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Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción por Peter Paul Rubens, en el Museo del Prado.

La Inmaculada Concepción, conocida también como


la Purísima Concepción, es un dogma de la Iglesia
católica decretado en 1854 que sostiene que la
Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer
momento de su concepción por los méritos de su
hijo Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil
años de tradición cristiana al respecto.
No debe confundirse este dogma con la doctrina del nacimiento
virginal de Jesús, que sostiene que Jesús fue concebido sin
intervención de varón mientras que María
permaneció virgen antes, durante y después del parto.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción,
la Iglesia católica contempla la posición especial de María por
ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María desde el momento de su
concepción de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos
los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre
de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la expresión «llena de gracia»
(Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la
oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.

Definición dogmática[editar]
La definición del dogma, contenida en la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854,
promulgada por el Papa Pío IX, dice lo siguiente:
[...] Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de
nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos,
afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue
preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por
singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador
del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída
por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en
su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su
fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de
palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo
mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
La Virgen de Guadalupe, Patrona de México y
Emperatriz de las américas.
Fiesta: 12 de diciembre.

"Confiamos a Santa María de Guadalupe, Patrona


de México y de todo el continente, el destino de los
pueblos americanos y de su nueva evangelización."
Juan Pablo II, enero 1999.

La Virgen Santísima se apareció en el Tepeyac al Beato


Juan Diego en 1531. Como prueba de su visita la Virgen
milagrosamente hizo que en aquel lugar aparecieran
preciosas rosas de Castilla y que su imagen se quedara
permanentemente en la tilma de su siervo. Ya en España existía la advocación a la
Virgen de Guadalupe en Cáceres y en La Gomera.

La milagrosa imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México (y en todo el


mundo) con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la
Virgen bajo esta advocación son tan extraordinarios que no se puede menos que
exclamar: "El poder divino está aquí." Dios Todopoderoso se complace en derramar
sus dones por medio de aquella a quien El escogió para ser su madre.

Nunca han faltado, aun entre los católicos, los que rechazan la historicidad de las
apariciones de la Virgen. Pero estos ataques se convierten en oportunidades para
nuevos estudios. Así ocurrió con los exhaustivos estudios dirigidos por Fidel
González mccj en preparación para la canonización de Juan Diego y recogidos por la
agencia Zenit:

Quizá uno de los trabajos más originales del padre González, quien ha sido asistido
en esta labor por otros miembros de la comisión, Eduardo Chávez Sánchez y José
Luis Guerrero Rosado (cf. «El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego»,
Editorial Porrúa, México 1999, 564 pp.) es la presentación de 27 documentos o
testimonios indígenas guadalupanos y 8 de procedencia mixta indo-española. Entre
todos ellos, destaca el «El Nican Mopohua» y el llamado Códice «Escalada».

Los antiaparicionistas, sin embargo, no pueden explicar con elementos históricos


algunos aspectos decisivos de la historia de México sin tener en cuenta el milagro
de Guadalupe. Como, por ejemplo, el que, después una conquista dramática y tras
dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político nahuatl, en un
lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levantara en
seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que
con la Guadalupe de España coincide sólo en el nombre.

No explican tampoco cómo Guadalupe se convirtió en señal de una nueva historia


religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática
contraposición.

... Existen otras muchas pruebas históricas sobre la existencia de Juan Diego,
como, por ejemplo, la tradición oral, fuente decisiva al estudiar a los pueblos
mexicanos, cuya cultura era principalmente oral. Esta tradición, en esos casos suele
obedecer a cánones bien precisos y, en el caso de Guadalupe, siempre confirma la
figura histórica y espiritual de Juan Diego. Quien quiera profundizar en el aspecto
histórico del vidente de Guadalupe, puede leer a continuación el artículo inédito
escrito por una
La Sagrada Familia de Jesús, María y
José
La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela
auténtica y profundamenteQueridos amigos y hermanos de ReL: el
domingo siguiente a la Navidad, o en su defecto, el 30 de diciembre,
celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia. En medio de una fuerte crisis en
torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo
pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José.
La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela
auténtica y profundamente, puesto que desde la intensa comunión hay una
total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa elevando
cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del incienso, para darle gloria.
Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes
de San José, Santa María y el Niño Jesús.
San José es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas
veces sin comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y
confianza en Él.
La Santísima Virgen María desde el momento de la Anunciación, es el modelo
de entrega a Dios. En Ella vemos una continua vivencia de la dinámica de la
alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús
mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.

Jesús desde chico demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo
que su Padre le manda. María y José fueron sus primeros educadores.
Les invito a que recen conmigo esta Oración por la Familia escrita por san Juan
Pablo II, el Papa de la familia:
Dios, de quien proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra: Padre, que
eres amor y vida, haz que cada familia humana, sea, por medio de tu Hijo
Jesucristo, "nacido de mujer" y mediante el Espíritu Santo, fuente de Caridad
Divina, un verdadero santuario de vida y amor para las nuevas generaciones.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los cónyuges, para
bien propio y de todas las familias. Haz que las jóvenes generaciones
encuentren en la familia un fuerte sostén humano, para que crezcan en la
verdad y el amor.
Haz que el amor, reforzado por la gracia del Sacramento del Matrimonio, se
manifieste más fuerte que cualquier debilidad o crisis que puedan padecer las
familias. Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazaret, que la Iglesia
pueda cumplir su misión en nuestra familia, en medio de todas las naciones de
la tierra.

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