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Como si Dios deseara dar pruebas a sus hijos de que no hay errores ni agregados
en la Biblia, en forma providencial preservó durante 1900 años antiquísimos
manuscritos bíblicos en unas cuevas de las montañas que bordean la costa oeste
del Mar Muerto, en Palestina. Habían pertenecido a la biblioteca de una
comunidad religiosa judía que los escondió allí para salvarlos de la posible
destrucción a manos de los ejércitos romanos. contra quienes luchaban hacia el
año 68 de nuestra era.
Esos numerosos manuscritos hebreos descubiertos en 1947 abarcan casi todos los
libros del Antiguo Testamento. Se destacan dos rollos del libro de Isaías casi
completos; todavía estaban dentro de los jarrones en que habían sido guardados y
depositados. Los eruditos que los examinaron, declararon que muchos de ellos
fueron escritos entre cien y doscientos años antes de Cristo. Vale decir que eran
aproximadamente 2.200 años más antiguo que los manuscritos hebreos que se
tenían en 1947. Al compararlos, se comprobó que no había errores ni agregados
que hayan modificado el texto sagrado.
Con todo el material manuscrito que ya se tenía, enriquecido con los valiosos
hallazgos de 1947, podemos decir con seguridad que el texto bíblico es auténtico
y correcto, por lo tanto, debemos estudiar la Santa Biblia con confianza, sabiendo
que sigue ofreciéndonos, en verdad, la Palabra de Dios.