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La purificación del corazón, parte II

Apóstol Sergio Enríquez O.


Segundo servicio devocional
Guatemala, 17 de mayo del Año de la Reconciliación

El Señor dejó claramente establecido en su palabra que Él se iría y que prepararía un lugar
para nosotros, más cuando todo estuviera listo, volvería otra vez para llevarnos, y así estar
siempre donde Él esté (Jn. 14:3 LBA). Esta es su promesa, y ciertamente la cumplirá. Ahora
bien, como explicábamos en la primera parte de esta serie de estudio, el Señor nace en el año
cero y muere treinta y tres años y medio después de Su nacimiento. También mencionamos
que para contabilizar el tiempo de Su regreso debíamos iniciar el conteo a partir del momento
de Su muerte, pues vemos en las Escrituras que cuando Jesús fue apresado y llevado ante el
concilio para ser juzgado, el sumo sacerdote le ordenó que le respondiera si Él era el Cristo, el
Hijo de Dios. Y Jesús le responde: “Tú mismo lo has dicho; sin embargo, os digo que desde
ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder, y viniendo sobre las nubes del
cielo” (Mt. 26:61-64 BDA). El regreso del Amado en las nubes ha de darse luego de pasados
dos mil años partiendo desde el momento de Su muerte, según se lee en Oseas 6:2 LBA,
donde dice: “Nos dará vida después de dos días, al tercer día nos levantará y viviremos delante
de Él.” Esto en el entendido de que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un
día (2P. 3:8). Ahora, sin el ánimo de establecer fechas fijas para el momento de su parousía,
sino más bien con el buen deseo de poder explicar algunos puntos concernientes a su regreso
y cuán cercanos nos
encontramos a ese magno
evento, acompañamos esta
gráfica que refleja -dentro de
una línea de tiempo-, lo
siguiente: el año en que Jesús
nace y muere, al cual se le
agregan los dos mil años de
preparación de la Iglesia. Esto
nos conduce hacia el año 2033
½, al cual se le restan los siete
años correspondientes a la
semana setenta de Daniel, los
cuatro años perdidos en el
calendario gregoriano, y los
ciento cincuenta días de la pre-
tribulación.

En la Biblia encontramos que existen cinco palabras griegas que se emplean para describir las
manifestaciones contenidas en lo concerniente a la venida del Señor.

El apokalupsis guarda una estrecha relación con la revelación de nuestro Señor Jesucristo;
revelación que como iglesia esperamos ansiosamente hoy -en nuestro tiempo presente-, y que
ha estado contenida a lo largo de estos dos mil años de preparación. Para que podamos
experimentarlo se requiere el desearlo fervientemente, ser llenos del Espíritu Santo y que sea
manifiesto en nosotros los dones del Espíritu (1Cor 1:7). Este tipo de manifestación -que no
necesariamente se refiere a la venida del Señor sino a una especie de revelación en el tiempo
actual-, fue experimentada por el Apóstol Juan, el Apóstol Pablo, y otros ministros mencionados
en las Escrituras.

1 Corintios 1:7 LBA de manera que nada os falta en ningún don, esperando ansiosamente la
revelación de nuestro Señor Jesucristo.

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Si nosotros esperamos ansiosamente este tipo de revelación, y lo buscamos de todo corazón,


vamos a poder experimentar situaciones similares, y aún mayores, a las vividas por la iglesia
primitiva. Asimismo, debemos buscar fervientemente todos los dones, sobretodo el que
profeticemos. La iglesia debe estar llena de los dones del Espíritu.

2 Tesalonicenses 1:7 LBA y daros alivio a vosotros que sois afligidos, y también a nosotros,
cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de
fuego.

Mucho pueblo de Dios ha circunscrito lo establecido en este pasaje a un evento relacionado a


un tiempo futuro, es decir, a la venida del Señor en el cual todo ojo le verá. Sin embargo,
cuando analizamos a profundidad lo dicho en el versículo, vemos que la palabra que se emplea
es “apokalupsis”, y que esto marca un evento que podemos experimentar en nuestro tiempo
presente, así como lo experimentaron los apóstoles y la iglesia en sus inicios. En otras
palabras, desde el momento en que la iglesia experimentó el día de pentecostés hasta nuestros
días actuales se ha estado derramando la revelación del Señor, y nosotros debemos anhelar y
buscar ser sumergidos en ese mover, el cual se mantendrá vigente hasta el momento del
arrebatamiento.

1 Pedro 1:7 LBA para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece,
aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación
de Jesucristo.

En este pasaje se nos muestra que durante este periodo nuestra fe va a ser probada para que
se desarraigue de nuestro interior todo aquello que no le agrada al Padre. Luego, el resultado
final será una revelación del Señor Jesucristo como la que tuvo el Apóstol Juan, a quien se lo
llevaron sin ver muerte.

1 Pedro 1:13 LBA Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en
espíritu, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación
de Jesucristo.

No necesitamos esperar a que el Señor venga para estar anhelantes de que ese avivamiento
de gracia caiga sobre nosotros, sino que el mismo ya está siendo derramado durante este
periodo y lo que corresponde es disponer nuestro corazón para recibirlo. Es necesario que
todos entendamos que el apokalupsis es una gloriosa realidad para este momento que
estamos viviendo, y que a través de ella se está derramando la gracia del Espíritu Santo. La
gracia de Dios Padre nos fue dada en la pre-existencia. La gracia de Dios Hijo nos fue
entregada para salvación nuestra, y ahora lo que se está derramando es la gracia del Espíritu
Santo, la cual nos prepara para nuestro encuentro con el Amado.

Parousía:

En la línea de tiempo, la parousía debe ser ubicada a nivel de la venida en secreto del Señor
Jesucristo y justo antes de que inicie la pre-tribulación. Esta palabra puede ser traducida de las
siguientes maneras: venida, presencia, llegada, advenimiento. Aparece mencionada en la Biblia
unas veinticuatro veces aproximadamente, por ejemplo:

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• 18 veces habla de la venida de Señor


• Una vez habla de la venida de Estéfanas, de Fortunato, y de Acaico (1 Cor 16:17)
• Dos veces de Tito (2Cor 7:6-7)
• Dos veces de Pablo (Fil 1:26). Aquí sí ya habla de tiempo.
• Una vez del anticristo (2 Tes 2:9)
• Una vez del día tribulacionario

La Palabra del Señor nos revela que, al momento de la parousía del Amado o su venida
secreta, Él vendrá acompañado de todos Sus santos (1Ts. 3:13). Estos son todos aquellos que
fueron llevados sin ver muerte anteriormente, por ejemplo: los Vivientes (descritos en Génesis),
Enoc, Elías, Pablo, Juan. Ellos vienen con la función de dar una ministración al pueblo. La
Biblia también señala que al momento de la parousía el Señor descenderá del cielo con voz de
mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán
primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y permanezcamos, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire (1Ts. 4:16-17). Nótese
entonces que hay tres grupos involucrados en este evento: los santos que vienen
acompañando al Señor, los muertos en Cristo que serán levantados, y nosotros, los que
estemos vivos y permanezcamos. Ahora bien, como estableciéramos anteriormente, la palabra
parousía también se emplea una vez para referirse al anticristo, ya que el enemigo de nuestra
alma busca imitar todas las cosas que el Señor hace con el fin de desvirtuarlas. Esta aparición
puede ser ubicada dentro de la línea de tiempo más o menos a nivel de la venida secreta de
Jesucristo, esto bajo el entendido de que el diablo tiene tanto su forma de apokalupsis como de
parousía, cuyo fin es el hacer la batalla en contra del Señor (2Tes 2:8-9).

Mateo 24:3 LBA Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos
en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la
consumación de este siglo?

Los discípulos le están haciendo tres preguntas importantes al Señor:

• ¿Cuándo sucederá esto? Refiriéndose a la destrucción del templo. Esta profecía tuvo
lugar en el año 70 D.C.
• ¿Cuál será la señal de tu venida? Tómese en cuenta que la palabra que se emplea
dentro de esta pregunta es “parousía”.
• ¿Cuándo será la consumación de este siglo? Ellos querían saber cuándo se daría el
final del mundo.

La parousía básicamente viene a ser el fin de la preparación de la Iglesia novia para su


encuentro con el Amado, y no debe ser confundida con la consumación de este siglo, el cual es
el fin de todas las cosas.

Mateo 24:27 LBA Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el
occidente, así será la venida del Hijo del Hombre.

A través de este versículo vemos claramente que la parousía del Señor se dará de manera
súbita. Y es precisamente por eso que debemos estar alertas como centinelas, cuidar nuestras

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vestiduras para que no sean halladas con manchas o con arrugas, y constantemente vaciar
nuestro corazón de todas aquellas cosas que desagradan al Padre, para que cuando se
manifieste, podamos presentarnos ante Él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en
Su venida.

A continuación, presentamos una gráfica que resume lo expuesto mediante este estudio
¡Maranatha!

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