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GISELL PEÑUELA CASTELLANOS.

000391495.
El kitsch en la época tecnológica.
Algunos artistas consideran al kitsch como la antítesis del arte, de mal gusto, cursi y
vacío. Un tipo de mercadeo cuyo objetivo es vender piezas ordinarias a un grupo de
personas. Sin embargo, se debe profundizar más en este término, pues es difícil
diferenciar el arte y el kitsch.
Para esto, primero se debe definir si el kitsch es una forma de arte, personalmente,
creo que no, creo que es la distorsión de estilos del arte, puesto que no busca
compartir una experiencia en la que el observador se sienta participe, o en la que
pueda sentir la transmisión de una experiencia o un ambiente, solo busca mostrar una
situación puntual sin pensar en el observador como un ser que siente, piensa y
reacciona frente a la obra de arte.
Ahora, se debe pensar entonces, si los productos kitsch no crean un ambiente o algo
relativamente trascendental en el comprador, a qué se debe su clamor y éxito en la
sociedad. La respuesta es el capitalismo. La sociedad de consumo desea adquirir arte,
o lo que se le parezca a este con el fin de alimentar su estatus y bagaje cultural, sin
tener parámetros realmente al momento de elegir lo que se desea comprar. Se
compra lo que “luzca como” al cuadro original. Al ver este creciente gusto y compra, la
industria no teme producir en masa estos productos, variando colores, formas,
materiales, pero el mensaje es el mismo; compren esto, pues es arte, y el que compra
arte es culto y adinerado. Creando así un círculo vicioso entre la industria y el
consumidor.
Pasando los años, la forma de comercializar el kitsch empezó a evolucionar con los
avances tecnológicos, no sólo eran cuadros ahora estaba en lámparas, accesorios,
estampados, finalmente llegando a las compras en línea y las redes sociales. Y es aquí
donde se evidencia el auge de este, si bien se puede pensar que las porcelanas con
gatos son propias de nuestros abuelos, la cultura pop toma inspiración de estas y las
vende a las nuevas generaciones, estando el kitsch en todo lo que nos rodea. Ropa,
joya, adornos, nuestros celulares.
Es esta crisis la que nos invita a replantear el arte y las variaciones de este que
consumimos inocentemente, replantear los parámetros que tenemos para adquirirlos
y lo que los objetos a nuestro alrededor despiertan en nosotros en función de su
estética. ¿Trasciende ésta a hacerme reflexionar sobre aspectos? ¿o es solo una
representación de algo vacío?

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