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SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Continuación del Santo Evangelio según San Marcos (8:1-9)

En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer,
llamó a sus discípulos, y les dijo: "Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres
días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas,
les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de lejos". Dijéronle sus
discípulos: "¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?" Les preguntó:
"¿Cuántos panes tenéis?" Respondieron: "Siete". Y mandó que la gente se sentase en el
suelo; tomó, entonces, los siete panes, dió gracias, los partió y los dió a sus discípulos, para
que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. Tenían también algunos pececillos; los
bendijo, y dijo que los sirviesen también. Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos
de pedazos que sobraron. Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.

Homilía de San Ambrosio, obispo de Milán.

Libro VI sobre Lucas Cap. 9

Después de que esa mujer, que es un tipo de la Iglesia, fue curada del flujo de sangre, San
Lucas 8:43-48; el Señor había enviado a sus discípulos a predicar el reino de Dios 9:2. Su
ternura celestial dio alimento. Pero consideren quiénes fueron a quienes se los dio. No se lo
dio a los que viven a gusto, ni a los hombres de las ciudades, ni a los que se sientan en
lugares de esplendor mundano, sino a los hombres que buscan a Cristo en un lugar desierto.
Los que no son dados fastidiar son los que Cristo recibe, y a los que la Palabra de Dios habla,
no de cosas terrenales, sino del reino de Dios. Y si alguno lleva en ellos las llagas de la pasión
carnal, Él los cura.

Y entonces sucedió que, como había sanado a los que tenían necesidad de curación, alimentó
su hambre con carne espiritual. Así es que nadie toma la carne de Cristo, a menos que sea
curado primero (espiritualmente), y aquellos, que son invitados a la cena, son curados primero
por la invitación. Los cojos reciben el poder de caminar, para que puedan venir; los ciegos no
pueden ver la puerta de la casa del Señor, a menos que se les dé la luz.

En todas partes se conserva el orden de los misterios


(Sacramentos). El alma pecadora es curada primero por la
remisión de los pecados, y después es colmada en la Mesa del
Señor (Eucaristía), aunque esta multitud ahora presente es de los
que no se alimentan todavía de esas fuertes carnes, ni apacentan
sus espíritus hambrientos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
como lo hacen los de una fe más varonil. Para usar las palabras
de San Pablo, “os he alimentado con leche y no con carne,
porque hasta ahora no erais capaces de soportarlo, ni lo sois
ahora.” 1 Cor. 3:2. Los cinco panes son, por así decirlo, vuestra
leche; la carne más fuerte será el Cuerpo de Cristo; la copa más
generosa, la Sangre del Señor.

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