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CAMINANDO CON…
Miércoles, 08 Julio, 2020
XIV Semana del Tiempo ordinario
El Tiempo litúrgico denominado Ordinario es el tiempo más largo, cuando la comunidad de bautizados es llamada a
profundizar en el Misterio pascual y a vivirlo en el desarrollo de la vida de todos los días. Por eso las lecturas
bíblicas de las misas son de gran importancia para la formación cristiana de la comunidad. Esas lecturas no se hacen
para cumplir con un ceremonial, sino para conocer y meditar el mensaje de salvación apropiado a todas las
circunstancias de la vida.
El tiempo ordinario significa un programa continuado de penetración en el misterio de salvación siguiendo la
existencia humana de Jesús a través de los Evangelios, contenido principal y esencial de la celebración litúrgica de
la iglesia. En este tiempo litúrgico en el que nos encontramos podemos observar las vivencias de nuestro Señor
Jesús, las cuales debemos imitar para alcanzar el crecimiento espiritual y buscar lograr la santidad.
El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la
vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer
también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El
Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios,
ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de
Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!
El tiempo ordinario es el sentido de las lecturas, podemos hablar de un sentido de horizontalidad y de verticalidad
de las lecturas con respecto al Evangelio. La primera lectura: se toma del Antiguo Testamento y concuerda siempre
con un aspecto del Evangelio proclamado ese domingo en una relación Anuncio – Profecía y el cumplimiento de las
escrituras en una línea de progresividad pedagógica . En cuanto a la segunda lectura: se toma del Nuevo Testamento
y concuerda siempre con un aspecto del Evangelio proclamado el domingo inmediatamente anterior, es decir en una
relación vertical.
Desde la semana decima del tiempo ordinario, hemos venido proclamando y reflexionando desde el Evangelio de San
Mateo. En dicho evangelio se ubican cinco grandes discursos de Jesús: el primero es el Sermón de la montaña,
ubicado en los capítulos 5, 6 y 7, con un componente narrativo entre los capítulos 8 y 9. En ese tiempo nos hemos
formulado las reflexiones desde la convivencia con Cristo, la Iglesia, la familia y la situación histórica.
Desde este día, vamos a descubrir un segundo eje temático del Evangelio de Mateo que inicia con un discurso sobre
la misión de los apóstoles, en el capítulo 10; el tercer discurso es el de las parábolas, ubicado en el capítulo 13; el
cuarto discurso trata sobre los términos del discipulado y de la comunidad, en el capítulo 18; y el quinto es el
discurso de la llegada futura del reino de Dios o discurso escatológico, ubicado en los capítulos 24 y 25.
Por medio de estos bloques que tiene organizado el evangelio y que la liturgia nos lo presenta durante las semanas
siguientes, vamos a avanzar en nuestro crecimiento en la fe. Ya hemos convivido con Cristo y sin dejar esta
experiencia, vamos a caminar con Cristo en la Iglesia, en la familia y en la sociedad con una realidad histórica
Tengamos presente que el Tiempo litúrgico denominado Ordinario busca hacernos crecer y madurar nuestra fe,
nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios, pidámosle al
Espíritu Santo que nos permita descubrir la Novedad del Evangelio propuesto en este tiempo litúrgico por el cual
estamos caminando, que teniendo claro estos aspectos y características mencionadas anteriormente y proyectemos
nuestras vidas a imitación de la de nuestro señor Jesús como nos lo propone el Evangelio en este tiempo ordinario.
Iniciamos este caminar con Cristo asumiendo nuestra elección como discípulos, por ello comenzamos reflexionando
con el discurso de la misión apostólica.
Animador o coordinador de la celebración: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden: Amén.
ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 12, 42
Éste es el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.
Bendigamos al Señor, que ha querido reunir en su Hijo a todos los hijos dispersos, que se ha dignado habitar en toda
casa consagrada a la oración, hacer de nosotros, con la ayuda constante de su gracia, templo suyo y morada del
Espíritu Santo, y con su acción constante santificar a la Iglesia, esposa de Cristo, representada en edificios visibles,
y, en estos tiempos de dificultades sanitarias, quiere que nuestras casas, nuestras residencias, sean templos, donde
nos invita bondadosamente a la oración y a la mesa de la Palabra, como Cuerpo de Cristo, como Iglesia, que somos y
también como familia, Iglesia doméstica, y ser resplandecientes por la santidad de vida.
TODOS: Bendito sea Dios por siempre.
ACTO PENITENCIAL
Animador o coordinador de la celebración: invita a los participantes al arrepentimiento:
Hermanos: El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos,
pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Después de unos momentos de silencio, prosigue:
- Tú, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad: Señor, ten piedad.
- Tú, que enviaste a tus apóstoles a anunciar el mensaje del Evangelio a todo el mundo: Cristo, ten piedad.
- Tú, que haces de nosotros testigos de tu amor: Señor, ten piedad.
Animador o coordinador de la celebración dice la siguiente plegaria Dios es un Padre misericordioso que, a pesar
de que nosotros nos alejamos de Él, siempre nos espera para darnos el abrazo del perdón, perdone nuestros pecados
y nos lleva a la vida eterna.
TODOS: Amén
ORACIÓN COLECTA
¡Oh Dios!, por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; llamaste a los doce, a cada uno por
sus nombres, cada uno de ellos apóstoles, todos tan distintos, todos tan singulares y, sin embargo, todos tan
queridos por Ti. y hoy sigues llamando con la misma fuerza, con la misma ilusión, con los mismos detalles, te damos
gracias por habernos llamado. Es lo más hermoso que ha ocurrido en nuestras vidas. Concede a tus fieles la
verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos
EVANGELIO
Escuchemos la lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 1-7
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier
enfermedad o dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego,
Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de
Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: “No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna
ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que
el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a
los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”. Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
REFLEXIÓN
Terminadas las lecturas el Animador o coordinador de la celebración entabla un diálogo con reflexión y respuesta a
esa Palabra proclamada y meditada para provecho de todos. Para ello, leamos personalmente los textos que se nos
proclamado. Y preguntarnos ¿Qué dice el texto? ¿Qué nos motiva hacer?
Preguntémonos:
¿Cómo respondemos al llamado y envío de Nuestro Señor Jesucristo para anunciar el reino de Dios, por
donde vayamos?
¿Reconocemos que la tarea evangelizadora de los apóstoles ha quedado en nuestras manos?
¿Has pensado en el significado de tu nombre? ¿Has preguntado a tus padres porqué te pusieron el nombre
que llevas? ¿Te gusta tu nombre?
Jesús llama a los discípulos. Su llamado tiene una doble finalidad: formar comunidad e ir en misión. ¿Cómo
vives esta doble finalidad en la vida personal?
¿Dónde descubres que tiene que hacerse presente el anuncio?
¿Sientes la responsabilidad de anunciar la Vida Nueva del reino?
¿Te urge la realización de un mundo que sea Reino?
Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a renovarnos en plenitud, para comenzar todo con la novedad de
Cristo.
LA PALABRA SE HACE ORACIÓN
Animador o coordinador de la celebración: Después de escuchar la Palabra de Dios oremos al Señor nuestro Dios:
Para que la Iglesia sepa anunciar a Cristo. Roguemos al Señor.
Para que los políticos acierten en la solución de los graves problemas. Roguemos al Señor.
Para que crezca entre todos los ciudadanos el sentido de la solidaridad. Roguemos al Señor.
Para que sepamos dar un buen testimonio cristiano. Roguemos al Señor.
Animador o coordinador de la celebración: Escúchanos, Señor, y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Animador o coordinador de la celebración: Elevando nuestros corazones al cielo y guiados por el Espíritu Santo,
digamos: Padre nuestro…
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Hagamos nuestra oración de comunión:
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el santísimo sacramento de altar. Te amo sobre todas las
cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como no puedo recibirte sacramentalmente, te pido vengas a mí
espiritualmente a mi corazón. Y, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a vos. No
permitas, Señor, que jamás me separe e ti. Amén
Luego de un momento de silencio, durante los cuales vamos a comprometernos Durante este día, todo lo que haga
llevará el sello de la singularidad. Se lo ofrezco yo a Él.
Y ahora, como hijos confiados dirijámonos a María santísima, Madre de Dios, diciendo:
Te damos gracias, Jesús misericordioso,
por habernos dado a María
como Madre y te damos gracias a ti, María,
por haber dado a la humanidad al Maestro divino,
Camino Verdad y Vida, y habernos aceptado a todos,
en el Calvario, como hijos tuyos.
Tu misión está unida a la de Jesús,
que “vino a buscar a quien estaba perdido.”
Por esto yo, agobiado por nuestros pecados, nuestras ofensas
y nuestras negligencias, acudimos a ti, Madre, como esperanza suprema.
Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos;
tus cuidados maternales sean para estos hijos enfermos.
Todo lo esperamos de ti:
perdón, conversión, santidad.
Forma entre tus hijos una nueva clase:
la de los más infelices, en los que abundó el pecado
donde había abundado la gracia.
Será la clase que más te conmoverá.
Recíbenos entre ellos.
Realiza un gran milagro,
cambiando un gran pecador en apóstol.
Será un motivo de gloria para ti, que eres Madre suya y mía.
Todo lo esperamos de tu corazón, Madre,
Maestra y Reina de los apóstoles.
Amén.
Después de un momento conveniente de oración en silencio, concluye diciendo, con las manos juntas:
OREMOS
Señor, tu llamada íntima, personal, en medio de un diálogo con el Padre en el silencio de la noche, nos llena de
ternura y emoción. Desde ahora vamos a valorar más nuestra vocación, nos vamos a sentir las personas más felices
del mundo porque tú nos amas con un amor de predilección. Si amor con amor se paga, sólo queremos ya vivir para
amar: amarte a Ti y amar a los que Tú quieres que nosotros amemos
Renovados con el sacramento que da vida, te rogamos, Señor, que nos concedas vivir para ti en justicia y santidad, a
ejemplo y por intercesión de san José, el varón justo y obediente que contribuyó con sus servicios a la realización de
tus grandes misterios.
Amado Jesús, tú que nos has enseñado que el amor debe reinar entre los hombres, concédenos la fuerza y la gracia
de aceptar tu llamado y ser instrumentos en tu proyecto de salvación.
Espíritu Santo, modela el ser humano.
Padre amado y eterno, envía trabajadores a tu mies, que es mucha y pocos son los obreros, te lo suplicamos en el
dulcísimo nombre de tu amado Hijo Jesucristo.
Santísima Trinidad: bendice, protege y guía a los sacerdotes y consagrados, para que sigan anunciando tu reino con
alegría y con el amor que tú nos transmites.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, protege a todos los que, dejando su vida personal, abandonan todo por seguir
a tu amado Hijo Jesús en consagración total y absoluta.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
CONCLUSIÓN
Finalmente, signándose de la frente al pecho y del hombro izquierdo al derecho, dice:
El Señor nos bendiga para la misión, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
TODOS: Amén.
CANTAR Ave María o canto a la virgen.
BENDITA ELECCION
(Elección)
Coro
A ti, mi señor, te canta mi amor por esta esperanza, que en ti encontré,
Cuando escuche al hombre que amas.
A ti, mi señor, las gracias te doy por darme tu gracia.
Por esta elección que trajo el perdón, que muestra el amor de nuestro creador;
Bendita elección que envía el señor para salvación.
Bendita elección.