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Reina del Santísimo Rosario

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1
1. Por la señal de la Santa Cruz...

2. Señor mío Jesucristo...

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca anunciará tu alabanza.

V. Ven, ¡Oh Dios!, en mi ayuda.

R. Apresúrate, Señor, a socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

2
CREDO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre,
todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén.

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Tabla de contenido
MISTERIOS GOZOSOS .............................................................................5
1. La Encarnación del Hijo de Dios .................................................5
2. La Visitación de María a su prima Santa Isabel ..........................7
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén. ...................................9
4. La Presentación de Jesús en el Templo..................................11
5. Jesús, perdido y hallado en el templo. .....................................13
MISTERIOS LUMINOSOS .......................................................................15
1. El Bautismo del Señor ..............................................................15
2. Las Bodas de Cana ....................................................................17
3. El anuncio del Reino de Dios ....................................................19
4. La Transfiguración en el Monte tabor ......................................21
5. La Institución de la Eucaristía ...................................................23
MISTERIOS DOLOROSOS .......................................................................25
1. La oración de Jesús en el huerto ..............................................25
2. La Flagelación del Señor ...........................................................27
3. La Coronación de Espinas .........................................................29
4. La Cruz a cuestas ......................................................................31
5. Jesús Muere en la Cruz .............................................................33
MISTERIOS GLORIOSOS.........................................................................35
1. La Resurrección del Señor ........................................................35
2. La Ascensión del Señor a los Cielos ..........................................37
3. La Venida del Espíritu Santo.....................................................39
4. La Asunción de Nuestra Señora. ..............................................41
5. La Coronación de María Santísima. ..........................................43
LETANÍAS ..............................................................................................46
15 Promesas del Santo Rosario .............................................................49

4
MISTERIOS GOZOSOS
1. La Encarnación del Hijo de Dios
Evangelio según San Lucas (Lc 1,26-38).
26 Al sexto mes el
ángel Gabriel fue
enviado por Dios a
una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, 27 a
una joven virgen que
estaba comprometida
en matrimonio con un
hombre llamado José,
de la familia de
David. La virgen se
llamaba María.

28 Llegó el ángel hasta


ella y le dijo:
«Alégrate, llena de
gracia, el Señor está
contigo.» 29 María
quedó muy
conmovida al oír estas
palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo.

30 Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el


favor de Dios. 31 Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que
pondrás el nombre de Jesús. 32 Será grande y justamente será
llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su
antepasado David; 33 gobernará por siempre al pueblo de Jacob y
su reinado no terminará jamás.»

34 María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy


virgen?» 35 Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre
ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño
santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. 36 También tu
parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no

5
podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo.
37 Para Dios, nada es imposible.»
38 Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como
has dicho.» Después la dejó el ángel.

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor Jesus.

Comentario.

María santísima es la más grande de las criaturas, porque fue


elegida por Dios para ser la Madre de Jesús.

La divina maternidad de María es grande porque aceptó con plena


libertad esta enorme responsabilidad.

En efecto, en los planes de Dios no existe grandeza sin compromiso


y responsabilidad.

Ojalá que cada uno de nosotros trate de imitar a María, logrando


esta misma actitud de servicio y completa aceptación de la voluntad
de Dios. Que nadie diga: «Esto es un compromiso muy grande. No
puedo aceptarlo». En realidad, no hay salvación sin compromiso.

Si queremos hacer algo por la gloria de Dios y la salvación de


nuestros hermanos, tenemos que estar dispuestos a aceptar cada día
los planes de Dios según se nos vayan presentando, sin miedos y
temores injustificados.
En realidad, nada es imposible para el que confía en el poder de
Dios.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria — Gloria … Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

6
2. La Visitación de María a su prima Santa Isabel

Evangelio según San


Lucas (Lc 1,39-56).
39 Por entonces María
tomó su decisión y se fue,
sin más demora, a una
ciudad ubicada en los
cerros de Judá. 40 Entró
en la casa de Zacarías y
saludó a Isabel. 41 Al oír
Isabel su saludo, el niño
dio saltos en su vientre.
Isabel se llenó del Espíritu
Santo 42 y exclamó en alta
voz: «¡Bendita tú eres
entre las mujeres y
bendito el fruto de tu
vientre! 43 ¿Cómo he
merecido yo que venga a
mí la madre de mi Señor?
44 Apenas llegó tu saludo
a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. 45 ¡Dichosa tú
por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!»
46 María dijo entonces:
46 Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47 y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
48 porque se fijó en su humilde esclava,
48 y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.
49 El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí:
49 ¡Santo es su Nombre!
50 Muestra su misericordia siglo tras siglo
50 a todos aquellos que viven en su presencia.
51 Dio un golpe con todo su poder:
51 deshizo a los soberbios y sus planes.
52 Derribó a los poderosos de sus tronos
52 y exaltó a los humildes.

7
53 Colmó de bienes a los hambrientos
53 y despidió a los ricos con las manos vacías.
54 Socorrió a Israel, su siervo,
54 se acordó de su misericordia,
55 como lo había prometido a nuestros padres,
55 a Abraham y a sus descendientes para siempre.

56 María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su


casa.

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.

Comentario.

María, una vez que concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo,
sintió un gran deseo de llevarlo a otros. De inmediato fue a visitar a
su prima Isabel. La sola presencia de Jesús en el seno de María,
purificó y santificó a Juan el Bautista, antes de que naciera.

Así Jesús, por mediación de maría, pudo empezar a realizar su


misión salvadora. «Dichosa por haber creído» (Lc 1,45), dijo santa
Isabel a María. La fe en el poder de Dios, que siempre cumple sus
promesas, es la base para una vida auténticamente cristiana.

Si tuviéramos la misma fe de María en los planes de Dios, ¡cuán


distinta sería nuestra vida espiritual!

En efecto, la Biblia está llena de promesas para el que cree. Si todavía


nos quedamos pobres en el campo espiritual, es porque nos falta fe.

Pidamos a la Virgen María una grande fe en las promesas de Dios


y en sus planes de Amor.

8
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.

Evangelio según
San Lucas (Lc 2,1-
20).
1 Por aquellos días
salió un decreto del
emperador Augusto,
por el que se debía
proceder a un censo
en todo el imperio. 2
Éste fue llamado “el
primer censo”, siendo
Quirino gobernador
de Siria.
3 Todos, pues,
empezaron a moverse
para ser registrados
cada uno en su
ciudad natal. 4 José
también, que estaba
en Galilea, en la
ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada
Belén, porque era descendiente de David; 5 allí se inscribió con
María, su esposa, que estaba embarazada.

6 Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto


7 y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo
acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala
principal de la casa.

8 En la región había pastores que vivían en el campo y que por la


noche se turnaban para cuidar sus rebaños. 9 Se les apareció un
ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y
quedaron muy asustados.
10 Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a
comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría
para todo el pueblo: 11 hoy, en la ciudad de David, ha nacido para

9
ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. 12 Miren cómo lo
reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales
y acostado en un pesebre.»

13 De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al


ángel, y alababan a Dios con estas pa labras: 14 «Gloria a Dios en lo
más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de
su gracia.»

15 Después que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se


dijeron unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que
ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.» 16 Fueron
apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido
acostado en el pesebre. 17 Entonces contaron lo que los ángeles les
habían dicho del niño.

18 Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados


de lo que decían. 19 María, por su parte, guardaba todos estos
acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.


Comentario.

Bendito seas, Virgen Madre, cuyo seno albergó a Aquel que no cabe
en el cielo ni en la tierra y que quiso alimentarse con tu sangre
purísima.

Que tu nombre sea glorificado y tu maternal protección nos ampare


siempre. Enséñanos a ser humildes, a preferir siempre a los más
pobres y a no ambicionar nunca las grandezas de este mundo.

Que toda nuestra vida sea un himno a la gloria de Dios y un signo


de esperanza para los hombres de buena voluntad, los pobres y los
necesitados.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria — Gloria … Amén

10
4. La Presentación de Jesús en el Templo.

Evangelio según
San Lucas (Lc 2,22-
35).
22 Asimismo,
cuando llegó el día
en que, de acuerdo
con la Ley de Moisés,
debían cumplir el
rito de la
purificación,
llevaron al niño a
Jerusalén para
presentarlo al Señor,
23 tal como está
escrito en la Ley del
Señor: Todo varón
primogénito será
consagrado al Señor. 24
También ofrecieron
el sacrificio que
ordena la Ley del Señor: una pareja de tórtolas o dos pichones.

25 Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y


cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre
esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo
estaba con él. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no
moriría antes de haber visto al Mesías del Señor. 27 El Espíritu
también lo llevó al Templo en aquel momento.

27 Como los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que
mandaba la Ley, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios
con estas palabras:

29 Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le


has dicho.
30 Porque mis ojos han visto a tu sal vador,

11
31 que has preparado y ofreces a todos los pueblos,
32 luz que se revelará a las naciones
32 y gloria de tu pueblo, Israel.

33 Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que se


decía del niño. 34 Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Mira, este niño traerá a la gente de Israel caída o resurrección. Será una
señal de contradicción, 35 mientras a ti misma una espada te atravesará el
alma. Por este medio, sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos
íntimos de los hombres.»

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.

Comentario.

Jesús, al entrar a este mundo, dijo al Padre celestial: «Tu no quisiste


sacrificios, ni ofrendas, sino que me formaste un cuerpo. Aquí
vengo para cumplir tu voluntad» (Heb 10,5.9).

Ahora Jesús viene a ratificar aquella ofrenda, que hizo en el primer


instante de su concepción virginal. Y todo esto lo hace por medio de
María.

Que la Virgen María se digne presentarnos al Padre celestial como


ofrenda agradable, con nuestros sacrificios diarios, nuestras
alegrías, nuestros trabajos y nuestras angustias.

Nos enseñe a ser siempre fieles en el cumplimiento de nuestros


deberes religiosos, como lo fue ella que llevó a Jesús al templo para
cumplir con la Ley de Moisés.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria — Gloria … Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

12
5. Jesús, perdido y hallado en el templo.

Evangelio según
San Lucas (Lc 2,41-
52).
41 Los padres de
Jesús iban todos los
años a Jerusalén para
la fiesta de la
Pascua. 42 Cuando
Jesús cumplió los
doce años, subió
también con ellos a la
fiesta, pues así había
de ser. 43 Al terminar
los días de la fiesta
regresaron, pero el
niño Jesús se quedó
en Jerusalén sin que
sus padres lo
supieran.
44 Seguros de que
estaba con la
caravana de vuelta, caminaron todo un día. Después se pusieron a
buscarlo entre sus parientes y conocidos. 45Como no lo
encontraran, volvieron a Jerusalén en su búsqueda. 46 Al tercer día
lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la
Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que le
oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas.

48 Sus padres se emocionaron mucho al verlo; su madre le decía:


«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado
muy angustiados mientras te buscábamos.» 49 El les contestó: «¿Y
por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi
Padre?» 50 Pero ellos no comprendieron esta respuesta.
51 Jesús entonces regresó con ellos, llegando a Nazaret.
Posteriormente siguió obedeciéndoles. Su madre, por su parte,
guardaba todas estas cosas en su corazón.

13
52 Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia,
ante Dios y ante los hombres.

— Palabra del Señor.


— Gloria a ti, Señor.

Comentario al Quinto Misterio Gozoso.

María y José perdieron a Jesús y su corazón se llenó de un grande


dolor. Lo mismo tenemos que sentir nosotros al apartarnos de Jesús
a causa del pecado. Pidamos a la Virgen María y a San José que nos
ayuden a buscar continuamente a Jesús, mediante la oración, el
estudio de la Biblia y la práctica de los sacramentos.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

14
MISTERIOS LUMINOSOS
1. El Bautismo del Señor
Evangelio según San
Mateo (Mt 3,11-17).
11 Yo los bautizo en el
agua, y es el camino a la
conversión. Pero des
pués de mí viene uno con
mucho más poder que yo
–yo ni siquiera merezco
llevarle las sandalias– , él
los bautizará en el
Espíritu Santo y el
fuego. 12 Ya tiene la pala
en sus manos para
separar el trigo de la paja.
Guardará el trigo en sus
bodegas, mientras que la
paja la quemará en el
fuego que no se apaga.»

13 Por entonces vino


Jesús de Galilea al
Jordán, para encontrar a
Juan y para que éste lo bautizara. 14 Juan quiso disuadirlo y le dijo:
«¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti.»
15 Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este
modo cumpliremos todo como debe hacerse.» Entonces Juan
aceptó.
16 Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se
abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una
paloma y se posaba sobre él. 17 Al mismo tiempo se oyó una voz
del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; en él me
complazco.»

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.

15
Comentario al Primer Misterio de Luz.

La predicación de Juan Bautista en el desierto de Judea, marcó para


Jesús el comienzo de su vida pública. Cuando oyó hablar de él, salió
a su encuentro, se hizo bautizar por él, y luego se fue al desierto,
donde permaneció 40 días y 40 noches orando y haciendo
penitencia, en una especie de retiro espiritual. De esta manera se
preparaba interiormente para empezar a anunciar de viva voz, el
mensaje de amor que Dios Padre le había confiado, y que él mismo
ya vivía en su vida cotidiana en Nazaret.

Dios Padre y el Espíritu Santo confirmaron a Jesús en su decisión y


en su misión, dejando escuchar su voz y manifestando su presencia
en forma sensible, como para que a nadie le quede ninguna duda.
Jesús es el Hijo encarnado de Dios, su Mensajero, su Enviado, y está
lleno de su Espíritu, que lo anima e impulsa; nosotros debemos
escucharlo con atención y hacer realidad en nuestra vida sus
palabras y su ejemplo, si queremos complacer a Dios como él mismo
hace.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

16
2. Las Bodas de Cana

Evangelio según San


Juan (Jn 2,1-11).

1 Tres días más tarde se


celebraba una boda en
Caná de Galilea, y la
madre de Jesús estaba
allí. 2 También fue
invitado Jesús a la boda
con sus
discípulos. 3 Sucedió que
se terminó el vino pre
parado para la boda, y se
quedaron sin vino.
Entonces la madre de
Jesús le dijo: «No tienen
vino.» 4 Jesús le
respondió: «Qué quieres
de mí, Mujer? Aún no ha
llegado mi hora.»

5 Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.»


6 Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos
para sus purificaciones, de unos cien litros de capacidad cada
uno. 7 Jesús dijo: «Llenen de agua esos recipientes.» Y los llenaron
hasta el borde. 8 «Saquen ahora, les dijo, y llévenle al mayordomo.»
Y ellos se lo llevaron.

9 Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo


llamó al novio, pues no sabía de dónde provenía, a pesar de que lo
sa bían los sirvientes que habían sacado el agua. 10 Y le dijo: «Todo
el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han
bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el
mejor vino para el final.»
11 Esta señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Caná de
Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

17
— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.

Comentario al Segundo Misterio de Luz.

Es una gran alegría que la primera manifestación pública de Jesús,


su primer milagro, haya tenido lugar en una fiesta de bodas.

Cuando se tiene verdadera fe, cuando se cree de verdad, es fácil


entender que Dios que nos ama, quiere siempre lo mejor para
nosotros, y que su voluntad salvadora no se opone nunca a nuestra
felicidad, como muchos creen. Al contrario. La busca, desea
dárnosla, hace todo lo que está a su alcance para que lleguemos a
tenerla en plenitud. Pero la verdadera felicidad, no la aparente
felicidad, la felicidad momentánea que nos dan los placeres del
mundo, que también conducen al hastío.

Ser cristiano de verdad, discípulo auténtico de Jesús, es para


nosotros una verdadera fiesta, una fiesta del amor y de la vida, una
fiesta que llena nuestro corazón de alegría y de esperanza. Una
fiesta que nos permite vislumbrar la eternidad bienaventurada y
nos prepara para el encuentro cara a cara con el Dios que es Amor
y Vida en plenitud. Un banquete de bodas en el que el mejor vino
es Jesús mismo que se nos da como bebida de salvación.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

18
3. El anuncio del Reino de Dios

Evangelio según San


Marcos (Mc 1,14-20).

14 Después de que
tomaron preso a Juan,
Jesús fue a Galilea y
empezó a proclamar
la Buena Nueva de
Dios. 15 Decía: «El
tiempo se ha
cumplido, el Reino de
Dios está cerca.
Renuncien a su mal
camino y crean en la
Buena Nueva.»

16 Mientras Jesús
pasaba por la orilla
del mar de Galilea,
vio a Simón y a su
hermano Andrés que
echaban las redes en
el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús les dijo: «Síganme y yo los
haré pescadores de hombres.» 18 Y de inmediato dejaron sus redes
y le siguieron.
19 Un poco más allá Jesús vio a Santiago, hijo de Zebedeo, con su
hermano Juan, que estaban en su barca arreglando las
redes. 20 Jesús también los llamó, y ellos, dejando a su padre
Zebedeo en la barca con los ayudantes, lo siguieron.

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor

19
Comentario al Tercer Misterio de Luz.

Toda la vida de Jesús, toda su predicación, todos sus milagros,


tuvieron un sólo objetivo, anunciar y hacer presente en el mundo lo
que él llamó el Reino de Dios, el reinado de Dios, que no es otra cosa
que permitir que Dios sea el soberano, el dueño y señor de nuestro
corazón y de nuestra vida, y del mundo entero. Teniendo la plena
convicción de que cuando buscamos y permitimos que esto ocurra,
alcanzamos la plenitud de nuestro ser y la felicidad que todos
anhelamos y buscamos.

Dios no es de ninguna manera un estorbo para nuestra dicha, como


muchos piensan y nos hacen creer. Dios es nuestra mayor alegría.
Dios es nuestra única y verdadera esperanza. Dios es nuestra paz.
Dios es el amor en plenitud. Cuando abrimos nuestro corazón a Él
y a lo que Él desea para nosotros, somos verdaderamente felices y
nuestra vida logra su plena realización. No importa que sucedan
cosas que aparentemente no son compatibles con la felicidad, o que
implican un obstáculo para conseguirla, porque como decía santa
Teresa: "Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta".

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

20
4. La Transfiguración en el Monte tabor

Evangelio según
San Lucas (Lc 9,28-
36).

28 Unos ocho días


después de estos
discursos, Jesús
tomó consigo a
Pedro, a Santiago y a
Juan y subió a un
cerro a orar. 29 Y
mientras estaba
orando, su cara
cambió de aspecto y
su ropa se volvió de
una blancura
fulgurante. 30 Dos
hombres, que eran
Moisés y Elías,
conversaban con
él. 31Se veían en un
estado de gloria y hablaban de su partida, que debía cumplirse en
Jerusalén.

32 Un sueño pesado se había apoderado de Pedro y sus


compañeros, pero se despertaron de repente y vieron la gloria de
Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Como éstos estaban
para irse, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno que estemos
aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías.» Pero no sabía lo que decía.

34 Estaba todavía hablando, cuando se formó una nube que los


cubrió con su sombra, y al quedar envueltos en la nube se
atemorizaron. 35 Pero de la nube llegó una voz que decía: «Este es
mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo.» 36 Después de oírse estas
palabras, Jesús estaba allí solo.

21
36 Los discípulos guardaron silencio por aquellos días, y no
contaron nada a nadie de lo que habían visto.
— Palabra del Señor.
— Gloria a ti, Señor.

Comentario al Cuarto Misterio de Luz.

Este episodio de la vida de Jesús tuvo lugar, según lo señalan los


evangelios, unos días antes de su juicio y condena en la ciudad santa
de Jerusalén, y fue para los tres discípulos que estaban con él, una
verdadera visión de su gloria, destinada a darles paz en los
momentos de dolor que estaban próximos a ocurrir. De manera
semejante a lo que sucedió cuando fue bautizado por Juan en el río
Jordán, Dios Padre se hizo presente y dejó escuchar su voz
reconociendo a Jesús como su Hijo muy querido, pero esta vez
señaló además a quienes estaban presentes, la necesidad de que
escucharan su voz y su mensaje.

Escuchar a Jesús es, sin duda, escuchar a Dios; oír su Palabra de


verdad y de vida; permitir que su amor nos transforme, nos
transfigure, haga de cada uno de nosotros un verdadero hijo o hija
de Dios.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

22
5. La Institución de la Eucaristía

Evangelio
según San
Lucas (Lc
22,14-20).
14 Llegada la
hora, Jesús se
puso a la mesa
con los
apóstoles 15 y
les dijo: «Yo
tenía gran deseo
de comer esta
Pascua con
ustedes antes de

padecer. 16 Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que


sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios.»

17 Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomen esto y
repártanlo entre ustedes, 18 porque les aseguro que ya no volveré a
beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de
Dios.» 19 Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio
diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. (Hagan
esto en memoria mía.» 20 Hizo lo mismo con la copa después de
cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi
sangre, que es derramada por ustedes»).

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

23
Comentario al Quinto Misterio de Luz.

En la Última Cena con sus discípulos, Jesús instituyó para nosotros


el maravilloso Sacramento de la Eucaristía, que lo hace eternamente
presente en el mundo, bajo las especies del pan y del vino,
consagrado por la efusión del Espíritu Santo y las palabras del
sacerdote.

Recibir la Eucaristía es alimentarnos con el Cuerpo y la Sangre de


Jesús, es decir, con su vida, para empezar a ser como él. Para amar
a los demás como él amó a todas las personas que encontró en su
camino. Para servir a los demás como él sirvió a quienes solicitaban
su ayuda. Para perdonar como él perdonó a los pecadores con
quienes se encontró, incluyendo a quienes lo condenaron a muerte
y quienes ejecutaron la pena. Para anunciar la verdad de Dios, su
santidad y su justicia, como él lo hizo con cada una de sus palabras
y de sus acciones.

Tenemos que tomar conciencia clara de esto. Acercarnos a recibir a


Jesús en la Eucaristía tiene que transformarnos poco a poco en
personas humildes, sencillas, bondadosas y amorosas como él. Si
esto no se realiza, es que todavía no hemos comprendido lo que
estamos haciendo y no hemos abierto las puertas de nuestro
corazón a la verdad y al amor transformante de Dios.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

24
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La oración de Jesús en el huerto

Evangelio según San San Lucas (Lc 22,39-48).


39 Después Jesús salió y se
fue, como era su costumbre,
al monte de los Olivos, y lo
siguieron también sus
discípulos. 40 Llegados al
lugar, les dijo: «Oren para
que no caigan en
tentación.»

41 Después se alejó de ellos


como a la distancia de un
tiro de piedra, y doblando
las rodillas oraba 42 con
estas palabras: «Padre, si
quieres, aparta de mí esta
copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.»

43 (Entonces se le apareció
un ángel del cielo para
animarlo. 44 Entró en
agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas
de sangre que caían hasta el suelo.)

45 Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los


discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza. 46 Les
dijo: «¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en
tentación.»

25
47 Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo encabezado por
Judas, uno de los Doce. Como se acercara a Jesús para darle un
beso, 48 Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del
Hombre?»

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.

Comentario.
Después de la última Cena, Jesús se dirigió al huerto de los Olivos
y se puso en oración. Delante de sus ojos desfilaron los pecados de
toda la humanidad, desde Adán hasta el último hombre que vivirá
en este mundo. Su corazón no resistió frente a tanto horror y tanta
rebeldía en contra de Dios. Sus venas estallaron y su cuerpo se
cubrió de un sudor de sangre.

En este momento tan doloroso, lo que más lo hizo sufrir fue darse
cuanta que para muchos su sangre sería inútil, puesto que no iban
a querer convertirse, dejando el pecado.

«Padre mío —gimió Jesús—, si es posible aleja de mi este cáliz…


¡Pero que se cumpla tu voluntad y no la mía!».

Señor Jesús, ten misericordia de nosotros. Todos hemos desfilado


delante de ti durante aquella tremenda agonía. Perdón, Señor, por
la sangre preciosa que derramaste en aquella hora tan triste.

Enséñanos a orar para no volver a caer en el pecado. Danos la fuerza


para estar siempre despiertos en los momentos más importantes de
nuestra vida y de la vida de la Iglesia y la sociedad. Que no nos
dejemos vencer por el sueño, dejando a tus enemigos campo libre
para hacer el mal.

Señor Jesús, no permitas que el amor a las cosas materiales nos aleje
de Ti, como sucedió a Judas.
Que nunca lleguemos a traicionarte por ninguna razón.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria — Gloria … Amén

26
2. La Flagelación del Señor

Evangelio según San San Marcos (Mc 15,6-15).

6 Cada año, con


ocasión de la
Pascua, Pilato solía
dejar en libertad a
un preso, a elección
del
pueblo. 7 Había
uno, llamado
Barrabás, que
había sido
encarcelado con
otros revoltosos
por haber
cometido un
asesinato en un
motín. 8 Cuando el
pueblo subió y
empezó a pedir la
gracia como de
costumbre, 9 Pilato les preguntó: «¿Quieren que ponga en libertad
al rey de los judíos?» 10 Pues Pilato veía que los jefes de los
sacerdotes le entregaban a Jesús por una cuestión de
rivalidad. 11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que
pidiera la libertad de Barrabás. 12 Pilato les dijo: «¿Qué voy a hacer
con el que ustedes llaman rey de los judíos?» 13 La gente gritó:
«¡Crucifícalo!» 14 Pilato les preguntó: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Y
gritaron con más fuerza: «¡Crucifícalo!»

15 Pilato quiso dar satisfacción al pueblo: dejó, pues, en libertad a


Barrabás y sentenció a muerte a Jesús. Lo hizo azotar, y después lo
entregó para que fuera crucificado.

— Palabra del Señor.

27
— Gloria a ti, Señor.

Comentario.

Por temor a quedar mal con el pueblo, Pilato mandó flagelar a Jesús,
no obstante que lo reconociera inocente. Lo mismo hacemos
nosotros, cuando cometemos algún pecado por miedo a los que dirá
la gente. Preferimos la gloria que viene de los hombres a la que
viene de Dios.
Señor, apiádate de nosotros. Por intercesión de tu santísima Madre,
perdona la impureza de nuestras miradas, de nuestros
pensamientos y deseos.

Tú sabes que somos polvo. Danos fuerza para resistir a las


tentaciones y valor para hacer penitencia por los pecados
cometidos.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

28
3. La Coronación de Espinas

Evangelio según San


San Marcos (Mc
15,16-20).

16 Los soldados lo
llevaron al pretorio,
que es el patio interior,
y llamaron a todos sus
compañeros. 17 Lo
vistieron con una capa
roja y le colocaron en la
cabeza una corona que
trenzaron con
espinas. 18 Después
comenzaron a
saludarlo: «¡Viva el rey
de los judíos!» 19 Y le
golpeaban en la cabeza
con una caña, le
escupían y se
arrodillaban ante él
para rendirle homenaje.

20 Después de haberse burlado de él, le quitaron la capa roja y le


pusieron de nuevo sus ropas.

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

29
Comentario.

Jesús, el verdadero Rey del cielo y de la tierra, fue coronado como


rey de burla. Aquella escena triste y vergonzosa sigue repitiéndose
continuamente. Gobiernos, autoridades y pueblo en general siguen
burlándose de Jesús, hablando mal de la religión, de los sacerdotes,
de la Virgen, de los catequistas… Muchos siguen prefiriendo más a
Barrabás que a Jesús. Para ellos vale más el dinero, el sexo y el poder
que Jesús con su enseñanza y su amor. Confían más en los hombres
que en Cristo. Quisieran ver a Cristo desterrado de la política, la
escuela, el trabajo, el hogar y hasta el mismo corazón del hombre.

Señor Jesús, perdónales porque no saben lo que hacen. Nosotros


queremos que Tú sigas siendo nuestro rey. Estamos dispuestos a
dar la vida por tí y por tu Reino.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

30
4. La Cruz a cuestas

Evangelio según
San Lucas (Lc
23,26-31).

26 Cuando lo
llevaban,
encontraron a un tal
Simón de Cirene, que
volvía del campo, y
le cargaron con la
cruz para que la
llevara detrás de
Jesús.

27 Lo seguía
muchísima gente,
especialmente
mujeres que se
golpeaban el pecho y
se lamentaban por
él. 28 Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no
lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus
hijos. 29 Porque llegarán días en que se dirá: «Felices las mujeres
que no tienen hijos. Felices las que no dieron a luz ni
amamantaron.» 30 Entonces dirán: «¡Que caigan sobre nosotros los
montes, y nos sepulten los cerros!» 31 Porque si así tratan al árbol
verde, ¿qué harán con el seco?»

32 Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para


ejecutarlos. 33 Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo
crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el
otro a su izquierda.

— Palabra del Señor.


— Gloria a ti, Señor.

31
Comentario.

«Si alguien quiere ser mi discípulo —dijo Jesús en cierta ocasión—,


que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mc 8,34). Por lo
tanto, negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús, es
fundamental para cada cristiano.

Señor Jesús, ayúdanos a entender nuestra obligación como


discípulos tuyos. Enséñanos a renunciar a la flojera y a las
comodidades, para tomar nuestra cruz diaria y seguirte.

Que cada uno de nosotros pueda ser un verdadero cirineo, que te


ayude a llevar la grande cruz de la humanidad.

En efecto, mediante nuestros sufrimientos, aceptados con gozo, nos


transformamos en colaboradores de Cristo, en la grande obra de la
salvación. Por eso estamos meditando sobre la Pasión de Jesús: no
tanto para llorar por él, que ya no sufre, sino para tomar conciencia
del grave problema de nuestra salvación y la salvación de nuestros
hermanos.

«No lloren por mí —dijo Jesús—; más bien lloren por ustedes y por
sus hijos». Señor Jesús, ayúdanos a tener un verdadero
arrepentimiento de nuestros pecados y a luchar cada día más para
tener una vida nueva.

Danos fuerza también para luchar por la salvación de nuestros


hermanos.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

32
5. Jesús Muere en la Cruz

Evangelio según
San Juan (Jn. 19,
25-30).

25 Cerca de la cruz de
Jesús estaba su
madre, con María, la
hermana de su
madre, esposa de
Cleofás, y María de
Magdala. 26 Jesús, al
ver a la Madre y
junto a ella al
discípulo que más
quería, dijo a la
Madre: «Mujer, ahí
tienes a tu hijo.» 27
Después dijo al discí-
pulo: «Ahí tienes a tu
madre.» Y desde
aquel momento el
discípulo se la llevó a
su casa.

28 Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo:


«Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura. 29 Había
allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja
empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. 30 Jesús
probó el vino y dijo: «Todo está cumplido.» Después inclinó la
cabeza y en-tregó el espíritu.

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

33
Comentario.

«Para los que se pierden, la


predicación de la cruz no
deja de ser locura. En
cambio, para los que
somos salvados es poder
de Dios» (1Cor 1,18).

Sí, Señor Jesús, en tu


muerte gloriosa el Padre
celestial manifestó su
sabiduría y su poder
salvador. En tu sangre
hemos sido salvados.

Te alabamos y te
adoramos, oh Cristo, pues
por tu Cruz redimiste al
mundo. Tú eres el Cordero
de Dios, que mediante su
muerte, borró nuestros
pecados. Gracias por tu grande amor. Que cada día podamos
descubrir siempre más la gravedad de nuestro pecado y la
inmensidad de tu amor por nosotros.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

34
MISTERIOS GLORIOSOS
1. La Resurrección del Señor
Evangelio según
San Mateo (Mt
28,1-8).
1 Pasado el sábado, al
aclarar el primer día
de la semana, fueron
María Magdalena y la
otra María a visitar el
sepulcro. 2 De
repente se produjo un
violento temblor: el
Angel del Señor bajó
del cielo, se dirigió al
sepulcro, hizo rodar
la piedra de la entrada
y se sentó sobre
ella. 3 Su aspecto era
como el relámpago y
sus ropas blancas
como la nieve. 4 Al
ver al Angel, los
guardias temblaron
de miedo y se
quedaron como muertos.

5 El Angel dijo a las mujeres: «Ustedes no tienen por qué temer. Yo


sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha
resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar
donde lo habían puesto, 7 pero vuelvan en seguida y digan a sus
discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta
camino a Galilea. Allí lo verán ustedes. Con esto ya se lo dije todo.»
8 Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una
alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los
discípulos.

35
— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor.

Comentario.

Al tercer día después de la muerte, Jesús resucitó glorioso.


Después de la duda, el sufrimiento, la agonía, la muerte y el
entierro, llegó el día de la gloria, la felicidad y la paz. Mediante su
muerte, Cristo nos liberó del pecado y mediante su resurrección nos
dio una nueva vida.
También nosotros, si queremos resucitar y vivir con Cristo, primero
tenemos que morir al pecado. En efecto, no podemos llegar al
domingo de resurrección sin pasar por el viernes santo, hecho de
renuncia y sufrimiento.
Y la señal de que hemos pasado de la muerte a la vida es el amor
hacia los hermanos (1 Jn 3,14), si amamos de veras a nuestros
hermanos, podemos estar seguros de que hemos resucitado con
Cristo.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

36
2. La Ascensión del Señor a los Cielos

Hechos de los
Apóstoles
(Hech 1,3-11).

3 De hecho, se
presentó a ellos
después de su
pasión y les dio
numerosas
pruebas de que
vivía. Durante
cuarenta días se
dejó ver por ellos
y les habló del
Reino de
Dios. 4 En una
ocasión en que
estaba reunido
con ellos les dijo
que no se
alejaran de Jerusalén y que esperaran lo que el Padre había
prometido. «Ya les hablé al respecto, les dijo: 5 Juan bautizó con
agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de
pocos días.»

6 Los que estaban presentes le preguntaron: «Señor, ¿es ahora


cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» 7 Les respondió: «No
les corresponde a ustedes conocer los tiempos y las etapas que
solamente el Padre tenía autoridad para decidir. 8 Pero recibirán la
fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes, y serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos
de la tierra.»

9 Dicho esto, Jesús fue arrebatado ante sus ojos y una nube lo ocultó
de su vista. 10 Ellos seguían mirando fijamente al cielo mientras se
alejaba. Pero de repente vieron a su lado a dos hombres vestidos de

37
blanco, 11 que les dijeron: «Amigos galileos, ¿qué hacen ahí
mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado volverá de la
misma manera que ustedes lo han visto ir al cielo.»

— Palabra del Señor.


— Gloria a ti, Señor.

Comentario.

Cuarenta días después de la resurrección, Jesús subió al cielo, donde


está sentado a la diestra del Padre.

«Si han resucitado con Cristo —nos advierte San Pablo—, busquen
las cosas de arriba, donde se encuentra Cristo, sentado a la diestra
de Dios. Piensen en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Pues
ustedes han muerto y su vida está ahora escondida con Cristo, en
Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, ustedes
también vendrán a la luz con él, y les tocará una parte de su gloria»
(Col 3,1-4).

La Resurrección y la Ascención de Jesús al cielo marcan el destino


final de cada hombre que sigue el camino de Cristo.
Que nadie ni nada nos distraigan de este camino precioso, que nos
lleva a la felicidad eterna.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

38
3. La Venida del Espíritu Santo

Hechos de los
Apóstoles (Hech
2,1-13).

1 Cuando llegó el
día de
Pentecostés,
estaban todos
reunidos en el
mismo lugar. 2 De
repente vino del
cielo un ruido,
como el de una
violenta ráfaga de
viento, que llenó
toda la casa donde
estaban, 3 y
aparecieron unas
lenguas como de
fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de
ellos. 4 Todos quedaron llenos del Es píritu Santo y comenzaron a
hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se
expresaran.

5 Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas


las naciones que hay bajo el cielo. 6 Y entre el gentío que acudió al
oír aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos
quedaron muy desconcertados 7 y se decían, llenos de estupor y
admiración: «Pero éstos ¿no son todos galileos? ¡Y miren cómo
hablan! 8 Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua
nativa. 9 Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de
Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, 10 de Frigia,
Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay

39
forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que
aceptaron sus creencias, 11 cretenses y árabes. Y todos les oímos
hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.»

12 Todos estaban asombrados y perplejos, y se preguntaban unos a


otros qué querría significar todo aquello. 13 Pero algunos se reían y
decían: «¡Están borrachos!»

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

Comentario.

Al recibir el espíritu Santo, los Apóstoles cambiaron profundamente


dejando a un lado el miedo y la cobardía, se lanzaron a proclamar a
Cristo con valentía y entusiasmo.

Lo mismo pasará con nosotros, cuando quedemos llenos del


Espíritu Santo. Nos volveremos en auténticos “testigos de Cristo”,
con una fe viva y comunicativa. Por lo tanto, no nos olvidemos
nunca de pedir al padre celestial el grande don del Espíritu Santo,
que es la base y el fundamento de una vida cristiana auténtica.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

40
4. La Asunción de Nuestra Señora.

Libro de Judit (Jdt


13,18-20).
18 Ozías, por su
parte, dijo a Judit:
«Hija mía, Bendita
eres tú más que todas
las mujeres.

18 ¡Y bendito sea el
Señor Dios, Creador
del cielo y de la
tierra, que te condujo
para que cortaras la
cabeza del jefe de
nuestros enemigos!

19 Jamás los hombres


olvidarán la
confianza que has
demostrado, y
siempre recordarán
las hazañas de Dios.
20 Haga Dios que siempre te celebren, y que nunca te falten sus
dones, porque no vacilaste en exponer tu vida por tu pueblo
oprimido, y, para salvarnos del desastre, tomaste ante Dios la
decisión más eficaz.» (Jdt 13,18-20).

8 ¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza!. 9


¡Que tus sacerdotes se revistan de justicia y tus fieles griten de
alegría! (Salmo132, 8-9).

19 Entonces se abrió el Santuario de Dios en el Cielo y pudo verse


el Arca de la Alianza de Dios dentro del Santuario. Se produjeron
relámpagos, fragor y true-nos, un terremoto y una fuerte granizada.
(Apocalipsis 11,19)

41
— Palabra del Señor.
— Gloria a ti, Señor.

Comentario.

Judit es una figura de María. Como Judit cortó la cabeza de


Holofernes, el general que quería destruir al pueblo de Dios, así
María aplastó la cabeza del demonio, el principal enemigo de la
humanidad. Por eso atribuimos a María las mismas alabanzas que
el pueblo judío tributó a Judit.
¿Cómo sabemos que María Santísima, después de haber vivido en
este mundo, fue llevada al cielo en el cuerpo y alma?
Lo sabemos estudiando la Biblia y la Tradición, que representan las
dos formas como la Revelación ha llegado hasta nosotros.

En la Biblia encontramos solamente algún indicio acerca de esta


verdad, al presentarnos a María como la «llena de gracia», la
«bendita entre todas las mujeres» y la «Madre del Señor». Es en la
Tradición donde, desde el principio, encontramos claramente este
dogma, hasta que el Papa Pío XII lo declaró solemnemente el año
1950.

Era justo que María, que nunca había sido sometida a la esclavitud
del pecado, quedara libre de la corrupción de la muerte.
Gracias sean dadas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por todos los
dones y privilegios, que concedió a María, nuestra Madre. Y que
algún día, todos juntos, podemos tener la dicha de alcanzarla en la
patria celestial, para bendecirla y alabarla por toda la eternidad.

— Padre Nuestro — 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

42
5. La Coronación de María Santísima.

Apocalipsis de San
Juan (Ap 12,1).

1 Apareció en el cielo
una señal grandiosa:
una mujer, vestida
del sol, con la luna
bajo sus pies y una
corona de doce
estrellas sobre su
cabeza.
(Apoc.12,1)

10 ¿Quién es esta
que surge como la
aurora, bella como la
luna, brillante como
el sol, temible como
un ejército? (Cant
6,10)

14 La hija del rey, con


oro engalanada, es introducida al interior, vestida de brocados al
rey es conducida.
(Salmo 5,14)

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

43
Comentario.

Por ser elegida como Madre de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre,
María fue elevada por encima de todas las criaturas como verdadera
reina del cielo y de la tierra.

Por eso amamos y honramos tanto a la Virgen María. Porque


sabemos que es la criatura más grande que existe, la «escogida» de
Dios.

Por eso acudimos tanto a su maternal intercesión. Porque sabemos


que Dios escucha siempre su oración en nuestro favor.

Oh María, madre de Jesús y madre nuestra, acepta la ofrenda de


nuestro corazón como señal de que te reconocemos como nuestra
verdadera Reina. Ampáranos, protégenos, defiéndenos de todos los
peligros. Y concédenos, el día de nuestra muerte, abrir los ojos a la
feliz eternidad contemplando tu santo nombre.

— Padre Nuestro

— 10 Ave Maria

— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el


principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

— JESUS PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS

44
SALVE

Dios te salve María, Hija de Dios Padre, en tus manos


encomendamos nuestra fe para que la ilumines, llena eres de
gracia..

Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, en tus manos


encomendamos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de
gracia...

Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo, en tus manos


encomendamos nuestra caridad para que la inflames, llena eres de
gracia...

Dios te salve María, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad,


Virgen concebida sin culpa original, llena eres de gracia...

Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y


esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. ¡Ea pues!, Señora y abogada nuestra: vuelve a nosotros tus
ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a
Jesús: fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de
nuestro Señor Jesucristo. Amén

45
LETANÍAS
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Padre celestial que eres Dios,
ten piedad de nosotros.
Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios,
ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo que eres Dios,
ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios,
ten piedad de nosotros.

Ruega por Nosotros


Santa María Madre admirable
Santa Madre de Dios Madre del buen consejo
Santa Virgen de las Vírgenes
Madre del Creador
Madre del Salvador
Madre de Cristo
Madre de la Iglesia
Madre de la divina gracia Virgen prudentísima
Madre purísima Virgen venerable
Madre castísima Virgen digna de alabanza
Madre sin mancha Virgen poderosa
Madre sin corrupción Virgen clemente
Madre inmaculada Virgen fiel
Madre amable

46
Espejo de justicia R
Trono de la Sabiduría u
Causa de nuestra alegría e
Vaso espiritual
g
Vaso honorable
Vaso insigne de devoción a
Rosa mística
Torre de David
Torre de marfil p
Casa de oro o
Arca de la alianza R r
Puerta del cielo
u
Estrella de la mañana
Salud de los enfermos e
Refugio de los pecadores g N
Consuelo de los afligidos a o
Auxilio de los cristianos
s
Reina de los ángeles
o
Reina de los patriarcas p t
Reina de los profetas o r
Reina de los apóstoles
r o
Reina de los mártires s
Reina de los confesores
Reina de las vírgenes
Reina de todos los santos
Reina concebida sin mancha N
del pecado original o
Reina llevada al cielo s
Reina del Santísimo Rosario o
Reina de la familia t
Reina de la paz
r
o
s

V. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.


R. Perdónanos Señor.

47
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Escúchanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies
las súplicas que te dirigimos ante nuestras necesidades, antes bien,
líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita. Amén.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.


R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
Oremos
Te rogamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para
que los que por el anuncio del Angel hemos conocido la
Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y su Cruz, seamos
llevados a la gloria de la resurrección. Por el mismo Cristo Nuestro
Señor. Amén.

* Se termina con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria por la


persona e intenciones del Papa.

Con el Santo Rosario se aplasta la


cabeza de la Serpiente.

Haré que haya enemistad entre ti y


la mujer, entre tu descendencia y la
suya. Ella te pisará la cabeza
mientras tú herirás su talón.».
(Gen. 3,15)
48
15 Promesas del Santo Rosario

1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias


especiales.

2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que


recen el Rosario.

3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye


los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.

4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará


la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la
gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por
las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.

5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.


6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como
testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en
su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo,
permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida
eterna.
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los
Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la
hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su
gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los
méritos de los Santos.

9. Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.

10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria


en el cielo.

49
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.

12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en


sus necesidades.

13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí


al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial
en vida y a la hora de la muerte.

14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y


hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.

50

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