sindical, presa de la política antiesta­ desmovilización y reintegro civil del Ejército
tal de la guerrilla, liquidó el campo posible de Popular de Liberación, EPL, uno de los grupos
las transacciones institucionales y puso al des­ guerrilleros más activos de la zona, hecho que
nudo una crisis que no solo revelaba el duro alentó, en 1991, la más concreta esperanza de
enfrentamiento de los antagonistas sino tam­ iniciar en firme el restablecimiento de la con­
bién la incapacidad del arbitrio oficial para vivencia ciudadana.
tramitar y reducir el conflicto. Ello contribuyó
sin duda a que las insuficiencias del Estado en Sin embargo, ninguna de las iniciativas ante­
la conservación del orden público, fueran com­ riores, por separado o en conjunto, ha permi­
pensadas por acciones bélicas paraestatales tido desbloquear el camino hacia un consenso
patrocinadas por sectores de un empresariado efectivo de los actores en pugna para equili­
gravemente amenazado por las beligerancias brar la dinámica del desarrollo regional. La
sindical y guerrillera. paz con el EPL es, sin duda, un ejemplo nota­
ble de los inciertos alcances de los esfuerzos
Ausencia social del Estado, acumulación sal­ realizados en tal sentido. En efecto, una vez
vaje del capital a expensas del trabajo inerme que el EPL entregó las armas y se convirtió en
y desorganizado, revancha de este por la vía partido político, el sector empresarial de Ura­
de la pugnacidad sindical, emergencia de la bá y la gobernación de Antioquia conformaron
guerrilla como autonominada vocera de inte­ un Fondo de Paz para la región. Con este pro­
reses populares, creación de alternativas de yecto se pretendía facilitar la reinserción eco­
justicia privada, auge concentrador de la pro­ nómica de los exguerrilleros del EPL y,
piedad agraria por el terrateniente tradicional además, apoyar a los damnificados de la vio­
y el narcotraficante emergente, son, todos es­ lencia. El fondo contó para su inicio con 23
tos, factores que cuestionan, en primer lugar, millones de pesos donados por Augura, la or­
la solvencia de las relaciones entre el Estado y ganización gremial de los propietarios bana­
la sociedad civil de cara a la crisis de Urabá. neros. Luego, a partir de esta iniciativa, los
Factores que sin tener en conjunto o indivi­ empresarios, el grupo exguerrillero del EPL y
dualmente la misma presencia a lo largo de un la Iglesia regional, plantearon la necesidad de
proceso de crecimiento de más de cuarenta lograr un pacto social en Urabá cuyos propósi­
años parecen constituir, no obstante, un pesa­ tos iniciales eran los de “contribuir con solu­
do lastre de irresolución en una crisis regional ciones reales al afianzamiento de la paz, para
muy lejos de ser resuelta. Ha habido, sin duda, posibilitar el desarrollo integral de la zona y la
actitudes y hechos importantes que desde hace ampliación de la frontera bananera” 15. En con­
algunos años han tratado de crear condiciones travía a tales propósitos, la situación social y
para desactivar y conducir por vías razonables política de la zona ha empeorado. La organiza­
las exasperadas oposiciones que agitan a la ción legal sustitutiva de la guerrilla desmovi­
sociedad regional: la morigeración del capital lizada, el movimiento Esperanza, Paz y
bananero en la explotación de las fuentes hu­ Libertad, es agredida mortalmente por la disi­
manas de ganancia y el menor peso relativo dencia de uno de los jefes históricos del EPL,
del radicalismo de izquierda sobre las reivin­ Francisco Caraballo, quien no entregó las ar­
dicaciones sindicales; la mayor presencia del mas y se sumó a la Coordinadora Guerrillera
Estado en funciones redistributivas de tipo so­ Simón Bolívar, CGSB. Esta, por su parte, se
cial, lo cual ha permitido reducir el desbalance ha dedicado a llenar los espacios sociogeográ-
que favorecía las acciones punitivas del apara­ ficos dejados por el EPL, restableciendo así el

15 L a República, abril 19 de 1991.


ESTADO Y CRISIS REGIONAL... WILLIAM RAMIREZ TOBON 31

antiguo mapa guerrillero y su fuerza desestabi- vergencia desde el cual proponer y realizar un
lizadora de la zona. Dentro de Sintrainagro, sin­ proyecto confiable de salida a la crisis regional.
dicato único salido de la convergencia orgánica Mientras estos dos protagonistas no vean en
de las dos fuerzas iniciales, las luchas por la he­ buena parte de la crisis el colapso de lo político
gemonía entre Esperanza, Paz y Libertad y el como lenguaje de comunicación social, será
Partido Comunista ha llegado a su clímax con muy difícil lograr un acuerdo democrático es­
los asesinatos de líderes gremiales de uno y otro tratégico. Porque si bien el Estado debe am­
bando, y amenazan la organización con presio­ pliar el campo de representación y partici­
nes internas que comprometen su unidad. En el pación social para incluir dentro de su legiti­
frente gremial patronal, Augura confiesa su de­ midad la mayor cantidad posible de particula­
saliento ante la espesa crisis regional, denuncia ridades civiles, éstas, por su parte, deben
la desestabilización social causada por una gue­ legitimarse mediante la búsqueda de un pro­
rrilla que promueve la invasión de predios, el yecto global de democracia que integre y tras­
secuestro y el asesinato de quienes no están de cienda los conflictos sin caer en la tentación de
acuerdo con ella, y advierte sobre los efectos liquidarlos por las vías expeditas de lo extra­
de tales acciones en la producción y empleo de legal. Esa es, al final de cuentas, la reconstruc­
la industria bananera. En el campo de las res­ ción de lo político como la instancia sustantiva
ponsabilidades estatales frente a los acuerdos sobre la cual se resuelven las conflictivas ta­
de paz con el EPL, la reinserción continúa a reas que dirimen la jerarquización y la redis­
media marcha dentro de un proceso lleno de tribución del poder dentro de la sociedad.
indefiniciones, inercias administrativas y au­
sencias de voluntad e imaginación políticas Esa reconstrucción de lo político no es, con to­
que le sirven de contra-argumento al grueso do, una tarea singular para Urabá ya que de­
de la guerrilla activa para descalificar las ofer­ bería cubrir, como propósito integral, la difícil
tas gubernamentales de paz. En la misma línea realidad de muchas de las regiones del país.
de responsabilidades del Estado, pero ya frente Urabá es, por cierto, un espacio con conflictos
al control del orden público, un nuevo grupo de y crisis sociales particulares en el contexto del
justicia privada, el Ejército Pacificador de Ura­ desarrollo territorial colombiano. Hay allí una
bá, EPA, demuestra con sus amenazas e inicia­ contradictoria realidad que descompuesta en
les acciones punitivas que el gran vacío insti­ sus elementos más antagónicos muestra una
tucional de la región dista aún de ser llenado. compleja historia de poblamiento, una crítica
Finalmente, la crisis del banano causada por las relación entre el capital y el trabajo en la mo­
restricciones del Mercado Común Europeo al li­ derna industria del banano, agudas carencias
bre comercio de la fruta, golpea las ganancias del en la distribución de la tierra que estrechan
empresarioy el empleo del trabajador, crispando cada vez más la economía campesina, un fuer­
todavía más las difíciles relaciones actuales. te y ampliado recurso a la violencia para diri­
mir conflictos políticos, socioeconómicos, y aún
El ejemplo anterior ilustra de modo dramático personales, un Estado sin la suficiente fuerza
la grave crisis que compromete, a fondo, la tra­ autolegitimante y de una desigual y a veces
ma estructural de la sociedad regional en Ura- nula presencia regional, pero, ¿no son estas
bá. En principio, la pérdida de lo político como mismas características las que sobre la idio-
el cimiento sobre el cual se levantan los cana­ sincracia propia de cada unidad espacio tem­
les de distribución del poder social, disloca las poral, gravan el desarrollo de muchas de
responsabilidades cívicas y deslegitima al Es­ nuestras regiones colombianas?
tado provocando así un vacío dentro del cual
tienden a flotar, libres de coerciones normati­ Así parece reconocerlo, en el momento actual
vas, tanto las potestades particulares como las colombiano, la existencia misma del renovado
oficiales. Tal vez este sea, por desgracia, el caso escenario constitucional dentro del cual se van
de Urabá, comunidad en la cual el Estado y la perfilando nuevos cauces a los vínculos entre
sociedad civil han extraviado el punto de con­ lo públicoy lo privado. En efecto, el reformismo
32 ANALISIS POLITICO No. 20, septiembre-diciembre de 1993

institucional presente en los esfuerzos por des­ pecto de las reformas al aparato del Estado, la
centralizar y modernizar el Estado, por darle creencia de que la eficacia de lo público se des­
un protagonismo real dentro de la democracia prende de modo directo de una simple opera­
a los sujetos colectivos e individuales de la so­ ción de resta sobre las funciones estatales.
ciedad, por hacer de la seguridad y de la justi­ Nada más engañoso, sin embargo, no solo des­
cia una eficaz técnica de salvaguardia institu­ de el punto de vista de los enunciados genera­
cional, apuntan hacia una doble consecuencia: les sobre el tema sino desde las realidades
el reconocimiento de que las crisis regionales particulares. Para el caso colombiano, la temá­
han llegado a comprometer la estabilidad de tica del Estado no puede ser abordada con una
la nación misma, y la existencia de una volun­ excluyente óptica instrumental, como una arit­
tad política necesaria para concebir algunas mética simple de medios, sino con la convicción
fórmulas e instrumentos remedíales a la situa­ de que el problema merece una perspectiva es­
ción de emergencia. tructural donde la naturaleza de las funciones y
las propiedades de los instrumentos, deciden el
Voluntad política necesaria pero, por desgra­ sentido y alcance de las políticas estatales. Ya
cia, no suficiente. Es cierto que las reformas hay algo de ello en la reciente Constitución de
del Estado pueden revertir las crónicas insu­ 1991 cuando se dice que “Colombia es un Estado
ficiencias de éste a favor de un proceso de ra­ Social de derecho, organizado en forma de repú­
cionalización del aparato público que haga de blica unitaria, descentralizada, con autonomía
su presencia en las localidades un factor de de sus entidades territoriales, democrática, par­
estímulo positivo para el desarrollo regional. ticipativa y pluralista, fundada en el respeto de
De igual modo es cierto que las reformas a los la dignidad humana, en el trabajo y la solidari­
derechos cívicos encarnadas en los mandatos dad de las personas que la integran y en la pre-
constitucionales para crear formas de demo­ valencia del interés general” (Artículo primero).
cracia participativa, pueden revertir los es­
trangulan! i entos de las redes de comunicación Ese artículo primero de la Carta Fundamental
de la sociedad civil a favor de un fortalecimien­ es una guía que evidencia tanto los posibles
to autosostenido de sus facultades de control alcances del Estado Colombiano dentro de la
democráticos sobre las instancias nacionales y formalidad jurídica, como sus limitaciones
territoriales del poder oficial. Pero, en uno u en el campo de las políticas concretas. En el
otro caso, es preciso tener en cuenta que lo ámbito de lo normativo se proponen dos ór­
que tenemos, hoy por hoy, es mas un grande denes notables: primero, un equilibrio entre
y promisorio horizonte de posibilidades for­ el sentido unitario de la república y el carác­
males que un campo concreto de prácticas ter descentralizado de las adscripciones loca­
sobre las cuales empezar a crear una expe­ les que le aseguran autonomía a sus enti­
riencia de reconversión de la democracia real dades territoriales; segundo, la naturaleza
y existente, y que la profundidad y la ampli­ social y de derecho del Estado que debe ase­
tud de las crisis regionales parecen desbor­ gurar la prevalencia del interés general so­
dar la capacidad y la oportunidad de los bre la base de una filosofía política demo­
instrumentos legales e institucionales, con­ crática, participativa y pluralista. La acción
cebidos para hacerles frente. recíproca de esos dos órdenes configuraría
una entidad nacional articulada sobre un Es­
Por lo pronto, urge precaverse de las ilusiones, tado con claros poderes reguladores en lo so­
animadas desde algunos sectores del poder pú­ cial, y una sociedad civil con un prota­
blico y de la academia, sobre los efectos que a gonismo cierto en el diseño y ejercicio de sus
mediano plano tendría el tipo de moderniza­ formas de democracia.
ción que en la actualidad se hace desde y para
el Estado. Como ocurre con cieitos supuestos Ahora bien, ¿hay, a partir del anterior manda­
neoliberales sobre las adecuaciones automáti­ to constitucional, un desarrollo sociopolítico
cas entre el mercado y el desarrollo hay, res­ consecuente que permita resolver, en un plazo
ESTADO Y CRISIS REGIONAL... WILLIAM RAMIREZ TOBON 33

no muy lejano, la crisis de desencuentro entre da la vigencia del mercado capitalista, se en­
el Estado y las regiones? Las desaveniencias frentan sobre la manera de atender sus indi­
entre lo formal y lo real, entre la filosofía de la caciones. Para nuestro país, más allá de las
política y la política de la acción, no permiten polémicas que dividen los campos de neolibe­
ser muy optimistas al respecto. Mientras los rales y neoestructuralistas, es importante re­
gobiernos enmarcados por la reforma consti­ conocer la necesidad de un Estado capaz de
tucional no asuman los principios de la Carta orientar los procesos modernizadores e inter­
como mandatos para reformular sus políticas nacionalizantes sin que ello implique dejar a
públicas en gracia al carácter social de derecho cargo de un solo sector de la población, que
del Estado colombiano, muy poco podrá abo­ siempre es de la clase media hacia abajo, los
nársele al esperado corte de cuentas histórico costos sociales de las reformas. La responsabi­
que representaría la nueva Constitución. Pero
lidad del Estado en la prevalencia del interés
también y en el mismo sentido, poco se logrará
general es pues, en suma, la orientación prin­
si las regiones no se comprometen a evitar que
cipal en la conducción de un modelo de desa­
las reformas para la descentralización y la au­
rrollo que no puede ser dejado a la retórica
tonomía se conviertan en nutrientes de los vi­
cios antidemocráticos representados por la interesada de los agentes transnacionales o a
corrupción local y el clientelismo. las autodefensas sectoriales del empresariado
nacional. Tal vez así se pueda consolidar en el
Desarrollo económico y democracia social y po­ país una democracia que le dé a la crisis regio­
lítica es el compromiso de las sociedades ac­ nal un sentido no de antagonismo terminal con
tuales. Esta meta, desideologizada a partir de el orden establecido, sino de contradicción con
la postguerra fría, empieza a reconstituir nue­ los delineamientos puntuales del esquema de
vas escolásticas que si bien dan por desconta­ desarrollo vigente.

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