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LA VIOLENCIA REGIONAL

Y SUS PROTAGONISTAS:
EL CASO DE URABA
Ana María Bejarano*

La noticia de las m asacres de campesinos ocu­ esta explicación perm ite establecer sim ilitudes
rridas en Urabá entre marzo y abril de este año y paralelos con algunas de las regiones que
estrem eció al país entero. Entonces, ese país conforman el mapa de la violencia contem porá­
adormecido por la violencia cotidiana volvió los nea en el país y, en esa medida, se convierte en
ojos hacia la región. Y encontró que, lejos de una herram ienta útil para el análisis más am ­
constituir un hecho aislado, las m asacres son plio de la geografía de los conflictos violentos
solam ente el más reciente episodio en una lar­ en Colombia.
ga historia de conflictos sociales, económicos y
políticos ligados a la problemática global del
país y, sobre todo, a sus propias condiciones de Elementos para el análisis del conflicto
desarrollo regional.
Urabá es una zona de colonización reciente. El
La región de Urabá, ubicada en el extremo proceso de ocupación de sus tierras se dio en
noroccidental del departam ento de Antioquia, forma lenta entre los años veintes y cincuentas,
constituye hoy una de las zonas m ás críticas del como consecuencia de una prim era oleada de
país dados los niveles que allí ha alcanzado la migración de campesinos cordobeses que,
violencia, y quizá el más dramático ejemplo de atraídos por la abundancia de tierras baldías,
un futuro no muy lejano para la mayoría de las llegaron a Urabá por el oriente y desarrollaron
regiones colombianas en conflicto. allí una agricultura tradicional de subsisten­
cia (1). A partir de los años cincuentas, el ritmo
La profundización del estudio en el caso de de migración aum entó dando lugar a una colo­
Urabá obedece a dos razones principales: en nización masiva de 1a zona.
prim er lugar, porque constituye un caso en
extremo grave dentro del conjunto de regiones Tres factores sim ultáneos parecen haber jalo­
azotadas por la violencia, resulta urgente in ­ nado este proceso durante las décadas del cin­
tentar una explicación sobre los factores que cuenta y el sesenta: el prim ero fue la construc­
han llevado a ia agudización creciente de los ción de la carretera al mar que comunica a
conflictos en la zona: en segundo lugar, porque Medellín con Turbo, cuya finalización solo fue
lograda hasta mediados de la década del cin-

* Politóloga, investigadora del Instituto de Estudios Políticos y 1. Carlos Muñoz, Problemas de Urabá, MedeLlín, Imprenta Ofi­
Relaciones Internacionales. cial, 1931, pp. 95-107.

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cuenta (2). Esta carretera posiblem ente condu­ dad donde conviven diversos grupos humanos
jo a esa región un buen número de familias originarios de varias regiones del país con dife­
cam pesinas de Antioquia y el Viejo Caldas que rencias culturales profundas. La población ac­
huían de la violencia en la zona cafetera. El tual de la zona estaría compuesta de la siguien­
segundo impulso provino de la expulsión masi­ te forma, según un estudio reciente realizado
va de campesinos de los valles del río Sinú, por Julián Delgadillo: el 47 por ciento de los
promovida por el agotam iento de las antiguas inm igrantes de Ja zona procede de toda la Cos­
sabanas y bosques naturales, la modernización ta Atlántica (sin contar los de Córdoba); el 22
agrícola inducida por las políticas agrarias de por ciento procede de los departam entos de
los años sesentas y setentas, y la gran expan­ Antioquia, Caldas y Valle, siendo predom inan­
sión del latifundio ganadero (3). Finalm ente, el te la migración de antioqueños; el 16 por ciento
nacimiento de la industria bananera y su auge proviene del Chocó y del mismo Urabá por el
tem prano constituyen el tercer factor que con­ oeste desde Bajirá; el 10 por ciento son inmi­
tribuyó a promover el proceso de colonización grantes desde el vecino departam ento de Cór­
de la región, gracias a las expectativas genera­ doba; el 5 por ciento restante está conformado
das por la prim era bonanza de los años sesen­ por población indígena (Cunas, Em berás y
tas (4). Los capitalistas antioqueños se intere­ Senúes) paulatinam ente desplazada al sur, a la
saron en la región precisam ente movidos por periferia como Caimán Nuevo y a la costa occi­
este último factor. Es así como la colonización dental del Golfo de Urabá (6).
antioqueña de Urabá, ocurrida a principios de
los años sesentas, debe ser considerada como El grupo de propietarios-em presarios provino
una colonización de nuevo tipo, básicam ente esencialm ente de Antioquia. El resto de gru­
em presarial. pos inm igrantes, de origen campesino, contri­
buyó al desm onte y a la colonización de la selva
Como resultado de este proceso de migración, tropical que posteriorm ente sería ocupada por
la población de Urabá se quintuplicó entre 1951 las plantaciones de banano. Hoy en día confor­
y 1964 (5), dando origen a una compleja socie- man el grueso de la mano de obra em pleada en
ellas, así como el cinturón de economía cam pe­
sina que alim enta las zonas bananera y gana­
2. El prolongado proceso de construcción de la carretera al m ar dera con su incipiente producción parcelaria de
(M edellín-Santa Fe de A ntioquia-Cañasgordas-D abeiba-
M utatá-Chigorodó-A partadó-Turbo), es indicativo del difi­
bienes básicos.
cultoso proceso de colonización de Urabá previo al "m ilagro
b an a n ero ". Ver Jam es J. Parsons, Urabá: salida de Antio­ La economía de la región de Urabá gira princi­
quia al mar, M edellin, s e ., 1979. El trabajo de Julián D elga­ palm ente en torno al cultivo comercial del ba­
dillo tam bién da cuenta de algunos de los esfuerzos realiza­ nano, cuya producción para la exportación re ­
dos por antioqueños p ara colonizar a Urabá y construir la
carretera que comunicará la región central de Antioquia con presenta el 76 por ciento del Valor Agregado
el D arién. Ver Julián Delgadillo, "L a violencia en U ra b á ", agrícola de la región (7). Los siguientes datos
Universidad Javeriana, D epartam ento de H istoria, noviem ­ contribuyen a dar una idea de la importancia
bre de 1987. Ponencia presen tad a en el VI Congreso de His­
toria de Colombia realizado en Ibagué. que tiene la producción bananera no solo para
3. Un análisis del proceso de expulsión del cam pesinado coste­ la región misma o para el departam ento de
ño se encuentra en, Alejandro Reyes Posada, "L a violencia y Antioquia, sino para el país en general. Colom­
el problem a agrario en C olom bia", en Análisis Político, No.
2, septiem bre a diciem bre de 1987, Bogotá, Instituto de E s­ bia está entre los cuatro primeros exportadores
tudios Políticos y Relaciones Internacionales, pp. 33-34. de banano del mundo (8) con una producción
4. Las prim eras plantaciones de banano aparecen en 1959 cuan­ anual que se acerca al millón de toneladas, con
do la United Fruit Company por medio de su subsidiaria en
Santa M arta (la Compañía Frutera de Sevilla) decide iniciar un valor cercano a los 200 millones de dóla­
un program a de banano en Turbo. Siete años m ás tard e (en res (9). Esta producción anual de banano para
1966) se estaban exportando hacia el mercado europeo entre
30.000 y 70.000 racimos cada sem ana. "D e la noche a la
m añana el banano se volvió un gran negocio en U rabá''. P ar­ ta del Censo de 1985 (239.892), se tiene que en los últim os 34
sons, Urabá: salida de A n t io q u i a .p. 105. años la población de Urabá se multiplicó 15 veces. DANE,
5. Según el censo de 1951, la población de la región era de "Indicadores de p o b reza", 1988 (Listados de Com putador).
15.700 personas; para el censo de 1964, se registraron 6. Julián Delgadillo, "L a violencia en U ra b á "..., s. p.
77.000. En 1963 el Servicio Nacional de A prendizaje, SENA, 7. Corporación Regional de Desarrollo de Urabá, CORPOURA-
calculó la tasa de crecim iento anual de la zona de Urabá en BA, "P lan de Desarrollo de Uraba ’, M edellin, Oficina de
9.4 por ciento, siendo inm igrantes 3 de cada 4 nuevos resi­ Planeación, julio de 1983, p. 3.
dentes. Parsons, Urabá: salida de A ntioquia..., pp. 127 y 8. El Tiempo, 19 de marzo de 1988, p. 14-E.
128. Si se com para el dato de 1951 (15.700). con el oue resul- 9. El Espectador, 29 de mayo de 1988, p. 4-D.
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la exportación proviene en más de un 70 por créditos y comercialización im plantado por la


ciento de la zona de Urabá (10), y esta sola re­ United Fruit Company a finales de la década
presentó más del 48 por ciento del valor anual del cincuenta (13). De allí que el proceso de
total de las exportaciones menores de Antio- producción haya estado, hasta hoy, bajo el con­
quia en el periodo 1985-1987 (11). Es indudable trol de em presarios radicados fuera de la re­
que los dem ás procesos económicos, políticos y gión (principalm ente en Medellín), que a su
sociales de la región son arrastrados y dom ina­ vez m antienen vínculos de dependencia con las
dos por el peso de la agroindustria del banano compañías multinacionales extranjeras que
con fines de exportación. continúan regulando la comercialización del
banano en el exterior y fijando los precios del
Sin em bargo, y a pesar de lo alentadoras que producto (14). La irrupción de este capital, “ de
puedan sonar las cifras, la expansión del culti­ gran m agnitud, orientado a una realización en
vo comercial de banano no ha traído a la región los mercados externos, con una gran expectati­
los frutos esperados. Según un docum ento ofi­ va de acumulación para cumplir con las exigen­
cial sobre la región, “ m ientras que esta expan­ cias progresivas de la competitividad exter­
sión ha implicado la prosperidad de las gran­ n a ’’ (15) produjo un veloz y traum ático reorde­
des em presas bananeras del sector exportador nam iento de las relaciones sociales de produc­
a ellas vinculado, las desigualdades sociales se ción en toda la región. Pero adem ás ha traído
han venido agudizando de m anera preocupan­ los efectos nocivos típicos de toda producción
te: los beneficios del crecimiento no se han tra­ de enclave. Estos se refieren básicam ente al
ducido en un m ejoram iento sensible de los in­ hecho de que al estar controlada la producción
gresos y de las condiciones de vida de la pobla­ por fuerzas exógenas a la región, los exceden­
ción’’ (12). Esto se explica fundam entalm ente tes allí generados nunca se reinvierten en ella,
gracias a las características que ha asum ido allí con lo cual se ocasiona un drenaje intensivo de
el proceso de producción de este cultivo prim a­ sus recursos en desm edro de la incorporación
rio-exportador y a la modalidad de su inserción de los efectos del crecimiento que debería
en la economía nacional, que han configurado acom pañar al proceso productivo en la región
en Urabá una economía de enclave. En este misma.
sentido, esta región se asem eja a otras en el
país con economías de este tipo (Putumayo y A esto se suma el hecho de que, al depender de
Arauca con el petróleo, el Bajo Cauca con el un solo cultivo, la economía de toda la región
oro, y el Río M inero con las esm eraldas), y queda sujeta a las fluctuaciones de ese produc­
comparte con ellas algunos de los problemas to principal. No existe otro producto que pueda
típicos que se derivan de esta especial configu­ am ortiguar los efectos de tales variaciones. Es
ración del proceso económico. por esta razón que los desequilibrios en el or-

La producción de banano para la exportación


13. La United Fruit Company, que tenía conocimiento del po­
supone un alto componente de inversión de tencial de Urabá para la producción de banano, inició sus
capital no solo para la compra de tierras sino actividades allí en 1959, cuando abandonó la región de San­
por el nivel de desarrollo tecnológico y los cos­ ta M arta. Y no !o hizo siguiendo el mismo esquem a que h a ­
tos que implican la difícil localización del recur­ bía utilizado en el M agdalena, sino el de productores aso­
ciados. El cambio estratégico elegido por la UFCO fue el de
so, el acceso a los mercados externos y las exi­ abandonar los riesgos que traía consigo la producción, d e ­
gencias internacionales para la compra del pro­ jándolos a los cultivadores nacionales independientes pero
ducto final. Tales capitales, inexistentes en la monopolizando el área m ás rentable de la comercialización.
Ver G erard M artin, ' Desarrollo económico, sindicalism o y
región, debieron provenir de fuera de ella, en proceso de paz en U rabá” , Universidad de los A ndes, Fa­
este caso de los em presarios del centro de An- cultad de A dm inistración, agosto de 1986, pp. 8-12.
14. La comercialización del banano de Urabá hasta el puerto de
tioquia, incentivados por el nuevo esquem a de destino está hoy en m anos de 3 comercializadoras naciona­
les (UNIBAN, PROBAN y BANACOL). No obstante, la ven­
ta final del producto sigue estando sujeta a las condiciones
10. M argarita Jim énez y Sandro Sideri. H istoria del desarrollo im puestas por las g randes transnacionales que m anejan el
regional en Colombia, Bogotá, CEREC-CIDER, 1985, m ercado m undial. Ver Ibid., p. 10 y Corporación Regional
p. 141. de Desarrollo de U rabá, CORPOURABA, "P lan de Desa­
11. El Tiempo, op. cit. rro llo ..." , p. 3.
12. El Plan Social por la Paz una estrategia de participación 15. Wílliam Ramírez Tobón, "Violencia y conflicto social en
com unitaria, Bogotá, DANE-DAPRE. julio de 1986, p. 18. U rab á", proyecto de investigación, 1988, p. 1.
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den social y económico generados por la econo­ sos, el Estado ha contribuido a concentrarlos,
mía del enclave bananero se extienden a toda agravando el desfase que existe entre el encla­
la región, incluyendo aquellos municipios que ve bananero por una parte, y las dem ás activi­
no se dedican prioritariam ente al cultivo co­ dades económicas y las necesidades de la po­
mercial de esta fruta (16). El ganado, el arroz, blación, por otra. El informe de CORPOURA­
el maíz, el cacao, la palma de aceite y la m ade­ BA afirma adem ás que la organización pública
ra, son otros de los productos que crecen en en la región tiene una baja capacidad adm inis­
Urabá “ a la sombra del banano” . trativa y operativa, y que ‘‘las inversiones en
servicios básicos y de salud son deficientes en
La economía cam pesina, que todavía absorbe todos los casos” (20).
la mayor cantidad de mano de obra (17), tam ­
poco escapa a las reglas del juego que le im ­ Los datos sobre servicios públicos y sociales en
pone la agroindustria bananera. Esta, que se Urabá son bastante elocuentes al respecto
ha apoyado en la existencia de una extensa red (Cuadro No. 1). Igualm ente dicientes son los
de producción cam pesina que provee a las resultados que arroja el informe de indicadores
plantaciones bananeras de alim entos, y en al­ de pobreza, elaborado por el DAÑE, en lo que
guna medida de mano de obra, no ha generado respecta a Urabá: todos los municipios de la
un mejoramiento de las condiciones de vida de zona superan los promedios tanto nacional
los pequeños campesinos parcelarios. Su rela­ como departam ental (Antioquia) de pobreza y
ción se desenvuelve en uña dinámica ‘‘conflic- de miseria. La m itad de ellos tiene más del 50
to-com plem entación” en la cual la economía por ciento de sus habitantes viviendo en la
cam pesina resulta perjudicada dadas ‘‘por una miseria. Finalm ente, aunque U rabá sólo repre­
p arte, la debilidad gremial cam pesina y, por senta un 6.24 por ciento de la población antio-
otra, las severas restricciones que afectan al queña, contribuye en un 11.78 por ciento al
desarrollo agrícola, como son los elevados cos­ total de personas con necesidades básicas insa­
tos de la renta territorial, de los insumos y el tisfechas del departam ento, y en un 17.92 por
crédito, las dificultades del mercado interno, ciento al total de personas en la miseria (Cua-
e tc .” (18). droN o. 2).
Esta contradicción entre la economía de encla­ Así, resulta claro que son los em presarios ba­
ve y el resto de procesos sociales y económicos naneros quienes han recibido los beneficios
que se desenvuelven en la región, se ha visto que se pueden derivar de la presencia estatal
agravada por el tipo de presencia que ha tenido en la región. Y esto gracias a que el Estado sí
el Estado en la misma. Su acción, en lo que ha dejado sentir su influencia en dos sentidos:
concierne a la redistribución de recursos y a la en prim er lugar, como distribuidor de rentas
prestación de servicios públicos y sociales, no institucionales hacia ellos ‘‘como corresponde
solo ha sido débil sino que se ha concentrado a una economía de exportación protegida por
en el favorecimiento de la producción banane­ las regulaciones propias del Estado en ese
ra. Según la misma Corporación Regional de cam po” (21). Y en segundo término, a través
Desarrollo de Urabá, CORPOURABA, encar­ del apoyo militar a los propietarios para repri­
gada de reorientar el gasto público para el de­ mir los conflictos que desde hace varios años se
sarrollo de la región, la inversión pública, no vienen insinuando en la región (22).
solo ha sido reducida sino que adem ás ‘‘ha es­
tado principalm ente dirigida a satisfacer las Como resultado de esta presencia traum ática
necesidades de la producción y su transpor­ del Estado en Urabá, el desarrollo social de la
te ...” (19). Así, en lugar de redistribuir recur-
2 0 . Ibid.,
21. W illiam Ramírez Tobón, "Violencia y conflicto so c ia l...",
16. Estos son: A rboletes, Necoclí, San Juan de U rabá, San P e­ p .3 .
dro de Urabá y M utatá, 22. No en vano se registran en la zona de Urabá un total de 36
17. El Plan Social por la Paz. , p. 18. hechos de represión colectiva cometidos contra cam pesinos
18. Comisión de Estudios sobre la violencia, Colombia: Violen en el período que va de 1970 a 1975, y la militarización, en
cia y Democracia, Informe presentado al Ministerio de Go­ el mismo período, de los municipios de A oartadó, Chigorc-
bierno, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987, dó, M utatá y San Pedro de U raba, así como de ia región en
p. 198. su totalidad. Javier Sánchez T crres, et al . Colombia Repre­
19. Corporación Regional de Desarrollo de Urabá, CORPOU- sión 1970-1981, Bogotá, CINEP. 1982, Vol. I, ver cuadros
BA, " P la n d e D esarrollo.. " , p. 13. de represión colectiva.
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CUADRO No. 1

URABA • SERVICIOS PUBLICOS: % DE COBERTURA

Municipios* Arboletes Necocli San Pedro Turbo Apartadó Chigorodó Mutatá


Servicióse de Urabá

Acueducto Más del 50 Más del 50 Más del 50 Más del 50 Más del 50 Menos del 50 Más del 50

Alcantarillado Menos del 50 -0- Más del 50 Menos del 50 Menos del 50 Menos del 50 Más del 50

Energía Eléctrica Menos del 50 Más del 50 -0- Más del 50 Más del 50 Menos del 50 Más del 50

Teléfono Menos del 50 Menos del 50 50 Más del 50 Más del 50 Menos del 50 Menos del 50

Alumbrado público Menos del 50 Más del 50 -0- Menos del 50 Más del 50 Menos del 50 Menos del 50

Calles pavimentadas Menos del 50 -0- -0 Más del 50 Menos del 50 Menos del 50 -0-

SERVICIOS DE SALUD

* No aparecen Carepa y San Juan de Urabó por ser municipios recientemente creados.
FUENTE: El Plan Social por la Paz. Una estrategia de participación comunitaria, Bogotá, DANE-DAPRE, julio
de 1986, pp. 18-20.
* * Estos datos provienen del DAÑE, “Indicadores de Pobreza”, 1988 (Ver Cuadro No. 2).

CUADRO No. 2
URABA
INDICADOR ÍS DE POBREZA
Depto., Región, Total Personas %Personas Personas %Personas %Personas
Municipio Personas con con Miseria Miseria NBI en total
NBI* NBI (1) (1) Deptal.

1. San Pedro de Urabá 20.526 18.743 91.3 17.482 85.2 1.21


2. Necocli 25.881 23.324 90.1 19.418 78.1 1.50
3. Arboletes 34.884 31.053 89.0 27.433 78.6 2.00
4. Turbo 69.910 54.015 77.3 37.032 53.0 3.48
5. Carepa 12.393 8.920 72.0 5.861 47.3 0.57
6. Mutatá 8.994 6.355 70.7 3.865 45.0 0.41
7. Chigorodó 22.990 15.746 68.5 9.861 43.6 1.01
8. Apartadó 44.314 24.745 55.8 12.821 29.0 1.59
9. San Juan de Urabá** - - - - - -
URABA 239.982 182.901 76.24 133.773 55.76 11.77
ANTIOQUIA 3.847.210 1.553.172 40.4 746.421 19.4 100.00
% Urabá con respecto

a Antioquia 6.24 11.78 17.92


TOTAL NACIONAL 27.575.023 12.561.239 45.6 6.238.072 22.8
* Personas con NBI : Personas con Necesidades Básicas Insatisfechas. Indicador de pobreza.
** El Censo de 1985 no tiene datos sobre este municipio que fue creado en 1986.
II) Los indicadores y datos sobre miseria, hacinamiento, viviendas inadecuadas, dependencia, inasistencia escolar,
servicios y el señalado denecesidades básicas insatisfechas, no abarcan personas en hogares indígenas.
Fuente: DAÑE, ‘‘Indicadores de Pobreza” , 1988. (Listados de Computador), pp. 102-108.
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región ha sido dejado en manos de un sector sionales, las funciones adm inistrativas, ia
privado más interesado en drenar recursos que comercialización, la fábrica de cartón y el
en reinvertir los excedentes en ella, y más ocu­ transporte (25).
pado en la rápida acumulación y concentración
del capital que en la redistribución de ingresos El conflicto que se desarrolla en la zona bana­
a través del alza de los salarios reales y del nera de Urabá debe definirse fundam ental­
mejoramiento de la infraestructura pública mente como el enfrentam iento entre dos gru­
para beneficio de toda la población. pos sociales (em presarios y trabajadores agrí­
colas) alrededor de la distribución de los bene­
Dadas todas estas características, no es de ex­ ficios generados por la producción del enclave
trañar que la violencia haya encontrado en la bananero. A lo largo de su desarrollo, este con­
zona del golfo terreno abonado para crecer y flicto básico ha ido entrem ezclándose con otros
prosperar. Dentro del panoram a nacional, Ura- ingredientes, de tipo social y político, que le
bá constituye un caso ilustrativo de violencia dan una creciente complejidad, así como tam ­
generada por procesos de desarrollo controla­ bién ha ido incorporando nuevos actores en
dos exógenam ente a una región con economía ambos polos de la confrontación. Su agudiza­
de enclave, mezxiados con procesos de coloni­ ción creciente lo ha llevado al estallido violento
zación campesina espontánea y desorganizada. sin que hasta ahora hayan aparecido perspecti­
El conjunto de conflictos sociales que han ser­ vas de solución por las vías pacíficas.
vido de base para el surgim iento de la violencia
Pese a que el esquem a implantado por la Uni­
en la región, así como los detonadores que los
ted Fruit Company para iniciar la producción
han llevado a buscar su solución por las vías
bananera en la zona del golfo fue bien diferen­
violentas, se analizan a continuación.
te a aquél desarrollado en las plantaciones del
M agdalena (26), los em presarios nacionales,
sujetos tam bién a las exigencias de la produc­
Historia del conflicto regional ción para el mercado exterior, no tardaron en
poner en vigencia sistem as de trabajo am plia­
Pese a la complejidad y la variedad de conflic­ m ente desfavorables para los trabajadores
tos que atraviesan la sociedad de Urabá, es m igrantes que rápidam ente llegaron a la re­
posible afirm ar que el conflicto principal de la
gión atraídos por la promesa del milagro bana­
zona se m anifiesta en el enfrentam iento entre nero.
em presarios y trabajadores vinculados a la pro­
ducción bananera. Esta, iniciada a finales de la El salario por jornal o a destajo, la inexistencia
década del cincuenta en el municipio de Turbo, de la jornada laboral legal, la ausencia total de
se ha extendido paulatinam ente a los munici­ prestaciones sociales, la utilización de contra­
pios de Apartadó, Carepa y Chigorodó, los cua­ tistas independientes para evadir obligaciones
les constituyen hoy el escenario por excelencia laborales, la no remuneración de horas extras,
del conflicto. Estos cuatro municipios abarcan dominicales y festivos, y en general, el desco­
en conjunto una extensión de 5.000 kilómetros nocimiento de las normas laborales por parte
cuadrados (23) con una población que se acerca de los em presarios, con la complicidad del
a los 150.000 habitantes (24). M inisterio de Trabajo en muchas ocasio­
nes (27), m arcaron el período inicial de las nue­
El distrito bananero comprende unas 22 mil vas relaciones de producción capitalista, signa­
hectáreas de suelos fértiles localizados en los do por la sobreexplotación del trabajo.
valles bajos de los ríos que corren desde la Se­
rranía de Abibe hasta desem bocar en la costa
oriental del Golfo de Urabá. Las 267 plantacio­ 25. De estas 20.000 personas, aproxim adam ente 150 d esem pe­
ñan funciones adm inistrativas: 1.600 son personal de m an­
nes de banano em plean aproxim adam ente dos m edios; 12.500 son trabajadores directos p erm anentes;
20.000 personas distribuidas entre las labores 500 son trabajadores ocasionales; 3.000 trabajan en los sis­
de campo, corte y empaque, los trabajos oca- tem as de comercialización y en la fábrica de cartón ; y 1.300
en el tra n sp o rte . Ver G erard M artin, "D esarrollo Económi­
c o ...’', pp. 26-29, y Julián Delgadillo “ La violencia en U ra­
b á ” ..., s. p.
23. El Plan Social por la Paz..., pp. 18 y 19. 26. Ver nota No. 13.
24. Ver Cuadro No. 2, U rabá - Indicadores de pobreza. 27. G erard M artin, "D esarrollo E conóm ico...", pp. 30-32.
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Esta sobreexplotaeión fue posibilitada gracias surgido varios sindicatos m ás, no solo en las
al poder y la autonomía acumulados por el nú­ plantaciones sino en las dem ás actividades re ­
cleo de em presarios que, organizados desde lacionadas con la producción bananera (30).
1963 en un poderoso gremio de productores
(AUGURA), lograron inhibir cualquier forma Sin embargo, la mayoría de los sindicatos de­
defensiva del salario frente a una masa trabaja­ bieron actuar clandestinam ente durante la pri­
dora débil en su organización para la defensa mera década de producción bananera ante la
de sus intereses. El Estado perm itió el control represión desatada por los em presarios frente
del capital sobre sus propias m árgenes de dis­ a los intentos organizativos y reivindicativos de
tribución social e intervino únicam ente en co­ los trabajadores. La persecución sindical en
yunturas conflictivas en las que puso su fuerza todas sus formas (despidos, detenciones, am e­
a disposición de los propietarios y em presarios. nazas, asesinatos), la militarización de las fin­
cas bananeras, la introducción de contratistas
No obstante, varias circunstancias habrían de para sabotear la lucha sindicalizada, la firma
forzar e! desarrollo de un amplio y fuerte movi­ de pactos colectivos .sin intermediación de los
miento sindical. En prim er lugar, es necesario sindicatos, el incumplimiento de convenciones
señalar que las condiciones de trabajo sum adas colectivas e incluso la compra de pliegos de
al mal estado de los campamentos y de la infra­ peticiones, fueron algunas de las m odalidades
estructura de !a zona en general, constituyeron utilizadas por los propietarios para debilitar el
un denom inador común que movió a los traba­ movimiento sindical (31).
jadores a organizarse. En segundo lugar, la
cercanía de las fincas y la alta concentración de A esta reacción em presarial frente a los traba­
trabajadores en un área limitada facilitaron jadores, debe sum arse la ausencia del M iniste­
también la organización obrera. Finalm ente, rio de Trabajo en Urabá, vado que fue llenado
dada la inexistencia de especialización en las por la presencia militar y la consiguiente solu­
labores de campo, corte1 y em paque, fue posi­ ción de los conflictos laborales por la fuerza.
ble una relativa homogeneidad de la clase tra­
bajadora que seguram ente debió contribuir al Esta prim era ola de represión y persecución
surgim iento de la actividad sindical (28). Los sindical no debe dejarse de lado en la explica­
sindicatos comenzaron a formarse desde 1964. ción de la posterior radicalización de los obre­
El prim ero fue el Sindicato de Trabajadores ros de la zona bananera. Pero adem ás hay
Bananeros, SINTRABANANO, afiliado a la otras razones que explican el paso de los traba­
Federación de Trabajadores de Antioquia jadores asalariados de la pasividad reivindica-
(FEDETA) y a la Confederación Sindical de tiva a la presentación de progresivas dem andas
Trabajadores de Colombia (CSTC). Luego le no solo económicas sino tam bién sociales y po­
siguió el Sindicato de Trabajadores Agrícolas, líticas.
SINTAGRO, que se conformó como sindicato
independiente. En 1973 se creó el Sindicato de La prim era se refiere a la “ voracidad de un
Trabajadores de la Industria Frutera SINAL- capitalismo salvaje, incapaz por sí mismo de
TRAIFRU, afiliado a la Federación Sindical de racionalizar el em pleo del factor trabajo” , por
Trabajadores de Antioquia (FESTRAN) y a la lo cual recurre no solo a la sobreexplotaeión del
Confederación de Trabajadores de Colombia mismo sino crecientem ente a la represión vio­
(CTC). En 1977 los trabajadores de la em presa lenta, para term inar “ exacerbándolo y forzán­
EXPOBAN formaron un nuevo sindicato de dolo al antagonism o” (32).
base, SINTRAEXPOBAN, afiliado a la Unión
de Trabajadores de Colombia (UTC). Hacia
1978 surgió SINDEJORNALEROS como sindi­
30. Ibid.
cato independiente (29). Además de estos cin­ 31. La historia de la represión sindical en Urabá está am plia­
co, a lo largo de las últimas dos décadas han m ente docum entada en el trabajo de Gerard M artin, “ De­
sarrollo Económico . " , pp. 42-46. Ver tam bién Camilo
Castellanos, ' La encrucijada de Urabá ”. en Cien días.
No. 2, abril-junio de 1988, pp. 6 y 7. e Iván Darío Osorio.
28. Ibid . p 41 Historia del sindicalismo .., pp. 111 y 112.
29. Iván Darío Osorio, Historia del sindicalismo antioqueño 32. William Ramírez Tobon, "Violencia y conflicto so c ia l...",
1900 1986 M edeilín, IPC-SINPROEAFITy otros, sin fecha. p .7 .
50 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

La segunda tiene que ver con la complejidad m argen para las actividades reivindicativas y
social de la región. Su población, en constante sindicales legales, encontraron un apoyo bien
aum ento y diversificación cultural gracias al fuera tácito o explícito en estas dos agrupacio­
variado origen regional de los m igrantes, exige nes arm adas.
cada vez mayores niveles de distribución de los
excedentes producidos por la agroindustria del El proceso de paz y apertura dem ocrática desa­
banano. Tal exigencia tiene que ver no solo con rrollado a lo largo de la adm inistración Betan-
las expectativas de los m igrantes que llegaron cur (1982-1986) tuvo efectos notables en el ali­
a la zona en busca de mejores condiciones de neam iento político de las fuerzas en la región.
vida, sino tam bién con el evidente desfase En prim er lugar, una relativa apertura en ma­
existente entre el vigoroso desarrollo económi­ teria laboral, perm itió el fortalecimiento del
co de la industria agroexportadora frente al movimiento sindical. Por prim era vez en más
pobre desarrollo de la región en lo que concier­ de veinte años de producción se habló en la
ne a la calidad de vida de sus habitantes. zona bananera de libertades sindicales, de la
legalidad de los paros y de la presentación de
Finalm ente, la evolución de la actividad sindi­ pliegos de peticiones. Por prim era vez en m u­
cal hacia progresivas dem andas en todos los chas fincas se em pezaron a aplicar las normas
órdenes, especialm ente en el político, tuvo que laborales vigentes para el resto del país: el sa­
ver con la extensión hacia esa zona de la in­ lario mínimo, la jornada legal, el régim en de
fluencia de los grupos guerrilleros y las organi­ horas extras y la contratación colectiva (36).
zaciones políticas de izquierda. El Ejército Como resultado de esta coyuntura, no solo cre­
Popular de Liberación, EPL, creado en las ció rápidam ente la afiliación a los sindicatos
montañas de Antioquia a mediados de la déca­ sino que aum entaron considerablem ente las
da del sesenta (33), no tardó en extender su negociaciones colectivas. Paralelam ente con
radio de acción desde el Alto Sinú y el Alto San este auge del movimiento sindical se produje­
Jorge hacia la región cercana de Urabá. Por ron las negociaciones entre el gobierno y la
otra parte, las Fuerzas Armadas Revoluciona­ guerrilla, en las cuales participaron tanto el
rias de Colombia, FARC, tam bién decidieron EPL como las FARC. Durante la época en que
crear un frente en Urabá (el V frente), como estuvieron vigentes los acuerdos de paz, entre
parte de su proceso de expansión hacia las zo­ 1984 y finales de 1985, ambos grupos guerrille­
nas de colonización campesina en el país (34). ros intentaron am pliar sus nexos con los movi­
Ambas organizaciones arm adas encontraron mientos populares, alentados por la tregua y
allí una base social propicia para su trabajo po­ por la perspectiva de participación en el esce­
lítico y comenzaron a echar raíces en la re­ nario de la política legal. Así, dos organizacio­
gión (35). A su vez, los campesinos y trabaja­ nes políticas de izquierda surgidas durante el
dores agrícolas, perm anentem ente asediados proceso de paz, la Unión Patriótica y el Frente
por un núcleo de propietarios que no dejaban Popular, lograron en poco tiempo consolidar
una presencia significativa en la región y esta­
blecer lazos con los trabajadores bananeros.
33. Sobre la historia del EPL, ver Eduardo Pizarro, “ La g u erri­
lla revolucionaria en C olom bia” , en Gonzalo Sánchez y Ri­
cardo P eñaranda (comp.), Pasado y p resente de la violencia Estos cambios produjeron un movimiento reac­
en Colombia, Bogotá, CEREC, 1986. tivo por parte de los em presarios que veían en
34. WiUiam Ramírez Tobón, “ La guerrilla rural en Colombia:
una vía hacia la colonización arm ad a ?’’, en Estudios Rura­
el fortalecimiento organizativo y político de los
les Latinoamericanos, Volumen 4, No. 2, mayo-agosto 1981. sindicatos una am enaza contra su control sobre
35. A unque am bos grupos guerrilleros han estado p resen tes en el proceso de producción y apropiación de los
la región, la presencia del EPL ha sido y sigue siendo m u­
cho m ás significativa que la de las FARC. Así, en 1985 el
excedentes. Así como también se produjo una
EPL protagonizó 20 acciones arm adas y las FARC una; en reacción por parte de los latifundistas defenso­
1986, 25 fueron atribuidas al EPL, y una a las FARC; en res del statu quo anterior y del otrora hegemó-
1987, el EPL participó en 17 y las FARC en 3. Datos o bteni­ nico partido liberal ante la competencia que
dos en la Oficina del Consejero Presidencial para la R ehabi­
litación, la Normalización y la Reconciliación, 1988. A de­ le surgía por la existencia de nuevas fuerzas
m ás, se puede afirm ar que, aunque en algunas épocas ha políticas.
existido rivalidad e incluso enfrentam ientos en tre los dos
grupos, desde 1987 y a raíz de la creación de la Coordinado­
ra G uerrillera Simón Bolívar, se ha producido un acerca­ 36. Semana, No. 315, 17-23 de mayo de 1988, p. 32. Ver ta m ­
m iento entre ellos en la zona. bién G erard M artin, “ Desarrollo E conóm ico...’’, pp. 58-68.
V IO LEN C IA R EG IO N A L. A. B EJA R A N O 51

El progresivo deterioro del proceso de paz sig­ superiores a las hasta ahora conocidas en el
nificó un retroceso en lo que respecta a la ap er­ país. Es así como en Urabá se han ido forman­
tura política y laboral que se había producido do diversos grupos param ilitares o “ escuadro­
en Urabá durante la tregua. La reanudación de nes de la m uerte’’ (37) financiados y entrena­
las hostilidades entre los polos en conflicto no dos por la alianza em presarios-ganaderos-
solo perjudicó el clima favorable para las nego­ narcoterratenientes para enfrentar lo que se
ciaciones entre patrones y sindicatos, sino que percibe como el enem igo común: la alianza
volvió a cerrar las puertas a la ampliación de guerrilla-trabajadores bananeros-grupos políti­
los espacios políticos que se habían abierto en cos de izquierda.
algún grado en la zona, como en el resto del
país. La polarización creciente de las fuerzas Los trabajadores, sin duda, tam bién han con­
sociales de la región, producto del deterioro del vocado y logrado el apoyo de las fuerzas ya pre­
proceso de paz se convirtió en el detonante que sentes en la región interesadas en subvertir el
las llevaría de nuevo a buscar la solución de los ordenam iento socioeconómico y político vigen­
conflictos por las vías violentas. La guerrilla, te. En una carrera vertiginosa hacia la polariza­
en particular el EPL, retornó a su condición ción y la guerra abierta se ven arrastrados, ju n ­
clandestina y reanudó el enfrentam iento con to con la guerrilla, no solo los trabajadores y
las Fuerzas Armadas. Desde entonces, sus ac­ líderes sindicales, sino tam bién los miembros
ciones no han dejado de ser asociadas con el de las agrupaciones políticas de izquierda, la
movimiento sindical y los grupos políticos de UP y el Frente Popular, y un número cada vez
izquierda. Esta supuesta identidad guerrilla- mayor de sectores inerm es de la población. En
sindicatos-agrupaciones políticas, asum ida por 1985 comenzaron los atentados contra los sin­
los sectores dom inantes de la región, ha actua­ dicatos, fue bom bardeada la sede de SINTA-
do como ingrediente fundam ental en la guerra GRO y los m uertos en las calles de los munici­
sucia desatada desde 1985 contra ios trabaja­ pios bananeros comenzaron a ponerlos los sin­
dores, líderes sindicales y militantes políticos dicalistas (38). D urante el año de 1986 se die­
de Urabá. Posiblem ente, en la realidad tam ­ ron en Urabá un total de 44 hechos represivos
bién se haya producido un acercam iento mayor (desapariciones, am enazas, asesinatos, deten­
entre estos tres sectores dada la polarización ciones arbitrarias), cometidos por miembros de
creciente, producto de la agudización del con­ las Fuerzas M ilitares, param ilitares y descono­
flicto. cidos contra un variado grupo de víctimas. En­
tre ellas se contaban un adm inistrador de fin­
Así, el conflicto socioeconómico básico entre ca, un dirigente cívico juvenil, dos miembros
em presarios y trabajadores ha resurgido con del Partido Liberal, cuatro militantes y dirigen­
especial dram atism o en los últimos tres años, tes de la UP, varios trabajadores de las hacien­
agravado por una circunstancia: ahora, ambos das, numerosos campesinos, diez miembros de
actores se enfrentan apoyados por aparatos sindicatos y otras víctimas que no correspon­
arm ados. Los em presarios capitalistas han den a categorías definidas (39). Para 1987
buscado y logrado el apoyo de otros sectores de “ más de doscientas personas fueron asesina­
las clases dom inantes regionales (los latifun­ das en la región de Urabá. Las víctimas fueron
distas ganaderos) que se sienten igualm ente
amenazados por el nuevo ordenam iento de
37. De los 140 grupos param ilitares identificados y cuya exis­
fuerzas en la región. A lo que se ha venido a tencia fue reconocida por el gobierno en 1987, actuarían en
sum ar otro factor fundam ental, causa de la vio­ U rabá los siguientes: la Juventud Anticom unista de Colom­
lenta agudización del conflicto: la penetración bia (JACOC), de cobertura nacional; M uerte a Revoluciona­
rios del N ordeste (MRN), cuyo radio de acción es Antio-
del capital del narcotráfico a través de la com­ quia; y, M uerte a Revolucionarios de Urabá (MUR), con
pra de tierras, fenómeno que se viene verifi­ sede en la región. El Espectador, 1 de octubre de 1987,
cando en otras regiones del territorio nacional pp. 1A y 13A. La m asacre ocurrida el 4 de marzo de este
año en el corregim iento de Currulao, municipio de Turbo,
da Costa Atlántica, el M agdalena Medio, el fue reivindicada por el Movimiento Obrero E studiantil N a­
M eta, etc.). Los narcotraficantes. en su calidad cional Socialista, MOENS. Semana, edición No. 305, 8-14
de terratenientes y no ya de productores- de marzo de 1988, pp. 22-23.
38. Semana, No. 315__ p. 32.
exportadores de cocaína, ponen sus ilimitados 39. Comité Perm anente por ¡a Defensa de los Derechos H um a­
recursos en favor de la defensa de un statu quo nos, "Itinerario de la represión y la violencia institucionali­
regional, desplegando formas de violencia zadas. Colombia 1986", Bogotá, C .P .D .H ., 1987.
52 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

en su mayoría dirigentes sindicales y trabaja­ hacia el logro de estos dos objetivos (generali­
dores bananeros, pero tam bién murieron adm i­ zación del terror y destrucción del nexo guerri­
nistradores de haciendas, activistas políticos lla-población cam pesina y obrera) y resultan
locales y un párroco” (40). Según estadísticas como consecuencia de la ineficacia que, para el
oficiales, en el período que va desde enero de logro de tales propósitos, ha dem ostrado el
1986 hasta enero de 1988, se cometieron en asesinato selectivo de trabajadores, líderes sin­
Urabá 55 asesinatos políticos: 51 contra miem­ dicales y activistas políticos.
bros de la UP y 4 contra miembros del Partido
Liberal (41). Finalm ente, la última modalidad Ambas soluciones han resultado altam ente ine­
de la violencia en la región es la de' asesinato ficaces en lo que respecta a la consecución de
colectivo o m asacre, cometida contra grupos de los objetivos de cada uno de los adversarios en
trabajadores agrícolas sindicalizados o m ilitan­ conflicto pero en cambio sí han llevado a un
tes de alguno de los grupos políticos de izquier­ crecimiento acelerado de la violencia que am e­
da ya mencionados (42). Los anteriores datos naza no solo la supervivencia de la producción
llevan indudablem ente a la conclusión de que bananera sino la de la región entera.
el rango de víctimas de la violencia en Urabá se
ha ampliado dram áticam ente. Urabá es hoy el escenario de un enfrentam ien­
to sangriento que abarca porciones cada vez
Los polos en conflicto se han em barcado en la mayores de la población y amenaza con involu­
dinámica de la violencia, convencidos de que crar dentro de su dinámica el desarrollo de
ella constituye, ante la ausencia de una m edia­ otros conflictos secundarios como el que se
ción eficaz por parte del Estado, la única solu­ desenvuelve entre los diferentes grupos cultu­
ción de las contradicciones que los enfrentan, rales presentes en la región (antioqueños, cho-
especialm ente aquella en torno a la apropia­ coanos, cordobeses e indígenas); o el que en­
ción y distribución de los beneficios producidos frenta a los pequeños campesinos en la lucha
por la industria bananera. La guerrilla ha creí­ por la tierra con la ganadería extensiva en ex­
do que m ediante la utilización de métodos pansión y con la creciente presencia del capital
como el secuestro, la “ vacuna” , el “ boleteo” y del narcotráfico; o el que produce la creciente
la extorsión podía lograr una extracción forzosa migración de campesinos desplazados por la
de excedentes que eventualm ente serían redis­ agroindustria y el latifundio hacia los centros
tribuidos, si bien indirectam ente, a la pobla­ urbanos (como Apartado), cada vez más inca­
ción. Los trabajadores, llevados en parte por lo paces de absorber población y ofrecerle los ser­
agudo del conflicto, se han acercado a este polo vicios públicos y sociales básicos.
en la percepción de su solución. Por otra parte,
los em presarios, fortalecidos por el apoyo que Ante esta situación, el Estado ha perm anecido
logran de otros sectores en la región (ganade­ aparentem ente neutral, como espectador ajeno
ros y narcotraficantes) y la aprobación tácita si al conjunto de conflictos que parecen haber
no explícita de las autoridades civiles y milita­ desbordado su capacidad de mediación. Sin
res, han pretendido defender la acumulación y embargo, el papel que ha cumplido como dis­
concentración del capital inhibiendo, m ediante tribuidor de recursos hacia los em presarios
la intimidación, la movilización y la lucha obre- bananeros, sumado a su creciente presencia en
ro-campesina, o destruyendo violentam ente el cuanto fuerza represiva (44), apuntan a dem os­
nexo que pueda unir a la guerrilla con el movi­ trar que lejos de perm anecer neutral frente al
miento sindical. Las masacres colectivas de
trabajadores sucedidas entre marzo y abril del
presente año (43), van precisam ente dirigidas dores agrícolas, afiliados a SINTAGRO y supuestos m ilitan­
tes del F rente Popular. La segunda ocurrió un m es d es­
pués, en el corregim iento de Coquitos del mismo munici­
40. Amnistía Internacional, "Colom bia: una crisis de derechos pio. En ella m urieron 27 trabajadores, supuestos invasores
hum an o s", 1988, p. 14. de haciendas b ananeras. Semana, No. 305..., p. 22 y No.
41. Oficina del Consejero Presidencia! para la Rehabilitación, la 311, 19-25 de abril de 1988, pp. 28-29.
Normalización y la Reconcialiación, 1988. 44. U rabá es desde hace varios años una de las regiones m ás
42. Ver Semana, Nos. 305, 310, 311, 313 y 315 de 1988. m ilitarizadas del país. Allí han tenido asiento el Batallón
43. La prim era m asacre ocurrió el 4 de marzo de este año en las Voltígeros, la Décima (X) Brigada y desde abril del p re sen ­
fincas "H o n d u ras" y "La N e g ra ", en el corregim iento de te año, el Comando bajo la dirección del mayor general J e ­
Currulao, municipio de Turbo. En ella m urieron 28 trabaja- sús Armando Arias C abrales, como jefe militar de la zona.
V IO L E N C IA R EG IO N A L . A. B E J A R a NO 53

conflicto, el Estado sí ha intervenido en forma co que ha producido el estallido de la violencia


parcializada en favor de los intereses del capi­ en Urabá es de vieja data, gestado a partir de
tal. Dos hechos recientes confirman la afirm a­ un desarrollo regional desequilibrado producto
ción anterior: en prim er lugar, el documento de la implantación de una economía de encla­
elaborado por el D epartam ento Administrativo ve, extractiva de capital y generadora de po­
de Seguridad. DAS, acerca de la investigación breza. Paralelam ente, se han desarrollado en
por el genocidio de trabajadores en Currulao. la región conflictos de índole social y política
En él, si bien no se confirma la participación que hacen aún más compleja la situación. Por
activa de las Fuerzas Armadas en las m asa­ lo tanto, una perspectiva de solución a largo
cres, sí se afirma que elem entos pertenecien­ plazo para Urabá debe dejar de lado la percep­
tes al Batallón Voltígeros participaron en una ción militar del conflicto y ocuparse prioritaria­
serie de operativos de identificación y reconoci­ m ente de tres aspectos: en prim er lugar, de la
miento de supuestos miembros de la red de desactivación y neutralización de los actores
apoyo del EPL, la mayoría de los cuales murió arm ados (guerrilla y paramilitares) m ediante
en las m atanzas (45). En segundo lugar, el políticas de negociación y la adm inistración
nom bram iento reciente de un Jefe militar con pronta y eficaz de la justicia; en segundo lugar,
poderes absolutos para la región, no deja de de la puesta en vigor de las normas laborales
indicar la inclinación del gobierno a favor de existentes en el país, para regresar el conflicto
las soluciones m ilitares del conflicto (46). Este entre em presarios y trabajadores al cauce de la
hecho sienta por dem ás un precedente preocu­ negociación legítima, dentro de los límites de
pante para la “ pacificación" futura de otras re­ un desarrollo capitalista regulado por el E sta­
giones altam ente conflictivas en el país. Pero do; finalm ente, de la reinversión en la región
adem ás indica la existencia de profundas con­ de los beneficios producidos por el enclave
tradicciones y am bigüedades en el actual go­ bananero procurando una profunda redistribu­
bierno, las mismas que se adivinaron desde ción del ingreso que elimine los desequilibrios
que se acuñó la fórmula de “ la mano tendida y intrarregionales y lleve las condiciones de vida
el pulso firm e’’. Por un lado aparecen la inclu­ de la población a niveles compatibles con el
sión de la zona de Urabá en el Plan Nacional de crecimiento de la industria bananera. Se trata,
Rehabilitación y el apoyo que el gobierno le dio sobre todo, de «generar medidas de confianza»
a la elección popular de alcaldes y dem ás medi­ con el fin de deslegitim ar el úso de la violencia
das descentralizadoras, aun en momentos álgi­ y crear un am biente favorable para un eventual
dos del conflicto. Por el otro, y en contravía con acuerdo regional para la paz.
el primero, están los operativos m ilitares de
gran m agnitud adelantados recientem ente en La propuesta de tal acuerdo regional, que ten­
San Pedro de Urabá con un alto índice de vícti­ dría un indudable efecto de demostración so­
mas entre la población civil (47), hecho que bre otras regiones en conflicto, ya ha sido aco­
contradice cualquier intento de reconciliación y gida por la Iglesia y algunos miembros del gre­
rehabilitación en la zona, así como la Jefatura mio bananero. En él deberían participar el
Militar de Urabá que desvirtúa totalm ente el mayor núm ero de representantes de las fuer­
espíritu de la reforma política. zas sociales presentes en la zona, de m anera
que pueda darse una negociación ampliada en
Para retom ar la tesis central de este-trabajo, es búsqueda no solo de poner fin a la violencia,
preciso resaltar de nuevo que el conflicto bási- sino de im plantar un nuevo modelo de desarro­
llo económico para la región en el marco de una
45. Semana, No. 313, 3-9 de mayo de 1988, pp. 26-35.
verdadera ampliación de los espacios dem ocrá­
46. Al respecto ver Ana M aría Cano Posada, "B an an a Repu- ticos.
blic” , en El Espectador, abril de 1988, p. 4A; M aría Jim ena
Duzán, “ El V irreinato de Gómez B arros” , en El Espacia­
dor, abril de 1988, pp. 2A y 3A; y Alfredo Vázquez Carrizo-
)
sa, "¿E l gobierno m ilitar?” , en El Espectador, 26 de abril
de 1988, p. 3A. El 20 de junio el gobierno nom bró al m ayor
general Jesú s Arm ando Arias Cabrales en rem plazo del
m ayor general F em ando Gómez Barros, quien se retiró de
esa posición. El Espectador, 21 de junio de 1988, pp. 1A y
12A.
47. Sem ana, No. 319, 14-20 de junio de 1988, pp. 42-43.
v

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