Está en la página 1de 3

Mark Lilla: “Estamos en un nuevo siglo XIX”

elpais.com/cultura/2020-07-12/mark-lilla-hay-una-psicologia-de-intimidacion-y-miedo-una-cobardia-a-la-
que-nos-hemos-visto-arrastrados.html

11 de julio de 2020

Mark Lilla, en Madrid en 2019.Jaime Villanueva

No tiene cuenta de Twitter, pero el politólogo y ensayista Mark Lilla (Detroit, 64 años),
profesor de Historia de las ideas en la Universidad de Columbia en Nueva York y autor,
entre otros libros, de El regreso liberal y Pensadores temerarios, no es ajeno a la
polémica en redes sociales. La tribuna que publicó en The New York Times tras la
victoria de Trump en 2016, en la que reclamaba que la izquierda en EE UU abandonara
la “era del liberalismo identitario” y buscara la unidad frente a la especificidad de las
minorías, fue su bautismo en el convulso mundo de las broncas en redes. Esta semana
ha vuelto a lo que llama “la cloaca” por la ya célebre carta abierta publicada en Harper’s.

Lilla fue uno de los impulsores de ese texto en el que se denuncia la “intolerancia” de un
cierto activismo progresista que ha conducido a despidos de editores y la anulación de
la publicación de libros. Los 150 intelectuales que firmaron, entre los que estaban Noam
Chomsky, Gloria Steinem, Martin Amis o Margaret Atwood, reclaman el derecho a
disentir sin que eso ponga en peligro el puesto de trabajo de nadie, y rechazan la
autocensura que sienten que impera. Metido en el fragor de la batalla por la defensa de
la carta, Lilla accede a contestar unas preguntas por videoconferencia y se muestra algo
agitado.

Pregunta. ¿Cuál fue el principio de la carta?

Respuesta. Tras el despido de James Bennet, el director de opinión de The New York
Times, hace unas semanas [tras publicar una tribuna del senador republicano Tom
Cotton que reclamaba el despliegue del Ejército contra los manifestantes tras la muerte
de George Floyd], un grupo empezamos a escribirnos y ese intercambio de ideas
finalmente cuajó.

P. Muchos críticos han señalado que los firmantes gozan de amplio reconocimiento y de
tribunas para exponer sus opiniones.

R. Desde que existe Twitter nadie está silenciado, todo el mundo puede entrar en
cualquier discusión y ese diferencial de poder no es exacto. Reducen todo a una lucha
de poder y no hablan de lo que la carta plantea. Además, dan por hecho que la gente de
una misma raza o género tiene los mismos intereses y opiniones, y esto lo ha firmado
gente diversa.

P. ¿Por qué no mencionaron el caso que inspiró esta iniciativa?

1/3
R. Se trataba de denunciar un clima general, no un caso concreto. Lo de Bennet tiene
que ver con peleas en The New York Times sobre las tribunas, pero también con que él
no hizo su trabajo [no la leyó antes de que se publicara]. Lo que hemos tratado de
capturar es el clima, algo complicado porque puedes sentir la presión barométrica pero
eso no siempre significa que puedas señalar lo que ocurre. La gente perteneciente a
minorías entiende muy bien esto cuando denuncia que trabaja en un lugar en el que hay
un ambiente hostil hacia ellos, es muy difícil hablar de cosas concretas. Creo que hoy
hay una psicología de intimidación y miedo, una cobardía a la que nos hemos visto
arrastrados.

P. ¿Cómo siente ha evolucionado la política identitaria desde que publicó su artículo y


su libro?

R. Como ha señalado Andrew Sullivan, hemos pasado a vivir todos en un campus


universitario. A nuestros hijos se les educa con una conciencia racial y dentro de una
narrativa determinada sobre la historia de EE UU. Y esto tiene aspectos positivos. El
asesinato de George Floyd ha demostrado que el país estaba listo para abordar el tema
racial. Esto es muy bueno. Pero también parece que nos ha conducido a un tipo de
política histérica y performativa.

P. ¿Cómo se ha llegado a esto?

R. En EE UU lo que está pasando no es algo tan nuevo. Al final del siglo XX el país no
se movió hacia el siglo XXI sino que regresó realmente al siglo XIX. Y aquel siglo trató
de fervor religioso, denuncias, censura, indiferencia a las artes, filisteos. Estamos en un
nuevo siglo XIX.

P. ¿Quisieron subir el volumen y generar debate y polémica con la carta?

R. Vimos que nadie estaba alzando la voz frente a las campañas de señalamiento. Ahora
tenemos a 100 personas más que quieren sumarse. También creímos que la carta sería
ignorada. Y, por último, valoramos que podría desatar una tormenta de mierda y esto es
lo que ha ocurrido.

P. ¿Cuáles son sus primeras conclusiones sobre semejante tormenta?

R. Es demasiado pronto, estoy en medio apagando fuegos cada media hora. Es


deprimente ver el nivel de la discusión y el rencor que hay en la sociedad
estadounidense. Este es un momento increíblemente importante, con la covid-19, las
manifestaciones, Trump, las elecciones. Eso es lo que preocupa a la gente progresista,
no lo demás. No soy optimista.

P. Muchos apuntan que la carta le hace el juego a Trump y da munición a la derecha


radical. ¿Qué responde a esto?

2/3
R. Lo mismo que Orwell cuando habló de la gente que quiere silenciar el intelecto y el
debate. Ellos siempre dirán que al hablar y decir la verdad estás beneficiando al otro
lado. Pero la verdad nunca es enemiga de la causa.

P. ¿Eran conscientes que incluir a J. K. Rowling sería aún más controvertido que la
propia carta?

R. Hicimos una lista al principio para ver a quien contactaríamos. Algunos querían
decírselo a ella porque ha sufrido parte de lo que denuncia carta. No preví que esto sería
una excusa para que alguna gente dijera que el texto es tránsfobo. Es una locura, porque
no hay una palabra sobre ese tema, y hay un par de personas transgénero que firmaron
también y han sido muy atacadas. Esto muestra el tipo de fanatismo y solipsismo que
hay. Malcolm Gladwell ha escrito que firmó precisamente porque había otros firmantes
cuyos puntos de vista en otros asuntos detesta. Eso es lo que hace que una sociedad sea
liberal.

P. ¿Esta discusión ha revigorizado a la clase intelectual estadounidense?

R. Más bien ha revelado cómo de mal esta cosa. Alguien ha escrito que puede que la
carta en sí no se sostenga a priori muy bien, pero la reacción en su contra realmente ha
demostrado cuánta razón contiene.

La respuesta de las "voces silenciadas"


Dos días después de que se hiciera pública la carta en 'Harper’s' llegó la réplica en
'theobjective.substack.com'. Interpela directamente a uno de los impulsores, el escritor
negro Thomas Chatterton Williams, y señala que en la carta original no hay mención
alguna a “las voces que han sido silenciadas durante generaciones en periodismo y en la
academia”. Aunque reconoce que algunos de los casos son reales y preocupantes,
rechaza que sea una tendencia. “La carta no trata el problema del poder, quién lo tiene y
quién no”, expone. También trata de analizar caso por caso, y desentrañar la historia de
algunos de los firmantes. Por último, una nota aclaratoria precede la lista de nuevos
firmantes, mayormente periodistas, dejando claro que muchos no han querido dar su
nombre y han preferido simplemente señalar el medio para el que trabajan. Quien sí ha
dado su nombre y ha atacado a quienes denuncian “la cultura de la cancelación” ha sido
la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez: “La gente que es cancelada de
verdad no publica sus ideas en grandes medios”.

3/3

También podría gustarte