Está en la página 1de 42

CAPÍTULO III: LA CONCILIACIÓN EN LA NUEVA LEY PROCESAL

LABORAL

3.1. Noción de Conciliación

Se afirma que la conciliación constituye un acto jurídico; es decir, se trata de la

manifestación de voluntad de los sujetos denominados conciliantes, cuya finalidad es

solucionar su conflicto de intereses (Ledesma, 2000, pág 74). En este mismo sentido,

también en la doctrina comparado se afirma que, la conciliación consiste el acto jurídico por

el cual, las partes en conflicto antes de un proceso o durante el transcurso del mismo, se

someten a un trámite conciliatorio a efectos de alcanzar un convenio de todo aquello que es

susceptible de transacción y que lo permita la ley. Contando con la figura del juez; como un

intermediario objetivo e imparcial, o particular autorizado a ello y quien debe procurar las

fórmulas justas de arreglo expuestas por las partes o proponerlas o desarrollarlas a fin de que

se llegue a un acuerdo, el cual posee autoridad de cosa juzgada (Junco, 1994, pág. 36).

Siguiendo esta línea la Organización Internacional de Trabajo (OIT) trata a la

conciliación como “una práctica que consiste en utilizar los servicios de una tercera parte

neutral para que ayude a las partes en un conflicto o allanar sus diferencias y llegar a una

transacción amistosa, o a una solución adaptada de común acuerdo”; y donde el conciliador

tiene que encaminar a las partes hacia un acuerdo o una solución mutuamente aceptable.

Para conseguir esta finalidad el conciliador cuenta con su razonabilidad y persuasión en el

momento de la conciliación (como se cita en Pasco, 1997, pág. 162).

Es así, como Peña (2011) ha definido a la conciliación como:

[L]a conciliación es un acto jurídico por medio del cual las partes acuden

por motu propio, es decir, voluntariamente a un tercero debidamente acreditado

que puede ser un Conciliador o un Juez, con la finalidad que les ayude a

57
solucionar un conflicto de intereses y de esta manera alcanzar la paz social en

justicia (Pág. 110).

En esta misma línea la doctrina sigue definiendo a la conciliación como un mecanismo

alternativo de solución de conflictos de autocomposición bilateral o asistida†††. En donde las

partes enfrentadas exponen sus posiciones en una audiencia, la cual cuenta con la presencia

de un tercero llamado conciliador, quien actúa como un facilitador durante la audiencia y no

toma partida por ninguna de las partes dentro de las negociaciones que se realizan en esta

audiencia, y debido a que son las partes, las únicas que pueden buscar una alternativa de

solución más adecuada, conveniente y justa para ambas (Arévalo, 2015, pág. 55).

En el ámbito de los conflictos laboral, la conciliación tiene un destacado rol en el

proceso laboral debido a la eficiencia para lograr en un tiempo razonablemente breve, el fin

del proceso en comparación con la duración de un proceso judicial, que tiende a dilatar por

diversos factores siendo uno de ellos el factor logístico (Pasco, 1997, pág. 106).

Por otra parte, la conciliación en los conflictos laborales puede ser judicial y

administrativa. La primea se realiza dentro de un proceso judicial ante los juzgados

especializados o de paz letrado laboral, y se encuentra regulada en el artículo 30 de la NLPT

en donde prescribe:

“[L]a conciliación (…) puede ocurrir dentro del proceso, cualquiera sea el

estado en que se encuentre, hasta antes de la notificación de la sentencia con

calidad de cosa juzgada. El juez puede en cualquier momento invitar a las partes

a llegar a un acuerdo conciliatorio, sin que su participación implique

†††
Clasificación que fue dado por el jurista italiano Francesco Carnelutti, debido a que se requiere la intervención de un
tercero, cuya actuación no es decisoria para dar solución del conflicto entre las partes involucradas, por lo que no llega a ser
considerado heterocompositiva. Citado por Paco Cosmopolis, Mario en el libro “Fundamentos del Derecho Procesal del
Trabajo”, 1997, pág. 105.

58
prejuzgamiento y sin que lo manifestado por las partes se considere declaración.

Si ambas partes concurren al juzgado llevando un acuerdo para poner fin al

proceso, el juez le da trámite preferente en el día (…)”.

Por otro lado, la conciliación administrativa se desarrolla fuera del proceso y se realiza,

salvo en caso establecido por ley; no constituye un presupuesto procesal. Conforme a lo

establecido en el Decreto Legislativo N°910 (Ley general de inspección del trabajo y defensa

del trabajador) y su reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N°020-2001-TR.

3.2.Principios aplicables a la conciliación ‡‡‡

La conciliación debe explicitar un conjunto de principios en base a los cuales se inspira

su dinámica y realización. La presencia de dichos principios hace posible que la conciliación

alcance su objetivo final.

3.2.1. Equidad

Consiste en el sentido de la justicia aplicado al caso particular que es materia de la

conciliación. Implica que la conciliación constituye una manera efectiva y justa de alcanzar

la paz. A consecuencia de ello es que el acuerdo debe aparecer como justo y equitativo a los

ojos de las partes.

3.2.2. Veracidad

La conciliación tiene como finalidad alcanzar lo querido realmente por las partes. Es

por ello que el conciliador a partir de la identificación de los intereses de las partes, podrá

posteriormente alcanzar la fórmula de entendimiento. Finalmente, la conciliación descansa

en la credibilidad y confianza que otorga.

‡‡‡
De acuerdo a lo establecido en el artículo segundo de la Ley de Conciliación, Ley N° 26872 y en el artículo segundo de su Reglamento
aprobado por D.S. No 001-98-JUS, en donde señalan cuales son los principios que rigen en la conciliación.

59
3.2.3. Buena Fe

Consiste en la necesidad de que las partes procedan de manera honesta y leal. En base a

ella es que los conciliadores se encuentran obligados a informar a las partes los métodos más

adecuados según el tipo de disputa y la clase de resultados deseados.

3.2.4. Confidencialidad

Tanto el conciliador como las partes tienen el deber de guardar absoluta reserva de todo

lo propuesto. Asimismo, este principio implica que todo lo que se sostenga o se proponga

durante el procedimiento de conciliación no tiene valor probatorio en ningún proceso judicial

o arbitral que se entable posteriormente, como consecuencia de una falta de acuerdo

conciliatorio o de un acuerdo parcial (Peña, 2001, pág. 341).

3.2.5. Imparcialidad y neutralidad

Este principio demanda que la intervención del conciliador debe ser sin identificación

alguna con los intereses de las partes.

La neutralidad consiste en la ausencia de relación alguna entre el conciliador y

cualquiera de las partes. En cambio, la imparcialidad exige que el conciliador actúe sin un

designio anticipado o de prevención a favor o en contra de alguna de las partes. Es decir, la

imparcialidad significa que el conciliador está libre de favoritismo tanto en la palabra como

en la acción.

La consecuencia de ello es que el conciliador no debe representar un rol antagónico en

el proceso de resolución de la materia litis.

3.2.6. Legalidad

Expresa conformidad del acuerdo conciliatorio con el ordenamiento jurídico.

60
3.2.7. Celeridad

La celeridad permite una solución pronta y rápida del conflicto. Es por ello que el

conciliador tiene el deber de observar los términos y plazos que señale la ley o haya

establecido las partes. Constituye un derecho de las partes exigirla.

3.2.8. Economía

Las partes deben eliminar el tiempo que les demandaría estar incursas en un proceso

judicial, ahorrando los costos de dicho proceso. Deben adoptarse los medios técnicos,

logísticos y humanos más eficaces, evitando la dilación innecesaria, los trámites superfluos

o redundantes, en beneficio de una pronta y mejor solución del conflicto (Peña, 2001, pág.

344).

3.3. Características

Las características más relevantes de la Conciliación (Peña, 2011, págs. 42-44) son las

siguientes:

 Es un acto jurídico mediante el cual las partes acuden a un tercero imparcial, con

la finalidad que les ayude a resolver un conflicto, es decir es fundamentalmente

una negociación.

 Requiere la participación de un tercero, el cual carece de capacidad de decisión

y que se limita a señalar un posible camino de solución del conflicto. Finalmente,

son las partes quienes se avienen o no a las soluciones que estimen conveniente.

Este carácter de terceridad con lleva la neutralidad, es decir, el tercero debe ser

ajeno a las partes y precisamente por ello es que se encuentra en libertad de

desenvolver una relación horizontal con las partes (Ledesma, 2000, págs. 131-

132).

61
 Constituye un mecanismo alternativo de solución de conflictos, dado que las

partes pueden elegir entre la conciliación, el arbitraje o concurrir al Poder

Judicial.

 Su actividad se orienta esencialmente por la oralidad e inmediación. El

conciliador siempre estará al lado de las partes y la conciliación se realiza sin

intermediarios. Es impensable que un proceso de conciliación se efectúe merced

al principio escrito, es decir, no se requiere la presentación de documentos ni se

requiere de formalidades específicas.

 Es extra proceso, esto es, se realiza fuera del proceso judicial, pero también

puede darse dentro del proceso, es decir intra proceso.

 Es voluntaria, en tanto las partes acuden libremente al Centro de Conciliación o

al Juez para que les ayude a resolver un conflicto de intereses.

 Es confidencial, en tanto el conciliador y las partes deben guardar el más

absoluto secreto sobre lo sostenido y propuesto en ella.

 Es personalísima, dado que sólo en casos excepcionales se admite la figura de la

representación.

 Fomenta una cultura de paz, la misma que se sustenta en la autonomía de la

voluntad de las partes.

 Posee carácter de obligatoriedad para los casos de los derechos disponibles, es

decir, aquellos casos en los que se trata de un contenido patrimonial.

 Llegar a un acuerdo no es obligatorio, aun cuando las partes acudan por ley a

una conciliación, no están obligadas a llegar a un acuerdo.

 Genera un título de ejecución, en tanto el acuerdo conciliatorio constituye un

título de ejecución semejante a la sentencia judicial o a un Laudo Arbitral.

62
 El conciliador no resuelve, sino que facilita la negociación. Son las partes

quienes resuelven su conflicto de intereses.

3.4.Objeto de la conciliación

El autor Arévalo (2015) señala que “el objeto de la conciliación es que las partes

involucradas lleguen a un acuerdo que ponga fin al conflicto con la ayuda de la participación

de un tercero que actúan como un moderador de ambas posiciones, el cual no toma partida

en las decisiones tomadas” (pág. 55).

Asi pues, siguiendo a Gómez (2010) indica también que:

“el objeto de la conciliación se dirige, pues, a que exista una solución

anticipada parcial o total de la disputa. Si es parcial, queda concluido el proceso

en los extremos demandados y conciliados, prosiguiéndose la litis por el saldo

de extremos no conciliados. Si es total, el proceso ha concluido a través de la

homologación que hará del acto conciliado, el juzgado, teniendo esta actividad

procesal exactamente el mismo efecto de la cosa juzgada de una sentencia

ejecutoriada (…)” (pág. 575).

De esta manera, se reconoce a la conciliación como un mecanismo de solución de

conflictos que es una alternativa ingeniosa para las partes que tiene algún conflicto de interés;

y llevado de una manera adecuada por parte del juzgador o conciliador podría permitir que

los protagonistas del conflicto puedan conseguir una solución definitiva o parcial, y

abreviada. Asimismo, con la realización de la audiencia conciliación se espera que las

expectativas de las partes se puedan equilibrar y poder terminar satisfaciendo las exigencias

de las partes involucradas.

En la medida en que las partes acuerdan arribar a una solución de manera conjunta, se

reconoce que la formula conciliatoria admitida por ambas constituye una respuesta óptima
63
en relación a la protección de sus derechos. Además, en la conciliación no tiene sentido

hablar de un derecho de defensa, así como si se accede o no a la justicia, porque precisamente

quienes concilian no se defienden unos de otros ni tratan de ejecutar una resolución previa;

es decir, van a generar ellos el precepto que regirá y determinará su orbe jurídico en el ámbito

patrimonial.

Lo que sí debe ser destacado es que la conciliación al constituir una forma alternativa

de resolución del proceso, conduce a un compromiso con vinculatoriedad y eficacia similar

a los de la sentencia judicial. Debido a que, una vez arribado al acuerdo no queda otra opción

sino cumplirlo. Además, el acuerdo posee un carácter de título ejecutivo por lo que conduce

naturalmente a la satisfacción de los intereses en juego y preservación de los derechos

regulados por dicho acuerdo.

O sea, es imposible asumir la idea de una dilación o incumplimiento en el acuerdo

conciliatorio, porque el mismo tiene como rasgo esencial su obligatoriedad una vez que ha

sido generado. Si se reconoce que lo esencial del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva

incorpora el acceso a la jurisdicción, el derecho de audiencia y el derecho a una decisión

jurisdiccional fundada en Derecho (Bandréz, 1992, pág. 96), el acuerdo al que arriban las

partes se proyecta en dicha dirección, esto es, se trata de un acuerdo que esencialmente está

fundado en Derecho y, conlleva un cierto contenido de justicia y es amparable por las normas

legales vigentes.

En la Conciliación no tiene cabida el principio de escritura, ni de la irrupción de los

formalismos ni trámites; ya que se trata de llegar a un acuerdo, no de generar un debate. Las

partes no tienen que alegar ni demostrar nada, esto es, no tienen que generar actividad

probatoria ni litigiosa, porque la Conciliación no existe para ello. En la Conciliación no se

trata de determinar la existencia de una verdad histórica ni de demostrar la inocencia o

64
culpabilidad de cualquiera de las partes, sino de arribar a una solución mutuamente

satisfactoria, en base a la fórmula propuesta por el conciliador.

Dicha situación está en consonancia con la dimensión del derecho a la tutela

jurisdiccional consistente en que el cumplimiento de los requisitos no debe ser limitado u

obstaculizado acudiendo a normas que regulan las exigencias formales del proceso

(Gonzáles, 1984, pág. 36). La exigencia principista que obliga a que el derecho a la tutela

jurisdiccional efectiva no dependa del establecimiento de requisitos o formalidades que

traben los esfuerzos por alcanzar una solución materialmente justa, se confirman en la forma

como se desenvuelve y actúa la Conciliación.

Si precisamente del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva se desprende que no

puedan tolerarse los trámites y exigencias estimables como excesivos y que sean producto

de un formalismo, o que no se compaginen con el derecho a la justicia, o que no aparezcan

como justificados y proporcionados conforme a las finalidades para las que se establecen,

justamente la Conciliación constituye un espacio que propicia una situación contraria a

dichas amenazas.

Si precisamente se reconoce en doctrina comparada que las exigencias formales van en

segundo lugar a favor a la atención al problema justiciable de fondo (Figueruelo, 1990, págs.

88-89), ello aparece con más nitidez en la conciliación, en la forma como actúa y en los

efectos que se acuerdan a la misma.

3.5. Ventajas de la conciliación:

Las ventajas que genera la conciliación como un medio alternativo de solución de

conflictos son:

 Pacífica, debido a que esta institución logra promover una cultura de paz, ya que

las partes inmersas en el conflicto a pesar de no se llegar a un acuerdo, sin


65
embargo, se ha logrado un entendimiento entre las partes y un acercamiento para

poder negociar, lo que podría ocasionar la restauración de la comunicación.

 Eficaz, se utiliza de manera correcta, lo que genera alcanzar el óptimo resultado

en la recuperación de la paz social perdida en el corto plazo.

 Económica, debido a que, al adaptarse un acuerdo de manera breve y haciendo

uso de un menor tiempo y dinero, esto provoca la reducción de actividad procesal

tanto de las partes como por el órgano jurisdiccional, al poner fin el conflicto.

 Rápida porque evita que el proceso desarrolle todas las etapas de manera

innecesaria; obteniendo de manera inmediata la finalidad que se busca al dar

solución a un conflicto de interés, el cual es la paz social en justicia. Evitando de

esta manera, la ejecución forzada, debido a que las partes aceptan de manera

voluntaria cumplir con el acuerdo que han llegado.

3.6. La conciliación en la Nueva Ley Procesal del Trabajo

3.6.1. Concepto

La conciliación es considerada por excelencia como una forma especial de conclusión

el proceso, y esto no solo por ser una de las alternativas de solución de conflictos más

empleada sino porque está regulada en todos los ordenamientos jurídicos de América Latina

(Priori, 2011, pág. 174).

Como se ha venido mencionando en párrafos anteriores la conciliación consiste en que

las partes de manera voluntaria lleguen a un acuerdo en presencia de un tercero imparcial,

quien se va encargar de dirigir y promover distintas posibilidades para concretar que los

involucrados lleguen a una solución satisfactoria para ambos, es decir que las partes alcances

por si mismas un acuerdo justo para ambas y ponga fin al conflicto.

66
Así pues en la NLPT se regula la conciliación como una de las siete§§§ formas especiales

de concluir del proceso, en comparación con su predecesora, en donde se encontraba

regulada de manera escueta los medios alternativos de extinción de la relación laboral

refiriéndose a estas instituciones como conclusión anticipada**** del proceso laboral, y por

ello se utilizaba supletoriamente al código procesal civil para aplicar cuando el caso

ameritaba (Campos, 2013, pág. 244).

Por ello, en la doctrina se ha considerado como el primer método de solución de

conflictos que trae la NLPT, debido a que es uno de los impulsores de la reforma procesal

laboral, ya que busca un proceso rápido y eficaz; es decir, que se busca antes que nada

obtener un buen acuerdo antes que un largo juicio. Es por ello que, el proceso laboral tiene

como fin principal que las resoluciones de los conflictos laborales, bajo el amparo de los

principios del derecho del trabajo y que estos sean rápidos y efectivos. En ese sentido, el

juez debe fomentar que las partes resuelvan los conflictos apelando a la conciliación,

transacción o allanamiento (Tomoya, 2012, pág. 169).

Es decir, que la conciliación no ha sido concebida en la reforma laboral como un

obstáculo o una etapa previa e innecesaria en el proceso, sino por el contrario ha sido pensado

como el momento en el que la mayoría de los conflictos laborales se solucionen por las

partes. Dándole un énfasis a la conciliación como el primer método para dar solución a los

conflictos laborales.

En cuanto a la ocasión de alcanzarla, la norma procesal no la limita respecto a su

oportunidad pudiendo incluso darse en un momento posterior a la etapa procesal establecida,

§§§
En el artículo 30 de la ley N° 29479 se prescribe que son formas especiales de conclusión del proceso laboral: la conciliación, el
allanamiento, la transacción, el reconocimiento de demanda, el desistimiento, el abandono y la inasistencia por segunda vez de las partes
a una audiencia programadas en la primera instancia.
****
En la ley 26636 se regulaba como medios de extinción de la relación laboral: a la conciliación y al desistimiento dejando una
aplicación supletoria del código procesal civil de otras formas de conclusión del proceso laboral.

67
puesto que la norma señala que el juez puede en cualquier momento invitar a las partes a

llegar a un acuerdo conciliatorio, sin que su participación indique prejuzgamiento y sin que

lo manifestado por las partes se considere declaración (Quispe, 2010, pág. 285).

Asimismo, los objetivos de la audiencia de conciliación son (Tomoya, 2012, pág. 237):

 La extinción del proceso a través de la conciliación entre las partes.

 El saneamiento del proceso.

 La delimitación de las pretensiones.

 La recepción y admisión de los medios probatorios.

3.6.2. Limites

La doctrina ha señalado que existen requisitos para validar el acuerdo conciliatorio

y que no pueden ser vulnerados. Así también, en el artículo 30 de la NLPT, en donde se

dispone que un acuerdo pone fin al proceso siempre y cuando pase por el test de

disponibilidad. Es decir, existen límites que la conciliación no puede sobrepasar, los

mismos que son (Priori, 2011, págs. 175-176):

a. El acuerdo conciliatorio debe incidir sobre derechos regulados en una norma

dispositiva y el juez tiene el deber de verificar que no se afecten derechos

indisponibles, los cuales son tales porque el empleador no debe presionar al

trabajador para que éste renuncie a ellos.

b. El acuerdo conciliatorio debe ser adoptado por el sujeto titular del derecho.

c. La defensa legal del demandante debe estar presente, a efectos que pueda certificar

que los intereses del trabajador son tutelados en la manera que desea. No puede

haber conciliación si el trabajador desconoce las consecuencias e implicaciones

de los términos del acuerdo que se le ofrecen.

68
3.6.3. Audiencia de la conciliación

La doctrina ha reconocido que la Conciliación como acuerdo sobre derechos a cerca de

los cuales las partes han decidido originalmente litigar, puede ser realizada en cualquier

momento o etapa procesal:

“(…) [l]a voluntad de solución directa de los litigantes puede presentarse en

todo momento, incluso luego de dictada la sentencia de primera instancia si ha

sido apelada, en atención de que las partes pueden mejorarla, p. ej., añadiendo

beneficios adicionales, o acatándola íntegramente. Ante la superior y suprema

sala, podrá permitirse una solución negocial directa, lo cual, desde nuestro punto

de vista, es perfectamente válido y hasta deseable dada la carga procesal

existente” (Gómez, 2010, pág. 474).

Las reglas establecidas en el artículo 43 de la NLPT son las siguientes:

 La audiencia empieza con la acreditación de las partes o sus apoderados y sus

abogados.

 Si el demandante no asiste, el demandado puede contestar la demanda y continúa así

la audiencia. En cambio, si el demandado no asiste incurre automáticamente en

rebeldía sin que sea necesaria una declaración expresa en tal sentido y aun cuando la

pretensión se base en un derecho indisponible. También incurre en rebeldía

automática si a pesar de asistir a la audiencia, no contesta la demanda o el

representante o apoderado no tiene los poderes suficientes para conciliar.

 El rebelde puede incorporarse al proceso en el estado en que se encuentre, pero sin

posibilidad alguna de renovar los actos previos.

 En caso que ninguna de las partes asista, el juez declara la conclusión del proceso si

en los 30 días naturales siguientes ninguna de las partes hubiera solicitado fecha para

una nueva audiencia.


69
 El juez invita a las partes a conciliar sus posiciones a fin de que alcancen una solución

total o parcial.

 Las negociaciones de conciliación pueden prolongarse hasta en un lapso no mayor

de un mes.

 Si las partes llegan a un acuerdo (total o parcial) el juez aprueba el acuerdo con

autoridad de cosa juzgada y ordena el cumplimiento de las prestaciones acordadas

en el plazo que las partes hayan establecido o en un plazo no mayor de cinco (5) días

hábiles siguientes.

 Si algún aspecto o extremo no es objeto de controversia, el juez emite resolución con

autoridad de cosa juzgada ordenando su pago en un plazo no mayor de cinco (5) días

hábiles siguientes.

 En caso de una solución parcial o no haberse solucionado el conflicto, el juez precisa

las pretensiones que son materia de juicio.

 Intima al demandado para que presente en el acto, el escrito de contestación y sus

anexos y entrega una copia al demandante.

 El juez establece el día y hora para la audiencia de juzgamiento, la cual se programa

en un plazo no mayor a los treinta (30) días hábiles siguientes. Las partes son

notificadas en el acto.

 Si la cuestión debatida es solo de derecho, o si es de hecho, pero no hay necesidad

de actuar medio probatorio alguno, solicita a los abogados presentes exponer sus

alegatos y en un lapso no mayor de sesenta (60) minutos, dicta el fallo.

 La sentencia es notificada del mismo modo que en el caso de la sentencia dictada en

la audiencia de juzgamiento. Ello es reconocido del siguiente modo:

70
“A diferencia de lo que sucede en la audiencia de juzgamiento (…) el

debate en la audiencia de conciliación se da de forma privada, es

decir, en esta etapa las actuaciones y debates no se registran en audio

y video, lo cual permite que las partes y el juez actúen con plena

libertad ya que esta fase no está sometida a la limitación que impide

a los jueces a pronunciarse fuera de la sentencia” (Toyama, 2012, pág.

237).

3.6.4. Efectos de la conciliación

Mario Pasco (1997), manifiesta que la conciliación genera efectos de forma y de

fondo. Los efectos de forma, explica que se encuentran referido a cumplir el requisito

o exigencia procesal que se encuentra establecido por ordenamiento; es por ello que,

en la NLPT se ha considerado dentro de la estructura del proceso a esta institución

como una etapa; por lo que tiene una naturaleza instrumental debido a este punto de

visto, solo se busca cumplir esta exigencia para que el proceso continué, sin

necesidad que generar una solución en el fondo de la litis. Tal como se establece en

el artículo 30 de la NLPT, en donde se señala que es una forma especial de concluir

el proceso; es así que, el juez se encuentra facultado a invitar a las partes que lleguen

a un acuerdo conciliatorio en cualquier momento del proceso, sin que esto signifique

un prejuzgamiento o que lo manifestado por las partes durante la negociación se

considere declaración que pueda ser usado como medio probatorio en el proceso. Por

otro lado, el efecto de fondo se puede explicar cómo la manera concluir el proceso y

genera una solución a la controversia sustantiva. Es así que, al poder determinarse

los derechos ciertos y créditos exigibles, ello otorga ejecutoriedad al acuerdo, al cual

se le atribuye las mismas características que una sentencia judicial (pág. 114). Así

71
pues, el acuerdo conciliatorio debe superar el test de disponibilidad †††† para que

puede poner fin al proceso.

Sin embargo, la norma nos señala que en caso una de la parte demandante se

siente vulnerado sus derechos por este acuerdo puede interponer una demanda de

nulidad del acuerdo, el cual es improcedente si el demandante lo ejecutó en la vía del

proceso ejecutivo habiendo adquirido, la calidad de cosa juzgada de los hechos que

han sido materia de conciliación. Como consecuencia de ello se adquiere el carácter

de definitivo, creando una seguridad jurídica de gran valor para las partes.

††††
Articulo 30 NLPT: “(…) Para que un acuerdo conciliatorio o transaccional ponga fin al proceso debe
superar el test de disponibilidad de derechos, para lo cual se toman los siguientes criterios: a) El acuerdo
debe versar sobre derechos nacidos de una norma dispositiva, debiendo el juez verificar que no afecte derechos
indisponibles; b) debe ser adoptado por el titular del derecho; y c) debe haber participado el abogado del
prestador de servicios demandante”.

72
CAPÍTULO IV: REBELDÍA EN EL PROCESO LABORAL

4.1.Noción de la rebeldía:

La rebeldía es una herramienta procesal utilizada desde épocas antiguas para

salvaguardar el desarrollo del proceso; habiendo sido entendida de diferente manera a

través de la historia. Es por ello que, Verger Grau citado por Morales (2008) indica que

en la antigüedad se le consideraba como una desobediencia que traía como consecuencia

que la autoridad, quien ejercía el papel de juez, ordenará la presencia del rebelde

haciendo usa de la fuerza para que éste concurra al juicio. Posteriormente se consideró a

la rebeldía como una obligación por lo que el rebelde recibía una multa, a la que se

denominaba purga de la rebeldía. En la actualidad, la rebeldía es considerada una carga,

como tal es una facultad de las partes en aras de una mejor defensa; sin embargo, de

incurrir en rebeldía le ocasionara desventajas procesales (Pág. 95).

Por otra parte, Montero (1995) menciona que la rebeldía descansa en el principio de

contradicción y en la noción de carga. Esto debido a que, el principio de contradicción

está relacionado con el derecho de defensa, el cual consiste en que nadie puede ser

condenado sin ser oído y vencido en juicio. Siendo respetado este principio en el proceso

cuando se le da la real posibilidad al demandado de ser oído, sin que sea necesario que

este último haga uso de esta facultad. Además, nos indica que la demanda no impone al

demandado obligación de comparecer, sino simplemente la carga de hacerlo; dicho de

otra manera, un imperativo de su propio interés, que puede o no levantar según le parezca

más conveniente (pág. 153).

En nuestra legislación nacional en el ámbito procesal civil se entiende como rebelde

a una situación procesal que incurre el demandado, debidamente notificado no contesta

la demanda en el plazo establecido por ley. Esto acarreando como consecuencia la

aplicación de la presunción relativa a los hechos manifestados en la demanda, tal como


73
lo prescribe en el artículo 461 del C.P. C. , salvo los presupuesto jurídicos establecidos

en el referido dispositivo jurídico‡‡‡‡.

En ese sentido en el ámbito del proceso laboral en el Perú durante el trascurso de la

historia se ha regulado en un principio de manera supletoria con el Código de

Procedimientos Civiles de 1912. Posteriormente se regulo con el Decreto Supremo

de marzo de 1936, norma que se aplicaba exclusivamente para los obreros,

notificándose en la segunda inconcurrencia al demandado de su estado de rebelde,

por no comparecer al proceso e indicase fecha para la audiencia y en el caso que el

rebelde no se presentara se presume por cierto los hechos establecidos en la demanda.

Luego con el Decreto Supremo N°007-71-TR del 30 de noviembre de 1971,

regulando que el demandado o su representante se seguirá el proceso en rebeldía y

dando la facultad al demandante a pedir al juez que se declara por cierto los hechos

expresados en la demandad en el mismo acto. Sin embargo, en el año 1980 se

promulga el Decreto Supremo N°003-80-TR, en donde se establece dos supuestos

para ser considerado rebelde, en su artículo 21 señala que; si el demandado no

comparece por única vez o compareciendo no presenta la contestación de la

demanda se seguirá en rebeldía el proceso y se considera por cierto los hechos

expuestos en la demanda; no obstante, el rebelde puede incorporarse al proceso hasta

antes del auto que mande a sentencia, previo pago de la purga de la rebeldía (multa

equivalente al 20% del sueldo mensual mínimo vital urbano de la provincia de Lima).

Las normas antes descritas se pueden apreciar que en todas se aplicaba

‡‡‡‡
Articulo 461 C.P.C: “La declaración de rebeldía causa presunción legal relativa sobre la verdad de los hechos
expuestos en la demanda, salvo que:
1. Habiendo varios emplazados, alguno contesta la demanda;
2. La pretensión se sustente en un derecho indisponible;
3. Requiriendo la ley que la pretensión demandada se pruebe con documento, éste no fue acompañado a la demanda;
o
4. El Juez declare, en resolución motivada, que no le producen convicción.”
74
supletoriamente el Código de procedimientos Civiles entre los supuestos se puede

apreciar en el caso del apoderado del demandado concurriera con poderes

insuficientes, igualmente se consideraba por no contestada la demanda y se ordenaba

que se siguiera en el juicio en rebeldía. (Ampuero de Fuertes, 2015, págs.

154,155,156) .

En el año 1996 se promulga la Ley N°26636, Ley del proceso laboral, en su artículo

24 recoge el presupuesto para declarar en rebeldía, cuando el demandado no contesta la

demanda en el plazo establecido, a pesar de haber sido notificado correctamente. Los

efectos de esta declaración era la presunción relativa de los hechos expuestos en la

demanda; excepto cuando, exista el caso de varios demandados y uno de ellos contestara

la demanda o cuando al juez mediante resolución motivada no consideraba que los

hechos vertidos en la demanda le produjeran convicción. Asimismo, el rebelde tenía la

posibilidad de incorporarse al proceso en el estado en que se encuentre pagando una

multa equivalente a 2 URP; así pues, con respecto a los supuestos que no se encontraba

regulado en este dispositivo se aplicaba supletoriamente el Código Procesal Civil.

En la actualidad el proceso laboral peruano como hemos venido expresando se

encuentra en una reforma con la vigencia de la Ley N°29497 (NLPT) recoge tres nuevos

supuestos para declarar rebelde; los cuales son: cuando no asiste a la audiencia de

conciliación, no contesta la demanda o no concurre con poderes suficientes para

conciliar. Siendo declarado rebelde automáticamente al demandado, es decir sin

necesidad de notificar mediante cedula notificación conforme a lo establecido en el

artículo 13 de la NLPT, el cual señala que las resoluciones dictadas en audiencia se

entienden que son notificadas a las partes en el acto. Además, suprime la purga de la

rebeldía tal como se regula en el proceso civil, siguiendo con la tendencia de la rebeldía

se considera una carga y ya no una obligación (Quiroz, 2012, pág. 16).


75
4.2.Concepto de la rebeldía:

En principio, la rebeldía ha sido conceptualizada del siguiente modo:

“(…) rebeldía o contumacia es la situación que se configura respecto de la parte


que no comparece al proceso dentro del plazo de la citación, o que lo abandona
después de haber comparecido. Implica, por lo tanto, la ausencia total de
cualquiera de las partes en un proceso en el cual les corresponde intervenir…”
(De Santos, 1981, pág. 201).

Es así que cuando una persona es demandada, sea cual sea la forma en que se le haya

hecho llegar la citación judicial, el sujeto tiene dos opciones: comparecer, es decir,

presentarse al juicio, o no hacerlo. La primera opción (comparecer) no constituye un acto de

sola concurrencia; es decir, esto significa aparecer o dejarse ver, pero con las formalidades

y requisitos que el ordenamiento exija al respecto. Además de tratarse de una conducta

positiva (un hacer), debe serlo en términos tales que dicha concurrencia pueda generar

efectos positivos: debe presentarse dentro del plazo legal, declarar en términos tales que sea

indubitable su voluntad de constituirse en parte, exponer ello en un escrito y con los

requisitos de lugar, tiempo y forma. Es por ello que, si el sujeto acude al juzgado únicamente

a informarse de la existencia del proceso, o acude ante un órgano jurisdiccional distinto de

quien lo ha citado, no se puede hablar de una verdadera comparecencia.

Sin embargo, también no es menos cierto que si se admite que la citación judicial puede

ser hecha llegar de cualquier modo, no podemos dejar de reconocer que para que no se puede

citar a un sujeto de modo inválido, esto es, la citación debe ser válida para poder ser invocada

como elemento que sujete al demandado al proceso. Una citación inválida nunca puede ser

invocada como elemento inicial o generador de la posterior declaración de rebeldía.

¿Constituye la rebeldía o contumacia un supuesto de desafío a la ley? Podemos observar

que la doctrina ha señala al respecto:

76
“(…) la contumacia no es considerada como una forma de rebelión a la

autoridad y castigada como tal. La ley ve en la contumacia solamente el hecho

objetivo de la ausencia y de la total inactividad de la parte” (Liebman, 1980 ,

págs. 374-375).

La doctrina también destaca que cuando alguna de las personas que son señaladas como

partes en la citación o en el recurso, no comparecen a pesar de tener dicha carga, esta no

comparecencia adquiere el significado de “incumplimiento de la carga de comparecer” y por

tal recibe el nombre de contumacia. Ello se confirma en la etimología de la palabra (derivada

del vocablo “contemnere”), la cual refiere a una falta de cuidado respecto de aquello que la

parte hubiera podido hacer. Es así que, contumaz no es la parte por el solo hecho de la no

comparecencia, sino por el hecho de “no comparecer debiendo haberlo hecho”. Por tanto,

nos encontramos frente a una inactividad que aparece en términos especialmente graves, por

cuanto la parte ni siquiera acude al proceso (Carnelutti, 1944, pág. 106).

Esta institución es utilizada desde épocas antiguas para salvaguardar el desarrollo del

proceso. Adaptándose a la evolución del sistema procesal y de la sociedad. Es por ello que

Verger Grau citado por Morales (2008) indica que en la antigüedad se le consideraba como

una desobediencia, lo que traía como consecuencia de la autoridad, que ejercicio el papel de

juez, ordenará su presencia a la fuerza en el juicio. Posteriormente se consideró a la rebeldía

como una obligación por lo que el rebelde recibía una multa, a la que se denominaba purga

de la rebeldía. En la actualidad, la rebeldía es considerada una carga, como tal es una facultad

de las partes en aras de una mejor defensa; sin embargo, de incurrir en rebeldía le ocasionara

desventajas procesales (Pág. 95).

77
4.3. Naturaleza jurídica de la rebeldía

Respecto a la naturaleza jurídica de la rebeldía, el debate doctrinario ha oscilado entre

las siguientes posiciones:

4.3.1. Teoría de la rebeldía como pena

Se trata de una innegable connotación punitiva y su basamento es la perspectiva del

proceso como un medio de pacificación social y de acuerdo con ello la presencia del

demandado era un requisito ineludible en aras de alcanzar tal finalidad pacificadora. Así, la

ausencia del demandado era un hecho ilícito en la medida en que reflejaba una actitud de

resistencia al juez (Morales, 2008, pág. 97).

Pero, entonces resulta imposible hablar de la existencia de posibilidad alguna de

configurar a la rebeldía, en la medida en que no existe la posibilidad de un juicio sin la

presencia de ambas partes.

Actualmente, está claro que la rebeldía no constituye una medida de orden punitivo, ni

constituye un “castigo” contra el rebelde, y cualquiera de los litigantes no tiene obligación

alguna de acudir al proceso, sino más bien tienen la potestad de ejercer el derecho de acción

en aras de la defensa de su interés.

4.3.2. Teoría de la renuncia

En el intento de oposición contra la teoría de la rebeldía como medida punitiva, se afirmó

que al decaer la imagen de la comparecencia como una obligación, lo que correspondía

entonces era afirmar la figura de una renuncia por lo cual, se admite el derecho de la parte

procesal para renunciar al ejercicio de sus medios de defensa (Morales,2008, págs. 97-98).

Pero, cabe señalar que las legislaciones admiten la posibilidad de que el rebelde se

incorpore al proceso cuando ya han ocurrido diversas diligencias y etapas procesales, lo cual

es contrario a la supuesta renuncia, en tanto se admite que quien hubiera renunciado a un

derecho o a un medio de defensa, no puede revocar o dejar sin efectos dicha medida.
78
Así también se puede agregar que una renuncia no puede ser presunta, sino

explícitamente manifestada, y la simple incomparecencia, aunque sí puede ser adjudicada de

algún sentido, no se le puede equiparar a un acto indubitable como es la renuncia. Por eso,

aunque se señala que la rebeldía sería un acto negativo voluntario, y que reflejaría la voluntad

de no obrar, aunque ello pueda ser cierto, en modo alguno se le puede adjudicar efectos que

van más allá de dicha voluntad: quien decide no obrar mañana puede quizás decidir

intervenir en el proceso y dicha situación no cabe en lo que se entiende por alcances de una

auténtica renuncia.

4.3.3. Teoría del acto jurídico procesal

Se sostiene también que la rebeldía constituye un supuesto de realización voluntaria de

un hecho o en una abstención voluntaria, por lo cual configura una conducta negativa o

pasiva, por lo cual puede generar consecuencias jurídicas en la relación procesal. Se sostiene

que la rebeldía sería un “acto omisivo procesal”, distinguible del “acto comisivo procesal”

(Morales, 2008, Pág. 98).

Pero, para nosotros, hablar de un “negocio jurídico procesal” nos parece un exceso, en

la medida en que los efectos de un negocio son configurados por las partes y no por la ley,

como ocurre precisamente en el caso de la rebeldía.

4.3.4. Teoría de la Carga

Esta teoría se ha desarrollado a partir de la elaboración del concepto “carga”, por lo cual

se considera a la rebeldía como la no liberación de la carga de comparecer que pesa sobre el

demandado; ya que comparecer en juicio es una carga y no una obligación. Debido a que, el

que no lo hace, actúa de conformidad con el principio dispositivo, y no infringe ningún deber

de defensa, porque frente a ello no existe un derecho de la otra parte ni del Estado (Samanes,

1993, pág. 26).

79
Consideramos que más bien el eje a examinar lo constituye el indagar si la

comparecencia es un deber o una facultad. Ahora bien, si se admite que la comparecencia

constituye una carga, entonces:

“[L]a rebeldía está asociada a la carga procesal. Ella es definida por algunos

autores como una situación jurídica instituida en la ley consistente en el

requerimiento de una conducta de realización facultativa, normalmente

establecida en propio interés del sujeto, y cuya omisión trae aparejada una

consecuencia gravosa para él. Un ejemplo de carga se ubica en la contestación

de la demanda y su conducta cuando no se contesta no es antijurídica, pero pierde

la posibilidad de hacer valer las excepciones y demás argumentos que tuviera

para conservar el pretendido derecho” (Ledesma, 2008, pág 536 ).

De acuerdo con lo señalado es que las cargas constituyen imperativos del propio interés

y se distinguen de las obligaciones en la medida en que las obligaciones constituyen

imperativos generados en aras del interés de un tercero, mientras que la conducta que se

encuentra en la base de la carga es de realización facultativa, el sujeto no queda obligado

indefectiblemente a realizarla pero al mismo tiempo la falta de ejercicio del derecho genera

consecuencias tales como la pérdida del derecho y es por eso que es interés del sujeto titular

el observar dicha conducta. Asimismo, se ha precisado:

“[las cargas] tienen dos peculiaridades que las distinguen: sólo surgen para

las partes, nunca para el juez, y su no ejercicio acarrea consecuencias procesales

desfavorables, que pueden repercutir también desfavorablemente sobre los

derechos sustanciales que en el proceso se ventilan” (Devis , 1984, pág. 46).

Asimismo, las consecuencias del constituirse en una carga son claras:

“el incumplimiento de esa facultad solo se traduce en el

desaprovechamiento de oportunidades propicias para ejecutar los actos que


80
convengan a los intereses de la parte omisa y, por lo tanto, en la perspectiva

desfavorable que esa circunstancia genera acerca del contenido de la sentencia

final” (Ledesma,2008, pág. 535)

Propiamente hablando, la rebeldía entonces, es aquella situación en la cual el sujeto

mediante su inasistencia, declina aportar algún aserto al proceso, de modo tal que ni reconoce

ni se opone a hecho o actividad procesal alguna, y es por su naturaleza de carga más que de

deber, que precisamente el Derecho no puede implementar respuestas coercitivas para

impeler a las partes a acudir al proceso. A lo más que se arriesga el rebelde es a no contribuir

a la formación de la convicción en el órgano jurisdiccional, y es dicho evento lo que sostiene

la posibilidad de una sentencia en disfavor de quien ha incurrido en rebeldía.

La rebeldía entonces, es la respuesta necesaria que el ordenamiento fórmula para

impedir que la inconcurrencia de alguna de las partes, amenace el desenvolvimiento del

proceso. Es por ello que, frente al hecho de una actividad procesal sostenida únicamente por

las alegaciones, aportaciones y escritos de una sola de las partes, el ordenamiento sostiene

la posibilidad de incorporación del rebelde al proceso, pero en la etapa procesal en la cual el

mismo se encuentre. El demandante no tiene porqué depender su demanda de tutela

jurisdiccional de la decisión del demandado, por lo cual el proceso en rebeldía trata de

garantizar o preservar el derecho a la tutela jurisdiccional de quien sí concurre al contexto

procesal, frente a quien huye del mismo, o que ha adoptado una posición que refleja desidia.

La doctrina nacional también confirma dicha idea, al señalar que el demandado no tiene

el deber de contestar la demanda, por lo cual la omisión de la contestación no constituye una

rebelión frente al juez, sino que es una carga procesal, lo cual determina que queda a criterio

de la parte el hacer uso o no de su derecho de defensa. Sin embargo, el no ejercicio de su

derecho no puede afectar el desenvolvimiento del proceso, por lo cual el mismo sigue y

81
después de la declaración de rebeldía adquiere caracteres diferentes (Morales , 2005, pág.

285).

4.4. Principios involucrados con la rebeldía

En la vigencia y aplicación del instituto de la rebeldía entran en juego un conjunto de

principios, los cuales inciden en la vigencia de los derechos procesales de las partes. La

cuestión determinante es si la regulación de la rebeldía es compatible con lo que dichos

principios establecen en salvaguarda de los fines del proceso:

4.4.1. Principio de bilateralidad o contradicción

La doctrina especializada señala lo siguiente:

“la rebeldía descansa en el principio de contradicción y en la noción de

carga. El principio de contradicción entendido como derecho fundamental de

audiencia o defensa, supone que nadie puede ser condenado sin ser oído y

vencido en juicio, pero no puede jugar (sic) de la misma manera en todos los

procesos. En el civil el principio se respeta cuando se ofrece al demandado la

posibilidad real de ser oído, sin que sea necesario que este haga uso de esa

posibilidad. La demanda, pues, no impone al demandado obligación de

comparecer, sino simplemente la carga de hacerlo, es decir, un imperativo de su

propio interés, que puede o no levantar según le parezca más conveniente”

(Montero, 1995, pág. 153).

Según la cita, si se comprueba que una ausencia de una de las partes implica una falta

de cooperación, dicha situación afecta el desenvolvimiento normal del proceso y la actividad

judicial. Como sabemos, la respuesta frente a dicha situación ha sido la de crear presunciones

82
con relación a dicha situación, a efectos de superar las consecuencias que dicha ausencia

genera.

Por tanto, la rebeldía no afecta al principio de bilateralidad del proceso, porque dicho

principio consiste en que toda la actividad procesal debe ser puesta oportunamente en

conocimiento de ambas partes y, por tanto, no requiere para su concreción de la intervención

o asentimiento de las mismas (Ledesma Narváez,2008, pág. 536). Como destaca la doctrina,

lo trascendente es el conocimiento, la actividad que el noticiado o informativo realice

después de producido el acto informativo puede o no presentarse (Monroy Gálvez,1996, pág.

82).

4.4.2. Principio de iniciativa de parte

La doctrina señala que sin perjuicio del particular sistema procesal de que se trate,

siempre resulta indispensable que la persona ejerza su derecho de acción como punto de

partida de la actividad jurisdiccional del Estado (Monroy, 1996, pág. 88). En la medida en

que el principio de iniciativa de parte refleja que debe ser una persona distinta al juez quien

solicite tutela jurídica, la actitud del rebelde implica que él no está ejerciendo su derecho a

la acción, pero no significa en modo alguno que el derecho de acción del demandado

desaparezca por motu propio: haga lo que haga el demandado, siempre seguirá vinculado al

proceso y la única manera que tiene de poder intervenir es simplemente ejercer cualquier

acto que refleja una intención de promover y/o cooperar con la realización de las diligencias

procesales.

4.5. Los alcances de la declaración de rebeldía

Como ya se ha visto, la declaración de rebeldía configura un status procesal donde opera

una restricción de las posibilidades de actuación procesal como forma de respuesta legal a

83
quien se niega a colaborar con la actividad procesal requerida para que el proceso pueda

continuar su dinámica bilateral y contradictoria.

La interrogante por tanto es: ¿Hasta dónde llegan los efectos que genera la declaración

de rebeldía? Al respecto se ha señalado lo siguiente:

“Si bien la norma permite que el rebelde pueda incorporarse al proceso

después de haber pagado la multa correspondiente, ello no implica que tenga una

nueva oportunidad de ofrecer sus medios probatorios, pues esto sólo puede

realizarse al momento de contestar la demanda. En esta medida, consideramos

que las partes tienen que ser muy cuidadosos (sic) en verificar estos aspectos

formales antes de acudir a una audiencia, caso contrario, perderán

automáticamente la oportunidad de aportar medios probatorios que respalden su

posición en el proceso” (Toyama, 2012, pág. 240).

Es así que, si los alcances de la declaración de rebeldía inciden sobre la actividad

probatoria, toda solución o medida tendiente a favorecer la actividad probatoria en la práctica

significaría la desaparición de la rebeldía toda vez que las partes quedarían en posibilidades

de usar del proceso en su antojo sin que procesalmente su posición sea disminuida, tal como

lo es la finalidad del instituto.

Asimismo, se dio un caso singular, consistente en lo siguiente: a pesar que un juez

determinó que el representante de una empresa no tenía poderes para conciliar (con lo cual

incurría en rebeldía automática), aunque no le permitió participar en la audiencia de

conciliación, sí le permitió contestar la demanda. La doctrina señala que dicha interpretación

judicial es contraria al artículo 43 de la NLPT, lo cual implica que el demandado que no ha

actuado en la audiencia de conciliación, se encuentra imposibilitado de presentar el escrito

de contestación (Toyama, 2012, pág. 240).

84
Se considera que la salida judicial se da por la inconsistencia de la regulación laboral de

la rebeldía: conceptualmente la rebeldía implica un acto concreto de omisión de deberes

procesales, lo cual pone de manifiesto una voluntad de no colaborar con el proceso. De ello

no hay duda alguna. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el caso de la verificación de los

poderes para conciliar, lo cual refleja una posición de la parte frente a la pretensión y no

necesariamente tiene porqué involucrar o presuponer una actitud negativa frente a la ley.

4.6.La estructura del proceso en la rebeldía

En principio, en la legislación nacional ha establecido que los elementos esenciales que

configuran la estructura del proceso en rebeldía (Morales, págs. 285-286) son los siguientes:

a. Citación y/o emplazamiento debido. - Se trata de un elemento esencial para

configurar la rebeldía. Debe citarse en forma debida al demandado el cual debe ser conocido

y determinado y con domicilio plenamente determinado. Esta citación se deriva de la

garantía del debido proceso y plasma en sí la posibilidad de contestar la demanda.

b. No contestación de la demanda o abandono. - Reconociendo que la contestación de

la demanda no constituye un deber u obligación para el demandado sino una carga, la

consecuencia de la misma no es otra que la asunción de los efectos procesales determinados

para el caso, tales como la declaración del juez después de sanear el proceso, de dictar

sentencia basándose en la presunción legal relativa de los hechos alegados por el actor.

Asimismo, en este contexto también se admite que la rebeldía puede abarcar al

demandante que no comparece dentro de los 5 días de notificado con la conclusión del

patrocinio de su abogado o renuncia de su apoderado, en este caso la consecuencia consistirá

únicamente en lo relativo a las notificaciones de los actuados judiciales.

c. Petición de parte o de oficio. - Basándose en que, aunque el proceso civil peruano

está configurado como mixto, la predominancia del sistema inquisitivo conlleva a afirmar
85
que la declaración de rebeldía puede ser tanto a petición de parte como de oficio, según lo

regula el artículo 458 del Código Procesal Civil.

d. Notificación de la rebeldía

En la NLPT se ha determinado que la rebeldía sea declarada automáticamente sin

necesidad de que la otra parte lo solicite y que es notificado en el mismo acto.

4.7. Presupuesto para declarar en rebeldía

El presupuesto para que una parte procesal sea declarada en rebeldía dentro de un

proceso debe configurarse lo que se prescribe en el art 458 del código procesal civil peruano,

tal como se indica a continuación:

“Si transcurrido el plazo para contestar la demanda, el demandado a quien se

le ha notificado válidamente ésta no lo hace, se le declarará rebelde.

También será declarado rebelde el litigante que, notificado con la conclusión

del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado, no comparece

dentro del plazo fijado en el art ícul o 79” (el subrayado es propio).

Como se sabe, existe el derecho de cada persona de solicitad la tutela jurisdiccional, y

en contraparte a ello se genera la carga de comparecer cuando otra persona solicita al Estado

que emplace a la primera para el inicio del proceso. Por tanto, la rebeldía se configura como

una resistencia a comparecer (Ledesma Narváez, 2008, pág. 534).

Es así que la rebeldía constituye una modalidad de la inacción, consistente en la omisión

de la contestación de la demanda dentro del plazo señalado. Por tanto, no se vincula con la

presencia o ausencia del demandado, por lo cual el hecho que se apersone o no al proceso

no tiene relevancia.

86
El otro supuesto de la rebeldía lo constituye el caso del litigante que, habiendo sido

notificado de la conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado. Sin

embargo, no comparece dentro del plazo fijado en el artículo 79 del CPC.

Asimismo, cabe destacar que la declaración de rebeldía se fundamenta en la necesidad

de impedir que el proceso se paralice por la incomparecencia del demandado o por el

abandono que las partes pueden efectuar con posterioridad a la comparecencia. Dicha

inactividad no puede frustrar la declaración o realización de los derechos del demandante,

como la inactividad del mismo no puede impedir que el demandado obtenga una sentencia

absolutoria que lo proteja –mediante la excepción de la cosa juzgada-, de una nueva demanda

(Hinostroza Minguez, “Comentarios al Código Procesal Civil”, 2010, pág. 907).

Propiamente hablando, no existe el deber de acudir a un proceso, por lo cual el individuo

es libre de asistir o no. De acuerdo a lo anterior podemos sostener que, si bien es cierto que

las partes tienen reconocido el derecho a la acción y a la tutela jurisdiccional y, por

consiguiente, también les son reconocibles el derecho a la defensa, dicho reconocimiento no

puede ser en orden absoluto de modo tal que se coloque en manos de ellas el destino del

proceso. Por tanto, son los fines del proceso y los derechos de la otra parte los que sostienen

o fundamentan la existencia del instituto de la rebeldía.

Asimismo, la jurisprudencia aplicable a la norma citada, es la siguiente:

“Si el emplazado, quien tiene la condición de rebelde, en apelación y sin

acompañar ninguna prueba, niega no solo la autenticidad de las facturas sino la

entrega de las mercaderías y hasta los documentos que se atribuyen como

sustentatorios de pago a cuenta de su aporte, no destruye la presunción relativa

sobre la verdad de los hechos, tanto más si se reconoce la vinculación comercial

que relacionaba a las partes”. En el EXP. N° 3726-98, Sala de Procesos

Abreviados y de Conocimiento (Ledesma, 2008, pág. 458).


87
“La rebeldía es una sanción impuesta al justiciable que incumplió en contestar un

traslado o realizar un acto procesal ordenado y, es también, un medio de

presunción judicial”, en el Exp. N° 1560-95, Quinta Sala Civil (Ledesma,2008,

pág. 458).

La primera jurisprudencia reconoce que la rebeldía configura una presunción

desfavorable al ausente, y al mismo tiempo nos indica que dicha presunción no es absoluta,

sino relativa. Ello refleja que el magistrado no se encuentra obligado a resolver sin analizar

adecuadamente las pruebas presentadas. Precisamente, lo que la judicatura señala es que el

rebelde no ha presentado las pruebas que permitan destruir la presunción relativa, ya que el

juez no le ha dicho “usted no puede presentar pruebas por ser rebelde”, sino “Ud. no ha

presentado prueba alguna en respaldo de su afirmación”.

En lo relativo a la segunda jurisprudencia, debemos señalar que la declaración en

rebeldía debe ser vista más que como un castigo o sanción, una declaración cuya finalidad

es asegurar la continuidad del proceso, declarando que una de las partes (el demandado) ha

optado por no ejercer la carga pendiente de presentarse a Derecho, tal como hemos venido

explicando respecto a la naturaleza de esta institución.

4.8.Los efectos de la declaración de la rebeldía

Los efectos de la declaración de rebeldía se encuentran prescrito en el Artículo 461 del

CPC, en donde prescribe:

“La declaración de rebeldía causa presunción legal relativa sobre la verdad

de los hechos expuestos en la demanda, salvo que:

1. Habiendo varios emplazados, alguno contesta la demanda;

2. La pretensión se sustente en un derecho indisponible;

88
3. Requiriendo la ley que la pretensión demandada se pruebe con

documento, este no fue acompañado a la demanda; o

4. El juez declare, en resolución motivada, que no le producen

convicción.”

La situación de rebeldía constituye el fundamento para la presunción de veracidad de

los hechos expuestos en la demanda, excepto las situaciones referidas:

a. La contestación de la demanda por uno de los litisconsortes beneficia a los

restantes. Por ello, no se altera la unidad del proceso, el cual no puede ser

fraccionado sobre la base del número de sujetos que actúan en una misma

posición de parte, como ocurre en el caso de los litisconsortes necesarios, por

ejemplo.

b. Existen los casos de derechos que no son disponibles, tal como los derivados de

la filiación y adopción.

c. El que se haya declarado la rebeldía no obliga al juez a aceptar una pretensión

que carezca de algún requisito de admisibilidad exigido por la ley. Por ejemplo,

en el caso de una tercería vemos que el artículo 535 del CPC establece que la

pretensión debe ser probada con documento público o privado de fecha cierta.

Por tanto, si no existe dicho documento al momento de interponer la demanda,

no se puede aplicar la presunción legal relativa a efectos de suplir o subsanar

dicha omisión en la presentación el referido documento.

d. La presunción legal relativa no puede consolidar una solución basada en los

alegatos de la otra parte, si es que los mismos no le generan certeza alguna al

juzgador. Por tanto, no existe el deber del juez de aceptar una pretensión que, a

pesar de la declaración de rebeldía, no resulta sostenible. Optar por lo contrario

hubiera significado patrocinar una salida injusta. El sustrato material de un


89
proceso es un debate cuya finalidad es la generación de un estado de certeza en

la conciencia del magistrado. En tal medida, si los medios aportados no son

idóneos para producir convicción sobre lo alegado, el juez debe declarar ello en

una resolución motivada.

Es así que, Paredes citado por Quiroz (2012) ha señalado que la utilidad de la rebeldía

radica en la presunción que genera, por lo cual habilita al juez a sentenciar sin necesidad

de pasar a la actuación probatoria si los hechos expuestos en la demanda aparecen

verosímiles, sin embargo, el juez puede descartar esta presunción cuando dichos hechos

no le producen convicción (pág19).

Ello es reconocido en la doctrina extranjera del siguiente modo:

“… el juez apreciará las pruebas acumuladas y en la sentencia tomará

en consideración aquellas producidas; cada uno sufrirá los perjuicios ante la

omisión de liberarse de las cargas correspondientes. En consecuencia, si el actor

no justificó prima facie los extremos de su pretensión, o los hechos alegados no

resultan congruentes con las consecuencias jurídicas pretendidas, la demanda

podrá ser desestimada aun cuando medie rebeldía del demandado” (De Santos,

1981, pág. 212).

Por tanto, la declaración de rebeldía no exime a la otra parte de su deber de presentar

medios probatorios, lo cual no anula que el juez se encuentra facultado para obviar la etapa

probatoria siempre y cuando la otra parte haya aportado el suficiente material probatorio

para generar el convencimiento de la certeza del derecho alegado. Es así que se puede

proceder al juzgamiento anticipado, siempre y cuando la declaración de rebeldía haya

generado una presunción legal relativa de verdad. Asimismo, cabe señalar lo siguiente:

 La declaración de rebeldía no conlleva la exclusión definitiva de las

posibilidades para que el demandado comparezca al proceso, dado que no


90
significa la extinción de su derecho a comparecer a juicio, derecho que nace de

la existencia de una relación sustantiva, lo cual a su vez se traduce en su posición

de parte material (Hinostroza , 2004, pág. 913).

 La situación de rebeldía puede terminar en cualquier instante, cuando el

demandado comparece al proceso.

 A partir de la comparecencia del demandado al proceso, todas las diligencias

procesales (notificación, citación, etc.) se entienden con él, los actos procesales

que hayan sido cumplidos durante la situación de rebeldía, si es que no están

afectos de nulidad, quedan firmes y, por tanto, no pueden ser modificados.

 El demandado puede realizar todos los actos previstos legalmente, únicamente

con posterioridad al momento de su comparecencia, puesto que el desarrollo del

proceso en ningún caso va a retroceder como consecuencia de la presentación

del rebelde al proceso.

 Como consecuencia de lo anterior es que el demandado no puede solicitar un

nuevo traslado o que comience a correr un nuevo plazo, ni podrá efectuar

alegaciones fácticas que pudo plantear en la contestación, y similar situación

respecto al ofrecimiento de pruebas y otros actos procesales.

 La comparecencia e incorporación de quien ha sido rebelde al proceso, no se da

de forma automática, sino que primero debe solicitar su regreso en forma

expresa, a efectos de ser tenido por parte y debe constituir a tales efectos un

domicilio procesal. El tribunal debe aceptar su ingreso y mediante una

resolución debe ponerse fin al estado de rebeldía.

 Después de su presentación, el sujeto puede ejercer su legítimo derecho a la

defensa, pero continuando los trámites en el estado en que se hallen.

91
De acuerdo a la doctrina y legislación, si bien es cierto que la rebeldía no implica

necesariamente una confesión ficta o tácita de lo expuesto por la parte contraria, puede el

juez llegar a esa conclusión pues está facultado para estimar el silencio del rebelde como el

reconocimiento de la verdad de los hechos en que se funda la demanda. Sin embargo, la

rebeldía del demandado no significa que deban admitirse sin más las afirmaciones del actor

condenando por ello al rebelde, sino que, evaluando las conductas de las partes y las

circunstancias del proceso, debe establecerse si la presunción favorable al accionante que la

rebeldía implica, tiene su corroboración en la prueba producida en apoyo de la acción

instaurada.

Es así que un sector doctrinario sostiene que cuando no se encuentran involucrados

derechos fundamentales la rebeldía del demandado puede conducir a efectos tales como

(Montero, 1999, pág. 107):

a. La incomparecencia sea asumida como una conformidad con la pretensión, es decir,

constituya una modalidad de allanamiento;

b. El sujeto que no comparece al proceso es tenido como conforme con los hechos

expuestos en la demanda por la parte actora;

c. En líneas generales la rebeldía genera el efecto de dar por contestada la demanda,

asumiendo que en términos de oposición la resistencia puede consistir en la mera

negación de los elementos de la pretensión, y a dicho supuesto se equipara

formalmente –excepto ciertos supuestos-, la rebeldía del demandado, se ha optado

por clasificar la rebeldía del siguiente modo:

i. La rebeldía no altera el curso regular del proceso, desde que la sentencia queda

sometida al mérito de los autos. - En este caso se han presentado modalidades

distintas, las cuales finalmente apuntan a la misma solución. Mientras algunas

92
leyes disponen el procedimiento adaptándolo a lo concretado precedentemente,

en otros casos no se regulan sus consecuencias, resolviéndolo implícitamente.

ii. La rebeldía simplifica el procedimiento, al convertirse la cuestión en una de puro

derecho. En este caso también se encuentran variantes, como la consistente en

aplicar en forma absoluta los efectos de la rebeldía, determinando con ello la

derrota implícita del rebelde o condicionando sus efectos a la justicia de la acción.

La jurisprudencia correspondiente al artículo 461 del Código Procesal Civil es la

siguiente:

“Si bien se ha decretado la rebeldía de la demandada, también es verdad que

nuestro ordenamiento procesal no prohíbe valorar los medios probatorios presentados por el

rebelde, más aún, si con su apreciación se puede llegar a solucionar el conflicto”. Exp. N°

20785-98, Sala de Procesos Sumarísimos (Ledesma , 2011, pág. 69).

Esta jurisprudencia es importante: reconoce que la rebeldía nunca puede constituir una

situación que impida al proceso alcanzar sus fines materiales de arribar a una resolución

justa y proporcional a lo que efectivamente se ha logrado acreditar en el proceso, y que dicho

íter no excluye el derecho de presentar pruebas. Si precisamente se achaca al rebelde su

negativa a efectuar acto procesal alguno, el hecho de aportar pruebas constituye un acto

positivo, demostrativo de una voluntad de participación en el proceso y que coadyuva a la

construcción de la verdad y contribuye a la realización de los fines del proceso. Asumir cosa

distinta sería una forma de limitar la plena vigencia del derecho a la tutela jurisdiccional

efectiva, tanto de parte del propio demandante como del demandado declarado rebelde.

Así en la Casación N°1868-98-Callao de Sala Civil Transitoria, Corte Suprema de

Justicia con fecha 22 de julio de 1999, se indicó:

“La declaración de rebeldía causa presunción legal relativa sobre la verdad de

los hechos expuestos en la demanda, salvo que el juez en resolución motivada adopte otro
93
criterio, de donde resulta que: a) la presunción legal es una consecuencia de dicha

declaración, que no requiere de resolución expresa y que corresponde apreciar en sentencia;

b) la presunción relativa es juris tantum, esto es que se sujeta a probanza y por tanto no

exime al juzgador de examinar la prueba y de verificar los fundamentos de la pretensión; y,

c) que si el juez opta por expedir resolución declarando la presunción legal relativa y dispone

el juzgamiento anticipado del proceso, al momento de pronunciar sentencia, no puede

ignorar ni prescindir de su anterior resolución, de tal manera que si después de analizado el

proceso para emitir sentencia, obtiene una conclusión distinta a la presunción establecida,

necesariamente debe referirse a ella”(Hinostroza, 2010, pág. 448).

Esta sentencia destaca que, si la recta conciencia del juez determina que la presunción

legal relativa instaurada por la rebeldía del demandado, ha sido enervada por el respectivo

material probatorio, debe declarar dicha conclusión alternativa.

“Debe declararse la nulidad de la resolución, si el juez al formular su declaración en

aplicación del inciso 4 artículo 461 del CPC no cumple con motivar su resolución” Exp. N°

1476-98, Sala de Procesos Sumarísimos. (Ledesma, 2011, pág. 69).

La presunción legal relativa configurada por la declaración de rebeldía, del mismo modo

que no libera a la parte demandante de la actividad probatoria para demostrar la verdad de

los hechos alegados, tampoco libera al órgano jurisdiccional de su deber de sopesar

adecuadamente el acervo probatorio presentado por el demandante, a efectos de verificar la

existencia de los hechos y el derecho alegado. La carencia de la motivación impide a las

partes y a la comunidad jurídica el conocer el razonamiento jurisdiccional y los hechos que

supuestamente probados, sostendrían el sentido de la resolución, por lo cual dicha carencia

de motivación constituye una limitación al derecho a la tutela jurisdiccional efectiva de las

partes procesales.

94
4.9.Los supuestos de rebeldía en la Nueva Ley Procesal del Trabajo

Ahora bien, encontramos que la Nueva Ley Procesal del Trabajo (Ley N° 29497)

establece tres supuestos de rebeldía:

a) No concurrir a la Audiencia de conciliación:

Al asumir como objetivo la autocomposición en el litigio laboral, la ley N° 29497 en su

artículo 43 establece que la no concurrencia a la Audiencia de Conciliación constituye una

forma de rebeldía.

Este presupuesto es el que usualmente se le conoce como incomparecencia física del

demandado; antiguamente se ordenaba su presencia del demandado de manera compulsiva

al proceso, ya que sin la presencia de este no se podía seguir la actuación del procedimiento,

toda vez que era necesario que el demandado ejerciera su derecho de defensa. Sin embargo,

esta concepción ha ido evolucionando a través de la historia y ahora se le considera a este

presupuesto como una carga procesal dejando atrás la noción de obligación Es así que, la

NLPT que convierte la asistencia o comparecencia física del demandado a la audiencia de

conciliación en una carga procesal, en caso de inasistencia de este último trae como

consecuencia efectos desfavorables. (Quiroz, 2012, pág. 16).

Se debe destacar que en la declaración de rebeldía no se toma en cuenta el elemento

subjetivo que tiene el sujeto pasivo en comparecer al proceso, y por lo contrario esta

declaración está dentro del elemento objetivo de la incomparecencia al proceso. Así pues, al

determinar a la audiencia de conciliación como una antesala a la audiencia de juzgamiento,

el legislador ha querido que la controversia concluya en un acuerdo satisfactorio mediante

la conciliación, lo cual evitara pasar al juzgamiento, para ello ha utilizado esta herramienta

procesal para asegurar que el sujeto pasivo asista a la audiencia de conciliación al consignar

a la incomparecencia como una carga procesal; estando acorde con los principios que

95
inspiran a la reforma procesal laboral que son oralidad e inmediación, los cuales tienen

relación directa con la concurrencia e interacción de las partes a las audiencias (Quiroz, 2012,

págs. 16-17).

La NLPT establece que la inasistencia a la audiencia de conciliación es un supuesto

jurídico para declarar rebeldía al demandado, siendo de manera automática; lo que significa

que, sin la necesidad que se realice mayor trámite de parte del demandante o del juez. Ya

que, la constitución automática del estado de rebeldía opera en todos los casos en que el

sujeto pasivo no concurra a la audiencia de conciliación, incluso cuando la pretensión

materia del litis se base en derechos de carácter indisponible o irrenunciable (Aválos, 2011,

pág. 537).

Como indica el autor Quiroz (2012) que la contestación de la demanda está relacionada

con este supuesto de inasistencia a la audiencia de conciliación ya que imposibilitaría al

demandado poder presentar la contestación de la demanda en la audiencia de conciliación

en caso no se logre llegar a un acuerdo (pág. 16). Lo cual discrepamos porque se estaría

limitando el derecho a la defensa que goza el demandado y podría estar afectando al debido

proceso; además que, se está confundiendo la naturaleza de la rebeldía que es carga procesal,

lo que acarrea consecuencias jurídicas desfavorables.

b) No acreditar poderes para conciliar:

En este supuesto (también regulado en el artículo 43 de la Ley N° 29497) aunque el

representante del empleador ha acudido a la Audiencia de Conciliación, en caso que no

acredite los poderes necesarios y suficientes para alcanzar la conciliación (lo cual se refleja

en el poder de disposición de derechos patrimoniales o de otra índole del empleador), ello

determina la imposibilidad de arribar a acuerdo conciliatorio alguno, por lo cual la Audiencia

de conciliación vería frustrado su objetivo.

96
Considerándose este supuesto una de las novedades que ha traído NLPT en el proceso

laboral peruano, debido a la importancia que tiene la conciliación en la reforma como un

mecanismo alternativo de solución de la controversia laboral. Es así que, se advierte la

existencia de una controversia al momento de aplicación en el proceso ordinario; porque se

presentaba el caso en que el representante del demandado no se presentaba con los poderes

suficientes para conciliar, pero tenía el escrito de la contestación de la demanda, lo que trae

la siguiente pregunta: ¿sería factible admitir la contestación o no? ; ante esto mediante el

pleno jurisdiccional del año 2012 por un voto en mayoría señalan que: “el demandado que

incurre en rebeldía automática por no tener poderes para conciliar sí puede contestar la

demanda”, y esto en base a que el rebelde puede incorporarse al proceso en el estado en que

se encuentre sin la posibilidad de renovar los actos previos, por lo que el sujeto pasivo se

encuentra habilitando legalmente para contestar la demanda (Quiroz, 2012, pág. 18).

Sin embargo, en la doctrina existe una posición en contra de lo decidido por los jueces

porque consideran que la parte que no se pudo participar en la audiencia de conciliación, la

cual es considerada única, se encuentra imposibilitado de presentar la contestación de la

demanda (Toyama, 2012, pág. 240).

c) No se contesta la demanda:

Este supuesto se encuentra regulado en el artículo 43 de la citada Ley. Se trata del

supuesto por excelencia de la rebeldía. Cabe destacar que éste era el original y único supuesto

de rebeldía regulado en la anterior Ley Procesal Laboral.

La estructura que se encuentra diseñado el proceso laboral ordinario se basa en que el

demandado debe asistir con el escrito de la contestación de la demanda a la audiencia de

conciliación, pues mediante la presentación de este escrito ante el juez, el demandado

ejercerá su derecho a la defensa, ya que la contestación es un acto procesal a través del cual

se plasma el derecho de contradicción; es así que, es la oportunidad que tiene el demandado


97
para desvirtuar los hechos alegado por su contraparte con la presentación de los medios

probatorios, además de las excepciones y defensas previas pertinentes (Quiroz, 2012, pág.

17).

En cuanto a este supuesto hemos encontrado que en la doctrina existe una crítica porque

piensa que se está confundiendo que es una carga procesal y que el presentar la contestación

de la demanda es parte de la esfera del derecho a la defensa que tiene todo demandado (Priori,

2011).

98

También podría gustarte