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La mirada anterior
Poder visionario e imaginación
en India antigua
ISBN: 978-607-02-9068-8
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de aquel volumen: “Lo que da origen a este libro significa una piedra
miliar en la vía de la cultura latinoamericana o, como se diría en India
antigua, un avance de muchas [sic] yojanas”.1
El segundo volumen, que apareció en 1984, contiene las Memorias
del Primer Simposio Internacional de Lengua Sánscrita, que tuvo lugar
en 1982 en nuestra Universidad, y al cual asistieron los sanscritistas más
destacados de aquel momento, incluyendo al presidente de la iass, Ra-
machandra Dandekar. Esta reunión fue sin duda un evento de madurez
que logró posicionar a México en el panorama de los estudios sánscritos
a nivel internacional. Desafortunadamente, por falta de apoyo institu-
cional no fue posible dar la continuidad necesaria a este gran esfuerzo.
Mi incorporación al Instituto en 2008 ha sido un evento muy auspi-
cioso en mi vida (lo que en India llaman vṛddhi), y por ello estoy profun-
damente agradecida, pues no sólo me ha permitido ayudar a construir
—a partir de la experiencia de mi maestro, Juan Miguel de Mora— un
perfil más claro de lo que podrían ser los estudios indológicos en una
universidad como la unam, sino porque me ha dado, también, la oportu-
nidad de entablar diálogos productivos con especialistas de otras áreas
y provenientes de distintas instituciones. Un ejemplo de ello es la serie
de televisión educativa realizada en colaboración con la Coordinación
de Universidad Abierta y Educación a Distancia (cuaed), “India: pen-
samiento y tradición” (2010), que nos permitió presentar un p anorama
general de los estudios indológicos en México y posicionar a la unam
dentro de ese horizonte. Sirvió, además, para estrechar las relaciones
con aquellos colegas e instituciones que son nuestros interlocutores: la
Facultad de Filosofía y Letras, el Centro de Estudios de Asia y África de
El Colegio de México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia
y la Embajada de India en México.
El hecho de que el Centro de Estudios Clásicos (cec) del Instituto de
Investigaciones Filológicas, haya abierto sus puertas desde 2009 al estu-
dio del sánscrito, al lado del griego y el latín, ha sido otro gran avance.
De esa manera —al reunir tres lenguas clásicas indoeuropeas— este
Centro se convierte en el más importante sobre estudios de la antigüe-
dad en nuestro país, al mismo tiempo que la investigación sobre India
antigua encuentra su lugar más pertinente. Considerando, además, que
13 km aproximadamente.
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torios y actualmente es una de las diásporas más numerosas y con rasgos identitarios
más arraigados.
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universitarias4 como entre los estudiantes, quienes acuden con gran en-
tusiasmo y deseos de aprender a las diferentes actividades organizadas
(conferencias, talleres, cursos, cátedras extraordinarias, etc.).
Por lo anterior, el subtítulo de esta breve presentación es “Crónica
de un nacimiento anunciado”, pues todos los ingredientes han estado
siempre presentes, desde la fundación de nuestro Instituto, cocinándose
lentamente hasta adquirir la consistencia y el sabor adecuados. Uno
de mis versos favoritos del Mahābhārata es kālaḥ pacati bhūtāni: “el
tiempo cocina a las creaturas” (1.1.188). Creo que eso es lo que ha ocu-
rrido, y espero siga ocurriendo, con los estudios indológicos en nuestro
Instituto y en nuestra Universidad.
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Óscar Figueroa
Febrero de 2017, en la fiesta de Śivarātri
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turno.4 A sus ojos, por consiguiente, era necesario superar los esfuerzos
de notables precursores en la materia como Cassirer, Jung o Bachelard,
y postular una imaginación, cuya privilegiada posición ístmica entre
los contenidos de la experiencia sensible y la abstracción conceptual,
nos permita poner a soñar la sensibilidad, ampliando sus contenidos, y,
dotar al concepto de un contenido sensible, simbólico y afectivo.5
A la vez paradójico y comprensible resulta, en este contexto, el des
interés que tan encomiables esfuerzos han exhibido por ampliar su
reflexión más allá del horizonte cultural e intelectual del Occidente
cristiano. En los márgenes de esta tendencia hallamos con alivio el tra
bajo del islamólogo Henry Corbin, no casualmente un miembro asiduo
del Círculo de Eranos, el espacio donde se plantaron algunas de las
semillas de lo que se convertiría en los estudios de lo imaginario. Así,
con base en un estudio textual de las tradiciones sufíes persas y ára
bes, en especial la obra del maestro andalusí Ibn al-‘Arabī (siglos xii y
xiii), Corbin enriqueció el debate sobre la imaginación con una apuesta
teórica más radical, al menos en potencia, que la mera adición de ejem
plos: presentar la cultura iraní y árabe como un interlocutor válido,
capaz de ofrecer, por sí sola, una doctrina completa sobre la imagi
nación (al-khayāl), esa “esfera intermedia entre la realidad verificable
empíricamente y la irrealidad llana y simple”,6 sin sacrificar las dife
rencias ni forzar aspectos específicos en nombre de un perennialismo
trasnochado. Al respecto, destaca su zozobra ante la degradación de la
imaginación a vulgar fantasía, su resistencia a usar la categoría “imagi
nario”, y, más importante aún, la acuñación del concepto “mundo ima
ginal” (mundus imaginalis), entendido como un ámbito incondicionado
y autónomo, fundado en el principio de que la “creación es en esencia
una teofanía”, el reflejo de un poder de orden superior, que abraza al
mismo tiempo lo espiritual y lo estético, y en cuanto tal, accesible sólo
mediante la intuición (ma‘rifa).7
Si nos volvemos a la tradición hebrea, en especial a sus vertientes
místicas, además del trabajo pionero de Gershom Scholem ―otro co
cionar, más recientemente, el trabajo de W. Chittick, en especial dos libros: The Sufi
Path of Knowledge e Imaginal Worlds.
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