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HISTORIA DEL DEÍSMO

El deísmo como tal aparece en Europa durante el siglo XVII, junto con la revolución
científica copernicana. Surgido como derivación de las disputas teológicas de la Reforma,
fue acusado de ser una postura "atea" por sus adversarios ya que ponía en duda incluso los
dogmas aceptados por las distintas confesiones religiosas de la época. Ejerció su mayor
influencia, sin embargo, en el siglo siguiente como la postura predominante entre los
filósofos de la Ilustración.

Antecedentes

El pensamiento de tipo deísta puede encontrarse en diversas culturas alrededor del mundo,
a menudo expresado en la noción que los antropólogos llaman: deus otiosus (Dios ocioso).

Deus otiosus o "dios ocioso" es un concepto teológico empleado para describir la creencia
en un dios creador que se retira del mundo y deja de involucrarse en sus ocupaciones, lo
que constituye un principio central del deísmo. Un concepto similar es el de deus
absconditus o "dios oculto" de Tomás de Aquino (Weber: 220). Aunque Aquino era
católico y no deísta, tanto su concepto de "dios oculto" como el concepto de "dios ocioso"
se refieren a una deidad cuya existencia no es accesible al conocimiento de los humanos
mediante la mera contemplación o examen de las acciones divinas. El concepto de deus
otiosus suele referirse a un dios que se ha cansado de su participación en este mundo y que
ha sido sustituido por dioses más jóvenes y activos; mientras que deus absconditus hace
referencia a un dios que ha abandonado este mundo conscientemente para esconderse en
otro lugar.

No obstante, el deísmo como pensamiento sistemático hunde sus raíces en la filosofía


clásica, si bien en ésta no existe tal movimiento. La puesta en cuestión de los mitos y los
cultos tradicionales permitió a los primeros filósofos griegos concebir la existencia de una
divinidad inefable y oculta, así como, en algunos casos negar que tuviera intervención en
los asuntos humanos. Así Heráclito menciona al Logos como el fundamento del cosmos y
Platón habla de un dios supremo, alejado del mundo de las apariencias, en el cual actúa el
Demiurgo como su agente. La concepción más cercana al deísmo, sin serlo, fue la de
Epicuro quien sostenía la posibilidad de conocer a los dioses por medio de la razón y que
éstos moraban en un mundo ultraterreno sin cuidarse de la humanidad o incluso de la
Naturaleza. Esta postura fue compartida por sus seguidores, notablemente por Lucrecio,
pero nunca alcanzó a convertirse en una teología y ciertamente fue rechazada por la mayor
parte de los pensadores grecorromanos.

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Durante el medioevo si bien no cuestionó la existencia de una divinidad, que se identificaba
con el Dios de las religiones abrahámicas, hubo pensadores que lo concibieron como ajeno
a la Revelación, a la cual veían como una impostura.

Aparición del deísmo

El Renacimiento, con su interés en los autores clásicos, así como el Humanismo y la


Reforma pusieron en duda la creencia aceptada en una fe revelada cuya custodia se había
confiado a la Iglesia. Al mismo tiempo, los viajes de descubrimiento mostraban a los
viajeros europeos sociedades muy diferentes a las propias, e incluso a la que era
considerada como paradigma de la "diferencia", la islámica.

Autores como Spinoza, con su Tratado Teológico Político, donde esbozaba los principios
de la crítica bíblica o Edward Herbert de Cherbury en su obra Sobre la Verdad (De
Veritate) sientan las bases del deísmo.

En la época de la Ilustración, siglo XVII, el movimiento deísta llega a su apogeo a partir de


los escritos de autores ingleses y franceses, como Thomas Hobbes, Jean Jacques Rousseau
y Voltaire.

Durante el período jacobino (1793-1794) de la Revolución Francesa, Robespierre decretó el


deísta «culto al Ser Supremo» frente al ateo. Al mismo tiempo influyó en los escritos de los
padres fundadores norteamericanos, como John Adams, Ethan Allen, Benjamin Franklin,
Thomas Jefferson, James Madison, George Washington y, sobre todo, Thomas Paine.
Concretamente los principios deístas tuvieron un efecto en las estructuras políticas y
religiosas de EE. UU., como son la separación de la Iglesia y el Estado, y la libertad
religiosa. Con el tiempo el deísmo también llevó al desarrollo de grupos religiosos, tales
como el Unitarismo que se convirtió más tarde en el Unitarismo universalista.

El deísmo continúa hasta la actualidad en las formas de deísmo clásico y deísmo moderno.

Descripción general

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Uno de los principales postulados de esta posición está basado en la consolidación de que
Dios existe y creó el universo físico, pero no interfiere con él (postulado que incluye a la
evolución teísta). Este postulado se relaciona y origina con una filosofía y movimiento
religioso que deriva la existencia y naturaleza de Dios mediante la razón. Por ello no toma
posición sobre lo que hace Dios fuera del universo, en contraste con el fideísmo (a
diferencia de la fe) que se encuentra en muchas enseñanzas del cristianismo,7 islamismo y
el judaísmo que sostienen que la religión depende de la revelación de las sagradas escrituras
o del testimonio de otras personas sin usar el intelecto racional sino lo que sería una "fe
ciega".

Los deístas típicamente también tienden a rechazar los acontecimientos sobrenaturales


(milagros, profecías, etc.) y las interpretaciones de los libros religiosos. Por ello, a menudo
utilizan la analogía de las divinidades como reloj, o la idea de un Dios cósmico. Lo que
para las religiones organizadas son revelaciones divinas y libros sagrados, la mayoría de
deístas entiende como interpretaciones deducidas por otros seres humanos, más que como
fuentes autorizadas, pero podrían aceptarlas como inspiración espiritual, recibidas en una
búsqueda personal. Los deístas aseguran que el mayor don divino a la humanidad no es la
religión, sino «la capacidad de razonar».

Los deístas, en general, rechazan la religión organizada y los dioses personales


«revelados», argumentando que las divinidades no intervienen de forma alguna en los
quehaceres del mundo. Para ellos, se revelan a sí mismos indirectamente a través de las
leyes de la naturaleza descritas por las ciencias naturales.

Para afirmar el uso de la razón en la religión, el deísmo permite utilizar en mayor o menor
medida el argumento científico, el argumento teológico y otros aspectos de la llamada
«religión natural».

Las corrientes filosóficas deístas tienen una concepción cosmológica de un Dios o más, este
creó el Universo que es una manifestación de sí mismo. El Universo sería el gran reloj cuyo
funcionamiento se ajusta a unas leyes establecidas, donde determinados acontecimientos se
desarrollan en función a su propia naturaleza, pero no pueden ser alterados por sus
creadores.

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Posturas

Los deístas aceptan la existencia de Dios, pero se encuentran fuertemente insatisfechos o no


concuerdan con todos los postulados de las religiones y cuestionan constantemente sus
principales afirmaciones.

Se considera que el deísta:

1. Asegura la existencia de Dios, pero no acepta los credos de ninguna religión


particular.
2. Considera que Dios creó las leyes de la naturaleza, pero no acepta que esté
representado total o parcialmente en libros o escritos sagrados.
3. Usa la razón para reflexionar acerca de cómo puede ser Dios, en lugar de aceptar
que lo adoctrinen sobre él.
4. Prefiere guiar sus opciones éticas a través de su conciencia y reflexión racional, en
lugar de adecuarlas a lo dictado en libros sagrados o autoridades religiosas.
5. Disfruta de la libertad de buscar la espiritualidad por sí mismo, y su vida espiritual
no se ha formado por la tradición o la autoridad religiosa.
6. Prefiere considerarse racional antes que religioso.
7. Considera que hay creencias básicas que son muy racionales tras eliminar lo que
pueda haber de superstición.

(FUENTE: Wikipedia)

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