Fue discípulo de Bertrand Russell, y un filósofo que no leía ni filosofía ni literatura. Le
gustaban las novelas del oeste. En este sentido era una persona muy simple, y estos gustos explican de manera psicologista la sencillez de su obra, cuyo clave es la simplicidad. En su Tractatus Logico-Philosophicus trata de los problemas de la filosofía, problemas que descansan sobre una mala comprensión de la lógica de nuestro lenguaje. De alguna manera el libro puede condensarse en Todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse. Hay muchas cosas de las que no podemos hablar, pero esto no quiere decir que estas cosas sean irrelevantes, quiere decir que en filosofía lo que se ha hecho es hablar de forma incorrecta y a hacerlo de tal manera que se han provocado problemas que no había al sacar las palabras de su contexto. Según Wittgenstein la labor del filósofo no es la de elaborar sistemas, sino el de simplificar el lenguaje filosófico. Wittgenstein predice el final de la filosofía al decir que los único enunciados con sentido son las de la ciencia, pero esto no hay que tomarlo al pie de la letra, sino como un intento de explicar que hay que promover una forma distinta de hacer filosofía, la filosofía analítica. Solo publicó el Tractatus, sus otras obras como sus Investigaciones filosoficas son póstumas. El Tractatus En esta obra lo interesante es ver cómo Wittgenstein intenta relacionar el mundo del pensamiento y el lenguaje basándose en la lógica y la teoría de la representación. El tractatus es un libro con 7 proposiciones fundamentales sobre ontología, lógica y lenguaje. En el aspecto ontológico, es decir, sobre la formación del mundo Wittgenstein dice el mundo es todo lo que sea el caso. Es decir el mundo está compuesto de todas aquellas proposiciones con sentido. Distingue lo que llama hechos atómicos, es decir, las maneras más sencillas en las que percibimos el mundo (podríamos decir que son las palabras como los nombres o los sintagmas) y con las que formamos proposiciones moleculares o complejas que además son bipolares, porque pueden ser verdadera o falsas y no verdaderas y no falsas. Para Wittgenstein el mundo es también la totalidad de los hechos no de las cosas, es una ontología lingüística. El mundo es el conjunto de los acontecimientos, de los hechos, y de los estados de cosas existentes. Los estados de cosas constan de cosas, son relaciones entre cosas. Los estados de cosas se describen mediante proposiciones atómicas y los hechos mediante proposiciones moleculares o complejas. 1. El mundo es la totalidad de los hechos; un hecho sería, por ejemplo, el estar colocados encima de mi mesa un libro, una pipa y un cenicero, y la proposición compleja o molecular que lo describe, “encima de mi mesa hay un libro, una pipa y un cenicero”; 2. los hechos constan de estados de cosas o hechos atómicos; un hecho atómico podría ser el estar la pipa en el cenicero, y la proposición elemental o atómica correspondiente, “la pipa está en el cenicero”; 3. los estados de cosas o hechos atómicos constan de cosas y de relaciones entre ellas. En el caso anterior las cosas u objetos son la pipa y el cenicero y la relación el estar uno en el otro. La teoría de la representación o de la pintura En lo esencial esta teoría nos dice que nuestro lenguaje y nuestro pensamiento tienen sentido y referencia porque son representaciones de las cosas del mundo. Llamamos “representación” a toda realidad que sustituye, imita o refleja a otra. Un cuadro, un mapa, una maqueta, una partitura, el lenguaje escrito y nuestro pensamiento son realidades semejantes en varios aspectos fundamentales: 1) son representaciones: nos sirven para representar algo distinto a ellas mismas, están en lugar de otras cosas; 2) pero son representaciones isomórficas (tienen la misma forma que lo representado), y, como tales, tienen las siguientes características: son realidades compuestas, constan de elementos; a cada elemento representado corresponde un elemento en la representación; a las relaciones que hay entre los elementos del hecho corresponden relaciones entre los elementos de la representación. Lo que sugiere Wittgenstein es que el lenguaje y sus proposiciones son simplemente figuras o modelos del mundo. En el tractatus aparece una cuestión que ha dado mucho que hablar: la diferencia entre decir y mostrar. Para Wittgenstein, decir es representar, generar un modelo del referente, pero mostrar no es lo mismo. Dice, la forma lógica de nuestras proposiciones solo se muestra, no se puede hablar de ella. La forma lógica es irrepresentable. Lo que quiere decir es que en realidad no podemos salirnos de nuestras proposiciones para explicar algo sobre esas proposiciones. es decir, lo que nos está negando Wittgenstein es el metalenguaje. Está tmbién afirmando que hay cosas de las que no podemos hablar pues solo se muestran El lenguaje es representación del mundo con correspondencia biunivoca, y el pensamiento está en medio. El pensamiento es la proposición con significado. si había cosas de las que no se puede hablar, esas cosas tampoco se van a poder pensar. Witt finge que el pensamiento no puede tener más que proposiciones con sentido. La filosofía para Wittgenstein no es un conjunto de proposiciones, no son teorías, pero la ciencia sí. La filosofía es una actividad que consiste en aclarar los conceptos y la estructura del lenguaje. El segundo Wittgenstein El rasgo más importante de esta segunda época está en un cambio de perspectiva y paradigma en su estudio filosófico del lenguaje. Si en el Tractatus adoptaba un punto de vista lógico para el escrutinio del lenguaje, este segundo Wittgenstein llega al convencimiento de que el punto de vista adecuado es de carácter pragmatista: no se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve. Este pensamiento se recoge en sus obras póstumas Cuadernos azul y marrón e Investigaciones filosóficas. Ahora Wittgenstein defiende que las proposiciones adquieren su significado en función de los diferentes contextos en los que los usamos. Elimina el carácter mental y estático que defendía Saussure en su definición del signo lingüístico en su Curso de linguistica general. Esto hace que el lenguaje se empiece a ver como una acción, hacemos cosas con palabras: saludamos, prometemos, etc. Wittgenstein. utiliza una metáfora que le sirve muy bien: el juego Para Wittgenstein el lenguaje es como un juego, tiene reglas, y usarlo con sentido quiere decir usarlo con arreglo a esas reglas según el contexto en el que nos encontremos. Los seguidores de Wittgenstein que han desarrollado esta línea distinguen entre diferentes tipos de reglas reglas constitutivas: los juegos existen porque hay unas reglas que lo constituyen, por ejemplo, en el juego de dar clase tiene que haber varios participantes y que una de ellas está capacitada para la docencia y las demás tienen estar en disposición de recibir la docencia reglas regulativas: que podríamos comparar a lo que conocemos como adecuación, comportarse o vestirse de la forma adecuada al contexto en el que estamos, pero estas reglas no son fundamentales para el juego. Para Wittgenstein el concepto de juego va a ser muy importante para los planteamientos filosóficos. Sobre la certeza En este libro Witt parte de lo siguiente: el escepticismo es un problema. Para salir de él tenemos que saber cómo funciona el lenguaje, las proposiciones del tipo que señalan cosas que están más allá de nuestros límites perceptivos no hablan del mundo, sino que son proposiciones ue no debemos plantearnos nunca, porque están fuera de nuestro juegos del lenguaje cotidianos.