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Práctica metodológica

de la
investigación jurídica
Etapas de la investigación. Planificación de la obra
Relevamiento y clasificación del material erudito
Fuentes del conocimiento. Recursos informáticos
Redacción del texto. Perfeccionamiento

2 a reimpresión

c i OO q
E d ito r ia l A strea
d e A lfr ed o y R ica rd o D epalm a
CIUDAD DE BUENOS AIRES
2006
Expreso mi profundo reconocimiento a las siguientes personas, sin cuya generosa
colaboración no hubiera sido posible la realización de esta obra: doctores Jorge
Alende, Martín Bardí, Pablo Castoldi, Alejandro Depalma, Adrián Goldin, Horacio
Granero, Ricardo Guibourg, Jorge Rodríguez Mancini, Antonio Vázquez Vialard,
licenciada Daniela Mieth, y profesor Norman Sheppard.

Ia edición, 1998.
P reim presión, 2002.
2a reim presión, 2006.

w w w. sosunnedrch. w o rd pre s s.c om

© E d ito r ia l A str e a
de A l fr e d o y R ic a r d o D epa lm á srl
Lavalle 1208 - (C1048AAF) Ciudad de Buenos Aires
www.aStrea.cotn.ar - info@ astrea.com.ar
ISBN? 950-508-508-7
Queda hecho el ettgpñsito que previene la ley 11.723
I M P R E S O I P L A A R G B B T' I N A
“Todo term ina en un libro o en un olvido”
A b e l P o sse (El largo atardecer del caminante)

A mis maestros,
con un especial recuerdo
a los que procuraron
enseñarm e a enseñar.

w w w .sosunnedrch. w ord p re 5s.c om


PRÓLOGO
“Publica o perece” (publish or perish) es, en los medios aca­
démicos, un lema habitual que consulta el interés individual en la
competencia por los cargos y la fama. Con propensión más al­
truista, podría dirigirse a la ciencia una paráfrasis de aquel conse­
jo: investiga o perece. El conocimiento humano, en cualquiera de
sus ramas, es más que un estado de cosas: es un proceso dinámico,
en perpetua evolución y en relación interactiva con los sucesos his­
tóricos y con las necesidades sociales. El conocimiento que no
avanza se herrumbra, se vuelve obsoleto, deja de servir a los fines
de la comunidad para, tal vez, encerrarse en los objetivos de una
estructura académica anquilosada.
Las ciencias naturales han comprendido esta realidad y nos
sorprenden cada día con sus novedades. Las empresas dedican
gran parte de su inversión a las tareas de investigación y desarro­
llo, donde se usan las ciencias puras como materia prima para ela­
borar productos apreciables por el mercado.
En las ciencias humanas el panorama es bastante distinto.
Ellas avanzan también, desde luego, pero lo hacen de un modo
errático, al azar de las ideologías, de las modas y de la conforma­
ción de los cenáculos. No están controladas por un mercado im­
piadoso, y hasta su relación con lo empírico es suficientemente
laxa como para admitir una considerable do;;s de autocomplacen-
cia. Muchas veces la investigación de su objeto se confunde o
sustituye con la investigación acerca de la historia de la propia
ciencia, lo que H errera llama la fase erudita predomina sobre la
etapa heurística y la monografía sienta sus reales incluso donde
debería predominar la tesis.
Un fenómeno estrechamente vinculado con aquél es el de la
peculiar divergencia entre teoría y práctica que se advierte en las
reflexiones jurídicas. Las leyes comentadas (especialmente si se
XII PRÓLOGO

hallan concordadas con la jurisprudencia) son muy apreciadas por


los abogados, porque sirven a su oficio cotidiano. Los tratados lo
son menos, pero tienen su utilidad a la hora de buscar una cita
favorable para un caso dudoso. La teoría general del derecho, la
epistemología jurídica o la filosofía pura y simple se juzgan ente­
ramente ajenas a la práctica: simples retozos del pensamiento abs­
tracto, propios de juristas sin ocupación útil. Por supuesto, esta
caracterización constituye una ilusión científicamente costosa: no
existe práctica alguna sin teoría y, cuando la práctica dice prescin­
dir de la teoría, lo que en verdad hace es emplear una teoría dis­
tinta, subyacente, implícita y, como tal, exenta de una visión crítica
que pudiera perfeccionarla. Así es como nuestros abogados prác­
ticos siguen, mediante la estructura de sus razonamientos cotidia­
nos, sacrificándose en el altar de la dogmática, deidad epistemo­
lógica del siglo xix en la que ningún teórico cree ya.
E nrique H er r er a , iuslaboralista de nota y académico cons­
ciente, no cae, por cierto, en trampas de aquella clase. Aunque
sin poner el acento en la teoría general del derecho, a la hora de
aconsejar al lector acerca del modo de investigar y de presentar
sus investigaciones no deja de indicar la relevancia de los presu­
puestos epistemológicos y la necesidad de tener claro el marco teó­
rico en el que haya de llevarse a cabo la tarea.
Dentro del marco que se escoja, a su vez, las reglas prácticas
preconizadas por H errera son un ejemplo de buen criterio, de mé­
todo riguroso y de implacable minuciosidad. Entre otras latitu­
des, especialmente en Francia, libros de esta naturaleza son una
tradicional ayuda para el estudiante y para el estudioso. Pero este
texto es del todo novedoso en nuestro medio, en el que llena un
notable vacío con seriedad, claridad expositiva e información ac­
tualizada. En este último aspecto hay que destacar el acento pues­
to en la informática, tanto como fuente de acceso a bibliografía y
documentación como en su condición de recurso tecnológico para
la elaboración y la redacción.
Frente a la formidable estructura metodológica contenida en
este libro cabe una última reflexión. El método es un instrumento
valioso al servicio de la investigación: es de esperar que la inves­
tigación siga el método adecuado, pero no que esté al servicio de
él. El investigador, pues, no debería sentirse abrumado por un ex­
ceso de exigencias formales; lo que aquí hallará es un valioso y
completo repertorio de senderos capaces de llevar al lector a su
destino; pero es el jurista quien debe (libremente y a su propio
PRÓLOGO XIII
riesgo) elegir y recorrer el camino de su preferencia y, sobre todo,
quien ha de imaginar el premio de conocimiento, que lo espera al
fin de la jornada. Ese aporte personal es el principio y el fin de
toda investigación, el regalo del talento y la semilla del avance
científico. Estas páginas contribuirán, sin duda, a facilitar el trán­
sito de las ideas desde el chispazo inicial en la mente de su autor
hasta su incorporación al pensamiento de la comunidad.
R icard o A. G uibourg
INTRODUCCIÓN
Los temas de derecho, como los de cualquier otra ciencia, re­
quieren ser abordados con determinados recursos racionales, que
permiten alcanzar el objeto propuesto: es el método o camino del
que se vale el investigador para alcanzar su meta. La presente obra
tiene por finalidad llevar a conocimiento de quienes se inician en
el campo de la investigación, jóvenes profesionales y estudiantes,
los elementos básicos de la metodología de manera que les permi­
ta, con solvencia técnica, realizar trabajos científicos válidos en el
vasto campo del derecho.
Para ello hemos querido desmitificar un tanto el oficio de in­
vestigador que, con legitim idad, puede ser reconocido tanto en
jóvenes estudiantes como en avezados profesores, con la condición
de que sepan manejar, con un mínimo de habilidad y con hones­
tidad intelectual, las herramientas del conocimiento y las técnicas
de la investigación.
Resulta importante destacar que para investigar en el campo
del derecho, como en cualquier otro dominio de la ciencia, resulta
indispensable la comprensión del proceso, es decir, la adecuada in­
teligencia del producto que se elabora como consecuencia de la
acción que se desarrolla.
E n ese orden de id eas, co m o lo d e sta c a S am a ja , no se tra ta
de e n se ñ a r a inv estig ar só lo p re scrib ie n d o rece ta s, sino fu n d a m en ­
talm e n te mediante la d iscu sió n de los co n o cim ien to s d isp o n ib les
so bre el proceso de in v estig ació n (Epistemología y metodología,
p. 14).
La investigación jurídica se realiza siempre dentro de un mar­
co institucional concreto que establece los límites y la orientación
de la obra, según las pautas del modelo referencial que se pretende
preservar, cuestionar o transformar de determinada manera, con­
forme la ó p tica en que se coloque el jurista.
XVI INTRODUCCIÓN

Para promover este producto, a lo largo de diez capítulos, he­


mos desplegado diversas cuestiones que consideramos importan­
tes. En el capítulo primero desarrollamos algunas nociones rela­
cionadas con los métodos de investigación en el campo científico
en general y jurídico en particular. En el capítulo siguiente ex­
plicamos las características de la disertación jurídica, sus diversos
tipos y las principales fases que se pueden reconocer en el proceso
de investigación.
Luego, en el capítulo tercero, exponemos acerca de las dili­
gencias preparatorias o de prospección que deben preceder al es­
tudio de fondo sobre las fuentes del conocimiento. Dedicamos
otro capítulo, el cuarto, a la conformación progresiva del diseño
de la investigación: la planificación, persuadidos como estamos de
que una de las falencias principales de nuestros investigadores
consiste en la carencia de una adecuada formación lógica que
les discipline en el pensam iento y les abra las puertas del arte
de la disertación.
En los capítulos siguientes, brindamos una serie de consejos
prácticos sobre la m ejor forma de utilizar las fuentes del cono­
cimiento con finalidad científica. El quinto lo dedicamos a la
determinación y relevamiento exterior de las fuentes documen­
tales sobre las que trabajará el jurista. El sexto, al estudio de fon­
do sobre el material erudito que conforma el objeto sobre el cual
se formulará la reflexión. Consagramos un capítulo especial, el
séptimo, a la utilización de la tecnología informática en el campo
del derecho, cuyos recursos facilitan de manera extraordinaria la
tarea de recolección y de clasificación de la información. En el
capítulo octavo desarrollamos la instancia reflexiva, mediante la
explicitación de los métodos y procedimientos del conocimiento
que configuran el pivote del proceso de investigación. Intentamos
explicar en él las herramientas racionales de que se servirá el ju­
rista para desplegar sus argumentos, que resumirá en la conclusión
que postula como teoría o regla general. Destacamos la gran im­
portancia de tales consideraciones que constituyen la contribución
personal del investigador al avance del derecho en su constante lu­
cha contra la injusticia.
Los dos últimos capítulos los dedicamos a la exposición que
conformará materialmente la obra escrita, y al perfeccionamiento
del texto y sus complementos.
Hemos querido hacer una obra eminentemente práctica en la
cual el jurista encuentre una solución concreta a los principales
INTRODUCCIÓN XVII
problemas de técnica metodológica. Huelga decir que no pode­
mos indicarle lo que debe manifestar en cada caso concreto. Cada
disertación es única e irrepetible y su contenido dependerá de lo
que tenga que transmitir el estudioso. En pocas palabras, hemos
tratado de exponer, con la mayor simplicidad posible, la manera
en que deben ser manejados los elementos materiales y racionales
para hacer una obra de provecho, sin que ello garantice talento ni
originalidad.
Señala G uibo u rg , con todo acierto, que “hay métodos y mé­
todos. Los hay buenos y malos, pero también es posible clasi­
ficarlos por su finalidad. En ese sentido puede distinguirse la
metodología práctica de la teórica. Los métodos prácticos permi­
ten hacer algo... A veces ese hacer consiste en un aprender a ha­
cer... Se trata en todos los casos pues de un saber como habili­
dad” (Introducción al conocimiento científico, p. 155), lo que no
es poca cosa, agregamos nosotros. Esta obra procura, justamente,
que sus lectores aprendan la habilidad de hacer correctamente una
disertación jurídica, para lo cual, además de las técnicas que pro­
ponemos, resulta indispensable una formación adecuada en episte­
mología, en cuyos vericuetos no nos entrometemos sino lo estric­
tamente indispensable.
Otros métodos pueden ser tanto o más útiles que el aquí pre­
sentado a la consideración de los lectores; el que ofrecemos es el
fruto de nuestra experiencia, que queremos dejar como legado a
las jóvenes generaciones que nos sucederán en este campo apasio­
nante e inagotable de la investigación jurídica.
E nrique H errera

II. Herrera, M etodología.


ÍN D IC E G EN ER A L

P rólogo ................................................................................................. XI
Introducción ........................................................................................ XV
Abreviaturas ........................................................................................ XXXI

C a pítu lo P r im e r o
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN
§ 1. Consideraciones generales .................................................................... 1

A) E l c o n o c im ie n t o c ie n t íf ic o y su s m é t o d o s

§ 2. Relación gnoseològica ............................................................................ 2


§ 3. M étodo y técnica científica................................................................... 4
§ 4. Ciencias formales y fá c tic a s................................................................ 6

B) D e r e c h o y c ie n c ia ju r íd ic a

§ 5. ¿Qué es el derecho?................................................................................. 8
§ 6. M étodos de investigación ju ríd ica...................................................... 10
a) Exegético................................................................................................ 10
b) Dogmático................................................................................. 11
c) H istórico-sociológico........................................................................ 13
§ 7. La técnica jurídica ................................................................................... 13
ÍNDICE GENERAL

C) E l a n á lisis y la in t e r pr e t a c ió n ju r íd ic a

A lternativas sistem áticas.......................................................... 15


M arco institucional de la interpretación ju ríd ic a ........... 15
La lucha por el d erech o ............................................................ 18
a) La in ju sticia............................................................................ 19
b) La ileg alid ad ........................................................................... 20
c) La arbitrariedad .................................................................... 20
d) La inconveniencia................................................................. 21

C a p ít u l o II
LA D ISERTA CIÓ N JU R ÍD IC A

Decisiones p rim arias............................................................................. 23

A ) A lg u n a s p r e c is io n e s e le m e n t a l es

Desarrollo racio n al................................................................................. 23


¿Qué es la disertación ju ríd ic a ? ....................................................... 24
¿Cómo es una disertación?.................................................................. 26
¿Para qué se h a c e ? ................................................................................. 28
¿Es aburrido investigar?....................................................................... 29
¿Debe ser ren table?................................................................................ 30

B) D iv e r so s t ip o s d e d iser ta c ió n

Unidad m etodológica............................................................................. 32
En el m arco escolar................................................................................ 32
a) Ensayos, monografías y otros trabajos m enores.................. 34
b) Tesis de g ra d o ................................................................................... 35
En el m arco profesional....................................................................... 37
a) Artículos y otras obras m o nográficas...................................... 37
b) Relatos, com unicaciones y ponencias...................................... 39
c) Trabajos de mayor espectro. Tratados, compendios y ma­
nuales .................................................................................................... 40
ÍNDICE GENERAL XXI

C ) F ases d e la in v e s t ig a c ió n

Desarrollo del p ro ceso ................................................................... 41


La prospección.................................................................................. 42
La p lanificación ............................................................................... 43
La erudición....................................................................................... 44
La reflexión........................................................................................ 45
La exposición..................................................................................... 45

C a p ít u l o I I I
TRA BA JO S PR EPA R A TO R IO S: LA PR O SPEC C IÓ N

La fase lim inar.................................................................................. 47

A ) E l e c c ió n d el tem a

Punto de partida................................................................................ 48
Criterios de elección ...................................................................... 49
a) Criterios subjetivos: el interés del a u to r........................... 50
b) Criterios objetivos: com petencia personal ........................ 51
Los condicionam ientos m ateriales............................................. 52
a) El acceso a las fuentes del conocim iento......................... 52
b) El problema del tiem po............................................................ 53
c) El conocimiento de idiomas extranjeros........................... 54
Determ inación del tem a y sus lím ites....................................... 55
Título del tra b a jo .............................................................................. 56

B ) L a e x pl o r a c ió n del terreno

Justificación de la acción ............................................................ 58


Investigación prelim inar ................................................................ 58
Idea directriz o marco teórico .................................................... 60
Principales hipótesis de trabajo .................................................. 63

C ) ¿ I d ea d ir e c t r iz p o l ít ic a o ju r íd ic a ?

El contenido político ..................................................................... 64


xxn ÍNDICE GENERAL

§ 38. Política y d erech o ................................................................................ 65


a) El derecho positivo en g en eral................................................. 66
b) El derecho constitucional en p articu lar................................ 68
§ 39. D erecho y realidad p o lític a .............................................................. 69
§ 40. O bjetividad y subjetividad en el análisis político .................. 71

D) E l p r o y e c t o d e in v e s t ig a c ió n

§ 41. M arco institu cion al............................................................................. 73


§ 42. A ctividades in iciales........................................................................... 73
§ 43. Elaboración del p ro y e cto .................................................................. 74
§ 44. Inform es parciales ............................................................................... 77

C a p í t u l o IV
E ST R U C T U R A D E LA IN V E S T IG A C IÓ N : LA PL A N IF IC A C IÓ N

§ 4 5 . El m odelo te ó ric o ................................................................................ 79

A ) P la n d e in v e s t ig a c ió n

§ 46. D esarrollo secuencial ........................................................................ 81


§ 47. Bosquejo prelim inar ........................................................................... 82
§ 48. Evolución p ro g resiv a......................................................................... 84

B ) P la n d e e x po sic ió n

§ 49. C aracterización..................................................................................... 85
§ 5u. Principios lógicos de la p lanificació n ......................................... 87
a) Integralidad ..................................................................................... 89
b) Progresividad ................................................................................. 90
c) Subordinación ................................................................................ 92
d) Proporcionalidad ........................................................................... 93
§ 51. La estructura de la exposición ...................................................... 94
a) Form as de desarrollar el cuerpo de la o b ra ......................... 96
h) El intitulado .................................................................................... 100
c) La introducción y la conclusión ............................................. 102
ÍNDICE GENERAL XXIII
d) Algunas advertencias complementarias............................ 103
e) La revisión final de la estructura de la obra................... 104

C a pítu lo V
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES
DEL CONOCIMIENTO
§ 52. Concepto y naturaleza de las fuentes..................................... 107

A) P r o c e so d e se l e c c ió n
§ 53. Inventario descriptivo ........................................ ...................... 109
§ 54. Fuentes primarias y secundarias ............................................. 109
§ 55. Calificación selectiva................................................................ 112

B) E l m a t e r ia l b ib l io g r á f ic o y d o c u m e n t a l

§ 56. Determinación de las fuentes gráficas.................................... 115


§ 57. La investigación bibliográfica................................................. 115
§ 58. El acceso a las fuentes.............................................................. 116

C ) C o n t e n id o de la s r e fe r e n c ia s

§ 59. Técnicas de registro.................................................................. 118


§ 60. Plexos normativos...................................................................... 119
a) Identificación de la ley ....................................................... 119
b) Datos de publicación ............................. ............................ 120
c) Convenciones colectivas de trabajo.................................. 121
d) Documentos privados ......................................................... 122
§ 61. Textos de doctrina .................................................................... 122
a) Identificación del autor ...................................................... 122
b) Título de la obra ................................................................. 126
c) Referencias tipográficas ..................................................... 127
d) Artículos científicos y periodísticos ................................ 128
§ 62. Repertorios de jurisprudencia ................................................. 131
§ 63. Localización de la fuente e individualización del conte­
nido .......................................................................................... 132
XXIV ÍNDICE GENERAL

C a p ítu lo VI
R E L EV A M IE N T O , C L A SIFIC A C IÓ N
Y EVALUACIÓN D E L M A TERIA L

§ 64. La fase erudita............................................................................ 135


A) T r a b a jo so b r e las fu e n t e s d e l c o n o c im ie n t o
§ 65. Acciones básicas ........................................................................ 136
§ 66. Relevamiento de la documentación: el fichero de lectura.... 138
§ 67. Contenido de las notas .............................................................. 140
a) Normas legales...................................................................... 141
b) Jurisprudencia ...................................................................... 142
c) Doctrina ................................................................................. 144
d) Textos en idioma extranjero............................................... 146
B) L o s d o c u m e n t o s b á sic o s y su u t il iz a c ió n

§ 68. Disponibilidad de medios......................................................... 147


§ 69. Códigos y otros textos legales.................................................. 148
§ 70. Obras de doctrina ....................................................................... 149
§ 71. “Leading cases” y otros fallos importantes............................ 150
§ 72. La documentación autogenerada ............................................. 150
C ) C l a s if ic a c ió n y evaluac ió n s is t e m á t ic a
DEL MATERIAL DE INFORMACIÓN
§ 73. Importancia de la acción............................................................ 152
§ 74. Sistematización........................................................................... 153
§ 75. Nuevas aperturas. Fichas de reenvío.................................... 154
§ 76. Estudio y evaluación.................................................................. 156
§ 77. Reclasificación del material ..................................................... 157

C a p ít u l o V I I
IN FO R M Á T IC A E IN V E ST IG A C IÓ N JU R ÍD IC A

§ 78. La herram ienta tecnológica 159


ÍNDICE GENERAL XXV

A ) L a in f o r m á t ic a ju r íd ic a

§ 79. Aplicaciones co n c re tas ...161


§ 80. Inform ática docum ental ...162
§ 81. El Sistema Argentino de Inform ática Jurídica y otros siste­
mas argentinos.................................................................. ...163
§ 82. Principales sistem as ex tranjero s............................. ...166
§ 83. Internet y otras redes internacionales ...169
§ 84. Inform ática de g estió n ...173
§ 85. Inform ática d eciso ria ...174

B ) U t il iz a c ió n d e la t e c n o l o g ía in f o r m á t ic a

§ 86. Alcance y lim itacio nes ...176


§ 87. Fuentes docum entales ...177
§ 88. Banco y base de datos ...178
§ 89. Fondo documental del banco de d a to s ...180
§ 90. Naturaleza de la inform ación y palabras clave ...181
§ 91. El “tesauro” ...182
§ 92. Búsqueda exploratoria ...184
§ 93. Contenido de las b a se s ...186
a) Normas ju ríd ic a s......................................................................... ...186
b) Jurisprudencia .............................................................................. ...187
c) D octrina..............................................................................................189
d) Publicaciones electrónicas...........................................................190

C ) C r it e r io s de b ú sq u ed a

§ 94. Las operaciones “booleanas” ...191


§ 95. Función de u n ió n ...193
§ 96. Función de intersección ...194
§ 97. Función de exclusión............................................................... ...194
§ 98. Operaciones com binadas ...195
§ 99. La búsqueda en In te rn e t ...196

D ) O tra s a p l ic a c io n e s de la t é c n ic a in f o r m á t ic a

§ 100. Posibilidades ...198


§ 101. Organización del m aterial ...199
XXVI ÍNDICE GENERAL
§ 102, Trabajos de cam po ................................................................................200
§ 103. Procesam iento del texto .....................................................................200

C a p ít u l o V I I I
C O N SID E R A C IO N E S PE R SO N A L E S: LA R E F L E X IÓ N

§ 104. La clave del pro ceso ......................................................................... ...203

A ) F orm as d e e x pl ic a c ió n

§105. La tautología ....................................................................................... ...204


§ 106. La d escrip ció n ........................................................................................207
§ 107. La conceptualización...........................................................................207
§ 108. La ejem plificación................................................................................207
§ 109. La explicación o n to lò g ica...................................................... . .........208
§ 110. La explicación teleologica.................................................................208
§ 111. La explicación histórico-social........................................................209

B ) P r o c e d im ie n t o s d e l c o n o c im ie n t o

§ 112. Instrum entos discursivo-racionales............................................. ...209


§ 113. La ab stracció n ........................................................................................210
§ 114. La d e fin ic ió n ....................................................................................... ...211
§ 115. La co m p aració n .................................................................................. ...212
§ 116. L a clasificación .................................................................................. ...214
§ 117. El a n á lisis.................................................................................................215
§ 1Í8. La sín tesis.................................................................................................216
§ 119. Là d ed u cció n ....................................................................................... ...217
§ 120. La inducción ....................................................................................... ...219

C ) C o n sid e r a c io n e s c r ít ic a s

§ 121. Balance reflex ivo ...................................................................................220


§ 122. N otas de reflexión: las fichas de co m en tario......................... ...221
§ 123. La reflexión sistem ática .....................................................................222
ÍNDICE GENERAL XXVII

C a p ít u l o IX
RED A CCIÓ N D E LA O BRA : LA E X P O S IC IÓ N

§ 124. Prim er esbozo de la obra e sc rita ....................................................225

A ) C o n se jo s p r á c t ic o s para in v e s t ig a d o r e s n o v eles

§125. El arte de escrib ir.................................................................................225


§ 126. Prepararse para re d a c ta r.....................................................................227
§ 127. ¿Cómo se escrib e?................................................................................228
§ 128. ¿A quién se dirige? .......................................................................... ...232
§ 129. ¿Por dónde se em p ieza?.....................................................................234
§ 130. Trabajo en b o rrad o r.......................................................................... ...235

B ) D e sa r r o l l o d e la d iser t a c ió n

§ 131. La instancia expositiva.......................................................................238


§ 132. P aráfrasis.............................................................................................. ...239
§ 133. Citas literales..........................................................................................240
§ 134. Adaptación de un texto lite ra l...................................................... ...242
§ 135. Expresiones en idiom a extranjero...................................................243
§ 136. Las reflexiones del a u to r................................................................ ...245

C ) L as notas

§ 137. F unción.................................................................................................. ...246


§ 138. Presentación.............................................................................................246
a) Lugar de las n o ta s..........................................................................247
b) Uso de abreviaturas y sig las.......................................................248
c) Referencias de obras en idiom a extranjero o traducidas 250
§ 139. Referencias de fuentes de doctrina............................................. ...251
§ 140. Casos de jurisprudencia .....................................................................253
§ 141. Notas de reen vío ....................................................................................255
§ 142. Notas de com entario............................................................................256
XXVIII ÍNDICE GENERAL

D) L a p r im e r a v e r s ió n d e la o bra

§ 143. Hacia el punto final .......................................................................... 257


§ 144. Com pletar las lag u n as.........................................................................257
§ 145. A ctualización del trabajo ..................................................................258
§ 146. La tesis del autor. La co n clu sió n ...............................................259
§ 147. La presentación de la obra: la in tro d u cció n ..............................261

C a p ít u l o X
C U L M IN A C IÓ N D E L T R A B A JO

§ 148. Tareas fin a le s...................................................................................... ...265

A ) P e r f e c c io n a m ie n t o del tex to

§ 149. Relectura de la prim era versión .................................................. ...266


§ 150. Revisión del título y la estructura ................................................266
§ 151. C orrecciones de fondo y de form a ...............................................268
§ 152. D etalles m ateriales ..............................................................................270

B) L o s com plem en to s

§ 1 5 3 . F in alid ad ...................................................................................................271
§ 154. Tabla de materias, sum ario o índice ......................................... ...272
§ 155. La b ib lio g rafía.......................................................................................273
a) O b lig atoria..................................................................................... ...273
b) Opcional ............................................................................................273
§ 156. Tabla de ab reviatu ras..........................................................................275
§ 1 5 7 . El prólogo o p re facio ..........................................................................275
§ 158. Los an ex o s...............................................................................................276
a) Docum entos autogenerados ................................................... ...277
b) Docum entos públicos ....................................................... ..........277
c) Legislación ................................................................................... ...277
d) L éx ic o .................................................................................................277
e) F a llo s............................................................................................... ...278
f) Otros d o cu m en to s..........................................................................278
§ 159. Otras tablas o p tativ as..........................................................................278
INDICE GENERAL XXIX

C) E l o r ig in a l

§ 160. La versión pasada en limpio ................................................. ..279


§ 161. Presentación del original .........................................................281
§ 162. Verificación final y lectura por un tercero............................282
§ 163. Los derechos de autor ..............................................................284
§ 164. La edición de la obra ................................................................285
Conclusión .............................................................................................. ..289
Bibliografía ................................................................................................291
índice alfabético..................................................................................... ...295
ABREVIATURAS
ADLA Anales de Legislación Argentina (Buenos Aires)
AISS Asociación Internacional de Seguridad Social
ALJA Anales de Legislación de Jurisprudencia Argentina
BO Boletín Oficial de la República Argentina
BOE Boletín Oficial del Estado (España)
CNCiv Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
CCT convenio colectivo de trabajo
CD-ROM compact disc-read only memory
CGEC Confederación General de Empleados de Comercio
CGT Confederación General del Trabajo
CID centros de información directa
CNAT Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
CFed Cámara Federal
CNSS Cámara Nacional de Seguridad Social
es Corte Suprema
CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España)
CSJN Corte Suprema de Justicia de la Nación
DBMS Data Base Management System
DGI Dirección General Impositiva
DL Revista Doctrina Laboral (Buenos Aires)
DT Revista Derecho del Trabajo (Buenos Aires)
E-mail correo electrónico
ed. edición
ED Revista El Derecho (Buenos Aires)
Fallos Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Buenos
Aires)
FUNDESCO Fundación para el Desarrollo de la Función Social de las Comu­
nicaciones (Madrid)
IDL Revista 11 Diritto del Lavoro (Milán)
INDEC Instituto Nacional de Estadística y Censos
ISBN international standard book number
XXXII ABREVIATURAS

JA. Revista Jurisprudencia Argentina


JO Journal Officiel {' rancia)
LA Legislación Argentina (Buenos Aires)
LCT Ley de Contrato de Trabajo
LL Revista La Ley (Buenos Aires)
LNE ley nacional de empleo
LT Revista Legislación del Trabajo (Buenos Aires)
OIT Organización Internacional del Trabajo
ONU Organización de las Naciones Unidas
PC personal Computer
p. página
RDT Revista de Derecho del Trabajo (Madrid)
REDC Revista Española de Derecho Constitucional (Madrid)
RGD Revista General de Derecho (Madrid)
RIDL Rívista Italiana di Diritto del Lavoro (Roma)
RISS Revista Iberoamericana de Seguridad Social (Madrid)
RIT Revista Internacional del Trabajo (Ginebra)
SAIJ Sistema Argentino de Informática Jurídica
SC Suprema Corte
SCBA Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires
ST Superior Tribunal
t. tomo
tr. traducción
TS Tribunal Superior
TSS Revista Trabajo y Seguridad Social (Buenos Aires)
UBA Universidad de Buenos Aires
UE Unión Europea
UIA Unión Industrial Argentina
vol. volumen
www World Wide Web
C a p ít u l o P r im e r o
M ÉTO D O S DE IN V E ST IG A C IÓ N

§ 1. C o n sid e r a c io n e s g e n e r a l e s . - La investigación en ge­


neral y la investigación jurídica en particular no resultan fáciles
de definir, en tanto son conceptos vinculados filosóficamente con
la teoría del conocimiento.
El hecho consiste básicamente en hacer diligencias para des­
cubrir o explicar una cosa que se ignora. Es decir, se investiga
siempre que se busca la solución a un problema determinado. Se
investiga científicamente cuando se inquiere sobre los principios
y causas de las cosas de manera que, comprendiendo los mecanis­
mos o leyes de los fenómenos que se estudian, puedan formularse
explicaciones teóricas o prácticas que se considera resuelven el
problema planteado de una manera racional, conforme las pautas
normativas que rigen los intercambios intelectuales que condicio­
nan la producción, circulación y consumo de tales productos1 (ver
§ 105 a 120).
En consecuencia, se investiga para “conocer algo que no se
sabe”, para lo cual debe determinarse la cuestión, el problema, los
interrogantes, que aparecen así como el punto de partida de todo
trabajo de esta índole.
Habrá “ciencia”, entonces, cuando, mediante investigad;?". se
obtengan conclusiones válidas para integrar el cuerpo de doctrina
metódicamente formado y ordenado de una porción del saber hu­
mano, por pequeña y limitada que sea esa porción. Consecuente­
mente, y tal como lo señala B u n g e 2, la ciencia podría caracterizar-

1 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 44.


2 B u n g e , La ciencia, su método y su filosofía, p. 10.

1. H errera, M etodología.
2 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

se como “un conocimiento racional, sistemático, exacto, verifica-


ble y por consiguiente falible”.
El derecho es esencialmente un producto “cultural”, que ge­
neralmente es el resultado de la concepción de un determinado
grupo social que establece las reglas de conducta humana desarro­
llada en comunidad, para alcanzar los fines que esa colectividad
se ha propuesto según lo interpreten los titulares del poder. El
método básico del conocimiento jurídico es, pues, la “hermenéu­
tica”, que tiene por objeto específico la intepretación de las normas
para determinar su sentido.
Las fuentes formales del derecho, aun las consuetudinarias, se
explicitan mediante el lenguaje, cuyo contenido debe desentrañar
el jurista a fin de aplicar sus principios a la realidad histórica y
cultural de que se trate.
Sólo el hombre como ser social puede ser titular de derechos,
por lo que la investigación jurídica tendrá por objeto el análisis de
ciertas normas que regulan algunos aspectos de la conducta humana.
En derecho, como en las demás ciencias humanas, las conclu­
siones de la investigación no pueden verificarse experimentalmen­
te en razón de la propia naturaleza de la materia investigada, como
ocurre, por el contrario, en las ciencias experimentales y exactas.
Por ello, su verdad, aunque relativa, es permanente, y su falsedad
también, lo que implica decir que sus conclusiones son esencial­
mente contingentes3.

A) E l c o n o c im ie n t o c ie n t íf ic o y sus m é t o d o s

§ 2. R e l a c ió n g n o s e o l ó g ic a . - El conocimiento es una re­


lación que se establece entre un sujeto y un objeto, en función
de la cual el primero extrae ciertos elementos racionales del se­
gundo, que permiten identificarlo y explicarlo con una profundi­
dad creciente. Es decir, es una “relación gnoseológica”. Si la re­
lación es puramente superficial o pragmática, nos hallamos ante
un conocimiento primario o vulgar, tipo al que corresponden los
conocimientos que tenemos sobre la inmensa mayoría de los obje­
tos que nos rodean y de los cuales nos servimos en la vida coti­
diana.

3 Conf. M a n g a n a r o R o z a s , Pasos para una tesis doctoral, p. 15.


MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 3

Cuando el conocimiento trasciende la mera exterioridad deri­


vada de la experiencia, nos hallamos ante una profundización
cognoscitiva relativa que permitirá calificar el producto como un
“conocimiento técnico”, meramente práctico o instrumental, o co­
mo un “conocimiento científico” cuando alcance a las causas, prin­
cipios o finalidad del objeto, lo que permitirá establecer leyes re­
lativas a su funcionamiento o esencia.
Es decir, de toda investigación se espera “no sólo una descrip­
ción de los aspectos particulares de la cosa en estudio, sino que
proporcione un conocimiento de lo que preside su funcionamiento:
su surgimiento, su modo de existencia, su desarrollo, su desapari­
ción, o su reemplazo por otro, en resumen, se espera que un pro­
ducto científico exponga leyes generales que comprendan el com­
portamiento de los objetos de la experiencia”4.
En todos los casos, la relación de conocimiento científico se
producirá tras un proceso de investigación racional metódicamente
regulado, lo que se traducirá en postulaciones demostrables por vía
de experimentación o del raciocinio, lo cual se expresará mediante
fórmulas propias de la disciplina de que se trate5.
Destaca acertadamente S am aja , siguiendo a L e ib n iz , que el co­
nocimiento científico, la “episteme”, no es más que “conocimiento
humano organizado conforme las pautas del derecho estatalizado”,
razón por la cual “la terminología científica está atiborrada de tér­
minos jurídicos: la lógica estudia ‘juicios’, ‘argumentos’, ‘proce­
sos de concluir’; las ciencias buscan ‘leyes’, procuran ‘evidencias’,
‘pruebas’, ‘contrapruebas’; los científicos redactan ‘protocolos’,
‘producen veredictos’, ‘demuestran’, ‘exponen’, ‘fundamentan’,
etcétera. La estructura misma del procedimiento explicativo de la
ciencia concebida por el positivismo es idéntica a la estructura del
proceso judicial”6.
De esta manera, la ciencia en su conjunto, como cada una de
las disciplinas que la componen, representará una postulación sis­
temática conformada por leyes y principios con un cierto grado de
certeza y validez universal. Con ello queremos subrayar la limi­
tación del conocimiento humano, ya que el hombre no podría afir­
mar la absoluta validez de las conclusiones a las que llegue con

4 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 31.


5 Conf. CUVILLIER, La connaissance, p. 64.
6 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 37 y 38.
4 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

su razonamiento. Queda dicho que el saber científico, aun el más


elemental y comprobado en los hechos, se halla sujeto a una even­
tual rectificación7.
Durante el predominio del positivismo se afirmó la creencia
de que no existía otra clase de objetos que pudieran ser analizados
científicamente que los reales o naturales. En este orden de ideas,
se pensaba que no había más ciencia que la que podía expresarse
en leyes de formulación y validez universal de certeza constrictiva,
reservándose a la filosofía la misión de coordinar los resultados
generales de las ciencias particulares8. Con el espectacular avan­
ce de la ciencia en el siglo xx, el hombre se volvió más modesto
y comenzó a admitir que no podría afirmar la certeza absoluta de
un postulado por más exhaustiva que hubiera sido su demostración,
el que m antendría su valor provisional, mientras nuevas investi­
gaciones no vinieran a refutar total o parcialmente sus proposi­
ciones9.
Por otra parte, se admitió como un valor entendido el hecho
de que existían también procedimientos científicos para alcanzar
el conocimiento de objetos no naturales, como los sociales y cul­
turales, además de las ciencias que se ocupan de los objetos natu­
rales y cuyos postulados pueden demostrarse por vía experimental
y las exactas por el razonamiento.
§ 3. M é to d o y t é c n i c a c i e n t í f i c a . - Es obv io afirm ar que
cad a o b jeto d el co n o cim ien to c ie n tífic o debe ser tratad o con un
m é to d o q u e se ad e c ú e a su n a tu ra le z a , co n lo que q u ed an in d i­
so lu b le m e n te u n id o s el o b je to y el m é to d o d e c a d a ra m a de la
cien cia.
En esta óptica podemos definir el método como el conjunto
de procedimientos y reglas a que debe ajustarse el sujeto cognos­
cente para desentrañar lo esencial de una cuestión que desconoce,
lo que se traducirá en una exposición, demostración y sistematiza­
ción fundada en hechos probados o razones lógicas.
7 Así, por ejemplo, una afirmación científica tan elemental e indiscutida
como que uno más uno es dos, resultará cierta en tanto nos ubiquemos en el
sistema decimal. Si el cálculo se realiza en el sistema binario, el resultado
será diez.
8 CUVILLIER, La connaissance, p. 11.
9 Conf. GUIBOURG - G h IGLIANI - GUARINONI, Introducción al conocimiento
científico, p. 150.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 5

Cada ciencia o grupo de ellas dispone de sus propios métodos


que se adecúan a la naturaleza de su objeto. La “metodología”,
consecuentemente, estudia los métodos, su aplicación y alcance en
cada una de las áreas del conocimiento. Tiene, por ende, un as­
pecto teórico o filosófico, y uno práctico o técnico, que consiste
en el desarrollo concreto de las reglas traducidas en procedimien­
tos para cada situación10.
Las reglas metodológicas, en consecuencia, están orientadas
a la aprehensión de los contenidos descriptivos y teóricos sobre un
determinado objeto, y tienen por finalidad inmediata indagar, para
validar, sobre la exactitud de ciertas proposiciones que resuelven
de una manera racional una cuestión. Estas reglas instrumentales
son explícitas y se fundan en razones que llevan al sujeto cognos­
cente a utilizar una y no otras, según las circunstancias. Por ello
se entiende que procuran un “saber proposicional”11.
Así, por ejemplo, en las ciencias de la naturaleza la metodo­
logía se ocupará de las bases teóricas del “método experim en­
tal”, cuyos fundamentos filosóficos han sido desarrollados, entre
otros, por B e r n a r d 12. Pero corresponderá a los técnicos de cada
especialidad establecer los procedimientos prácticos para obtener
en cada caso determinados resultados en el campo de la experiencia.
Consecuentemente, podríamos definir la “técnica” o “metodo­
logía práctica” como un modo de hacer que comprende la elabora­
ción, adecuación y manejo del material científico para la obtención,
comprobación y ordenación de los hechos o datos sobre los cuales
operan las reglas metodológicas del sujeto cognoscente13.
Lo expresado nos permite afirmar que, así como la ciencia se
identifica con su método, éste no puede prescindir de la técnica
10 U n autor com o BOCHENSKI co n sid era a la m etodo lo gía com o u n a ram a
de la lógica ( Los métodos actuales del pensamiento , p. 29), plan teo que h a sido
criticad o p o r P o p p e r al sosten er que las reglas m etodo ló gicas son sim ples co n ­
venciones relacionadas con u n a fin alid ad concreta, lo que excede el m arco de la
lógica (La lógica de la investigación científica, p. 49). C onf. GUIBOURG - G hi-
GLIANI - GUARINONI, Introducción al conocimiento científico , p. 156.
11 GUIBOURG - GHIGLIANI - G u a r in o n i , Introducción al conocimiento cien­
tífico, p. 155.
■12 Cfr. B e r n a r d , El método experimental y otras páginas filosóficas. Ver,
tam bién, BÉNÉZÉ, La méthode éxperimentale.
13 C onf. B a sc u ñ á N V a l d é S, Manual de técnica de la investigación jurídi-
co-sociál, p. 51, y B ie l s a , Metodología jurídica , p. 6.
6 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN IURÍDICA

para alcanzar sus objetivos. Ello resulta evidente en el campo de


las ciencias fácticas que se desarrollan mediante la experimenta­
ción, pero el aserto también resulta válido para las ciencias huma­
nas y sociales, en tanto es imposible conocer y analizar los objetos
de estas ciencias -com o el derecho- sin el adecuado concurso de
ciertos procedimientos racionales de carácter técnico.
§ 4. C ie n c ia s fo r m a l e s y f á c t ic a s . - Las ciencias pueden
ser objeto de diversas clasificaciones en función de la concepción
filosófica del autor. Es clásica la elaborada por el positivista
C o m te , en la que ubica al derecho como un aspecto de la sociolo­
gía, negándole carácter científico propio14.
Sin entrar en las honduras de tal debate, que excede las pre­
tensiones de este trabajo, podemos intentar una clasificación de
las ciencias en función de la naturaleza de su objeto, lo que con­
secuentemente determinará la especificidad de sus métodos de co­
nocimiento.
En esa óptica podemos dividir las ciencias en dos grandes
grupos: form ales y fácticas o empíricas, según se ocupen de entes
que se hallen en el mundo de las ideas o en la realidad de la na­
turaleza15.
Las ciencias formales más representativas son las matemáti­
cas y la lógica, que se ocupan de cuestiones que sólo existen como
productos racionales, creados por la mente de los hombres, y cuyo
método esencial de conocimiento es la deducción, con lo que se
logra la demostración racional de sus postulados sin apoyo alguno

14 C o m te , en su Curso de filosofía positiva, distingu ía en función de su


c o m p le jid a d c re c ie n te y la g e n e ra lid a d d e c re c ie n te de su o b je to las sig u ien tes
ciencias fun dam entales: a) las m atem áticas; b ) la astronom ía, o ciencias de 1a
física celeste; c) la física y la qu ím ica, o ciencias de la m ateria; d ) la biología y
la fisiolog ía, o ciencias de la vida, y e ) la sociología, o ciencia positiva de los
fenóm enos hu m ano s (citado p o r C u v i ll ie r , La connaissatice, p. 387).
S egún D u rk h e im , la so cio lo g ía así conceb ida com prendería tres aspectos
fun dam entales: tz) la m orfo lo gía so cial (g eo g rafía hum ana, dem ografía, etc.); b)
la fisiolog ía so cial, que com prendería la socio log ía económ ica, po lítica, ju ríd ica,
religio sa, etc., que serían objeto de estud ios particulares com o el de las ciencias
ju ríd ic as, y c) la socio log ía del conocim ien to, que tend ría p o r objeto el estudio
de las co n d icio n es sociales del pensam ien to , en p articular el filosó fico (citado por
C u v illie r , La connaissance, p. 517).
15 G u ib o u rg - GHIGLIANI - G u a rin o n i, Introducción al conocimiento cien­
tífico, p. 148.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 7
en la experiencia. En este grupo podemos ubicar también a la
ciencia de las ciencias: la filosofía16.
Las ciencias fácticas se ocupan de cosas y hechos que se ve­
rifican en la realidad tangible. Podemos distinguir en ellas dos
grandes grupos: a) el de las ciencias naturales, que se ocupan del
conocimiento de los cuerpos materiales, y b) las ciencias sociales,
que estudian el comportamiento del hombre en sociedad y sus pro­
ductos culturales.
Entre las ciencias naturales podemos mencionar a la química,
la física, la astronomía, la biología, la psicología, la medicina y,
en general, todas aquellas que se ocupan de los entes con existen­
cia material en la naturaleza.
El método de conocimiento típico de las ciencias naturales es
la experimentación, por lo que también se las denomina empíricas,
fácticas o experimentales, en razón de que sus postulados, resul­
tados de la observación, pueden comprobarse en la realidad por
medio de experiencias que pueden repetirse a voluntad en razón
del determinísmo propio de las leyes de la naturaleza. Por esa
razón, teóricamente al menos, una vez establecida la ley relativa a
un cierto comportamiento natural, y ratificada experimentalmente,
quedaría establecida como verdad científica, lo que no garantiza
sino en términos muy relativos su exactitud17.
Dentro de las ciencias sociales encontramos a la sociología,
la política, la economía, la lingüística, la historia, el derecho y, en
general, todas aquellas que se ocupan de los hechos creados por
los propios hombres como consecuencia de su acción en comuni­
dad, es decir, como productos de la cultura: lenguaje, costumbres,
religión, derecho, etc., lo que no existe como unidad fáctica, sino
que se presenta en múltiples diversidades, que se modifican en fun­
ción del tiempo y del lugar. Por ello, se denominan también cien­
cias humanas o culturales.
En las ciencias sociales, culturales o humanas, el observador
no puede liberarse de su propia carga cultural y social que lo de-

16 Algunos autores consideran el conocimiento filosófico como “metacien-


tífico”, tanto en razón de la naturaleza de los problemas que aborda, como por
los métodos y procedimientos de pensamiento que requiere. Conf. C u v il l ie r ,
La connaissance, p. 66.
17 A sti V e r a , Metodología de la investigación científica, p. 23 y ss., y GtlI-
BOURC - G h ig l ia n i - G ü a r in o n i , Introducción al conocimiento científico, p. 150.
8 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

termina de alguna manera como ser comunitario. Consecuente­


mente, la investigación en estas áreas tiene una gran carga de sub­
jetividad. Si bien tal hecho no las priva de su carácter científico,
sus resultados estarán siempre signados por su valor relativo y su
esencial provisoriedad, en tanto no son más que la form ulación de
un determinado postulado fundado en hechos o situaciones que no
podrán repetirse, en razón de que se hallan estrecham ente vincu­
lados con la libertad de los hombres que los producen dentro de
un contexto histórico.

B ) D erecho y c ie n c ia ju r íd ic a

§ 5. ¿ Q u é e s e l d e r e c h o ? - L a ciencia jurídica tiene por


objeto el estudio del derecho. Pero, ¿qué es el derecho? La res­
puesta parece obvia cuando se la dirige a juristas, pero pocas
cuestiones han dividido tanto a los iusfilósofos como la conceptua-
lización del ordenamiento jurídico y sus fundamentos. Nada por
el estilo ocurre en el campo de las ciencias formales y de la natu­
raleza, cuyos objetos están clara, inequívoca y pacíficamente de­
terminados en su materialidad.
El derecho se presenta así como un concepto equívoco que
responde en buena medida a la posición filosófica del jurista. Pa­
rece indudable que en el derecho existe un elemento moral que
determina las bases fundamentales de la convivencia en sociedad,
pero determinar en qué consiste ese elemento y cuáles son sus co­
rolarios -que se concretan en las reglas fundamentales de la con­
vivencia- es algo que divide profundam ente a los autores.
Según la tradicional doctrina iusnaturalista, en sus múltiples
versiones, existe un derecho natural, inmutable y universal, que
sería patrim onio de todos los pueblos y de todas las épocas, lo
que daría sustento y validez a las reglas positivas producto de la
inteligencia humana. Desde esta óptica, la obligatoriedad del de­
recho no derivaría de la simple existencia de un mandato por parte
de quien lo dicta, ni de su poder sancionatorio para hacerlo efec­
tivo, sino de la adecuación a los preceptos fundamentales que con­
figuran su base racional18.

18 M o u c h e t - ZORRAQUÍN BECÚ, Introducción al derecho , p. 33 , y ROSS,


Sobre el derecho y la justicia, p. 221.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 9
Históricamente, esta escuela encuentra sus orígenes en los pri­
meros filósofos griegos, y se extiende hasta nuestros días, fun­
dam entalm ente representada por los iusfilósofos cristianos que
basan sus ideas en la escolástica tomista. Pero también ha encon­
trado apoyo en la filosofía racionalista de los siglos xvn y x v iii ,
y en otras escuelas filosóficas más modernas como el intuicionis-
mo de B e r g so n y la fenomenología de H u s se r l 19.
Desde este punto de vista, la ciencia jurídica no puede ago­
tarse en el simple análisis de la normativa positiva y la comproba­
ción de que ha sido sancionada por autoridad legítima, sino que
debe inquirir sobre la sustancial justicia que le da validez a sus
postulado?, es decir, su coincidencia con los principios del derecho
natural.
Durante el siglo xix se produjeron im portantes reacciones que
cuestionaron el idealismo y el racionalismo de las doctrinas ius-
naturalistas: las mas im portantes fueron la escuela histórica y la
positivista.
Según la escuela histórica, cuyo principal mentor fue S a v ig -
n y , el derecho es un producto cultural formado gradualmente en
la práctica de las relaciones jurídicas de cada pueblo, sin que el
legislador intervenga como factor creador y generador, sino como
un mero form alizados En esta óptica, la ley no es producto de la
sola razón humana, sino el resultado de la aceptación formal de
los sentimientos y juicios de la comunidad20.
La ciencia jurídica, consecuentemente, tendría por objeto ana­
lizar los alcances de la norma sancionada en función de los senti­
m ientos com unes en cada m om ento histórico, tanto como la de
expresar jurídicam ente estos anhelos para que los formalice el le­
gislador.
Según la escuela dogmática, cuyo representante más importan­
te fue K e l s e n , no existe otro derecho que el sancionado por la au­
toridad políticamente constituida que ejerce el poder. Es el con­
junto de normas con efectiva vigencia de ley en el sentido material
y sustancial. El positivism o deliberadamente desvincula el dere­
cho de su contenido, que puede respetar o no consideraciones de
orden ético admitidas por la sociedad.

19 Ross, Sobre el derecho y la justicia, p. 221.


20 Cfr. BlELSA, Metodología jurídica, p. 283.
10 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

La ciencia del derecho, consecuentemente, tendría por objeto


establecer la existencia y alcance de estas normas sin ningún tipo
de valoración extrajurídica. La ciencia del derecho quedaría con­
figurada como la del puro deber ser, sin vinculación alguna con
la filosofía, la moral, o la sociología, desarrollándose como una
teoría dogmática en términos normativos exclusivamente21.
§ 6. M é t o d o s d e in v e s t ig a c ió n ju r íd ic a . - El conocim ien­
to del derecho y su aplicación requieren, como en toda ciencia, la
utilización de métodos racionales, mediante los cuales se logre al­
canzar el fin gnoseológico perseguido, lo que determinará la elec­
ción de una técnica apropiada.
Conocer e interpretar el derecho implica desentrañar su sen­
tido, contenido y alcance, tarea que en buena parte es resorte de
los investigadores científicos que elaboran la doctrina. La in­
terpretación configura, pues, una labor técnico-científica que se
realiza sobre principios y normas que se extraen de diversas fuen­
tes del conocimiento jurídico, con el propósito explícito de acotar
su significado, con la finalidad de aportar una solución a una cues­
tión jurídica, cualquiera que sea su índole. Esta investigación
puede tener distintos alcances y ser realizada por diversos tipos
de intérpretes, lo que determ inaría la utilización de distintas téc­
nicas (ver § 7).
En el curso de la historia del derecho se han diseñado nume­
rosos métodos de investigación jurídica con el propósito de alcan­
zar de una m anera más eficaz su conocimiento y sus técnicas de
aplicación. Analizaremos brevemente los principales: el exegéti-
co, el dogmático y el histórico-sociológico.
a) E x e g é t i c o . Con el desarrollo de la codificación se conso­
lidó la llamada escuela exegética, para la cual el problema del co­
nocimiento del derecho quedaba lim itado al estudio y análisis de
las disposiciones que regían una situación, entendiendo que la in­
vestigación jurídica se reducía a desentrañar la voluntad del legis­
lador en el momento en que la norma había sido sancionada22.

21 K e ls e n , Teoría pura del derecho, p. 65 y ss.; BlELSA, Metodología jurí­


dica, p. 207, y Ross, Sobre el derecho y la justicia, p. 2.
22 C onf. B ie l s a , Metodología jurídica, p. 265; M o u c h e t - Z o r r a q u Ín
B e c Ú, Introducción al derecho, p. 254, y GlRALDO ÁNGEL, Metodología y técnica
de la investigación jurídica, p. 87.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 11
Teóricamente no impedía considerarla existencia de un dere­
cho superior no escrito, como lo sostenían los iusnaturcilistas des­
de antiguo, pero ante las evidentes dificultades para establecer su
contenido y alcances concretos, de hecho se fueron morigerando
sus consecuencias para limitarse exclusivamente al estudio de los
textos legales.
A tal fin se utilizaron distintos procedimientos, como el de
las interpretaciones gramatical, lógica y teleológica.
1) M ediante la gramatical se trata de analizar el significado
de las fórm ulas lingüísticas em pleadas por la ley, para llegar a
aprehender el sentido de la norma, según la intención explicitada
por el legislador en ella.
2) La lógica se utiliza cuando el análisis anterior no conduce
a resultados razonables y se debe echar mano a otros procedim ien­
tos para desentrañar el espíritu escondido de la ley. Para ello
se podría recurrir a elem entos extrínsecos a la propia norma, co­
mo sus antecedentes parlam entarios, fundam entos de los proyec­
tos, notas o com entarios del codificador, mensajes de elevación,
antecedentes extranjeros que se tuvieron como modelo, opinión
de los autores que com entaron su contenido, etc., todo lo cual
puede sum inistrar datos de gran valor para aclarar, en un con­
texto racional, el pensam iento de la autoridad que sancionó la
norma.
3) M ediante la interpretación teleológica se intenta desentra­
ñar el alcance y contenido de la ley en función de los propósitos
que presuntivamente quisieron lograrse con la sanción. Es decir,
mediante la explicitación de la ratio legis podría hacerse una atri­
bución a la voluntad del legislador teniendo en cuenta sus objeti­
vos, con lo que se puede realizar una construcción racional que
llevará a pronunciarse de una determinada manera entre varias po­
sibles, siempre que pueda establecerse con cierta claridad la fina­
lidad perseguida.
b) D o g m átic o . Denominado también como positivismo lógi­
co, o normativismo jurídico, fue principalm ente desarrollado por
K e ls e n y la escuela de Viena, como una reacción al racionalismo
y al iusnaturalismo imperantes en el siglo xix.
Conocida como dogmática jurídica, se desarrolla generalm en­
te sobre el derecho positivo, es decir, sobre lo jurídicamente cons­
truido, lo que no le impide analizar los nuevos hechos jurídicos
12 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

que se presenten en la vida de relación. Es, pues, el método por


excelencia dei positivismo.
Según este método, el derecho debe ser interpretado en fun­
ción del sistema que integra, si es que se quiere pensar científica­
mente, en razón de que no se halla conformado por una o varias
normas desconectadas entre sí, sino que conforman un sistema norr
mativo cerrado, unitario y autosuficiente que establece entre las
distintas normas relaciones esenciales que le confieren su coheren­
cia interna.
Consecuentemente, las fuentes formales del derecho, únicas
que a su juicio establecen relaciones obligatorias, deben ser inter­
pretadas en función de la institución de que forman parte y ella en
función de! todo a que pertenece. Por tal motivo, la razón de la
validez y sentido de la norma se hallará indefectiblemente en otra
norma del sistema, ascendiendo en la pirámide hasta llegar a la nor­
ma fundamental de carácter constitucional, cuya validez se admite
a priori, ya que por su propia naturaleza -esencialmente política-
escapa a lo jurídico23.
Como el método exegético, la dogmática busca conocer los
principios rectores que informan la norma positiva sancionada por
la autoridad con fuerza de ley, procurando elaborar construcciones
jurídicas racionales que se ajusten a su materialidad, sin ningún
tipo de consideración extrajurídica, política o ética, de lo cual pue­
den derivar nuevos principios orgánicos.
Con estos procedimientos se trata de alcanzar el conocimiento
del sustrato del derecho, abstrayendo de las normas una idea tan am­
plia como lo permita el sistema jurídico al que se halla integrada,
creando así nuevos principios por inducción o generalización24.
Mediante el análisis gramatical de sus términos, el empleo de
razonamientos lógicos y teleológicos, la investigación de sus an­
tecedentes, etc., se procura establecer el conocimiento exacto de
lo que ha querido decir cada ley dentro de un sistema. En este
orden de ideas se ha subrayado que sus preceptos se aplican a “lo
que es y no a lo que debe ser”, que queda de esta forma totalmente
excluido del análisis jurídico25.

23 K e l s e n , Teoría pura del derecho, p. 135 y ss., y G ir a l d o Á n g e l , Me­


todología y técnica de la investigación jurídica, p. 105.
24 M o u c h e t -ZORRAQUÍN B e c Ú, Introducción al derecho, p. 160 y 257.
25 B i e l s a , Metodología jurídica , p, 70.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 13
c) H is t ó r ic o - s o c io l ó g ic o . Según este método el conocimien­
to jurídico se alcanza mediante la comparación entre el derecho
anterior que conforma un sistema cerrado y la nueva norma, a fin
de determinar el modo de acción de la ley que produce el cambio
en función de nuevos requerimientos de la sociedad que interpreta
el legislador que los formaliza.
De esta manera, se determina el efecto de la ley y el cambio
por ella introducido, es decir, el factor histórico que debe esclare­
cer el investigador. El elemento sistemático tiene por finalidad
establecer un lazo íntimo entre las distintas instituciones y reglas
que conforman el ordenamiento jurídico26.
Con este enfoque, como el legislador ha tenido ante sus ojos
tanto ese conjunto normativo que conforma el sistema jurídico co­
mo los hechos históricos que lo impulsan a formalizar un cambio,
debe explicarse la acción ejercida por la nueva norma sobre el sis­
tema general al que viene a integrarse de manera armónica.
El mérito sustancial del método histórico-sociológico radica
en haber puesto el acento en dos aspectos particularmente impor­
tantes en los estudios jurídicos, que habían sido subestimados por
el racionalismo anterior: las soluciones que sugiere la conciencia
social en cada momento histórico y la necesidad de interpretar ca­
da norma jurídica como parte de un todo coherente e inseparable.
De esta manera, la ley, una vez sancionada, se desprende de
las intenciones concretas que ha tenido el legislador al dictarla y
adquiere una vida propia dentro de cada sistema que evoluciona
con los requerimientos sociales. La ratio legis sustituye la volun­
tad del legislador y no necesita de elem entos extrínsecos para
ser interpretada y aplicada. El jurista, consecuentemente, deberá
inquirirse en cada caso sobre las necesidades concretas y varia­
bles que le imponen nuevas soluciones en cada momento de la evo­
lución histórica.
§ 7. La t é c n i c a j u r í d i c a . - El derecho, como .todas las cien­
cias, debe recurrir a determinadas técnicas para alcanzar el co­
nocimiento y su finalidad. En ese orden de ideas podemos con­
siderar que el derecho como ciencia tiene dos aspectos: a) uno
teórico o sistemático, basado en la exposición de las reglas jurídi­
26 G i r a l d o A n g e l, Metodología y técnica de la investigación jurídica ,
p. 121.
14 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

cas pertenecientes a uno o varios ordenamientos espacial y tempo­


ralmente circunscriptos, y b) un segundo aspecto, de carácter téc­
nico o práctico, que consiste en el arte de la interpretación y
aplicación de las normas. Es decir, la metodología práctica o téc­
nica aparecería, así, como una disciplina complementaria a la cien­
cia jurídica propiamente dicha.
En este terreno debemos distinguir los medios técnico-jurí­
dicos de que se vale el derecho como ordenamiento para hacer
efectivos sus mandatos y que forman parte del propio derecho sus­
tantivo (v.gr., la primacía del orden público, el principio de la au­
tonomía de la voluntad en los negocios privados, el sistema de
nulidades absolutas y relativas, las presunciones, las sanciones pe­
nales y administrativas, el recurso a la vía jurisdiccional, etc.), de
la técnica de la investigación jurídica, que se relaciona con el de­
recho como ciencia. Ella consiste en un conjunto de reglas ins­
trum entales orientadas a la búsqueda, individualización, manejo y
elaboración de las fuentes del conocimiento jurídico27.
Según cuál sea la finalidad inmediata que persiga el investi­
gador en el manejo de la fuentes del conocimiento jurídico, puede
distinguirse:
a) Una técnica legisferante, orientada a la elaboración de tex­
tos normativos, para lo cual resulta indispensable dominar determi­
nados recursos, como los vinculados con el uso del lenguaje nor­
mativo y la lógica jurídica en general.
b) Una técnica jurisdiccional, orientada a la aplicación del
derecho por parte de los operadores para la solución de situacio­
nes concretas. Esta técnica corresponde de manera preponderan­
te a ios jueces encargados de resolver cuestiones litigiosas que se
someten a su conocimiento, pero también a organismos adminis­
trativos y personas privadas que aplican el derecho en su actividad,
como los que realizan actos de comercio, transacciones civiles o
reclaman derechos en forma privada. Supone un conocimiento
amplio del derecho y sus formas de aplicación concreta.
c) Una técnica forense, orientada fundamentalmente a la de­
fensa de intei'eses particulares ante los organismos jurisdicciona­
les, lo que supone, además de un conocimiento del derecho, el ma­
nejo de la dialéctica jurídica o arte de la argumentación.

BaSCUÑÁN VaLDÉS, Manual de técnica de la investigación jurídico-so-


ciaí, p. 56.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 15
d) Por último, una técnica científica, que, a diferencia de las
restantes, no tiene una finalidad práctica inmediata y concreta, sino
la aprehensión de ciertos datos para el mejor conocimiento del de­
recho en cualquiera de sus planos. Esta técnica es un saber prác­
tico, orientado al conocimiento jurídico de carácter científico. Es
decir, procura desarrollar en el sujeto cognoscente, el investiga­
dor, nociones y habilidades que le permitan explotar las fuentes de
conocimiento jurídico conforme a sus características, para descri­
birlas, captar su esencia, propósitos y contenido a fin de alcanzar
conclusiones teóricas o prácticas en trabajos de disertación jurídi­
ca, que propone a los demás operadores y la comunidad científica
para su utilización específica.

C) E l a n á l isis y la in t e r p r e t a c ió n ju r íd ic a
§ 8. A lterna tiva s s is t é m ic a s . - A l in v estig ad o r le c o rre s­
p on de, co n secu en tem en te, an a liz a r cad a tem a en fu n ció n d el p ro ­
p ó sito q ue d eterm in e su p ro p ia id e a d ire c triz , lo que según los ca ­
sos lo llev a rá a h acer u na o bra de d o g m ática, es decir, te n d ie n te a
d esarro llar conceptos b asad o s en las fuentes form ales del derecho o
lan zarse en an álisis ex trasistém ic o s de orden filo só fico o p o lític o .
En el primer supuesto, actuará cuando su análisis se realice
dentro del marco del derecho positivo, considerando a éste como
unidad normativa. En tal caso, el estudio se agotará en conside­
raciones de pura dogmática jurídica entendida en su sentido más
amplio, y los fundamentos se reducirán principalmente a la expli­
cación de las normas.
Si la investigación en lo sustancial trasciende ese marco, el
jurista se verá enfrentado a problemas de otra naturaleza, como los
políticos o filosóficos, y, consecuentemente, deberá fundar sus ar­
gumentos en métodos propios de esas ciencias.
§ 9. M a r c o in s t it u c io n a l d e la in t e r p r e t a c ió n j u r íd i ­
ca. - Señalamos ya que cualquiera sea la óptica en la que se colo­
que el jurista, la investigación debe tener propósito científico,
lo que la diferencia de otras técnicas de investigación ordenadas a
otro tipo de utilización.
Sabemos que la doctrina es una fuente formal del derecho y
el jurista, por más novel que resulte, es un doctrinario cuyo trabajo
tiene vocación de satisfacer requerimientos especulativos o prácti-
16 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

eos (como podría ser la administración de justicia). En consecuen­


cia, el análisis que haga debe hallarse acotado por principios que
el autor no podría ignorar.
En este orden de ideas, debemos señalar que la interpretación
del derecho, objeto de investigación jurídica, en ningún caso puede
ser resultado de la fantasía libre del estudioso, sino la conclusión
razonada de principios y normas de derecho aplicables al caso.
En cada sistema jurídico, en forma expresa o tácita, el cons­
tituyente ha establecido normas de guía para los magistrados judi­
ciales que deben aplicar el derecho en su incesante labor interpre­
tativa28.
Sabemos que el art. 15 del Cód. Civil argentino establece que
“los jueces no pueden dejar de juzgar bajo el pretexto de silencio,
oscuridad o insuficiencia de las leyes”, norma de neta raigambre
constitucional que garantiza la inviolabilidad de la defensa en jui­
cio. En consecuencia, el sistema jurídico argentino, como cual­
quier otro, al imponer a los jueces la obligación de juzgar, les pro­
híbe dejar de hacerlo en el supuesto de inexistencia o defecto de
norma positiva.
Ello implica afirmar la integralidad del ordenamiento, de lo
que resulta que no todo el derecho se halla en las fuentes formales,
por lo que el jurista preocupado podría incursionar sin mayores
problemas en temas carentes de específica regulación positiva.
El art. 16 del Cód. Civil suministra una directiva para la in­
terpretación de las leyes que deberá tener muy presente el investi­
gador en su tarea de esclarecimiento: para resolver una cuestión
de derecho común deberá inquirir, en prim er lugar, el significa­
do de las palabras usadas por el legislador (interpretación grama­
tical), y el espíritu de la ley (interpretaciones lógica y teleológica),
y si no pudiere resolver adecuadamente la cuestión, atenderá a los
principios de leyes análogas (integración del derecho por analo-
2 >?), y si aún la cuestión resultare dudosa, resolverá por los prin­
cipios generales del derecho, teniendo en consideración las cir­
cunstancias del caso (integración del derecho por remisión a los
principios generales y la equidad).
Esta directiva, aun cuando no ha sido concebida para los au­
tores de doctrina, no puede ser ignorada por ellos, pues en cada
28 M oucH ET - ZORRAQUÍN BECÚ, Introducción al derecho, p. 263.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 17
estudio científico se están aportando argumentaciones que confor­
man una fuente del derecho que puede ser utilizada por los encar­
gados de administrar justicia. Por ello, la doctrina debe ajustar
su labor de interpretación a las mismas pautas que tiene la justicia
para realizar su tarea en cada caso concreto, lo que no implica de­
cir, ni mucho menos, que el estudioso necesariamente deba coin­
cidir con las pautas de la jurisprudencia dominante.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en forma pacífica
y desde muy antiguo, ha definido el marco de interpretación a que
debe ajustarse el operador: en primer lugar, ha señalado que “cuan­
do los términos de una ley son claros, 110 corresponde a los jueces
apartarse de sus proposiciones so pretexto de evitar las deficien­
cias reales o presuntas que podrían resultar de su aplicación”29.
Consecuentemente, “la primera regla de interpretación de la ley...
es la de dar pleno efecto a la intención del legislador, que debe
buscarse tanto en la letra como en el espíritu de aquélla”30. Asi­
mismo, “el espíritu de la ley está en lo que se propone... se iden­
tifica con su finalidad, [que] es lo que ha determinado esencial­
mente su sanción”31.
Pero ello no debe hacer perder el rumbo al investigador como
el árbol que tapa el bosque. El jurista debe tener siempre presente
que “por encima de lo que las leyes parecen decir literalmente, es
propio de la interpretación indagar lo que ellas dicen jurídica­
mente, es decir en conexión con las demás normas que integran el
ordenamiento general del país”, por lo que si bien “no cabe pres­
cindir por cierto de las palabras de la ley, tampoco [cabe] atenerse
rigurosamente a ellas cuando la interpretación razonable y siste­
mática así lo requiere”32.
En ese mismo orden de ideas, el más alto tribunal subrayó que
“la misión judicial no se agota con la remisión a la letra de la ley...
[pues] los jueces... no pueden prescindir de la búsqueda de la
significación jurídica de las normas aplicables al caso... adecuada
a su espíritu... ni la admisión de soluciones notoriam ente injus­
tas”33.
29 CSJN, Fallos, 213:405.
30 CSJN, 2/4/48, JA, 1948-11-71.
31 CSJN, Fallos, 215:171.
32 CSJN, Fallos, 255:360.
33 CSJN, 23/7/62, ED, 3-643.
2. H errera. M etodología.
18 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

§ 10. L a l u c h a p o r e l d e r e c h o . - Si bien el derecho, teó­


ricamente al menos, debe tener una base moral que lo sustente, de
hecho se producen constantes violaciones a sus principios, sea por
parte de las personas privadas que tratan de sustraerse a sus man­
datos, sea del propio Estado que, para alcanzar ciertos fines, abusa
de sus poderes legisferantes sancionando normas injustas, ilegales,
arbitrarias o simplemente inadecuadas para la solución de los pro­
blemas que requiere la comunidad.
La crítica de tales hechos, por lo demás muy frecuentes, no
está vedada al jurista, el cual podrá analizar las sitLiaciones pato­
lógicas para señalarlas y lograr por una vía u otra su rectificación,
en la constante lucha por el imperio del derecho y la justicia.
La vida misma del derecho se compone de acciones y reac­
ciones en las que, por un lado, se aspira a la implantación de un
orden justo basado en la moral y la justicia, y, por el otro, se ma­
nifiestan las resistencias individuales o colectivas a su implanta­
ción en tanto puede afectar intereses legítimos y no tan legítimos
de los ciudadanos. Este aspecto de patología permanente da al de­
recho su dinamismo, lo que se manifiesta tanto en el cambio de la
normativa como en las decisiones de la jurisprudencia y las posi­
ciones de la doctrina, gracias a lo cual -o a pesar de ello- el de­
recho va logrando, en el terreno político, algunas victorias contra
la injusticia en sus múltiples formas.
Cuando la violación aparece como sustantiva (es decir, el prin­
cipio injusto conforma el mismo ordenamiento jurídico), la cues­
tión trasciende el campo del derecho para invadir esferas propias
de la política o la filosofía, terrenos en que se debería plantear la
cuestión con argumentos de la misma naturaleza.
En cambio, cuando la violación aparece contradiciendo nor­
mas jurídicas superiores, como las contenidas en la Constitución
u otras leyes de mayor rango, la crítica aparecerá como “intrajurí-
dica” y, sin salir del campo de la disciplina, el investigador podrá
hacer valer sus argumentos dentro del sistema.
Cuando la solución postulada por el Estado aparezca como sim­
plemente inconveniente o inopoituna, en sentido estricto no podemos
considerar violación a principio superior alguno, sino como una falta
de prudencia del legislador, lo que también podría entrar en el aná­
lisis del jurista que, colocándose en una posición “político-jurídica”,
podrá hacer valer sus razones para una reforma del ordenamiento.
Analizaremos brevemente las distintas situaciones.
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 19
a) La in j u s t ic ia . Según los iusnaturalistas, cuando la norma
positiva entra en conflicto con los principios fundamentales del de­
recho universal e inmutable, nos hallamos ante un derecho injusto,
lo que determinaría sin más la pérdida de su legitimidad, en tanto
moralmente no existiría obligación de acatarlo34. No se trata de
normas simplemente nocivas al bien común o que perjudiquen
el orden social o perturben la economía, situaciones que sólo se
configurarían como una injusticia relativa que debería ser elim i­
nada por medios propios del sistema. Empero, ante la existen­
cia de normas opresivas o tiránicas no existiría otro medio para
el restablecim iento del derecho que la “resistencia a la opre­
sión”35.
Parece obvio que, por ajustada que resulte esta construcción
racional, es imposible definir pacíficamente el contenido de tales
preceptos iusnaturales que, en la práctica, cada uno integraría a
su voluntad, con lo que desaparecería cualquier patrón objetivo.
Ello permite interrogarnos si efectivamente existe un derecho con­
sustancial al hombre, patrimonio de todos los pueblos y todas las
épocas, que no reconoce límites geográficos ni históricos, por más
esquemático y elemental que fuere su contenido.
Nada parece probarlo. Hechos tales como la esclavitud, la
tortura, la pena de muerte, la segregación racial, la intolerancia re­
ligiosa, la poligamia, la propiedad privada, las libertades políticas,
la libertad de cultos, la libertad sexual, el tráfico y consumo de
estupefacientes y alcohol, etc., han sido admitidos como derechos
o rechazados según las épocas y los países que, a su turno, consi­
deraron su admisión o su abolición como fundamentales para el
orden social establecido.
Pareciera más juicioso calificar un hecho jurídico y la norma­
tiva que lo regula en función de su percepción y de los fundamen­
tos morales que haga cada sociedad en un momento histórico de­
terminado, lo que llevaría al jurista y al político a señalar como
injusta una solución admitida por el derecho sólo cuando hubiese
suficiente consenso social para calificarla como tal. Así, por
ejemplo, ¿quién podría prever si hechos tan discutidos y discuti­
bles como el matrimonio entre homosexuales, la eutanasia o el
aborto no serán en algún momento admitidos como un “derecho
34 M o u c h et - ZORRAQUÍN B e c Ú, Introducción al derecho, p. 33 y 57.
35 M o u c h e t - ZORRAQUÍN B ecÚ , Introducción al derecho, p. 59.
20 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

humano fundamental”, en función de los requerimientos sociales,


tal como lo han hecho ya algunos países?
Por lo demás, el derecho de resistencia a la opresión no pa­
rece garantizar de manera alguna el establecimiento de una socie­
dad más justa. En efecto, la caída de regímenes claramente opre­
sivos, como la monarquía absoluta en Francia, la Rusia zarista o
el régimen del sha de Irán, dieron lugar al terror revolucionario,
la dictadura stalinista y el fundamentalismo islámico, que a su tur­
no establecieron nuevas formas tiránicas.
b) La il e g a l id a d . Es una especie particular y muy acotada
de injusticia en sentido propio. Se trata de un hecho o una norma
que contraría un principio expreso o tácito de valor superior que
le impone una solución distinta.
El caso más típico de ilegalidad son las normas inconstitucio­
nales, que aun habiendo sido sancionadas por el legislador con las
formalidades extrínsecas que se establecen para dichos actos, su
contenido resulta incompatible con las normas que establece la ley
suprema, lo que permite descalificarlas como acto válido.
Obviamente, los supuestos de ilegalidad no se agotan en las
normas inconstitucionales, pudiendo descalificarse todos aquellos
que provengan del Estado o de los particulares que contradigan un
precepto legal de rango supei'ior al que están sujetos. Tal el caso
de resoluciones adm inistrativas en que se actúa con abuso de po­
der, o cuando por exceso reglamentario se frustra un derecho ad­
quirido.
Este análisis “intrasistémico” podrá ser abordado por el juris­
ta con especial referencia al marco normativo que corresponde, el
que según los casos lo llevará a abordar temas de orden consti­
tucional, derecho internacional o de simple derecho común.
c) La arbitraried ad . Es una forma particular de injusticia por
parte de los órganos que disponen de poder. Son actos singulares
vinculados con el ejercicio de derechos por personas a quienes, sin
razón legal que lo justifique, se les niega lo que según la ley les
corresponde.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, a través de los
años, ha elaborado una compleja doctrina relacionada con la arbi­
trariedad de los jueces, descalificando como actos válidos las sen­
tencias que no se ajustan a principios superiores de orden consti­
tucional objetivamente considerados, tales como: I) apartamiento
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 21
de la solución normativa específica; 2) carencia de fundamenta-
ción; 3) afectación de la garantía de defensa en juicio; 4) dispo­
siciones fundadas en la mera voluntad de los jueces; 5) violación
a la esencia del orden constitucional; 6) desconocimiento de las
circunstancias probadas de la causa; 7) solución carente de razo-
nabilidad; 8) omisiones, desaciertos y otros errores jurídicos fun­
damentales, etcétera36.
En definitiva, la arbitrariedad se presenta siempre que la au­
toridad abusa de su poder mediante actos que lucen la exterioridad
de una legalidad aparente. El jurista, consecuentemente, en el aná­
lisis científico que haga de estos casos particulares podrá fundar
su crítica de los hechos en los principios a los que, a su juicio, hu­
biera debido ajustarse la resolución. Ese es el caso en que se
realizan estudios precisos conocidos como “comentarios a fallos”
y “notas de jurisprudencia”.
d) L a in c o n v e n ie n c ia . No siempre una norma jurídica será
objeto de críticas por consagrar una injusticia más o menos fla­
grante. Muchas veces la solución arbitrada podrá resultar impe­
cable desde el punto de vista de su legalidad, pero aparecerá como
inconveniente, inoportuna o simplemente defectuosa por no haber
considerado otras alternativas de solución, con lo que, según el crí­
tico, podría haberse alcanzado un mejor resultado.
Es decir, el planteamiento de la investigación podría formu­
larse partiendo del principio de que existe otra u otras soluciones
no contempladas por la ley, con lo cual el jurista podría postular
una reforma en uno u otro sentido, como una contribución al per­
feccionamiento del derecho. La cuestión trasciende el campo es­
tricto de la disciplina, entendida como un sistema cerrado de nor­
mas y principios, para invadir el más amplio de la política jurídica,
la que abarca todos los problemas prácticos vinculados con la crea­
ción y aplicación de técnicas de derecho para lograr determinados
objetivos sociales37.
En tal supuesto, el jurista deberá fundar sus argumentos en
principios de sociología jurídica, materia que versa sobre la co­
nexión causal entre la función normativa del derecho y la conducta
humana que regula, o si se prefiere, las posibilidades de que la
reforma postulada que se insinúa al legislador influya de una de­
36 S a g ü é s , Recurso extraordinario, t. 2, p. 195.
37 RüSS, Sobre el derecho y la justicia, p. 3 17.
22 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

terminada manera sobre la acción humana tenida en cuenta por la


norma.
Debe advertirse que, cuando el jurista avanza sus ideas hacia
soluciones de lege ferenda, debe ocuparse fundamentalmente -sino
exclusivamente- de los aspectos jurídicos de la cuestión, a riesgo
de caer en diletantismo, con la consiguiente descalificación de sus
propuestas38.

38 ROSS, Sobre el derecho y la justicia, p. 320.


C a p ítu lo II
LA DISERTACIÓN JURÍDICA

§ 11. D ecisiones primarias . - La realización de una inves­


tigación, cualquiera que sea su importancia, tema o finalidad, re­
quiere del estudioso una serie de decisiones que a primera vista
parecen muy simples, lo cual es cierto en la medida en que algunos
criterios resultan impuestos desde el exterior.
No obstante ello, y más allá de la limitación que comporta,
por ejemplo, el hecho de ajustarse a las reglamentaciones de un
trabajo escolar, una monografía o una tesis, o a las directivas de
un editor, a fin de acomodarse al formato de una determinada co­
lección o revista jurídica, la decisión debe tener en cuenta también
consideraciones del propio autor vinculadas a la orientación del
trabajo, método y características que conforman su libertad cien­
tífica.
Estas decisiones y sus consecuencias en el campo de la obra
concreta, enmarcan y preparan el terreno a recorrer. Ellas están
vinculadas, en primer lugar, con la elección de la materia, el tipo
de disertación, el tema de la investigación, la idea directriz o mar­
co teórico y las hipótesis de trabajo.

A ) A lgunas p r e c is io n e s e l e m e n t a l e s

§ 12. D esarrollo racional . - La investigación científica


debe reunir determinados requisitos: por lo pronto, debe ser me­
tódica, o sea, responder a un patrón lógico de desarrollo racional,
de manera que las conclusiones a que se llegue tengan una corre­
lación claramente aprehensible con los antecedentes que se expo­
24 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

nen y los argumentos desplegados a lo largo de ésta1. Es decir


que el trabajo se desarrolle conforme a los criterios normativos
con que una comunidad científica legitima la circulación de cono­
cimientos de una disciplina2.
Ello implica que el investigador deberá, como ineludible pun­
to de partida, determinar con la mayor claridad el tema a investigar
a fin de analizarlo hasta en sus menores detalles, valorando sus
diversos aspectos críticamente con el objeto de elaborar una solu­
ción factible que, como teoría o conclusión, presente a la comu­
nidad científica.
Los requisitos de un trabajo de investigación varían de una
rama a otra de la ciencia, ya que cada una dispone de sus propios
métodos de estudio, pero todos ellos tienen en común la raciona­
lidad de los procesos de conocimiento que legitiman las explica­
ciones formuladas por el estudioso.
La obra, cualquiera que sea su importancia cuantitativa o su
finalidad inmediata, se conforma como una disertación, que con­
siste en una forma de discurrir, metódica y sistemática, sobre una
cuestión con interés científico. Cuando la materia expuesta en el
examen crítico tiene por objeto un tema de derecho, estamos an­
te una disertación jurídica, cuya finalidad, como todo trabajo cien­
tífico, es de carácter didáctico, en tanto se propone dar a conocer
un punto de vista relacionado con un tema jurídico. Por ello, en
principio, la investigación debe contener una proposición que se
enuncia y se sostiene con argumentos en el transcurso de lo que
se expone en forma oral o por escrito.
Intentaremos explicar sucintamente en qué consiste el proceso.
§ 13. ¿Qué es la d is e r t a c ió n ju r íd ic a ? - Podríamos defi­
nirla como el discurso oral o escrito en que se desarrolla un tema
científico en forma sistemática, detenida y razonadamente, con la

1 C o nsideram os indispen sab le que el investigador teng a ideas claras sobre


los p rin c ip io s que reg u lan la in v estig ació n científica en general y ju ríd ic a en
particular, com o un requisito para h acer trabajo útil. P ara ello recom endam os
vivam ente la lectura de SAMAJA, Epistemología y metodología-, AsTI VERA, Me­
todología de la investigación científica', G a e ta - R o b le s , Nociones de epistemo­
logía; B ie ls a , Metodología jurídica, y GUIBOURG - GHIGLIANI - GUARINONI, In­
troducción al conocimiento científico o Introducción al conocimiento jurídico.
Se trata de dos versiones casi id én ticas de la m ism a obra.
2 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 34.
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 25
finalidad explícita de exponerlo para alcanzar conclusiones teóri­
cas o prácticas que se considera resuelven la cuestión de una ma­
nera racional.
La disertación, consecuentemente, quedaría definida por su fi­
nalidad y por los métodos empleados, por lo que se hallan com­
prendidas en la definición tanto las obras fundamentales por su ex­
tensión y profundidad (como los tratados), como las obras menores
(artículos o monografías y aun trabajos escolares de limitadas pre­
tensiones), a condición de que se ajusten estrictamente al método
científico.
De la obra científica se espera que proporcione un conoci­
miento que avance sobre lo previamente establecido respecto de la
naturaleza o funcionamiento del objeto. Es decir, el producto de
la investigación debe exponer en alguna medida “leyes generales”.
Estos estudios pueden ser muy limitados, sin que por ello pierdan
su carácter de científicos. Así, por ejemplo, el hecho de clasificar
de una determinada manera ciertos conceptos implica el descubri­
miento de rasgos como para incluirlos en un mismo conjunto, lo
que representa una reflexión científica de carácter taxonómico3.
Ese aspecto crítico diferencia la disertación de carácter cien­
tífico de las meras recopilaciones, ensayos sin mayores pretensio­
nes y otras obras de simple iniciación.
El trabajo científico no puede agotarse, pues, en el informe
de lo relevado en pacientes horas de biblioteca, ni configurarse co­
mo una compilación metódica de lo que otros han publicado u opi­
nado sobre un determinado tema, ni una simple enumeración de
casos prolijamente referenciados. Cuando el científico acomete
el estudio de una cuestión sujeta a normas de derecho, el producto
resultará necesariamente una disertación jurídica, que como cual­
quier trabajo en el campo de la ciencia debe ajustarse a un método
racional de desarrollo.
La obra deberá comportar una parte de descripción, en la que
-según los supuestos- se expondrán las normas positivas, las con­
sideraciones que ha merecido a las distintas corrientes doctrinarias
y la utilización concreta que ha hecho de tales principios la juris­
prudencia. Tal análisis debe resultar exhaustivo, pero además
debe necesariamente ir acompañado de consideraciones críticas.
Estas opiniones, que podrán tener múltiples formas, deben hallarse
3 Cfr. S a m a ja , Epistemología y metodología, p . 31.
26 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

adecuadamente fundadas en razonamientos de estricta lógica jurí­


dica que irán conduciendo al lector, paso a paso, a la conclusión
que propone el autor y cuya adhesión reclama.
Pero el análisis jurídico no puede realizarse desconectado de
la realidad, pues cada institución existe en un marco concreto
de carácter social, político, económico e histórico que condiciona
lo exclusivamente jurídico. Por ello, en ciertos casos resultará in­
dispensable estudiar el marco determinante de las soluciones po­
sitivas o jurisprudenciales para comprender y, consecuentemente,
analizar válidamente la institución considerada.
Por tal motivo hay que concebir la investigación de un modo
amplio, para poder disponer de un panorama completo de la cues­
tión estudiada como una m anera de evitar que el árbol tape el
bosque.
La disertación jurídica necesariam ente debe comportar una
conclusión en la que se debe exponer en forma resumida las ideas
a que ha llegado el autor como consecuencia de su investigación.
Hay una serie de fundamentos de distinta naturaleza, pero de ine­
quívoca vinculación con el derecho, que llevan al investigador a
exponer su razonamiento en forma de una tesis concreta que resul­
ta la parte fundamental. Es la teoría o la doctrina que el investi­
gador postula con los fundamentos expuestos en la obra.
§ 14. ¿ C ó m o e s u n a d is e r t a c ió n ? - La disertación no es
una obra literaria con finalidad artística. Ello no implica, ni mu­
cho menos, que no deba utilizarse un lenguaje elegante y ameno.
La lectura no tiene por qué aburrir al estudioso. La palabra es­
crita es el soporte material de las normas, los principios y la doc­
trina, y debe destacarse siempre por su claridad.
En consecuencia, la primera condición que debe tener el len­
guaje utilizado es su claridad. Ello resultará principalmente de
una cuestión de método, pero también de una cuestión de estilo:
el rigor y la precisión en el lenguaje utilizado resultan, pues, una
condición esencial4.
La claridad de la exposición depende en buena medida del mé­
todo utilizado, en cuyas técnicas pretende iniciar esta obra a los
jóvenes juristas. No se puede exponer con precisión lo que no se

4 SABINO, Cómo hacer una tesis, p. 13.


LA DISERTACIÓN JURIDICA 27
concibe con claridad. Ello importa una tarea de doble vuelta: la
primera, vinculada con el estudio de la cuestión, y la segunda, con
la expresión que de ella haga en la obra escrita, de manera que el
lector pueda recomponer con facilidad el razonamiento expuesto
en el texto escrito.
Si bien es cierto que el estilo es un elemento esencialmente
personal, deben tenerse presente algunas reglas básicas por parte
de aquellos que ataquen la elaboración de doctrina jurídica. Sa­
bemos que en derecho las palabras tienen una importancia capital,
no sólo cuando se trata de interpretar normas. Éstas tienen en
nuestra disciplina un valor y un sentido preciso que deben tenerse
muy en cuenta. El equívoco en un texto jurídico, sea normativo
o de doctrina, es un “pecado capital” difícil de perdonar y debe
ser evitado con el mayor cuidado.
Por ello, el autor debe desplegar sus argumentos con la mayor
claridad y simplicidad posible, dando a cada término su acepción
justa, aclarando la cuestión cada vez que la terminología utilizada
pueda prestarse a equívocos.
En principio, deben evitarse las frases excesivamente largas,
pues confunden al lector. La puntuación debe ser correcta, de ma­
nera que no se desarrolle más de un concepto por vez, el que de­
berá hilvanarse con la frase siguiente. El estilo ampuloso, iróni­
co, o demasiado florido, la utilización de terminología fuera del
alcance de la mayoría de los lectores, ponen en descubierto una
actitud pedante que para nada conviene a un trabajo de carácter
técnico destinado a un público estudioso difícil de impresionar con
tales recursos.
Consecuentemente, todo lo que pueda recomendarse con rela­
ción a un estilo claro y simple redundará en un mayor valor de la
obra. Cuanto más simple sea, más clara será la exposición. Es
obvio que ello no implica que se deba prescindir de los términos
técnicos, muchos de ellos en latín, que corrientemente se utilizan
en nuestra disciplina, ni otros igualmente técnicos en idiomas ex­
tranjeros que designan con precisión una institución. Nada de eso;
pero fuera de esas situaciones u otras similares perfectamente jus­
tificadas, no debe abusarse de latinajos ni de expresiones extran­
jeras o simplemente poco utilizadas, que-sólo logran dificultar la
comprensión de lo que se trata.
Claridad, simplicidad y rigor en el lenguaje deben caracterizar
la exposición de temas jurídicos (ver § 127).
28 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

§ 15. ¿ P a r a q u é s e h a c e ? - E l trabajo de investigación es


una obra esencialmente didáctica. Está destinado a su lectura y
utilización por la comunidad científica en general para la solución de
cuestiones teóricas o prácticas vinculadas al tema que se desarrolla.
Debe recordarse que la disertación no es una obra de ficción,
ni está destinada a un público ansioso de satisfacer sus apetencias
estéticas. La disertación es una obra técnica, es decir, utilitaria
en el sentido más crudo del término. Es una herramienta de tra­
bajo propuesta a otros juristas para prestar servicio en el campo
científico o profesional. El análisis jurídico es una reflexión de
carácter científico que proveerá al lector de un cúmulo de refe­
rencias y argumentos que le permitirán sostener con fundamentos
una determinada solución a un problema legal, cualquiera que fue­
se su trascendencia o naturaleza. En ciertos casos puede ser la
base de otra investigación más amplia o conexa que desarrolle o
refute el punto de vista del autor.
Este marco impone al investigador una estricta disciplina que
le obliga a descartar todo concepto oscuro, toda referencia no com­
probada, toda afirmación sin fundamento.
Por ello, debe tenerse muy presente que el investigador trabaja
para otro estudioso del derecho, juez, legislador, abogado, profesor
o estudiante, que requiere de su obra como referencia o fundamen­
to de su labor profesional. A ese “usuario” no se le debe brin­
dar solamente las conclusiones, es decir, las ideas personales, sino
también la información más amplia posible sobre la cuestión tra­
tada, incluyendo las opiniones adversas o no coincidentes.
El investigador debe ponerse en posición de “lector”, a fin de
explicar cada razonamiento, cada afirmación, de la manera más ex­
plícita posible. La investigación no es un alegato en el sentido
procesal del término, aunque se postule, vigorosamente, una deter­
minada posición. Debe llevarse al lector a la convicción de la jus­
ticia de la solución postulada con sólidos argumentos lógicos de
inequívoca naturaleza jurídica.
“Escribir para otro” implica ser plenamente consciente de la
necesidad de explicar los argumentos hasta en sus menores deta­
lles, resolver las dificultades que se presenten en la argumentación
de manera de exponer, de explicitar y volver accesible los razona­
mientos que conducen a la conclusión y que se desarrollan a lo
largo del discurso. Para ello debe hacer gala de constante preo­
cupación de rigor jurídico y exactitud en las referencias, no de-
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 29
hiendo disimular las propias dudas frente a dificultades no resuel­
tas (ver § 128).
El lector debe “confiar” en el investigador y en sus afirmacio­
nes, no sólo por la reconocida autoridad que éste pueda tener, sino
por la honestidad intelectual que debe evidenciar la obra, por mo­
desta que sea. Resulta obvio que no le es fácil al lector verificar
la exactitud de cada referencia o afirmación del autor. Justamente
por ello, deben brindársele los medios para hacerlo cada vez que
se cite una fuente.
§ 16. ¿Es a b u r r id o in v e s t ig a r ? - Los romanos señalaban
que la ciencia es el fruto dulce de un árbol de raíz amarga, con lo
cual querían destacar los placeres del hecho de conocer, al tiempo
que prevenían sobre los sacrificios de la tarea.
Esta doble faz del trabajo científico en nada difiere de otras
actividades lúdicas en las que el placer del triunfo va directamente
emparentado con el esfuerzo. ¿Acaso el montañista que logra al­
canzar la cima no lo hace sino a costa de enorme esfuerzo?
La actividad científica no sólo no es aburrida, sino que repre­
senta una de las aventuras más apasionantes que pueda encarar el
hombre. E instein decía que la ciencia consiste en elaborar teorías
y “se idean teorías porque gozamos comprendiendo, reduciendo
los fenómenos, por un proceso lógico, a algo conocido o en apa­
riencia evidente”5. Línea que ya había colocado A ristóteles un
par de milenios antes al decir que “aprender no sólo resulta suma­
mente placentero a los filósofos, sino también a los demás, aunque
participen menos de ello”6.
No cuesta mucho imaginar la alegría de investigadores como
P itágoras, N ewton, P asteur, E instein o S abin , al llevar a térmi­
no sus respectivos descubrimientos. Si bien es verdad que la his­
toria del derecho no registra ningún caso similar al de A rquímides,
corriendo desnudo al grito de “¡eureka!”, pensamos que no por ello
el jurista resultará menos gratificado.
Es cierto que los resultados en el campo del derecho se nos
presentan como menos espectaculares que los de las ciencias ex­

5 EINSTEIN, On the generalized theorie o f gravitation, “Scientiñc Ameri­


can”, vol. 182, n° 4 (citado por A s t i V era, Metodología de la investigación cien­
tífica, p. 17).
6 A ristó teles, Poética, p. 4.
30 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

perimentales. Empero, conviene destacarlo, el establecimiento de


una sociedad justa tiene, en los hechos, más importancia en la vida
de los hombres que muchos descubrimientos -algunos importantí­
sim os- en el campo de las ciencias fácticas, y los juristas mucho
tienen que hacer en esta materia.
Por lo expresado, señalamos, aunque nuestra opinión se tilde
de parcial a justo título, que la tarea de investigación no sólo no es
aburrida, sino que es apasionante y, como si ello fuera poco, no
se requiere de costosa infraestructura ni de complicada tecnología.
Pero como nuestra tarea no es de carácter proselitista, ni es
nuestro propósito reclutar a cualquier precio entusiastas adeptos a la
investigación, en último término la cuestión quedará reservada para
aquellos que tengan una declarada vocación por el análisis jurídico
y resulten capaces de poner su entusiasmo en este tipo de tareas.
§ 17. ¿D ebe ser rentable ? - E l tema elegido para una in­
vestigación, cualquiera que sea su naturaleza o finalidad, debe ser
de utilidad al propio investigador. La expresión puede parecer
poco elegante, al señalar que debe proporcionar una adecuada ren­
tabilidad, entendiendo la expresión no como una ecuación pura­
mente económica, que no descartamos, pero que utilizamos en un
sentido mucho más amplio.
Una investigación, aun aquella que se realiza en el estrecho
ámbito universitario y no está destinada a publicarse, debe ser útil
al autor. Ello comporta el ejercicio de una actividad intelectual
importante que no podría echarse en saco roto; en consecuencia,
cuando se trabaja con provecho, el trabajador merece retribución,
por lo que el investigador tiene derecho a que su esfuerzo sea com­
pensado en alguna medida.
La cuestión se plantea fundam entalm ente entre los jóvenes
que aún no tienen en claro su futura actividad en el campo de la
profesión jurídica. Por ello, los primeros trabajos pueden no res­
ponder a lo que hará el profesional el día de mañana. Para los
investigadores más maduros, el problema virtualm ente no existe
en tanto que su orientación se halla claramente definida, con lo que
la temática a estudiar tendrá un carácter muy concreto, por lo que la
rentabilidad se halla asegurada.
Esto debe tomarse con la cautela propia de los consejos y su­
gerencias que contiene esta obra de orientación. Si bien es cierto
que los primeros trabajos de nivel científico “marcan” frecuente­
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 31
mente una vida, existen numerosas excepciones: M arx no hizo su
tesis doctoral sobre economía política, sino sobre los filósofos grie­
gos E picuro y D em ó crito , lo que no le impidió escribir luego El
capital y el Manifiesto comunista.
Si la actividad del investigador está vinculada con lá enseñan­
za y la vida académica, las posibilidades de elección son amplísi­
mas: ningún tema, por abstracto que parezca, se hallará fuera de
una adecuada rentabilidad. Lo que importa es la seriedad del aná­
lisis y la trascendencia de sus conclusiones. En ese ámbito se ins­
criben, por ejemplo, los estudios de filosofía jurídica que tanta im­
portancia tienen en el campo muy concreto de la doctrina. La
rentabilidad, en tales casos, la encontrará el futuro o actual docen­
te en el reconocimiento que.merezca su obra, lo que eventualmente
le abrirá el camino de los títulos académicos máximos y la docen­
cia superior.
Cuando el tema propuesto tiene vinculación con una actividad
laboral, la elección aparecerá como más limitada en la medida en
que corresponda a una rama del derecho de contenido más restrin­
gido, lo que, obviamente, no impide encarar el estudio de aspectos
puramente doctrinarios de la rama jurídica de que se trata.
Es lógico que los profesionales que se desempeñan en el Poder
Judicial o que esperan hacer carrera en la judicatura, profundicen
temas con los que están más familiarizados y cuya clarificación
les será de inestimable utilidad durante su carrera judicial.
En el mismo orden de ideas, quienes pretendan orientarse ha­
cia la diplomacia o los organismos internacionales, la profundi-
zación de tales temas les facilitará el acceso a esos codiciados em­
pleos.
Por último, quienes piensan orientarse al ejercicio de la abo­
gacía, según el ámbito de la especialización elegida, hallarán el
objeto de sus trabajos científicos preferentemente en cuestiones
muy concretas de la temática litigiosa.
Lo que debe desaconsejarse vivamente es la elección de temas
totalmente desprovistos de interés práctico, de los cuales no pueda
extraerse ventaja de ningún orden, ni para el lector, ni para el pro­
pio investigador. Reiteramos que ello no quiere decir, ni mucho
menos, que los temas de carácter filosófico, histórico o puramente
doctrinal no tengan interés práctico: lo tienen y muchísimo. Lo
que desaconsejamos son temas “puramente académicos”, sin una
poderosa razón que los justifique.
32 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

B) D iversos tipos de disertación


§ 18. U nidad metodológica . - El campo de la investiga­
ción en general y jurídica en particular es muy vasto y, corno tal,
existe una gama amplísima de posibilidades de estudio.
La técnica de la investigación jurídica, o metodología prác­
tica de la investigación jurídica, estudia los procedimientos de uti­
lización de los principios lógicos que conducen a la realización de
cada trabajo. La tarea puede hallarse vinculada con un proyecto
legislativo, una norma vigente, la solución de un caso jurispruden­
cial, o simplemente una especulación doctrinal.
Esta obra se orienta fundamentalmente a este último tipo de
técnica científica, sin que por tal motivo deba desconocerse la uti­
lidad del método propuesto para otra finalidad. Para ello propo­
nemos al investigador una serie de recursos que le permitirán
explorar primero y captar después el material jurídico, para anali­
zarlo metódica y críticamente.
Desde la simple monografía escolar al tratado de varios volú­
menes con los que se corona una vida dedicada a la investigación,
existen una infinidad de posibilidades7. Empero, tanto la pequeña
investigación con la que se hacen las primeras armas, como las
obras fruto de la madurez científica, deben ajustarse a los mismos
principios metodológicos de desarrollo, sin lo cual el trabajo, cual­
quiera sea su pretensión o im portancia, no logrará su finalidad.
Lo que implica que lo que se irá exponiendo será de aplicación
tanto para los unos como para los otros, sin otra variante funda­
mental que el volumen del material tratado y la complejidad de su
clasificación.
§ 19. En el m a rc o e s c o l a r . - En el marco de la enseñanza
superior es frecuente la exigencia de una monografía o memoria
destinada a desarrollar la capacidad investigativa de los estudian­
tes. En la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del
Litoral existe esa exigencia desde hace más de cincuenta años con
1 SABINO, Cómo hacer una tesis, p. 20 y ss., analiza las característica
numerosos trab ajo s de este tipo b ajo las rúbricas de informe de investigación,
papel de tra b a jo , monografía, artículo científico, ponencia, tesina, tesis, tra­
bajo de grado, trabajo especial de grado, trabajos de ascenso, anteproyectos y
p ro yectos de investigación, reseña, ensayo y resumen o resumen analítico.
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 33
excelentes resultados8. En la Universidad de Buenos Aires, por el
contrario, la práctica de los cursos “de seminario” fue decayendo,
fundamentalmente por falta de interés del cuerpo profesoral hasta
su formal supresión en la década del ochenta. No obstante esta
realidad, en muchos centros de estudio se sigue exigiendo esta prue­
ba de madurez intelectual que requiere de un cuerpo de profesores
capaces de enseñar las técnicas de la investigación y el rigor de la
expresión oral y escrita.
Esto resulta tanto o más necesario por el déficit que contiene
nuestra enseñanza formal desde la escuela primaria al posgrado
universitario en materia de método. La falta de rigor lógico en el
pensamiento de nuestros estudiantes y egresados universitarios se
traduce, lamentablemente con mucha frecuencia, en la superficia­
lidad e incoherencia de sus trabajos profesionales. A pesar de
tantas críticas recibidas, nuestra enseñanza continúa siendo funda­
mentalmente enciclopedista, tendiente a la mera acumulación de
conocimientos, sin profundizar lo suficiente en los mecanismos
del razonamiento.
Más allá de las deficiencias de nuestra enseñanza, lo cierto es
que no resulta raro que estudiantes y jóvenes profesionales ansio­
sos de capacitación, deban encarar con insuficiente formación
procesos de investigación sin saber demasiado bien de qué se tra­
ta, ni cómo se hacen. Lo que a mayor abundamiento representa
a veces sólo una pesada carga carente de mayor sentido. Estos
trabajos, que con cierta im propiedad denominamos “escolares” ,
pueden configurarse como un ensayo, una monografía o una tesis
cuyos contenidos son diferentes.
Las características de cada tipo suelen diferir según se sigan
las normas de una u otra institución, o simplemente la práctica que
de ello se haga en uno u otro país. Por lo demás, un mismo de­
sarrollo podría ser clasificado en una u otra categoría, según resulte
el propósito perseguido. En principio, la extensión de la obra en
alguna medida será determinante para su calificación, lo que se
hará, en definitiva, en función de la naturaleza de los conocimien­
tos a transmitir. Así, por ejemplo, una tesis resultará una obra de
envergadura que se propone aportar nuevos conocimientos sobre
una cuestión no tratada, al tiempo que un ensayo o una monografía
corresponderán a una obra menor, generalm ente realizada sobre

8 VlROGLIO - F e s s ía , Cómo elaborar monografías y tesis, p . 15.

3. H errera, M etodología.
34 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

material de carácter bibliográfico, con el objeto de esclarecer el


estado en que se halla el conocimiento sobre un determinado tema9.
a) E n s a y o s , monografías y otros trabajos menores. El ensa­
yo , como lo indica su nombre, es una obra de pretensiones limita­
das y de estructura bastante libre en la que el autor expone razo­
nadamente el estado del conocimiento sobre una cuestión. Puede
ser de carácter general o monográfico y eventualmente tener por
objeto exponer el resultado de una o más investigaciones explora­
torias. Corresponde, por lo general, a una obra de iniciación en
el campo de la investigación científica.
Podemos definirlo como una disertación escrita, generalmente
breve, donde se expone, analiza y comenta en forma bastante libre
un tema general o particular, sin la extensión o profundidad que exi­
giría una obra de mayor envergadura, como un manual o un tratado.
La monografía, que puede tener el carácter de ensayo, debe
realizarse en el marco de una disciplina determinada, con o sin
imposición de tema. El estudiante, consecuentemente, deberá pro­
curarse el material sobre el cual desarrollará la investigación, por
lo general de carácter exclusivamente bibliográfico, cuyas preten­
siones estarán directamente relacionadas con el nivel en que se re­
quiere la prueba.
El ensayo monográfico es un estudio particular sobre un tema
único que se desarrolla con carácter exhaustivo. Se asemeja al en­
sayo en que ambos son estudios relativamente breves, diferencián­
dose en la mayor profundidad que debe presentar la obra.
Normalmente, el tema de investigación será de carácter muy
específico, de manera tal que pueda llevarse a buen término en
un tiempo limitado. Ello se realizará fundamentalmente sobre
textos normativos, de doctrina y jurisprudencia. La obra deberá
desarrollarse con rigor metodológico y claridad de pensamiento.
Ello importa decir que, en principio, no podrá ser puramente des­
criptiva, limitándose a exponer más o menos sistemáticamente el
material recolectado, salvo que ésas sean las instrucciones de quien
lo encomendó.
La tarea, para que tenga valor científico, no puede limitarse a
la mera descripción o transcripción de normas, opiniones y fallos,
sino que, a nuestro juicio, debe contener necesariamente la opinión
9 SABINO, Cómo hacer una tesis, p. 21.
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 35
crítica del autor, por modesta que sea, la que debe estar siempre
adecuadamente fundada en argumentos jurídicamente válidos que
deben ir exponiéndose ordenadamente y que lucirán su expresión
más pura en la conclusión.
Algunos autores sostienen que las obras de menor envergadu­
ra, como los ensayos y monografías , pueden no tener conclusio­
nes10. Por nuestra parte, creemos que la disertación de interés
científico, para merecer la calificación de tal, debe tenerlas, así
fuere en el limitado marco escolar.
En ese orden de ideas, en nuestra opinión, sólo podrían pres­
cindir de conclusiones los análisis meramente descriptivos (p.ej.,
un “resumen jurisprudencial”, un “manual” o “compendio” muy
elementales) donde se transcribe sin opinión personal el desarrollo
efectuado por otros investigadores11.
Estas disertaciones son, por su envergadura, de extensión li­
mitada y, sin que ello sea una medida inamovible, por lo general
tendrán entre quince y cincuenta páginas. La experiencia nos en­
seña que es mucho más difícil hacer un desarrollo de quince pá­
ginas que otro de cincuenta, cualquiera que sea el tema. La sín­
tesis impone rigurosas exigencias que no siempre se hallan al
alcance de los investigadores noveles.
Debe destacarse que no existe una línea divisoria neta entre
los distintos tipos de disertación que pueden realizarse en el campo
escolar y aun fuera de él. Así, por ejemplo, podríamos mencionar
como una especie particular las tesinas o memorias, con las que
se designan disertaciones de mediana extensión con la finalidad de
evaluar la capacidad mvestigativa de los estudiantes a punto de gra­
duarse, pero sin las pretensiones de una tesis doctoral, etcétera12.
El profesor debe considerar, en tales trabajos dirigidos, tanto
la capacidad de búsqueda del estudiante -tarea tediosa y nada fá­
cil-, como la exposición de los distintos aspectos que atañen al
desarrollo de la cuestión y, muy particularmente, su análisis refle­
xivo y razonamiento crítico.
b) Tesis de grado. Cuando se intenta acceder a la maestría
o doctorado, la exigencia de una tesis es ineludible. La tesis (del

10 TABORGA, Cómo hacer una tesis, p. 19.


11 GlCQUEL, L ’explication de textes et la dissertation, p. 100.
12 SABINO, Cómo hacer una tesis, p. 22, y El proceso de investigación, p. 48.
36 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

griego thesis: posición) implica el estudio profundizado de un te­


ma general o particular, con la finalidad de sostener una proposi­
ción por medio del razonamiento. La obra debe ser original, no
por lo estrafalario, de sus conclusiones, sino por la novedad del
estudio, del planteamiento o de los argumentos desplegados. Es un
trabajo necesariamente exhaustivo, generalmente extenso y dotado de
una conclusión que el aspirante debe defender para acceder al grado.
La tesis, consecuentemente, es una disertación jurídica impor­
tante destinada a desarrollar una proposición “unitaria” que requie­
re ser demostrada. Dede reunir y exponer sistemáticamente la
totalidad de los antecedentes que se vinculen al tema, el que se
deberá desarrollar analizando todos y cada uno de sus elemen­
tos, de manera de ir extrayendo conclusiones críticas que se irán
sumando ordenadamente y se expondrán en la conclusión que con­
formará la tesis o posición del autor13.
Al menos teóricamente, la tesis debe representar un aporte al
desarrollo de la ciencia y poner en evidencia en su autor autono­
mía de criterio intelectual y científico. Podrá contener o no tra­
bajos de campo, pero en ningún caso podrá resultar una mera re­
copilación de opiniones formuladas por otros autores. Es decir,
la tesis, para ser considerada tal, deberá significar una adición,
aun modesta, al conocimiento existente y reunir requisitos de ra­
zonamiento riguroso, exposición sistemática, pureza metodológica
y referencias bibliográficas muy completas, como lo establecen
las reglamentaciones y usos académicos.
Como dijimos, por su naturaleza, debe ser “original”. En cier­
tos países, como Francia, el tema debe registrarse a nivel nacional
y no estar “bloqueado” por otro candidato o sostenido en los últi­
mos años, con lo que se garantiza su originalidad14. Si bien esta
exigencia no existe en los países de Latinoamérica, resulta un im­
perativo de honestidad científica evitar el tratamiento de temas que
han sido objeto de obras publicadas o tesis sostenidas recientemen­
te sobre idéntica cuestión, salvo que el candidato tienda a analizarla
con una óptica sustancialmente distinta.
Estas investigaciones son de relevancia y, con frecuencia, re­
sultan la base de importantísimas obras que han tenido trascenden­
cia en el campo de la ciencia jurídica.
13 T a b o r g a , Cómo hacer una tesis, p. 19.
14 DREYFUS, La these et la rnérnoire de doctoral en droit, p. 71 y 88.
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 37
Por su propio carácter de profundización, son cualitativa y
cuantitativamente importantes, y deben poner en evidencia la ca­
pacidad del postulante como investigador, de manera tal que se lo
considere apto para ser galardonado con el título máximo que otor­
ga la universidad. Por tal razón, y sin que ello implique una me­
dida estándar, una- tesis en derecho responderá al volumen de un
libro, es decir, una extensión de entre ciento cincuenta y seis­
cientas páginas15.
Salvo excepciones notables, una obra de menor desarrollo ge­
neralmente adolecerá de alguno de los siguientes defectos: 1) que
el tema propuesto, por ser demasiado restringido, no justifica una
tesis doctoral, o 2) que la investigación realizada por el postulante
ha sido insuficiente (caso más frecuente). Cualquiera que sea el
supuesto, determinará que el doctorando postergue la presentación:
en el primer caso, para “ampliar” la investigación con la consi­
guiente modificación del título, y en el segundo, para profundizar
la investigación a fin de agotar el estudio propuesto.
En esta materia, como en tantas vinculadas con el desarrollo
de una investigación científica, los consejos del director de tesis
resultarán fundamentales.
§ 20. E n e l m a r c o p r o f e s io n a l . - Sólo impropiamente po­
demos referirnos a las obras jurídicas de mayor envergadura, al
menos a las realizadas en nuestro país, como fruto de un investi­
gador profesional, cuando sabemos que casi la totalidad de nues­
tros autores, aun los más importantes, suelen ser “juristas de fin
de semana”, cuyas obras, algunas de valor extraordinario, son el
resultado de muchas horas, a veces de años robados al descanso,
la atención de sus familias, o la actividad profesional.
Haciendo abstracción de este “pequeño detalle”, y como un
homenaje a los sacrificios materiales con que nuestros investiga­
dores han realizado y siguen realizando sus obras, nos referiremos
a ellos y al fruto de su tesón como una investigación profesional.
a) A rtículos y otras obras monográficas. En una obra de pe­
queña envergadura, en cuanto a su extensión, se puede estudiar en
profundidad y hasta su agotamiento un tema específico. Ésa es la
función, sin duda importantísima e irreemplazable, de los artículos
15 Eco considera como media entre cien y cuatrocientas páginas (Cómo se
hace una tesis, p. 18).
38 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

de doctrina que se publican en las revistas jurídicas. Es obvio que


tales temas monográficos pueden desarrollarse también, cuando la
importancia del asunto lo permite, en publicaciones más extensas.
Los catálogos de las editoriales jurídicas rebosan trabajos de ese
tipo16.
La extensión de dichas obras está dada por la exigencia de la
publicación a que están destinadas. Ciertas revistas -y en este
caso sólo consideramos las de finalidad científica- a veces admiten
la publicación de artículos extensos (digamos entre cincuenta y se­
senta páginas), pero ello resulta una verdadera excepción. En
principio, los artículos, notas ele doctrina o comentarios a fallos
tendrán entre cinco y veinticinco páginas. Cuando presentan una
mayor extensión y por su naturaleza no pueden reducirse, resultará
oportuno dividirlos en dos o más partes que se publicarán en forma
separada y sucesiva, con indicación de que se trata de una “pri­
mera” o “ulterior” parte.
Estas obras, que con cierta impropiedad agrupamos bajo la rú­
brica de “artículos y otras obras monográficas”, pueden responder
a variados criterios según las exigencias del público a que están
destinados y al tipo de publicación de que se trate. En principio,
excluimos del análisis los artículos de tipo periodístico, que res­
ponden a técnicas y propósitos distintos de los de la investigación
científica. No obstante lo expresado, en una revista de tipo cien­
tífico pueden incluirse artículos de mera información de naturaleza
periodística, como las reseñas de libros, miscelánea, resúmenes de
jurisprudencia y notas de información sobre distintos temas.
En consecuencia, los artículos como las demás obras mono­
gráficas pueden configurarse como un ensayo, una monografía o
como una simple nota de información sin finalidad científica. Es­
tas últimas se diferencian de las primeras en el hecho de que el
autor se limita a exponer objetivamente un asunto sin análisis ni
opinión de ninguna especie. Es una tarea simplemente descriptiva
expuesta de manera lógica y objetiva.

16 Por ejemplo: EDWARDS, El defensor técnico en la prevención policial;


M a r tín e z VlVOT, L os menores y las mujeres en el derecho del trabajo', LINARES,
Poder discrecional administrativo. La editorial Presses Universitaires de France
(PUF) desde hace muchos años publica la colección “Que sais-je?”, que a la
fecha tiene m ás de tres m il títulos y en la que los m ejores especialistas desarrollan
tem as monográficos en poco m ás de una centena de páginas, algunos sobre tem as
ju ríd ico s.
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 39
En el marco profesional pueden realizarse otros trabajos cien­
tíficos que, en principio, no están destinados a publicarse, como
los llamados “informes de investigación” (ver § 44) y “documen­
tos de trabajo”, que, por lo común, tienen por objeto apoyar una
obra de mayor aliento. Son desarrollos parciales en los que se
da cuenta de los resultados obtenidos en una determinada indaga­
ción o para ser sometidos a debate. Resultan particularmente im­
portantes para guiar discusiones en equipos de investigación o en
ruedas de ateneo. Estos documentos, dado su carácter provisio­
nal, tienen una menor exigencia en cuanto a sus requisitos forma­
les, que los destinados al público general (ver § 128).
b) R elatos, comunicaciones y ponencias. Cuando la investi­
gación tiene por destinatario una reunión de especialistas (p.ej., un
congreso, un seminario, una jornada, un simposio u otros eventos
similares), se configura como un relato, comunicación o ponencia,
según los casos.
Generalmente, se reserva el nombre de relato al trabajo enco­
mendado por la organización del evento a uno o más especialistas
para que informen a los participantes sobre el “estado del arte”, es
decir, la situación en que se halla, desde el punto de vista de la
disciplina, una determinada cuestión que será objeto de análisis y,
eventualmente, de debate.
La comunicación, en sentido estricto, es un trabajo científico
que corresponde fundamentalmente a las ciencias experim enta­
les, y por medio del cual un investigador hace conocer los avances,
descubrimientos o nuevas técnicas que resultan de sus estudios.
No obstante ello, el término se utiliza frecuentemente como sinó­
nimo de ponencia, designándose así de manera indiferente cual­
quier trabajo de investigación presentado a la consideración de una
asamblea científica.
En este orden de ideas, las com unicaciones o ponencias jurí­
dicas corresponderán a una investigación sobre un tema en el que
se postula une elución de carácter interpretativo o de lege ferenda
en relación a una cuestión de derecho. Suelen ser trabajos relati­
vamente breves que se destinan a la discusión colectiva. El autor
debe tener en cuenta aquello que facilite su rápida comprensión
por el auditorio, tratando de hacerlo atractivo al público a que va
dirigido. Por lo común, en ellos se expresan opiniones y puntos
de vista estrictamente personales y a menudo polémicos, ya que
están directamente destinados a ser confrontados con otras posi­
ciones, por lo general no coincidentes.
40 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Desde el punto de vista de la metodología, no existen mayores


diferencias con los demás escritos científicos de carácter monográ­
fico, Empero, como se deberá tener en cuenta el tipo y calidad
del auditorio, no resultará necesario explicar cuestiones que, en
otra instancia, sería indispensable.
Generalmente, en tales reuniones el ponente presenta un in­
forme escrito de extensión más o menos libre, del cual debe hacer
un resumen oral de pocos minutos. No se trata, entonces, de re­
leerlo -y a que ello, por interesante que éste fuera, terminaría pro­
vocando un incómodo sopor en los oyentes-, sino de verter con
las técnicas propias de la expresión oral17 un ajustadísimo resumen
en que se destaquen solamente las principales argumentaciones,
obviando las referencias no indispensables, es decir, explicando
sólo los detalles principales que permita el tiempo disponible, de
manera que pueda comprenderse la conclusión a que ha llegado el
expositor. De alguna manera el relato oral será un simple “ade­
lanto” del contenido del desarrollo escrito que podrá consultarse
en los anales del encuentro,
c) T r a b a jo s d e m a yo r e s p e c tr o . T r a ta d o s , c o m p e n d io s y m a ­
n u a le s . La investigación puede abarcar un espectro mayor que un
simple tema singular. Existe una amplísima gama de posibilida­
des: desde el tratado, que abarca toda una rama del derecho, a la
obra casi monográfica, que comprende un limitado aspecto de ella
o una institución jurídica particular.
Los tratados tienen por objeto el estudio profundizado y crí­
tico de una rama de la ciencia o, al menos, de una porción impor­
tante dotada de individualidad. En el primer caso tendríamos, por
ejemplo, un tratado de derecho civil argentino y en el segundo, un
tratado de derecho de familia. La diferencia entre uno y otro está
dada por la relativa limitación del segundo sobre el primero, pero
tanto una obra como la otra sólo merecerán la calificación de tra­
tado en función de su profundidad y extensión.
Hay autores que rehúsan calificar sus obras como tratados a
pesar de que por la extensión y contenido corresponde que sean
tenidos por tales18. Por el contrario, conocemos ciertas obras que
se autocalifican como tratados y que -ya sea por el hecho de no
17 Fernández:, Arte de la persuasión oral, p. 105 y siguientes.
18 Tal es el caso de CREUS, Derecho penal, obra de tres tomos, y Ghersi,
Contratos civiles y comerciales, ds dos tomos.
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 41
estar dotadas de suficiente generalidad, o por su breve contenido
parcializado- no merecen dicha calificación. En ciertos casos no
son más que compilación de monografías sistematizadas, algunas
de gran calidad, pero que carecen de integralidad sistemática.
Desde el punto de vista cuantitativo, un tratado es, por lo co­
mún, una obra voluminosa que, según los casos, se extenderá en
muchos cientos de páginas en uno o más tomos.
Pero la obra científica puede tener por finalidad su utilización
por un público que requiere menor extensión. Tal el caso de los
libros destinados a los estudiantes universitarios y profesionales
no especializados. En tales casos, las obras generales tendrán un
desarrollo más sucinto, menos profundo y el análisis crítico podría
ser reducido y aun obviado. Según su pretensión, se clasificarán
como compendios o manuales en los que se analizará en forma sis­
temática, pero sin mayor profundidad crítica, una rama del derecho
o una porción individualizada de ésta19. Tales compendios o ma­
nuales, o como los denomine el autor, que podría no calificarlos,
por lo general tienen uno o dos volúmenes.
Existen otros tipos de obras que se desarrollan según modelos
muy diversos. Entre ellas citaremos leyes comentadas en que la
exposición se hace en función de la propia sistemática del texto
normativo20. También debemos señalar por su importancia los tra­
bajos de carácter interdisciplinario21.

C) F ases de la investigación
§ 21. D e s a r r o l l o d e l proceso . - Cualquiera que sea la im­
portancia, contenido o tipo de la investigación, debe desarrollarse
conforme un “método científico”, es decir, ajustada a una serie de
procedimientos lógicos que se deben aplicar rigurosamente en ca­
da una de las instancias. Ello implica decir que es totalmente im­
19 Así, p o r ejem plo, RODRÍGUEZ MANCINI, Curso de derecho del trabajo y
de la seguridad social, y BOSSERT - Z a n n o n i, Manual de derecho de familia.
20 C om o, p o r ejem plo, B e llu s c io (dir.) - Z a n n o n i (coord .), Código Civil
comentado, y L ópez - C e n te n o - F e r n á n d e z M a d rid , Ley de contrato de traba­
jo comentada.
21 P o r ejem plo, L i v e l l a r a , Medicina, higiene y seguridad en el trabajo,
CÁRDENAS - G rim so n - Á lv a r e z , El juicio de insania y la internación psiquiátri­
ca, y S a G a rn a , L o s trasplantes de órganos en el derecho.
42 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

posible encarar una investigación, así sea elemental, sin tener al­
gunas ideas sobre el proceso gnoseológico, y las normas básicas a
que debe ajustarse la metodología que se utilizará en el caso con­
creto.
Siguiendo a S a m a ja , hemos preferido denominar “fases” y
“momentos” a las distintas acciones que conforman el proceso de
investigación, y que puedan distinguirse al hacer una disertación
científica, descartando en alguna medida términos más corrientes
como “etapas” y “pasos” que aluden a “estaciones de un determi­
nado camino” que pueden recorrerse sucesivamente22. Por ello,
hemos reservado esta denominación para aquellas acciones que
disponen de un tiempo perfectam ente diferenciado. Considera­
mos que la denominación elegida representa más cabalmente la
rica com plejidad del proceso de investigación, cuyos “fases” y
“momentos”, como el anverso y reverso de una hoja de papel, no
pueden separarse sino conceptualmente. Ello a despecho de que
no hemos seguido al pie de la letra el esquema propiciado por el
distinguido autor, que a nuestro juicio no se adapta siempre a los
requerimiento de la investigación jurídica.
Consecuentemente con lo expresado, el estudioso deberá de­
sarrollar el proceso de investigación conforme una serie de pautas
y en un determinado orden particularmente complejo en razón de
la distinta naturaleza de las acciones que debe cumplir. Podemos
reconocer cinco fases principales que esquematizamos de la si­
guiente manera:
a) Una primera en la que se concentrarán diversos trabajos
preparatorios o de prospección.
b ) Una segunda que denominamos de planificación o cons­
trucción de la obra.
c) Una tercera en la que se tomará conocimiento del material
de estudio y que denominamos de erudición.
d) Una cuarta que denominamos de la reflexión o crítica.
e) Una última dedicada a la exposición del tema: redacción
del trabajo escrito y sus complementos.
§ 22. La p r o s p e c c ió n . - Esta fase, a la que podemos llamar
también como del planteam iento del problema o de los interrogan­
tes, tiene por finalidad primordial determinar el tema a investigar,

22 SAMAJA, Epistemología y metodología, p. 214 y sig uientes.


LA DISERTACIÓN JURÍDICA 43
el campo de estudio, el punto de vista, marco teórico o idea direc­
triz y, en función de ello, realizar la investigación prelim inar des­
tinada a establecer las principales hipótesis de trabajo.
En esta primera fase, podemos reconocer dos momentos prin­
cipales:
a) El primero, relacionado con la elección del tema y la de­
terminación de sus probables límites, lo que se plasmará en la pri­
mera línea de la obra: el título del trabajo.
b) El segundo, que denominamos de la exploración del terre­
no , destinado a tomar un primer contacto con el tema elegido, me­
diante una “investigación preliminar” a fin de evaluar la factibili­
dad del proyecto, sus dificultades y contenido, lo que se traducirá
en las primeras fichas bibliográficas y de lectura, la determinación
de la idea directriz y el establecimiento de las principales hipóte­
sis de trabajo, con lo cual se estará en condiciones de elaborar el
proyecto de investigación y reflexionar sobre el plan que configu­
rará la próxima fase.
A ello dedicamos el capítulo III (ver § 27 a 44).
§ 23. L a planificación . - La fase siguiente, que hemos de­
nominado de la planificación o estructura de la investigación, res­
ponde a la necesidad de avanzar organizadamente en la construc­
ción de la obra en función de un plan perfectamente coherente.
Podemos reconocer en ella un desarrollo de dos momentos
principales: el primero, tendiente a establecer un plan de investi­
gación,, destinado al propio estudioso, y el segundo, que se produ­
ce como consecuencia del avance de la etapa reflexiva y que se
concreta antes de comenzar la redacción de la obra: el plan de ex­
posición.
Debe distinguirse entre plan de investigación y plan de expo­
sición, cuya finalidad y desarrollos, por lo común, no son coin­
cidentes. En el primer momento, el plan de investigación se for­
mula en función de las hipótesis de trabajo, aun en etapa de
verificación, mientras que luego de terminada la acumulación del
material y formulada la reflexión, en un segundo momento, recién
se podría elaborar un plan de exposición en concordancia con los
temas discernidos, ajustándose a las hipótesis verificadas y las con­
clusiones a que hubiere llegado el jurista.
La planificación de la obra comienza en el instante mismo en
que el autor asigna un título -aún provisional- a su trabajo y di­
44 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

seña en la primera hoja en blanco las principales hipótesis de tra­


bajo que serán objeto de su preocupación. La etapa terminará en
el momento en que el autor ponga el punto final a su original luego
de una última revisión a la estructura.
En esta tarea se pondrá a prueba la capacidad creadora del
investigador, que “armará” el estudio en función de su propia idea
directriz, en una obra original e irrepetible como trabajo intelectual,
y en la cual va a poner en juego su método de reflexión y crítica.
A ello dedicamos el capítulo IV (ver § 45 a 51).
§ 24. L a e r u d ic ió n . - Esta fase, que podemos denominar
también como del conocimiento o del estudio del material, tiene
por objeto el relevamiento, estudio, clasificación y evaluación crí­
tica de las distintas fuentes del conocimiento existentes, a las que
ha tenido acceso el investigador.
Está integrada por dos momentos principales: el primero, que
denominamos de la investigación bibliográfica y documental, des­
tinado a la identificación de las distintas fuentes del conocimiento
en su exterioridad, lo que se traducirá materialmente en el fichero
bibliográfico y en el listado de los documentos y textos básicos
sobre los cuales se trabajará en el próximo paso, y un segundo mo­
mento, dedicado al estudio, relevamiento del contenido, clasifi­
cación y evaluación del material, lo que conformará el fichero de
lectura.
Es el estadio que más tiempo insumirá, particularmente a in­
vestigadores noveles, ya que se trata de ubicar y estudiar todo
aquello que hipotéticamente pueda ser de utilidad, dejándolo cla­
ramente consignado en los distintos ficheros que se establezcan.
La técnica de la investigación y la prolijidad con la que el
autor se desenvuelva en esta etapa serán de fundamental importan­
cia en el resultado que se obtenga en la siguiente fase con la que
se coronará la obra.
A ello hemos dedicado tres capítulos: el V, en que estudiamos
las distintas fuentes del conocimiento y la forma de relevarlas en
tanto que material bibliográfico o documental (ver § 52 a 63); el
VI, en que indicamos la forma de trabajar en las fuentes y, más
precisamente, la manera en que debe procesarse el contenido del
material erudito que conformará el fichero de lectura (ver § 64 a
77), y el VII, de carácter complementario, para explicar la utiliza­
ción de las técnicas informáticas (ver § 78 a 103).
LA DISERTACIÓN JURÍDICA 45
§ 25. L a REFLEXIÓN. - Esta “fase” se extiende en un momen­
to único con las demás, por lo que no podría determinarse un solo
instante del proceso investigativo en el que la “reflexión” esté au­
sente. Es el estadio fundamental en tanto que de la reflexión que
se formula el jurista saldrán las explicaciones que se sistematiza­
rán en las conclusiones que propondrá como regla para resolver la
cuestión en estudio. En definitiva, de ello saldrá la obra que le
conferirá al trabajo su carácter de único e irrepetible.
Durante este tiempo el autor irá elaborando el material crítico
configurado por sus propias opiniones sobre, el tema en estudio.
Parte de ellas se traducirá materialmente en las fichas críticas que
el investigador adjuntará a las documentales en el fichero de lec­
tura. Pero la tarea reflexiva trasciende en mucho esta operación
material. En efecto, durante la reflexión, que se hará tanto mien­
tras se recolecta el material como cuando se exponen las ideas, el
estudioso se irá formando criterio sobre el tema investigado como
una totalidad y sobre cada uno de los múltiples aspectos que lo
integran. A ello hemos dedicado el capítulo VIII (ver § 104 a 123).
§ 26 La e x p o sic ió n . - Es la última fase, que podríamos de­
nominar también de la concreción. En ella, el investigador dará
forma en el papel al trabajo erudito realizado sobre las fuentes del
conocimiento. No se trata de transcribir con más o menos fortuna
las fichas de lectura por más prolijamente que hayan sido releva­
das, sino de plasmar las propias reflexiones del jurista sobre el te­
ma tratado.
Está conformada por cuatro momentos principales que se de­
sarrollan en forma sucesiva en “tiempos” claramente diferencia­
dos. Por ello, los referimos también como pasos de una etapa.
Éstos son: á) el primero, denominado de la redacción, en que el
autor procederá a establecer una “primera versión” en borrador,
sobre la que trabajará intensamente; b) el segundo, orientado a la
corrección, perfeccionamiento y actualización del texto a fin de
darle su forma definitiva, de lo que resultarán tantas versiones co­
mo sea necesario; c) el tercero, durante el cual se confeccionarán
los distintos complementos como la tabla de abreviaturas, la bi­
bliografía y la tabla de materias o índice de la obra, y d) el cuarto
y último, destinado a “pasar en limpio” el original a fin de presen­
tarlo, definitivamente terminado e impecable, a su destinatario: el
editor o el tribunal examinador.
46 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

En esta fase, el autor plasmará en el papel el desarrollo de la


disertación, lo que implica un análisis pormenorizado, reflexivo y
detallado de cada aspecto de la cuestión tratada conforme al plan
en continua evolución.
Durante ella el investigador irá indicando las fuentes del co­
nocimiento de que se ha servido, en notas de referencia según las
exigencias del texto. El proceso quedará formalmente coronado
con la redacción de la “conclusión”, donde se plasmará el resumen
de sus reflexiones, y la introducción con la que se presentará la
obra. A ello dedicamos el capítulo IX (ver § 124 a 147).
Pero la tarea no podrá presentarse antes de una revisión ade­
cuada, a la que dedicamos el capítulo X (ver § 148 a 164). Allí
el autor dedicará el último esfuerzo a perfeccionar y actualizar el
texto redactado, corrigiendo los eventuales errores de fondo y for­
ma en que pudiera haber incurrido, y a completarlo con las corres­
pondientes tablas o índices, obligatorias unas, optativas otras.
Planificación

Referencias: 1) elección del tema; 2) pre-investigación; 3) idea directriz e hipótesis de trabajo; 4) plan de
investigación; 5) investigación bibliográfica y documental; 6) trabajo sobre fuentes del conocimiento;
7) reflexión; 8) plan de exposición; 9) primera versión; 10) correcciones del texto; 11) plan definitivo;
12) elaboración de los complementos; 13) presentación del original.
C a p ítu lo III
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN

§ 27. La fase l im in a r . - La realización de un trabajo de in­


vestigación en el campo del derecho, como en cualquier otra cien­
cia, demanda una intensa labor que el investigador desarrollará
necesariamente conforme un método de trabajo de naturaleza cien­
tífica (ver § 2 a 7).
Antes de lanzarse a la tarea de fondo sobre las fuentes del
conocimiento, el estudioso deberá dilucidar una serie de cuestiones
para evitar verse rápidamente en dificultades.
Para ello, el investigador deberá realizar un estudio previo o
preparatorio de carácter prospectivo, destinado a explorar el terre­
no que será luego transitado, a fin de descubrir los elementos a
estudiar.
Por eso es que la podemos denominar también como la de los
interrogantes, del planteam iento del problem a o aporética (de
“aporía”: dificultad, cuestión), en tanto corresponde a la lógica de
la interrogación que se ocupa de las leyes o reglas para el plan­
teamiento científico de una cuestión1.
Esta fase se desarrolla en dos momentos principales: el pri­
mero, relacionado con la elección del tema y la determinación de
sus probables límites, en el que el autor se interrogará sobre su
competencia para estudiarlo, y el segundo, destinado a tomar un
primer contacto con la materia a investigar, a establecer la idea
directriz y las principales hipótesis de trabajo que denominamos
exploración del terreno o investigación preliminar.

1 B a s c u Ñ á n V a ld É s , Manual de técnica de la investigación jurídicó-so-


cial, p. 118.
48 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

A) E lección del tema


§ 28. P unto de partida . - La elección del tema a investigar
es una decisión primordial. Supone algo así como elegir el compa­
ñero de mucho tiempo y no pocas preocupaciones. De la mejor o
peor elección, en buena medida, dependerá el éxito de la empresa.
Para ello deben tenerse en cuenta una serie de factores, obje­
tivos unos, subjetivos otros, que inducirán al investigador, novel o
experimentado, a abordar el estudio profundizado de una determi­
nada cuestión con mayores posibilidades de éxito. Estos factores,
muchas veces condicionantes, pero también coadyuvantes, deben
analizarse con toda seriedad para que la investigación se oriente
sobre terreno firme.
Además de definir el tema que se propone investigar -objeto
del estudio-, el estudioso deberá dilucidar con qué medios cuenta
para alcanzar su finalidad; es decir, que el tema sea concretamente
investigable para él.
Podemos caracterizar el planteamiento de un problema jurídi­
co cualquiera como la indicación de una duda en el campo del de­
recho que requiere una solución apropiada desde un determinado
punto de vista. El planteamiento de la cuestión responde a pre­
guntas tales como: ¿qué se quiere saber?, ¿por qué?, ¿cuál es la
solución que se propone?, ¿por qué se postula esa solución y no
otra entre varias posibles? Estas y otras cuestiones se deberá
plantear el investigador a fin de delimitar el tema y las soluciones
que en su momento propondrá como conclusión.
Consecuentemente, el objeto debe hallarse correctamente aco­
tado a fin de desarrollar el trabajo de investigación con solvencia
y seguridad, de manera de llegar a conclusiones jurídicamente vá­
lidas. No resulta conveniente lanzarse en temas demasiado am­
plios que resultan imposibles de abarcar por el novato, lo que en
definitiva determinará un resultado impreciso o reiterativo. Por
ello es que al elegir “el tema” debe acotárselo de la manera más
precisa posible en lo contextual y temporal2.

2 M a n g a n a r o R o za s ejem p lifica cóm o unos pocos tem as “ am plios”


ciencia po lítica, sociología, e co n o m ía p o lítica y p sico lo g ía social crecen en p ro ­
gresió n g eom étrica a m edida que son acotados, hasta sum inistrar un listado im ­
presio n an te d e tem as esp ecífico s que p o d rían ser objeto de estudio [Pams para
una tesis doctoral, p. 21 y siguientes).
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 49

La adquisición de un determinado saber en el campo de la


ciencia en general y en el del derecho en particular no aparece co­
mo por arte de magia ni es el resultado de una feliz casualidad
(como muchos creen equivocadamente que ocurre en el campo de
las ciencias fácticas3), sino que tiene su arranque en lo que se con­
sidera un conocimiento adquirido aunque sea equivocado; es lo
que en metodología se denomina “estado del arte”. Por esa razón
es que toda nueva investigación debe partir siempre de los hechos
conocidos y de las soluciones postuladas, así sea para refutarlas y
probar su error o inconveniencia desde una nueva óptica jurídica
o política.
Consecuentemente, el investigador deberá partir del estado en
que se halla el tema investigado en el plano jurídico para analizarlo
en sus distintos aspectos. Sólo así podrá proponer algo nuevo,
con valor o trascendencia.
§ 29. C riterios de elección . - Sin que esto im plique un
criterio absoluto, podemos considerar tres series de factores a to­
mar en cuenta al decidir la elección de un tema de investigación:
a) los primeros se vinculan con el propio interés del autor, que
denominaremos subjetivos; b) luego los vinculados con la aptitud
objetiva del investigador, y c) los relativos a las posibilidades ma­
teriales de acceso a las fuentes del conocimiento.
Tales criterios inducen y a la vez condicionan el ámbito del
trabajo y su evaluación resultará de fundamental importancia para
no acometer una empresa que, por interesante que parezca, se halla
fuera de la capacidad personal o posibilidades materiales del autor.
En su conocida obra, T a b o r g a propone un curioso método de
tipo matemático para evaluar los distintos aspectos de la elección
de un tema de tesis doctoral4, Si bien creemos que una decisión de
este tipo no podría ser determinada por un cálculo matemático -al
fin y al cabo, somos humanistas-, en ciertas circunstancias el mé­
todo propuesto puede ser un útil instrumento de inducción.

3 C om o criteriosam ente destacan G u ib o u rg , G h ig lia n i y GUARINONI, Ia


m ay oría de los m o rtales p u esto s en la situ a ció n de F le m in g , al d escu b rir “ca­
su a lm e n te ” la p e n icilin a , h u b ie ra n o p tad o p o r tira r a la b a su ra con u n a m ueca
de d isg u sto los c u ltiv o s e n m o h e cid o s (Introducción a.1 conocimiento jurídico,
p. 173).
*' T a b o r g a , Cómo hacer una tesis, p. 39 y siguientes.

4. Herrera, M étodo!ogía.
50 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

a) Criterios subjetivos : el interés del autor. L o s criterios


vinculados con el propio interés del investigador, obviamente, son
de primera importancia. Toda vez que el autor tenga una idea cla­
ra y un interés legítimo para profundizar un tema aún no investi­
gado suficientemente desde una determinada posición, una parte
importante de la cuestión parecerá resuelta.
Empero, en particular entre investigadores noveles, la temáti­
ca a encarar se presenta como demasiado amplia y frecuentemente
sus límites, harto confusos.
En consecuencia, y frente a lógicas hesitaciones sobre la elec­
ción de la rama jurídica, su área concreta y el tema en particular,
resulta conveniente precisar algunos criterios que pueden facilitar
la elección.
Partiendo de la base de que tratamos con juristas y que el es­
tudio necesariamente versará sobre un tema de derecho, la primera
decisión estará vinculada con la materia o rama de la ciencia jurí­
dica en la que el autor encauzará su investigación.
Como norma general, el investigador se inclinará razonable­
mente por las materias que le provocan mayor atracción, sea esto
por una “simpatía”, vinculada a sentimientos o ideas personales, o
quizá por hechos tales como la afinidad personal con un docente
con quien el investigador se halla identificado. Muchas veces una
clase, una lectura, una conferencia o una simple charla informal
determinan la vocación de una vida.
Sólo un masoquista intentará orientarse hacia temas o disci­
plinas por las que no siente la menor atracción. Desaconsejamos
este tipo de mortificación.
Por lo general, el criterio de la preferencia coincidirá con una
de las asignaturas en las que se obtuvieron mejores calificaciones
y en las que el “proyecto de investigador” se siente más compe­
tente. Para ello ponderará el grado de disposición natural por
sus temas, la cantidad y calidad de los estudios realizados en el
área, sean escolares o profesionales, el grado de conexión con em­
pleos o tareas realizadas, etc., lo cual va marcando la capacidad
del investigador y potencia su entusiasmo.
En consecuencia, pues, el investigador determinará el campo
de investigación en función de sus propias preferencias temáticas y
profesionales, orientado a la dilucidación de cuestiones de interés
directo y de aplicación concreta a su vida profesional como iurista
(ver § 17).
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 51
b) C riterios objetivos : competencia personal . Si bien los
gustos y preferencias personales serán los primeros criterios para
seleccionar la materia y el tema del estudio, se deberán tener en
cuenta otros elementos que en alguna medida pueden modificar,
reorientar o darle mayor precisión a la elección.
El primer punto se vincula con la efectiva competencia del
candidato para encarar lo que se propone. La cuestión se relacio­
na con las preferencias personales, pero en la especie se trata
de evaluar elementos objetivos, tales como la propia formación,
sus conocimientos profesionales y extraprofesionales, las tareas
realizadas en el campo del derecho o fuera de él, el ámbito en que
se desenvuelve su vida laboral, etcétera.
Así, por ejemplo, por grande que sea el atractivo que ofrezca
el estudio de un tema en el sistema del common law, si el investi­
gador no tiene sino conocimientos rudimentarios del inglés no po­
drá acometerlo con solvencia; para lo cual no resultará suficiente
la bibliografía traducida. En consecuencia, reconocida la incom­
petencia para encarar la empresa, deberá buscar otra a la medida
de sus posibilidades objetivas. De la misma manera, no se podrá
acometer un trabajo de contenido puramente filosófico o doctrina­
rio sin tener una adecuada formación en esta rama de la ciencia.
Por el contrario, las posibilidades que le brindan al investiga­
dor sus experiencias laborales y profesionales pueden resultar de­
cisivas en la orientación, toda vez que, según su propia elección y
proyecto de vida, piense especializarse en esos temas. Uniendo
el trabajo al estudio, el candidato podrá sacar un excelente partido
a su experiencia vital para profundizar con mayor facilidad ciertos
temas jurídicos.
Así, por ejemplo, un abogado que se desempeña en una em­
presa de construcción podrá profundizar, con conocimiento de la
realidad y experiencia práctica, algunos temas relativos al contrato
de obra pública o a la responsabilidad por vicios ocultos; u otro
profesional al servicio de un sindicato tendrá mayor competencia
en temas vinculados al ejercicio de la libertad sindical o la nego­
ciación colectiva. Le resultará más fácil a un estudiante que se
desempeña en un tribunal criminal profundizar temas de derecho
penal, que a quien trabaja en un tribunal de comercio; y a quien
vive en una ciudad portuaria o se dedica a la actividad naviera le
serán más accesibles los temas de derecho marítimo que a quien
reside en una ciudad mediterránea.
52 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

§ 30. Los c o n d ic io n a m ie n t o s m a te r ia l es . - Ni la sola pre­


ferencia del autor ni su idoneidad personal para encarar el estudio
de un tema resultan por sí determinantes. Deberá tenerse en cuen­
ta también la posibilidad material de realización del trabajo, como,
por ejemplo, la factibilidad para acceder a las fuentes del conoci­
miento, disponer del tiempo necesario o el eventual dominio de
idiomas extranjeros.
a) E l acceso a las fuentes del conocimiento. Tanto un traba­
jo puramente escolar como una monografía para un curso de grado,
normalmente podrán lograrse con el material existente en la biblio­
teca del instituto donde se cursan los estudios o en otras del mismo
centro urbano. Sería impropio de un docente exigir al estudiante
consultar material en lugares inaccesibles.
Consecuentemente, el investigador -novel o experimentado-
no podrá abordar temas que se hallen fuera de sus concretas posi­
bilidades por estar las fuentes del conocimiento fuera de su alcan­
ce. Tal sería el caso de un investigador residente en una pequeña
localidad desprovista de bibliotecas jurídicas: por brillante que
fuere, se encontrará con dificultades imposibles de superar si para
consultar documentación tuviera que viajar centenares de kilóme­
tros. De la misma manera, un estudioso -aun en una gran ciudad-
tendría serias dificultades para encarar adecuadamente temas de
derecho comparado sin una visita a los principales centros jurídi­
cos de los países cuyos derechos pretende analizar.
En síntesis, el tema a investigar cualquiera que sea su natura­
leza o extensión, deberá resultar posible, no sólo por la propia com­
petencia del investigador, ya considerado, sino por la concreta fac­
tibilidad para acceder a las fuentes del conocimiento.
Los trabajos jurídicos, como buena parte de las investigacio­
nes en ciencias humanas, se realizan sobre la base de textos escri­
tos, cuya identificación y ubicación resultan esenciales para su
posterior estudio y evaluación, lo que se traducirá en el producto
de la investigación. Ello, naturalmente, no impide que algún otro
tipo de experiencia prestada por otras ciencias, como la filosofía,
la sociología, la política, la economía y aun la medicina, pueda
introducirse en el análisis.
Si bien es cierto que la investigación jurídica resulta más ac­
cesible al investigador solitario de lo que lo son las ciencias expe­
rimentales -que requieren de costosas instalaciones de difícil ac­
ceso-, no es menos cierto que sin un mínimo de infraestructura no
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 53
puede llevarse a buen término un estudio sobre temas de derecho.
La consulta de bibliografía fundamental y actualizada sobre el te­
ma a investigar es, pues, condición esencial para la viabilidad del
proyecto.
Sólo cuando se reúnan las condiciones básicas que hemos ana­
lizado, el estudioso podrá poner en marcha el proceso de investi­
gación; es decir, cuando el tema de su preferencia pueda ser abor­
dado con razonable solvencia personal y el material sobre el que
se realizará el estudio se halle efectivamente al alcance de sus con­
cretas posibilidades.
b) E l problema del tiempo . ¿Cuánto tiempo se requiere para
hacer un buen trabajo de investigación jurídica? Sin duda que la
pregunta no admite una, sino muchas respuestas (si es que admite
alguna). Si estuviéramos en el campo de las ciencias experimen­
tales, contestaríamos: “de un día al infinito”. Pero intentaremos
dar una respuesta aplicable para la ciencia jurídica y las humanas
en general, en las que las fuentes del conocimiento son más lim i­
tadas.
Obvia decir que la cuestión se vincula tanto con la disponibi­
lidad de las fuentes del conocimiento y el acceso que a ellas tenga
el investigador, como con la aptitud y dedicación que se consagre
al estudio. Eco, al preguntarse cuánto tiempo requiere hacer una
tesis doctoral, responde terminantemente: “no más de tres años ni
menos de seis meses”. Sin que compartamos estos límites tan rí­
gidos, compartimos sus fundamentos: si en tres años de trabajo no
se ha logrado limitar el tema y encontrar la documentación nece­
saria, eso sólo puede significar alguna de estas tres cosas: “i) ha
elegido una ‘tesis equivocada’ superior a sus fuerzas; 2) pertenece
al tipo de los ‘eternos descontentos’, que querrían decirlo todo y
siguen trabajando en la tesis durante veinte años, o 3) se le ha de­
clarado la ‘neurosis de la tesis’ que cíclicamente se toma y se deja,
en un estado de gran dispersión: ése no se doctorará nunca”5.
Una investigación de limitada envergadura -una monografía
escolar, un artículo para una revista o una comunicación para un
congreso- podrá llevar varias semanas, quizá meses a alguien sin
mayor experiencia o que deba buscar el material en muy diversos
lugares, o pocas horas a otro más experimentado que dispone de
una nutrida y actualizada biblioteca donde encuentra todo el ma­
5 E c o , Cómo se hace una tesis, p. 37.
54 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE l.A INVESTIGACIÓN JURÍDICA

terial necesario. Valga, pues, la conclusión de que no existe una


medida, ni siquiera aproximada, en cuanto al tiempo que insumirá
el proceso.
No obstante lo expresado, existe una razonable relación tem­
poral entre la im portancia y complejidad de la obra y las concre­
tas posibilidades de que dispone el autor en materia de tiempo.
Parece claro que un trabajo de gran envergadura (p.ej., un tratado)
será el resultado de muchísimas horas de labor. Si el estudioso
no dispone de tiempo para encarar una obra de tal volumen, ob­
viamente deberá optar por otra de más modestas pretensiones, so
pena de engrosar la infinita lista de autores de obras inconclusas.
Cualquiera que sea la importancia de la investigación en cuan­
to a su extensión, requiere de una cuidadosa búsqueda y selección
del material, que debe ser claramente referenciado en el escrito.
Ello conlleva un tiempo significativo que no podría ser obviado
bajo ningún pretexto.
Lo expresado implica una tácita descalificación a ciertos au­
tores de profusa producción, el contenido de cuyas obras se limita,
virtualmente, a la transcripción de lo dicho por otros autores, nor­
mas positivas y resúmenes de jurisprudencia, con lo que, con ha­
bilidad artesanal, rápidamente llenan cientos de páginas de nulo
interés científico. Algunos dicen, con cierta malignidad, que es­
criben con las tijeras.
c) E l conocimiento de idiomas extranjeros. Para encarar
investigación, ¿resulta indispensable el conocimiento de idiomas
extranjeros? Nuevamente la respuesta no es terminante.
Sería subrayar lo obvio destacar la enorme importancia que
en nuestro tiempo tiene el conocimiento de idiomas. Los proce­
sos de integración en los terrenos político, económico y jurídico
requieren de políglotas en todos los dominios del pensamiento.
Pero de ello no se infiere sin más que deban conocerse varios idio­
mas para hacer cualquier obra.
7) En primer lugar, dependerá del tipo de trabajo que se pre­
tenda realizar. Si la obra tiene por finalidad estudiar el derecho
de un país no hispánico, y se requiere acceder a leyes, doctrina y
jurisprudencia en idioma extranjero, resultará indispensable un ade­
cuado conocimiento de la lengua como para profundizar las fuen­
tes del conocimiento en forma directa, sin recurrir a versiones de
segunda mano o traducciones ad hoc. Por lo demás, muchas ve­
ces los términos jurídicos de un sistema son de difícil traducción
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 55
a otra lengua, por lo que se requerirá una porm enorizada expli
cación.
Como ejemplo, y más concretam ente, resultaría aventurado
analizar algunas cuestiones de derecho comercial sin un conoci­
miento profundizado de la literatura jurídica norteamericana (es­
crita en inglés)6, como lo fue siempre el latín para investigar sobre
derecho romano. Sin un conocimiento acabado del francés y del
portugués V é le z SÁRSFIELD no hubiera podido redactar el proyecto
de Código Civil argentino, ya que fueron textos jurídicos escritos
en estos idiomas los que le sirvieron de fuente inmediata.
De todas formas, es claro que el conocimiento de uno o más
idiomas extranjeros no resulta condictio sine qua non para encarar
cualquier tipo de análisis jurídico. Con un adecuado manejo de
nuestro propio idioma afortunadamente podemos acceder a fuentes
del conocimiento importantísimas, suerte que no comparten juris­
tas de otras tierras que sólo manejan lenguas menores. ¡Imagine­
mos las dificultades que deberían afrontar los daneses, indonesios
o polacos que sólo leyeran en sus propias lenguas!
2) Cuando el objeto de investigación se encuadre por sus lí­
mites, en una temática exclusivamente nacional, o simplemente no
se utilicen fuentes en otros idiomas, el conocimiento de lenguas
aparecerá como de importancia menor, pudiendo recurrirse en caso
de necesidad a obras traducidas o a citas de segunda mano, siempre
y cuando esta práctica se haga con muchísima cautela.
§ 31. D e t e r m in a c ió n d e l t e m a y su s l ím it e s . - Una vez
que el investigador haya reflexionado sobre las cuestiones analiza­
das anteriormente, podrá decidir el tema de la investigación.
Por sucesivos descartes se ha elegido la rama de la ciencia
jurídica y eventualmente la óptica con que se tratará un determi­
nado tema, el que podrá ser exclusivamente jurídico, filosófico o
interdisciplinario y, más concretamente, la institución que -global­
mente o uno de cuyos aspectos- será objeto del análisis. Se habrá
decidido si el estudio tendrá un criterio comparatista o si sólo abar­
cará la legislación, doctrina y jurisprudencia nacional, como tam­

6 Como las llamadas “contrataciones modernas”, tales como el franchi-


sing, merchandising, joint ventures, puttíng oul system, just in time, leasing, ma-
nagement, factoring, underwríting, tarjeta de crédito, ahorro previo, tiempo com­
partido, etcétera.
56 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

bién se habrá determinado si tendrá un carácter histórico o pura­


mente actual.
En investigadores más experimentados esta decisión no ofrece
mayores problemas, pues de hecho antes de encarar el estudio tie­
nen claramente preestablecido el objeto de su tarea. Empero, para
los autores noveles, podría implicar un verdadero rompecabezas.
Es obvio que no se puede iniciar una investigación como cual­
quier otra tarea, sin saber con exactitud qué se quiere hacer. La
elección del objeto del estudio y su determinación, en el caso de
investigadores sin mayor experiencia, se configurará como la pri­
mera hipótesis de trabajo, un simple lineamiento, que requerirá,
una vez terminada la prospección, una limitación más precisa, lo
que se traducirá en el título de la obra.
Con ello queda dicho que con la elección y delimitación del
tema que se h a g a antes de iniciar el proceso, no queda cerrada la
posibilidad de una eventual modificación impuesta por las propias
exigencias del estudio. En la medida en que se van encontrando
nuevos antecedentes vinculados al asunto bajo examen -por lo me­
nos para el autor-, pueden ir surgiendo otros enfoques que podrían
traducirse en una modificación del ámbito de la investigación, am­
pliándolo a veces, restringiéndolo otras, cambiando puntos de vista
que alterarían el enfoque previsto originalmente en la primera hi­
pótesis.
Empero, en algún momento el objeto de investigación deberá
quedar perfectamente limitado en lo institucional, temporal y es­
pacial, de manera que la cuestión tratada quede claramente perfi­
lada ante los ojos del propio autor. Cuando esa decisión no re­
sulta obvia deberá ser objeto de una explicación en la introducción
de la versión escrita, donde se darán las razones por las cuales ha
dejado de considerarse algún aspecto descartado o, por el contra­
rio, se han incorporado cuestiones conexas cuya presencia podría
sorprender. Con ello, y desde las primeras líneas, el lector tendrá
un panorama lo más exacto posible del contenido (ver § 51, c, y
147). El tema elegido, por consiguiente, se traducirá al momento
en unas pocas palabras que serán el título que distinguirá a ésta
de cualquier otra obra.
§ 32. T ít u l o d e l t r a b a j o . - T an to un ensayo de unas pocas
páginas como un tratado de varios tomos deben hallarse identifi­
cados con un ap e la tiv o inequívoco q u e traduzca, c o n absoluta fi­
delidad, el c o n te n id o del estudio.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 57
De ello surge la importancia de la denominación que, como
el nombre de bautismo de las personas, identificará para siempre
la obra realizada. Si bien es cierto que no resulta indispensable la
elección del título definitivo en esta etapa del proceso, una correc­
ta y muy breve designación del objeto deberá servir de norte, po­
niendo en evidencia su potencial contenido.
Raras veces tan pocas palabras han requerido de una reflexión
tan profunda. Ello se justifica plenamente, pues en esos escuetos
vocablos deben hallarse reflejados el contenido y los límites de la
obra. No es correcto que el título prometa más de lo que va a
ofrecer, como tampoco que diga menos de lo que verdaderamente
brinda. Es preciso una adecuación total entre los reales alcances
y límites de la obra y el título que la distinguirá7.
Sabemos que hasta el momento de colocar el punto final pue­
de modificarse el título, pero en la medida en que la imprecisión
responda a una falta de definición del proyecto, resultará virtual­
mente imposible llevar adelante el proceso de investigación cuando
no se sepa muy bien en qué consistirá. Por ello, el autor deberá
definir con claridad el contenido hipotético de la disertación, a
fin de intitularla desde el primer momento con la mayor precisión
posible. Ello implica decir que el título de la obra en tanto tra­
duce su contenido configura un aspecto de la primera hipótesis de
trabajo, que deberá ser precisada y confirm ada en el transcurso
de la investigación (ver § 150).
El título debe ser razonablemente breve, es decir, debe conte­
ner pocas palabras de reconocimiento inequívoco. El buen senti­
do ha desterrado definitivamente los intitulados exageradamente
largos que la práctica termina por abreviar en un concepto no del
todo claro.
Por ejemplo, ¿quién recuerda a Bases y puntos de partida pa­
ra la organización política de la República Argentina sino como
Bases de J u a n B a u t is t a A l b e r d i ?
En ciertos casos podrá incorporarse un subtítulo que limite el
concepto quizá demasiado amplio de la denominación principal,
explicando y precisando el contenido real de la obra8.

' C onf. S a b in o , Cómo hacer una tesis, p. 62.


8 P or ejem plo, G r il l o , Período de sospecha en la ley de concursos, luce
com o sub título “E fectos retro activos de la q u ieb ra” ; F a r iñ a , Contratos comercia­
les modernos, lleva el su b títu lo de “M o dalid ad es de la co ntratació n erap resaria”.
58 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Lo que resulta indispensable es que desde el primer instante


se determine en pocas palabras -y con carácter quizá de título pro­
visorio- el tema de la investigación. Éste podrá ratificarse o
modificarse en el curso del estudio, de manera que al terminar la
redacción queden claramente definidos bajo una fórmula el con­
tenido, lím ites y la orientación en que se ha hecho (ver § 51, b,
y 150).
Destaca Eco, no sin razón, que “un buen título es ya un pro­
yecto”, subrayando la importancia que tiene el subtítulo o “título
secreto”, como lo denomina, donde se precisa con mayor énfasis
el objeto de investigación9.

B ) E x p l o r a c ió n del terren o

§ 33. J ustificación de la acción . - Cuando se trate de in­


vestigadores que no han estudiado previamente la cuestión a pro­
fundizar, como primer paso deben realizar una serie de acciones
pre-investigativas con el objeto de precisar el terreno a explorar y
determinar los grandes temas que se desarrollarán en el proceso.
Con respecto a los investigadores que -con im propiedad- lla­
mamos profesionales, en razón de su familiaridad con la materia
y su mayor experiencia en el campo científico, sus conocimientos
previos les permitirán tener suficientemente en claro el objeto de
lo que será su futura acción. Por ello, a veces pueden prescindir
de tal prospección, por haberla hecho con anterioridad.
Los demás, es decir, todos aquellos que encaren la investiga­
ción sin tener un panorama suficiente del asunto, deben iniciar la
tarea con un estudio prelim inar amplio y relativamente superfi­
cial para intentar comprender lo que será objeto de su análisis, de­
terminar la idea directriz y establecer las principales hipótesis de
trabajo.
§ 34. I n v e s t ig a c ió n p r e l im in a r . - Esta etapa “previa” a la
investigación propiamente dicha deberá realizarse en las fuentes
del conocimiento de más fácil acceso: manuales, textos legales, li­
bros, revistas, tratados generales, etc., que puedan dar un panora­
ma de carácter general de la cuestión objeto de la investigación.

9 E c o , Cómo se hace una tesis, p. 138.


TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 59
En este sentido, el autor aún no tiene conocimientos suficien­
temente sólidos sobre el tema. En realidad, apenas intuye sus lí­
mites. Huelga decir, pues, que debe comenzar a profundizarlo de
manera progresiva, empezando por lo más fácil y general para ir
avanzando por etapas sucesivas hasta agotar el objeto en estudio.
Esta prim era aproximación, relativam ente simple, podrá hacerse
con material al que se tenga acceso sin mayores complicaciones.
Según cuál sea la materia en estudio, en los tratados generales po­
drá obtener algunos conceptos, posiblemente los más importantes
sobre la cuestión. No debe alarmar el hecho de que el tema de la
investigación se halle apenas esbozado en estas obras generales, al
que se consagran quizá sólo algunas líneas y con mayor suerte unas
pocas páginas: el grueso de la investigación aún está por hacerse.
Esta “investigación preliminar” no debe ser demasiado estre­
cha. Deberá abarcar los principales temas conexos, algunos de
los cuales podrán ser objeto del trabajo. En cualquier circunstan­
cia es indispensable un conocimiento relativamente amplio de una
cuestión para poder profundizar en un tema particular.
Así, por ejemplo, si el investigador pretende profundizar un
tema de derecho comercial, como la responsabilidad de los repre­
sentantes legales de las sociedades de capital, debería estudiar los
principios de la responsabilidad civil por un lado, y el derecho so­
cietario por el otro, para establecer los puntos de tangencia que
serán objeto de la investigación.
Otro ejemplo: mal podría estudiarse el ejercicio de la juris­
dicción por los órganos judiciales de la Unión Europea (tema de
interés para los procesos de integración de América), sin tener una
idea muy clara del contenido del derecho comunitario y el alcance
concreto del poder jurisdiccional, aunque luego sólo se profundi­
ce en lo que será objeto específico del estudio.
Como resultado de esta primera aproximación pueden produ­
cirse algunas sorpresas, como que sobre el asunto se hayan publi­
cado obras muy completas y, en consecuencia, queda muy poco o
nada nuevo que decir desde la óptica que pensaba darle el autor o,
por el contrario, que la cuestión, por su novedad, no tiene mayores
antecedentes en que apoyarse, lo que implica que el investigador
deberá trabajar sin la compañía de buenos y reconocidos autores.
También podría ocurrir que, habiéndose publicado mucho o poco
sobre el tema, se haya estudiado siempre desde un punto de vista
distinto del que tiene en mira el investigador. Todo ello determi­
60 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

nará, quizá, que el estudioso abandone el intento o que, por el con­


trario, modifique su punto de vista a fin de darle un nuevo enfoque.
Lo importante en este caso es que esta primera investigación del
tema permitirá al autor tener una idea más clara sobre la cuestión,
y en función de ella podrá establecer las primeras hipótesis de tra­
bajo, ratificando o modificando la idea directriz.
Hay que tener muy presente que cuanto más sólida sea la in­
vestigación preliminar y con mayor claridad se hayan establecido
las hipótesis de trabajo, más fácil resultará el desarrollo del pro­
yecto de investigación, la planificación de la obra, la búsqueda del
material y la elaboración de la tesis.
§ 35. L a id e a d ir e c t r iz o m a r c o t e ó r ic o . - Ningún hecho
o fenómeno jurídico puede abordarse sin una adecuada conceptua-
lización, que forma parte del bagaje intelectual del propio investi­
gador. Esta carga está integrada por ideas e informaciones adqui­
ridas que se presuponen como “bien establecidas” y que le dan al
estudioso una serie de referentes teóricos que se van a utilizar en
la obra que proyecta, aun cuando esos elementos, en esta etapa
prospectiva, tengan un carácter poco claro y asistemático en su pro-
visoriedad.
Por ello resulta indispensable que el autor se “posicione”, tra­
tando de esclarecer con la mayor precisión el “punto de partida”,
la “idea directriz”, “óptica”, “marco teórico o de referencia”, “pre­
misas” o “hipótesis básicas” en que se desenvolverá el estudio y
que le darán un determinado sentido y coherencia sustancial.
La idea directriz tiene por finalidad dar a la investigación un
sistema coherente de conceptos y propósitos que hace suyos el inves­
tigador, y que le permiten abordar el problema de una determinada
manera entre varias posibles10. Tiende a situar el tema investiga­
do dentro de un conjunto de conocimientos previos, científicamen­
te aceptados, dándole a la investigación un sentido particular con­
forme su finalidad.
Sabemos que el derecho como objeto del conocimiento está
orientado fundamentalmente -pero no exclusivam ente- al estu­
dio, contenido y aplicación de las fuentes normativas y la deter­
minación de su alcance y finalidad. Clásicamente se considera
que tal alcance reflexivo puede realizarse mediante distintos mé­
10 S a b in o , Introducción a la metodología de la investigación, p. 67.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 61

todos", cuya explicación sucinta hemos realizado en el § 6: ellos


son el exegético, el dogmático y el histórico-sociológico.
Tomando como premisa alguno de estos métodos básicos que
le servirán de marco teórico muy amplio, el estudioso encarará su
tarea de investigación utilizando, según las propias necesidades del
discurso, distintos modos de razonamiento con los que se plasma­
rán sus propias opiniones valorativas que se expondrán a lo largo
de la obra.
Si el tema desarrollado, por su novedad, no permite echar
mano a alguna teoría preexistente, la forma más apta para deter­
minarla será la de efectuar comparaciones con otros sistemas aná­
logos, a fin de elaborar una teoría nueva, que en cualquier supues­
to debe presentar una “coherencia total”, en el sentido de que no
puede contradecir ninguna de las premisas que se hayan dado por
válidas previamente. En tal supuesto, el autor deberá justificar su­
ficientemente las innovaciones que propone. En cambio, si el
“estado del arte” presenta un cuerpo teórico suficientemente con­
solidado como para permitir el desarrollo de la cuestión dentro de
un marco concreto, resultará suficiente con reiterar las ideas prin­
cipales que se aceptan como propias, remitiendo a las fuentes co­
rrespondientes sin mayores explicaciones12.
El primer objetivo de este estudio preliminar, pues, tiende a
la ratificación o rectificación de la idea directriz y el estableci­
miento de las primeras hipótesis de trabajo. Mediante esta ope­
ración el autor confirmará o eventualmente modificará la óptica
con que pensaba encarar el tema, y en función de ello irá preci­
sando las principales cuestiones que deberá profundizar.
Así, por ejemplo, un trabajo sobre la institución del m atri­
monio y el divorcio puede hacerse desde un punto de vista histó­
rico, para poner de relieve su evolución en el tiempo o a fin de
demostrar las raíces religiosas de la primera y la influencia de ta­
les principios en la disolución del vínculo, o en función de sus
connotaciones económicas, o simplemente con el objeto de analizar
el funcionamiento de determinados aspectos exegéticos conforme
la legislación positiva actual y su interpretación por la jurispruden­
cia. Resultaría una idea directriz diferente e interdisciplinaria si

11 GlRALDO ÁNGEL, Metodología y técnica de la investigación jurídica,


p. 3, y BlELSA, Metodología jurídica, p. 265.
12 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 245 y siguientes.
62 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

el estudio avanzara sobre las consecuencias psicológicas de deter­


minadas cuestiones jurídicas, como la tenencia de los hijos o el
nuevo matrimonio, etcétera.
Será muy distinto un trabajo de criminalística relacionado con
la delincuencia en las grandes ciudades y sus formas de represión,
según que el autor se posicione considerando el hecho como el re­
sultado de una conducta antifuncional de individuos desintegrados,
o, por el contrario, que el hecho delictivo es el producto de la mar-
ginación de ciertos grupos sociales a quienes se les niega la posi­
bilidad de resolver sus necesidades dentro del sistema. No se tra­
ta de que necesariam ente deba optarse por una u otra posición
extrema de carácter teórico. Son incontables las ópticas o ¡narcos
teóricos que pueden elaborarse para encarar los mismos temas ju ­
rídicos.
Es decir, el mismo asunto, y quizá bajo títulos similares, pue­
de tratarse desde ópticas muy diferentes. Este punto de arranque
y de llegada marca el rumbo de la investigación y le imprime su
carácter original. En función de ello se analizarán o descartarán
determinados aspectos de la cuestión tratada (p.ej., en un caso el
análisis de la jurisprudencia nacional o extranjera podrá ser fun­
damental, y en otro, podrá tener ínfima importancia).
En pocas palabras, la idea directriz consiste en el marco ideo­
lógico o filosófico en que el estudioso va a desarrollar una tesis,
analizando una serie de hipótesis que pretende confirmar o descar­
tar con sus razonamientos. Ese juicio lógico debe hallarse ade­
cuadamente fundado en argumentos jurídicos y eventualmente ex-
trajurídicos que se expondrán en forma sistemática. Es el motivo,
la finalidad que justifica la investigación.
El destinatario del “marco teórico” en la fase prospectiva es
el propio investigador y eventualmente sus colaboradores y colegas
más inmediatos. Sin embargo, en su momento deberá ser expli-
citado en cuerpo de la obra de alguna manera. Por lo general,
resultará suficiente una somera explicación en la introducción (ver
§ 147): Empero, si la cuestión se presenta como elemento polé­
mico, debería desarrollársela con mayor detenimiento en alguno
de los capítulos generales (§ 50, b). En ciertos casos, la idea di­
rectriz, por obvia, no necesitará ser aclarada, como cuando el ju­
rista alude a un sistema jurídico referencial suficientemente cono­
cido del cual hace la exégesis. Pero en toda ocasión en que el
autor se posicione en un marco teórico particular, la idea directriz
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 63
deberá ser claramente explicitada como una forma de honestidad
intelectual ineludible. Cuando el autor desarrolle un tema -tanto
más si es polémico-, sin aclarar suficientemente su propia posición
teórica, está revelando una actitud esquiva frente a los hechos que
estudia e introduce un elemento de confusión allí donde justamente
la claridad debería ser total13.
§ 36. P r in c ip a l e s h ip ó t e s is d e t r a b a jo . - L a idea direc­
triz, tanto como las hipótesis de trabajo, no son fruto de la fantasía
libre del autor, sino el resultado de una reflexión lógica extraída
de hechos y juicios de valor filosófico y jurídicos razonablemente
fundados: su palanca es el principio de no contradicción. Es de­
cir, no se pueden contradecir entre sí ni con los elementos que el
autor presente como bases teóricas de su posición.
Las hipótesis de trabajo, consecuentemente, son una suerte de
explicación sugerida aún no verificada, una condición o suposi­
ción que el investigador acepta provisionalm ente como si fuera
verdadera con la finalidad de ponerla a prueba mediante el proce­
dimiento cognoscitivo. Su función es la de orientar la investiga­
ción en una dirección determinada, entre varias posibles, y cuyas
conclusiones deben ser racionalmente verificadas mediante un co­
rrecto análisis lógico14.
El concepto ha sido particularmente desarrollado en el plano
filosófico por los teóricos de las ciencias experimentales, quienes
pusieron en evidencia el doble papel que juegan en la investigación
científica: a) un rol teórico como idea anticipada que opera como
punto de partida necesario del razonamiento, y b) un rol práctico
que “guía la mano del experimentador” para provocar la experien­
cia concreta. Raramente aparecen como una especie de “reve­
lación súbita” . Se elaboran gradualmente como consecuencia de la
reflexión en una suerte de experiencia mental, es decir, son el re­
sultado de un típico ejercicio dialéctico de la inteligencia15.
Estas hipótesis de trabajo deben considerarse siempre como
un medio, una herramienta de la que se servirá el investigador para
dilucidar una cuestión. No son un fin en sí mismas y si no res­
ponden a las exigencias del estudio deben ser abandonadas. No

13 SABINO, Introducción a la metodología de la investigación, p. 67.


14 M a n g a n a r o R o z a s , Pasos para una tesis doctoral, p. 17.
13 CUVILLIER, La connaissance, p. 430.
64 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

se trata aquí de “escamotear” una determinada hipótesis simple­


mente porque no resulte del agrado del investigador o porque con­
tradiga su propia posición, sino cuando no resulte confirmada por
el estudio de los hechos exhaustivamente considerados. Ello im­
plica un análisis serio y fundado de las principales posibilidades
de desarrollo y solución de una cuestión, y deben abandonarse sólo
cuando se advierta que el camino a que conducen es errado. En
tales supuestos, el autor deberá elaborar una hipótesis de reempla­
zo para continuar su estudio hasta el agotamiento del tema que se
propuso, de todo lo cual podrá dar cuenta en el cuerpo de la obra.
Es obvio que a un problema simple, en principio, correspon­
derán una o más hipótesis de trabajo de igual simplicidad, al tiem­
po que a un tema de mayor complejidad corresponderá el estable­
cimiento de una serie de hipótesis con las mismas características,
las que deberán resultar armónicamente concatenadas entre sí.
Éstas, una vez verificadas, se visualizarán por lo común como
las “grandes cuestiones” que fueron investigadas por el autor. Es
decir, son las proposiciones que dan una respuesta racional al pro­
blema planteado. Frecuentemente habrá una cierta correlación
entre cada una de las hipótesis desarrolladas y los “grandes temas”
de la obra, lo que corresponderá a los principales títulos o capítu­
los del trabajo.
Sólo es posible profundizar un asunto hasta descubrir sus con­
ceptos básicos cuando se va concretando por sucesivos avances el
estudio de cada uno de sus aspectos hasta desnudar su esencia.
Ello deberá ser presentado por el estudioso a la consideración de
sus colegas, o eventualmente al tribunal examinador, como un
aporte personal y original al esclarecim iento de una cuestión ju ­
rídica.
Estos “grandes temas” son el germen del plan de investiga­
ción, cuyo sistemático desarrollo en función de la idea directriz
tomará forma definitiva en las conclusiones, donde se explicitará
la tesis sobre el tema investigado (ver § 146).

C) ¿I dea directriz política o jurídica ?


§ 37. E l c o n t e n id o p o l ít ic o . - Señalamos anteriormente
que la idea directriz es la orientación, la óptica que el autor quiere
dar a la obra. ¿Debe ser ésta exclusivamente jurídica o puede te­
ner contenido político?
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 65
Al respecto, debemos subrayar que el análisis jurídico, por
neutro que parezca, tiene siempre contenido político. La política,
como arte y como ciencia,-se vincula con el gobierno de los hom­
bres, uno de cuyos principales instrumentos es justamente el dere­
cho. Consecuentemente, todo tema jurídico está directamente re­
lacionado con principios políticos a los que corresponde y le sirven
de sustento.
La importancia práctica de la cuestión y la convicción de que
se pueden -y se deben- hacer trabajos de investigación jurídica
desde posiciones políticas, nos ha llevado a analizar el asunto con
algún detalle, con la finalidad de disipar equívocos muy arraigados.
§ 38. P o l ít ic a y d e r e c h o . - Señala B u r d ea u que “el carác­
ter político es inherente a todo acto, hecho o situación que ponga
de manifiesto la existencia de un grupo humano, o sea de relacio­
nes de autoridad y obediencia establecidas con el propósito de al­
canzar un fin común”16.
En este orden de ideas podemos afirmar que tienen connota­
ción política todas las instituciones del derecho en que se mani­
fieste un principio jerárquico, sea éste impuesto por una autoridad
o libremente consentido como resultado de un acuerdo de volun­
tades. De esta manera podemos analizar en una óptica política
los fundamentos de todas las instituciones jurídicas, en tanto re­
gulan relaciones entre hombres con la finalidad de preservar bienes
superiores de la comunidad.
Siempre que nos hallamos en presencia de una colectividad
humana donde se establecen relaciones entre sus miembros, esta­
mos en presencia de una actitud política en el sentido más amplio.
Es obvio que, en un sentido más estrecho, la política cobra dimen­
sión cuando se afirman los principios generales que dan razón a la
existencia de la comunidad como tal, es decir, lo que conocemos
como principios de orden público.
Pero ese orden público u orden social no es un valor inmuta­
ble. Pocas cosas son tan cambiantes, en razón de que ese valor
político-institucional sólo representa un estado de equilibrio mo­
mentáneo, aunque con vocación de permanencia, que se establece
en cada instante histórico en una sociedad determinada. Por ello
es que las instituciones jurídicas, sin excepción, están sujetas a

16 B u rd e a u , Método de la ciencia política, p. 66.

5. Herrera. M etodología.
66 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

cambios, no por razones técnicas que lo justifiquen, sino por el


contenido político de las instituciones superiores que las enmarcan.
En función de lo expresado, consideramos que una investiga­
ción jurídica no podría, sin más, desligarse del contenido político
que le da sustento al estudio, aun a despecho del jurista que se
cree “aséptico” o “puramente técnico”, quien no estaría sino afir­
mando tácitamente el valor de las instituciones políticas que se ha­
llan fuera de su cuestionamiento.
a) E l d erech o positivo e n g eneral . Entendido como el c
junto de normas explícitas de una sociedad jurídicamente organi­
zada, no es más que una representación ideal que la sociedad se
forma de sí misma, tal como lo entienden los que ejercen efecti­
vamente el poder17.
En cambio, para K e l se n el Estado sólo representa un “orden
coactivo”, lo que no le impide reconocer su carácter de “orden ju ­
rídico”. Por ello, entiende que no es posible legitimar el Estado
por el derecho, lo que implicaría que el derecho se legitima por sí
mismo. Por esa razón afirma que “si los teóricos del derecho
quieren hacer ciencia y no política no deben salir del ámbito del
conocimiento objetivo”18, lo que “no representa ningún juicio de
valor político desde el punto de vista de la moral o de la justicia”19.
Consecuentemente, en la óptica de la Escuela de Yiena, el aná­
lisis político en sentido estricto quedaría vedado al jurista, quien
debería limitar su estudio a los mecanismos impuestos por el pro­
pio Estado, como creador y “aplicante” de normas, sin entrar en
consideraciones “extrajurídicas”, como las ideológicas o políticas.
En ese orden de cosas podemos señalar que la norma positiva,
la ley, procede siempre de un órgano institucionalizado o no, que
ejerce la autoridad. El poder procura lograr un cierto orden social
deseable: el modelo político que aspira imponer en su propio nom­
bre o en representación de quienes lo sustentan. Para ello debe
definir las reglas sociales cuy:: observación por las personas se re­
quiere para lograr el fin político a que se aspira. Esa definición
se hace mediante la sanción de la ley positiva, que podrá coincidir
o no con la representación ideal de justicia, cuya existencia sos­

17 B u rd e a u , Método de la ciencia política, p. 134 y 195.


18 K e ls e n , Teoría pura del derecho, p. 198.
19 KELSEN, Teoría pura del derecho, p. 195 y siguientes.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 67
tienen los iusnaturcilistas y niegan los positivistas. Sin embargo,
tanto en una como en otra óptica, podemos afirmar que el derecho,
en su conjunto, como cada norma jurídica particular, es instrumen­
to de una política cuyo análisis no está vedado al jurista.
Lo esencial de ese derecho positivo -cuyo análisis será objeto
de la investigación en cuestión-, supone la existencia de una au­
toridad que ejerce el poder político y que se expresa mediante la
norma que crea por medio de la ley formal, y garantiza su cum­
plimiento mediante un sistema sancionatorio.
En consecuencia, a partir de la norma creada o garantizada
por el poder, su carácter se extiende a las instituciones que tie­
nen por finalidad alcanzar los objetivos esencialmente políticos de
la comunidad de que se trata. Ergo, resulta evidente que el dere­
cho tiene un fundamento político inmediato y directo, cuya esencia
en ningún caso se podría desconocer.
Se podrá señalar, con acierto, que existen formas espontáneas
de regulación que no requieren de una sanción positiva que las re­
cepte. Valga como ejemplo la regulación de hecho de la institu­
ción del divorcio en la Argentina, antes de la sanción legislativa
que siguió a la declaración de inconstitucionalidad de la vieja ley
de matrimonio civil. Más allá de la excepcionalidad de tales si­
tuaciones, la presión social o política de grupos organizados o no,
puede generar formas de “espontaneísmo” jurídico opuestas o pa­
ralelas a la normativa positiva, que perfectamente pueden ser obje­
to de análisis jurídico y político desde un punto de vista estricta­
mente científico20.
Lo cierto es que a partir de una idea o de un sistema de ideas
de un grupo dominante, o como resultado de una transacción so­
cial, se institucionalizan mecanismos jurídicos hasta en sus meno­
res detalles, que actúan como instrumentos de realización de un
modelo político que se procura alcanzar.
Por ejemplo, el estudio de la institución matrimonial resultará
sustancialmente diverso según cuál sea el sistema político que la
informe: no será igual si la explicamos en el marco del derecho de
un país islámico que admite la poligamia, o de otro cristiano don­
de se reconoce el matrimonio religioso indisoluble, u otro de cons­

20 Tal el caso de los estud ios sobre los efecto s del “m atrim o nio m ejican o ” ,
nu lo po r ento nces para la ley argentina, pero con nu m eroso s efecto s reco nocido s
ju risp ru d en ciaim en te en los cam pos econ óm ico y de la seg uridad social.
68 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN IURÍDICA

titución laica y liberal. Los derechos de la propiedad no tendrán


mucha equivalencia entre los vigentes en un país capitalista y otro
de economía socializada, o entre un país altamente desarrollado y
otro de economía colonial. En todos los casos, el sustento políti­
co (ideológico) que asegura la realización del modelo social estará
en forma expresa o tácita en el estudio, dando contenido a los as­
pectos jurídicos que pueden haber sido objeto de tratamiento por
el investigador.
En la óptica de los positivistas, tal análisis no puede ser objeto
de la ciencia del derecho por no corresponder a su naturaleza.
Destacan que los juicios de valor que, en tal supuesto, se expresa­
ran por ser metajurídicos, escaparían al objeto de la ciencia nor­
mativa... Ello a despecho de la afirmación de que tanto el derecho
privado como el público son también “derechos políticos”, en la
medida en que permiten participar en la formación de la voluntad
del Estado, es decir, intervenir en el dominio de la política21.
b) E l derecho constitucional e n particular . El derecho cons­
titucional se ocupa de la organización y funcionamiento de los ór­
ganos del Estado. Tiene un área normativa formal con supremacía
jurídica y otra con normatividad ordinaria. Posee, asimismo, un
sector normativo “informal”. Como a las otras ramas del derecho,
además de su dimensión normativa se le reconoce una axiológica,
que se relaciona con los valores esenciales que garantizan su es-
píritu21.
Consecuentemente, todas las instituciones jurídicas de un país
hunden sus raíces, en último término, en la norma constitucional
que Ies imprime carácter. La Constitución y, en general, el dere­
cho público son la expresión más típica del modelo político de una
sociedad, por varias razones: 1) en primer lugar, porque en sus dis­
posiciones se inscribe lo relativo a la organización política y a las
instituciones que ejercen el poder en cada una de sus áreas, y 2)
porque establece las bases doctrinarias a las que debe ajustarse la
concreta acción de los órganos de gobierno. En la medida en que
el ejercicio de la autoridad por el órgano político no se ajuste a
las normas básicas definidas por la carta fundamental, el acto re­
sultará descalificable a los ojos del derecho.

25 K elSE N , Teoría pura del derecho, p. 184 y sig uientes.


22 SAG2ÉS, Recurso extraordinario, !. 1, p. 5.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 69
Por ello, todo análisis de tipo constitucional no será más que
un análisis político fundado en el derecho positivo que le sirve de
sustento. El derecho constitucional, si bien está circunscripto a
las reglas jurídicas relativas a las instituciones fundamentales de la
sociedad, por la importancia cualitativa que se le reconoce informa
toda consideración de orden jurídico relativa al sistema23.
En consecuencia, pues, siempre que el investigador avance en
su idea directriz hacia la órbita de los fundamentos de una insti­
tución, consciente o inconscientemente, estará realizando un acto
de valoración política en el sentido más amplio del término.
Para los positivistas de la Escuela de Viena, todo el orden ju ­
rídico se basa en las normas positivas de la Constitución, o norma
fundamental, que juega el papel de “hipótesis básica” en tanto se
aparte del supuesto de su validez, lo que está dado básicamente
por su eficacia. Pero el contenido real de esta norma fundamen­
tal, por su naturaleza, escapa a toda consideración jurídica, razón
por la cual la validez que la ciencia jurídica pueda atribuir al de­
recho, no es absoluta, sino relativa24.
§ 39. D e r e c h o y r e a l id a d p o l ít ic a . - Cuando un jurista
pretenda analizar políticamente una cuestión, ¿sólo podrá hacerlo
confrontando su análisis con la doctrina constitucional, o con la
presunta voluntad del legislador, o espíritu de la ley plasmado en
la norma positiva? No.
El derecho, en principio, se realiza a partir y en función de
un determinado sistema normativo cerrado, establecido con una fi­
nalidad, inmediata o mediata, vinculada a un proyecto político que
ha hecho suyo la autoridad. La ciencia política, en cambio, no
está ligada necesariamente a los sistemas normativos y sus cam­
bios dentro o fuera de las instituciones. Esta diferente óptica no
impide que el jurista adopte una idea directriz política sin que por
ello se desnaturalice la esencia ju ^ ic a de la obra.
En las sociedades altamente estructuradas, la vida política real
y la jurídicam ente institucionalizada tienden a coincidir. Ello,

23 Puede profundizarse el tema en obras tales como B id a r t C am pos, Dere­


cho constitucional del poder; S p o ta , L o político, lo jurídico, el derecho y el poder
constituyente; SAGÜÉS, Mundo jurídico y mundo político; y H a ro , Las cuestiones
políticas: ¿prudencia o evasión judicial?, LL, 1991-D -1Q 50.
24 K e l s e n , Teoría pura del derecho, p. 139 y siguientes.
70 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

naturalmente, no implica ignorar las tensiones propias de la socie­


dad ni los conflictos que existen en su seno y que son el principal
motor del cambio social que se expresa en el orden normativo. Lo
que afirmamos es que en esas sociedades no se cuestiona la legi­
timidad de las instituciones fundamentales, por lo que, en princi­
pio, el análisis “puramente político” tendrá un carácter reformista.
Las consideraciones fundamentalmente jurídicas, es decir, “intra-
sistémicas”, prevalecerán sobre las estrictamente ideológicas o po­
líticas, en tanto se admite tácitamente la estabilidad de las bases
constitucionales de las instituciones de derecho.
En cambio, cuando debido a circunstancias de naturaleza po­
lítica, de carácter interno o externo -tanto más si hay un contexto
tumultuoso-, se cuestiona la legitimidad misma de las institucio­
nes fundamentales, o al menos de alguna de ellas, el elemento po­
lítico-ideológico (“extra sistèmico”) prevalecerá sobre los aspectos
puramente jurídicos, los que por corresponder a instituciones de
legitimidad cuestionada pasan a tener un interés secundario o pu­
ramente histórico.
Tal sería el caso en los países que conformaban la ex Unión
Soviética, durante la transición, cuando se discutía, por ejemplo,
el alcance del derecho de propiedad desde una nueva óptica, propia
de los países capitalistas. La normativa histórica cedía en el aná­
lisis jurídico a una nueva realidad política que imponía acelerada­
mente instituciones de derecho sin mayor tradición. Idéntica
situación podríam os advertir en ciertos países, en donde grupos
fundamentalistas musulmanes reclaman el restablecimiento integral
de la ley coránica. En esas circunstancias, el análisis político des­
plazaría al puramente jurídico cada vez que se trate de estudiar
una institución de derecho, cuestionada en sus propios fundamentos.
En estos casos, justamente, la ciencia política se revela como
un instrumento eficaz para hacer inteligible la realidad que des­
borda el derecho positivo, hasta tanto el nuevo orden en gestación
se plasme en normas más adecuadas a las exigencias de la situa­
ción23.
Pero, sin tratarse de situaciones límite de carácter revolucio­
nario, en las que un sistema está siendo reemplazado por otro de
distinto signo, el análisis jurídico puede avanzar en una dirección
política.
25 B u rd e a u , Método de la ciencia política, p. 139.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 71
§ 40. O bjetividad y subjetividad e n e l análisis político .
Señalamos ya que el derecho es siempre un instrumento político,
objeto que puede ser abordado con mayor o menor intensidad por
el jurista en su investigación, sin desmerecer su condición científica.
Considera K elsen que las opiniones de los hombres divergen
en cuanto a los valores que han de considerarse evidentes, razón
por la cual estos juicios en ningún caso tendrían carácter objetivo,
ya que se fundarían en una “norma supuesta” de imposible verifi­
cación. Por ello, todo lo relacionado con el orden político, y más
precisamente con las ideologías, se configuraría como un terreno
vedado al jurista. Es justamente esa “tendencia antiideológica” la
que haría de la teoría pura una verdadera ciencia del derecho26.
Empero, desde nuestro punto de vista, podría compadecerse
con un análisis jurídico de carácter científico siempre y cuando
reúna determinados requisitos.
Sabemos que la objetividad, es una de las características más
preciadas del conocimiento científico, que brilla con destellos pro­
pios en el campo de las ciencias experimentales, donde la mayoría
de las afirmaciones pueden ser comprobadas.
Lo contrario es la subjetividad, desvalor científico que se re­
fleja en las ideas que nacen del prejuicio, las meras impresiones,
los sentimientos, los intereses, las costumbres, etc., que por muy
respetables que sean no resultan sustento de afirmaciones que pue­
dan ser verificadas. Su descalificación es, por consiguiente, ab­
soluta en el terreno de las ciencias fácticas.
En el campo de las ciencias humanas en general, y sociales
en particular, el observador, el científico, es a su vez parte del
objeto investigado. Es decir, el investigador se aproxima al cono­
cimiento con una carga concreta de elementos propios de los
cuales resulta difícil desprenderse. Por ello es que en este domi­
nio del conocimiento, y más precisamente en el campo político, la
condición de objetividad es sólo una aspiración de muy relativo
alcance27.
No se trata tampoco de consagrar el más puro subjetivismo
cada vez que se realice un examen político; en tal caso, el trabajo
dejaría de ser científico para pasar a engrosar la literatura partida­
26 K e ls e n , Teoría pura del derecho , p. 55 y siguientes,
27 MANGANARO R o z a s , Pasos para una tesis doctoral, p. 17.
72 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

ria. Ello implica decir que el jurista puesto en analista político


debe extremar el cuidado para adoptar una actitud científica, de­
jando de lado la muy respetable de militante. Para ello, el inves­
tigador no intentará seducir, sino convencer con la racionalidad de
sus argumentos, que en lo posible deben desligarse de sus apeten­
cias. No se trata de ocultar o disimular los puntos de vista adqui­
ridos y que podrían resultar fundamentales en la configuración de
la idea directriz. Antes bien, cuando el trabajo se haga desde un
punto de vista notoriamente posicionado, debe manifestarse con cla­
ridad, como una forma de honestidad intelectual y como la mejor
garantía de controlar las influencias irracionales que podría conte­
ner la postura.
Para tener valor científico, este análisis “comprometido” con
una ideología no debe limitarse a exponer, quizás hasta aburrir, la
propia posición, sino que debe desarrollarse en un debate con las
adversas expuestas con lealtad y la mayor honestidad, de manera
que el lector, aun aquel que no comparte el punto de vista del
estudioso, pueda hallar una explicación racional al análisis for­
mulado.
En este orden de ideas conviene subrayar que el análisis no
debe tener por sobreentendido ningún valor originado en precon-
ceptos. Los imprescindibles juicios que necesariamente acompa­
ñarán el análisis deben encontrarse siempre adecuadamente funda­
dos en razones claramente expuestas: no podría descalificarse sin
más una posición porque “es colectivizante”, o “contraria a los in­
tereses del pueblo”, o porque “contradice los mandatos de la fe”,
o porque “representa una im posición del im perialism o” , o cual­
quier otra frase hecha sin que el autor se ocupe de clarificar los
aspectos negativos o positivos de su posición, por más obvio que
el hecho resulte para sus conmilitones.
Una última recomendación, válida para aquellos cuya idea di­
rectriz tenga una clara impronta política: con la mayor seriedad se
debe profundizar el método de conocimiento y las técnicas de in­
vestigación de la ciencia política, sin lo cual, en definitiva, sólo se
hará un trabajo de aficionados, en este apasionante campo del co­
nocimiento humano28.
28 R eco m end am os vivam ente o b ras tales c o m o la de B u r d e a u , Método de
la ciencia política, a nuestro ju ic io fu n d am en tal p a ra aquellos queq u ie ra n p ro ­
fun dizar estud ios po líticos.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 73

D) E l proyecto de investigación
§ 41. M arco institucional . - Cuando el trabajo de inves­
tigación se realiza en el marco de una institución científica o uni­
versitaria, o se solicitan becas o financiación, por lo común el es­
tudioso debe tramitar previamente su aprobación, para lo cual debe
presentar un documento en el que se precisen los principales as­
pectos del estudio.
Es el caso de ciertas tesis doctorales, con o sin asignación de
becas, en que el postulante debe someterse a los requisitos de la res­
pectiva reglamentación universitaria que puede prever la presentación
de tal documento, avalado por un docente de la casa, que se com­
promete a actuar como “director”, “padrino” o “tutor” del aspirante.
Una situación similar puede presentarse cuando el estudioso
pretende comprometer a un editor en la publicación de una obra
que proyecta, lo que debe ser evaluado con los elementos que el
autor presente, y que una vez aceptado tendrá para las partes ca­
rácter contractual (ver § 163 y 164).
§ 42. A ctividades in iciales. - El proyecto de investigación
es un documento de trabajo que precede a la acción investigativa
propiamente dicha y en el que se esbozan, a trazos muy gruesos,
sus bases.
Por lo general, tal acción se realiza una vez terminados los
trabajos preparatorios de la investigación preliminar, o sea, cuan­
do el autor tiene definidos los grandes lineamientos del proyecto
y sus bases de sustentación. Con ello, el postulante podrá tomar
contacto con el docente que dirigirá la tarea, si no lo ha hecho
ya con anterioridad. Esta primera entrevista resultará de particu­
lar importancia, pues de ella saldrá el “proyecto” de investigación
que el postulante deberá elevar a las autoridades universitarias, o
a la entidad que lo financiará mediante una beca u o^ra forma de
ayuda económica.
Si la fase prospectiva (elección del tema, su delimitación, tí­
tulo del estudio, determinación de la idea directriz, principales hi­
pótesis de trabajo y plan de investigación) se ha desarrollado con
la colaboración del director de tesis o tutor, muy posiblemente
de la entrevista no saldrán grandes cambios. Por el contrario, si
los primeros pasos han sido encarados en soledad, deberá infor­
marle sobre lo realizado a fin de que lo oriente sobre la mejor
74 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

forma de proseguir con eficacia. Para ello deberá exponerle con


claridad los problemas y dudas que se presenten, tomando debida
nota de sus críticas y sugerencias.
A esta entrevista es conveniente que el estudioso se presente
con un documento escrito en que se esbozarán los principales as­
pectos del proyecto y al que denominaremos anteproyecto de in­
vestigación, y que tiene por destinatario el futuro director de la
tesis y por finalidad facilitarle la tarea de evaluación de lo reali­
zado hasta ese momento. Con dicho documento podrá afinar sus
consejos y orientar con mayor precisión al estudioso.
Este primer esbozo o anteproyecto de investigación constará
de unas pocas páginas en las que se precisarán, en algunas líneas,
las características del trabajo a realizar.
Con los consejos que le suministre el docente, el postulante
podrá elaborar su proyecto de investigación, que elevará a la con­
sideración de las autoridades universitarias o financistas.
§ 43. E lab o ració n d e l p ro y ecto . —Clausurados los traba­
jos preparatorios, incluido el esbozo o plan de investigación, bajo
la dirección del tutor de la tesis, o sin otra ayuda que sus propias
fuerzas, el investigador estará en condiciones de someter a la au­
toridad de la institución patrocinante, financiera o simplemente al
editor de la obra, el proyecto de investigación completo.
Es obvio que el “proyecto” no es más que un informe sujeto
a confirmación y no representa sino una hipótesis de trabajo glo­
bal a la cual piensa ajustarse el postulante. No lo obliga a some­
terse estrictamente a sus términos, ya que se trata de un instrumen­
to, pero lo constriñe a cumplir en lo sustancial con lo propuesto.
Así, por ejemplo, el estudioso podrá variar un tanto el contenido
de la investigación que identificó bajo un determinado título, o su
metodología, pero no podría, sin una aprobación explícita, modi­
ficar sustancialmente el diseño del estudio.
El documento a presentar, en principio, resultará coincidente
con el “anteproyecto” oportunamente considerado por el director
de tesis, si lo hubiere. Empero, el informe preliminar deberá ser
precisado y ampliado de manera tal que quienes tengan que eva­
luarlo dispongan de una idea clara sobre los alcances, tipo, forma,
métodos, volumen y costo de la investigación29.
29 S a b in o , Cómo hacer una tesis, p. 97 y sig u ien te s.
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 75
En ese orden de cosas, a los puntos preliminares deberán agre­
garse algunos rubros de particular importancia, como el cronograma
tentativo que permitirá evaluar el tiempo que insumirá la tarea y,
en su caso, un presupuesto de los recursos económicos que requiere.
En el cronograma se deberá ser tan preciso como lo permita
esta etapa, debiendo indicarse los tiempos que considera necesa­
rios para el cumplimiento de las distintas fases de trabajo, consi­
derando la dedicación que asignará a la tarea.
Así, por ejemplo, si el investigador dispone de una beca con de­
dicación full-tim e para investigar sobre “formas atípicas de contra­
tación laboral en la Argentina”, con un estudio de campo comple­
mentario consistente en encuestas a empleadores y sindicalistas de
“sectores críticos” (industria de la construcción, vestido, calzado,
servicios eventuales, maestranza, etc.), podría presentarse un cro­
nograma del siguiente tipo:
Cronograma tentativo
1 2 10 11 12 13 14 15 16 17 18
Investigación 45 días
bibliográfica
Marco teórico: 15 días
esbozo preliminar
Plan de investigación 15 días
Trabajo sobre
fuentes 165 días
Entrevistas 60 días
Plan de exposición 15 días
Clasificación del 30 días
material
Redacción primera 120 días
versión
Correcciones 45 días

Complementos 15 días
Verificación del 21 días
original
Presentación del 7 días
trabajo
76 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Si el estudioso requiriera ayuda económica, deberá especificar


de manera muy detallada los recursos que solicita, sean éstos hu­
manos o de equipamiento. Así, por ejemplo, si hubiera trabajos
de campo y se necesitara del auxilio de encuestadores, debería in­
dicarse el número de personas, su forma de reclutam iento, tiem ­
po de trabajo y costo. De idéntica manera, si se requiriera de
equipamiento informático, deberá señalar las instalaciones que
proyecta utilizar, así como también si solicitara libros, revistas o
viajes y el costo estimado de cada rubro. Con ello el estudioso
deberá confeccionar un presupuesto general con las fechas proba­
bles en que las distintas sumas se irán necesitando.
En resumen, el proyecto de investigación, en principio, debe­
ría contar con los siguientes elementos:
a) Un breve informe relacionado con el objeto de la investi­
gación, precisando el interés del tema y sus aplicaciones en el cam­
po del derecho.
b) Las razones que han llevado al postulante a realizar la in­
vestigación que proyecta.
c) Delimitación del tema, explicando en su caso las razones
que lo han llevado a excluir o incluir determinada cuestión.
d) Explicación de la idea directriz o marco teórico.
e) Las principales hipótesis de trabajo a considerar y esbozo
del plan de investigación.
/ ) M etodología a desarrollar, indicando en especial si se
realizarán trabajos de campo u otros estudios complementarios al
puro análisis en textos y documentos.
g) Bibliografía y documentos relevados hasta el momento y
principales fuentes del conocimiento a las que se prevé acceder,
su localización y medios a utilizar para ello.
h) Ámbito físico, instalaciones y equipos a los que tendrá ac­
ceso el investigador.
i) Recursos económicos necesarios y presupuesto de gastos,
indicando en su caso la financiación que requiere.
j) Cronograma tentativo.
Parece innecesario reiterar que el proyecto que se presenta pa­
ra su evaluación y aprobación, con o sin finalidad financiera, tiene
por objeto su efectiva ejecución. Es por ello que el estudioso de­
be plantearse con seriedad la viabilidad de lo que postula, tanto en
lo que se refiere a la coherencia interna del proyecto en tanto obra
TRABAJOS PREPARATORIOS: LA PROSPECCIÓN 77
intelectual como a las posibilidades concretas de ejecución prácti­
ca. Así, por ejemplo, si el “investigador” no puede dedicar a su
trabajo sino unas pocas horas por semana, el cronograma deberá
ser confeccionado teniendo en cuenta la real utilización del tiempo
disponible, lo que necesariamente alargará su tarea. Consecuen­
temente, resultaría utópico el diseño en tanto asignara a una etapa
“larga”, como la de relevamiento de la documentación, unos pocos
meses.
El plan de investigación es, en esencia, una reseña de conte­
nidos hipotéticos de las actividades proyectadas con su distribu­
ción en el tiempo, indicando las ya cumplidas durante la investi­
gación preliminar y las que se ejecutarán sucesivamente hasta su
coronamiento con la entrega de la obra terminada al destinatario
natural.
§ 44. I n fo r m e s p a r c ia l e s . - Cuando se requiere un proyec­
to de investigación previo, por lo común el estudioso deberá ir pre­
sentando informes parciales de estado, que en lo sustancial darán
a conocer la marcha del proceso con especial referencia al crono­
grama propuesto30.
En cada uno de estos informes, el investigador pondrá de ma­
nifiesto la manera como va cumpliendo el plan, puntualizando las
dificultades que ha ido encontrando y la forma en que las ha su­
perado. En particular, cuando finaliza una fase de la investiga­
ción, hará un balance de resultado indicando la importancia de la
tarea cumplida en relación a la integridad del proyecto y los obje­
tivos alcanzados.
Al dar por terminada la investigación deberá hacer un informe
final poniendo en relieve las características de la obra realizada,
el plan a que se ajustó el trabajo, la importancia cuantitativa, bi­
bliografía utilizada, etc., aun cuando no se hubiere materializado
la entrega del original a la autoridad correspondiente.

30 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 218.


C a pítu lo IV
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN

§ 45. E l m o d e l o t e ó r ic o . - La investigación científica se


define más por el método que se adopta para alcanzar el cono­
cimiento que por la exactitud de sus resultados. La realización
de tal propósito implica, consecuentemente, la adopción de deter­
minadas herramientas racionales. El primer instrumento de que
se valdrá el investigador, y sin el cual virtualmente no podrá reali­
zar su trabajo, es una adecuada planificación.
En esta etapa, no se trata de determinar el objeto de la inves­
tigación (“el qué”), materia que ha sido resuelta en la fase pros­
pectiva, sino de establecer los procedim ientos para alcanzar el
objetivo propuesto (“el cómo”).
Para ello, se requiere necesariamente de un diseño previo al
acto de conocer propiamente dicho, lo que se traducirá en una pla­
nificación formal que proporcione el modelo teórico que permita
al estudioso verificar sus hipótesis en relación a un determinado
problema de derecho y postular posibles soluciones.
La planificación de una obra científica en general, y jurídica
en particular, consiste en la organización de las partes antes de su
composición, es decir, establecer la estructura de los distintos as­
pectos que integran un tema de acuerdo a los propósitos que se per­
siguen1. El plan, en consecuencia, es una elaboración racional
previa a la tarea cognoscitiva propiamente dicha y al cual deberá
ajustarse, primero, la acción erudita y, luego, la exposición de los
resultados del estudio. Esta-estructura es la expresión de la orga­
nización mental del autor, que se halla estrechamente ligada a la
1 G ir a ld o Á n g e l, Metodología y técnica de la investigación jurídica, p. 235.
80 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

intención perseguida; debe conformarse estrictam ente al mensa­


je intelectual que quiere comunicar.
Cada investigación tiene sus propios requerimientos, y cada
óptica, una forma particular de desarrollarlos, de manera que po­
demos afirmar que no existen dos planes idénticos para tratar el
mismo tema.
Por esa razón insistimos en la importancia que para la deter­
minación del plan tiene el punto de vista con que el autor encara
la investigación y al cual debe ajustar el método científico adop­
tado. Ello dependerá en buena medida de la concepción filosófica
que el autor tenga sobre el derecho y sus métodos de conocimiento:
objeto cultural, regulación de la conducta humana, producto socio­
lógico, hecho histórico, objeto ideal, conjunto de normas autorita­
rias, principio natural, etc.2, pero también de los propósitos inme­
diatos que persiga el estudioso (ver § 35).
En ese orden de ideas, en principio, sólo podrían ser objeto
de investigación jurídica los temas que pueden ser íntegramente
resueltos dentro del marco de la disciplina. Empero, como el
derecho -m ás allá de la concepción particular que se tenga sobre
él- está estrechamente interrelacionado con las demás ciencias so­
ciales, machos trabajos jurídicos deberían echar mano a elemen­
tos heterónomos con la consiguiente adaptación de su metodología.
Consecuentemente, la investigación puede planificarse de dis­
tintas formas y con estructuras obviamente diferentes, sin que pue­
da decirse a priori que una resulta mejor que otra3.
Podemos reconocer dos momentos principales en esta fase de
planificación: el primero, que tiene por finalidad diseñar el plan
de investigación, destinado al propio estudioso para la verifica­
ción de las principales hipótesis de trabajo que conformarán las
grandes líneas del proceso. Este plan de investigación puede -y
generalmente debe- modificarse en función del descarte o confir­
2 Recomendamos la lectura de las siguientes obras: B i e l s a , Metodología
jurídica; C a s t e l l s , Metodología y epistemología de las ciencias sociales; A L-
c h o u r r ó n - B u l y g in , Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y
sociales', Á l y a r e z G áR D IO L, Introducción a una teoría general del derecho; Mou-
CHET - Z o r r a q u Í N B e c Ú , Introducción al derecho; Ross, Sobre el derecho y la
justicia; S i e r r a B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología;
S a m a ja , Epistemología y metodología.
3 B a s c u ñ á n V a l d É s , Manual de técnica de la investigación jurídico-so-
cial, p. 127 y siguientes.
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 81

mación que se haga de las hipótesis consideradas y de las nuevas


ideas que vayan surgiendo durante la reflexión dando origen al plan
de exposición.
El segundo, orientado a establecer el plan de exposición , so­
bre la base del anterior, tiene por finalidad dar a conocer al desti­
natario de la obra las reflexiones, resultados y conclusiones del
proceso. Ambos planes pueden tener una conformación parecida
y aun resultar idénticos, no obstante lo cual la finalidad de ambas
estructuras es diferente en tanto la primera supone que aún está
por hacerse la investigación, de allí su esencial provisoriedad,
mientras que la segunda -aunque no sea del todo cierto- supone
que el autor tiene criterio formado sobre lo que va a exponer, de
allí su esencial vocación de permanencia.
Este importantísimo elemento debe responder a principios racio­
nales que se van a reflejar en el modo como desarrolle el autor cada
una de las cuestiones que estudie. Esto se visualizará en la estruc­
tura ramificada con las divisiones y subdivisiones de distinto rango
que se le asignen en el plan de exposición que lucirá la obra termi­
nada. Ello le da unidad, evitando toda forma de dispersión, y es una
razón, entre tantas otras, por la que un trabajo hecho por una plura­
lidad de autores resulta más difícil que otro de factura individual.

A) P l a n d e in v e s t ig a c ió n

§ 46. D esa rro llo s e c u e n c ia l . - Así como nadie emprende


un viaje sin saber adonde quiere ir, aunque luego modifique el iti­
nerario, tampoco resulta posible encarar una investigación sin la
elaboración previa de un plan de trabajo.
El plan de investigación se asemeja al itinerario que con ca­
rácter tentativo se traza un explorador que se interna en tierra, des­
conocida de la que sólo tiene algunas referencias que lo orientan.
Sobre la base de tales datos muy generales, el investigador estable­
cerá su estrategia científica, que se traducirá en una secuencia de
acciones con coherencia lógica que irá desarrollando mediante el
estudio de las fuentes del conocimiento, a las que sumará sus pro­
pias reflexiones con la finalidad de obtener conclusiones válidas.
Este plan se irá elaborando paulatinamente según un proceso
metódico, a partir de las pocas líneas del bosquejo preliminar, con
lo cual el jurista marcará los límites hipotéticos de la investigación
y su desarrollo fundamental.
6. Herrera, M etodología.
82 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Esta estructura unitaria resulta indispensable para al estudio­


so, porque sin cesar señala como un mapa el lugar donde se en­
cuentra y adonde se dirige. Retroalimentada por la idea directriz,
le indica qué debe hacer en cada momento, subrayando lo esencial
y descartando lo superfluo o simplemente intrascendente.
Cualquiera que sea la importancia relativa de la obra en pre­
paración (una simple monografía o un tratado de varios tomos),
debe responder por igual a un patrón racional que permita discernir
la secuencia del proceso y el contenido del desarrollo argumental.
Por ello, la investigación debe planificarse adecuadamente
desde el primer instante, lo que no implica decir que el plan debe
hallarse íntegramente elaborado antes de acumular el material eru­
dito. Sólo como una licencia didáctica podemos afirmar que la
preparación del plan es “previa” al trabajo sobre las fuentes del
conocimiento, cuando sabemos que su desarrollo se va haciendo
en forma paulatina a partir del bosquejo preliminar que conforma
la primera versión del plan de investigación, hasta su finalización
ajustado al plan de exposición, oportunidad en que se alcanza, por
sucesivos retoques, la configuración definitiva de la obra.
§ 47. B o sq u e jo p r e l im in a r . - Como hemos señalado, el plan
no puede elaborarse de manera completa antes de encarar el tra­
bajo; sin embargo, tampoco podrá iniciarse la investigación sin un
plan suficientemente explícito que precise, al menos, los grandes
temas a profundizar. En esta etapa liminar, en consecuencia, la
exigencia será relativa al establecimiento de un plan de investiga­
ción muy elemental o bosquejo preliminar.
En este bosquejo, que contendrá pocas líneas, estarán especi­
ficados los grandes temas que, como otras tantas hipótesis de tra­
bajo, deben ser objeto de investigación futura. Será el resultado
del estudio prospectivo realizado en obras generales y documen­
tación de fácil acceso que han permitido al autor tener una idea
suficientemente amplia del tema que investigará en profundidad.
No deben temerse posibles errores, ni el hecho de tener la seguri­
dad de que ese plan de pocas líneas será modificado en el curso
de la investigación hasta transformarse en plan de exposición (ver
§ 33 a 36).
Al terminar la fase prospectiva, el autor deberá tener escrita
su primera página, en la que lucirán pocas palabras de extraordi­
naria importancia: a) el título y, eventualmente, el subtítulo del es­
tudio, y b) los “grandes temas”, que hipotéticamente ocuparán los
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 83
principales capítulos o partes del trabajo. Cuatro o cinco líneas
fundamentales que se desarrollarán luego en varias decenas o cen­
tenas de páginas. Sobre la base de estos elementos, el autor ela­
borará el plan de investigación que consistirá en la organización
temática de los asuntos a profundizar en la etapa erudita.
Un ejemplo: un trabajo sobre “conflictos laborales” podría es­
tructurarse en esta instancia con los siguientes temas que resulta­
rían de otras tantas hipótesis de trabajo: a) concepto, naturaleza y
clasificación de los conflictos; b) procedimientos de solución, y c)
medios de acción directa de las partes y la conclusión, donde el
autor explicitará su tesis, la que podría ser la conveniencia de ex­
tender la competencia judicial para la solución de los conflictos
de intereses, o exactamente lo contrario, en tanto considera que el
desarrollo del conflicto colectivo de intereses es un motor privile­
giado del cambio social y del ejercicio activo de la libertad.
Otro ejemplo: un estudio sobre “los sistemas de control de
constitucionalidad” podría considerar las siguientes “grandes hipó­
tesis”, que se configurarán luego como otras tantas partes de la
obra: a) presupuestos jurídicos para la existencia del control de
constitucionalidad; b) clasificación de los sistemas en derecho
comparado; c) el sistema argentino, punto que podría subdividirse
en: 1) control judicial, y 2) control político, y d) la conclusión, en
la que el autor efectuaría una evaluación crítica de los distintos
sistemas, con especial referencia al argentino, postulando, por ejem­
plo, como un medio para hacer efectivo el control por el poder judi­
cial, la declaración ex officio de la descalificación o el establecimien­
to de una acción de inconstitucionalidad ante un tribunal ad hoc.
Lo importante en este estadio del desarrollo es que el autor haya
podido discernir, con la mayor precisión posible, los “grandes capí­
tulos”, cuya profundización empezará a realizar en la próxima etapa.
Para elaborar esta primerísima estructura, el estudioso puede
inspirarse en la forma en que su tema —u otros sim ilares- ha sido
abordado por otros juristas. Es obvio que no se trata de establecer
un plan idéntico, pero el estudio crítico de estas primeras lecturas
generales resultarán de inestimable ayuda al investigador novel.
No se trata de copiar un plan de investigación, lo que por lo de­
más no serviría de gran cosa, sino de resolver cuestiones metodo­
lógicas desde una óptica similar, siempre que las ideas directrices
resultan también similares. El propio investigador, al colocarse
como lector, advertirá errores que a su vez debe tratar de evitar.
84 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

En pocas palabras, este primer plan de investigación servirá


de “hoja de ruta” de la gran aventura de exploración jurídica que
se avecina: ¡buen viaje!
§ 48. E volución progresiva . —Señalamos ya que el plan de
investigación se va elaborando a medida que el trabajo avanza a par­
tir de las hipótesis establecidas durante la “investigación preliminar”.
Cuando el investigador comienza a relevar en su exterioridad
el material de estudio y a clasificarlo según un determinado orden,
se hallará con que ciertos temas -o aspectos de una de las hipóte­
sis- se destacan con nitidez, de manera que se revelan como puntos
fundamentales a desarrollar. Estos puntos, dotados naturalmente
de suficiente coherencia en relación a cada hipótesis principal, pa­
san, a su vez, a convertirse en nuevas hipótesis subordinadas, que
bien pueden ser cabezas de un nuevo tema de rango inferior.
Así, el plan se va construyendo progresivamente por el desa­
rrollo de cada gran tema, a medida que avanza la investigación
por la profundización específica de cada aspecto en particular, o por
simple subdivisión o transformación de un tema mayor. De esta
manera el plan “crece”, pero no en forma espontánea o caótica,
sino en función de la orientación que el autor le va imprimiendo
de conformidad a su idea directriz. Ello es muy importante, pues de
otra manera, si dejamos “crecer” el plan en forma espontánea, sim­
plemente en función del material que se recoge en un lado y en
otro, resultaría muy fácil deslizarse del objetivo perseguido y lan­
zarse por caminos colaterales hasta abandonarlo.
Estos temas colaterales y aun extraños pueden ser muy inte­
resantes como tema de “otra investigación”, pero su eventual aná­
lisis no debe hacerle perder el rumbo establecido para la investi­
gación que concretamente se ha propuesto realizar y que deberá
conducirlo, paso a paso, a la conclusión que postulará como coro­
namiento de su trabajo. El plan, consecuentemente, se perfilará
progresivamente como fruto de la reflexión a medida que la inves­
tigación avanza y se van determinando con seguridad creciente los
distintos asuntos que se expondrán en la obra.
Esta reflexión podrá llevar al autor a “descubrir” temas sobre
los que no ha encontrado prácticamente material, lo cual no impli­
ca sin más que deban ser abandonados y excluidos de la investi­
gación. Si el tema intuido se justifica conforme al desarrollo del
discurso, el investigador deberá profundizar en la búsqueda para
llenar la laguna, lo que sin duda no está garantizado, pues no es
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 85
posible encontrar lo inexistente. En tal caso, por lo demás muy
frecuente, el investigador deberá llenar con su propia reflexión el
aspecto que no ha sido -aparentemente al m enos-jam ás abordado.
El plan de investigación, por lo tanto, va marcando él rumbo
del trabajo erudito, pero a su vez es profundamente marcado por
el propio material que se recolecta, de manera que podemos decir
que se va produciendo una suerte de simbiosis a la que va dando
forma concreta en distintas versiones, cada vez más perfecciona­
das, del plan en evolución.

B ) P lan d e e x p o s ic ió n

§ 49. C a ra c te riz a c ió n . —El plan de exposición correspon­


derá a la estructura lógica de la obra escrita que se desarrollará
conforme los principios del arte de la disertación. Dicha estruc­
tura, consecuentemente, debe conformarse a la finalidad persegui­
da por el investigador en su discurso destinado a dar a conocer un
punto de vista sobre un tema de derecho sobre el que se formulan
consideraciones críticas. Es decir, el plan de exposición se ela­
bora sobre la estructura del plan de investigación al culminar la
fase erudita. Tanto uno como el otro tienen un carácter provisional
e hipotético al estar sujetos a múltiples modificaciones a medida
que la tarea de reflexión avanza y se concreta en el texto escrito.
La transición de un plan a otro, por lo general, se realiza­
rá gradualmente a medida que el autor da por terminado el estu­
dio de los aspectos principales de un tema y, en consecuencia, puede
avanzar en su inteligencia la estructura de la exposición al confir­
mar cada una de las hipótesis retenidas. De esta forma, al evolu­
cionar progresivamente el plan de investigación se va prefigurando
el plan de exposición hasta su conformación definitiva.
Empero, existirá un “punto de ruptura” formal cuando el in­
vestigador, terminada la etapa erudita y antes de iniciar el trabajo
escrito, proceda a revisar el plan de investigación a fin de ponerlo
a punto para convertir la estructura en plan de exposición. En ese
instante, según haya sido la metodología empleada por el jurista,
el plan podrá sufrir o no grandes transformaciones al modificarse,
su objeto. Esta nueva conformación, que -com o dijim os- puede
ser muy parecida y aun idéntica al plan de investigación, se pre­
sentará en forma de esquemas cada vez más precisos, formulados
en distintos rangos, los que irán apareciendo a medida que la tarea
avanza hacia su construcción definitiva. El plan de exposición de
86 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

una obra jurídica estará conformado, por lo común, por tres partes
de extensión muy desigual y finalidad diferente: a) la introduc­
ción, que servirá de presentación de la obra; b) el cuerpo de la
exposición, en la que se desarrollarán los argumentos, y c) la con­
clusión en la que se resumirá la opinión del autor (ver § 51).
En el cuerpo de la obra se desplegarán los contenidos sustan­
tivos de la investigación mediante un desarrollo secuencial, en el
que cada tema tendrá una identificación adecuada con un título de
un cierto valor relativo, todo lo cual debe ser organizado interna­
mente en un conjunto ramificado dotado de coherencia.
Según sea la extensión del trabajo, el estudio se podrá orga­
nizar con un número mayor o menor de divisiones intersubordina­
das que podría representarse así:

Introducción
' r §1
Sección 1* < §2
§3
§4
§5
Capítulo 1° < Sección 2* < §6
Parte I a < l §7
§8
Sección 3" < §9
k etc. '■ etc.
Capítulo 2o t
Título Cuerpo de la
de la < exposición < Capítulo 3o
obra

Capítulo 4o
Parte 2a < Capítulo 5o
k Capítulo 6o ídem << ídem

Capítulo 7o
Parte 3a Capítulo 8o
V
k Capítulo 9o \ V.
Conclusión
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 87
Sin un plan de exposición afinado, la ejecución de la obra es­
crita deviene una tarea imposible: el deslizamiento hacia temas
colaterales, el escamoteo de las cuestiones más arduas y las repe­
ticiones inconducentes serán su resultado inevitable. Por ello, in­
sistimos sobre la gran importancia de esta cuestión, a menudo des­
cuidada.
Por tal motivo, es prácticamente imposible estructurar una
obra simplemente cortando el texto en pedazos para asignarle tí­
tulos más o menos relacionados con su contenido como si fuera
un collage o un modelo para armar. Por el contrario, la estruc­
tura debe preceder en la inteligencia del autor y en el papel a la
obra escrita, aun cuando ésta se modifique una y otra vez para
adaptarla a los requerimientos del discurso.
Aunque es cierto que el plan se va a reflejar con fidelidad en
el índice de la obra, lo inverso no es exacto. Un plan de trabajo
es mucho más que un índice: debe responder a criterios lógicos
que excluyen considerar como planes de exposición ciertos suma­
rios o índices, elaborados como una simple yuxtaposición de temas
más o menos asociados. El índice de una revista no es un plan
de trabajo en el sentido con que nosotros utilizamos esta expre­
sión por carecer de unidad, aunque todos los artículos se vinculen
con un mismo tema.
Por lo común, buena parte de los trabajos jurídicos, sobre todo
los más importantes, no serán objeto de una lectura integral. En
la mayoría de los casos, el lector buscará una cuestión particular
cuya ubicación en el texto debe responder a criterios lógicos que
la hagan fácilmente discernible. También por ello cada punto de la
disertación debe bastarse a sí mismo, remitiendo al lector a los
lugares de la obra donde se completa el tema tratado.
El plan de exposición, en consecuencia, será el esqueleto so­
bre el cual se construirá la obra escrita. Empero, a diferencia de
los planos del arquitecto -que debe prever todo en el papel antes
de construir en duro-, el plan de exposición de una obra jurídica,
como otras escritas, puede modificarse durante el proceso; de ma­
nera que podemos afirmar que esta tarea se termina poco menos
que al colocar el punto final.
§ 50. P r in c ip io s l ó g ic o s d e la p l a n if ic a c ió n . - Como di­
jimos, la planificación de una obra científica es la organización de
sus partes antes de su composición. Es una racionalización abs­
88 PRÁCTICA METODOLÓGICA BE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

tracta y obviamente hipotética en sus primeras versiones, que debe


responder a principios de lógica formal, lo que le dará unidad y
coherencia argumental al producto terminado.
Con una adecuada planificación se pone en acto el método
científico que es una manera particular de proceder en cualquier
acción cognoscitiva. Resulta, pues, indispensable para ordenar
la actividad según una determinada finalidad. Conforme la propia
etimología de la palabra “método” podemos afirmar que la plani­
ficación es el camino que debe seguirse para alcanzar una meta en
el campo de la ciencia.
La planificación, consecuentemente, es una manera de llevar
a cabo una actividad intelectual ajustada a principios generales y
abstractos de lógica formal y epistemología. Por ello, el plan de­
be excluir cualquier forma de irracionalidad, lo que implica decir
que, aunque siga una pauta preconcebida por el estudioso con un
cierto grado de discrecionalidad, debe responder siempre, y de la
manera más estricta, a un desarrollo lógico perfectamente claro.
Es decir, el plan debe lucir como un producto natural de la inte-
. ligencia aplicada al desarrollo de un determinado discurso vincu­
lado a la cuestión que se explica4.
El plan lucirá a los ojos del lector, una vez terminado, como
una serie de pasos sucesivos perfectamente ordenados en que se
irán desplegando los distintos aspectos de la cuestión tratada. Du­
rante la exposición se presentará al autor como un instrumento de
alta flexibilidad, con el que se irá plasmando un desarrollo con­
creto, entre varios posibles, para alcanzar la meta.
La exposición debe ser cuidadosamente ordenada desde el pri­
mer instante, aun cuando ésta se presente al principio como una
estructura elemental de muy poco desarrollo. Lo esencial es que
permita exponer, con la mayor claridad, los distintos aspectos de
la cuestión, lo que se logrará mediante la organización de los con­
tenidos de cada punto en una secuencia fácilmente comprensible.
Cada tema tiene sus propias exigencias metodológicas, a las
cuales debe adaptarse la estructura de la exposición. Ello implica
decir que no existe un plan modelo, único y general, que podría
ser uniformemente utilizado por todos o por gran parte de los in­
vestigadores en el campo del derecho.
4 SIERRA B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología,
p. 146.
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 89
Empero, todos por igual deben ajustarse a un desarrollo ra­
cional que corresponde a ciertos principios de naturaleza lógica a
los que deberían acomodarse los planes de investigación jurídica.
Algunos autores, como G ir a l d o Á n g e l , definen siete: homo­
geneidad, subordinación, secuencia, autonomía, completud, simbo­
lización y provisionalidad5. Por nuestra parte consideramos, como
norma general, que el plan de exposición de una obra jurídica de­
bería responder a los siguientes principios: d) integralidad; b) pro-
gresividad; c) subordinación, y d) proporcionalidad.
. Lo expresado no importa decir sin más que cualquier trabajo
que no se ajuste a este esquema resultará descalificado: nada de
eso, somos plenamente conscientes de las limitaciones que tienen
tales postulados y nos apresuramos a señalar que ciertas obras no
pueden sino muy difícilmente adaptarse a ellos. Empero, en la
gran mayoría de los casos, el respeto a tales principios contribuirá
a facilitar planes coherentes, lo que se traducirá en un mejor apro­
vechamiento del trabajo del estudioso.
a) I ntegralidad. Según el principio de integralidad, un plan
de trabajo debe cubrir la totalidad de la cuestión que se investiga,
lo que se visualiza en el título asignado a la disertación. Ello im­
plica decir que debe existir una correspondencia absoluta entre la
oferta científica que se formula en el título de la obra, y el conte­
nido real de la disertación que se concreta en el texto escrito (ver
§ 32; 51, b, y 150).
Es decir, la estructura proyectada no debe contener vacíos o
lagunas en el tratamiento de los temas sin razones que, de no re­
sultar evidentes, deben explicitarse. Tampoco debe deslizarse en
el tratamiento en profundidad de temas conexos que desviarían la
atención del lector llevándolo hacia cuestiones ajenas al propósito
del estudio.
El principio se aplica tanto a la obra como unidad dialéctica
mayor como a cada una de las divisiones y subdivisiones inferiores
que la conforman, hasta las de menor rango. En éstas, cada punto
subordinado debe tratarse como una unidad relativa que debe bas­
tarse a sí misma, de modo tal que resulte analizado de manera
completa, sin repetir consideraciones que se formulan en otra par­
te, a la cual puede y debe remitirse sin hesitaciones en caso de ser
necesario (ver § 141). Un plan integral debe evitar reiteraciones
5 G i r a l d o Á n g e l, Metodología y técnica ele la investigación jurídica , p. 239.
90 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

inconducentes; cuando con otros o similares términos, desarrolla


más de una vez una cuestión, revela el desorden de su contenido.
El defecto resulta frecuente siempre que se trata de comparar
dos o más instituciones o sistem as entre sí. Un autor despreve­
nido supondría “lógicamente” que el procedimiento impone el aná­
lisis sucesivo de cada una de las instituciones o sistemas estudia­
dos, para luego exponer las similitudes y diferencias. Este plan,
sin embargo, es el peor que podríamos concebir, y sería imposible
evitar las repeticiones entre la parte puramente descriptiva y la
propiamente comparativa. Ante un tema de esta naturaleza lo ló­
gico sería, una vez desarrollados los aspectos comunes de las ins­
tituciones estudiadas en los capítulos generales, desarrollar cada
uno de los aspectos objeto de comparación en los capítulos si­
guientes, en los que se irían subrayando las similitudes y las dife­
rencias.
Tomemos como ejemplo un hipotético estudio sobre “las fa­
cultades de los órganos de las sociedades comerciales”: no tendría
mayor sentido analizar en capítulos separados las facultades de las
sociedades colectivas, de responsabilidad limitada, en comandita
por acciones, anónimas, etc., para luego establecer una compara­
ción entre ellas. A nuestro juicio, debería encararse en uno o más
capítulos generales la función del órgano de las sociedades y la
naturaleza de sus facultades como representante de la persona
ideal, para luego analizar en capítulos sucesivos cada aspecto en
particular, tales como la composición del órgano, formas de repre­
sentación, poderes de ley y contractuales, responsabilidad ante los
socios y terceros, naturaleza del vínculo, formas de retribución, et­
cétera. Ello permitiría examinar simultáneamente cada uno de los
aspectos en cada sociedad, al tiempo que permitiría extraer con­
clusiones de validez general.
El principio tiene una particular vinculación con la formula­
ción de los “intitulados” de la obra, y con cada una de sus subdi­
visiones, tema al que remitimos (ver § 51, b).
b) P rogresividad. Según el principio de la progresividad, la
obra científica debe desarrollarse en una secuencia de orden lógico
en virtud del cual se irán concatenando los distintos temas de ma­
nera que conducirán al lector, paso a paso y por etapas sucesivas
en el razonamiento, hasta la conclusión postulada. De esta mane­
ra cada desarrollo introducirá el siguiente hasta llegar a la conclu­
sión final.
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 91
Este orden normalmente resultará de la mayor o menor am­
plitud de las cuestiones que se tratan, de manera que los aspectos
más generales aparezcan en la planificación antes que los particu­
lares. Una obra histórica, por ejemplo, podría desarrollar de ma­
nera progresiva un orden exclusivamente cronológico, como otra
de carácter descriptivo, un orden espacial o topográfico. Empero,
por lo general, en las obras jurídicas el principio de la progresivi-
dad corresponderá a la propia amplitud lógica de cada uno de los
temas tratados.
En principio, podría siempre establecerse una gradación de
mayor a menor en el flujo argumental. No se trata aquí, por lo
menos en términos relativos, de la importancia de cada uno de los
temas, sino de la amplitud del contenido de las consideraciones,
que resulta de su propia naturaleza.
Los temas generales, que se vinculan con los aspectos menos
específicos del problema o instituciones considerados, deberían
preceder en el discurso a los temas menos amplios, en razón de
que estos aspectos genéricos deberían resultar conocidos por el
lector sistemático antes de abordar los aspectos más particulares.
Este esquema “de mayor a menor” es de fundamental importancia,
pues debe aplicarse, mutatis mutandi, tanto al plan general como
al desarrollo particular de cada una de sus partes.
Ello no quiere decir que la secuencia deba ser rectilínea o que
exista “un solo” orden lógico al que deba ajustarse el jurista; nada
de eso. Se trata de que los distintos aspectos considerados res­
pondan a una secuencia racional progresiva que puede ser múlti­
ple. Valga un ejemplo: en un hipotético estudio sobre “delitos
contra la Administración pública”, resultaría indiferente que el
análisis de cada uno de los tipos penales se ajustara a.1 orden con
que han sido tratados por el Código Penal u otro vinculado con la
naturaleza de los bienes jurídicos tutelados, lo que llevaría a con­
siderar las figuras penales en una secuencia distinta.
En función de lo expresado, por lo común en la primera parte
o primeros capítulos se irán desplegando temas amplios, como de­
finiciones, conceptos, naturaleza jurídica, finalidad, eventualmen­
te la noticia histórica, y que pueden exponerse bajo la rúbrica de
“nociones generales”. En las partes o capítulos que le siguen de­
berían tratarse las cuestiones más concretas, tales como sujetos,
elementos, análisis de la normativa positiva, órganos de aplica­
ción, contencioso, con especial referencia a las soluciones aporta­
das por la jurisprudencia en cada circunstancia.
92 PRÁCTECA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

No todos los trabajos estarán dotados de estos análisis. Así,


por ejemplo, según cuál sea la idea directriz, podría resultar fun­
damental un estudio histórico que podrá echar luz sobre una ins­
titución o problema tratado y en otros casos será totalmente super-
fluo. En algunas circunstancias se deberá incursionar en temas
filosóficos, mientras que en otras el marco doctrinario no requiere
precisarse. En ciertas situaciones, sobre todo cuando se postulan
reformas legislativas, el análisis de la normativa extranjera podría
resultar necesario, en tanto será optativo cuando se desarrolla en
una óptica exclusivamente nacional.
La estructura de un plan así concebido debe ir llevando pro­
gresiva y secoencialmente al lector, por medio de cada una de sus
rúbricas, hasta la conclusión postulada. Es claro que tal esquema
sólo podrá terminarse al dar por finalizada la obra, ya que, según
lo dijimos, eí plan de exposición puede y debe modificarse una y
otra vez en busca de un desarrollo más completo y armónico.
c) S ubordinación. El principio de subordinación se vincula
de manera estrecha con los anteriormente analizados principios de
integralidad y progresividad. En virtud de él, los temas de simi­
lar generalidad relativa deben estar tratados al mismo nivel con
una división de rango equivalente. Es decir, los grandes temas
deben ocupar las divisiones mayores como partes o capítulos,
mientras que aquellos de menor amplitud deben ser considerados
como divisiones de rango inferior dependientes del tema mayor de
que forman parte, como secciones, puntos y parágrafos, respetan­
do siempre el principio de la progresividad.
En virtud de ello, un tema particular no podría subordinar un
tema más genérico que lo comprende, sino lo contrario. El tema
genérico o más amplio debe resultar siempre subordinante de los
temas particulares o de menor amplitud que se conforman como
un aspecto del anterior, según la propia secuencia lógica de la di­
sertación. De esta manera, cada uno de los intitulados de mayor
rango irá subordinando a otros temas menores hasta llegar a los de
menor valor relativo.
La estructura debe responder rigurosamente a principios lógi­
cos, de manera que cada punto del plan resulte claramente com­
prendido por el concepto que lo abarca (ver § 51, a). Para compro­
bar prácticamente la corrección del esquema se puede recurrir a
un simple ejercicio dialéctico: cambiar el orden de los titulares con
el propósito de verificar que el título de rango superior efectiva­
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 93
mente comprenda conceptualmente la totalidad de los desarrollados
bajo rúbricas subordinadas, y que el orden en que se han colocado
responde efectivamente a una secuencia progresiva. Reiteramos,
debe existir siempre una perfecta correlación entre los títulos su­
bordinantes y los subordinados, de manera que si alguno no co­
rresponde a los otros, debe ser modificado, ampliando el ámbito
conceptual del título superior, o restringiendo el del inferior. Para
ello debe ponerse especial cuidado en no desarmonizar el equili­
brio de las otras partes.
Toda división debe comportar, por lo menos, dos puntos su­
bordinados, caso contrario no existirá subdivisión, sino el desarro­
llo de un único punto. Tomemos un ejemplo: si en un capítulo X,
un punto hipotéticamente designado con el número 1 debiera ser
dividido, los subpuntos debieran ser por lo menos dos: A y B, más
-eventualm ente- otros designados como C, D, etcétera. Lo que
bajo ningún concepto podría hacerse es tener un punto 1, al que se
subordina sólo un subpunto A y nada más, pasando seguidamente
al siguiente punto identificado como 2. En tales supuestos, cuan­
do un punto por su propia extensión no permite una subdivisión
en por lo menos dos puntos subordinados de menor rango, pura y
simplemente se suprime la subdivisión de rango inferior y el de­
sarrollo se hace en la división superior.
Insistimos: a cada división, según resulte del carácter asignado
por el estudioso (parte, capítulo, sección, subsección, punto, etc.),
debe corresponder un desarrollo de una cierta importancia relativa.
Si los diversos elementos del plan se hallan dispersos en divisiones
de valor desigual, el lector difícilmente podrá seguir el discurso.
d) P roporcionalidad. En virtud del principio de proporcio­
nalidad, el autor deberá concebir su plan de exposición, distribu­
yendo los temas de manera homogénea y armoniosa. En función
de ello el plan deberá lucir como una estructura equilibrada en sus
diversas partes, lo que deberá respetarse a lo largo de la obra sin
que pueda alterarse en lo sustancial su secuencia.
Lina vez determinado el esquema básico de la exposición, el
mismo criterio debe aplicarse a la totalidad del trabajo, al que debe
considerarse una unidad dialéctica. Por ejemplo, si el autor, en
función de las propias necesidades del tema, optó por exponer el
trabajo en tres partes principales, divididas cada una de ellas en
un cierto número de capítulos (identificados con números roma­
nos: I, II, III, etc.), los que a su vez se van a dividir en secciones
w ~ --f

ir

94 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

(identificadas con un número arábigo: 1, 2, 3, etc.), divididas a su


vez en subsecciones (identificadas con letras mayúsculas: A, B, C,
etc.) y en puntos (identificados con una letra minúscula), el esque­
ma debe visualizarse en todo el trabajo.
Lo expresado no importa decir, sin más, que algunas divisio­
nes pueden hallarse en los capítulos más extensos, y ausentes en
los de menor desarrollo. Así, por ejemplo, podría suprimirse la
división correspondiente a subsección, con lo cual la sección co­
rrespondiente se dividiría directamente en puntos. Pero resultaría
totalmente inadmisible que dos capítulos tuvieran dos estructuras
sustancialmente diversas.
Una vez decidida la estructura básica de la obra y su nomen­
clatura, el principio debe aplicarse a rajatabla, sin que pueda alte­
rarse este esquema unitario que le dará coherencia formaL Todas
las partes de una extensión o importancia comparable deben ser
tratadas desde el punto de vista de la planificación de una manera
idéntica.
Es claro que muchas veces las exigencias de ciertos temas re­
quieren que algunas cuestiones de importancia tengan un desarro­
llo cuantitativam ente lim itado en una división de alto rango, de
manera que nos hallaríamos ante el dilema de “diluir” un tema
trascendente junto con otros a los que quedaría asociado o desta­
carlo atribuyéndole una división de rango superior (p.ej., un capí­
tulo), para lo cual no habría demasiado m aterial de exposición.
No se trata, por supuesto, de “alargar” el tema, con el exclusivo
objetivo de llenar las páginas necesarias para justificar un capítulo.
En tal caso, sin duda excepcional, se deberá pura y simplemente
hacer el desarrollo que más se adapte a las necesidades, aun si el
plan se presenta con un cierto y justificado desequilibrio.
En términos generales, y sin que ello implique no reconocer
la existencia de justificadas excepciones, el plan de exposición de­
be aparecer a los ojos del lector como un desarrollo proporcional,
am ónico y equilibrado en el número de divisiones y subdivisiones.
Equilibrio relativo, valga la pena señalarlo una vez más. Un plan
desequilibrado perturba la armonía de la obra y revela una presen­
tación defectuosa, lo que implica, sin más, que el estudioso debe
proceder a su revisión antes de entregarlo al conocimiento del pú­
blico o del tribunal examinador (ver § 150).
i| § 51. La e s t r u c t u r a d e la e x p o s ic ió n . - Como regla gene­
ral, en una disertación jurídica se distinguen tres partes de desa-
I

.1. ___________________
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 95
rrollo y extensión desigual: la “introducción”, el “cuerpo de la obra”
y la “conclusión”. La parte principal de la exposición está con­
formada por la secuencia de estructura variable en que el estudioso
despliega la materia investigada. Este desarrollo debe adaptarse
a los requerimientos de cada tema, y su estructura será tanto más
compleja cuanto más extensa sea la exposición. En este orden de
ideas podemos decir que hay una relación directa entre el aspecto
puramente cuantitativo de la exposición y la complejidad del plan:
no resulta igual la planificación de un tratado de cinco volúmenes
que un artículo de veinte páginas. Las exigencias cuantitativas per­
miten -al tiempo que im ponen- una estructura diferente en uno y
otro caso.
Pero el aspecto puramente cuantitativo no es el único deter­
minante de la complejidad.
Una obra extensa (tratado de derecho comercial o civil) podría
tener una estructura relativamente simple si el autor la dividiera
en tres o cuatro rangos despreciando las demás, al tiempo que un
trabajo relativamente pequeño (monografía) podría utilizar más di­
visiones de distinto rango, aunque en menor cantidad que en una
obra mayor6.
En función de este esquema o plan de exposición, el autor de­
berá organizar la disertación de una manera racional, de comple­
jidad variable.
Las divisiones más usuales son: partes, títulos, capítulos, sec­
ciones, puntos y parágrafos. Éstas no tienen un significado uní­
voco, y con frecuencia distintos autores las emplean con criterio
diferente.
No obstante lo expresado, y como regla de una cierta genera­
lidad, podemos reconocer una primera diferencia entre el conteni­
do de las divisiones mayores como las partes y títulos que por lo
común agrupan varios capítulos, y las menores que corresponden a
subdivisiones de la unidad dialéctica de reconocimiento más gene­
ral, el capítulo, como las secciones, puntos y parágrafos. Obvia
decir que el autor no está obligado a asignarles una denominación,
siendo suficiente con la atribución de una nomenclatura de fácil
reconocimiento.
6 A s ti V e r a , Metodología de la investigación científica, p. 111. Ver los
distintos tip o s de planes que p ro p o n e y los ejem p lo s q u e ex p lícita, seg ún la fin a­
lidad del autor.
96 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Las partes o títulos son divisiones mayores de una obra con


una cierta unidad y de contenido muy amplio. Comprenden, por
lo general, varios capítulos u otras de alto rango. Se utilizan por lo
común en obras de gran extensión con amplia diversidad temáti­
ca, como, por ejemplo, un tratado de derecho civil.
Los capítulos son también divisiones mayores -o de alto ran­
go- en las que se desarrolla una unidad temática. Podemos con­
siderarla como la unidad natural de todo trabajo científico7, y por
lo común representa el primer o segundo rango de la estructura de
un plan de exposición. El capítulo debe contener una unidad dia­
léctica estricta, es decir, debe corresponder al desarrollo completo
de un tema o a su aspecto autónomo.
Debemos advertir sobre el inconveniente de presentar capítu­
los muy extensos que resulten difíciles de asimilar. Por ello, toda
vez que la unidad dialéctica se presente como demasiado extensa,
se deberá intentar dividirla con la finalidad de mantener el equili­
brio general de la obra (ver § 50, d).
Los capítulos deben, a su vez, organizarse con un cierto nú­
mero de divisiones inferiores subordinadas al título de la unidad
(secciones, puntos y parágrafos), que se configurarán como partes
menores de rango inferior y menor extensión, en los que se consi­
derará un aspecto específico del tema mayor tratado. Cada una de
estas divisiones puede tener una organización interna conforme las
propias necesidades de la obra, de modo que el lector pueda seguir
con facilidad el desarrollo del discurso8. Las secciones o subca-
pítulos corresponden a desarrollos menores relativamente homogé­
neos que forman parte del tema mayor tratado en el capítulo. Es­
tos pueden ser objeto de subdivisiones aún menores: puntos o
parágrafos, que corresponden a la menor unidad dialéctica de la
obra: agrupan párrafos dotados de una cierta unidad en que se de­
sarrolla una parte del tema tratado.
a) F orm as de d esarrollar el cuerpo de la o bra . Expr°samos
ya que un mismo tema puede desarrollarse correctamente mediante
secuencias expositivas de estructura sustancialmente diferente, res­
7 S a b in o , Cómo hacer una tesis, p. 40.
8 B a s c u ñ á N V a l d És distingu e, atendien do al criterio de la planificación,
entre los plan es histórico, sistem ático , m ixto y ecléctico, reco nociendo adem ás
num erosos sub tipos de diversa co m p lejid ad (Manual de técnica de la investiga­
ción jurídico-social, p. 210).
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 97
petando los principios estudiados de integralidad, progresividad,
subordinación y proporcionalidad9.
1) Una obra a la que se pretendiera dar una estructura muy
compleja en siete rangos, podría presentarse del siguiente modo:
Introducción
1er rango: Parte (Primera, Segunda, Tercera.,.)
2do rango: Título (Primero, Segundo, Tercero...)
3er rango: Capítulo (I, II, III, IV...)
4t0 rango: Sección o subcapítulo (A,B, C...)
5t0 rango: Punto (1,2 , 3...)
6t0 rango: Parágrafo (§ 1, § 2, § 3...)
7mo rango: Subparágrafo (a, b, c...)
Conclusión
En tal caso, cada uno de los títulos de mayor rango abarcaría
necesariamente todos los inferiores que le están subordinados; el
trabajo estaría dividido en unas pocas partes, dos o tres en trabajos
menores y en algunas más en trabajos mayores, como un tratado
de varios tomos, cada uno de los cuales, a su vez, se “abrirían” en
pocas divisiones subordinadas de alto rango, como los títulos, que
se “abriría” en capítulos en donde se desarrollaría in extenso cada
tema en particular. Estas grandes divisiones sólo se utilizan en
trabajos de gran extensión y muy complejos, pero la misma obra
podría estructurarse de una manera más simple.
Por ejemplo, un tratado de derecho civil podría dividirse en
siete partes: primera, “Parte general”; segunda, “Obligaciones”; ter­
cera, “Contratos”; cuarta, “Actos ilícitos”; quinta, “Derechos reales”;

9 ASTI V e ra , citando a D e n is H u ism a n , d istin g u e cinco tipos básicos de


plan de exposición: a) el dialéctico, que exige la trip artició n del tem a en tesis,
antítesis y sín tesis; b ) el nocional, que consiste en el exam en de los conceptos
que se exponen com o la existencia, naturaleza y valor práctico de una cuestión que
se analiza; c) el progresivo, que c o n siste en la fo rm u la c ió n de u n a sec u e n c ia
de los térm in os esenciales de un tem a; d) el comentario de texto, que se desarrolla
en ex p licacio n es, discusión y valo ració n de un d eterm in ado docum ento, y e) el
comparativo, en función del cual se pro cede a co n fro n tar conceptos sim ilares para
m o strar lo que tienen en com ún y de op uesto ( Metodología de la investigación
científica, p. 111). S a m a ia distingu e, según sea el nivel de respuesta que busca
el investigad or, los siguientes tipos; i ) exploratorios, 2) descriptivos, 3) explicativos,
y 4) expositivos o de sistem atización teórica ( Epistemología y metodología, p. 250J.

7. H errera, M etodología.
98 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

sexta, “Familia”, y séptima, “Sucesiones”. Pero también podría


presentarse, en sólo tres: prim era, “De las personas”; segunda,
“Fuente de las obligaciones”, y tercera, “Derechos reales y perso­
nales”.
2) Veamos otra manera. Tomemos una hipotética investiga­
ción sobre “el recurso extraordinario en el derecho argentino”. Po­
dría desarrollarse en siete capítulos de idéntico rango, subordina­
dos al título de la obra, con la siguiente secuencia progresiva:
Capítulo I: Antecedentes. Evolución histórica
Capítulo II: Finalidad y naturaleza
Capítulo III: Materia del recurso: el acto impugnable
Capítulo IV: Condiciones: gravamen y cuestión federal
Capítulo V: La sentencia arbitraria
Capítulo VI: La gravedad institucional
Capítulo VIL Procedimiento recursivo
En este caso, los tres primeros capítulos se configurarían co­
mo la parte prim era, de carácter general, mientras que los siguien­
tes responderían al desarrollo de la tesis que conduzca a la con­
clusión.
3) La misma obra podría haber sido desarrollada con otra es­
tructura, en la cual tres temas principales subordinan a los demás
de la siguiente manera:
Parte Primera: Nociones generales
Capítulo I: Antecedentes
Capítulo II: Noticia histórica
Capítulo III: Finalidad del recurso
Capítulo IV: Naturaleza
Parte Segunda: La materia del recurso
Capítulo v; La cuestión federal
Capítulo VI: Los actos impugnables
Capítulo VII: La sentencia arbitraria
Capítulo VIII: Otros supuestos de gravedad institucional
Parte Tercera: Aspectos procesales
Capítulo IX: Introducción y mantenimiento de la cuestión
Capítulo X: Interposición formal del recurso
| 8 i8 i IOTFCA
| FAC. DE Dn'nECM
| UMNE
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACION: LA PLANIFICACION
áí 99
! i'nv. 11 - 2 ~b\ s
Capítulo XI: Tratamiento por la Corte
Capítulo XII: Efectos de la interposición y la sel itencja
IG. TOP.3 ^0 .1 ?
No resulta indispensable que todos los trabajos lleve 1 tales o VVE.Ü,
cuales divisiones. En nuestra opinión, una estructura dt masiado
compleja podría dificultar la comprensión, sin mayor ven
el lector. Ello importa decir que si bien la estructura deberá adap­
tarse a las características y necesidades de la obra, siempre se debe
intentar formular un plan de exposición lo más simple posible.
4) Resulta conveniente que los diversos puntos de la estruc­
tura se identifiquen con un número o letra. Por ejemplo, mediante
la asignación de un número romano a los capítulos, uno arábigo a
las secciones, una letra mayúscula a los puntos, y una minúscula
a los parágrafos, pudiendo optarse por otro tipo de nomenclatura,
como la decimal. Según este sistema, se asigna un número ará­
bigo correlativo de una cifra a cada división de rango superior, que
se abre en tantas del grado siguiente como sea necesario, a las
que se asigna un número también correlativo separado del primero
por un punto y así sucesivamente.
Una estructura de cuatro rangos se presentaría así:
Introducción
1er rango: 1 (2, 3, 4 ...), equivalente a capítulo
2<to rango: 1.1 (1.2, 1.3, 1.4 ...), equivalente a sección
3er rango: 1.1.1 (1.1.2., 1.1.3 ...), equivalente a punto
4t0 rango: 1.1.1.1 (1.1.1.2, 1.1.1.3 ...), equivalente a pa­
rágrafo.
Conclusión
En los trabajos de poca extensión, como monografías o artícu­
los, resulta aconsejable ajustarse a estructuras muy simples con di­
visiones de sólo dos rangos: capítulos (I, II, III ó 1, 2, 3) y pará­
grafos (1, 2, 3 ó 1.1, 1.2, 1.3).
La mayor o menor extensión de cada división relativa es una
decisión del propio autor. Empero, y sin que ello implique una me­
dida inamovible, es conveniente asignar a un título de un rango
cualquiera (capítulo, sección, punto) aproximadamente entre una
y tres páginas de texto impreso. Con ello el lector, necesariamen­
te, encontrará con frecuencia un aspecto nuevo del terna des a U ^ cííiic'¿¡'
liado bajo otra rúbrica, facilitando la lectura y la posibilidad:
¡/Sí/
SI SIBLÍOFE
%
100 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

encontrar un tema específico. Consecuentemente, el plan de tra­


bajo una vez terminado lucirá con un número de intitulados de dis­
tinto rango entre el equivalente a un tercio y el total de páginas
impresas. Es decir, un libro de unas cien páginas contendría un
sumario de más o menos treinta y tres a cien titulados diferentes.
Es claro -reiteram os- que este plan completo y definitivo es­
tará terminado sólo al darse fin al trabajo de redacción; precisa­
mente será una de las últimas tareas que debe cumplir el autor an­
tes de entregar su original (ver § 154).
b) E l in t it u l a d o . Señalamos en su momento la importancia
del título de la obra, que debe contener con la mayor precisión el
tema que se desarrollará. En términos generales, y mutatis mu-
tandi, el mismo criterio que se ha tenido para intitular la obra de­
berá aplicarse al asignar un título de cualquier rango.
Los títulos deben ser razonablemente cortos, aun cuando en
los de rango inferior se pueda utilizar con mayor generosidad vo­
cablos aunque siempre en forma restringida. No se trata de coro­
nar capítulos con denominaciones de varios renglones, que serían
verdaderos resúmenes del contenido.
La multiplicación de los intitulados en una obra de volumen
complica la tarea del jurista, tanto más cuanto deben ser unívocos
y no dejar ninguna duda sobre el contenido que anuncian.
Sabemos que la estructura de un plan de exposición, cualquie­
ra que sea su diseño, conforma una “pirámide” en cuyo vértice se
halla el título de la obra, que se va desplegando hacia abajo en
unos pocos títulos generales, a los que se subordinan otros de me­
nor rango, más numerosos, y así sucesivamente hasta los de menor
valor relativo.
El esquema podría representarse así:
R ango de títulos
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 101
Es obvio que los intitulados del plan de exposición deben ser
suficientemente claros al lector como para permitirle captar en esas
pocas palabras el contenido que el autor va a desarrollar en el tex­
to. No se trata, entonces, de presentar fórmulas oscuras o de di­
fícil interpretación; es decir, todos y cada uno de los títulos deben
bastarse a sí mismos, de manera que resulten de comprensión evi­
dente, debiendo desterrarse expresiones complicadas o demasiado
elípticas, cuyo verdadero significado se alcanzaría a comprender
sólo luego de la lectura.
La técnica moderna de los títulos cortos requiere de un es­
fuerzo suplementario a los autores, que deberán expresar en pocos
vocablos un desarrollo de alguna extensión.
La obra científica no es una novela de suspenso, de manera
que a cada instante el autor debe ir anunciando lo que vendrá me­
diante un intitulado adecuado. ¡Qué decepción la del lector que
bajo una rúbrica atractiva no encuentra sino una pequeña muestra
de lo que esperaba!
Pero hay algo más: dentro de lo posible, y según resulte de la
propia exigencia del tema, hay que esforzarse en redactar de ma­
nera similar todos los títulos de un mismo rango, así correspondan
a capítulos o partes diferentes. Éste será un elemento más de la
inequívoca unidad de la obra que debe campear en sus páginas.
El interés de esta cuestión está vinculado con la presentación for­
mal del trabajo, que aparecerá más armonioso ante los ojos del lec­
tor. Así, por ejemplo, si para el intitulado de un capítulo el autor
utiliza pocos vocablos desprovistos de artículos (el, la, los), el mis­
mo criterio debería aplicarse a la totalidad de los capítulos, aun
cuando en las divisiones de menor jerarquía se utilicen expresiones
más extensas.
Cuando un título subordinado depende de otro de mayor rango
que lo comprende, no es necesario indicar que el contenido se re­
laciona con el superior: hecho que resulta obvio en función de su
ubicación. En cambio, cuando el intitulado subordinado no apa­
rece directamente relacionado con el título subordinante, deberá
expresarse con claridad de qué se trata, de manera que no se pro­
duzca confusión.
En este orden de ideas, el autor deberá tener especial cuidado
en no poner dos títulos idénticos cuando ello pueda crear equívo­
cos. Así, si se analizan una serie de instituciones por separado,
podría denominarse sin mayores problemas más de un punto como
102 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

“concepto” o “definición”, siempre que del plan resultara inequí­


voca la relación con las instituciones que se tratan. En cambio,
si en el mismo capítulo se desarrollan dos o más temas, debería
aclararse en el título a cuál o a cuáles de ellos se refiere (“concepto
de guarda”, “definición de tutela”).
c) L a intro d u cció n y la c o n c lu sió n . La mayoría de los tra­
bajos científicos se hallan precedidos de una introducción y cerra­
dos por una conclusión. ¿Qué lugar ocupan tales elementos en el
plan?, ¿qué forma presentan?
La cuestión se vincula más con la redacción de la obra, que
con la estructura del plan. No obstante ello, corresponde formular
aquí algunas advertencias, tendientes a clarificar el concepto de
una y otra parte (ver § 146 y 147).
La “introducción” o “introducción general”, que algunos au­
tores denominan también “proem io”, “prólogo”, “prefacio”, etc., y
con los que no debe confundirse (ver § 157), es un texto muy breve
que precede al cuerpo de la obra escrita, en la que el autor explica
los aspectos más genéricos y la forma en que ha encarado el es­
tudio. Tiene por finalidad situar al lector en el tema en tratamien­
to. Por lo común no tiene divisiones internas, es decir, carece
por completo de estructura, lo que la diferencia sustancialmente
del resto de la obra.
Por ello debe distinguirse la introducción general, que en el
plan va a contar con un solo renglón que ocupará el vocablo, del
o de los capítulos introductorios. Éstos sí ocupan un lugar mayor
en la estructura y a ellos nos hemos referido con anterioridad (ver
§ 50, b).
En consecuencia, si la seudointroducción toma las proporcio­
nes de un capítulo o algo parecido, deja de ser tal y sus conside­
raciones deben incorporarse al cuerpo de exposición bajo un inti­
tulado que corresponda a su importancia.
Con frecuencia observamos obras cuyo primer capítulo se in­
titula “Introducción”. En tales casos aconsejaríamos denominar
el desarrollo como “nociones generales”, “consideraciones preli­
minares” u otras fórmulas equivalentes como para distinguirlo de
la “verdadera introducción”.
En cuanto a la conclusión, al igual que la introducción, sólo
ocupará un renglón en la estructura del plan, por complejo que el
mismo se presente. Su texto es, por lo general, tan breve como
la introducción, y en la misma el autor resumirá en pocas palabras
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 103
el resultado de su investigación. Tampoco tiene divisiones inter­
nas, por lo que no ofrece ningún tipo de dificultad en la estruc­
turación de la obra.
d) A lgunas advertencias complementarias. Hasta aquí hemos
intentado esbozar las principales características que, a nuestro jui­
cio, debe tener la estructura de una obra jurídica. Intentaremos
ahora, en pocas líneas, destacar lo que no debe ser un plan o, si
se quiere, los defectos que más corrientemente hemos advertido en
obras, algunas de importancia, de uso corriente.
En primer lugar el plan, como un traje a medida, debe adap­
tarse a las necesidades del tema en tratamiento. Es decir, el plan
no debe resultar “artificial” y, obviamente, no se puede comprar
“de confección”. Tampoco se puede, por un prurito de perfeccio­
nismo formal, “dibujar” una estructura de armoniosas líneas que
no se adapte a las exigencias concretas para el correcto desarrollo
del tema propuesto. Es decir, sin que ello implique minimizar la
importancia de los aspectos formales, sin duda los requerimientos
sustanciales deben imponer por su propio peso la estructura a que
se ajustará el desarrollo de la disertación.
Una lista de cuestiones o temas no configura un plan si éstos
no están estrechamente ligados por una idea directriz claramente
expuesta y lógicamente desarrollada en un proceso que les confiere
unidad. Por ello, resulta imposible componer un plan a posterio-
ri, recortando más o menos con habilidad un texto redactado sin
un orden racional preconcebido.
Por lo demás, el plan no debe ser puramente descriptivo, es
decir, cualquiera sea su desarrollo o pretensiones, requiere de parte
del jurista una reflexión de carácter crítico. La pura descripción
no podría agotar el análisis jurídico.
En la mayoría de los trabajos en los que se analizan normas
es necesario dedicar largos párrafos para desentrañar los mecanis­
mos de las instituciones estudiadas. Pero ese análisis no puede
agotarse en lo puramente topográfico, en la pintura más o menos
fiel de lo que la norma dice o quiere decir. El análisis debe siem­
pre intentar una profundización reflexiva sobre el funcionamiento
y naturaleza de la institución, de manera que permita pronunciar
un juicio de valor sobre el tema o institución considerados.
Por último, debe prevenirse sobre el peligro de un plan dema­
siado sintético; es decir, en el que las diversas cuestiones que por
su importancia requieran un tratamiento diferenciado se agrupen
1 04 PRÁCTiCA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

más o menos forzadamente bajo una rúbrica común. Estas formas


de “aliviar” la estructura mediante síntesis y reagrupamiento po­
dría frustrar el propósito didáctico, volviendo oscuro y aun incom­
prensible su desarrollo. Teniendo en cuenta las pretensiones de
la obra en cuanto a su extensión y profundidad, existirá una justa
medida y una estructura lógica que llevará al estudioso a dar a cada
tema y subtema la importancia relativa que merece, sin forzarse a
limitar el desarrollo.
El defecto contrario -que también existe- consiste en “alar­
gar” con palabras o títulos sin significado real temas que no dan
sino para pocas páginas, con'lo cual se presenta un trabajo sin sus­
tancia.
e) La REVISIÓN FINAL DE LA ESTRUCTURA DE LA OBRA. Destacamos
reiteradamente que el plan de exposición va tomando forma a par­
tir de las pocas líneas del bosquejo preliminar, hasta el momento
en que el autor confecciona su original para la imprenta o el tri­
bunal examinador. Mientras tanto, el plan ha ido sufriendo nume­
rosas modificaciones, que lentamente han ido transformando las
pocas líneas iniciales en la compleja estructura del plan de expo­
sición, de carácter definitivo.
El plan ha servido al autor de permanente guía durante el pro­
ceso de investigación. En el curso de las diversas instancias, ha
ido revelando sus falencias, que han requerido, una y otra vez, su
modificación con la consecuente profundización de ciertos temas,
o la eliminación pura y simple de consideraciones gratuitas. Todo
ello se ha ido reflejando en los intitulados que han aparecido unas
veces y desaparecido otras.
Lo cierto es que la obra, grande o chica, importante o intras­
cendente, pero siempre producto de una preocupación intelectual
del jurista, ha ido tomando forma hasta alcanzar la etapa final.
El estudioso no dará por terminada la fase de exposición sin
haber hecho una prueba final “de carretera”: una y quizá más de
una lectura de conjunto para corregir las falencias que el trabajo
puede presentar en su estructura. B o r g e s decía, con su clásico
humor, que los escritores debían publicar para dejar de corregir.
Es cierto que una neurosis de perfeccionismo puede malograr una
obra madura y seria, pero no se trata tampoco de lanzar al público
algo que no haya merecido una razonable aprobación del propio
autor. Y el estudioso es, por lo común, un buen crítico de sí mis­
mo y advierte como pocos las deficiencias de su pluma.
ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN: LA PLANIFICACIÓN 1 05
Por ello es que en una “puesta a punto final” no debería he­
sitarse en introducir modificaciones, aun importantes, en la estruc­
tura de la disertación si ello se justifica. Así, por ejemplo, no de­
bería dudarse en dar un orden diferente a los capítulos, o transferir
una sección, o suprimir partes del texto escrito, con lo cual habría
que pensar en un nuevo equilibrio funcional para toda la obra.
Lo importante es que al poner a punto el trabajo terminado en
la última revisión, la estructura aún puede modificarse y a veces
profundamente. Con una visión “final”, el autor dispondrá de una
perspectiva nueva que le permitirá apreciar algunas cuestiones que
quedaron más o menos ocultas durante el proceso de elaboración
(ver § 162).
Es por ello que afirmamos que el plan definitivo sólo alcanza
este carácter a justo título, en el momento mismo en que el estu­
dioso cierra la carpeta para llevarlo a su destinatario. Es decir,
cuando no se puede desplazar ninguna parte sin oscurecer todo el
desarrollo.
C a pít u l o Y
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES
DEL CONOCIMIENTO

§ 52. C o n c e p t o y n a t u r a l e z a d e la s f u e n t e s . - Entende­
mos por fuente del conocimiento todo material que puede ser obje­
to del análisis y del cual se pueda extraer información jurídica­
mente relevante desde el punto de vista científico. Es decir, es el
objeto mismo de la tarea científica, la “cosa” sobre la que se apli­
carán los instrumentos racionales que permitirán extraer conclu­
siones válidas entre diversas hipótesis posibles.
No debemos confundir las fuentes del conocimiento jurídico
con las fuentes del derecho, aun cuando muchas de ellas tienen
doble carácter, como ocurre con los textos normativos. Aludimos
a las fuentes del conocimiento como todas aquellas “cosas” sen­
sorialmente aprehensibles y técnicamente aprovechables que dan
información sobre hechos jurídicos relevantes, tales como las nor­
mas jurídicas, sentencias, opiniones de la doctrina, ideas expresa­
das por los más diversos medios, conductas, formas de lenguaje,
elementos de diagnóstico, estadísticas, registros, mapas, fórmulas,
documentos, etc., todo lo cual puede tener alguna dimensión jurí­
dica. Sobre estas fuentes del conocimiento y muchas otras más
que resultaría imposible enumerar, y de acuerdo al punto de vista
con el que se encara la obra, deberá trabajar el investigador en su
estudio.
Las fuentes del conocimiento son de muy distinta naturaleza,
teniendo en cuenta el área de la ciencia de que se trate. En las
ciencias humanas -y en el derecho en particular- podemos señalar
dos grandes grupos: las fuentes gráficas y las de observación.
Son fuentes gráficas aquellas que traducen el pensamiento me­
diante formas escritas u otros procedimientos gráficos. A ellas nos
108 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

referimos siempre que aludimos a normas jurídicas formales escri­


tas, y más particularmente a la doctrina y la jurisprudencia en tanto
se materializan en soportes de este tipo1.
Las de observación son aquellas que traducen la realidad de
la naturaleza, el hombre o la sociedad y son de una enorme varie­
dad en tanto corresponden a las ciencias experimentales y humanas.
El derecho no puede prescindir de ellas, ya que su estudio tiene
como objeto la conducta humana y la interrelación de los hombres
entre sí dentro de la sociedad2.
Terminada la investigación prospectiva destinada a establecer
el ámbito de la obra, la idea directriz y las principales hipótesis
de trabajo, y hallándose bosquejado el plan a que se ajustará la
investigación en sus comienzos, el primer momento de esta tercera
fase -que denominamos “de la erudición” o “del conocimiento”-
estará orientado a determinar la existencia y ubicación de las fuen­
tes del conocimiento que hipotéticamente serán objeto de estudio
y servirán de sustento material a la obra. El segundo momento
consistirá en el trabajo de fondo sobre las fuentes del conocimien­
to relevadas en su exterioridad, a fin de apropiarse de su conte­
nido; es lo que denominamos “investigación bibliográfica y docu­
mental”.
Por lo común, el investigador trabajará sobre fuentes gráficas
y sólo excepcionalmente recurrirá a otros medios (como encuestas,
entrevistas, series estadísticas y otros utilizados en sociología) y
menos aun a fuentes propias de las ciencias experimentales (como
análisis clínicos, fórmulas matemáticas, estudios químicos, etcéte­
ra). Estos medios, que naturalmente no están vedados al jurista,
se hallan reservados casi con exclusividad a las obras de carácter
interdisciplinario, como podría ser un texto de medicina legal, in­
formática jurídica, o en el que se estudiaran las incapacidades la-
borativas, o los efectos jurídicos de ciertas patologías psiquiátri­

1 Podríamos imaginar soportes de carácter audiovisual, igualmente gráficos,


como las grabaciones fonográficas o de video, pero la ciencia jurídica, al menos
por el momento, prácticamente no las ha utilizado.
2 B a s c u ñ á w V a l d ÉS propone una compleja clasificación de las fuentes del
conocimiento jurídico, entendiendo com o tales, todo aquello que proporciona no­
ticia o referencias de formas o contenidos jurídicos. En ese orden de ideas, su­
giere una triple clasificación en fuentes originarias y derivadas, mediatas e inme­
diatas y principales o directas y secundarias o indirectas (Manual de técnica de
la investigación jurídíco-social, p. 87 y 159).
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 10 9
cas, o cuando se estudian hechos económicos o sociológicos desde
un punto de vista jurídico.

A ) P ro ceso d e s e l e c c ió n

§ 53. I n v e n t a r io d e s c r ip t iv o . - La primera actividad del


investigador en esta etapa será la de relevar mediante su descrip­
ción externa todas las fuentes del conocimiento que hipotéticamen­
te puedan resultar de utilidad para el estudio proyectado.
Partiendo del hecho de que la gran mayoría de las fuentes a
consultar tienen carácter escrito, el autor centrará su tarea en la
búsqueda del material bibliográfico y documental existente. Aun
sabiendo de antemano que no todo será utilizado en razón de dis­
tintas causas, debe tomarse nota escrupulosamente de todas las re­
ferencias que hipotéticamente podrían ser útiles, sin descartar por
el momento ninguna por insignificante que parezca, y de las cuales
se hará un prolijo inventario. En las fuentes bibliográficas está
condensado prácticamente la totalidad del saber humano, aserto
que resulta particularmente valedero cuando se trata de la ciencia
jurídica.
Ello no impide confrontar el relativo inmovilismo de las nor­
mas y de la doctrina jurídica, con la acelerada dinámica social cu­
yas tendencias resultan el motor principal del cambio, objeto que
con propiedad puede hallarse en el análisis jurídico.
§ 54. F u e n t e s p r im a r ia s y s e c u n d a r ia s . - Denominamos
fuente primaria o de primera mano a aquella que corresponde a
documentos indubitados de carácter original; es decir, los que no han
sufrido ningún tipo de manipulación por terceros. Así, por ejem­
plo, el texto de una ley será fuente primaria, en tanto que un co­
mentario de ella será secundaria. En cambio, el comentario de la
ley, como opinión doctrinaria es fuente primaria, mientras que el
mismo texto citado en una sentencia o por otro autor pasará a ser
fuente secundaria o de segunda mano, por haber sido objeto de una
intermediación heterónoma. Toda investigación jurídica debe uti­
lizar este tipo de fuentes, debiendo descartar, en la medida de lo
posible, las que llamamos de segunda mano o secundarias.
En primer lugar, cuando se alude a textos normativos el autor
no puede dejar de tener frente a sí una edición autorizada y abso­
lutamente fidedigna de las leyes que serán objeto de comentario.
110 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Resultaría inconcebible que se citaran normas jurídicas, cualquiera


fuese su rango, por medio de citas extraídas de documentos, sean
éstos obras de doctrina o sentencias judiciales. En este orden de
ideas, y siempre que se analicen plexos legales, resultará indispen­
sable disponer de publicaciones originales o ediciones autorizadas
de buenas editoriales como los códigos y recopilaciones de leyes
usuales editadas para uso de magistrados y profesionales (ver § 69).
Debe desconfiarse en particular de ciertas ediciones baratas, tanto
más si aparecen a poco de la sanción, no por su bajo costo -ca­
racterística que apreciamos-, sino porque la prisa con la que han
sido impresas las hace habitualmente portadoras de errores. He­
mos tenido en la mano, más de una vez, ejemplares de la nueva
ley, que no eran sino la reproducción del proyecto parlamentario
sin las modificaciones introducidas en el debate.
La cuestión puede complicarse cuando se trata de documen­
tación foránea o en idioma extranjero. En principio, el autor no
debería encarar un estudio en derecho no nacional si no tiene po­
sibilidad de acceder a las versiones originales con suficiente sol­
vencia. Pero no se trata sólo de acceder de manera de alcanzar
una idea aproximada de su formulación, sino que se debería tener
la suficiente formación como para hacerse una idea absolutamente
clara de su contenido. Por lo demás, sabemos que las institucio­
nes jurídicas no siempre tienen una traducción inequívoca en otra
lengua, requiriendo a veces explicaciones muy detalladas para com­
prender acabadamente un texto.
Por ello, cuando se trate de legislación foránea se procurará
consultar versiones originales en la lengua en que fueron esta­
blecidas. Sólo excepcionalmente podrán utilizarse, y con suma
precaución, traducciones de organismos o profesionales de reco­
nocida solvencia. No debemos olvidar el viejo aforismo italiano
que apostrofa: “traduttore, traditore” (traductor, traidor).
Con razón destaca Eco que “una traducción no es una fuente,
es una prótesis, como la dentadura postiza o las gafas, un medio
para llegar de un modo limitado a algo que está más allá de mi
alcance”3.
Lo ideal sería, en consecuencia, sólo servirse de traducciones
como apoyatura del propio acceso a las versiones originales. Em­
pero, cuando se trata de citas de menor importancia o simples re­
3 E c o , Cómo se hace una tesis, p. 75.
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 111
ferencias accidentales, podría aludirse a ciertas normas foráneas
mediante citas de segunda mano.
Mas este material secundario puede resultar de gran impor­
tancia en la medida en que orienta al estudioso en el camino
correcto en la búsqueda de la fuente original. Así, por ejemplo,
si leemos un libro en el que su autor cita una determinada norma
desconocida por el investigador, ello nos dará la pista para su opor­
tuna ubicación dentro de los repertorios de leyes.
La fuente primaria de la jurisprudencia son los propios fallos
o sentencias a los cuales se puede acceder por medio de su publi­
cación integral en las revistas y repertorios jurídicos. Los resú­
menes o sumarios, tanto más los trabajos denominados de ju ris­
prudencia condensada u ordenada, son fuentes de muy segundo
orden, las cuales no se pueden utilizar sin una previa verificación
del contenido. Frecuentemente los resúmenes contradicen clara­
mente la doctrina del decisorio, con lo cual, si el investigador alu­
de por error a una solución inexistente, el trabajo se desmorona en
su andamiaje fáctico, quedando claramente descalificado.
Sólo con extrema precaución se podrá referir a tales versiones
de segunda mano, cuando no se trata de afirmaciones importantes.
Un desliz en un tema colateral o secundario podría disimularse en
un joven investigador, pero es imperdonable en otro más experi­
mentado. Siempre que se releve un documento de tal carácter, en
la respectiva ficha se deberá dejar claramente consignado que se
trata de una fuente secundaria, lo que implica decir que no se ha
tenido acceso al documento en versión completa u original.
La misma precaución se deberá tener al relevar obras de doc­
trina. Ésta se conforma por la opinión crítica formulada por los
juristas y se expresa mediante las publicaciones de su propia au­
toría. En consecuencia, resultarán fuentes de primera mano las
obras de cada autor cualquiera que sea la importancia cuantitativa
o cualitativa de ellas, dado que corresponde a un aserto personal.
Cuando se trata de autores extranjeros, es conveniente consultarlos
en versiones originales. Sin embargo, cuando el trabajo tiene por
objeto el estudio de un autor determinado, resulta indispensable
leerlo en su versión literal.
Resultaría insuficiente el acceso que a las fuentes tuviera un
estudioso de K el se n o de H a u r io u que se contentara con trabajar
exclusivamente sobre sus traducciones. Sin embargo, cuando se
referencian autores extranjeros que han sido traducidos por autores
112 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

de prestigio -o no se tiene la posibilidad de acceder a los origina­


les—podría trabajarse sin mayores hesitaciones con estas fuentes
secundarias.
Una práctica que debiera desterrarse es la “cita de cita”, es
decir, hecha a través de otro autor que lo transcribe. Empero,
cuando por razones de inaccesibilidad, no pudiera confrontarse su
versión original y siempre con gran cautela podría, en casos de
menor importancia, utilizarse esta fuente secundaria.
Lo que jamás se debe hacer es citar una fuente de segunda
mano como si se hubiera tenido acceso al original. Por una cues­
tión de honestidad intelectual, pero también por razones prácticas,
pues mal podría garantizar el autor que la cita está bien realizada
o el lugar citado es efectivamente correcto.
§ 55. C a l if ic a c ió n s e l e c t iv a . - De más está decir que cuan­
do el investigador tiene el repertorio de una cierta cantidad de ma­
terial debe iniciar de inmediato el estudio y fichaje sistemático del
contenido de las fuentes, a lo cual nos referiremos en el próximo
capítulo.
Empero, el ingreso a esta fundamental etapa dé la erudición
no implica sin más que se haya dado por terminado de una vez y
para siempre este momento liminar orientado a la localización de
la m ateria prima. Sólo en teoría podemos hablar de un primer
paso consistente en la búsqueda de la documentación, y de un se­
gundo destinado a su análisis, como si correspondieran a dos tiem­
pos perfectamente diferenciados.
Si bien resulta indispensable, en primer término, determinar
la existencia, característica y ubicación de las fuentes antes de en­
carar su análisis, a partir del momento en que se inicia el estudio,
ambas tareas continúan hasta la finalización del proceso. Ello im­
plica decir que si bien existirá un primer momento en que el estu­
dioso se dedicará en forma exclusiva a la búsqueda del material
erudito, en un segundo tiempo esa búsqueda proseguirá, aunque de
manera menos sistemática, hasta terminar la obra.
Normalmente, luego de un lapso relativamente breve, el autor
habrá relevado una cantidad más o menos importante de fuentes
del conocimiento mediante su descripción externa realizada en una
ficha bibliográfica, lo cual hipotéticamente podría ser utilizado en
el posterior estudio. ¿Es necesario profundizarlas una por una
hasta su agotamiento? La respuesta es negativa, aunque con cier­
tos; matices.
BÚSQUEDA H INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 113

Por lo pronto, no existirá una o muy pocas fuentes en las que


pueda sustentarse la investigación: ello implicaría decir que el obje­
to está agotado y poco o nada queda por agregar, salvo que ocurra
lo contrario, y que la falta de fuentes obedezca a que el tema no
ha sido abordado y al investigador le queda la menuda tarea de
decirlo todo o casi todo.
Lo “normal”, si es que podemos hablar de normalidad en esto,
es que el estudioso encontrará una razonable cantidad de fuentes
originales, más algunas secundarias, cuyos contenidos desconoce
por el momento. La investigación bibliográfica -conviene subra­
yarlo una vez m ás- no está terminada, pero una vez que el fichero
bibliográfico tiene un cierto volumen, y una parte importante de
las hipótesis de trabajo pueden desarrollarse, el investigador podrá
lanzarse a dar el próximo paso, que comportará una tarea de estu­
dio y reflexión sobre el fondo de las fuentes (ver § 65).
Un primer juicio permitirá descartar provisionalmente aque­
llas obras que, en principio, no tienen vinculación con la cuestión
tratada, quedando en reserva. Lo cierto es que en un primer análisis
puede dejarse de lado aquel material que no parezca importante.
Debe tomarse nota y fichar escrupulosamente la totalidad de
las fuentes, cualquiera que sea su valor intrínseco, sobre el cual el
estudioso sólo podría adelantar un juicio somero y, como tal, equi­
vocado. Consecuentemente, y con independencia de su conteni­
do, en esta etapa de la investigación se deberá hacer un inventario
descriptivo con todas las referencias bibliográficas y documenta­
les halladas, o de las que se ha tenido noticia a través de otros
libros, a fin de buscarlas en su momento. Al confeccionar la res­
pectiva ficha bibliográfica, según las técnicas que luego se descri­
birán, no se omitirá consignar los datos topográficos de la biblio­
teca en que se halle el ejemplar, a fin de no perder tiempo en el
momento de requerirlo.
Por lo general, las obras más m od^nas han analizado a las
más antiguas; en consecuencia, la evaluación deberá comenzar por
las más próximas, descartando a las segundas sólo cuando por su
antigüedad aparezcan como totalmente desactualizadas.
La actualidad o antigüedad de un trabajo es una cuestión bien
relativa. Un libro jurídico publicado hace diez años puede hallar­
se desactualizado y nada aportar al esclarecimiento de una cues­
tión, y otro del siglo xix mantenerse como pieza fundamental. Por
ello, cada fuente deberá ser objeto de una evaluación cualitativa
8. Herrera, M etodología.
114 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

que llevará al autor a decidir a priori, luego de un análisis quizá


superficial, qué trabajo es más importante que otro. Tal decisión
tiene un carácter provisional, pues al avanzar la investigación y
profundizar en la cuestión podemos darnos cuenta de que un estu­
dio previamente descartado luego resulta una pieza importante.
Cuando el autor tenga la suerte de disponer de abundante bi­
bliografía sobre los temas que debe profundizar, podrá desechar
con gran prudencia los autores que considere menos importantes.
En este punto debemos efectuar una clara advertencia: todo análi­
sis jurídico contiene una proposición política de carácter ideológi­
co que se reflejará en las distintas ópticas con que la doctrina y la
jurisprudencia encararán la cuestión. Un análisis científico obliga
al autor a considerar con seriedad y honestidad tanto a ios autores
con los que coincide, como a los que sostienen posiciones adver­
sas. Con la misma honestidad debe revisar críticamente sus opi­
niones sin tergiversar su pensamiento. Mal trabajo haría un juris­
ta que presentara a la consideración pública sólo las opiniones de
su escuela o tendencia.
La evaluación relacionada con la “importancia” de un autor o
escuela, se vinculará exclusivamente con la real influencia que su
pensamiento tiene en el mundo jurídico, con independencia del
valor ideológico de sus afirmaciones, tema que puede ser objeto de
un análisis especial, según resulte de su idea directriz (ver § 37 a 40).
De esta manera, en un primer momento quedarán selecciona­
das las fuentes más importantes, reservando las que se consideran
de menor valor, que no se descartan de manera definitiva puesto
que podrían ser de utilidad más adelante. En principio, quedarán
algunas fuentes de “segunda mano”, trabajos de mera recopilación,
resúmenes, repertorios condensados de jurisprudencia y otras obras
menores que, según los casos, pueden orientar al estudioso en la
búsqueda de nuevo material.
El resultado de tal evaluación debería dejarse consignado muy
brevemente al dorso de la ficha bibliográfica a fin de tener presen­
tes las razones que en su momento tuvo para calificarla de una u
otra forma. Tal juicio crítico, por lo común, será el resultado de
una simple observación superficial, generalmente una somera lec­
tura de la tabla de materias, o unas pocas páginas, lo que deberá
ser ratificado o rectificado al profundizar el estudio del contenido
de fondo, tarea que se cumplirá en el segundo momento de la fase
erudita (ver § 76).
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 115

B ) M a t e r ia l b ib l io g r á f ic o y d o c u m e n t a l

§ 56. D e t e r m in a c ió n d e l a s f u e n t e s g r á f ic a s . - Como ya
hemos señalado, la investigación jurídica se realiza casi exclusiva­
mente sobre textos escritos. Por ello, es conveniente que, desde
el momento en que el investigador tenga noticia de la existencia
de una fuente del conocimiento que presuntamente pueda resultar­
le de utilidad, proceda a su relevamiento en una ficha ad hoc, que
luego integrará el fichero bibliográfico y documental, en donde se
clasificarán prolijamente todas las fuentes gráficas que oportuna­
mente serán objeto de estudio.
En este primer paso se debe tomar nota en forma de los datos
externos de la fuente, de manera tal que resulte inequívocamente
identificada. No se trata de entrar en su contenido, ni mucho me­
nos de proceder a su estudio. La investigación bibliográfica y do­
cumental tiene por finalidad inmediata la determinación de la exis­
tencia de fuentes escritas consultables, para lo cual el estudioso
deberá expurgar con paciencia los ficheros temáticos de las prin­
cipales bibliotecas jurídicas a su alcance, y las bibliografías de las
obras que lleguen a sus manos, a fin de tomar sus datos de iden­
tidad.
Algunos autores recomiendan la confección de dos ficheros,
uno para las fuentes de naturaleza documental, como los textos le­
gislativos, sentencias, etc., y otro para las fuentes secundarias co­
mo la doctrina, lo que en su momento se reflejará en la bibliografía
de la obra. Por nuestra parte, sin dejar de reconocer la diferente
naturaleza de ambos tipos de información, no creemos indispensa- ~
ble tal dispendio, por lo que, en definitiva, la decisión de confec­
cionar dos ficheros, uno exclusivamente bibliográfico y otro docu­
mental, quedará, como siempre, a criterio del investigador.
§ 57. La in v e s t ig a c ió n b ib l io g r á f ic a . - De hecho, la / -
vestigación bibliográfica se ha iniciado con la búsqueda del ma­
terial que se utilizó en la “investigación preliminar”, destinada a
explorar el terreno. Por superficial que sea este trabajo de apro­
ximación, implica un primer contacto con el tema que se piensa
profundizar. En este material “grueso” se hallará el aporte inicial
a la investigación, lo que se traducirá en las primeras piezas del
fichero especial destinado a la bibliografía.
116 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Pero estos textos, muy posiblemente resultarán también fuen­


tes de información sobre nuevas obras relaciondas con el tema, en
tanto se hallan citadas en las respectivas reseñas. De tal manera,
esta primera consulta prospectiva actuará como una “bola de nie­
ve”, proveyendo al investigador de nuevas referencias sobre el tema.
La consulta ulterior a esta bibliografía, obviamente más anti­
gua, podrá indicar a su vez otras obras, siempre más antiguas, don­
de se ha tratado algún aspecto que podrá ser objeto del análisis.
No se trata de relevar hasta el infinito todo lo que se ha escrito
sobre una cuestión, y sus temas conexos. Salvo en cuestiones real­
mente excepcionales, los autores más modernos han analizado las
principales fuentes existentes al tiempo de realizar su propia obra,
con lo cual muy pronto el estudioso encontrará que las mismas
referencias se repiten una y otra vez con relación a una misma
cuestión.
Con este método de la “bola de nieve”, a partir de una obra,
se podrá ir para atrás sin mayores dificultades, pero lógicamente
quedarán en el cono de sombra las obras más modernas, que por
su actualidad el estudioso no puede ignorar bajo ningún pretexto.
En consecuencia, su mayor preocupación, una vez relevada la bi­
bliografía “histórica”, es llenar su fichero con referencias moder­
nas, hasta llegar a nuestros días. Terminada la primera versión del
trabajo deberá efectuarse una nueva actualización a la que nos re­
feriremos más adelante (ver § 145).
§ 58. E l a c c e so a las f u e n t e s . - De no disponer el inves­
tigador de una completa biblioteca personal, privilegio reservado
a pocos y veteranos juristas, el relevamiento deberá realizarse ne­
cesariamente en las principales bibliotecas públicas.
Los estudiosos que pueden acceder a la Ciudad de Buenos Ai­
res, por ejemplo, encontrarán en la biblioteca de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación un ámbito de investigación excepcional4.
Hay otras bibliotecas bastante completas, como la del Congreso de
la Nación y la Nacional, aunque esta última limitada en su mayor
parte a la literatura jurídica argentina. Según cuál sea el tema a
investigar, será ineludible visitar la Biblioteca del Ministerio de
4 Ubicada en el séptimo piso del Palacio de Justicia, tiene ficheros temáti­
cos muy completos, lo que permite al lector acceder rápidamente a la información
que busca. Cosa excepcional: las revistas jurídicas están fichadas por artículos,
y los libros por capítulos.
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 117
Trabajo, del Ministerio de Justicia, de la Organización de Estados
Americanos, de la Organización Internacional del Trabajo, o de la
Unión Industrial Argentina, ricas en material foráneo.
En las ciudades sedes de facultades de derecho, o tribunales
superiores de justicia, sus bibliotecas normalmente estarán dotadas
del material más importante, en particular las colecciones de las re­
vistas jurídicas de publicación nacional y local, el análisis de cu­
yos repertorios deberá realizarse con el mayor cuidado.
Gracias al desarrollo de la informática, el estudioso puede re­
currir hoy en día a los servicios que prestan los “centros de docu­
mentación”, como el Centro de Comunicación Científica, que de­
pende de la Universidad de Buenos Aires, y uno de cuyos “nodos
madres” funciona en el Instituto de Investigaciones Jurídicas Am­
brosio L. Gioja, en el primer piso de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de dicha Universidad. Mediante este servicio,
de carácter gratuito para profesores e investigadores de la casa, se
puede acceder a la red Internet, con numerosos servicios de infor­
mación científica.
La Facultad de Derecho y Ciencias Sociales dispone de un
website en Internet (http://w w w .fder.uba.ar/) a través del cual
pueden consultarse numerosas bases jurídicas, como la que contie­
ne la información de la actividad del Instituto Ambrosio L. Gioja,
con el listado de las investigaciones en curso y sus respectivos res­
ponsables con sus direcciones, el catálogo de publicaciones del
Departamento Académico de la Facultad, etcétera. Se hallan en
preparación otras bases como la que contendrá los ficheros de la
biblioteca.
El Departamento de Publicaciones Digitales de la Universidad
de Buenos Aires dispone de un link (conexiones a otros lugares),
accesible por Internet (http://www.uba.ar/) con información jurídi­
ca argentina y del resto del mundo, como la contenida en diversas
bibliotecas argentinas como la Nacional y del Ministerio de Tusti-
cia, el software jurídico español, la Aide juridique francesa, el Di-
reito on Une de Brasil, el Juris Net de México, el Law research
norteam ericano con acceso a más de 20.000 links jurídicos del
mundo entero, etcétera (ver § 83).
Asimismo podrá accederse al Servicio Argentino de Informá­
tica Jurídica, dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación,
que por distintos medios pone al alcance de los profesionales del
derecho e investigadores en general su amplísimo archivo (ver § 81).
118 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

La revisión de los ficheros temáticos le permitirá al estudioso


acceder a las principales fuentes bibliográficas donde su lema o
algunos aspectos colaterales han sido tratados. Como tales fiche­
ros sólo clasifican los títulos, la imaginación del estudioso deberá
volar tan lejos como sea posible para intuir bajo qué rúbricas po­
dría hallar material de utilidad. Por ello, en caso de duda, una
referencia bibliográfica que “podría” contener material de utilidad
debe ser relevada con el mismo cuidado que una obra fundamental,
aun cuando a la hora de la verdad sea descartada por inútil. No
se justifica perder material importante por ahorrarse unos pocos
minutos.
En algunas áreas del conocimiento jurídico, asociaciones u or­
ganizaciones internacionales publican bibliografías con los princi­
pales libros dados a conocer en sus respectivos países. Tal, por
ejemplo, el que cuatro veces por año edita la Asociación Interna­
cional de la Seguridad Social (AÍSS), bajo el nombre de B ib lio ­
g ra fía mundial d e seg u rid a d so cia l.

C ) C o n t e n id o d e la s r e f e r e n c ia s

§ 59. T é c n ic a s d e r e g i s t r o . - El fich e ro b ib lio g rá fico y d o ­


cu m en ta l estará formado por el conjunto de fichas con las referen­
cias exteriores de un documento que eventualmente se consulta­
rá durante la investigación de fondo. A cada fuente, se le deberá
otorgar una ficha en la que se consignarán sus datos de acuerdo a
la naturaleza de la publicación5.
La práctica aconseja no omitir ninguna fuente por obvia que
sea, pues llegado el momento en que el fichero, debidamente ex­
purgado del materia] no utilizado, se convierta en b ib lio g ra fía , po­
dría omitirse alguna que el autor ha citado, lo que sería una defi­
ciencia difícil de disimular, tanto más si el trabajo es importante.
Cada tipo de fuente tiene sus propios requerimientos, a los
que se debe adaptar el repertorio de datos a consignar en la ficha.
Como el jurista normalmente inicia su trabajo sobre ficheros y bi­
bliografías, puede encontrar que falta alguna información, como el
lugar o año de edición de un libro, precisiones de interés, pero no
fundam entales.. Consecuentemente, al consultar el ejemplar de la
5 V ir o g lio - F e s s ia , Cómo elaborar monografías v tesis, p. 89.
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 119
obra completará los datos faltantes que oportunamente se consig­
narán en la bibliografía.
A continuación analizaremos la mejor forma de relevar textos
normativos, obras de doctrina y repertorios de jurisprudencia.
§ 60. P l e x o s n o r m a t iv o s . - Son “fuentes formales del de­
recho” en sentido estricto, conformadas por la legislación positiva
(Constitución nacional, códigos, leyes), nacionales o locales (pro­
vinciales y municipales), tratados internacionales, normas de orga­
nismos supranacionales, legislación extranjera, etc.6 (ver § 67, a).
Eventualmente, el investigador podrá recurrir a otras fuentes
normativas, como convenios colectivos de trabajo, reglamentos, con­
tratos de adhesión, estatutos sociales, etcétera. Ello deberá ser re-
ferenciado sobre textos de toda seriedad, obviamente, en la medida
en que pueden ser de utilidad para el estudio que se encara.
Si bien las ediciones que contienen los cuerpos legales pueden
consignarse en el fichero bibliográfico a fin de tenerlas presentes,
estas obras en su momento no deben figurar en la respectiva bi­
bliografía que referirá solamente las fuentes doctrinarias. Idénti­
ca reflexión corresponde para los repertorios de jurisprudencia.
Las leyes en sentido material tienen como “soporte” una determi­
nada publicación oficial o privada, de la que se va a servir el autor,
y que deberá ser referenciada de la siguiente manera:
a) I d entificació n d e una le y . Mediante el número, el nombre
por la que es conocida, o fecha de sanción, según la práctica del
país de que se trate.
En algunos países, como el nuestro, las leyes más importantes
son conocidas bajo un nombre, además del número correlativo que
les corresponde según la fecha de su sanción. Así, por ejemplo,
la 24.557, como “de riesgos del trabajo”, o la 24.779, corno “de
adopción”.
Otras leyes son conocidas por su número. En tal caso
es conveniente consignar la materia sobre la que versa, a fin de
6 Las leyes, en sentido material, se publican en un órgano de difusión pú­
blica, como nuestro “Boletín Oficial”; asimismo, son objeto de publicaciones que
las compilan, como “Anales de Legislación Argentina” (ADLA), o en volúmenes
independientes, como los “códigos” o “colección de leyes usuales”. A la legis­
lación extranjera generalmente se la encuentra en “compilaciones” de distinto al­
cance, o en volúmenes dedicados a cada rama codificada (ver § 93, a).
120 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

poder identificarlas adecuadamente. Verbigracia, si se toma nota


de la ley (argentina) 22.546, debería aclararse que es sobre “Con­
venio sobre Protección Internacional de Menores, entre Argentina
y Uruguay”. De la misma manera se identificará una resolución
de una autoridad inferior. Por ejemplo, res. gral. DGI 363/93 so­
bre régimen de promoción con beneficio de diferimiento de im­
puestos, BO, 30/3/94, p. 8.
En otros países, como España o Francia, a las leyes se les
otorga un número anual, como a los decretos argentinos, pero tam­
bién son conocidas por la fecha de su sanción y, eventualmente,
por un nombre con que se las identifica. Por ejemplo, en Francia
la norma que regula las asociaciones civiles es conocida como “ley
del Io de julio de 1901”.
Por ello no configurará “falta de coherencia” si se designa una
ley francesa por la fecha de sanción, al tiempo que se alude a
una argentina por el número, designaciones bajo las cuales son
identificadas en cada uno de sus respectivos países.
Si se utilizan simultáneamente leyes de diversas jurisdiccio­
nes, países o provincias, debe consignarse a qué ordenamiento co­
rresponden. Así, si se releva el “Estatuto de los trabajadores”, ley
8/80, del 10/3/80, deberá aclararse que se trata de España, a fin de
que no se produzca confusión con la ley de idéntica denominación
de Italia. No resulta indispensable tal aclaración cuando se tra­
baja con legislación de un solo ámbito político. O cuando se men­
ciona una norma provincial, es menester aclarar a qué provincia
pertenece: ley 1340 bonaerense; decreto 170/94 de Santiago del
Estero.
De forma similar deberán relevarse otro tipo de ordenamien­
tos, como una constitución nacional. Así se consignará: “Vene­
zuela, 1961” ; “Perú, 1970”, o un tratado internacional, como “Mer-
cosur (Argentina, Chile, Paraguay y Brasil), Asunción (Paraguay),
26/3/91”.
b) D a to s d e pu blicació n . Normalmente las leyes, en sentido
material, son dadas a conocer en “publicaciones oficiales” de cada
jurisdicción política: los países unitarios disponen de una sola a
nivel nacional, al tiempo que los federales, por lo común, disponen
de una por jurisdicción. Asimismo, existen “boletines municipa­
les” donde se comunican las ordenanzas y resoluciones oficiales
de la comuna. Empero, no resulta cómodo el acceso a tales pu­
blicaciones. El jurista tendrá un acceso más fácil a los principales
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 121

textos legales en ediciones ad hoc', o en revistas especializadas


que contienen las leyes en forma ordenada8. En tal caso, resulta
conveniente consignar en la ficha la publicación en que fue con­
sultada, por ejemplo: “Estatuto de los trabajadores” (España), Ma­
drid, Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, 1990; ordenanza
34.138 (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires), sobre régi­
men jubilatorio, ALJA, 1978-A-287. Cierta legislación extranjera
puede consultarse también en publicaciones que realizan organis­
mos internacionales, como la OIT9.
Cuando se utilizan versiones de una cierta antigüedad, el in­
vestigador debe tener la certeza de que no han sido objeto de
reformas posteriores. Resultaría una falla garrafal que el autor
tratara un texto como vigente sin haberse percatado que ha sido
modificado.
El autor se referirá a estas fuentes en las fichas de lectura y
luego en las notas de referencias, mediante una abreviatura de uso
corriente, con la que son conocidas, como por ejemplo:
CN o Const. nac: Constitución nacional
CC o Cód. Civil: Código Civil
CCom o Cód. de Comercio: Código de Comercio
CP o Cód. Penal: Código Penal
CPCC o Cód. Proc. Civil y Com.: Código Procesal
Civil y Comercial
LCT: Ley de contrato de trabajo
LNE: Ley nacional de empleo
c) C onvenciones colectivas de trabajo . En el sistema argen­
tino, la publicación de los convenios colectivos de trabajo queda
al cuidado de las propias partes (sindical o empresaria). En tal
caso, se deberá referenciar claramente el número de registro ante
el Ministerio de Trabajo de la Nación, el ámbito de la actividad y,
7 Como los “códigos” o “leyes usuales” de las distintas áreas del derecho
que se actualizan en forma periódica.
8 Como “Anales de Legislación Argentina” (ADIA), “Legislación Argenti­
na” (LA), o “Anales de Legislación de Jurisprudencia Argentina" (ALJA).
9 La “Serie Legislativa” se publicó en papel hasta 1979, en versiones en
inglés, francés y español. Con posterioridad, las normas internacionales y las
principales leyes laborales y de seguridad social de los países miembros se dan
a conocer en CD-ROM, cuyo contenido puede consultarse a través de la red In­
ternet (v er § 83).
122 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

eventualmente, los datos de publicación si constan en el ejemplar


consultado.
Así, por ejemplo, el CCT 93/93 se relevará como “Del perso­
nal del Ferrocarril Mesopotámico General Urquiza SA”, pub. Unión
Ferroviaria; o el CCT 130/75, de “Empleados de Comercio”, pub.
CGEC; o el CCT 204/93, de “Industria del Vidrio”, pub. MTSS.
Puede accederse a los convenios colectivos vigentes en la base
“Conven” del SAIJ (ver § 81).
d) D o cu m ento s privad o s . Cuando se referencian documentos
de origen privado, como los estatutos de sociedades anónimas, fun­
daciones, cooperativas u otras registrables, debe relevarse el nom­
bre de la sociedad de que se trata, la fecha del contrato y los datos
de publicación.
§ 61. T ex t o s d e d o c t r in a . - Son obras escritas de teoría o
en las que un autor comenta disposiciones legales o jurispruden­
ciales. Su importancia es desigual, según resulte del contenido
del trabajo y prestigio del autor, pero autores noveles o descono­
cidos pueden aportar ideas y análisis de extrema importancia en
los que no se ha reparado mayormente, y que pueden merecer la
atención del investigador. Estas obras podrán conformarse como
un tratado o como un simple ensayo monográfico, una nota de doc­
trina o un artículo de revista o estar contenidas en los anales de
un congreso o reunión científica, en una edición de homenaje, etc.
(ver § 93, c). Las obras de doctrina pueden presentar una varie­
dad enorme; un número apreciable de ellas serán analizadas o sim­
plemente aludidas por el autor en el curso de su trabajo. En con­
secuencia, deben referenciarse de la manera más escrupulosa a fin
de transcribir correctamente sus datos en las notas y en la biblio­
grafía para que el lector pueda acceder con facilidad a la fuente
citada.
Por ello, se deben respetar los detalles de su presentación: el
apellido y nombre del autor, título del trabajo, lugar de publica­
ción, editor y número y fecha o año de edición10.
a) I d e n tific ac ió n del a u to r . En las fichas bibliográficas de­
be consignarse con la mayor exactitud el nombre del autor o au­

10 V lR O G LIO -FESSIA , Cómo elaborar monografías y tesis, p . 93, y ÁLVAREZ


C h áV E Z , Técnicas para escribir, leer y estudiar, p . 133.
BÚSQUEDA E INVENTARÍO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 123
tores del trabajo. A tal fin debe respetarse fielmente la forma en
que figura en la portada del libro o artículo.
Por razones prácticas, y para evitar confusiones, resulta con­
veniente destacar en las fichas el apellido a fin de distinguirlo cla­
ramente del nombre de pila. A s í, se consignará A l o n so G a r c ía ,
Manuel; A m a d e o , Mario; A l ic e , Beatriz; G ir a l d o Á n g e l , Jaime,
que de otra manera podrían provocar confusión. Otros autores
aconsejan colocar entre paréntesis los nombres de pila, con lo cual
se obtiene idéntico resultado. Por último, otros recomiendan es­
cribir el apellido en su totalidad en letras mayúsculas", práctica
que desaconsejamos, pues cuando el primer vocablo contiene pre­
fijos, no se puede determinar cuál es la letra inicial (escrita en
mayúscula) para ubicarlo por orden alfabético en la tabla biblio­
gráfica.
Los apellidos simples no ofrecen mayor dificultad, pues co­
rresponden a un solo vocablo; consecuentemente, se fichará: O r-
g a z , Alfredo; B o r d a , Guillermo; sin mayores problemas. C u a n d o
el apellido simple va precedido de un prefijo, como “de”, “de la ” ,
“di”, “von”, “van”, “Mac”, “O” ’, etc., se identificará el autor con
la inicial del vocablo principal cuando el prefijo va escrito en mi­
núscula. Así, por ejemplo, A z c á r a t e , Patricio de; I h e r in g , Ru-
dolf von; I m a z , José Luis de; etcétera. En cambio, si el prefijo
va con mayúscula, se tomará de éste la letra inicial. Es decir, se
consignará D e B u e n , Néstor; D e la F u e n t e , Horacio; D ’Á l b o r a ,
Francisco; Me C l a in , Emlin; O ’C o n n e l , Patrick.
En los apellidos compuestos se tomará como inicial la primera
letra del primer vocablo. Por ejemplo, M o n te s d e O c a , Sebas­
tián; L eg a z y L a c a m b r a , Luis; L y o n -C a e n , Gérard; N o v il lo S a -
r a v ia , Eduardo; M a r t ín e z d e H o z , Alfredo; S a in t -B e u v e , Charles,
estén o no unidos por un guión o la partícula conjuntiva “y” o “de”.
De manera similar, se deberá tomar nota como un apellido com­
puesto la identificación de autoras que usan su nombre de casadas.
Verbigracia: K e m e l m a je r d e C a r l u c c i , Aída R .; T a ia n a d e B r a n d i ,
Nelly A.
Debe ponerse particular cuidado con los autores que firman
de distinta manera en el curso de su vida. Aunque se trate de la
misma persona, siempre se identificará el autor en la forma en que
figura en cada trabajo. Así, por ejemplo, se citará como “ C a b a -
11 DREYFUS, La thèse et la mémoire de doctorat en droit, p. 32.
124 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

n e l l a s , Guillermo” como autor del “ Compendio de derecho labo­


ral” (Omeba, 1968) y “ C a b a n e l l a s d e T o r r e s , Guillermo” al citar
el “Diccionario jurídico elemental” (Heliasta, 1981). Una situa­
ción similar se presenta con las autoras que se identifican con sus
nombres de casada y luego, por esas cosas de la vida, se divorcian
o cambian de marido y de nombre, y sus trabajos aparecen bajo
rúbricas nuevas. Tal es el caso de la iuslaboralista francesa que
publicó sus primeras obras como Jeanne R ib e t t e s -T il l h e t y las
posteriores como Jeanne T il l h e t -P r e t n a r , lo que determinará que
en la bibliografía se encuentren clasificadas bajo dos letras dife­
rentes.
Si en una obra se identifica al autor sólo por su apellido, o
con iniciales, en la referencia deberá ser identificado de la misma
manera, aun cuando el estudioso conozca su nombre completo.
Deberá respetarse igualmente el uso de otros indicativos, como
hijo (h.), júnior (jr.), philosophie doctor (Ph.D.), Societatis Jesús
(s.j.), etc., todo lo cual deberá ser consignado en la ficha y luego
transcripto en la bibliografía. No son las mismas personas, R i ­
c a r d o L e v e n e , que R ic a r d o L e v e n e ( h .), historiador el primero,
jurista su vástago, pero aun cuando no hubiere lugar a confusión,
siempre deberá respetarse el uso de abreviaturas anexas al nombre.
Cuando se citan obras de santos de la Iglesia, habitualmente
se los designa por el nombre religioso bajo el que son conocidos,
seguido de la palabra “san” o “santo” de la siguiente manera:
A g u s t ín , S a n ; T o m á s d e A q u in o , S a n t o . Los papas y o tro s dig­
natarios (como reyes), conocidos por un nombre de pila seguido
de una cifra ordinal, se los designará por su apelativo público con
indicación del título o dignidad. Por ejemplo, J uan P a blo II,
papa; o J u a n C a r lo s I, rey de España.
Los nombres clásicos latinos o griegos se los identificará con
el vocablo castellanizado con que se conocen (p.ej,, P la tó n y A r is ­
t ó t e l e s ), eventualmente acompañados de sus otros nombres cuan­
do resulten conocidos (p.ej., C ic e r ó n , M a r c o T u l io ).
Si la obra no aparece bajo una autoría explícita, como cuando
está firmada por iniciales o por una o varias “X” o “N”, se trans­
cribirá como autor el código alfabético utilizado. Si no hubiere
ninguna indicación, podrá consignarse directamente el nombre de
la obra.
Las obras colectivas de gran envergadura (enciclopedias o dic­
cionarios) pueden citarse bajo el nombre del responsable editorial,
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 125
en tanto se reconozcan por esa denominación, o directamente por el
nombre de la obra. Es decir, se designará indistintamente O m e -
b a , Enciclopedia Jurídica, o Enciclopedia Jurídica Omeba. Una
vez adoptado un criterio, en todos los casos similares debe usarse
el mismo.
Si la obra ha sido firmada con un seudónimo, deberá consig­
narse éste, sin sum inistrar la identidad real del autor: si se citan
las obras de V o l t a ir e , no se deberá indicar que corresponden a
F r a n ç o is M a r ie A r o u e t , como si se citan las de L en ín que fueron
escritas por V l a d im ir I l ic h U l ia n o v .
Si el número de autores de una obra colectiva es reducido,
pueden ficharse bajo el nombre de todos en el orden en que figuren
en la carátula: L ó p e z , Justo - C e n t e n o , Norberto - F er n á n d e z M a ­
d r id , Juan C a rlo s , Ley de contrato de trabajo comentada.
A h o ra b ie n , si en u n a o b ra c o le c tiv a la p a rte re d a c ta d a p o r
c a d a a u to r se h a lla c la ra m e n te id e n tific a d a y se u sa s ó lo u n a , se
p o d rá c ita r la m is m a c o n in d ic a c ió n d e q u e fo rm a p a rte d e u n a
o b ra m a y o r. V e rb ig ra c ia , se se c ita s ó lo lo e s c rito p o r E n r iq u e
H e r r e r a en el Tratado de derecho del trabajo, d irig id o p o r V á z ­
q u e z V ia l a r d , A n to n io , se p o n d rá : H e r r e r a , E n riq u e , Extinción de
la relación de trabajo, e n V á z q u e z V ia l a r d , A n to n io (d ir.), “ T ra ­
ta d o d e d e re c h o d e l tra b a jo ” , en lo p o s ib le d is tin g u ie n d o - a u n q u e
m á s n o s e a p o r las c o m illa s o la b a s ta r d illa - u n a o b ra d e la o tra .
En cambio, cuando se utilizan indistintamente varias partes
de la obra colectiva se referenciará ésta con indicación del autor
o autores principales, directores o coordinadores.
Cuando la obra colectiva ha sido realizada en un pie de igual­
dad por una cantidad de autores, se explicitará el primero que fi­
gure en la tapa con la indicación “ y otros”. Por ejemplo: R o d r í ­
g u ez M a n c in i , Jorge, y otros, Curso de derecho del trabajo y de la
seguridad social.
En los libros denominados “de homenaje” se deberá indicar
esta circunstancia que califica el trabajo del grupo, cuando se lo
cita en conjunto, aunque en la práctica debe considerarse cada una
de las monografías como una obra autónoma, citándose así: R o ­
d r íg u e z M a n c in i , Jorge, La interpretación de las leyes de trabajo,
en “Estudios de derecho individual del trabajo en homenaje al pro­
fesor Mario L. Deveali”.
Si la autoría de la obra o documento pertenece a una entidad
como las publicaciones oficiales de gobierno, organismos interna­
126 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

cionales u otras entidades públicas, debe consignarse tal como figura


en la edición respectiva. Por ejemplo, República Argentina, Ins­
tituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), o Santa Fe (pro­
vincia), M inisterio de Educación y Cultura, u Organización Inter­
nacional del Trabajo (OIT), Comité de Libertad Sindical, etcétera.
De la misma manera deben consignarse las obras o documen­
tos cuya autoría se atribuye a una corporación, como institutos,
sociedades o asociaciones. Se consignará: U n i ó n I n d u s t r ia l A r ­
g e n t in a o U I A , Informe sobre el empleo', C o n f e d e r a c ió n G e n e ­
r a l d e l T r a b a j o o CGT, Plenario de secretarios generales', A c a ­
d e m ia d e C ie n c i a s d e l a URSS, Historia de las ideas políticas-,
A c a d e m ia N a c io n a l d e C ie n c i a s M o r a l e s y P o l í t i c a s , Anales, et­
cétera.
Si se trata de documentos o actas de reuniones científicas, se­
minarios, jornadas, congresos u otros acontecimientos similares,
denominados genéricamente como literatura gris'2, se catalogan
por el nombre del evento, salvo cuando se alude a un trabajo en
particular. Por ejemplo, VI Congreso Internacional de Derecho
del Trabajo y la Seguridad Social, Atenas, octubre de 1992; II Jor­
nadas Nacionales de Derecho Civil, Santa Fe, 8 y 9/10/91, o A l-
v a r a d o V e l l o s o , Alfredo, Declaración oficiosa de inconstitucio-
nalidad, ponencia en V Jornadas Científicas de la Magistratura (Mar
del Plata, 1980), p. 56.
b) T ítu lo d e la o bra . El título completo de la obra, y e
tualmente el subtítulo si lo hubiere (ver § 32), deben consignarse
poniendo especial cuidado cuando estén en idioma extranjero.
Una pequeña diferencia en el título puede confundir la búsqueda
de la obra en una biblioteca. Si el texto consultado fuera una tra­
ducción y no fuese posible acceder al original, se precisará el nom­
bre del traductor -que normalmente figura en las primeras pági­
nas- juntamente con los demás datos de la edición.
Si una obra de varic° volúmenes tiene un título general y ade­
más cada tomo o grupo de ellos, otro particular, corresponde indi­
carlo con claridad en la ficha bibliográfica. Si en la investigación

12 S e den o m in a literatura gris a las obras y documentos impresos o no


por el reducido número de ejemplares en circulación, o su escasa o nula difusión
comercial resultan muy poco accesibles. Es el caso de los trabajos presentados
en reuniones científicas, tesis y monografías fotoduplicados, y otras obras de circu­
lación restringida.
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 127
se utiliza toda la obra o distintas partes de la misma, en la refe­
rencia bibliográfica se deberá consignar el título genérico; así, S a l -
vat , Raymundo, Tratado de derecho civil argentino, o S a g ü é s , Nés­
tor Pedro, Derecho procesal constitucional. En cambio, si se
utiliza únicamente una parte identificada con título propio, se deberá
dejar constancia de ello; verbigracia: S a lva t , Raymundo, Contratos,
o S a g ü é s , Néstor Pedro, Recurso extraordinario. Lo que no re­
sulta admisible es utilizar simultáneamente ambos criterios y denun­
ciar en la bibliografía las dos formas como si fueran obras distintas.
c) R eferencias tipo g ráficas . Además de lo señalado, es ne­
cesario consignar en la ficha bibliográfica las llamadas notas o re­
ferencias tipográficas, vinculadas con el lugar, tiempo y respon­
sable de la edición.
Estos datos normalmente figuran en el llamado pie de impren­
ta en la primera página o portada de cada libro, o en el ex libris
o colofón en la última página impresa, donde por lo común consta
también el nombre del impresor y fecha de finalización de la im­
presión, lo que no requiere ser explicitado.
En ausencia de tales referencias, cosa que suele suceder en
las obras más antiguas, en principio deberá dejarse constancia del
hecho en la ficha y luego en la bibliografía, mediante las siguientes
abreviaturas: 1) s/1 (sin lugar), si falta la ciudad donde fue editado;
2) s/e (sin editor), si no consta el responsable editorial; 3) s/f (sin
fecha), si no figura fecha o año de publicación, y 4) s.n.t. (sin notas
tipográficas), si no aparece ninguna precisión.
No obstante lo expresado, muchos autores omiten este tipo de
referencias, entendiéndose tácitamente que si no constan es por la
simple razón de que no existen.
Cuando figure en el ejemplar consultado, se deberá consignar
de qué número de edición se trata, sí no es la primera. Al reedi­
tarse una obra el autor o el editor pueden haber incorporado mo­
dificaciones, de manera que entre el texto de una y otra no haya
total coincidencia. No es el caso de las reimpresiones, puesto
que, como la denominación lo indica, sólo se ha vuelto a imprimir
la obra, sin alteración alguna.
En cuanto al lugar de edición, debe precisarse la ciudad en
que se hizo la obra, y cuando figura más de uno -situación nada
rara-, deben especificarse todos los que lucen en el pie de impren­
ta. A veces es adecuado indicar a qué país pertenece la ciudad,
por no ser muy conocida o en caso de homonimia.
128 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

A continuación deberá figurar el responsable de la edición.


Normalmente se utiliza el nombre de la editorial en forma abre­
viada, tal como figura en el pie de imprenta, sin tener en cuenta
el nombre legal completo que figura en el copyrigth. Así, por
ejemplo, se indicará “Astrea”, y no “Editorial Astrea de Alfredo y
Ricardo Depalma SRL”, conforme el uso general que hayan hecho
los autores, para lo cual, en caso de duda, el investigador podrá
verificar en otras bibliografías cómo se han citado. Estas precisio­
nes están destinadas a volcarse en su momento en la bib liog rafía .
Finalmente hay que colocar el año de edición de la obra cita­
da. Si se compone de más de un volumen se consigna el año del
primero en aparecer y el último: B r e b b i a , Roberto H., H echo s y
actos jurídicos, Bs. As., Astrea, 1979-1995.
d) A r tíc u lo s científico s y per io d ístic o s . Como dijimos, una
importantísima fuente de la doctrina tiene como receptáculo las re­
vistas jurídicas que se publican en casi todos los centros de algu­
na im portancia. El artículo o nota de doctrina, generalmente de
desarrollo breve, permite analizar en profundidad un tema jurídico
puntual, en forma inmediata, sin las dificultades propias de un es­
tudio de mayor extensión.
Por ello, y salvo rarísimas excepciones, una investigación en
derecho no podría soslayar un análisis de todo lo que se ha escrito
en los últimos años sobre la cuestión y sus temas conexos en las
revistas científicas. Estudios que deberán ser prolijam ente “re-
pertoriados” en todas las publicaciones jurídicas de importancia,
sean éstas de carácter general13 o especializadas en cada rama del
derecho14. Teniendo en cuenta la óptica con la que se ha desarro­
llado la investigación, deberían revisarse las principales revistas
extranjeras o de carácter internacional.
En este caso, la primera tarea del autor consistirá en relevar
las distintas publicaciones cuyo contenido será luego objeto de un
análisis detallado en los repertorios o índices temáticos generales
con la finalidad de tomar los datos de las notas de doctrina, textos
normativos y jurisprudencia contenidos en ellas.

13 Como “La Ley”, “El Derecho” y “Jurisprudencia Argentina”, de Buenos


Aires.
14 Como “Derecho del Trabajo”, “R evista de Derecho Administrativo”, “Im­
puestos” y “Derechos in telectu ales” , tam bién de Buenos Aires.
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 12 9
Esta primera búsqueda, por lo general, no es penosa, pues el
número de publicaciones importantes de cada país es muy reduci­
do. Empero, deben precisarse con absoluta fidelidad los datos
que corresponden a cada publicación, sobre todo si es poco co­
nocida, para no cometer errores que podrían provocar más de un
dolor de cabeza. Por ejemplo, si se trata de buscar un artículo
presuntamente aparecido en la revista francesa mencionada como
l'Revue de Droit Public”, posiblemente no se lo hallará hasta des­
cubrir que el nombre correcto de la publicación es “Revue du Droit
P u b l i c De la misma manera, será imposible ubicar un artículo
en la revista italiana “II Diritto del Lavoro” (nombre de una pu­
blicación romana), cuando fue dado a conocer en la “Rivista Ita­
liana di Diritto del Lavoro”, que se publica en Milán por Giuffré.
Una mínima diferencia torna inhallable la fuente buscada.
Salvo rarísimas excepciones, los artículos de revistas no se
hallan en los ficheros temáticos de las bibliotecas públicas. Pero,
por lo general, estas grandes publicaciones editan anualmente ín­
dices temáticos y repertorios en los que resulta fácil tomar nota
del material de interés. La técnica del fichado resulta similar a lá
utilizada para las obras de mayor volumen, mas debe hacerse una
adaptación conforme a la técnica de cada publicación.
La referencia de un artículo de una revista jurídica comporta
los siguientes datos:
1) Nombre del autor, para lo cual se seguirán estrictamente
las consignas indicadas para la identificación del autor.
2) Título del artículo, indicando en su caso, si así lo establece
la publicación, que se trata de una nota de doctrina, un comentario
a fallo, u otra circunstancia cualquiera que figure como subtítulo,
3) Nombre de la revista o publicación de que se trate, que
puede ir precedido por la partícula latina “in ” o la española “en”,
que indica que ha sido publicado en una obra periódica mayor.
Esta es la diferencia fundamental entre la referencia de un libro y
la de un artículo de revista u otra publicación periódica.
Las revistas jurídicas se citan, por lo general, mediante abre­
viaturas largamente conocidas por aquellos que las utilizan en for­
ma habitual15. Así, por ejemplo, la “Revista Jurídica Argentina La
15 Ver una lista m uy com pleta de abreviaturas de publicaciones y o rg an is­
m os nacionales y extranjeros en Á lv a r e z C h á v e z , Técnicas para escribir, leer y
estudiar, p. 101 y siguientes.
9. H errera, M etodología.
130 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Ley” (Buenos Aires) se citará como LL; la “Revista El Derecho”


(Buenos Aires), como ED\ la “Revista Jurisprudencia Argentina”,
como JA\ “Anales de Legislación Argentina”, como ADLA; la “Re­
vista Trabajo y Seguridad Social”, como TSS, etcétera. Cuando
se citan revistas extranjeras en forma accidental conviene utilizar
el nombre completo y su lugar de edición para evitar confusiones.
Empero, si se aluden con frecuencia, podría usarse sin mayores
hesitaciones la abreviatura que corresponda, a condición de que
no se produzca confusión con otras siglas similares. De esta ma­
nera podrán identificarse las respectivas revistas jurídicas como
“Dalloz” (París) o D\ “Droit Social” (París) o DS\ “II Diritto del
Lavoro” (Roma) o 1DL\ “Rivista Italiana di Diritto del Lavoro”
(Milán) o RIDL; “Revista Española de Derecho Constitucional”
(Madrid) o REDC; “Revista General de Derecho” (Madrid) o RGD,
etcétera.
4) Datos de publicación o referencias tipográficas, según re­
sulten de la práctica de la misma revista a fin de ubicar con pre­
cisión y sin dudas el lugar en que se halla el trabajo relevado en
la colección. El procedimiento de numeración de una publicación
puede ser diferente de otra. En consecuencia, hay que estar a la
práctica de cada una en particular16.
Hay revistas cuyos volúmenes se identifican por año y tomo;
por ejemplo: “JA, 1991-III-939” querrá decir que el artículo fue
publicado en la “Revista Jurisprudencia Argentina”, en el tomo III
del año 1991, página 939. Otras publicaciones asignan un núme­
ro correlativo a cada tomo; así, si se consigna “ED, 101-943”, se
indica que la obra se halla en el tomo 101 de la “Revista El De­
recho”, página 943. Otras revistas se identifican simplemente por
el año: por ejemplo “DT, 1989-350”, referirá a la “Revista Dere­
cho del Trabajo”, página 350 del tomo correspondiente al año 1989.
Los artículos periodísticos de revistas o diarios de circulación
general, deben indicarse con la fecha precisa de publicación y even­
tualmente la página pertinente. En cuanto a ias revistas o diarios
extranjeros, es recomendable identificarlos con el lugar de origen,
así, si se cita el “Diario Excelsior” deberá precisarse que es el de
la Ciudad de México, o si se cita “La República” deberá consig­
narse que se trata de Roma, o “Le Monde” de París. En el caso

16 Cfr. Á lvarez CháVEZ, Técnicas para escribir, leer y estudiar, p. 153 y


siguientes.
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 131
de un trabajo en el que se citen exclusivamente publicaciones ar­
gentinas, no es necesario que se aclare que “La Nación”, “La Pren­
sa” o “Primera Plana” corresponden a los periódicos nacionales.
Algunos artículos periodísticos no se hallan firmados; en con­
secuencia, no podrá atribuirse la autoría a ninguna persona en
particular. En tal caso, en la nota al pie y en la bibliografía deberá
indicarse la publicación como responsable de la información o co­
mentario, de la siguiente manera: Juicio negativo de los laboralis-
tas, “Clarín”, del 4/3/94, p. 6.
§ 62. R e p e r t o r io s d e ju r is p r u d e n c ia . - Los fallos y sen­
tencias de los tribunales que, en conjunto, conforman la jurispru­
dencia son una fuente documental de prim er orden que, en la
mayoría de los casos, deberá ser analizada por el investigador (ver
§ 93, b).
El acceso a esta documentación generalmente se efectúa en
las publicaciones integrales que hacen las revistas jurídicas, que a
tal fin deben considerarse como fuente de primera mano. No así
cuando se trate de resúmenes o sumarios en donde se transcribe,
según lo ha entendido el autor del resumen, lo esencial de la doc­
trina del fallo. Resulta frecuente advertir que en el sumario del
fallo que habitualmente precede a la transcripción del decisorio,
fuente típicamente secundaria, se expresa muy imperfectamente lo
resuelto. Por lo demás, no es raro verificar que se ha tergiversado
el sentido de la decisión. En consecuencia, el autor deberá des­
confiar de tales resúmenes anónimos y cuando se trate de decisio­
nes trascendentes deberá consultar el texto de la sentencia.
El análisis de la jurisprudencia, pues, en un gran número de
casos, conformará una parte esencial de la investigación; por ello,
cada fallo citado o aludido debe ser cuidadosamente referenciado,
de manera de permitir al lector confrontar la publicación que ha
servido de fuente.
Pero en esta etapa de la investigación bibliográfica y docu­
mental no se trata de referenciar todas y cada una de las decisiones
judiciales que pueden ser de utilidad en el análisis crítico. Eso
será una tarea posterior y formará parte del trabajo de fondo “sobre
el material” (ver § 67, b). Sí se deben determinar las principales
fuentes del conocimiento de la jurisprudencia nacional y eventual­
mente extranjera. Para ello, el investigador deberá relevar la to­
talidad de las publicaciones periódicas, diarios, revistas, anales y
repertorios que publican los fallos que serán objeto del análisis.
132 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Cuando se dispone de excelentes revistas especializadas, como


ocurre en la Argentina en el campo del derecho del trabajo, vir­
tualmente poco es lo que pueden aportar las revistas generales que,
en el mejor de los casos, publicarán una selección de los mismos
fallos. Empero, esta afirmación no puede tener una validez gene­
ral; en consecuencia -y como norm a-, el estudioso deberá relevar
todas las publicaciones que contengan sentencias que puedan ser
de su interés, aun cuando después descarte, por repetitivas, ciertas
publicaciones que no aportan ninguna novedad. De todas formas,
el estudioso puede.aprovechar esas reiteraciones para consignar
distintas fuentes para localizar un fallo. Información provechosa
para aquel lector que no posea todas las revistas relevadas.
Estos repertorios de jurisprudencia en buena medida serán las
mismas publicaciones en que se han tomado los datos de notas y
artículos de doctrina.
Consecuentemente, en esta etapa de la investigación el autor
se limitará a “tomar nota” de cada una de las publicaciones nacio­
nales o extranjeras y, eventualmente, libros o repertorios de juris­
prudencia condensada, resumida, sistematizada, etc., de los cuales
hay una gran variedad.
§ 63. L o c a l iz a c ió n d e la f u e n t e e in d iv id u a l iz a c ió n d e l
- Una de las principales utilidades del fichero biblio­
c o n t e n id o .
gráfico es la de proporcionar al investigador la localización de la
fuente consultada. Para ello, en la respectiva ficha y junto con
los datos que oportunamente formarán parte de la “bibliografía”,
se deberá dejar constancia de los datos topográficos consignados
en el fichero de la biblioteca.
Con ello, llegado el momento de profundizar la fuente, el in­
vestigador se ahorrará el tiempo de búsqueda en la biblioteca con la
consiguiente utilidad. Este dato, obviamente, será usado exclusi­
vamente por el investigador, y no está destinado a publicarse.
En la ficha bibliográfica puede dejarse constancia de otras re­
ferencias que se completarán en el momento de consultar un ejem­
plar: se trata del número de páginas o de tomos de la obra, lo que
dará una idea de su importancia cuantitativa. Asimismo, puede
anotarse un brevísimo resumen del contenido del índice para saber
cómo ha sido tratado un tema bajo una rúbrica más amplia. El
autor evaluará la conveniencia de disponer de un fichero comple­
mentario que podría tener la forma de una “carpeta de fotocopias”
BÚSQUEDA E INVENTARIO DE LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO 133
con los índices de las principales obras relevadas, a las que remi­
tiría cada ficha bibliográfica.
Resulta útil consignar en el encabezamiento de la ficha una o
más palabras clave asignadas en función del plan del trabajo y la
idea directriz que exprese sintéticamente el tema principal del do­
cumento, a fin de facilitar su búsqueda sin necesidad de leer toda
la ficha. Deberá preverse un espacio para agregar futuras claves
aún no resueltas.
Por último, es recomendable dejar un pequeño espacio don­
de el autor anotará su opinión sobre la fuente en cuestión, a fin de
distinguir las obras importantes de las menos trascendentes, o las
meras recopilaciones de opiniones ajenas, de las que se podrá pres­
cindir sin mayores hesitaciones (ver § 55).
Agotada la primera “búsqueda” de material bibliográfico y
documental, el autor se preparará para el “próximo momento”: el
estudio sistemático del material. Debemos señalar una vez más
que con el cierre de este paso no queda definitivamente terminada
la búsqueda, pues en el curso del estudio y aun durante la redac­
ción, muy probablemente se descubrirá la existencia de nuevas
fuentes del conocimiento, de las que se deberá tomar debida nota
a fin de analizarlas en su momento. Con ello, el material del fi­
chero bibliográfico no dejará de crecer, aunque con un ritmo mu­
cho más moderado, hasta la finalización del proceso (ver § 145).
Quienes tengan la oportunidad de trabajar con una PC podrán
crear un archivo de bibliografía y documentos con mucha facili­
dad, consignando en cada una de las “carpetas” los datos comple­
tos de cada ficha bibliográfica y documental. Mediante un simple
procedimiento podrá imprimirse un listado alfabético o temático
de la documentación registrada, con lo cual, en su momento, la
“bibliografía” aparecerá perfectamente ordenada en un listado de
pocas páginas (ver § 96).
C a pítu lo V I
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN
Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL

§ 64. La f a s e e r u d it a . - Una investigación en el campo del


derecho evoca interminables manipulaciones de ficheros en biblio­
tecas especializadas, consultas de obras de doctrina y voluminosos
repertorios de leyes y jurisprudencia.
La idea no está lejos de la realidad: el análisis jurídico se rea­
liza casi siempre sobre textos escritos, lo que implica pacientes
horas de consulta en bibliotecas. Esta tarea de búsqueda y clasi­
ficación de la materia prima de la investigación, será tanto más
complicada cuanto más novedoso resulte el objeto. Hay temas “clá­
sicos” que han sido encarados una y otra vez desde distintos puntos
de vista por los juristas de todos los tiempos, quienes han abierto
senderos de fácil tránsito. Por el contrario, la dinámica de la vida
actual y sus acelerados cambios se reflejan con la misma velocidad
en el campo del derecho, al que se impone el estudio de nuevos
temas hasta hace poco desconocidos.
El estudio del material en las diversas fuentes del conocimien­
to es una de las tareas de mayor importancia del proceso y la que
más tiempo puede llevar a investigadores sin mayor experiencia.
Es obvio que el trabajo se simplifica radicalmente cuando el in­
vestigador dispone de una biblioteca completa, actualizada y per­
fectamente clasificada de la materia que pretende estudiar, o tiene
acceso a modernos sistemas de inform ática jurídica, hechos sin
duda por demás excepcionales entre los jóvenes juristas.
La acción que se debe desarrollar en este segundo momento
de la fase erudita, orientada fundamentalmente al estudio de las
fuentes documentales que serán objeto de la investigación, es cuá­
druple: a) por un lado el investigador debe evaluar cada una ce
136 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

las fuentes relevadas en su exterioridad y que continuará relevando


durante todo el proceso; b) luego debe anotar el contenido presun­
tamente de interés en fichas que denominamos “de lectura”; c) de­
be clasificar este material en función del plan de investigación que
se va modificando a medida que van creciendo las referencias,
que será reclasificado en función de las modificaciones que sufra
el plan de exposición, y d ) el autor deb e form ular sus propios jui­
cios, lo que oportunamente se reflejará en la conclusión del estu­
dio, materia que corresponde a la fase reflexiva.
Terminada la primera fase de la investigación, que denomina­
mos de la prospección, esbozada la planificación y cumplido el
grueso de la investigación bibliográfica, el autor dispondrá sobre
su mesa de los siguientes elementos: a ) el título de la obra y el
plan de investigación (ver § 32 y 47); b ) los textos básicos, que
ya han cumplido un importante papel: códigos, leyes y algunos li­
bros de doctrina (ver § 33 a 36 y 68 a 72); c) las pocas notas ex­
traídas durante la investigación prelim inar reducidas a fichas (ver
§ 33 a 36), y d) el fichero bibliográfico, aún incompleto, fruto del
primer momento de esta fase erudita (ver § 56, a).
Con estos elementos, de extraordinario valor, el jurista enca­
rará el segundo momento de esta instancia, que conforma el “cuer­
po” de la erudición. Trabajo difícil -frecuentemente derrota a los
novicios-, que requiere del análisis de gran cantidad de documen­
tación, mucha de ella inútil, simplemente superflua o repetitiva.
B a s c u ñ á n V a ld é s denomina esta etapa como heurística, término
que proviene del griego y significa “búsqueda y encuentro”, y que
consiste en el hallazgo y recensión crítica de las fuentes del cono­
cimiento vinculadas al tema elegido1.
Ahora hay que poner manos a la obra. Veremos cómo.

A) T r a b a jo s o b r e l a s f u e n t e s d e l c o n o c im ie n t o

§ 65. A c c io n e s b á s i c a s . -Term inado el primer momento de


la fase erudita, consistente en la búsqueda, clasificación y evalua­
ción del material bibliográfico, debe encararse el estudio en las
fuentes del conocimiento, a fin de tomar nota de su contenido, lo
que conformará el fichero de lectura, piedra angular del trabajo.
1 BASCUÑÁN V a l d é s , M anual de técnica de la investigación jurídico-
cia!, p. 154.
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 1 37
Al iniciarse esta acción, el autor tiene relevados en su exte­
rioridad, una cantidad más o menos importante de obras y docu­
mentos, prolijam ente referenciados en su fichero bibliográfico y
documental. De alguno de ellos ha tomado conocimiento de una
manera relativamente superficial para elaborar las primeras hipó­
tesis de trabajo y el plan de investigación; de otros, sólo ha tomado
nota de su existencia en una ficha bibliográfica. Se trata ahora de
analizar en detalle la documentación, en la que coexisten trabajos
fundamentales, con obras de absoluta intrascendencia que, como
en el tango, comparten en igualdad de rango una ficha idéntica,
como la Biblia junto al calefón.
En la preevaluación formulada durante el relevamiento biblio­
gráfico, se pueden haber elegido como si fueran las más importan­
tes, una serie de obras que el autor considera de mayor utilidad;
al tiempo que otras han sido precalificadas como de menor impor­
tancia, ya sea por su antigüedad, o por corresponder a autores de
segunda línea (entre los cuales puede haber trabajos brillantes).
Esta calificación, pues, servirá como una prim era selección que
determinará, en alguna medida, el orden con que se profundizará
el estudio de fondo.
El fichero bibliográfico se habrá organizado no por orden al­
fabético (podría existir también un fichero alfabético, pero no es
indispensable), sino por temas. Para ello, se clasificará el mate­
rial en función del plan, tal como se encuentra al término de la
investigación preliminar. De esta manera se obtendrá un primer
orden de los temas a profundizar.
Es claro que entre las fuentes relevadas habrá algunas más ge­
nerales que otras: ciertos documentos servirán de fuente de diver­
sas partes del trabajo, mientras que otros -pensamos en un artículo
o nota a un fallo- sólo se utilizarán en un punto determinado.
Consecuentemente, la bibliografía más general se clasificará en las
primeras divisiones del fichero, tras los caballetes que correspon­
den a estos aspectos del estudio, sin perjuicio de ir desplazando
luego tales fichas de aprovechamiento múltiple, tras los caballetes
que corresponden a los otros puntos del plan (ver § 74). Ello con
el propósito de ir agotando paso a paso el estudio de los temas que
se investigan, y relevando con la mayor precisión posible su con­
tenido.
Se trata ahora: a) de anotar toda referencia que podría ser útil
al trabajo en preparación; b) de descubrir la totalidad de los textos
138 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

básicos de que se servirá el autor como apoyo directo de su obra,


y c) de evaluar la importancia relativa del material relevado, a fin
de descartar el material inútil, poniendo particular énfasis para no
ignorar nada importante, aunque sea de un autor por el momento
desconocido. Es el contenido lo que califica la obra y no el nú­
mero de páginas publicadas.
§ 6 6. R e le v a m ie n to d e l a d o c u m e n ta c ió n : e l f i c h e r o d e
l e c t u r a . - ¿En qué orden debe encararse el estudio de las fuentes
del conocim iento ? La respuesta parece imponerse al decir que,
en principio, en el orden indicado por el plan de investigación, que
nos suministra un listado de temas hipotéticos al que corresponden
obras y documentos que desarrollan temas de mayor a menor. Es­
te orden lógico insta al investigador a estudiar primero los temas
más amplios y generales para ir avanzando en el mismo sentido
que su discurso, hacia los temas más limitados hasta agotar la cues­
tión propuesta.
Empero, esta afirmación debe moderarse y aun modificarse,
cuando lo imponen circunstancias que aconsejan otro criterio.
Si bien en principio resultaría ideal ir avanzando en el orden
que indica el plan, será posible hacerlo sólo cuando el investigador
tenga al alcance de su mano la totalidad de las fuentes de que se
servirá, situación, ya lo señalamos, francamente excepcional.
Consecuentemente, siempre que el autor deba desplazarse de
una biblioteca a otra para tomar nota del material, deberá modifi­
car el criterio de manera de explorar cada fuente en la medida en
que sea posible; es decir, en función del lugar físico en que se halla
la documentación, aun cuando se altere el orden del plan. El in­
vestigador, aunque intentará avanzar en un determinado orden ló­
gico, y no a tontas y a locas, irá estudiando varios temas en forma
paralela, simultáneamente vinculados entre sí por la idea directriz,
aunque estén separados en el plan. De esta manera, irá agotando
la documentación existente en un lugar antes de pasar a otro.
El material debe clasificarse a medida que se elabora, en el
llamado fichero de lectura que servirá luego de fuente inmediata
y directa a la redacción. El procedimiento de sistematización po­
drá variar en función de las preferencias de cada persona y las pro­
pias exigencias del proceso en curso. Empero, podemos señalar
ciertas pautas que pueden ser de utilidad a los investigadores en
el campo del derecho y aun fuera de él.
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 139

La mayoría de los estudiosos -si no es la unanim idad- están


de acuerdo en señalar que el uso de fichas organizadas en fichero
temático, en función del plan de investigación, constituye el mé­
todo más fácil y eficaz.
Una ficha, en el sentido clásico del término, es un rectángulo
de cartulina suficientemente rígido como para colocarse en posi­
ción vertical en una caja de dimensiones apropiadas, como las an­
tiguas cajas para zapatos. Con ello descartamos, en principio, las
fichas flexibles como las de papel, difíciles de manipular y de fácil
deterioro2.
Su formato limitado impone al investigador un esfuerzo de
síntesis del cual deberá hacer un hábito. No se trata de transcribir
pasajes com pletos, salvo que el autor suponga que los necesi­
tará para una cita textual, ni de reducir a fichas paquetes de foto­
copias sin información esencial. El fichado supone, pues, un tra­
bajo de análisis, reflexión y síntesis, que le indicará en cada caso
el procedimiento a seguir en el tratamiento de cada información.
Las fichas pueden ser de muy distinto tipo, y deberán adap­
tarse a las necesidades del proceso. Una ficha supone un texto
que puede ser contenido en un pequeño espacio. Cuando necesa­
riamente se deban utilizar pasajes de mayor envergadura deberán
tenerse al alcance de la mano. Son lo que denominamos textos
básicos, que por su volumen o im portancia no pueden ser redu­
cidos.
En un trabajo jurídico, por lo común, se utilizarán fichas de
los siguientes tipos:
a) De normas legales.
b) De jurisprudencia, que según los casos se tratarán de trans­
cripciones o resúmenes de doctrina.
c) De doctrina, que según los casos se tratará de citas literales
o de resúmenes de concepto.
d ) Críticas, con comentarios del propio autor.
e) De reenvío.

2 El tipo y tamaño de las fichas a utilizar, dependerá de las preferencias de


cada uno. Por ejemplo: podrían utilizarse para el fichero bibliográfico, cuyas
fichas contienen menos texto, las más pequeñas (n° 1, de 125 x 77 mm), mien­
tras que para el de lectura podrían emplearse las otras de mayor tamaño (n° 2, de
150 x 100 mm, o n° 3, de 140 X 105 mm).
140 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

/ ) _Otras, de acuerdo al tipo de obra que se elabora, como, por


ejemplo, las que remitieran a trabajos de campo u otras investiga­
ciones inéditas.
Resulta recomendable la utilización de fichas de distintos co­
lores (qué se colocarán juntas en las divisiones que correspondan
a cada tema), atendiendo a la naturaleza del material relevado.
Así, podría asignarse un color a las normas (leyes, decretos, orde­
nanzas, convenios colectivos), otro para la doctrina (tratados, ma­
nuales, artículos, notas a fallo, libros monográficos) y otro para la
jurisprudencia (fallos y sentencias). En el caso hipotético de ser­
virse de otro tipo de documentación, como encuestas, entrevistas,
estadísticas o estudios de campo, se podrían indicar con otro color,
así como también los comentarios del autor.
El uso de las modernas técnicas informáticas puede facilitar
enormemente la tarea de clasificación del material y su posterior
utilización durante la redacción, sin que por ello se pueda sustituir la
tarea de reflexión y análisis que corresponden al jurista (ver § 122).
Por lo demás, la clasificación del material que se releva en biblio­
teca en una computadora personal (PC), exigiría la transcripción
de las fichas manuscritas al sistema, con el consiguiente doble tra­
bajo, salvo que el autor disponga de una PC portátil con la que
podría elaborar sus fichas en el recinto de la biblioteca pública.
§ 67. C o n t e n id o d e la s n o t a s . - Tomar nota del contenido
de una fuente es mucho más que transcribirlo en un rectángulo de
cartulina. Por lo tanto, debemos señalar que, según resulte de su
naturaleza, será la técnica que se debe emplear para consignar
su contenido. No se relaciona igual una nota de doctrina o una
sentencia, de las cuales se extraerá la sustancia, q u e la d e un texto
auténtico que requiere ser transcripto palabra por palabra (ver § 70).
• Si bien cada tipo de documento tiene sus exigencias, el autor
impondrá sus propias técnicas de fichaje con cierta libertad. A
continuación adelantamos algunos consejos que consideramos útiles.
Las notas deberán tomarse siempre de la misma manera, usan­
do siglas y signos propios o convencionales (como las abreviaturas
de revistas jurídicas o tribunales), a fin de evitar cualquier confu­
sión. Las notas deben ser perfectamente claras y legibles al autor
y, en principio, no deben contener más de un tema relevado en una
sola fuente. Ello con la finalidad d e facilitar su clasificación, lo
que no siempre se consigue, generándose fichas de contenido múl­
tiple (ver § 75). Cada ficha te m á tic a p u e d e d e s a rr o lla r s e en una
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 14]

o muchas piezas (fichas), según resulte de la extensión de la refe­


rencia; debe intentarse que su contenido sea lo más concreto po­
sible, facilitando así su clasificación posterior.
A medida que se van confeccionando las fichas, el material
se evalúa y clasifica: para ello se titula cada una con una fórmula
muy breve que resuma adecuadamente el tema de que se trata con
una o más “palabras clave”. Eventualmente se indicarán los te­
mas conexos por medio de subtítulos, dejando un espacio libre para
posteriores indicaciones. La elección de vocablos supone una re­
flexión directamente vinculada con la idea directriz de la obra,
pues, en principio, la clave deberá ser asignada en función de su
presunta utilización según el plan de investigación.
Este título o clave puede ser un tanto difícil de asignar en un
primer momento, cuando aún no se tienen suficientemente en claro
los distintos aspectos a considerar: no por ello deberá dejarse sin
nombre cada ficha. Simplemente se le asignará uno que resulte de
la propia inteligencia, previendo desde ya la posibilidad de reasig­
narle otro, con lo cual, podría modificarse su posición en el fiche­
ro. En tal caso, bastará con que el autor deje espacio suficiente.
Las fichas deben consignar la fuente con indicación precisa de
las páginas a que corresponden. No se trata, obviamente, de vol­
ver a transcribir los datos de la pieza bibliográfica, sino de vincu­
lar inequívocamente la ficha de lectura con su respectiva fuente,
cuyos datos completos constan en el fichero bibliográfico. Para
ello podrá hacerse un generoso uso de abreviaturas y claves que el
autor pueda interpretar sin equívocos.
a) N ormas legales. En principio, no resulta posible resumir
el contenido de textos auténticos, que el autor debería tener dispo­
nibles frente a sí en forma permanente. Por lo pronto, y como
regla general, deberá disponer de una versión integral en una buena
edición de las leyes o códigos que utilizará en forma intensiva (ver
§ 69 y 93, a).
Pero en muchos casos el jurista deberá aludir a otras normas
que no se hallan en los textos básicos: pensamos, en especial, en
normas extranjeras o reglamentarias que se citan en forma acci­
dental, cuya importancia no justifica la tenencia de un texto com­
pleto cuando sólo se requieren unos pocos artículos. En estos ca­
sos, el autor no quedará eximido de consultar una versión auténtica,
pero a los fines del fichaje será suficiente con la transcripción ab­
solutamente fidedigna de lo que se va a utilizar.
142 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

A tal fin deberán copiarse las partes pertinentes de la norma


-normalmente entre com illas-, respetando escrupulosamente la or­
tografía y la puntuación, sin ningún error. Cuando sea innecesaria
una frase, podrá suprimirla, dejando constancia de la omissis, me­
diante la colocación de una serie de puntos (...). El fotocopiado
de estos artículos y su reducción a fichas son una garantía de fide­
lidad que no debe desestimarse.
Resulta esencial que el autor pueda -sin hesitación ni riesgo
de error- utilizar estos textos legislativos, de los cuales no dis­
pone de un ejemplar, a fin de reproducirlos o simplemente comen­
tarlos.
b) J u r i s p r u d e n c i a . Habitualmente los trabajos jurídicos de­
dican una parte importante al análisis de las decisiones jurispru­
denciales. Según resulte de la óptica del investigador, la impor­
tancia de tal elemento podrá variar sustancialmente: en algunos
casos resultará central, mientras que en otros será prescindible.
En el supuesto que deba realizarse un estudio jurisprudencial;
no todas las sentencias tienen la misma importancia y, por consi­
guiente, el relevamiento de tales documentos puede ser diferente.
Cuando se trata de comentar decisiones de gran importancia, el
autor deberá trabajar con un documento básico (ver § 71 y 93, b).
En cambio, si las sentencias se utilizan en forma subsidiaria
o accidental, será suficiente que en la ficha se anote lo sustancial
del fallo, lo que se dejará claramente consignado. Hay que poner
particular énfasis al resumir una sentencia dividida, rescatando la
posición mayoritaria y dejando constancia de las disidencias. Pa­
ra ello corresponde consultar una versión integral y verificar por
sí mismo dicha doctrina, sin confiar en el sumario o resumen que,
por lo general, precede la publicación.
Es importante transcribir con claridad el fundamento expuesto
por el tribunal y el sentido de la decisión, a fin de poder analizarla
con propiedad. Si el investigador realiza im perfectamente este
trabajo, la ficha se volverá inútil o tendrá que consultar nuevamen­
te el repertorio con la consiguiente pérdida de tiempo.
No es necesario acumular gran cantidad de fallos que digan
prácticamente lo mismo. Tampoco tiene mayor interés reiterar
una y otra vez la opinión del mismo tribunal sobre una cuestión.
A los fines de una exposición útil, será suficiente la relación de
un número razonable de fallos de distinta jurisdicción, preferente­
mente los más modernos, siempre que el análisis no se haga en
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 143
una perspectiva histórica. En ese orden de ideas no debe olvidar­
se que los tribunales de las jurisdicciones más importantes, como
los nacionales de la Capital Federal o los de la provincia de Bue­
nos Aires, tienen una influencia mayor en la orientación judicial,
razón por la cual en ningún caso deberían omitirse en el análisis.
Como regla, se citan únicamente las decisiones de los más al­
tos tribunales (Corte Suprema de Justicia de la Nación, tribunales
superiores y cortes de provincia), y de los tribunales de alzada en
todas las jurisdicciones; como excepción puede citarse a los tribu­
nales colegiados de instancia única.
Por lo común, a los organismos judiciales se los identifica con
una abreviatura o sigla vastamente conocida en el medio. Por
ejemplo, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación se la re­
conoce como CS o CSJN; a la Suprema Corte de Justicia de la
provincia de Buenos Aires, como SCBA; a los tribunales supe­
riores de provincia, según el caso (como TS Córdoba, o ST San
Luis)..*Jyi, el mismo orden los tribunales de segunda instancia (p.ej.,
CCivCOm La Plata, Sala II; CNCiv, Sala D; CCiv Rosario, Sala
III; CN FedContAdm, Sala II; CFed Córdoba; CNAT, Sala VI).
Las abreviaturas pueden variar de un autor a otro, pero siem­
pre deben identificarse de igual manera: al mismo tribunal siempre
le corresponderá la misma abreviatura.
Cuando un fallo contenga varias cuestiones interesantes para
diversos puntos del plan, ellas deben relacionarse en fichas sepa­
radas. En principio, a cada sentencia se asignará por lo menos
una ficha, la que será titulada con el tema a que corresponde la
doctrina del decisorio, y en la que se debe consignar los siguientes
datos:
1) Tribunal que la dictó, con indicación de la sala si la hu­
biera.
2) Fecha.
3) Nombre de los autos.
4) Datos de publicación.
Por ejemplo, se consignará CNAT, en pleno, 19/8/68, “CGEC
c/Mois Chami”, DT, XXIV-81, para referenciar el fallo plenario
dictado por la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, el 18
de agosto de 1968, en los autos “Confederación General de Em­
pleados de Comercio c/Mois Chami”.
Cuando se cita una gran cantidad de fallos y se tienen los da­
tos de publicación, puede omitirse el nombre de los autos, a con­
144 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

dición de que no haya equívocos. Esto no puede practicarse en


el caso de fallos inéditos, ante la dificultad que presenta su bús­
queda en los tribunales.
La totalidad de las decisiones de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación son publicadas en la revista oficial “Fallos de la Su­
prema Corte de Justicia de la Nación” {Fallos), que tiene carácter
de auténtica. Normalmente se la referencia con el número de
tomo y página omitiendo los demás datos, de la siguiente manera:
CSJN, Fallos, 297:133.
Si la sentencia fue objeto de un comentario, deberán consig­
narse los datos de la nota, de la siguiente manera: CSJN, 2/11/82,
“Dimitrik Artemio c/ENTEL”, LT, XXXII-354, con nota de De la
F u e n t e ,- Horacio, Un fallo trascendente sobre daño moral.
No todos los fallos se publican y muchas sentencias impor­
tantes quedan por siempre “inéditas”, lo que no impide que algu­
nos juristas las “descubran” y las pongan de manifiesto en sus tra­
bajos3.
c) D octrina . Si bien cuando se trata de normas legales y ju­
risprudencia importante la regla es la transcripción literal, cuando
se trata de doctrina ella se convierte en excepción.
Consecuentemente, será suficiente extraer lo sustancial de una
opinión para exponerla a su turno en el propio trabajo. Es lo que
se denomina paráfrasis. Sólo cuando se prevé la utilización tex­
tual de un concepto deberá ser transcripto entre comillas en la res­
pectiva ficha, respetando escrupulosamente su redacción, a fin de
reproducirlo de la misma manera4.
Debe hacerse una utilización muy dosificada de estas trans­
cripciones textuales, con el objeto de “aligerar” el escrito en ela­
boración. Cuando se resuman conceptos, conviene hacerlo con
las propias palabras del investigador, respetando el espíritu del au­
tor consultado, lo que luego servirá para explicitar la fuente del
conocimiento utilizada en relación a la afirmación que se formula.
Con frecuencia los puntos de vista de los autores consultados
no coinciden con la idea directriz del investigador, razón por la
3 De este material no se hallarán rastros en las bibliotecas públicas, y para
su análisis se debería tener acceso a los centros de documentación o jurispruden­
cia de los tribunales, donde se archivan y eventualmente se clasifican los fallos
del fuero.
4 V i r o g l i o - F e s s i a , Cómo elaborar monografías y tesis, p. 104 y 108.
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVACUACIÓN DEL MATERIAL i 45
cual el razonamiento o la información que se referencia debe ser
analíticamente transcripta en la propia óptica tomando particular
cuidado para no atribuir a la fuente las palabras del investigador
que lo interpreta. "
Es obvio que en caso de duda sobre la importancia de un pa­
saje que podría ser utilizado o no en forma literal, lo que todavía
no se halla determinado, el texto deberá ser transcripto en la ficha
palabra por palabra, dejando constancia de ello por el uso de co­
millas (“ ”), aun cuando luego en el trabajo escrito se lo utilice de
otra manera.
El rigor científico y un elemental prurito de honestidad impi­
den toda forma de plagio aun involuntario, es decir, la apropia­
ción de la obra intelectual de otro. Por ello, en ningún caso se
deberá reproducir un texto ajeno, así sea muy breve, sin el corres­
pondiente entrecomillado y la referencia de la obra que sirvió de
fuente. Aunque fuese de manera inconsciente o accidental, resul­
taría una prueba de negligencia incalificable5 (ver § 163). Por
ello es que toda afirmación que no sea de la propia autoría deberá
hallarse referenciada con su fuente.
Cuando se trate de hechos de pública notoriedad, vastamente
conocidos y reiteradamente invocados en la literatura jurídica, no
se requiere de la individualización de la fuente, por redundante.
Así, por ejemplo, por obvio, no se deberá indicar dónde se obtuvo
la información de que V élez S á rsfield fue el autor del proyecto
de Código Civil argentino o que tuvo como principal fuente el Es­
bogo de F reitas que, a su vez, se inspiró en el Código de Napoleón.
En cada una de las fichas correctamente tituladas con el tema
que contienen, deben constar de manera resumida los datos de la
fuente, utilizando las abreviaturas de uso generalizado o propias
del autor, con expresa indicación de la página en la que se halla
el concepto evocado.
Así, por ejemplo, si se trata de fichar material extractado del
Tratado de derecho civil de B o rd a , en la parte correspondiente al
primer tomo de Obligaciones, bastará que el autor indique B o r d a ,
Ob., t. X, p. 435 (o 1-435). De la misma manera resultará suficien­
5 P lE R R E M e n a r d , autor del Quijote según B O R G E S, difícilmente podría ha­
ber convencido de que su obra no se trataba de un plagio, aunque fuera de su
propia cosecha (cfr. B o r g e s , F ie r r e Menard, autor del Quijote, en “Ficciones”,
p. 45).
1 46 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

te indicar B id a r t C a m p o s , Un pedido de excarcelación, ED, I 4q_


460, para identificar la nota titulada como Un pedido de excarce­
lación denegado, que suscita meditar sobre la necesidad de refutar
los argumentos de la sentencia en el recurso extraordinario, pu­
blicado en la revista “El Derecho”, tomo 141, página 460, todo lo
cual se consigna en el fichero bibliográfico.
El autor deberá poner particular cuidado en la identificación
de autores con nombres muy parecidos que pueden suscitar confu­
sión: recordamos que hay juristas como M a n u e l A l o n so O lea y
M a n u e l A l o n s o G a r c ía , que son dos personas distintas que escri­
ben sobre derecho del trabajo español. En nuestro país, J u sto Ló­
pez y M a r io J u sto L ó pe z son dos distinguidos juristas, que al me­
nos se han puesto de acuerdo para escribir sobre distintas materias.
Por su parte, la familia E ta la tiene varios integrantes que escriben
sobre derecho del trabajo y seguridad social, por lo que, al relevar
sus obras, deberá precisarse si se trata de J u a n J o sé padre o hijo,
C a r lo s o C r ist in a (ver § 61, a).
A pesar de que en la ficha bibliográfica se debe consignar la
clave de la biblioteca en que ha sido relevada la obra, no está de
más ponerla nuevamente en la ficha de lectura, cuando no se tenga
la absoluta seguridad de que se trata del mismo ejemplar, pues po­
dría resultar que la edición de una biblioteca fuera distinta que el
ejemplar efectivamente consultado, con lo que podría variar la pa­
ginación. Por ello debe figurar en la ficha de lectura la edición
utilizada para eventualmente corregir la bibliografía (ver § 61, c).
De la misma manera es conveniente asignar un número corre­
lativo a cada una de las fichas a medida que se las confecciona, a
fin de poder individualizarlas con mayor facilidad.
d) T e xto s e n idio m a e xtra n jer o . Las reglas que hemos se
lado en relación a normas, jurisprudencia y doctrina deben apli­
carse al caso en que la documentación original se halle en un idio­
ma extranjero, lo que implica una dificultad suplementaria.
Por lo pronto, cuando la fuente extranjera se configure como
un documento básico, resultará virtualmente imposible servirse de
ella sin un vasto conocimiento del idioma (ver § 30, c).
Si el texto tiene una importancia menor, será suficiente un co­
nocimiento lingüístico que le permita acceder a lo sustancial sin
la traducción de un tercero. Cuando el dominio del idioma no le
permita al investigador el acceso a la fuente, no quedará otro reme­
dio que echar mano a una traducción por persona suficientemente
RELEVAMIENTO. CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 14 7

competente en derecho como para suministrar una versión confia­


ble. De todas maneras, deberá hacerse un uso muy cuidadoso
de tales versiones cuando el propio jurista no ha podido verifi­
carlas.
Si se trata de documentos que por su naturaleza deben citarse
palabra por palabra, como las normas legales y otras fuentes im­
portantes, el texto extranjero debería relevarse en la lengua en
que ha sido establecido, aun cuando luego se trabaje con una tra­
ducción, pues resultará conveniente consignarlo, como una forma
de preservar la seriedad de la información que se suministra (ver
§ 138, c).
Cuando el autor tenga la suerte de disponer simultáneamente
de un texto original y una traducción de toda seriedad, deberá tra­
bajar con ambos, poniendo especial cuidado en ciertos términos
técnicos, que muchas veces resultan difíciles de traducir, por lo
que requieren de parte del jurista, o en su caso del traductor, una
explicación pormenorizada.
En caso de jurisprudencia o doctrina, y siempre que el estu­
dioso tenga capacidad para ello, debería intentar resumir en el idio­
ma del documento. Cuando ello sea imposible, deberá contentarse
con un extracto en castellano, en el que se pondrá particular cui­
dado para no desnaturalizar su sentido.
Con estas advertencias y consejos hemos querido poner de re­
lieve una vez más las serias dificultades que tendrán aquellos que
no dominen lenguas extranjeras para acceder con solvencia a do­
cumentos establecidos en otros idiomas, dificultad que se convierte
en insuperable si además no se conoce suficientemente el sistema
jurídico del país.
Por lo expresado, y siempre que el autor no se sienta suficien­
temente competente, será mejor que desista de invocar normas o
doctrina que no conoce sino muy aproximativamente, falto de tra­
ducciones de autores incontestados en sus versiones (ver § 30, c).

B) Los d o c u m e n t o s b á s i c o s y su u tiliz a c ió n

§ 68. D is p o n ib il id a d d e m e d io s . - Señalamos ya que para


encarar con posibilidades de éxito una investigación se requiere de
un mínimo de infraestructura, sin lo cual la tarea más simple se
convierte en una obra intrincada.
148 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Por lo pronto, el autor deberá disponer de una biblioteca per­


sonal -aunque sea pequeña- a la cual pueda tener acceso en forma
permanente, sin necesidad de desplazarse del lugar de trabajo, sean
los libros de su propiedad o no; lo importante es que estén dispo­
nibles.
En primer lugar, el autor debe poseer una buena edición ac­
tualizada de las normas jurídicas de las que hará una utilización
constante, como la Constitución nacional, los códigos y leyes fun­
damentales y otros cuerpos legales. Será particularmente conve­
niente tener, además, un texto comentado por un autor de primera
línea, de donde podrá extraer explicaciones a profundizar según su
propia idea directriz.
En segundo lugar, el investigador va a necesitar algunos libros
de base, tratados o textos monográficos, que consultará, al tiempo
que profundiza las distintas fuentes del conocimiento. Es conve­
niente que el investigador tenga en su mesa de trabajo la totalidad
de los documentos básicos a los que recurrirá sin necesidad de tras­
ladarse a centros de documentación o bibliotecas públicas.
§ 69. C ó d ig o s y o t r o s t e x t o s l e g a l e s . - La gran mayoría
de los estudios de derecho consagran una parte fundamental al aná­
lisis de disposiciones legales. Esta fuente del conocimiento de
primerísima importancia debe hallarse adecuadamente relevada por
el autor que hará de ella un uso intensivo (ver § 93, a).
Pero no todas las disposiciones normativas serán utilizadas
por igual. Algunas, que denominamos textos básicos, estarán con­
formadas por aquellos plexos legales, codificados o no, que serán
objeto de un análisis profundizado. Resultaría inconcebible un
autor que trabajara sobre un tema codificado sin tener al alcance
de su mano el texto respectivo que deberá ser consultado en forma
permanente durante el proceso de investigación.
Sabemos que la doctrina y la jurisprudencia rara vez transcri­
ben las normas legales que simplemente designan por su número
o nombre. El autor no podrá confiar en su memoria ni en trans­
cripciones parciales cada vez que aluda a un articulado cualquiera,
ni trabajar con unas pocas fichas con las principales disposiciones.
Cada uno de los “grandes tem as” tratados en las leyes debería
ser referenciado en fichas temáticas por los autores noveles que no
tienen un dominio total de dichos cuerpos legales, las que se co­
locarán en el fichero de lectura, tras el caballete que corresponda
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 149
al tema, según resulte del plan de investigación. De esta manera,
en el fichero quedará inequívocamente vinculado cada tema con el
articulado de la ley que le corresponde, facilitando así la búsqueda
de una norma en el Código cada vez que sea necesario. Este fi-
chaje de normas podrá ser obviado por los autores que tengan un
conocimiento muy amplio, o simplemente cuando se utilizan pocas
disposiciones legales.
§ 70. O b r a s d e d o c t r in a . - La gran mayoría de los trabajos
jurídicos, aun aquellos que abordan temas inéditos, hunden sus raí­
ces en la doctrina que los ha precedido. Consecuentemente, re­
sulta conveniente -y a veces indispensable- apoyar el propio de­
sarrollo en las argumentaciones de los juristas más calificados.
La “originalidad” de un trabajo jurídico, naturalmente, no im­
porta la reinvención de la rama del derecho de que se trata. Por
lo demás, el análisis se limitará a una institución o un grupo de
ellas dentro de un contexto de carácter histórico y geográfico. Ello
llevará al autor, una y otra vez, a aludir a obras de otros juristas
para fundar su propio desarrollo.
Estos textos podrán ser tratados generales, pero también obras
monográficas en que se han desarrollado determinados aspectos
que atañen al análisis de la cuestión.
No se trata de tener sobre la mesa la biblioteca de Alejandría,
pues no serviría de gran cosa; los textos de doctrina básicos serán
unos pocos -quizá muy pocos- que servirán de referencia constan­
te y, en alguna medida, “enmarcarán” el material recogido en el
resto de la documentación que conforma el grueso del fichero de
lectura. A diferencia del resto, de los textos básicos se hará una
utilización intensiva. Esta cualidad los distingue de las otras obras
de doctrina que se irán consultando, y de los cuales el autor ex­
traerá solamente las referencias más importantes, que transcribirá
o resumirá en las fichas de lectura. Estas obras de consulta espe­
cífica, se hallen o no al alcance de la mano, no se utilizan inten­
sivamente.
El contenido de los textos básicos no requiere ser transcripto
ni resumido en fichas de lectura, pues el autor los tiene permanen­
temente al alcance de su mano. Empero, resulta conveniente fi­
char cada uno de los “temas”, según el plan de investigación.
Consecuentemente, el estudioso vertirá en la ficha de lectura
sólo el intitulado de cada tema tratado en el texto básico, con ex­
150 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

presa indicación del lugar en que se desarrolla, la que se clasifi­


cará, tras un caballete junto a las demás.
Es obvio que todo este material debe hallarse adecuadamente
“repertoriado” en el respectivo fichero bibliográfico, ya que en su
momento integrará a justo título la bibliografía.
§ 71. “ L e a d in g c a s e s ” y o t r o s f a l l o s im p o r t a n t e s . - En
el análisis jurídico, como hemos señalado, la jurisprudencia tiene
una gran importancia. Según resulte de la óptica del trabajo, este
rubro tendrá una mayor o menor relevancia. En algunos casos,
deberán estudiarse en profundidad determinadas decisiones par­
ticularmente importantes, explicando las razones expuestas por los
tribunales. En tal supuesto, el autor debería disponer entre sus
textos de base de un ejemplar completo de las decisiones de mayor
importancia (ver § 93, b). No sería suficiente el análisis sobre
simples resúmenes o comentarios de segunda mano, que podrían
desnaturalizar su sentido. Tampoco resultaría satisfactorio el co­
mentario que se pudiera realizar sobre los resúmenes hechos por
el estudioso. Es decir, cada vez que se analicen en profundidad
fallos trascendentes debería trabajarse sobre un texto integral.
Por lo demás, deberá averiguarse si existen comentarios pu­
blicados. Estas notas, por su im portancia, podrían -e n algunos
casos- utilizarse como un documento básico como doctrina. Rei­
teramos, tales comentarios, por importantes que sean, no pueden
sustituir al documento original, pero pueden ayudar a su análisis.
Entonces, si el trabajo analiza jurisprudencia en forma pun­
tual, el autor deberá disponer de las versiones completas. Para
ello será suficiente un juego de fotocopias tomadas de un reperto­
rio de probada seriedad, o si el fallo es inédito, del archivo o pro­
tocolo del tribunal que expidió la sentencia.
§ 72. L a d o c u m e n t a c ió n a u t o g e n e r a d a . - Hay ciertos te­
mas jurídicos para cuyo análisis no son suficientes las referencias
extraídas de libros y repertorios. En otras circunstancias, la do­
cumentación existente queda rápidamente desactualizada por acon­
tecimientos que no quedan registrados en la bibliografía. Por úl­
timo, hay investigaciones en las que el jurista debe echar mano de
técnicas propias de la sociología, la economía, la estadística y aun
de las ciencias médicas. En todos estos casos, y muchos otros que
no descartamos, el investigador debe llevar adelante una suerte de
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 151
investigación paralela para proveerse de modo directo de la infor­
mación que carece. Es lo que llamamos -n o sin alguna impropie­
dad- “documentación autogenerada o directa”.
Ciertos temas pueden requerir la formalización de encuestas
para conocer por la vía del muestreo el estado de ciertas situacio­
n e s jurídicas o el funcionamiento en la realidad de los hechos, fue­
ra del contexto del litigio. La jurisprudencia analiza casos en el
marco del conflicto individual, es decir, en una óptica de “patolo­
gía jurídica”, lo que deja fuera del análisis el funcionamiento “nor­
mal” de las instituciones autorreguladas.
Consecuentemente, siempre que el jurista pretenda adentrarse
en este campo, extraño a la intervención de los tribunales, debe
echar mano a la investigación directa o a la que eventualmente le
hayan suministrado otros científicos6.
Imaginemos aquí una investigación sobre la práctica que se
hizo de las modalidades contractuales llamadas “promovidas”, es­
tablecidas por la ley de empleo en 1992, que pretendiera dilucidar
qué tipo de empresas las han utilizado, en qué actividades, en qué
regiones geográficas, qué las movió a ello, qué resultados obtuvie­
ron con la experiencia, si su uso incrementó el empleo, qué tipos
de conflictos se generaron y con qué consecuencias, si tales figuras
facilitaron la contratación, si se promovió el empleo entre los jó ­
venes, si se pronunció la marginalidad de los nuevos trabajadores.
Éstos y muchos otros interrogantes, fundamentales para un juicio
de valor sobre la experiencia, requerirían de un estudio paralelo,
no estrictam ente jurídico, sobre la efectiva aplicación de tales
mecanismos contractuales y sus consecuencias prácticas, lo que po­
dría realizar el investigador echando mano a las técnicas apro­
piadas.
Ocurre lo mismo cuando el análisis jurídico requiera de esta­
dísticas. Por ejemplo, en un estudio vinculado con determinados
tipos penales, que utilice estadísticas sobre delitos, sus principales
efectos y la ubicación geográfica de las situaciones, el análisis pro­
piamente jurídico quedaría vinculado al estudio estadístico y cri­
minológico, que tendría carácter de documentación básica autoge­
nerada.
6 S ob re este im p ortante tem a puede co n su lta rse S a b in o , Introducción a la
metodología de la investigación , p. 121 y 181, do nde se analizan en fo rm a m uy
didáctica las técnicas del m uestreo, entrevistas y su pro cesam iento.
152 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Estos trabajos de campo, paralelos a la investigación jurídica


propiamente dicha, son documentos de primerísima importancia.
Cuando el autor se refiera a ellos deberá indicar que la fuente co­
rresponde a una elaboración propia en función de la técnica que
haya efectivamente utilizado, por ejemplo, entrevistas personales,
cuadros estadísticos elaborados en base a la información de centros
judiciales, policiales o carcelarios, o lo que resultare del estudio.
Dichos documentos originales no requieren ser reducidos a f i ­
chas, ya que se utilizarán -com únm ente- sólo sus principales con­
clusiones, por lo que deben ser tratados como documentos básicos.
En ciertos casos el trabajo autogenerado puede ser publicado como
anexo de la disertación, ya que forma parte de la investigación (ver
§ 158, a).
Debe ponerse particular énfasis en las técnicas de validación,
que frecuentem ente escapan al jurista. Tanto los cuestionarios
destinados a encuestas u otros sondeos de opinión como las series
estadísticas, deben ser elaboradas y procesadas con absoluto rigor
m etodológico y de m anera hom ogénea para obtener resultados
científicamente válidos -conform e las reglas del arte-. Si el au­
tor, por ejemplo, para hacer una encuesta sólo entrevista a unas
pocas personas que van a dar una visión parcial y comprometida
de la cuestión, el resultado del estudio quedará falseado desde el
inicio y, por lo tanto, será más conveniente prescindir de él. Si
por las fuentes utilizadas las estadísticas no son confiables o no
resultan representativas de un universo mayor, sólo darán una vi­
sión distorsionada de la cuestión. Ello no importa decir que el
investigador jurídico deba necesariamente llevar adelante comple­
jísim os estudios en una rama de la ciencia que desconoce: sólo
debe usar estos medios con discreción y presentar los resultados de­
jando en claro las fuentes y métodos utilizados, de lo que se infe­
rirá, a contrario sensu, su limitado alcance.

C ) C l a s if ic a c ió n y e v a l u a c ió n s is t e m á t ic a
d e l m a t e r ia l d e in f o r m a c ió n

§ 73. I m p o r t a n c ia d e l a a c c ió n . - La investigación jurídi­


ca puede adoptar las formas más diversas. Seguidamente descri­
biremos los trabajos más corrientes, lo que implica decir que puede
haber otros que no se ajusten estrictamente a lo postulado. Pero
debe observarse que todas las técnicas descriptas tienen por objeto
r e l e v a m ie n t o . c l a s if ic a c ió n y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 153
la misma finalidad: preparar el material sobre el que se ejercerá la
reflexión para la redacción de la obra.
En esta tercera fase de la investigación, que denominamos
erudita, la tarea se hallará centrada en la recolección y estudio de
informaciones de diversa índole. Obviamente no se trata de acu­
mular referencias en bruto, sin la correspondiente evaluación y cla­
sificación. La tarea esencialm ente mecánica de recolección de
datos, si no va acompañada de un estudio adecuado y de clasifica­
ción, resultará vana (ver § 122 y 123).
Para ello debe descartarse la posibilidad de coleccionar fichas
y libros al azar sin extraer críticamente su contenido, lo que en
definitiva será la savia que dará vida a la investigación encarada
con tanto esfuerzo. Intentaremos explicar cómo se hace.
§ 74. S is t e m a t iz a c ió n . -L o s datos que el autor va recolec­
tando en pacientes horas de lectura sobre la documentación, debe
ser cuidadosamente analizado a fin de extraer el contenido que pre­
suntamente se va a utilizar en la obra.
Todo el material extraído de fuentes del conocimiento de dis­
tinto tipo se traducirá en fichas que el investigador irá confeccio­
nando a medida que va agotando el estudio de cada una de ellas,
según hemos visto en el § 67.
Por lo pronto, y cualquiera que sea el orden con que el inves­
tigador va analizando la documentación -cuyo inventario conforma
el fichero bibliográfico y documental-, debe ir “marcando” la co­
rrespondiente ficha a fin de evitar toda confusión. Para ello, en la
respectiva pieza se consignará una clave de su invención que in­
dicará que ha sido agotada. Lo expresado no implica decir que
luego -y por razones que pueden ser de muy diversa índole- no
deba volverse a ver. La diferencia estará dada por el hecho de
que esta segunda o ulterior consulta de la documentación, que po­
dría generar nuevas fichas de lectura, será de carácter muy preciso
y, por consiguiente, breve (ver § 151).
De acuerdo a las preferencias del autor, las fichas de lectura
se redactarán y clasificarán en forma vertical u horizontal y ten­
drán uno o más colores.
Lo importante es que todas las fichas de un tipo sean releva­
das de idéntica manera, usando siempre los mismos signos o claves
creados por el estudioso, poniendo particular cuidado en consignar
los datos de la fuente en que se obtuvo la información.
154 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Consecuentemente, cada una de las fichas quedará identifica­


da con un título y, eventualmente, uno o más subtítulos, que se
traducirán en otras tantas “palabras clave”, que resumirá su conte­
nido temático (ver § 67). Estas tienen una gran importancia prác­
tica, pues en función de ellas se establecerá la clasificación. Es
decir, las fichas se ordenarán desde el primer momento, ubicándo­
las detrás del caballete que corresponda al tema tratado, de acuer­
do al estado de desarrollo del plan de investigación.
Se denomina caballete a una ficha un poco más grande que
las de lectura, o simplemente provista de una “pestaña” que sobre­
salga del fichero, en la que se consignará el tema correspondiente
al rango de cada división, de manera que estén todo el tiempo vi­
sibles. Detrás de cada caballete se irán clasificando las fichas que
correspondan al desarrollo temático.
A medida que se van acumulando fichas de lectura y se van
clasificando tras cada caballete, van “apareciendo” nuevos temas
relacionados y subtemas que pueden dar lugar a. una apertura en
otros tantos temas subordinados como lo vaya requiriendo la di-
versificación de la documentación relevada, lo que implica la apa­
rición de nuevos caballetes.
Cuando una ficha “no entra” en el esquema elaborado y no
parezca evidente la necesidad de asignarle una nueva división que
se crearía al instante, debe quedar reservada al final del fichero
donde irán provisoriamente a descansar bajo el rótulo “a clasifi­
car”. Puede ser que resulte m aterial fuera de tema y por tanto
“sobrante”, pero también difícil de ordenar en ese momento, por
no haber evolucionado el plan suficientemente. En ningún caso
se deberá destruir el material recogido.
La confección de cada ficha conlleva un inm ediato trabajo
de reflexión sobre el material, lo que implica una evaluación cua­
litativa que exige establecer una distinción entre material fun­
damental, que eventualmente debería sumarse a los documentos
básicos, del que contiene elementos importantes, o simplemente
utilizables, del material descartable, repetitivo o sin interés. La
acción no importa un juicio de valor definitivo, pues a la luz de
otros elementos lo descartado puede ser útil más adelante (ver § 55).
§ 75. N u e v a s a p e r t u r a s . F ic h a s d e r e e n v ío . - A medida
que avanza la clasificación, el autor puede encontrarse con algunas
sorpresas. Puede advertir que tras algunos caballetes crece el nú­
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 155
mero de fichas, mientras que otros permanecen vacíos o con muy
poco material. El primer caso, por lo común indicará que el tema,
por su importancia cuantitativa (es decir, por la cantidad de mate­
rial para analizar), requiere de subdivisiones: múltiples “aperturas”
a fin de asignar a las fichas agrupadas bajo un título de mayor ran­
go, títulos diferentes de carácter subordinado que se traducirán en
otras tantas subdivisiones.
Lo dicho vale en la medida en que el material coleccionado
en tal cantidad no sea producto de repeticiones obtenidas de dis­
tintas fuentes que poco han aportado de nuevo a la investigación:
urra vez más la reflexión y evaluación del autor decidirán el tem­
peramento a seguir.
Si un caballete permanece vacío de mayor contenido, en prin­
cipio podría indicar: a) que el tema no justifica la importancia re­
lativa asignada en el plan, por lo menos desde el punto de vista
cuantitativo, en tanto no se ha podido hasta el momento relevar
suficiente material como para desarrollar adecuadamente el punto;
en ese caso hay que modificar el plan alterando el rango del tema,
o bien fusionarlo con otro bajo una rúbrica nueva que comprenda
a ambos, o b) una deficiencia en la búsqueda documental; es decir
que la materia de investigación aún no ha sido “encontrada” por
el autor, quien tendrá que intensificar sus esfuerzos para llenar la
laguna; este hecho en alguna medida supone dar un paso atrás, a
fin de inquirir en ficheros y repertorios sobre la existencia de ma­
terial de posible utilización en el punto débil; de no existir el
material buscado, el diagnóstico corresponderá, en principio, al
punto anterior.
Además de ello, el fichero de lectura irá creciendo “norm al­
mente”, con sus más y sus menos, lo que posibilitará nuevas aper­
turas del plan que, de a poco, irá presentándose en su forma defi­
nitiva.
Pero al irse “abriendo” el fichero con más y más subdivisiones
de menor rango, algunas no imaginadas por el estudioso en la fase
preliminar, muchas fichas que parecían claramente tipificadas bajo
un título único revelan un contenido múltiple, lo que se traducirá
en la aparición de subtítulos. Reiteramos que, en principio, cada
ficha debería contener un solo tema; y si la fuente trata -com o
ocurre en la mayoría de los casos- múltiples aspectos, habría que
asignar una ficha distinta para cada cuestión. Pero aun poniendo
el mayor cuidado, a medida que la investigación avanza se irán
156 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

modificando ciertos criterios y con ello aparecerá la posibilidad


para utilizar el material en diversos puntos.
No se trata, pues, de recopiar la ficha o parte de ella para co­
locarla tras otro caballete. Sim plem ente el autor confeccionará
una o más fichas de reenvío en las que consignará como clave la
que corresponda al nuevo punto de utilización, que quedará como
subtítulo en la ficha original que contiene material múltiple y en
la que se indicará simplemente “ver ficha n° xxx s/tema princi­
pal”, la que se clasificará tras el caballete correspondiente ai nue­
vo tema, con lo cual el autor no omitirá revisar la ficha al llegar
al punto en cuestión. En su momento, la ficha principal de con­
tenido múltiple será desplazada al lugar de reenvío y así sucesiva­
mente, a medida que va siendo utilizada en el desarrollo de cada
tema en la etapa de la exposición.
En el mejor de los casos, cuando el autor tenga la suerte de
trabajar con una PC y un programa adecuado, donde el copiado
del material se hace en forma instantánea, podrá sin mayor trabajo
hacerlo sin mengua del sistema. En tal caso, el investigador de­
berá consignar una clave en el texto copiado, a fin de tenerlo pre­
sente en el momento de utilizar la información duplicada, para tra­
tarla como tal y no como si fuera la primera vez que se alude a
ella (ver § 101).
§ 76. E s t u d io y e v a l u a c ió n . - Señalamos ya que, desde el
primer instante en que el jurista comienza a trabajar en la investi­
gación preliminar, comienza a evaluar reflexivamente el material
que tiene en sus manos, tarea que no cesará hasta que ponga el
punto final a su original perfectamente terminado.
Hay evaluación cuando el autor examina en forma muy amplia
y aun imprecisa una materia para delimitar el tema y establecer
las principales hipótesis de trabajo. 'Asimismo, cuando elige de­
terminados textos legales y de doctrina como fuente de las prime­
ras aproximaciones. También la hay durante la investigación bi­
bliográfica y durante la etapa de relevamiento de la información y
su volcado a fichas que se clasifican conforme a un determinado
criterio. Finalmente, durante la redacción y pulim iento del ori­
ginal.
Esta evaluación debe ser formulada con la más absoluta serie­
dad científica. No se trata de elegir los autores que pudieran ser
más favorables al sostenimiento de una determinada tesis ignoran­
RELEVAMIENTO, CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL MATERIAL 357
do a los otros como si no existieran; eso no es evaluación, sino
discriminación, de lo que se derivaría la descalificación de la di­
sertación como obra científica. Podrá tener valor quizá como ale­
gato político o como simple acción de propaganda, pero no como
obra jurídica.
Ello implica decir que los juicios de valor que el autor va a
formular sobre el material que releva, deben ajustarse a pautas de
seriedad absoluta. En consecuencia, sólo deberá descartar el ma­
terial efectivamente inútil a los fines perseguidos: obras de mera
recopilación, reiteraciones o “refritos” de otros trabajos originales
que no aportan absolutamente nada a la investigación.
El “descarte” de ciertas obras bibliográficas podrá hacerse
tras una breve consulta de su contenido, siempre que el autor ad­
vierta la inexistencia de material de interés. El estudioso deberá
verificar la totalidad de las fuentes relevadas, y someramente ca­
lificadas (ver § 55), debiendo estudiarlas más profundamente cada
vez que intuya la posibilidad de extraer algo útil.
Resulta imposible estudiar en profundidad la totalidad del ma­
terial que se releva. Aun los investigadores más experimentados
recogen siempre mayor cantidad de materia prima que la que efec­
tivamente utilizarán; esto eventualmente les allana el camino de
otras investigaciones conexas, lo cual explica la enorme produc­
ción intelectual de gran calidad de ciertos juristas de primera línea.
En consecuencia, pues, desde el vamos los investigadores más
jóvenes están advertidos de que, por bien que trabajen, resultará
inevitable la acumulación de una cierta cantidad de material “so­
brante”, que será descartado porque nada aporta a la obra por ha­
llarse fuera del tema o por su contenido sin mayor interés.
Siempre que el autor tenga una opinión formadá sobre el valor
intrínseco de una documentación, podrá dejar constancia del juicio
al dorso de la ficha bibliográfica, que generalmente no se utiliza
para transcribir datos.
§ 77. R e c l a s if ic a c ió n d e l m a t e r ia l . - Terminada la acu­
mulación del m aterial más importante, y form ulada la reflexión
esencial, el autor estará en condiciones de establecer el plan de
exposición (ver § 49), que según dijimos consiste en la adaptación
del plan de investigación a la forma discursiva propia de la diser­
tación. En la práctica, al final de la fase erudita el plan de expo­
sición se halla virtualm ente configurado en la clasificación del
158 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

fichero de lectura que se ha venido transformando mientras se acu­


mulaba información en función de la evolución del plan de inves­
tigación. No obstante ello, antes de ingresar formalmente en la
etapa expositiva el autor deberá revisar prolijamente el material
acumulado con el objeto de re clasificarlo conforme la estructura
que piensa dar a la exposición, la que podría no coincidir con la
asignada al plan de investigación.
Esta tarea im plica una nueva reflexión sobre los elementos
acumulados, su ubicación en el discurso y la asignación de un
“rango” a las fichas ubicándolas tras cada caballete. Es obvio que
esta clasificación en función del plan de exposición sigue teniendo
carácter provisional, ya que seguramente se irá transformando du­
rante la etapa expositiva hasta alcanzar la versión final en el mo­
mento de dar por terminado el trabajo.
Con todo el material recolectado en la fase erudita, perfecta­
mente ordenado conforme al plan de exposición, el jurista estará
en condiciones de encarar una nueva reflexión sistemática al tiem­
po que avanza en la redacción de la que será la primera versión de
la disertación.
C a pít u l o V II
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA

§ 78. L a h e r r a m ie n t a t e c n o l ó g ic a . - Sería obvio señalar


la enorme expansión que han tenido los usos informáticos en todos
los niveles de la actividad humana. En pocos años, la computa­
dora ha consolidado su presencia prácticamente en todos los terre­
nos, convirtiéndose en una herramienta imprescindible.
Los equipos informáticos pueden realizar una cantidad incal­
culable de operaciones en tiempos muy breves, virtualmente sin
margen de error, con lo que se facilita enormemente la tarea del
operador. En el campo de la investigación científica, esta herra­
mienta presta servicios extraordinarios, y su desarrollo futuro, aun
en el campo del derecho, puede depararnos sorpresas difíciles de
imaginar1.
Con una computadora dotada de un software adecuado se pue­
den realizar, entre muchas otras, operaciones como las siguientes2:
a) Actuar como procesador de texto, con una enorme capaci­
dad de edición, formateo, archivo e impresión, sustituyendo con
ventajas incomparables la tradicional máquina de escribir.
b) Tratar una gran cantidad de información, a la que se podrá
tener acceso por diversos canales, crear conjuntos con ella y so­
meterlos a diversos tipos de operaciones para acotar su contenido.
c) Crear archivos y registros de diversos tipos con amplias po­
sibilidades de selección, actualización y ordenación.
d) Realizar análisis estadísticos con gran cantidad de varia­
bles, diseñando distintos tipos de gráficos.
1 N e g ro p o n te , Ser digital, p. 167.
2 Cfr. SCHRODT, El microordenador en las ciencias sociales, p. 12.
160 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

e) Funcionar como terminal remota transmitiendo y recibien­


do en tiempo real datos desde y hacia otras terminales, virtualmente
a todas partes del mundo.
/ ) Realizar simulaciones matemáticas y solucionar problemas
numéricos muy complejos a gran velocidad.
g ) Tener acceso a vastísimas redes internacionales como In­
ternet, con información de la índole más diversa, incluso imágenes
y sonido.
h) Interactuar con otras personas del mundo entero en tiempo
real, participando en foros de discusión sobre los más diversos
temas.
Gracias a la tecnología informática, el investigador no sólo
puede librarse de gran parte del trabajo manual sobre las fuentes
del conocimiento, sino que puede realizar con gran eficiencia lo
que el hombre no podría por sí mismo hacer jamás: memorizar,
clasificar y procesar en múltiples formas, cantidades enormes de
datos, imposibles de controlar por la mente humana3.
Con un conocimiento apropiado y aun elemental de la técnica,
el investigador en derecho puede realizar la tarea de búsqueda y
relevamiento de las fuentes del conocimiento, así como también
su fichado y clasificación. De más está decir que la computadora,
por más “inteligente” que sea, no podrá generar una sola idea ori­
ginal, con lo cual queda dicho que no hará absolutamente nada que
no se le ordene adecuadamente. S chro dt compara la acción de
la computadora con la de un amigo muy eficiente, pero muy tonto,
al que hay que decirle absolutamente todo lo que tiene que hacer
para que lo realice, ya que no es cápaz de la menor iniciativa“1.
Las máquinas no hacen nunca lo que uno quiere, sino sólo lo que
se les ordena, aunque sea por error.
Se puede utilizar una com putadora sin saber absolutamente
nada de programación, mediante los softwares “enlatados” -llam a­
dos utilitarios-, que son de uso masivo y, por lo común, resuelven
la gran mayoría de los problemas que se le presentan al investiga­
dor durante su tarea.
En los primeros tiempos de la computación, la programación
se describía como un arte esotérico reservado a una élite de es­

3 L o s a n o , Curso de informática jurídica , p. 209.


4 S c h r o d t, El microordenador en las ciencias sociales, p. 74.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 161
pecialistas en la tecnología. En la actualidad, en cualquier escue­
la media se enseñan sus rudim entos y, por consiguiente, es muy
posible que entre los lectores de esta obra haya conocedores de la
técnica que, además de cierta formación, requiere una aplicación
rigurosa de la lógica matemática.

A) L a in f o r m á t ic a ju r íd ic a

§ 79. A p l ic a c io n e s c o n c r e t a s . - El amplísimo desarrollo


de las técnicas informáticas en todos los órdenes ha tenido también
una aplicación concreta en el campo del derecho. En una de las
obras dirigidas por G u ib o u r g se evocan trabajos en que se plan­
teaba su uso en el campo jurídico a partir de 19495.
Hasta ahora se han desarrollado tres aplicaciones concretas,
algunas plenamente operativas y en creciente expansión, como la
documental y de gestión, y otra aún experimental, como la deci­
soria. En este orden de ideas podemos considerar como propio
de esta rama de la técnica todo aquello que se relaciona con el
almacenamiento, recuperación y utilización de datos con relevan­
cia jurídica mediante tecnología informática.
A pesar de la relativamente reciente irrupción de esta tecno­
logía en el campo del derecho, ha encontrado un ámbito propicio
para su más amplio desarrollo. Una de sus posibles aplicaciones
es el tratamiento informático de las fuentes del conocimiento con
finalidad científica, que seguidamente abordaremos.
La informática jurídica comprende tres grandes áreas: a) la
documental, que es una aplicación concreta de los sistemas alta­
mente desarrollados de organización de datos al campo del dere­
cho. Se ocupa fundamentalmente de almacenar información sobre
fuentes formales y reales (leyes y otros textos normativos, juris­
prudencia y, eventualmente, doctrina); b) la de gestión, que es una
aplicación de los sistemas generales de administración y gestión
comunes a cualquier actividad adaptados a la práctica judicial y
las profesiones jurídicas (abogacía y notariado), y c) aún en etapa
experimental y duramente cuestionada, la decisoria, que intenta ela­
borar programas expertos de naturaleza modélica, destinados a brin­
dar ayuda al juez para decidir rápidamente determinadas cuestio­

5 E sp in o G o n z á le z , en G u ib o u rg , Informática jurídica decisoria, p. 20.

1 I, Herrera. J / f» . r W n r » i.
162 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

nes de trámite muy simple. Llevada a su extremo, obviamente el


más cuestionado, sería una especie de “máquina de juzgar”.
§ 80. I n f o r m á t ic a d o c u m e n t a l . - El jurista debe manejar
gran cantidad de información que se modifica en forma permanen­
te, la que se vincula principal pero no exclusivamente con textos
normativos, jurisprudencia y doctrina. Esta cantidad fantástica de
datos en permanente evolución se halla en distintas fuentes del co­
nocimiento que el investigador debe relevar para luego proceder a
su estudio y sistem atización con distinta finalidad, de manera de
volver accesible el conocimiento a quienes deban utilizarlo.
La técnica y la ciencia informática, con métodos similares a
los de otras ciencias que también emplean grandes volúmenes de
información, ha logrado poner en operación sistemas documenta­
les que facilitan el tedioso trabajo de búsqueda del material ju­
rídico.
La inform ática, por consiguiente, se presenta como un ins­
trumento privilegiado para almacenar y mantener actualizados enor­
mes bancos de datos, poniendo a disposición de los usuarios el ma­
terial registrado con gran facilidad y bajo costo.
Si bien algunas normas de fondo -com o los códigos y princi­
pales leyes de derecho com ún- tienen una cierta estabilidad, lo que
permite el conocimiento de los profesionales con relativa solven­
cia, no pasa lo mismo con otras disposiciones que se dictan casi a
diario y cuya simple lectura llevaría muchas horas. En este terre­
no “cenagoso” de las normas cambiantes, la informática presta ser­
vicios extraordinarios.
Prácticamente todos los países, con un cierto grado de desa­
rrollo, disponen de bancos de información jurídica documental, de
propósitos generales o especiales más o menos amplios, por lo co­
mún orientados a la sistematización del propio derecho positivo y
la jurisprudencia. También se ocupan del relevamiento bibliográ­
fico de obras de doctrina.
Estos bancos de datos, o algunas de las bases que los com­
ponen, pueden hallarse interconectados con otros similares o con
terminales remotas, lo que permite la consulta a distancia confor­
mando una red. Estas redes pueden ser de diversa extensión: lo­
cales, nacionales o internacionales. La conexión entre las distin­
tas terminales se realiza mediante un modem, lo que permite el
acceso on line, es decir, a distancia por una línea telefónica de co­
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 163

municación directa. Pero las bases de datos pueden registrarse


también en soportes electrónicos de capacidad variable, como los
CD-ROM (compact clisc-read only memory)6. Estos sistemas, ge­
néricamente denominados o ff Une, deben ser consultados en forma
directa en la propia com putadora del operador, y han tenido un
gran desarrollo por su capacidad de registro y bajo costo relativo.
Naturalmente requieren de actualización periódica.
§ 81. E l S ist e m a A r g e n t in o d e I n f o r m á t ic a J u r íd ic a y
otros sist e m a s a r g e n t in o s . - En nuestro país, el banco de datos
de propósitos generales más amplio es el que depende de la Direc­
ción de Bases de Datos Jurídicos, de la Secretaría de Asuntos Re­
gístrales del M inisterio de Justicia de la Nación: el Sistema Ar­
gentino de Informática Jurídica (SAIJ), inaugurado en 1981.
Sus archivos contienen documentos normativos (leyes nacio­
nales, provinciales, decretos, ordenanzas municipales, circulares del
Banco Central, dictámenes de la Procuración del Tesoro, conven­
ciones colectivas de trabajo), jurisprudencia (nacional y provincial)
y referencias de doctrina jurídica, etcétera. Sus documentos pue­
den ser abordados por distintas vías. Por su intermedio queda­
ron interconectados “en red” los centros proveedores de información
de todo el país. Su dirección en Internet es http://www.saij.jus.
gov.ar). El sistema puede ser visitado utilizando un código espe­
cial (GUEST), lo que permite un acceso parcial al contenido de
las bases (ver § 83).
El SAIJ tiene en operaciones los siguientes archivos: a) de
leyes nacionales objetivamente vigentes (LEYNAC); b) de leyes
nacionales modificatorias o con ámbito temporal u objeto cumpli­
do o con texto ordenado posterior (LEYRED); c) de leyes nacio­
nales derogadas (LEYDER); d) de leyes provinciales objetivamen­
te vigentes (LEYPRO), de normas modificatorias (PRORED) y de
normas derogadas (PRODER); e) de normas municipales de la Ciu­
dad de Buenos Aires objetivam ente vigentes (M U N C A P);/) de
proyectos presentados en el ex Concejo Deliberante de la Ciudad
de Buenos Aires (PROYMU); g) de doctrina jurisprudencial de
6 Este tipo de discos, de muy reciente desarrollo, permite registrar en un
pequeño soporte material bases de información inmensas, como enciclopedias,
códigos, colecciones de jurisprudencia, etc. (conf. F a lc Ó N , ¿Qué es la informá­
tica jurídica?, p. 117, y G r a n e r o , El mercado hemisférico de la información y
su rol en la integración americana , JA, 1997-11-685).
164 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

todo el país (JUSSUM), que contiene una selección de sumarios


de fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tribunales
superiores y cortes de provincia, tribunales de alzada federales, or­
dinarios, nacionales y provinciales, y en menor medida de tribu­
nales colegiados de instancia única, identificados por número de fa­
llo; h) de información objetiva sobre los mismos fallos (JUSFAL),
que contiene los datos de identificación de cada sentencia: tribunal
emisor, fecha, nombre de las partes y datos de publicación si exis­
tieran; i) de dictámenes de la Procuración del Tesoro de la Nación
(DICPRO); j) de doctrina de los juristas (DOCPUB), que cuenta
con los datos objetivos (título, autor, datos de publicación y pala­
bras clave), y un resumen (abstract) de una selección de notas de
doctrina (artículos, comentarios de fallos y otros trabajos menores),
publicados en revistas jurídicas o periódicos de circulación gene­
ral, y también inéditos o de circulación limitada (“literatura gris”)
como los presentados en reuniones científicas (ponencias, comu­
nicaciones, relatos, etc.)7; k) de circulares del Banco Central de la
República Argentina (CIRCBC); l) de decretos nacionales objeti­
vamente vigentes (DECNAC); m) de convenciones colectivas de
trabajo (CONVEN), y n) una base con la legislación más impor­
tante de los cuatro países socios del Mercado Común del Sur rela­
cionada con el comercio, las aduanas, los impuestos y, en general,
la actividad económica (MERCOSUR).
De todas formas esta inform ación siempre debe ser previa­
mente verificada por el investigador.
Las base del SAIJ pueden consultarse mediante múltiples cam­
pos de recuperación que configuran otros tantos canales de bús­
queda. Para ello resulta indispensable ingresar el código de usua­
rio y el password (clave secreta de identificación personal).
El sistema contiene un amplio tesauro en lenguaje jurídico,
técnico y natural, incluidos modismos locales, estableciéndose en­
tre los términos que lo componen relaciones de jerarquía, sinoni­
mia y asociación que permiten el desarrollo de un amplio lenguaje
descriptor aplicable a todos los documentos contenidos en las ba­
ses de datos (ver § 91, d).

7 Varios centros universitarios del interior del país (como las facultades de
Derecho de las universidades nacionales del Litoral y Tucumán, y de las univer­
sidades católicas de Rosario y Córdoba) remiten información sobre la produc­
ción local en materia de doctrina jurídica.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 165
Un servicio particularmente importante para el investigador
en derecho es el denominado Dossier. Mediante el mismo, a pe­
dido de un usuario individual, se le entrega dentro de las cuarenta
y ocho horas de requerido un ejemplar encuadernado (Dossier) del
printo,on todos los documentos jurídicos: normativos, jurispruden­
ciales y de doctrina, relacionados con el tema solicitado. Para un
futuro próximo se proyecta el mismo producto, pero elaborado en
soporte informático (disquete), listo para ser procesado con su res­
pectivo sistem a de recuperación, el que se denominará: ágora.
Éstos podrán requerirse por “correo electrónico” desde la propia
terminal del usuario.
Varios centros científicos jurídicos se hallan conectados on
line al SAIJ, como universidades privadas y nacionales. El Bole­
tín Oficial de la República Argentina dispone de una base de datos
que contiene el material publicado como “Síntesis Legislativa”, o
sea, los “sumarios” que aparecen como epígrafes en la “primera sec­
ción”, consagrada a las sanciones normativas. Puede accederse a
esta información también a través de Internet (http://www.jus.gov.
ar/servi/boletín/).
La provincia de Buenos Aires dispone de su propia base de
datos que depende de su Suprema Corte, y en la que se encuentra
ordenada la jurisprudencia local de acuerdo al programa “Microi-
sis”, desarrollado por la Unesco.
Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene
también su sistema en el que se hallan registrados sus fallos en
texto completo, los que pueden consultarse en la terminal que dis­
pone el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal.
Además, existen en el mercado tres sistemas privados en disco
láser; el prim ero, lanzado en 1989 por Albremática, con actua­
lización anual, contiene: una “base de fallos” publicados en los
repertorios de la revista “El Derecho” desde 1961; una “base la­
boral” en que se registran los sumarios publicados en la revista
“Trabajo y Seguridad Social” desde 1973; una “base Corte Supre­
ma” que comprende los sumarios de la totalidad de los fallos dic­
tados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el período
1987-1992; una “base legislación” que contiene los textos de la
Constitución y de los códigos nacionales, tratados internacionales
y una serie de leyes de uso común; una “base de doctrina” que
comprende los datos objetivos de los artículos referenciados en los
repertorios de “El Derecho” y “Trabajo y Seguridad Social”; una
“base diccionario jurídico” con la obra completa de J o sé A. G a -
166 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

rrone. Se comercializa aparte una “base de fallos de la Suprema


Corte de la Provincia de Buenos Aires” correspondiente al período
1984-1996; y una “base de legislación educativa nacional argenti­
na” con las normas que rigen la materia desde 1950, y los planes
de estudio de todos los establecim ientos reconocidos por el Mi­
nisterio de Educación, y una base denom inada “Derecho Am­
biental” con norm as de la ONU, la Unión Europea, el Mercosur,
la República Argentina y recomendaciones de las ONG (normas
ISO), y el libro de M a r i o F. V a l l s .
Por su parte, La Ley lanzó en 1992 un sistema que contiene
los sumarios de jurisprudencia y las referencias de los artículos
de doctrina publicados en los repertorios de la “Revista Jurídica
Argentina La Ley” a partir de 1979. El “Lexo Jurisprudencia”
permite buscar los fallos y referencias bibliográficas por título, au­
tor, tema, tribunal, partes, fechas, etcétera. El “Lexo Legislación”
contiene referencias de leyes, decretos y resoluciones nacionales
publicados en “Anales de Legislación Argentina”.
Jurisprudencia Argentina también lanzó una base que contiene
los sumarios de los fallos publicados en la revista desde 1982, los
datos de los trabajos doctrinarios desde 1969, referencias de los fa­
llos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación desde 1933, y
de la Suprema Corte de Mendoza desde 1950.
§ 82. P r in c ip a l e s s is t e m a s e x t r a n j e r o s . - En otros países,
como los Estados Unidos de América, existen sistemas de gran de­
sarrollo, como el Lexis, que es el más importante del mundo jurí­
dico y abarca toda la información jurídica del país y numerosos
datos de derecho extranjero, en especial de los países de Europa
occidental y Latinoamérica, en particular la Argentina y México, es­
tos últimos en español; el Federal Register, que contiene todas las'
normas legales sancionadas por el gobierno federal desde 1988 en
su texto completo (full text)\ el Genfed, que contiene todos los có­
digos de los Estados Unidos de América y la legislación federal
completa, decisiones jurisprudenciales de las cortes y de la Admi­
nistración; el Mega, que registra jurisprudencia federal y estadual
combinadas con el servicio Lexis; el Laborlaw I y II que contienen
la legislación del trabajo desde 1938, jurisprudencia y resoluciones
administrativas federales y estaduales; el The legal publisher-LA17,
que registra las novedades en materia de publicaciones jurídicas,
revistas, diarios, libros, servicios on line y en soportes electró­
nicos; el The legal resource índex, que contiene los índices de
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 167
alrededor de setecientos cincuenta periódicos y revistas jurídi­
cas; el NCJRS, que registra la legislación penal, doctrina, juris­
prudencia y, en general, material sobre criminología, la actividad
policial, represión del delito, incluida la información sobre progra­
mas estatales, material audiovisual, etcétera.
En Europa, el más completo e importante es el creado por la
Corte Suprema de Casación de Italia, llamado Italgiure Finid, que
contiene numerosas bases de datos de legislación, jurisprudencia
y doctrina, y tiene por principal finalidad servir de apoyo a los
tribunales del país. Opera también el sistema denominado Fiscal
Data, con temas de derecho fiscal exclusivamente. El Centro di
Giuscibernética, orientado a la investigación en informática jurídi­
ca, dispone de sus propias bases que no prestan servicios a usuarios8.
En España, el Boletín Oficial del Estado (BOE) produce una
serie de bases documentales, las principales de las cuales son: la
Iberlex, que contiene en forma referencial la legislación nacional
desde 1968 -y en texto completo desde 1985- y fallos im por­
tantes de los tribunales Supremo y Constitucional; la Lecelec, con
la normativa de la Unión Europea; la Map-Lexter, con la legisla­
ción de las comunidades autónomas, estas últimas en soportes in­
formáticos CD-ROM y on Une. Producida por el Ministerio del
Trabajo, la base Legis contiene en fu ll text la normativa completa
de seguridad social. Distribuida por el CSIC en soporte informá­
tico, la base Juridoc contiene las referencias de las principales re­
vistas jurídicas del país9.
Producida por empresas privadas, el Colex-Data, accesible on
Une y en CD-ROM, contiene la legislación española y comunitaria
relacionada con la actividad mercantil, la fiscal, abundante juris­
prudencia general nacional y europea desde 1976, referencias de li­
bros y un resumen del contenido de unas venticinco revistas jurídi­
cas. El Compuley y el Jurisley, producidos por la “Revista Jurídica
La Ley”, de España, contienen numerosos registros de normas le­
gislativas, referencias jurisprudenciales y doctrinarias de todas las
áreas del derecho. Las bases de datos Aranzadi (BDA) contienen
normas legales nacionales, comunitarias y jurisprudencia general.

8 C o m p . G u ib o u r g - A l e n d e - C a m p a n e l l a , Manual de informática jurí­


dica, p. 86.
9 P á e z M a ñ á , Bases de datos jurídicos, p. 60 y ss., y A lv a r o B e rm e jo , El
boletín oficial español, JA, 1997-11-662.
168 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

La Biblioteca Nacional española tiene registrada en su base


de datos Ariadna la totalidad de los títulos bibliográficos ingre­
sados desde 1976, más aproximadamente un millón de descripcio­
nes de los ficheros históricos, lo que virtualmente comprende toda
la literatura jurídica actual. Mediante las bases de datos PIC (pro­
grama puntos de información cultural) se puede tener acceso a
numerosas bases de información bibliográfica general y jurídica,
resultando de particular interés el ISBN, que proporciona informa­
ción sobre los libros editados en España. Combinada con la base
Ariadna y Juridoc puede obtenerse información prácticamente so­
bre la totalidad de la producción bibliográfica española10.
La información jurídica española puede consultarse en el ju-
ris-web de derecho español en http://www.geocities.com /eureka/
3727/ (ver § 99).
En la República Federal de Alemania, los principales son el
Juris, dependiente del Ministerio de Justicia, que memoriza toda
la legislación federal alemana, y en especial temas de derecho fis­
cal y social, y el sistema privado Datev, con información jurídica
de amplio espectro.
En Francia funciona el CEDIJ, dependiente del Consejo de
Estado, que registra legislación y jurisprudencia general, y siste­
mas privados como el Jurisdata, de jurisprudencia; el Cridon con
información notarial; el Iretij de la Universidad de Montpellier, es­
pecializado en doctrina y jurisprudencia, y un sistema especializa­
do en investigación denominado Sydoni. Accesible por Internet
está el web Dura lex sed lex (http://www.brainlink/~eureka/lex/),
que contiene el texto completo de la Constitución nacional y la
totalidad de los cuerpos codificados franceses. Los webs Aide Ju-
ridique, Jurisnet e Iníerlex, este último de la Universidad de Nancy
(http://www.interlex.droit-eco.u-nancy/), disponen de información
jurisprudencial y doctrinaria. El web Legalnet suministra infor­
mación especializada en propiedad intelectual y derecho de autor,
etcétera.
El Reino de Bélgica dispone de uno de los sistemas de infor­
mática jurídica más antiguos: el Credoc. También con sede en
Bruselas, pero dependiente de la Unión Europea, el Celex registra
toda la información normativa comunitaria. Otros países, como

10 S ierra B ra v o , Tesis doctorales, p. 204.


INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 1 69
Suecia, Noruega, Holanda y Reino Unido, disponen de sus propios
sistemas de documentación".
Los organismos internacionales disponen de sus propios sites
en los que puede consultarse gran cantidad de información jurídica
sobre leyes y tratados como las Naciones Unidas (http://www.un.
org/law); la O rganización M undial del Com ercio (http://w w w .
wto.org), con los documentos normativos del GATT y la propia or­
ganización; la Corte Internacional de Justicia (http://www.un.org/
overview/organs/icj.htm l); la Corte Interam ericana de Derechos
Humanos (http://www.oas.org/sp/prog/pa.33s.html), etcétera12.
Cada sistema utiliza su programa propio, debiendo el usuario
dominar en cada caso sus técnicas de interrogación, no siempre
equivalentes. Así, por ejemplo, el sistema Juris de Alemania usa
el programa Golem-Passat de Siemens; en cambio, en Francia se
utiliza el Mistral IV de Honeywell-Bull; en Italia, la Corte de Ca­
sación usa el Italgiure Find de Sperry-Rand, mientras que el de la
Cámara de Diputados utiliza el Stairs de IBM. Todo ello, más
la dificultad que representa la información que se suministra en
lenguaje natural en cada idioma nacional, determina que la utili­
zación de los bancos de datos extranjeros no resulte tan fácil13.
En América latina debe señalarse el creado por el Senado bra­
sileño, fundam entalm ente orientado al uso legislativo, llamado
Prodasen, resultando de particular .interés al comparatista el web
Direito on Une (http://www.infonet.com.br/users/sergio/), con in­
formación legal y jurisprudencial brasileña y el Juris Net (http://
www.jurisnet.com.mx/ o http://www.cddhcu.gob.mx/leyinfo/), con la
legislación federal de México (ver § 99). Disponen también de
sus propias bases Chile, dependiente de la Contraloría General
de la República, y Uruguay, dependiente de la Contaduría Ge­
neral de la Nación14.
§ 83. I n t e r n e t y o t r a s r e d e s in t e r n a c io n a l e s . - Algunos
de estos sistemas, y otros, así como también algunas de las biblio­
tecas y centros jurídicos más importantes de cada país, se hallan
11 C o m p . GUIBOURG - ALENDE - CAMPANELLA, Manual de informática jurí­
dica, p . 87.
12 P a l a z z i , La informática jurídica y las autopistas de la información, JA,
199 7 -1 1 -7 1 0 .
13 L o s a n o , Curso de informática jurídica, p . 201.
14 G u ib o u r g - A l e n d e - C a m p a n e l l a , Manual de informática jurídica, p . 85.
170 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

conectados a redes internacionales, la más importante de las cuales


es Internetl5, que consiste en una “super-red” o “red de redes”, que
interconecta miles de redes autónomas con más de treinta millones
de usuarios, lo que le permite suministrar una cantidad enorme de
información de la más diversa índole16. Si bien esta red, por su
propia naturaleza, carece de un órgano que la administre, se publi­
ca una guía (Internet yellow pages), en la que se identifican los
principales bancos de datos de los Estados Unidos de América, y
algunos extranjeros, relacionando el contenido principal de cada
base, el tipo de usuario, el perfil de la información, las vías de
acceso, sus condiciones, etc., lo que puede consultarse también en
la red (ver § 99).
Entre los servicios más im portantes que sum inistra Internet
está el “E-m ail”, correo electrónico que se ocupa de encaminar
mensajes entre los distintos usuarios, cada uno de los cuales tiene
una “dirección” perfectam ente definida, lo que perm ite que los
mensajes que se cursan lleguen a su destino final. Este “usuario”
puede ser una persona física, como un investigador, una empresa,
una institución, como las Naciones Unidas, una universidad o al­
guna de sus dependencias, como el Instituto Gioja de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, o la Organización
Internacional del Trabajo, las que se ocupan de responder por el
mismo medio los requerimientos que se justifican a su juicio. De
esta manera, el servicio se ha convertido hoy en día en el medio
habitual de relación de la comunidad científica internacional (ver
§ 100).
La información sustantiva está contenida en miles de “sitios”
(sites) de la más diversa índole, algunos de los cuales disponen de
datos jurídicamente relevantes como leyes en texto completo, ju­
risprudencia y abstraéis de doctrina.
13 La palabra “ Internet” proviene de network interconnection (interconexión
de redes), y se acuñó cuando comenzaron a comunicarse entre sí, en la década del
70, distintos tipos de redes de universidades y centros de investigación de los
Estados Unidos de Am érica y otros países. Ver G r a n e r o , El mercado hemis­
férico de la información y su rol en la integración americana, JA, 1997-11-685, y
P A LA Z Z I, La informática jurídica y las autopistas de la información , JA, 1997-
11-710.
16 Se ha puesto de manifiesto cierto tráfico abusivo como el vinculado con
material terrorista y pornográfico, lo que motivó la sanción de una ley restrictiva
por el Congreso de los Estados Unidos de América, posteriormente declarada in­
constitucional por la Corte Suprema federal (ver diario “La Nación” , del 27/6/97).
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 171

Puede accederse a ella mediante un server conectado a la


www (World Wide Web), que es un sistema de información en hi-
pertexto que interrelaciona una cantidad enorme de sitios (sites),
es decir, es una forma de presentar inform ación ram ificada que
contiene datos vinculados de manera múltiple17.
El acceso a la www se logra mediante una aplicación llamada
visucilizador (browser), como el Navigator, de Netscape, y el Ex­
plorer, de Microsoft. Este debe ser capaz de acceder a la infor­
mación a que apunta con un uniform resource locutor, o locali­
zador uniforme de recursos (URL), que puede ser una base de
datos o cualquier otro tipo de información que se halle en la red,
como imágenes y sonido. El URL interpreta el código y despliega
el documento en el monitor del operador. Los servidores y visua-
lizadores se comunican mediante un “lenguaje especial”, creado
para transferir documentación en hipertexto por medio de la www
denominado “http” (hyper text transfer protocol).
Todo ello se realiza sim plem ente “haciendo clic” sobre el
término resaltado o punto de activación que, como resultado de la
operación, desplegará la inform ación correspondiente que podrá
ser copiada e impresa. Así, por ejemplo, de una base de legisla­
ción nacional podría pasarse a uno o más sitios con información
múltiple como legislación, jurisprudencia y doctrina de uno o m u­
chos países.
Mediante los buscadores se rastrean en índices especiales pro­
pios de cada programa los temas que se le requieren mediante tér­
minos en lenguaje natural, permitiendo acceder a centenares de m i­
les de páginas con la información más variada (ver § 99). Como
ejemplo podemos citar el Alta Vista (http://www.altavista.digital,
com/), Infoseek (http://www.infoseek.com), el Whole Internet Ca-
talog (http://www.gnn.com) y el Lycos (http://www.lycos.com).
A éstos y muchos otros servicios puede tenerse acceso me­
diante una conexión como la que dispone el Centro de Comunica­
ción Científica de la UBA, uno de cuyos “nodos madre” funciona

17 A Internet se hallan conectadas una gran cantidad de bancos de datos


jurídicos de los Estados Unidos de A m érica, y todas las grandes bibliotecas de
ese país, com o la del C ongreso, y las de los cincuenta Estados de la U nión
(http://www.loc.gov/), las universidades, etc., más una gran cantidad de sitios con
información jurídica de la más diversa índole del mundo entero. Ver P a l a z z i ,
La informática jurídica y las autopistas de la información, JA, 1997-11-710.
172 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

en el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L.


Gioja de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
(ver § 57)18. Otras universidades del país disponen también de ac­
ceso a estas importantísimas redes informáticas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) tiene su pro­
pia red, a la que puede accederse por Internet: la Ilis (http://www.
ilo.org), que conforma el Sistema Internacional de Información La­
boral, es el principal banco de datos de legislación social y rela­
ciones laborales del mundo; la base de datos Laborcloc contiene
una gran cantidad de registros bibliográficos con la totalidad de
las publicaciones de la OIT desde su fundación en 1919, los catá­
logos de las bibliotecas de la organización y abstracts de artículos
de doctrina seleccionados de la mayoría de las revistas especiali­
zadas del mundo entero desde 1965; la base Laborlex posee en in­
glés, francés y español información normativa y documentos jurí­
dicos establecidos por ios Estados miembros, traducidos de más
de cuarenta lenguas nacionales; la base Ilolex contiene/«// text
las normas internacionales (convenios, recomendaciones, etc.), y la
Natlex cuenta con los más importantes documentos nacionales, en
versión completa, pudiendo acceder a través del sistema a ciertas
bases de legislación, jurisprudencia, doctrina y convenios colecti­
vos de trabajo. Las bases Ilolex y Natlex se distribuyen también
en discos compactos con actualización periódica, y pueden consul­
tarse en los centros de la OIT en el mundo entero y en la Argentina
en algunas bibliotecas públicas como la del Congreso de la Na­
ción, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la UADE, el
Centro de Documentación del Ministerio de Economía y la Aso­
ciación Argentina de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.
La principal red europea es Euronet, a la cual están conecta­
dos los bancos de datos jurídicos estatales y universitarios más im­
portantes. Algunos países disponen de redes nacionales como
Italpac de Italia, Inca (Información Científica Automatizada) de
España o la canadiense Datapak.

18 Los profesores, investigadores y becarios, pueden requerir gratuitamente


la conexión de su propia terminal, a condición de disponer de un modem de no
menos de 14,4 Kb, para lo cual deberán solicitar un nodo de la red CHASQUI,
al director del Centro de Comunicación Científica, que funciona en la Facultad
de Ciencias Exactas de la UBA, en la Ciudad Universitaria, m ediante una nota
simple, lo que puede tram itarse también por intermedio de cada facultad o centro
de investigación.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 1 73

Empresas privadas especializadas brindan servicios arancela­


dos de sistemas informáticos en línea que permiten el acceso a una
gran cantidad de redes y bases de datos -incluyendo todas las men­
cionadas anteriorm ente- m ediante el abono de una suscripción,
más el tiempo de utilización. De esta manera puede ingresarse en
tiempo real a las bases que contienen en sus textos completos las
sentencias de la Suprema Corte de los Estados Unidos de Améri­
ca, o del Canadá, a decisiones judiciales de países del Common-
wealth, o los dictámenes de la Corte Internacional de Justicia de
La Haya, la normativa de la Unión Europea, inform ación sobre
libros y revistas jurídicas, etc.; la legislación principal de las nacio­
nes de habla hispana y los tratados internacionales que los vinculan;
las constituciones nacionales de todos los países del mundo, ade­
más de gran cantidad de bases especiales de legislación, jurispru­
dencia y doctrina sobre temas muy particulares19. Huelga señalar
que cada base nacional se halla establecida en su respectivo idio­
ma, o en inglés, para cuyo aprovechamiento resulta indispensable
que el consultor tenga un amplio conocimiento de la lengua y de
las técnicas de interrogación de cada sistema.
Asimismo, por la red Starnet (ex Arpac) pueden transmitirse
y recibirse “paquetes” de información y tener acceso a las redes
internacionales con un costo muy reducido, ya que la tarifa de co­
municación es independiente de la distancia20.
Sin embargo, para aprovechar convenientemente las enormes
ventajas que le brinda la información que circula en Internet, el
autor deberá estudiar un poco sus técnicas de manejo, para lo cual
en el comercio especializado hallará gran cantidad de obras, buena
parte de las cuales aparecen en versión española21.
§ 84. I n f o r m á t ic a d e g e s t ió n . - La irrupción masiva de los
sistemas informáticos ha revolucionado los métodos de gestión en
todos los órdenes. No se concibe una organización, por pequeña
19 Como, por ejemplo, la relacionada con los derechos del niño, la justicia
militar, los derechos humanos, la fiscalidad, la energía, los negocios, el derecho
internacional, los seguros, las quiebras, la preservación del medio ambiente, la
legislación antitrust, el desarrollo legal en los países del Este (ex comunistas),
formularios de contratos de la más diversa índole, etcétera.
20 C o n f. G u i b o u r g - A l e n d e - C a m p a n e l l a , Manual de informática jurí­
dica, p. 92.
21 Ver, entre otros, GOLOM, Navegar Internet, y L a d d o w , Hipertextos.
174 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

que sea, que no tenga a su servicio un equipo informático para


administrar la rutina de su actividad: contabilidad, ventas, factura­
ción, cobranzas, recursos humanos, impuestos, gestión bancaria,
control de existencias, producción, registros, archivos, costos, pro­
yectos, etcétera. Toda gestión, de la más simple a la más comple­
ja, pasa necesariamente por uno o más programas, de los que hay
centenares en el mercado, más los que pueden diseñarse para el
uso específico de una determinada finalidad.
En este amplísimo marco de la informática de gestión se ubi­
can los programas de “gestión jurídica” que tienen múltiples va­
riantes.
Una de las primeras utilizaciones de la técnica se hizo en el
campo de los registros públicos y entes impositivos, los que desde
hace muchos años incorporaron la inform ática a sus actividades
de registro y control. Los notarios, a su turno, fueron los prime­
ros profesionales del derecho en advertir las ventajas que les ofre­
cía el sistema, al simplificar la redacción de los instrumentos a
partir de modelos preestablecidos adaptados a las necesidades de
cada caso.
La gestión judicial, al menos en nuestro país, llegó tardíamen­
te a la cita con la tecnología. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación, las cámaras nacionales en lo Civil, del Trabajo y de la Se­
guridad Social tienen operando sus propios sistemas de “mesa de
entradas” y movimiento de expedientes que les permite llevar un
control más eficaz de las causas en trámite.
Los abogados también se han volcado masivamente al uso de
equipos informáticos y software de aplicación y utilitarios de los
que hay una cantidad apreciable en el mercado como el Lexdoctor,
el Advocatus Plus, el Super-Law, el Letgje, que permiten llevar un
eficiente control de la actividad de los estudios jurídicos, como la
marcha de las causas, agenda de vencimientos, redacción de escri­
tos de rutina, archivo de actuaciones, confección de escritos sobre
la base de modelos estándar y procesamiento de textos en general.
§ 8 5 . I n f o r m á t ic a d e c is o r ia . - E s un hecho que los siste­
mas informáticos son una herramienta insustituible para la toma
de decisiones prácticamente en todas las áreas de la actividad hu­
mana. Empero, la idea de que un sistema de esta naturaleza pueda
reemplazar al hombre en la noble tarea de juzgar provoca inmedia­
tamente un reflejo de temor irreprimible. Ello a despecho del re­
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 175
conocimiento de la falibilidad y morosidad de la acción judicial,
absorbida en gran medida por cuestiones rutinarias de mero trámite.
No obstante lo expresado, la irrupción de la informática en el
campo de las ciencias ha llevado a algunos juristas a incursionar en
este terreno casi inexplorado. Para ello, a título experimental, se
ha intentado diseñar algunos “sistemas expertos” capaces de recibir
una cantidad muy grande de información objetiva, a fin de combi-.
narla según determinadas variantes fundadas en principios de lógi­
ca jurídica, con el propósito de ofrecer un resultado final al juez
que, en cualquier instancia, debería ratificar o rectificar el criterio.
En países como Italia, Francia y Japón se han elaborado dis­
tintos proyectos aplicables a ciertos tipos de causas, como las re­
lativas a indemnizaciones por accidentes de tránsito, tomando en
cuenta la normativa vigente, las tendencias jurisprudenciales, la im­
portancia del daño sufrido, la situación patrimonial de la víctima y
otros elementos, contemplando numerosas variables22. Es obvio que
tal conclusión de tipo matemático no compromete el poder de deci­
sión del juez, que siempre podría apartarse del resultado propuesto.
Tales sistemas expertos tendrían por finalidad permitir a los
operadores jurídicos recuperar una cantidad de información de dis­
tinta índole, de manera de ofrecer “terminadas” una serie de ope­
raciones lógicas y cálculos muy complejos, con lo cual se pretende
descongestionar los estrados judiciales de los trámites casi rutina­
rios que los sobrecargan.
En nuestro país, un grupo de juristas informáticos investigan en
esa dirección, con lo que intentan diseñar fórmulas que sirvan
de eficaces auxiliares a la judicatura. Tal el caso de G u ib o u r g y
su equipo que, en su obra Informática jurídica decisoria -vasta-
mente citada en este trabajo-, proponen las siguientes aplicaciones
concretas: a) automatización del proceso sucesorio de la Capital
Federal, limitado al caso de herederos forzosos23; b) proceso auto­
matizado para la separación y divorcio vincular por mutuo consen­
timiento24; c) otorgamiento de la guarda de menores con miras a
la futura adopción25; d) formalización del concurso preventivo civil

22 GU IBO U RG, Informática jurídica decisoria, p. 197 y siguientes.


23 D i G r e g o r i o - F o n t e l a V á z q u e z - R o d r íg u e z B a tz , en G u ib o u rg , In­
formática jurídica decisoria, p . 107.
24 V a l d e z J im é n e z , en G u ib o u r g , Informática jurídica decisoria, p. 121.
25 POLETTO, en G u ib o u r g , Informática jurídica decisoria, p. 135.
176 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

en el marco de la ley de concursos y quiebras26; e) informatización


de la junta de acreedores en el proceso concursal27;/ ) sistema de
evaluación decisoria de propuestas de transacciones judiciales28
y g) cálculo de indemnizaciones por muerte y lesiones por acci­
dente de tránsito29.

B) U t il iz a c ió n d e l a t e c n o l o g ía in f o r m á t ic a

§ 8 6 . A l c a n c e y l im it a c io n e s . - El jurista que disponga de


tecnología informática podrá realizar con indudables ventajas gran
parte de las operaciones de investigación descriptas precedente­
mente, en especial las correspondientes a la fase erudita. Para
ello podrá utilizar su propia computadora, en la que podrá operar
sistemas en CD-ROM, como los editados por Albremática-El De­
recho, La Ley o Jurisprudencia Argentina, o de preferencia una
unidad más sofisticada que le permita operar como terminal remo­
ta. Si además tiene acceso a las redes informáticas que proveen
de información jurídica documental, como Internet, podría ingre­
sar desde su propia terminal en los bancos de datos en que se acu­
mula información que de otra manera debería buscarse en centros
documentales y bibliotecas, algunos de muy difícil acceso.
Si bien la tecnología informática puede poner al alcance del
investigador una gran cantidad de registros normativos y otros do­
cumentos jurídicamente relevantes, no siempre le permitirán el ac­
ceso a otras fuentes del conocimiento en sus versiones originales,
razón por la cual el jurista no podrá confiar sin más en que “la
máquina” le solucione todos los problemas de información.
Formulada esta advertencia y conscientes como estamos de
que el estudioso hará un uso moderado de la tecnología, el inves­
tigador podrá -a través de algunas redes inform áticas- acceder a
los ficheros de alguna de las principales bibliotecas jurídicas na­
cionales y del extranjero (ver § 93, c), o a las bases qué contienen
referencias de doctrina como la del SAIJ, con lo que la tarea de
relevamiento bibliográfico se verá enormemente facilitada. Em­
pero, el autor no quedará eximido de verificar in situ el contenido
26 F a jr e F e s t a , en GUIBOURG, Informática jurídica decisoria, p. 147.
27 BORUCHOWICZ, en GUIBOURG, Informática jurídica decisoria, p. 173.
28 GRANCHARO FF, en GU IBO U RG, Informática jurídica decisoria, p. 181.
29 Á LV A R EZ, en GUIBOURG, Informática jurídica decisoria, p. 191.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 177
de las obras fichadas, materia que no hallará en los archivos infor­
matizados, para lo cual tendrá que desplazarse a la biblioteca a fin
de tomar nota in extenso de los textos de doctrina.
Si bien es cierto que un centro de almacenamiento de datos
jurídicos electrónicamente recuperables está destinado a ser más
eficiente y completo que las actuales fuentes bibliográficas, esa
misma perfección es capaz de sumir en el olvido aquella informa­
ción que no entre en sus circuitos30. Sabemos que tales datos, en
especial los vinculados a doctrina y jurisprudencia, son previamen­
te seleccionados por recopiladores que confeccionan los respec­
tivos “resúmenes” (abstraéis) y quedan clasificados bajo determ i­
nadas “palabras clave” . Como, por lo común, los sistem as no
registran fallos completos, con el tiempo esas síntesis -bien o mal
realizadas- pasan a ser “la jurisprudencia”, ya que así lo informa
de manera inapelable el sistema computado31. En consecuencia,
el material bien o mal descartado jamás aparecerá en los archivos,
como será también muy difícil acceder a los documentos cuando
no quedan registrados bajo “palabras clave” adecuadas.
Ello implica naturalmente un riesgo que no debe subestimar
el investigador en derecho que se sirve de la tecnología para su
trabajo científico, quien deberá tomar siempre los adecuados re­
caudos para “verificar toda la información” que ha sido objeto de
interm ediación, poniendo en evidencia, cuando así corresponda,
los eventuales e inevitables errores. No obstante lo expresado, la
utilidad que la informática ofrece al jurista es formidable; corres­
ponderá a los estudiosos saber aprovechar esta ventaja.
§ 87. F u e n t e s d o c u m e n t a l e s . - La búsqueda de un dato en
los archivos documentales parte siempre de una referencia cono­
cida por el operador: el número o nombre de una ley, tribunal y
fecha de una sentencia, el nombre del autor o el tema o título de
una nota de doctrina. Cada tipo de datos con los que puede ini­
ciarse una búsqueda representa un “campo de recuperación” o “ca­
nal de acceso a la información”. Este acceso será tanto más com­
pleto cuanto mayor y m ejor sea la calidad de tales canales que
permitan múltiples entradas.
30 G u ibourg - A lend e - CAMPANELLA, Manual de informática jurídica , p. 78.
31 Conf. FalcÓ N , ¿Qué es la informática jurídica?, p. 112. Como una ma­
nera de garantizar la fidelidad de tales resúmenes, el SAIJ confía a los m agistra­
dos sentenciantes la elaboración y supervisión de las reseñas de sus propios fallos.

!2. Herrera. Metodología.


178 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Empero, la gran cantidad de información que contienen los


archivos como la posibilidad de acceder por diversos campos mul­
tiplican el suministro de información “en bruto” -o con “ruido’’ en
la jerga inform ática-, de manera que el operador podría verse vir­
tualmente tapado por una cantidad fantástica de datos tan abun­
dantes como imposibles de manejar.
Sin duda, la cuestión se complica por la ambigüedad propia
del lenguaje natural que posibilita múltiples sinonimias sin que los
límites de cada término puedan establecerse con precisión. Así.
por ejemplo, si el jurista tuviera acceso a una base de datos fran­
cesa bajo la palabra mineur, el sistema le proveería tanto de la in­
formación sobre los menores de edad (mineurs), como la vinculada
con los mineros (mineurs), por ser términos homógrafos. Pala­
bras como “acción”, “pago”, “jurisdicción”, “dolo”, “título”, “ins­
trum ento”, “colegio”, y tantas otras, se utilizan en distintos sen­
tidos, aun dentro de la práctica jurídica, lo que m ultiplica las
posibilidades de información inconducente32. Por ello se requiere
que los datos que se procesan sean sometidos a un cierto trata­
miento que permita su recuperación adecuada.
§ 88. B a n c o Y b a s e s d e d a t o s . - Resulta frecuente la utili­
zación de los términos “banco de datos” (data bank) y “base de
datos” (data base) como sinónimos. Sin embargo, en la literatura
más reciente, y en particular la de informática jurídica, se distin­
gue el “banco de datos” como un conjunto de informaciones refe­
rentes a un sector particular del conocimiento articulado en una o
más “bases de datos”, conformadas por una colección de informa­
ciones ordenadas y distribuidas por una persona que se encarga de
su permanente actualización y ampliación. En resumen, el “ban­
co de datos” correspondería a la técnica informática y la “base de
datos” a la gestión concreta de dicha técnica.
El funcionamiento de todo banco de datos y el acceso del usua­
rio al mismo está garantizado por un conjunto de programas que
tienen por función gestionar las bases que lo componen, por lo
que toman el nombre de data base management system o DBMS.
Ultimamente estos bancos de datos han tenido una expansión
explosiva, y se hallan a disposición de los usuarios miles de ellos,

32 F alcÓ N , ¿Qué es la informática jurídica ?, p. 112.


INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 179
muchos de los cuales se encuentran interconectados en redes de
alcance planetario.
No obstante su desarrollo presentan aún carencias graves que
dificultan su mayor difusión en el creciente campo científico. Las
principales son las siguientes:
a) Las diferentes técnicas de acceso a cada banco de datos,
pues éstos se han proyectado en forma autónoma sin el propósito
de interconectarse con otros similares. La conexión surge como
un hecho posterior a fin de vincularse “en red” a otros consolida­
dos con sus propias técnicas de abordaje. A pesar de los esfuer­
zos que se vienen realizando para normalizarlos, el usuario debe
conocer cada sistema para interrogar con provecho, lo que varía
de uno a otro. Como, por lo general, el científico no es un experto
en informática, no llega a asumir la tarea de aprender varios len­
guajes de interrogación, por lo que terminará limitándose a los sis­
temas que le resulten más simples y accesibles, renunciando a la
búsqueda en los de acceso más complejo33.
b) La información que suministra un banco de datos debe ser
exacta. Empero, en muchos casos, la demora en la actualización
del contenido puede volverlo inútil. Por lo demás, la manipula­
ción a que debe ser sometida la información que se suministra re­
sumida y clasificada bajo palabras clave, aun involuntariamente
puede tergiversar o simplemente ignorar algunos aspectos impor­
tantes de una cuestión34.
c) Las dificultades de localización y uso de la información
pertinente. El usuario de un banco de datos con finalidad cientí­
fica debe resolver problemas similares a los de quien investiga en
una biblioteca: debe localizar su dirección, cumplir con las forma­
lidades para tener acceso a ella y utilizar el material, debe aprender
a usar los ficheros y catálogos para luego requerir las obras de su
interés. Análogamente, el jurista informatizado debe saber dónde
se encuentra el banco que presuntamente contiene la información
pertinente, cómo debe conectarse, en qué condiciones técnicas y
económicas, etcétera. Esta dificultad se puede sortear mediante
“buscadores inteligentes”, que permiten acceder a las bases a tra­
vés de términos asociados a otros múltiples, con lo que la locali­
zación de la fuente se hace de una manera relativamente simple

33 Cfr. L osan o , Curso de informática jurídica, p. 198.


34 L o s a n o . Curso de informática jurídica, p. 198.
180 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

(ver § 99). Debe por fin conocer el “lenguaje lógico-simbólico”


que le abrirá la información y el “lenguaje natural” en que está
establecida-5.
Los “bancos de datos”, por lo común, no disponen de sedes
institucionales como las bibliotecas. En consecuencia, para cono­
cer su existencia y contenido deben consultarse guías o anuarios
publicados por centros de investigación o empresas comerciales in­
teresadas en el suministro del servicio o directamente en la red.
En ellos se hallará la información básica y las condiciones de ac­
ceso (§ 82, b). Una vez localizado el “banco de datos” es nece­
sario averiguar qué red perm ite su enlace desde la terminal del
operador (§ 83), y concretar la conexión, que cuando no es libre
ifree) debe hacerse mediante la contratación de los servicios, lo
que le dará derecho como usuario a la utilización de una “clave”
de acceso y un password.
En toda instancia, el investigador deberá cerciorarse previa­
mente de que efectivamente contienen material de interés para su
trabajo, que dispone de los medios técnicos apropiados para ello36,
y que domina suficientemente los lenguajes para interrogar satis­
factoriamente las bases.
§ 89. F o n d o d o c u m e n t a l d e l b a n c o d e d a t o s . La infor­
mación contenida en un “banco de datos jurídicos” puede provenir
de diversas fuentes. Las más importantes corresponden a textos
normativos (Constitución nacional o local, códigos, leyes, decre­
tos, resoluciones administrativas, convenciones colectivas de tra­
bajo, etc.), jurisprudencia (sentencias, fallos u otras resoluciones
judiciales o administrativas de alcance individual) y doctrina (li­
bros, artículos y otras obras bibliográficas). Éstos se denominan
“documentos fuente” o “documentos primarios” del banco de datos.
Cada uno de estos documentos fuente puede tener una o más
informaciones que deben ser tratadas y recuperadas con indepen­
dencia, las que generarán una “unidad de información”. Una ley,
por ejemplo, es un “documento fuente”, pero cada una de sus dis­
posiciones puede dar lugar a múltiples “unidades de información”.
Lo mismo sucede con una sentencia o una obra de doctrina.
33 L o san o , Curso de informática jurídica, p. 198.
36 El investigador no sólo debe disponer de una terminal dotada de modem.,
sino también de un equipo que tenga capacidad suficiente y que sea compatible
con las exigencias de la red a la que va a conectarse.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 181
El contenido de una ley formal, por su propia naturaleza, en
principio no puede ser resumido, por lo que cada “unidad” debe
ser elaborada mediante.un conjunto de términos normalizados que
conformarán el puente que empleará el usuario para acceder al
texto completo. Para ello se atribuirá a cada “unidad de infor­
mación” una serie de “palabras clave” que se adecúen al conte­
nido del documento, pero que no lo integran. Idéntico procedi­
miento se utiliza cuando se incorpora jurisprudencia en texto
completo.
Cuando se trata de un resumen jurisprudencial, se arman tan­
tas “unidades de información” como temas aborda el decisorio de
una manera muy similar a los “sumarios” que publican las revistas
jurídicas. A este resumen se le atribuyen también “palabras cla­
ve” que permiten su recuperación temática.
Con las obras de doctrina se puede confeccionar un abstract
en que se describen en forma resumida y objetiva los temas más
relevantes de la obra. Raramente se incorpora el documento fuen­
te en texto completo o fu ll text (ver § 93, d).
§ 90. N a t u r a l e z a d e l a in f o r m a c ió n y p a l a b r a s c l a v e . -
Para abordar exitosamente un banco de datos, resulta indispensable
tener en claro la naturaleza de la información a recuperar en fun­
ción de su posible utilización. Es decir, saber si el material que
se busca es una simple “información descriptiva” o un “documen­
to” en texto completo. Las técnicas para tratar estos dos tipos de
datos son diferentes como lo es el producto37.
Sí se requiere información sobre la “existencia” de un deter­
minado documento, como una referencia bibliográfica o un resu­
men jurisprudencial, resultará suficiente una breve descripción
conteniendo los datos básicos del “documento fuente”. Es un pro­
ducto de carácter secundario y distinto del documento al que se
refiere, y debe ser tratado con las precauciones naturales con que
deben manipularse las fuentes de segunda mano (al respecto, re­
cordar lo expresado en el § 54).
En cambio, si se requiere el documento mismo en su versión
integral, por ejemplo, una ley o una sentencia en texto completo,
el sistema deberá prever una transcripción literal (full text) de ma­
nera tal que el usuario pueda recuperar una versión fidedigna.

37 LOSANO, Curso de informática jurídica, p. 212.


182 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Tanto un tipo de información como el otro, se debe clasificar


bajo un determinado número de “términos en lenguaje natural” que,
según el intérprete, mejor caracterizan el documento (resumen o
documento integral), de manera que el usuario pueda mediante ellas
acceder a la información.
Estas palabras reciben el nombre de “palabras clave” o “des­
criptores” y constituyen el medio de recuperación normal de toda
la información contenida en una base de datos. La lista relacio­
nada de “palabras clave” de un determinado sistema o banco de
datos toma el nombre de “ lenguaje descriptor” que interactúa con
el tesauro (ver parágrafo siguiente).
Compara L o sa n o las “palabras clave” con anillos colocados
sobre un bloque de cemento, que resultaría el documento. El sis­
tema informático sería la grúa que debe levantar el bloque para
colocarlo en un determinado lugar, es decir, el documento recupe­
rado mediante el “anillo” sin el cual la grúa no lo podría “engan­
char”. En consecuencia, si al indizar una información, es decir,
representar temáticamente el contenido de la unidad se omite una
“palabra clave” significativa, ello impedirá la recuperación por esa
vía. Es como si el anillo se hubiera perdido en la masa de con­
creto: no sirve para levantar el bloque38.
La función “por número”, de manera similar, permite recupe­
rar información de cualquier determinación numeral, como la fe­
cha de una sentencia, el número de una ley o el artículo de un
Código, como si fuera una palabra del lenguaje natural.
§ 91. E l “ t e s a u r o ” . - Se han usado diversos métodos para
la confección de listados de térm inos descriptores que confor­
man el thesaurus, tesauro o “tesoro” . El primero de ellos consis­
te en la elaboración manual de todos los términos significativos
utilizados en el sistema, coincidiendo por su extensión práctica­
mente con un diccionario de la lengua, al que se sumarían los tér­
minos técnicos. Sólo se excluirían las palabras sin significación
propia, como los artículos, pronombres, ciertos adjetivos, adver­
bios, conjunciones, etc., que se denominan “palabras vacías” y que
conforman el tesauro negativo39.

38 L o san o , Curso de informática jurídica , p. 227.


L osan o , Curso de informática jurídica, p. 228.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 183
Como las personas que intervienen en la clasificación y atri­
bución de los descriptores son muchas, se multiplican las posi­
bilidades de discrepancia; para evitar ésta, los sistemas proveen de
instructivos normalizadores y manuales de calidad a fin de limitar,
dentro de lo posible, errores o cualquier otra forma de manipula­
ción que lleve a la pérdida de información.
El segundo, llamado tesauro automático, reemplaza la inter­
vención manual por un proceso automático que determina el lista­
do de “palabras clave” en función de la frecuencia de utilización
en las informaciones de la base. Con esta técnica se convierten
automáticamente en “palabras clave” los términos de uso más fre­
cuente contenidos en los documentos; de esta manera, pueden per­
derse algunos términos importantes en razón de su poco uso40.
El tercer sistema consiste en la elaboración de un único tesau­
ro negativo de palabras vacías, con lo cual todas aquellas que no
figuran en el listado permiten la recuperación documental41.
Cualquiera que sea la técnica que se utilice para la confección
del tesauro, todas las unidades de información deben ser sometidas
a un proceso de indización. Este se hace de manera tal que me­
diante la yuxtaposición o encadenado de térm inos se tipifica el
contenido de la unidad de información en forma que resulte com­
prensible al operador.
Las “palabras clave” que identifican el contenido con suficien­
te consistencia, se colocan, por lo común, en forma de epígrafe,
en el encabezamiento de la información.
Para ello se utiliza un lenguaje controlado, conformado por
“descriptores”, que son términos o conjuntos de términos que de­
finen un concepto autosuficiente. Por ejemplo, contrato, apela­
ción, justa causa, abuso de derecho. El “descriptor” puede estar
formado por una, dos o más palabras que el sistema reconoce como
una clave única. Cuando el descriptor contiene más de una pala­
bra se denomina sintagma, como por ejemplo: lucro cesante, pro­
piedad intelectual, abuso de derecho, concurso real. Estos térm i­
nos “descriptores” pueden estar lim itados conceptualm ente por
otros sin sentido propio que se denominan “restrictores” y que
también conforman el tesauro. Por ejemplo: alcance, carácter, na­
turaleza jurídica, efectos.
40 L ó san o , Curso de informática jurídica , p. 228.
41 LOSANO, Curso de informática jurídica, p. 228.
184 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

De esta manera una determinada unidad de información po­


dría quedar “indizada” así: “compraventa-inmueble: naturaleza ju­
rídica, efectos”, mediante dos descriptores (compraventa e inmue­
ble), un restrictor principal (naturaleza jurídica) y otro secundario
(efectos). Según los sistemas, a determinados descriptores puede
asignárseles un valor relativo mayor al efectuar la indización de un
texto completo en función de su mayor relevancia en la ubicación
de ciertas partes del documento, como, por ejemplo, el título de
una ley o de los capítulos que la componen.
El tesauro, thesaurus o “tesoro” puede establecer relaciones
semánticas y genéricas que permiten acceder a una serie de expre­
siones mediante sinonimias y asociaciones. Así, por ejemplo, la
“palabra clave” mala praxis podría aparecer relacionada con “mé­
dico”, “asistencia médica”, “responsabilidad médica”, “acto médi­
co”, “arte de curar”, etc., de manera que el operador pueda acceder
a través de un término del tesauro a toda la información vinculada
con la cuestión42.
Cada sistema dispone de su propio tesauro que puede resultar
no coincidente con otros de la misma disciplina. Ello, natural­
mente, genera alguna dificultad suplementaria al trabajo sobre dis­
tintos bancos de datos.
§ 92. B ú s q u e d a e x p l o r a t o r ia . - Cuando el operador reali­
za una “búsqueda exploratoria” relacionada con uno o varios te­
mas, los canales pueden orientarse hacia los “índices de voces” o
por “palabras clave” dentro del texto recuperado.
Los “índices de voces”, por lo general, tienen una estructura
muy similar a los índices de los repertorios de las revistas jurídi­
cas. Por ejemplo, el “Sistema Procurator” de Albrem ática, que
contiene el material de la colección de repertorios de “El Derecho”
y de la revista “Trabajo y Seguridad Social”, responde con fidelidad
a la estructura de los índices impresos en dichas obras.
La ventaja del sistema consiste en que al ingresar una voz ge­
neral o alguna de las múltiples “subvoces” que contiene el índice,
aparecerá en el monitor toda la información que contiene el archi­
vo sobre el tema, en este caso la colección de repertorios de la
revista que se halla en el disco. Así, por ejemplo, al entrar la ex­
presión “sociedad conyugal” se desplegará el índice completo en
42 FalCÓN, ¿Qué es la informática jurídica?. p. 114.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 185
forma de cuadro ramificado de los temas relacionados, que contie­
ne entre tantos otros, el subtema “régimen de bienes”, uno de cu­
yos apartados contiene la información sobre “bienes propios”, el
que a su vez incluye el tema menor “mejoras gananciales sobre
bienes propios”, con lo que el jurista podrá visualizar, a partir de
esta voz, toda la información que contiene el archivo sobre el tema
citado. Es decir, en pocos minutos habrá pasado revista a la tota­
lidad de volúmenes que componen la colección de repertorios de
“El Derecho” o la mayor que contenga el archivo consultado, lo
que le perm itirá tomar nota del m aterial de su interés y efectuar
la consulta puntual in extenso en el material impreso, o recuperar
los datos contenidos en la base.
Pero el operador podría acceder a la información por otra vía;
es decir, por “palabras clave” contenidas en el documento, que el
sistema va a rastrear en la base consultada.
En determinados sistemas se puede ampliar la base de bús­
queda cuando el término que se desea recuperar tiene varias deri­
vaciones que pueden ser de utilidad. Para ello se deberá hacer la
operación denominada “truncamiento”, con lo cual se “amplía” el
ámbito a todas las claves que contienen una determinada raíz.
Así, por ejemplo, ingresando “nul*” se recuperaría toda la infor­
mación que contenga la raíz truncada, como “nulo”, “nula”, “nuli­
dad”, “nulificable”, “nulidicente”, etcétera.
El procedimiento resulta posible en razón de que las “pala­
bras” son para el sistema sólo “códigos alfabéticos” y no concep­
tos; en consecuencia, el sistema no informará nada que no se le
requiera sin el código adecuado. Verbigracia, si se interrogara
por “despido”, en principio no informará sobre aquel material que
no contenga esta clave, como sería el clasificado por “licencia-
miento”, “resolución” u otra fórmula similar, salvo que se prevea
expresamente esa asociación.
De todas maneras, cuando al sistema se lo interrogue sobre
un tema, suministrará “toda” la información registrada bajo esa pa­
labra completa, o si se lo solicita así, truncada con todos sus deri­
vados. Por ejemplo, indicará que la palabra “simulación” aparece
4.753 veces en 3.468 documentos de la base consultada, o que la
clave “nul*” aparece 6.538 veces en 5.329 documentos, con lo que
el investigador posiblemente se llevará una desilusión, pues el aná­
lisis de tal cantidad de información -gran parte de la cual resultará
descartada- le llevaría un tiempo del que no dispone (ver § 94).
186 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

§ 93. C o n t e n id o d é l a s b a s e s . -T a l como lo hemos seña­


lado, la informática jurídica documental registra importantísimos
avances. Más allá de la complejidad de cada sistema, que puede
disponer de una o muchas bases de datos, éstas corresponderán
siempre a “fuentes del conocimiento jurídico”, las principales de las
cuales son: a) fuentes normativas; b) fuentes jurisprudenciales, y c)
fuentes doctrinarias, pero también “publicaciones electrónicas”, cada
una de las cuales requiere de un tratamiento particular que, por lo
común, se reflejará en las variantes que presenta el sistema operativo.
La primera cuestión que deberá verificar el investigador en
derecho al acceder a una fuente documental informática, es su “real
contenido”, a fin de tratarla como corresponde, y no atribuyéndole
un alcance que no tiene. Así, por ejemplo, si el jurista accediera
a una base de “selección de fallos de la Corte Suprema”, por im­
portante que fuese, debe tener presente que pueden existir “otros
fallos” de su interés que no están registrados en el archivo y sobre
cuya existencia deberá inquirir en otro lugar. De la misma mane­
ra, si una base de legislación no contuviera la totalidad de las nor­
mas vigentes, ya sea porque el “arranque” se produce a partir de
una determinada fecha, o por simple morosidad en la actualiza­
ción, el jurista podría encontrarse con que, por exceso de confianza
en la informática, pasó por alto una norma que no podía ignorar.
Por lo demás, sólo ciertas bases contienen en forma integral
el documento completo (fu 11 text), lo que por su propia naturaleza
limita sus alcances.
a) N o r m a s j u r íd ic a s . Las bases informáticas que registran
textos normativos deben ser objeto de actualización permanente.
Las que operan on line, como las del SAIJ, en principio, deberían
registrar la nueva información de manera inmediata, de producirse
cualquier modificación, sea por vía de reforma o por la sanción de
reglamentos. En cambio, las bases contenidas en soportes como
los CD-ROM tienen indefectiblemente una fecha de cierre y deben
actualizarse periódicamente mediante un nuevo soporte. Algunas
pueden actualizarse por vía telem ática, mediante una comunica­
ción telefónica vía modem en forma automática. Estas requieren
necesariamente de su verificación con la última información para
asegurarse su integralidad (ver § 80). Empero, como tanto las ba­
ses on line como las offline suelen presentar atrasos significativos
en su actualización, el jurista que se sirva de ellas deberá en toda
instancia verificar su correcto contenido.
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 187

Los textos archivados, por lo común, corresponden a versio­


nes de alta confiabilidad, razón por la cual la información puede
tratarse como un “texto auténtico”, y desde el punto de vista cien­
tífico se lo considerará igual que el impreso por una editorial seria.
No obstante lo expresado, el investigador deberá evaluar en cada
caso concreto la confiabilidad de las bases para equipararlas a un
texto oficial. Algunas -com o la Adminet del Ministerio de Justi­
cia de Francia- advierten que no se trata de ello, por lo que insta
a corroborarlo con una versión auténtica.
La ventaja que ofrecen estos archivos de legislación consiste
en la posibilidad de acceder a la información mediante gran can­
tidad de procedimientos como la búsqueda por “número de ley y
artículo”, “tem a” o “palabra clave”, utilizando las operaciones
booleanas sobre un amplio universo de la legislación (ver § 94).
El operador podría buscar determinado tema por “palabra” so­
bre la cual el sistema le suministrará “toda” la información que
contiene la legislación vigente. Consultando la base correspon­
diente a la legislación provincial, obtendría información normativa
de este amplio universo. E ingresando a bases extranjeras encon­
traría datos sobre legislación comparada.
O también se podría trabajar en otras bases, como la de con­
venciones colectivas de trabajo, que con las operaciones indicadas
anteriormente podrían cruzarse con las de legislación para obtener
un producto nuevo como, por ejemplo, la normativa convencio­
nal y legal relacionada con la “form ación profesional”, “apren­
dizaje” o el “trabajo femenino” en un marco nacional o interna­
cional.
Todo ello representa, sin duda alguna, una gran ventaja ope­
rativa para el investigador jurídico, quien podría aliviar la tarea de
búsqueda manual del material erudito.
b) J u r is p r u d e n c ia . A pesar de que la jurisprudencia dispone
de un tratamiento privilegiado en los sistemas informáticos de todo
el mundo, resulta utópico pensar que “todas” las decisiones de los
tribunales pueden hallarse registradas, aun resumidas, en los archi­
vos informáticos, por más importantes que fueran. Por lo demás,
esta especie de “biblioteca de Babel”43 de poco o nada serviría por
la inmensa cantidad de información repetida y descartable.

43 Ver el cuento h o m ó n im o en B o r g e s , F icciones, p. 85.


188 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

En consecuencia, los bancos de datos sólo contienen una se­


lección del material que produce la justicia de cada jurisdicción.
Unicamente las sentencias de los tribunales más importantes, como
la Corte Suprema de Justicia de la Nación o la Suprema Corte de
Justicia bonaerense y sus homólogos en algunos países del mundo
y los tribunales internacionales, tienen registrados en versiones in­
tegrales los fallos de los últimos años; por lo común quedan ex­
cluidas de los archivos informáticos las sentencias más antiguas.
Algunos archivos, como el JUSFAL del SAIJ, registran los datos
de publicación integral de las sentencias de los tribunales que
han sido objeto de esa distinción, lo que sin duda representa una gran
facilidad para el estudioso que puede recurrir directamente a un lugar
preciso de una publicación para hallar el documento que requiere.
De todas formas, en general estas bases contienen mucha in­
formación jurisprudencial resum ida y sistem atizada a la que se
puede acceder por los diversos canales que hemos indicado.
En algunos países, como Italia o Francia, las bases de datos
sólo registran resúmenes de jurisprudencia, con la diferencia de
que las sentencias de la Corte de Casación son extractadas por el
propio tribunal. En Italia, una sección especial (Sezione del mas­
simario) confecciona el resumen de cada decisorio (màssima) que
se configura como un documento autónomo que condensa en pocas
páginas la doctrina expuesta en el fallo44.
En Francia, el sumario lo realizan funcionarios del más alto
tribunal concatenando frases suficientem ente significativas de la
sentencia original, de lo que puede resultar una versión de menor
claridad.
Los bancos de datos de los Estados Unidos de América y Ca­
nadá, para la Corte Suprema Federal y los tribunales internaciona­
les como el de La Haya o el de la Unión Europea de Bruselas,
registran los fallos en sus textos completos. Las sentencias de los
tribunales inferiores son resumidas por equipos de juristas, cuyos
criterios no siempre resultan homogéneos.
Por regla general, los extractos jurisprudenciales o las versio­
nes integrales, en su caso, se pueden recuperar por las siguientes
vías: 1) por tribunal emisor, fecha del decisorio y nombre de las
partes; 2) por “índice de voces”, es decir, por “temas” agrupados
bajo títulos de distinto rango en forma similar a un repertorio de
44 LOSANO, Curso de informática jurídica , p. 114.
IN FO R M Á TIC A E IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A 189
jurisprudencia, y J) por “palabras dentro del texto”, o sea, por el
contenido de determinados “códigos alfabéticos” que conforman
vocablos con sentido conceptual en lenguaje natural.
En las bases de jurisprudencia, quizá más que en las de legis­
lación y doctrina, resultan de enorme utilidad las operaciones de
“truncamiento”, “intersección”, “unión” y “exclusión” que descri­
bimos en los § 94 a 98. Gracias a una adecuada combinación de
ellas, el jurista podrá acceder a información jurisprudencial pre­
viamente seleccionada por temas muy precisos, según resulte de
la propia necesidad de la investigación.
De esta manera, el estudioso podrá armarse en un tiempo re­
lativamente breve de un archivo de jurisprudencia depurado, que
no requerirá más que su verificación material en las fuentes.
c) D o ctrina . Las bases de doctrina por lo común sólo dis­
ponen de información de naturaleza “bibliográfica”, es decir, re­
cuperan la fuente por sus datos objetivos: el autor, el título, subtí­
tulo y demás datos de publicación, ya sean éstos libros o artículos.
Excepcionalmente están acompañados por un breve resumen de su
contenido o abstract, que cumple una función similar a los suma­
rios de jurisprudencia: en pocas líneas describe lo que el intérpre­
te-bibliotecario sintetiza, según su criterio, de una obra que puede
abarcar miles de páginas.
Las bases de doctrina contienen una gran variedad de infor­
mación referente a libros, informes presentados en reuniones cien­
tíficas o al contenido de una o muchas publicaciones jurídicas.
El jurista podrá realizar con grandes ventajas la investiga­
ción bibliográfica consultando cada base de datos de doctrina: 1)
por autor o título de la obra (libro o artículo); 2) por temas, y 3) por
“palabras clave” contenidas en el título de la obra o el abstract
bajo las que fueron clasificadas. Pero, sin duda, la mayor utilidad
que ofrecerá al estudioso el sistema informático estará vinculada
con la “investigación exploratoria”, tendiente a determinar lo que
el sistem a tiene relevado en materia doctrinaria, con lo cual en
poco tiempo podrá tener un amplio panorama de las fuentes del
conocimiento (ver § 57).
Es obvio que las “obras generales”, como los tratados, com­
pendios y manuales sólo indican su contenido global: “derecho pe­
nal”, “derecho administrativo”, “derecho procesal constitucional”,
etc., por lo que una vez relevado en su exterioridad, el autor deberá
verificar su real contenido en la obra impresa.
190 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Con relación a las obras monográficas, libros o artículos, la


cuestión se presenta un poco más fácil: mediante las operaciones
de “unión”, “intersección” y “exclusión”, el operador podrá tener
un listado de referencias muy precisas con lo que se ha publicado
en un determinado ámbito sobre el tema requerido (ver § 95 a 97).
Como la recuperación de información se realiza exclusivamen­
te en función de las palabras que contiene el título y, eventualmente,
el resumen o abstract que lo acompaña, no aparecerá información
de las publicaciones cuyo título o sumario no contenga las claves
alfabéticas adecuadas. Tal sería el caso en que se requiriera in­
formación sobre “despido arbitrario y daño moral”, con relación a
un trabajo que se intitulara El artículo 1078 del Código Civil en
la relación de trabajo, salvo que la obra hubiera sido indizada bajo
aquellos descriptores, a pesar de que estos términos no se hallan
en el título clasificado. Con ello queda dicho que pueden quedar
perdidos los aportes insuficientemente identificados con un título
inapropiado. Ello nos permite insistir una vez más sobre la im­
portancia capital que tiene este detalle de tan pocas palabras en
la obra científica, que puede sum ir en el olvido una obra de va­
lor por el solo hecho de hallarse bajo una rúbrica oscura o incom­
pleta.
d) P u blicaciones e lec tró n ic as . El sistema descripto prece­
dentemente se revela ampliamente suficiente para la investigación
bibliográfica, ya que proveerá al estudioso de un listado muy am­
plio de obras científicas sobre un determinado tema. Sólo excep­
cionalmente la base de datos suministrará el documento en su ver­
sión completa. Los principios que rigen la propiedad intelectual
y los derechos de autor tornaban dificultosa tal recuperación que
soslayaría al titular del copyrigth. No obstante lo expresado, en
los últimos tiempos comienza a difundirse la práctica de ofrecer
libros y otros documentos en versión completa por la red, algunos
con acceso libre por Internet. Ello ha dado lugar a un nuevo gé­
nero de publicaciones llamadas revistas electrónicas (electronic
journal) como el “Federal Communications Law Journal”, el “Har­
vard Journal o f Law & Technology”, o el “Richmond Journal of
Law & Technology”. En Italia se difunde una publicación jurídi­
ca general llamada “Telediritto” (http://www.infosistemi.com/jura/
teled/index.html). En nuestro país, “Cuadernos de Bioética” tam­
bién puede consultarse libremente en la web (http://www.bioetica.
arg/numeroO/).
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 191
La práctica ha creado un nuevo problema metodológico: la
manera de citar documentos disponibles en la red global, para lo
que no resultan aptos los procedimientos tradicionales de nombre
de la obra, autor y página. En busca de una solución normalizada,
un grupo de publicaciones electrónicas de los Estados Unidos de
América se ha puesto de acuerdo para uniformar el procedimiento
de las citas, indicando la dirección en Internet, y el párrafo donde
se halla el documento. Esto crearía un link en HTML que llevaría
directamente al lugar referenciado como fuente45.

C ) C r it e r io s d e bú sq u eda

§ 94. L a s o p e r a c io n e s “ b o o l e a n a s ” . - Las “operaciones


booleanas” u “operadores lógicos de B oole” (booleans connec-
tionsY6, son una serie de procedimientos muy elementales inspira­
dos en la teoría llamada “álgebra de la lógica”, que básicamente
desarrolla la idea de que los principios matemáticos no tienen por
qué referirse necesariam ente a magnitudes o números, sino que
pueden aplicarse también a objetos de otra naturaleza. Ello dio
pie al desarrollo de un álgebra no numérica que podía colocarse
al servicio de múltiples contenidos.
Sobre la base de esta idea, G e o r g C a n t o r (1845-1918) y H e n -
r i P o i n c a r é (1854-1912) desarrollaron concretamente la teoría de
los conjuntos y la topología que sirvió más tarde para la imple-
mentación de las técnicas informáticas.
En este orden de ideas, el “conjunto” representa la agregación
en un todo único relativamente homogéneo de una serie de objetos
ideales distinguidos por nuestra intuición o pensamiento en base a
una consideración lógica47.
En función de ello se pueden establecer idealmente los ele­
mentos que permiten considerar una unidad como perteneciente a

45 P a la z z i, La informática jurídica y las autopistas de la información, JA,


1997-11-710.
46 D e n o m in ad as a sí en h o m e n a je al m a te m á tic o in g lés G e o rg e B o o le ,
qu ien inició la teo ría de los conjuntos p artien d o del concep to de clase, serie y
grupo, p a ra estab lecer un cálculo lógico relacio n ad o con co njuntos de elem entos
que tu v ie ra n al m en o s u n a c a ra c te rís tic a c o m ú n (c o n f. G u ib o u rg - A le n d e -
C a m p a n e lla , Manual de informática jurídica, p. 81).
47 L o s a n o , Curso de informática jurídica, p. 79.
192 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

un determinado conjunto, sobre la base de lo cual puede realizarse


una serie de operaciones que permiten infinitas combinaciones en­
tre los distintos agrupamientos.
Para su explicitación se recurrió a los diagramas didácticos
que habían desarrollado con anterioridad los matemáticos Le:on-
h ard E ul .hr y J o h n V e n n , corrientemente conocidos como “dia­
gramas de Euler-Venn”. Ellos parten de la noción de inclusión y
complementariedad de dos conjuntos de contenido arbitrario.

La figura del círculo exterior representa un conjunto amplio


(p.ej., la noción de “contratos”), mientras que el círculo interior
más pequeño representa un elemento comprendido en el otro (p.ej.,
la noción de “compraventa”). Los elementos de A que no forman
parte de B son el conjunto complementario (en el ejemplo, los con­
tratos que no tienen los elementos de la compraventa). Esta idea
tan simple con los diagramas en cuestión, permitió el desarrollo
de los operadores lógicos, mediante los cuales se pueden combinar
una cantidad indeterminada de elementos en función de tres ope­
raciones básicas: a) la disyunción (or u “o”); b) la conjunción (and
o “y”), y c) la negación (not o “no”).
Sabemos que cuando se trata de interrogar una base de datos
el operador, en principio, puede hacerlo a través de la técnica de
las “palabras clave”. A tal fin escribirá en el teclado la clave en
cuestión y mediante la orden respectiva esperará el resultado de la
búsqueda. Por lo general, el sistema informará sobre la cantidad
de documentos encontrados, que de acuerdo a las necesidades del
operador pueden ser desplegados y recuperados total o parcialmen­
te, pero también sometidos a operaciones para acotar su contenido
mediante la formación de conjuntos. Estos, combinados en dis­
tinto orden, dan una gama prácticamente infinita de posibilidades
de clasificación.
Partiendo de la creación de dos conjuntos con dos grupos
homogéneos de información que contienen un elemento o clave co­
INFORMÁTICA E INVESTIGACIÓN JURÍDICA 193
mún, pueden compararse con otros creados de la misma forma en
operaciones de unión, intersección o exclusión para o b te n e r un
nuevo producto. Para ello se deberá ingresar una serie de pala­
bras de una determinada manera, unidas entre sí mediante un signo
que el sistema reconozca como tal, a fin de definir rigurosamente
el tema que se desea seleccionar. Intentaremos describirlas.
§ 95. F u n c ió n d e u n ió n . - Mediante la función de “unión”
(oru “o”), que expresa la disyunción inclusiva en lógica simbólica,
se puede acumular en un solo conjunto distintas unidades que tie­
nen entre sí uno o más elem entos comunes48. De esta manera
puede conformarse una nueva unidad con unidades de información
que contienen el elemento (clave) que se indica. Por ejemplo, si
el investigador necesitara acceder a información sobre “retribución
por el trabajo de menores”, interrogado el sistema por “retribución”,
no accedería a la información que no contuviera esta clave, con lo que
perdería la clasificada por “salario”, “estipendio”, “sueldo”, etcétera.
Mediante la operación de “unión” se podrían crear conjuntos
homogéneos con la información que contengan estas múltiples cla­
ves que se consideran sinónimos a los fines perseguidos. De esta
manera se podría establecer un primer conjunto por la “unión” de
“salario o sueldo o estipendio o retribución o pago”, un segundo
conjunto por la “unión” de “trabajo o labor o explotación o tareas
o servicios o desempeño”, y un tercer conjunto por la “unión” de
“menor o niño o adolescente o incapaz”, con lo cual se habrían
obtenido tres conjuntos que podrían ser sometidos a operaciones
posteriores.

48 LOSANO, Curso de informática jurídica, p. 81.


13. Herrera. Ueunlnli.«/«.
194 PR Á C TIC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

§ 96. F u n c ió n d e in t e r s e c c ió n . - Mediante la función de


intersección {and o “y”), que expresa la conjunción en lógica sim­
bólica, se pueden seleccionar en un conjunto homogéneo las uni­
dades de información de otros conjuntos que contienen la totalidad
de los elementos (claves) que se indican y que representan el ele­
mento común del nuevo conjunto que se crea49.
Así, por ejemplo, si el operador requiriera información sobre
“despido con justa causa por pérdida de la confianza”, se podría
crear un conjunto con la información que suministran los conjun­
tos siguientes: a) en que aparece la clave “despido”; b) en que apa­
rece el sintagma “justa causa”, y c) en que aparece la palabra “con­
fianza”, con lo cual el operador obtendría toda la información que
registra la base en que figuran simultáneamente las claves: “des­
pido”, “justa causa” y “confianza” con lo cual podrá disponer de
una información muy acotada. Los conjuntos que son sometidos
a intersección pueden haber sido creados sobre la base de una pre­
via operación de “unión” u otra más compleja.

§ 97. F u n c ió n d e e x c l u s ió n . - Mediante esta función (not


o “no”), que expresa la negación en lógica simbólica, se excluye
de un conjunto la información que contiene un determinado ele­
mento o una serie de elementos unidos con un contenido que no
interesa al operador50. Así, por ejemplo, si se requiriera informa­
ción sobre “bienes gananciales de carácter mueble” de los que se
quiere “excluir a los automotores”, se podría crear un conjunto por
la intersección de las palabras “gananciales” y “muebles” y utili­

49 L o s a n o , Curso de informática jurídica, p . 8 2.


50 L o s a n o , Curso de informática jurídica, p. 82.
IN FO R M Á TIC A E IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A 195
zar la función de exclusión para toda la información en que apa­
rezca la clave “automotor” o términos equivalentes.
De esta manera, el investigador verá desplegarse toda la in­
formación que contiene los términos bajo los que se interroga, ex­
cluida la relacionada con la palabra clave que se le ordena bajo el
signo adecuado.

§ 98. O p e r a c io n e s c o m b in a d a s . - Estas operaciones bási­


cas pueden combinarse con la búsqueda por “índice de voces”.
Así puede acotarse, desde el principio, la investigación a un deter­
minado ámbito de la información clasificada bajo una rúbrica.
Para lograrlo, el investigador deberá “crear un conjunto” con la
información que contiene el índice de voces, para luego acotar­
la sometiéndola a distintas operaciones como las de unión, inter­
sección o exclusión, en función de términos en lenguaje natural
que pueden no tener ningún significado técnico-jurídico.
Por ejemplo, si al jurista le interesa la información relaciona­
da con la “responsabilidad del constructor por deficiencias ocultas
del material utilizado en una instalación de gas que provocó un
accidente”, podría iniciar la búsqueda partiendo de la información
relacionada en el índice temático como “responsabilidad por vicios
ocultos” o “responsabilidad del constructor”, para luego, en suce­
sivos pasos, someterla a operaciones de intersección con las pala­
bras “accidente”, “materiales”, “gas”, etc., con lo que se obtendría
material de contenido muy preciso.
Conjugando las diversas técnicas que posibilitan estas opera­
ciones elementales, más las funciones “de investigación” de las
que puede estar dotado el programa, es posible realizar un verda­
196 PR Á C TIC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

dero diálogo entre el investigador y la máquina. Consecuente­


mente, si de la primera interrogación se obtiene demasiada infor­
mación inconsistente o “con ruido”, podría limitársela de diversas
formas. Si, por el contrario, las interrogaciones no obtienen sino
“silencio” (escasez o falta de información), podría ampliarse la
búsqueda ingresando un mayor número de palabras clave.
Cada programa tiene sus propias particularidades, así como
cada banco de datos se construye con determinadas características
lo cual condiciona las técnicas de interrogación que, en cada caso
debe conocer el operador para trabajar con provecho.
De esta manera, el investigador podrá acceder y clasificar con
relativa facilidad gran cantidad de información sin mayor pérdida
de tiempo, ventaja que deberá valorar para volcar más atención en
la verificación de la información recibida.
§ 99. La b ú s q u e d a e n I n t e r n e t . - La expansión explosiva de
Internet en todos los campos, incluso en el derecho, ha planteado una
curiosa paradoja: al tiempo que resulta ineludible destacar la gran
facilidad con que se pueden manejar enormes volúmenes de informa­
ción provenientes de todo el planeta, esa misma cantidad y su anár­
quica dispersión en la red genera un nuevo problema: el de encon­
trar el lugar exacto donde se almacena la información relevante51.
Sabemos que en “la red” se halla disponible una cantidad
enorme de información de la naturaleza más diversa, de la cual
sólo una pequeñísima porción puede tener interés para el investi­
gador en derecho. Consecuentemente, cuando se ignora la direc­
ción del sitio que se quiere consultar, y a partir del cual se puede
vincular a otros con información relevante, debe recurrirse a las
herramientas genéricamente denominadas motores de búsqueda o
buscadores (search engines), que son un conjunto de programas
especiales instalados en el servicio conectado a la red, que permite
acceder temáticamente o por palabras a los lugares que contienen
la información pertinente.
La búsqueda puede iniciarse por temas, para lo cual deberá
requerirse al buscador disponible sobre los sites que podrían con­
tener el material al que se desea acceder. El programa ofrecerá
51 PA LA ZZ I, L a i n fo r m á tic a j u r í d i c a y la s a u to p is t a s d e la i n fo r m a c ió n , JA ,
1997-11-710. En este importante trabajo se podrán consultar las direcciones de
gran cantidad de sitios con información jurídica y la manera de utilizar los datos
accesibles por Internet.
IN FO RM Á TICA E IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A 197

una serie de áreas de presunto interés, las que una vez selecciona­
das abrirán nuevas opciones hasta llegar a la información que se
requiere. Para ello pueden usarse buscadores generales como los
citados en el § 83, u otros, como el The virtual library (http://
www.w3.org/vl), el Galaxy (http://www.galaxy.einet.net/galaxy.
html), el Yahoo (http://www.yahoo.com), o La brújula, especiali­
zado en sites argentinos (http://www.brujula.com.ar). P a la z zi con­
sidera que tales buscadores, así como también la búsqueda por
palabras, no son recomendables para las bases de datos jurídicos
en razón de la gran cantidad que existe, lo que puede desorientar
al investigador, llevándolo hacia lugares sólo relacionados en for­
ma muy indirecta con el propósito perseguido52.
Por ello se aconseja, cuando no se tienen ideas muy precisas
de las bases a que se quiere acceder, iniciar la búsqueda explora­
toria a partir de ciertos sitios que funcionan como verdaderos índi­
ces de fuentes jurídicas consultables por Internet, tales como Law
info (http://www.lawinfo.com/index.html/), The legal list (http://
www.Icp.com/The-legal-list/TLL-home.html), el Cyber legal re-
search (http://www. eden.com/~case/index.HThtm), el Law craw-
ler (http://www.law crawler.com), o el Findlaw (http://www.findlaw.
com), los que posibilitan la conexión a numerosos sites que contienen
bases de legislación, jurisprudencia y doctrina del mundo entero, uni­
versidades, editoriales, revistas jurídicas, oficinas de gobierno, tribu­
nales, etcétera53.
51 se desea iniciar la búsqueda a partir de un sitio italiano
puede recurrirse al http://www.mi.cnr.it/IGST/Diritto.html, o al
http://www.idg.fi.cnr.it/ciampi/cs-guide.html. Para acceder a si­
tios en francés, el web Adminet del Ministerio de Justicia dispone
de numerosas conexiones a sites de países francófonos (http://
www.argia.Fr/adminet/). Existen también varios índices en espa­
ñol como “Derecho en Internet” (http://www.geocities.com/Athens/
forum/5017/buscadores.html). En la Argentina existe una página
mantenida por Publicaciones Digitales Allub (http://www.aHub.
com/links.html) con numerosas conexiones de gran importancia54.
52 P A LA Z Z I, La informática jurídica y las autopistas de la información, JA,
1997-11-710.
53 P a l a z z i , La informática jurídica y las autopistas de la información, JA,
1997-11-710.
54 P a l a z z i , La informática jurídica y las autopistas de la información, JA,
1997-11-710.
198 PR Á C TIC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

Una vez que el investigador se posicione en ei sitio adecuado


para suministrarle la información que requiere, podrá profundizar
la búsqueda en las bases conforme al método sugerido en el § 92.

D) O tras a p l ic a c io n e s de la t é c n ic a in f o r m á t ic a

§ 1 0 0 . Posibilidades. - Las posibilidades de aplicación de


la tecnología informática en la realización de un trabajo de inves­
tigación no se agotan en el tratamiento y recuperación de la infor­
mación contenida en diversas fuentes del conocimiento.
Existen otras aplicaciones muy importantes que el jurista in­
formatizado aprovechará adecuadamente: ellas se vinculan, entre
muchas otras, con la organización de los datos y documentación
recuperada en ficheros informatizados, en la confección de traba­
jos de campo de naturaleza sociológica, económica o estadística,
y en el procesamiento del texto.
Si el investigador, además, está conectado a Internet, podrá
participar en alguno de los muchos grupos de discusión sobre los
más diversos temas que utilizan la red para comunicarse.
Para ello debe acceder a la red Usenet (Users Network) que
reúne a personas con intereses comunes (newsgroups) que ubican
sus comentarios, publicaciones y críticas, intercambiando ideas so­
bre los temas que los reúnen. Para ello se requiere disponer de
un lector (como Netscape Win 95 o Newsreader de OS/2). Estos
foros de discusión son uno de los más importantes exponentes de
la red virtual y se incrementan en forma exponencial. Pueden
consultarse sus direcciones en el web uruguayo http://www.pai.an-
tel.com.uy/servnews.html o http://www.dejanews.com55.
Actualmente existen más de quinientos foros vinculados a te­
mas de derecho, la mayoría de ellos en inglés, pero los hay tam­
bién en español.
Quienes no disponen de los medios para esta vinculación,
pueden entablar diálogos interactivos con personalidades y entida­
des del mundo científico mediante el simple procedimiento que
brinda el correo electrónico (E-mail).

55 P a l a z z i, La informática jurídica y las autopistas de la información, JA,


1997-11-710.
IN FO R M Á TIC A E IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A 199

§ 101. O r g a n iz a c ió n d e l m a t e r ia l . - La tecnología in f o r ­
mática permite clasificar con facilidad gran cantidad de documen­
tación que puede recuperarse a través de distintos canales de ac­
ceso. Ello se puede hacer tanto mediante un adecuado programa
utilitario como con otro especialmente diseñado para las necesida­
des del investigador y aun para la propia obra en preparación.
La cuestión no ofrece dificultades excepcionales y sólo reque­
rirá que el diseño de los archivos se adapte a la planificación de
la obra que, como sabemos, está sujeta a múltiples modificaciones
¿n el curso del estudio. Cuando se encaran obras de cierta enver­
gadura, resulta conveniente consultar a un buen analista-progra­
mador con conocimientos jurídicos, que podrá proporcionar ideas
de suma utilidad sobre la mejor forma de organizar el material.
El profesional informático podría eventualmente sugerir algunas
modificaciones al programa utilitario para adaptarlo a las concre­
tas necesidades de la investigación. En ningún caso el jurista, in­
formático amateur, deberá intentar tal tarea por sí mismo, lo que
podría provocar reacciones imprevisibles con la consiguiente e
irremisible pérdida de información.
Consecuentemente, una vez establecido el diseño del progra­
ma mediante el cual se clasificará lo que se pretende archivar, cada
“ficha” o “unidad de información” deberá ser guardada en un lugar
preciso del directorio bajo una o más “palabras clave”, según re­
sulte del avance del plan de investigación.
En este orden de ideas, por ejemplo, resultaría recomendable
asignar un “directorio” al trabajo completo, un “subdirectorio” a
cada división principal como los capítulos y “archivos” y “carpe­
tas” a cada división inferior, como las secciones y puntos, en una
estructura ramificada estrictamente ajustada al plan de la obra.
De esta manera, cada documento o información se archivaría en
un lugar preciso de la base, de forma que resulte muy fácil su ubi­
cación. Como a cada “ficha” o información se le asignaría una o
más “claves”, el material podría ser recuperado por su contenido
temático sin consideración de su eventual ubicación cada vez que
fuera necesario.
De esta manera, la tarea de fichar en rectángulos de cartulina
para luego clasificarlos en una vieja caja de zapatos, deviene un
proceso de alta flexibilidad más o menos sofisticado, según sea la
capacidad técnica y las pretensiones del jurista-informático. Es
decir, con la utilización de un programa adecuado, el investigador
200 PR Á C TIC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIGA CIÓN JU R ÍD IC A

podría, sin grandes dificultades, confeccionar “ficheros” de biblio­


grafía, documentación y lectura, a los que podrá tener acceso por
múltiples entradas.
Resulta obvio que esta información “en bruto” deberá ser
objeto de una delicada elaboración, para lo cual el autor no podrá
contar con la ayuda de la máquina. Durante la etapa de “la refle­
xión” y la tarea de “exposición”, este material deberá ser consul­
tado una y otra vez en la pantalla o en texto impreso, al tiempo
que avanza la redacción en el procesador de palabras.
§ 102. T rabajos de campo . - En caso de que la tarea con­
tenga trabajos de campo, como los de naturaleza sociológica o eco­
nómica, la tecnología informática se revelará como un auxiliar de
excepción. Con relativa facilidad, el autor podrá diseñar progra­
mas para sus propias necesidades operativas, o simplemente apli­
cando programas utilitarios que se adaptan a su propósito. De
esta manera, tareas tales como procesar encuestas, realizar esta­
dísticas, formular modelos y, en general, simulaciones de tipo ma­
temático, quedarán al alcance de la mano de aquellos juristas que
tengan un razonable conocimiento de la técnica. Con gran facili­
dad podrán elaborar cuadros y gráficos de gran exactitud56.
§ 103. P rocesamiento del texto . - El autor se servirá del
equipo informático de su computadora como lo habría hecho con
su antigua máquina de escribir, pero con una cantidad absoluta­
mente extraordinaria de facilidades.
Por lo pronto, en tal caso mal podríamos hablar de trabajo “en
borrador” como el que se hacía sobre las hojas mecanografiadas
sobre las que se introducían manualmente correcciones de todo
tipo, lo que implicaba tachaduras, sobreescrituras e interlíneas,
cortado y repegado de papeles y “banderas”, todo lo cual debía
luego interpretar pacientemente el copista. Con la popularización
de las computadoras, este trabajo ha pasado a la historia, y la re­
dacción, por extensa que sea, se ha vuelto una tarea particularmente
limpia.
El jurista informatizado, consecuentemente, producirá su ver­
sión directamente en la computadora, la que asignará automática­
56 ScHRODT, El microordenador en las ciencias sociales, p. 95 y 130. En
los comercios y bibliotecas especializadas existe abundante literatura sobre el tema.
IN FO R M Á TIC A E IN V E STIG A C IÓ N JU R ID IC A 201

mente un número correlativo a cada hoja escrita, sobre cuyo moni­


tor efectuará todas las correcciones que sea menester, hasta lograr
la fórmula adecuada. Con la misma facilidad podrá copiar, cor­
tar, pegar y alterar el orden de los párrafos de la composición sin
mayores problemas.
Asimismo, podrá editar las “notas al pie de página”, verdade­
ro rompecabezas durante el trabajo manuscrito, cada vez que una
nueva referencia venía a alterar la secuencia numérica, con la con­
siguiente posibilidad de errores. Esta “compleja tarea” la hace
cualquier programa utilitario sin ninguna dificultad ni margen de
error.
Con la misma limpieza, el autor podrá configurar el trabajo,
otorgándole un formato especial a títulos y subtítulos, como la
asignación de sangrías y espaciados cuando así lo requiera la pre­
sentación del original. El manejo de un “procesador de texto” es
tan elemental que podemos afirmar que la gran mayoría de los in­
vestigadores están en condiciones de utilizarlo, aunque no tengan
mayores conocimientos de informática.
A medida que avance la redacción, el autor tomará el recaudo
de “guardarla” en la memoria del equipo, debiendo trabajar ade­
más con una “copia de respaldo” para evitar cualquier pérdida.
Resulta también conveniente copiar el material en un disquete que
se deberá mantener permanentemente actualizado y se guardará
por separado. Con ello el jurista se cubrirá de cualquier posibili­
dad de perder el fruto de muchas horas de trabajo.
Gracias a estos programas, el autor podrá elaborar con gran
facilidad gráficos, series estadísticas y anexos, como la bibliogra­
fía que podrá clasificar automáticamente por orden alfabético, y
otras tablas, como las de jurisprudencia o leyes citadas.
Finalizadas la redacción y corrección del texto (hay progra­
mas de corrección ortográfica y de estilo), el manuscrito impreso
e impecable podrá salir listo para ser presentado a sus destinatarios
finales. No obstante lo expresado, el jurista no podrá confiar sin
más en la perfección de los programas correctivos, pues, como sa­
bemos, las palabras no son para el sistema sino códigos alfabéti­
cos, por lo que está muy lejos de distinguir las sutilezas del idio­
ma, razón por la cual no se puede prescindir de un buen corrector
de carne y hueso.
C a p í t u l o VIII
CONSIDERACIONES PERSONALES: LA REFLEXIÓN

§ 104. La c la v e d e l p r o c e s o . - La “reflexión” o “conside­


raciones críticas” configuran el pivote alrededor del cual gira todo
el proceso de investigación. Esta fase, más que cualquier otra, se
halla indisolublemente unida a las demás, de tal manera que re­
sulta imposible determinar momento alguno del complejo proceso
de investigación que no contenga una alta dosis de reflexión. En
consecuencia, sólo como una licencia didáctica podemos referirnos
a esta acción como una “etapa”, sabiendo que no dispone de un
tempo diferenciado del resto del proceso.
La “reflexión” se desarrolla desde el momento mismo en que
el investigador realiza las primeras diligencias tendientes a esta­
blecer el objeto del estudio, y se extiende ininterrumpidamente has­
ta la colocación del punto final en el original que entregará a sus
destinatarios. Empero, hay un momento en que la actividad refle­
xiva se intensifica. Ésa es la razón por la cual, en el desarrollo
de la obra, la hemos ubicado secuencialmente entre la fase erudita
y la de exposición.
Toda investigación científica, y la jurídica en particular, se de­
sarrolla en el marco de un determinado orden social y cultural, en
función del cual adquiere sentido y relieve. Su producto, la tesis
-teoría que resultará de la acción reflexiva del estudioso-, tenderá
a preservarlo, mejorarlo, cuestionarlo, o transformarlo de alguna
manera; para ello resultará fundamental la coherencia lógica de las
argumentaciones que desplegará en el discurso.
Consecuentemente, en las explicaciones que pueda aportar el
estudioso, producto de las reflexiones que le haya sugerido el ma­
terial estudiado a la luz de su idea directriz, estará contenida la
clave de la obra.
204 PR Á C T IC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

En el campo jurídico la explicación científica tiene una má­


xima importancia y es el motivo principal, si no el único, de toda
obra de investigación destinada a esclarecer una cuestión contro­
vertida de derecho. Por ello, el jurista intentará llegar a con­
clusiones válidas que no serán otra cosa que una teorización más
o menos amplia en que resumirá sus ideas personales.
El investigador no podrá dar por terminada la acumulación del
material para iniciar la exposición sin haber alcanzado un grado
de compromiso tal sobre el tema investigado como para saber, con
precisión, qué quiere decir de sustancial sobre la cuestión que ana­
liza y la forma en que desarrollará su discurso en el texto escrito.
Es decir, luego de la recolección de la mayor parte del mate­
rial documental, el jurista debería estar en condiciones de esbozar
la conclusión, lo que le abrirá la puerta a la siguiente fase que de­
nominamos “de la exposición”. Aun cuando la mayor parte de las
reflexiones se concretarán en la versión escrita en la etapa con que
coronará el estudio.
Las reflexiones se materializarán mediante el desarrollo de
explicaciones de complejidad variable, en que el jurista irá plas­
mando su pensamiento sobre la cuestión que investiga. Éstas se
ajustarán en todo momento a un método racional de acuerdo a pau­
tas normativas aceptadas como propias del método científico.
Estos “métodos del conocimiento” aplicados a la ciencia del
derecho permitirán desarrollar una explicación de naturaleza cien­
tífica sobre las instituciones y su funcionamiento dentro del orden
jurídico a las que están referidas. Son el resultado de una diversi­
dad de procedimientos intelectuales que se pueden combinar entre
sí a fin de alcanzar la finalidad perseguida1. De esta manera se
forman los distintos conceptos jurídicos de que se servirá el estu­
dioso para conocer los datos o elementos que operan en una deter­
minada realidad que intenta analizar y sobre la que emitirá juicio.

A ) F orm as d e e x p l ic a c ió n

§ 105. La t a u t o l o g ía . - Según el Diccionario de la Real


Academia Española, explicar consiste en “declarar o exponer cual­
quier materia, doctrina o texto difícil por palabras muy claras
con que se haga más perceptible... Dar a conocer la causa o mo­
1 B ie ls a , M e to d o lo g ía ju r íd ic a , p. 1 3 3 .
CONSIDERACIONES PERSONALES: LA REFLEXIÓN 205
tivo de alguna cosa... Llegar a comprender la razón de alguna cosa,
darse cuenta de ella”2.
En definitiva, toda explicación no es más que un intento para
dar a conocer lo desconocido por medio de algo que se com­
prende racionalmente, lo que implica decir que consiste en la re­
ducción de lo explicado a un sistema de premisas implícitas que
avalan la equivalencia que se pretende efectuar; en pocas palabras,
una tautología.
Podemos caracterizarla como el procedimiento racional más
o menos complejo por el cual se desarrolla una cuestión, concepto,
doctrina, materia o texto mediante fórmulas o ejemplos, para que
se haga más perceptible, con la finalidad de poner en evidencia la
conformación, causa o motivo del objeto explicado.
La explicación científica presupone que lo estudiado es inves-
tigable, que es factible su descripción objetiva mediante la identi­
ficación de sus elementos, a los que debe asignarse una categoría
racional. Por otra parte, debe determinarse la naturaleza y las le­
yes que presiden su funcionamiento, lo que permitirá su reelabo­
ración dialéctica conforme a un patrón generalmente admitido por
las reglas del arte.
Por otra parte, podemos afirmar que la explicación científica
es el resultado de una reformulación de la experiencia en nuevos
términos que se presentan como propiedades de las cosas anali­
zadas3. Algunos autores señalan el producto como un verdadero
“cartografiado” de los fragmentos de una descripción: la explica­
ción sería como un “mapa topológico” de un terreno desconocido,
que serviría como herramienta a la inteligencia para recrear ideal­
mente el objeto estudiado4.
También podemos afirmar que todos los modos del razona­
miento pueden ser utilizados como explicación, en tanto son meros
recursos dialécticos para hacer más comprensible una cuestión. Se
considera a “la explicación como el método de pensamiento básico y
principal en cuanto engloba toda actividad intelectual que ayude a
comprender mejor algo... y se pueden reducir a ella todos los demás”3.

Diccionario de la lengua española, p . 59 8 .


2 R e a l A c a d e m ia E sp a ñ o l a ,
3 S a m a ja , Epistemología y metodología, p . 14 8 .
4 S a m a ja , Epistemología y metodología, p. 3 1 y 1 5 9 .
5 S ie r r a B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología,
p. 1 7 2 .
206 PRÁCTICA M ETO D O LÓ G IC A DE LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

Según su naturaleza, las explicaciones pueden ser científicas


o vulgares o no científicas, de conformidad con el nivel de reque­
rimiento que se formula el sujeto explicante. No quiere decir que
por el hecho de ser científica una explicación resulte sin más ver­
dadera al tiempo que una vulgar resulte sin más falsa. Una ex­
plicación racional puede resultar falsa sin dejar de ser científica
como una explicación puede resultar verdadera sin dejar de ser
vulgar: la ciencia avanza sobre los errores que se descubren a dia­
rio y el derecho no resulta una excepción a la regla.
La explicación puede presentar distintos niveles de profundi­
dad y múltiples formas que se pueden combinar entre sí, las que
el estudioso debe adaptar a las necesidades del discurso que des­
pliega. La explicación científica tiene por finalidad dar a conocer
los elementos, naturaleza, factores o relaciones del objeto que se
estudia y sobre el que se pretende dar alguna respuesta compren­
sible y válida desde el punto de vista lógico. El procedimiento
tiene una importancia fundamental en el desarrollo humano, ya que
constituye la base de todo el saber sistemático.
Por consiguiente, es la naturaleza de los argumentos y no la
exactitud de la conclusión lo que determina que una explicación
sea o no científica. Si alguien intentara dar las razones por las
que es delito el homicidio, la respuesta vulgar podría ser “porque
el autor va preso”, hecho rigurosamente exacto, pero que no apor­
taría gran cosa al conocimiento de esta realidad, que requeriría de
otro tipo de argumentos bastante más complejos, conforme a la óp­
tica en que se coloque el sujeto explicante, que según los casos
debería incursionar en los terrenos moral, social y jurídico.
Al más alto nivel, toda vez que se pueda establecer una ley o
principio general sobre una determinada cuestión, podremos ase­
gurar que quien logró ese enunciado ha coronado con éxito su tra­
bajo explicativo. El conocimiento de tales principios en el terreno
jurídico es el objeto principal de la ciencia del derecho.
Podemos reconocer en el campo jurídico y demás ciencias so­
ciales, como principales, los siguientes tipos de explicación: des­
criptiva, conceptual, ejemplificativa, ontológica, teleológica e his-
tórico-social6. Las analizaremos brevemente.

6 S i e r r a B r a v o c o n s id e r a lo s s ig u ie n te s tip o s : 1 ) d e d u c t iv a o c a u s a l
p r o b a b ilis t ic a ; J ) t e le o ló g ic a , y 4 ) s o c ia l ( C ie n c ia s s o c ia le s , e p is te m o lo g ía , ló g ic a
y m e to d o lo g ía , p. 1 7 1 y s ig u ie n te s ) .
C O N SID ER A C IO N ES PERSONALES: LA R EFLEX IÓ N 207
§ 1 0 6 . La descripción. - La explicación descriptiva da res­
puesta a la pregunta: ¿cómo es? Es el nivel más elemental del
procedimiento explicativo, y consiste en delinear un concepto re­
firiendo objetivamente sus distintas partes, cualidades, circuns­
tancias o propiedades exteriores, sin considerar sus predicados
esenciales. Tiende a explicitar la cosa a través de los elementos
y mecanismos que le confieren una determinada apariencia que la
identifica.
En el campo jurídico, este procedimiento es muy importante,
en tanto permite diseñar las instituciones jurídicas por su confor­
mación más visible, es decir, mediante los elementos exteriores
que las hacen reconocibles dentro del sistema. Así, por ejemplo,
podría describirse la institución de la adopción mediante la re­
lación de los requisitos y procedimientos establecidos en la ley y
requeridos por la jurisprudencia para entregar a un menor al adop­
tante confiriéndole la patria potestad. Este tipo de explicación no se
puede soslayar virtualmente en ninguna disertación jurídica, pero sin
duda no resulta suficiente para conferirle categoría científica.
§ 107. L a c o n c e p t u a l iz a c ió n . - La explicación conceptual
responde a la pregunta: ¿qué es? Consiste en la explicitación de
una idea mediante una fórmula lingüística apropiada que se mate­
rializa en otras palabras, con idéntico significado, que se presupo­
nen más claras. La explicación conceptual típica es la definición
y, en general, toda relación de nociones generales y su clasificación.
Para explicar un término puede echarse mano a la etimología
a fin de poner en evidencia el origen de la palabra y su evolución
en el tiempo, lo que sirve para aclarar el significado actual. En
derecho, utilizamos términos que se remontan a la antigua Roma
o Grecia y cuya elucidación contribuye a la aclaración del sentido
del concepto en vigencia.
Las definiciones conceptuales, como las clasificaciones, a ve­
ces se hallan en la misma ley, pero por lo general son obra de los
doctrinarios, que al estudiar los fenómenos e instituciones jurídi­
cas las tipifican mediante fórmulas lingüísticas y cuadros clasi-
ficatorios de fácil comprensión.
§ 108. La e j e m p l if ic a c ió n . - La explicación ejemplificati-
va responde a la pregunta: ¿cuál es el caso concreto? Consiste en
explicitar un concepto por medio de casos que se ponen de relieve
para comprobar, ilustrar o autorizar la idea en análisis. Por lo ge­
208 PRÁ CTICA M ETO D O LÓ G IC A D E l a IN V ESTIG A C IÓ N JURÍDICA

neral acompañan a una explicación de otra naturaleza y tienden a


facilitar la comprensión de lo que se expone mediante la relación
de situaciones corrientes vastamente conocidas. La ejemplifica-
ción resulta de gran utilidad en la disertación docente y permite
ilustrar gráficamente lo que se desarrolla en términos eruditos
Por este sencillo método, Monsieur Jourdain supo que hablaba en
prosa, hecho que, al parecer, hasta ese momento ignoraba7.
En la disertación jurídica tiene un extraordinario valor prác­
tico, en tanto permite visualizar con mayor claridad conceptos abs­
tractos, exponiendo casos de la vida corriente.
El autor deberá echar mano a este recurso tantas veces como
sea necesario, a fin de aclarar el discurso que desarrolla, cuyo ra­
zonamiento no siempre resulta evidente a los lectores.
§ 109. L a e x p l ic a c ió n ONTOLÒGICA. - La explicación sus­
tantiva u ontològica responde a la pregunta: ¿qué es y por qué?
Tiene por objeto explicitar un concepto mediante la identificación
de su naturaleza, es decir, lo permanente e invariable que corres­
ponde a su esencia. Es un desarrollo de contenido netamente fi­
losófico en tanto relaciona las causas que le confieren identidad.
Para ello, el disertante debe aislar mediante la abstracción ciertos
elementos ideales de la cosa, que le imprimen carácter desde el
punto de vista racional.
Este tipo de explicación se formula toda vez que se pone en
evidencia la naturaleza jurídica o las causas de un determinado
hecho con relevancia en el derecho. El análisis ontològico tiene
una enorme trascendencia práctica, pues identifica jurídicamente
la cuestión de que se trata. Según se atribuya a un hecho una u
otra naturaleza jurídica, distinta resultará la solución normativa
que corresponderá (v.gr., según que un hecho dañoso, como una
mala praxis médica, se considere un acto ilícito o un incumplimiento
contractual, le serán aplicables distintos períodos de prescripción).
Normalmente esta clase de explicación abundará en toda obra
jurídica.
§ 110. L a e x p l ic a c ió n t e l e o l ó g ic a . - La explicación te­
leologica responde a la pregunta: ¿para qué? Persigue explicitar
una idea o concepto en función de la finalidad de la cosa a que

7 M o liè r e . Le bourgeois gentilhomme, acto II, escena 4.


C O N SID ER A C IO N ES PER SO N A LES: LA REFLEX IÓ N 209
corresponde. Como la ontológica, es de naturaleza filosófica, y
en el campo del derecho tiene una gran importancia práctica cuan­
do se intenta determinar la finalidad perseguida por la ley; es decir,
los objetivos que se propone el legislador, la ratio legis que le da
sentido concreto a una norma o institución.
Como la finalidad de la ley puede ir modificándose con el mar­
co histórico-social, el investigador que emprenda este tipo de ex­
plicaciones deberá confrontar sus resultados con los hechos de esta
naturaleza.
Por ejemplo, un análisis teleológico e histórico-social permi­
tirá inferir el distinto alcance que en el tiempo tienen determinados
delitos, como el adulterio o el tráfico de drogas, en función de la
evaluación que la sociedad haga de los bienes jurídicos tutelados.
§ 1 1 1 . La e x p l i c a c i ó n h i s t ó r i c o - s o c i a l . - La explicación
histórico-sociológica responde a la pregunta: ¿en qué circunstan­
cias? Tiene por objeto explicitar un hecho, concepto o institución
en función de las circunstancias fácticas que lo determinaron. Sa­
bemos que el derecho, entre otras cosas, es un hecho histórico-so-
cial, por lo que el estudioso deberá echar mano con frecuencia a
este tipo de procedimientos, para poner en evidencia algunos as­
pectos de la cosa que de otro modo podrían tergiversar lo esencial.
La explicación histórico-sociológica en el campo jurídico tras­
ciende en mucho a los estudios específicos que se hacen en estas
ramas de la ciencia que pueden o no acompañar la obra jurídica.
Con frecuencia el jurista deberá completar el análisis puramente
jurídico-doctrinario de una situación con un análisis de los hechos
que viabilizaron tal o cual solución, so pena de realizar un trabajo
de laboratorio.
Resultaría incomprensible a un lector del mañana la legisla­
ción y jurisprudencia argentina vinculada con la revalorización de
los créditos por la devaluación de la moneda, sin una explica­
ción relacionada con los largos años de inflación crónica y las re­
petidas crisis hiperinflacionarias.

B ) P r o c e d im ie n t o s d e l c o n o c im ie n t o

§ 112. I n s t r u m e n t o s d i s c u r s i v o - r a c i o n a l e s . - Como y a
hemos señalado, el método científico es de carácter instrumental,
y tiene por finalidad desentrañar lo esencial de una cuestión que
14. Hencra. Memdulogid.
210 PR Á C TIC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

se desconoce (ver § 3). Es un procedimiento intelectual tendiente


a la obtención de conclusiones válidas para incorporarse al patri­
monio común del conocimiento.
En el método se pueden reconocer dos aspectos. Uno, espe­
cíficamente filosófico, se halla conformado por el conjunto de
principios racionales en que se fundan los procedimientos. El
otro, de contenido netamente procedimental o técnico, comporta
una serie de instrumentos discursivos-racionales tendientes a la
formación de conceptos científicamente válidos; es decir, tiende a
que el conocimiento resultante se haya obtenido con la intención
y mediante los mecanismos racionales destinados a producir una
explicación suficiente como para generar una mayor comprensión
del objeto estudiado, lo que no garantiza, sino en términos muy
relativos, su exactitud.
Cada ciencia o grupo de ellas tiene sus propios métodos y, por
consiguiente, sus propias formas de ejecución específicas para des­
plegar el razonamiento. El derecho naturalmente dispone de he­
rramientas racionales que comparte con otras ciencias sociales y
humanas, lo que permite al jurista el estudio de la realidad fáctica
o normativa.
Estos procedimientos dialécticos consisten en formas particu­
lares de reflexión que permiten obtener determinados productos in­
telectuales con una finalidad explicativa, de otros productos o ele­
mentos de la misma naturaleza. Presentan una gran variedad y
pueden combinarse entre sí a fin de obtener de ellos su máximo
aprovechamiento. Los principales son los siguientes: la abstrac­
ción, la definición, la clasificación, la comparación, el análisis, la
síntesis, la deducción y la inducción8.
Cada uno de ellos tiene su propia finalidad inmediata y repre­
senta una herramienta del razonamiento para hacer inteligible una
determinada cuestión y, a su vez, corresponde a una forma de es­
tudio. A continuación analizaremos cada uno de ellos.
§ 113. L a a b s t r a c c ió n . - Es el procedimiento racional en
virtud del cual se aíslan mentalmente determinados elementos de
la cosa, en función de ciertas características que la hacen inteligi­
ble. Es un mecanismo racional destinado a extraer de ciertos con­
8 S ie rra B ra v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología,
p. 146.
CO N SID ER A C IO N ES PERSO N A LES: LA REFLEX IÓ N 211

ceptos otros con valor más general, con la finalidad de utilizarlos


en alguna otra operación racional, como una definición, una clasi­
ficación o una deducción9.
Siempre resulta un procedimiento limitado, ya que por su pro­
pia finalidad sólo alcanza ciertos rasgos que interesan al investiga­
dor. Por la misma razón, entre el concepto abstraído y la realidad
o concepto del que se lo extrajo va a existir una distancia esencial
propia de la distinta naturaleza de cada uno de ellos.
Suelen distinguirse dos tipos de abstracción: la total y \&fo r­
mal. En función de la primera se separan de las unidades estu­
diadas los aspectos más generales que las caracterizan. De esta
manera, por ejemplo, de un estudio amplio de los contratos podrían
abstraerse sus notas esenciales a fin de utilizarlas en una defi­
nición abarcativa de todas las formas contractuales.
La abstracción formal separa ciertas características o aspectos
específicos de cada una de las cosas estudiadas, con la finalidad
de establecer variables o comparaciones entre las especies. Así,
por ejemplo, del estudio de los contratos podría abstraerse que no
todos se perfeccionan de la misma manera, con lo que sería facti­
ble establecer una primera clasificación entre consensúales y reales.
La abstracción es la operación básica de la reflexión lógica
aplicable al derecho. Como toda operación intelectual es un “pro­
ducto” del razonamiento que puede adoptar múltiples formas. Por
ello, podemos afirmar que el conocimiento científico y el jurídico,
en particular, se fundan en distintas formas de abstracción10.
Consecuentemente, el investigador, al formular sus propias re­
flexiones sobre el material recolectado, intentará extraer determina­
dos elementos según su propia idea directriz, lo que utilizará crí­
ticamente para elaborar sus opiniones sobre la cuestión que analiza.
§ 114. L a d e f in ic ió n . - En virtud de este procedimiento ra­
cional se identifica un concepto con una fórmula dialéctica que re­
presenta su significado mediante la adecuada tipificación de las
notas que le son inherentes11.
9 S ie r r a B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología,
p. 1 5 4 .
10 B i e l s a , Metodología jurídica, p . 1 3 3 .
Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología,
11 S i e r r a B r a v o ,
p. 1 5 6 .
212 PR Á C T IC A M ETO D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

La actividad definitoria se halla estrechamente ligada a la la­


bor de abstracción, y tiene por finalidad explicitar en términos de
más fácil comprensión otros relativamente desconocidos, por in­
termedio de una fórmula que se desarrolla con palabras más acce­
sibles al entendimiento.
En el campo del derecho, este procedimiento resulta de gran
utilidad, en tanto se pueden alcanzar fórmulas legales o doctrina­
rias relativamente simples.
Para ser válida, la definición debe denotar la esencia del con­
cepto que se define, sin utilizar el término definido. Por ejemplo,
la del art. 944 del Cód. Civil, que tipifica como acto jurídico los
“actos voluntarios lícitos, que tengan por fin inmediato, establecer
entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar, transferir,
conservar o aniquilar derechos”. En cambio, resulta criticable la
fórmula del art. 566 del Cód. Civil al definir la obligación a plazo,
como aquella en que “el ejercicio del derecho que a ella corres­
ponde estuviere subordinado a un plazo suspensivo o resolutorio”,
lo que supone decir: “la obligación es a plazo cuando está some­
tida a plazo”, con lo cual no se explica nada.
Una forma generalizada y muy exacta de definir consiste en
remitir al género próximo, al que se agrega la nota diferencial.
Así, por ejemplo, podría definirse el contrato de trabajo como una
locación de servicios o de obra prestada en relación de dependen­
cia a cambio de una remuneración.
Cada vez que el estudioso utiliza un término o un concepto
abstraído que no es de uso corriente, tanto más si es objeto de su
propia reflexión, requerirá de una adecuada explicación, la que po­
drá formular mediante una definición. En este procedimiento se
deben poner en evidencia los rasgos más característicos que for­
man el concepto, marcando sus límites y finalidad. En ese orden
de ideas, debe procurarse que la definición se haga siempre en fun­
ción de las propiedades, naturaleza o caracteres esenciales que ha­
cen a la cosa, es decir, objetivamente.
Es obvio que cuando se utilizan fórmulas o conceptos de uso
generalizado en la disciplina, que se suponen de conocimiento de
los lectores a los que está dirigida la obra, no requieren ser expli-
citados. Tanto más cuando se los emplea con un alcance sobre­
entendido por la ley o la doctrina.
§ 115. L a c o m p a r a c ió n . - Por este procedimiento racional
se confrontan dos o más elementos que son en parte distintos y en
C O N SID ER A C IO N ES PER SO N A LES: LA REFLEX IÓ N 213

parte iguales, con la finalidad de evidenciar sus diferencias y


semejanzas. Se vincula con la abstracción y a su vez resulta la
base de la clasificación.
Se pueden comparar dos o más cosas cuando existe un ele­
mento análogo entre ellas; es decir, resultan comparables todas
aquellas cosas que tienen alguna nota común que las haga semejan­
tes, sin perjuicio de las notas diferenciales que las identifican.
En la investigación científica en general, y la jurídica y social
en particular, la comparación tiene una aplicación muy amplia, al
punto que se reconoce como propio un verdadero “método compa­
rativo”. D u r k h e im considera que tal método es el único que pue­
de ponerse en práctica en la ciencia sociológica12, y su utilidad en
el campo del derecho resulta inestimable. Su aplicación más evi­
dente se da en el campo del derecho comparado, que muchos au­
tores consideran una rama autónoma de la ciencia jurídica'3.
El objeto del procedimiento serán siempre dos o más unidades
que a priori presentan analogías, y tiene por finalidad verificar las
presuntas semejanzas y diferencias en función de un patrón deter­
minado de antemano. Ello con el objeto de explicar el hecho que
se constata.
De esta manera podrá explicarse el funcionamiento de me­
canismos institucionales y fenómenos jurídicos en múltiples va­
riables.
La comparación debe ser tan amplia como sea posible. Em­
pero, a diferencia de otros métodos, no requiere integralidad, es
decir, el estudio comparativo podría ser parcial y alcanzar sólo una
parte identificada de la institución de que se trata. Así, por ejem­
plo, si se realiza un estudio comparativo entre los recursos pro­
cesales ordinarios y extraordinarios, no sería necesario analizar
ambas series de instituciones en todos sus aspectos, sino sólo
los puntos de tangencia que entrarían en el objeto del procedi­
miento, excluyendo los demás por intrascendentes a los fines del
análisis.
La búsqueda de diferencias y semejanzas en derecho debe
realizarse siempre dentro de un marco general de tipo teórico que
responderá a la idea directriz del estudioso. En función de ella
se “predeterminará” cuál será el patrón o ámbito de la comparación
12 D u rk h e im , Las reglas del m étodo sociológico , p. 102.
13 B i e l s a , M etodología ju ríd ica , p. 50.
214 PRÁ CTICA M ET O D O LÓ G IC A D E LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

en el cual se analizará Ja cuestión14. Verbigracia, podría hacerse


una comparación entre diversas instituciones de un mismo sistema
jurídico en una misma época histórica, o de una sola institución
en diversas épocas o momentos, o entre varias instituciones distin­
tas “en paralelo”, señalando sus semejanzas y diferencias. Podría
también compararse “por oposición”, destacando las incompatibi­
lidades entre las cuestiones que se analizan, o “en conjunción” a
fin de destacar los puntos comunes que las hacen semejantes. Es
decir, el recurso puede utilizarse con una enorme gama de posibi­
lidades, las que deberán ajustarse a las exigencias de la investiga­
ción en curso y a la idea directriz que la orienta.
§ 116. La c l a s if ic a c ió n . - Es el procedimiento racional me­
diante el cual se abstrae de un conjunto relativamente heterogéneo
una serie de notas comunes entre las especies que lo componen, a
fin de reagrupar los semejantes y separar los distintos en función
de un determinado criterio. La rama de la ciencia que desarrolla
los principios de la clasificación se denomina “taxonomía”.
La operación clasificatoria comporta una serie de pasos lógi­
cos: a) la descomposición del todo racional en una serie de ele­
mentos más simples, en una típica operación de “abstracción”;
b) la comparación de cada uno de los elementos simples abstraí­
dos con los demás, a fin de establecer las características particu­
lares que los hacen similares o diferentes entre sí, y c) el reagru-
pamiento de los distintos elementos en categorías racionales en
función de un cierto criterio.
Para resultar válida debe ajustarse a determinadas reglas: a)
debe ser “completa”, de modo que no deje fuera de la operación
a ninguna unidad del conjunto clasificado; b) las “clases” o “gru­
pos” que se formen deben excluirse entre sí de modo que ninguna
unidad pueda ser incluida en dos o más grupos distintos, y c) el cri­
terio de clasificación debe ser único y aplicarse en cada nivel con
idéntico criterio.
Resulta un procedimiento de gran utilidad en la ciencia ju­
rídica, en tanto ayuda a esclarecer la naturaleza de determina­
dos fenómenos o instituciones y su modo de funcionamiento. La
actividad clasificatoria importa una ordenación de la realidad ju­
14 S i e r r a B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica v metodología,
p. 162.
C O N SID ER A C IO N ES PER SO N A LES: LA REFLEX IÓ N 215
rídica conforme a un determinado esquema racional de cierta
complejidad. Ello permite al analista estudiar cada uno de los
agrupamientos como una unidad relativa extrayendo determinadas
conclusiones aplicables, según los casos, a una o más categorías.
Toda clasificación presupone una abstracción y una generali­
zación que le confiere un cierto grado de arbitrariedad, con lo cual
no siempre se logra clasificar las semejanzas y diferencias de cada
conjunto según parámetros de estricta lógica15. En este orden de
ideas, B ie l sa recuerda que las personas jurídicas se clasifican
clásicamente en “públicas” y “privadas” en virtud de su naturaleza,
sin tener en cuenta que las primeras disponen también de persona­
lidad privada, como las civiles y comerciales16.
En resumen, toda operación clasificatoria comporta los si­
guientes elementos:
a) Un conjunto complejo sin diferenciar, el que puede ser des­
compuesto en unidades más simples según un criterio que abarca
la totalidad.
b) Un determinado número de unidades simples dotadas de
características individuales que las diferencian como partes de ese
todo complejo.
c) Un criterio racional que permite la agrupación de tales uni­
dades en grupos relativamente homogéneos.
Podemos afirmar, entonces, que todo aquello que no es total­
mente simple puede ser objeto de algún tipo de clasificación. Ésta
puede ser múltiple y jerarquizada y admitir a su vez otras apertu­
ras. Las obras jurídicas están llenas de fórmulas clasificatorias y
el estudioso podrá inspirarse en ellas para elaborar, a su vez, agru­
pamientos inéditos. La forma habitual de visualizar una clasifi­
cación es mediante el llamado “cuadro sinóptico” en el que se des­
tacan gráficamente los distintos agrupamientos.
§ 117. E l a n á l is is . - A partir de él se efectúa una separa­
ción entre las distintas partes que integran la cosa, con la finalidad
de conocer sus elementos o principios. Es una forma particular y
típica de “abstracción”, y en ese orden podemos decir que toda obra
científica es una obra de análisis.
15 B ie l s a , Metodología jurídica, p. 13 6 .
16 B i e l s a , Metodología jurídica, p. 3 5 .
216 PRÁ CTICA M ETO D O LÓ G IC A DE LA IN V ESTIG A C IÓ N JU R ÍD IC A

En sentido estricto, se parte siempre de una unidad o conjunto


que se pretende estudiar. Mediante la abstracción se disciernen
las diversas partes que idealmente lo integran, para lo cual de­
be descomponerse racionalmente en elementos más simples, a fin
de estudiar cada uno por separado. Ello con el propósito de esta­
blecer con mayor claridad el principio de composición, funciona­
miento o alcance del fenómeno en estudio17.
Por ejemplo, si se analizan los usos y costumbres como fuente
del derecho, podrá verificarse que para que la costumbre tenga va­
lor normativo debe existir un elemento objetivo, configurado por
el uso pacífico y continuado de una práctica con trascendencia ju­
rídica que no se oponga a la ley formal, y otro subjetivo, consis­
tente en que un ámbito personal considere tal práctica como obli­
gatoria. Seguidamente se estudiarían cada uno de esos elementos,
a fin de discernir su identidad jurídica con el propósito de expli-
citar en qué condiciones operan para crear una costumbre obliga­
toria. El análisis raramente se agota en sí mismo, razón por la
cual, por lo común, se lo deberá vincular a una valoración más
compleja de carácter crítico que el estudioso formulará en cada
caso.
§ 118. La s í n t e s i s . - Este procedimiento formula una pro­
posición unitaria por la fusión de distintos elementos. Es una ac­
tividad intelectual simétricamente opuesta al análisis y a la cual se
halla íntimamente vinculada. En efecto, mientras que en el aná­
lisis se produce una “descomposición” de la unidad a fin de estu­
diar sus partes, en la síntesis se conforma un todo con diversos
elementos, los que por lo común han sido abstraídos por vía de
aquel procedimiento para conformar la nueva unidad racional18.
Es decir, estos dos procedimientos se hallan íntimamente asocia­
dos, en tanto que, por lo común, en una primera operación el es­
tudioso procede a analizar una serie de unidades, a fin de disociar­
las en elementos más simples para luego conformar con todos o
alguno de ellos, una nueva proposición unitaria19.

17 S i e r r a B r a v o , C iencias sociales, epistem ología, lógica y m etodología,


p. 163.
18 S i e r r a B r a v o , Ciencias sociales, epistem ología, lógica y m etodología,
p. 162.
19 G u ib o u r g - G h ig lia n i - G u a r in o n i, Introducción al conocim iento cien­
tífico, p. 126 .
C O N SID ER A C IO N ES PERSONALES: LA R EFLEX IÓ N 217

En la síntesis se parte siempre de diversos elementos con el


propósito de descubrir relaciones y similitudes por un procedi­
miento comparativo, pero no para señalar sus diferencias y analo­
gías, sino para integrarlos en una nueva unidad. La síntesis se
produce al integrar en un solo concepto, según sus propias relacio­
nes, los distintos elementos extraídos de diferente origen, forman­
do una unidad conceptual distinta.
Retomando el ejemplo vinculado con el valor normativo de
los usos y costumbres: el jurista, luego de efectuar el análisis del
hecho generador separando sus elementos, podría asociar los re­
sultados con un nuevo análisis sobre las fuentes del derecho y sus
mecanismos de derogación, concluyendo por vía de síntesis que la
costumbre jurídica podría prevalecer sobre la norma positiva dero­
gándola tácitamente por desuetudo.
En este orden de cosas debe prevenirse que no se debe en nin­
gún caso “forzar síntesis abusivas”, reduciendo a un denominador
común elementos diferentes y múltiples, sin una clara razón que
lo justifique desde el punto de vista racional y jurídico. Toda sín­
tesis debe ser claramente explicada para que el lector pueda re­
componer el mecanismo intelectual del autor, el que debe resultar
evidente según la propia óptica del trabajo. De no obrarse en con­
secuencia, tales “síntesis abusivas” raramente lograrán otra cosa
que confusión y oscuridad, pudiendo llegar a descalificar la obra.
La síntesis es un procedimiento de gran importancia en el campo
jurídico, en tanto permite construir teorías amplias con los elemen­
tos que provee la investigación.
§ 119. La d e d u c c i ó n . - Es el procedimiento racional por el
cual se sacan consecuencias derivadas de un principio, proposición
o supuesto superior que le sirve de premisa. Es una forma de in­
ferencia en virtud de la cual se pasa de un enunciado de mayor
nivel a otro inferior, mediante un razonamiento.
Es el método por excelencia empleado en lógica y en mate­
máticas, pero es común a las ciencias experimentales y huma­
nas. En derecho tiene una aplicación privilegiada, puesto que se
trata de extraer consecuencias concretas de principios generales o
normativos de nivel superior20.
El paso en virtud del cual se derivan unos enunciados de otros
en forma descendente constituye la esencia de este mecanismo ra­
20 B i e l s a , M etodología ju rídica , p. 31.
í 'K Á r T K 'A M H T O D Ó I.Ó G tC A i)!-. I.A IN \ !í,STIC ,A C IÓ N JURÍDIC A

cional y se basa en una cadena silo g ística . E s decir, es una acti­


vidad exclu sivam e n te racio n al que, en principio, no tendría necesi­
dad de apoyarse en la e x p e rie n cia ’ 1.
E n la d ed u cció n , la co n clu sió n es lógicam ente más restringida
que la o las p rem isas q u e le dan validez, pues éstas d e b e n c o n t e n e r
de algún m odo la p ro p o sició n que se deriva de ellas c o m o c o r o l a ­
rio. En el cam po d e la cie n c ia ju r íd ic a , la d ed u cció n tiene una
amplia aplicación práctica cuando se trata de encuadrar una situa­
ción fáctica en principios jurídicos de carácter más general. El
jurista debe realizar, entonces, una operación de abstracción inte­
lectual para encuadrar el caso concreto en determinados principios
jurídicos tipificados en la norma, de los cuales deducirá la solución
práctica aplicable al caso.
Por ejemplo, partiendo de la premisa de la irrenunciabilidad
de los derechos mínimos del trabajador, podría deducirse que, es­
tando limitada a una p o rció n de derechos perfectamente in d iv id u a ­
lizados, todo aq u ello que exceda de tal límite estaría librado a la
voluntad de las partes sin condicionamiento alguno.
La deducción parte siempre de una proposición de valor más
general indiscutible, por su naturaleza, como una norma positiva
ordinaria, o por resultar de un principio general más amplio con­
tenido en la norma constitucional. El procedimiento presupone la
existencia de este principio de nivel superior sin el cual la deduc­
ción resulta imposible. En ningún caso puede ser arbitrario, sino
que debe ajustarse a patrones racionales: deducir es un acto de la
inteligencia y no de la voluntad. Consecuentemente, el jurista de­
be conocer los fundamentos teóricos y prácticos del principio del
que deduce, es decir, el contenido, el alcance y el motivo que ge­
neró la regla superior en un momento histórico determinado, a fin
de extraer conclusiones concretas.
Empero, si el principio consagrado en la ley se funda en fac­
tores de índole histórica, política o económica que corresponden a
una situación determinada, el corolario debe concordar con ellas.
Consecuentem ente, si el marco se ha modificado de manera tal
que deben imponerse criterios distintos, se deberá echar mano a
otros procedimientos que actuarán como moderadores para, even­
tualmente, descartar el resultado por irracional.

21 S IE R R A B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología.


p. 163.
C Ü N N iM 'iR / H !< h-, ! •■ lí- S O N A i. l'S : l , . t f a T i ¡ > j ¡;

S i ei ju ris ta se aferra ai p rin cip io deductivo puro, podría hacer


una con strucció n ló gica im p ecab le com o si fuera de orden geom é­
trico, pero su co n clu sió n puede resultar in ú til, a n a cró n ica'o ju r í­
dicam ente falsa. Lo expresado im p lic a decir
que, al interpretar
un p rin cip io ju r íd ic o m ediante d ed u cció n , debe
in q u irir sobre el
“sentido” que v iv ific a la no rm a22.
Tom em os com o ejemplo ei estable­
caso de la ley 2 1 .2 7 4 , que
ció un tope indemnizatorio fijo para las cesantías sin causa de los
empleados públicos: al quedar desactualizado por la inflación,
se entendió que quedaba tácitamente descalificada por ia norma
constitucional que garantizaba la estabilidad y contra el despido
arbitrario. Ello en razón ele que al modificarse el marco láctico,
el monto pagado a valor histórico había dejado de conformarse co­
mo indemnización adecuada.
El método deductivo es, pues, el más empleado en el ámbito
jurídico, cuando se trata de interpretar norm as. Sabemos que en
derecho, para que las proposiciones sean verdaderas, no sólo re­
quieren que se ajusten a una norma o principio, sino que deben
resultar la conclusión razonada del derecho vigente entendido co­
mo unidad.
§ 12 0 . L a i n d u c c i ó n . - Al utilizar este procedimiento racio­
nal se asciende lógicamente en el entendimiento desde el conoci­
miento de fenómenos, hechos o casos particulares, a una ley o
principio de valor más general que los contiene.
Es una forma de inferencia simétricamente opuesta a la de­
ducción. En la inducción se parte de lo particular, o sea, de premi­
sas inferiores, con el propósito de lograr mediante el razonamiento
una regla de nivel superior a la cual resultarían sujetas. Es decir,
se trata de subir desde el nivel lógico de lo particular a lo más
general mediante un mecanismo exclusivamente racional. Se par­
te de enunciados más cercanos a la experiencia, como podría ser
el estudio de casos concretos, tratando de inferir de ellos princi­
pios más abstractos y generales que podrían ser aplicados a un uni­
verso mayor23.
En la inducción, la conclusión es siempre más amplia que las
premisas en que se funda y, por vía de hipótesis, se podría ir más

22 B ie ls a , Metodología jurídica , p. 31.


23 S i e r r a B r a v o , Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología,
p. ! 64.
220 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

allá de lo que estrictamente,autorizan aquéllas. Empero, no puede


sostenerse sin más que toda forma de inducción deba ser descali­
ficada en el campo del derecho. Nada de eso. Sólo debe indicar­
se que, desde el punto de vista estrictamente lógico, la inducción
tiene un valor relativo en tanto se funda en un número limitado de
premisas que en sí mismas no permitirían convalidar un principio
más general.
El procedimiento dialéctico se utiliza en caso de lagunas del
derecho, es decir, cuando no existe solución positiva aplicable.
En tal supuesto el juzgador, en una operación típica de inducción,
aplica analógicamente la solución arbitrada para otro supuesto, con
el cual se entiende existe alguna similitud desde el punto de vista
racional. Del caso regulado se infiere un principio superior no ex­
plícito, del cual se deduce una conclusión que sería aplicable al
caso en cuestión.
Cuando el principio encuentra fundamento en una cantidad
suficientemente representativa de casos, podría concluirse en su va­
lidez virtual. Ése es el caso, muy particular, en que se estudian
tendencias jurisprudenciales, en ausencia de norma positiva indu­
ciéndose de un número importante de fallos que la solución con­
creta configura un principio general aplicado por los tribunales, lo
que le da una cierta virtualidad general.

C ) C o n s id e r a c io n e s c r ít ic a s

§ 121. B a l a n c e r e f l e x iv o . - Señalamos reiteradamente que


el pivote en torno del cual gira el trabajo de investigación son las
reflexiones personales que el jurista realizará en la obra y que le
confieren su carácter original.
Por ello, no se podrá ingresar en la próxima etapa que deno­
minamos “de la exposición” sin haber formulado previamente un
balance general de las reflexiones que merece el material acumu­
lado. Si no se tiene criterio formado hasta ese momento, el jurista
deberá dedicar un tiempo prudencial para estudiar el material re­
colectado, a fin de adoptar una posición sobre los grandes temas
del estudio. No se trata, es obvio, de que el autor deba estar en
condiciones de dar respuesta terminante a los múltiples interrogan­
tes que se le irán presentando en el curso de la obra, muchos de
los cuales ni sospecha: ello sería materialmente imposible. Pero
CONSIDERACIONES PERSONALES: LA REFLEXIÓN 221

en ese momento deberá haber conseguido un cierto grado de sín­


tesis, como para tener una idea clara de lo sustancial y más im ­
portante que quiere decir.
Si bien el paso de “la reflexión” se prolongará en el tiempo
hasta la finalización del proceso, al iniciar la próxima fase el ju ­
rista debería tener delineado el plan de exposición, y criterio for­
mado sobre los grandes temas a desarrollar, parte de lo cual podría
hallarse resumido en las fichas críticas o de comentario que pue­
de haber confeccionado durante el trabajo erudito, lo cual se plas­
mará luego en otros tantos aportes originales en la disertación.
§ 122. N o t a s d e r e f l e x ió n : l a s f ic h a s d e c o m e n t a r io . -
El proceso de investigación implica un ejercicio intelectual de crí­
tica razonada, que se desarrolla a partir de la documentación que
el autor va acumulando en forma sistemática. Son sus opiniones
personales lo que representa la médula de la obra, que se explici-
tarán formalmente en la “conclusión” . Esta tarea se va a concre­
tar en la última etapa: la de la exposición. Sin embargo, a medida
que el autor va recolectando información, evaluando su contenido
y adoptando posición sobre la cuestión tratada, puede dejar con­
signadas sus opiniones en fichas especiales “de comentario”, o si
la reflexión es muy breve y puntual, simplemente consignando la
idea al dorso de la “ficha de lectura”, lo cual será de gran utilidad
al redactar el texto (ver § 136). Con esta acción, en alguna m e­
dida el autor se va adelantando al análisis crítico que realizará en
la próxima fase en forma sistemática, pero no se trata de confiar
a la memoria una idea que puede ser fundamental.
Destaca Santos Pérez que “nunca se subrayará bastante la im­
portancia de esos momentos de reflexión de síntesis parcial”, cu­
yos resultados deben fijarse en fichas inmediatamente, sobre la
marcha, aun a costa de tiempo y repeticiones, al igual que las “re­
flexiones de síntesis inesperadas”24. Ello en razón de que no bas­
tan la lectura y la reflexión, sino que también hace falta “recordar”
las propias ideas, a fin de reproducir con exactitud el pensamiento
y las palabras adecuadas cuando la idea aparece, para utilizarla en
el momento oportuno.
Cuando al autor se le presente una idea importante, aunque
sea incompleta, deberá dejar nota en una ficha especial de comen­

24 S a n t o s PÉREZ, Cómo elaborar y presentar un trabajo escrito , p. 32.


222 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

tario, a fin de retomarla en el momento de la exposición en que


completará la síntesis reflexiva.
Así, por ejemplo, el estudioso podrá dejar esbozada una defi­
nición, una clasificación, un análisis o una explicación original que
en su momento deberá desarrollar en la obra escrita. El jurista
trabaja con una cantidad muy grande de datos, sobre los cuales
debe exponer sus reflexiones y críticas. Todo esto no resulta fá­
cil de retener en la memoria, y aun en el supuesto de que así fuere,
no se puede garantizar que se tomaría con la misma frescura un
tiempo después.
Una vez terminada la tarea de estudio en las distintas fuentes
del conocimiento, el autor estará en condiciones de encarar la pró­
xima fase de la investigación: la exposición.
§ 123. La r e f l e x ió n s is t e m á t ic a , - Durante el tiempo de
investigación, el jurista ha debido reflexionar sobre el sentido
de la obra y sus principales conclusiones, de manera tal que al ter­
minar la labor de recolección del material deberá necesariamente
estar en condiciones de esbozar en grandes líneas las soluciones
que propone en vinculación al tema en estudio. Todo ello es parte
del proceso que tomará forma durante la exposición, en que se
concretará lo que denominamos “la reflexión sistemática”, con que
culminará el trabajo.
La disertación bajo ningún concepto podría limitarse a trans­
cribir el material recolectado, sin un aporte intelectual sustancial
de carácter personal y crítico.
Establecido el “plan de exposición” al que hipotéticamente se
conformará la primera versión de la obra escrita, en el mismo or­
den deberá realizar el proceso de “reflexión sistemática” sobre to­
dos y cada uno de los puntos. De esta manera, el investigador
necesariamente pasará revista a la totalidad de los aspectos estu­
diados, concretando al mismo tiempo en el papel las considera­
ciones que le merecen los temas expuestos.
Es menester que la reflexión domine la tarea puramente me­
cánica de escribir. Para ello, el autor debe organizar sus ideas en
una síntesis que le permitirá desarrollar su pensamiento como una
unidad lógica, conforme su idea directriz, cualquiera que sea la
secuencia material a que se ajuste la redacción. De esta manera,
como la construcción de una obra arquitectónica, se irán hilvanan­
do los pensamientos y opiniones en forma coherente y armoniosa
a lo largo de la disertación, hasta culminar la obra.
CONSIDERACIONES PERSONALES: LA REFLEXIÓN 223

La información y la reflexión se irán desplegando progresiva­


mente, de manera tal que el cuerpo expositivo se traduzca en un
desarrollo argumental lógico-jurídico que pueda ser comprendido
con facilidad por sus destinatarios.
Para expresar claramente un concepto se deben tener ideas
muy precisas de lo que se quiere decir, lo que por lo común llevará
al autor a detenerse una y otra vez en determinadas cuestiones an­
tes de concretar las ideas en el papel. Un distinguido autor seña­
laba que el día que lograba escribir una página de la que se sentía
satisfecho lo consideraba plenamente realizado. Ello implica de­
cir que frente a una dificultad el autor podrá detener la escritura
una y otra vez antes de concretar su pensamiento en forma satis­
factoria: en eso consiste justamente la reflexión que caracteriza la
labor científica y su mérito intrínseco.
Es obvio que la propia imaginación del estudioso indicará la
mejor forma de desarrollar la crítica sobre cada cuestión, la que
necesariamente se configurará como el antecedente inmediato de
la “conclusión” que se presenta y que ofrecerá a sus lectores como
una contribución personal a la ciencia del derecho.
C a p ít u l o IX
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN

§ 124. P r im e r e s b o z o d e l a o b r a e s c r it a . - En esta última


fase, con la que culminará la investigación, podemos reconocer un
paso principal, orientado a “la redacción de la primera versión” o
“del borrador”, al que dedicamos el presente capítulo, y tres pasos
secundarios, vinculados a la “culminación del proceso”, al que
consagramos el capítulo siguiente.
Por compleja que sea una investigación, llega un momento en
que el estudio sobre fuentes del conocimiento se agota: los fiche­
ros rebosan de referencias, el autor dispone de un conocimiento
profundo sobre el tema, ha recorrido con sentido crítico todas las
fuentes del conocimiento a su alcance, ha analizado hasta el ago­
tamiento las obras en que podría haber elementos de utilidad, ha
realizado con la mayor seriedad sus reflexiones y ha llegado a con­
clusiones satisfactorias. Todo ello hay que ponerlo en el papel:
¡hay que comenzar a redactar el texto!

A) C o n s e jo s p r á c t ic o s p a r a in v e s t ig a d o r e s n o v e l e s

§ 125. E l a r t e d e e s c r ib ir . - Por fin ha llegado el m om en­


to de sentarse a escribir: de poner en el papel las ideas que, hace
mucho tiempo, dan vueltas en la cabeza del investigador, tanto más
si la disertación es su opera prim a en el vasto campo de la inves­
tigación científica.
Escribir, cuando se tiene algo que decir, y ése es el caso del
estudioso, es una tarea placentera que debe ser degustada con de­
leite. Empero, muchos jóvenes investigadores se sienten turbados
frente a la hoja virgen que tienen delante, sin que se les ocurra
1?. Horrera.
226 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

cómo iniciar la primera frase. Para ellos esbozamos algunos con­


sejos prácticos, fruto de nuestra experiencia personal.
Estos consejos son ideas tendientes a facilitar la redacción de]
trabajo científico. Son simples “herramientas” , elementos “técni­
cos” que valen tanto como otros, que pueden sustituirlos y mejo­
rarlos, y que en ningún caso pueden reem plazar la agudeza del
espíritu crítico. No garantizan “genialidad” ; pura y simplemente
pretenden una correcta y más fácil utilización del material de in­
vestigación, de manera que pueda ser mejor aprovechado por el
autor y sus lectores.
El arte de escribir se aprende, como todas las artes. Si bien
no todos tienen la pluma fácil, con un poco de esfuerzo, los pro­
fesionales universitarios deberían estar en condiciones de expre­
sarse con solvencia mediante la palabra escrita. Escribir tiene sus
reglas, no sólo en materia ortográfica o gramatical, sino en relación
a los objetivos del propio trabajo científico en general y jurídico
en particular, que deben ser respetadas escrupulosamente (ver § 14).
Escribir no consiste en llenar con vocablos hojas y más hojas,
sino en expresar ideas sobre las que se ha reflexionado, que de­
ben ser adecuadamente comprendidas por otras personas, los lec­
tores, y sin los cuales la obra no cumplirá su cometido de vehícu­
lo del conocimiento. No hay que perder de vista que su finalidad
es hacer comprender al lector determinadas cosas, transmitir infor­
mación objetiva sobre cuestiones, normas y opiniones, volviendo
accesibles nuestros razonamientos, a fin de evidenciar la pertinen­
cia de las soluciones propiciadas.
Una obra jurídica bien escrita, naturalmente, es el producto
de un jurista altamente capacitado, pero además de ello, para hacer
algo realmente bueno, se requiere de una cultura general de sólidas
bases. El verdadero saber jurídico supone una formación huma­
nista que desborda el estricto campo del derecho. Es por ello que
instamos a los jóvenes estudiosos a no “enterrarse” en el conoci­
miento puramente técnico, para lo cual, además de leer obras ju ­
rídicas, lo que resulta indispensable, deben alimentar su espíritu
con otras no menos importantes de “verdadera literatura” .
Si un árbol cae en el bosque y nadie lo oye caer: ¿hace ruido?
Si nos atenemos a la definición clásica, podemos llegar a la con­
clusión negativa: si no hubiera quién oiga, no existiría ruido.
En el terreno del conocimiento pasa otro tanto: por importante
que sea un descubrimiento, si permanece en el anonimato es como
REDACCIÓN DE LA OBRA: l.A EXPOSICIÓN 227
si no hubiera existido. Pocos discuten que antes de Colón muchos
europeos llegaron a América, pero sus relatos, al parecer, no tras­
cendieron de las tabernas, por lo que el continente quedó ignorado
hasta 1492.
§ 126. P r e p a r a r s e p a r a r e d a c t a r . - No será cuestión de
precipitarse sobre la máquina de escribir o la procesadora de texto
(excluimos la posibilidad de un trabajo manuscrito) para terminar
lo antes posible. Si queremos ganar tiempo, debemos realizar an­
tes algunas tareas, sin las cuales la redacción se vería rápidamente
complicada.
En primer lugar, el autor deberá efectuar una prolija revisión
del plan de exposición, que se conforma ya con su aspecto casi
definitivo. De hecho aún podrá sufrir, y sin duda sufrirá, algunas
modificaciones, pero al momento de iniciar la redacción, el “plan
de exposición” deberá exhibir las características finales que tendrá
en la obra terminada. El autor pondrá particular cuidado en la re­
visión a fin de que la estructura se presente equilibrada en todas
y cada una de sus partes. Que capítulos y divisiones menores se
hilvanen de manera lógica y progresiva. Que el intitulado de cada
una se ajuste al desarrollo temático sin que haya confusión posible.
En pocas palabras, antes de iniciar la redacción, el “plan de expo­
sición” debe ajustarse de tal manera que se presente como hipoté­
ticamente aparecerá en la obra terminada. Sólo podrían omitirse
las subdivisiones de menor nivel, los puntos o parágrafos, que po­
drían introducirse al redactar cada una de las divisiones de rango
inmediatamente superior.
La revisión del “plan” implica un control de la reclasificación
de las fichas en función de las modificaciones introducidas para
convertir el “plan de investigación” en “plan de exposición” (ver
§ 77). Pero aun en el hipotético supuesto de que el plan no su­
friera mayores alteraciones, el autor deberá “poner a punto” los
ficheros, es decir, revisar cuidadosamente las fichas y su ubicación
a fin de verificar su correcta clasificación.
El fichero presentará así un aspecto renovado: las principales
divisiones rebosarán de material, pues corresponden a los temas
que se han encarado desde el principio. Otras, por el contrario,
permanecerán vacías o con pocas fichas, ya sea porque el material
se halla tras otros caballetes que deben ser relacionados con las
fichas de “reenvío”, sea porque el trabajo aún presenta deficiencias
de fondo que deben ser obviadas.
228 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE L.A INVESTIGACIÓN JURÍDICA

No se trata a esta altura del proceso de dejar todo plantado y


correr a la biblioteca más cercana para reintroducirnos en la inves­
tigación con el objeto de salvar el bache: nada de eso. Es muy
posible que otras lagunas vayan apareciendo en el transcurso de la
redacción: detalles que no se tuvieron en cuenta, notas dem asia­
do resumidas que requieren una ampliación, referencias impreci­
sas, idea reciente que requiere ser desarrollada en una nueva óp­
tica, ficha incompleta relevada en un sentido sin haber tenido en
cuenta que ocultaba posibilidades que sólo ahora se advierten,
etcétera. Éstas y muchas otras “deficiencias” -y a que de algún
modo debemos denominar la curiosidad científica- deben ser cui­
dadosamente anotadas en una lista, con indicación muy precisa
del punto del plan a que corresponden. Ello con el propósito de
completar la investigación sobre estos detalles, una vez terminada
la primera versión en borrador de la disertación.
Resumiendo, al término de las tareas preparatorias de la últi­
ma etapa, el autor deberá tener sobre su mesa de trabajo: el “fi­
chero bibliográfico”, que no ha cesado de crecer desde el inicio
del proceso y que posiblemente no verá llegar nuevas fichas; el
“fichero de lectura”, perfectamente clasificado y depurado, en don­
de cada pieza se halle tras el caballete que corresponde; el “plan de
exposición”, que con carácter virtualmente definitivo sigue siendo
la pieza maestra de la obra, y la “documentación básica”, y even­
tualmente autogenerada, si existiera.
La primera página en blanco luce impecable en el rodillo de
la máquina de escribir o en la pantalla de la procesadora de texto.
No falta sino comenzar a escribir: ¡menuda tarea!
§ 127. ¿ C ó m o s e e s c r ib e ? - P o r más que el hecho resulte
vastamente conocido, no está de más recordar que en un trabajo
científico, en principio, no se debe usar la primera persona del sin­
gular. El “yo” debe quedar desde la primera línea y para siempre
relegado por el “nosotros”, que comprende al autor y a todos los
que comparten su pensam iento1. Por ello, cuando el estudioso de­

1 A contrario sensü, considera Day que el uso del plural es “pretencioso,


verboso e impreciso”, por lo que exhorta a los científicos jóvenes a renunciar a
la falsa modestia de las generaciones anteriores (Cómo escribir y publicar traba­
jos científicos, “Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana”, abr. 1990, p. 336).
Como pertenecemos a los falsos modestos de las generaciones pasadas, nos
permitimos, muy respetuosamente, disentir con el distinguido publicista británico.
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 229

ba hacer referencia a su propia persona o a sus opiniones, las re­


ferirá en primera persona del plural o con los demás pronombres
que se correlacionan.
Primer consejo: debe escribirse con la mayor claridad. Un
medio para lograr tal objetivo consiste en redactar frases cortas
correctamente construidas, respetando los principios gramaticales.
Dentro de lo posible debe evitarse el abuso de gerundios, a los que
somos tan afectos los juristas, al menos en los escritos judiciales.
Una disertación jurídica no es un escrito tribunalicio y, por con­
siguiente, debe redactarse como obra científica y no en la jerga
abogadil.
Sólo se puede comunicar con claridad lo que se concibe con
precisión. No se puede expresar una idea de la cual no se tenga
una representación perfectamente nítida. En consecuencia, cuan­
do el autor no tenga suficientemente clarificado un pensamiento,
no podrá plasmarlo con corrección en el papel. Tendrá que refor-
mularlo una y otra vez, de manera que la expresión escrita resulte
el fiel reflejo de la idea, conformada según principios de la lógica
formal y la sintaxis.
Hay que recordar que el destinatario de la obra es un lector
que puede no ser un experto. Por ello resulta indispensable expli­
car todo en sus menores detalles. Deben situarse con cuidado los
problemas, describir los mecanismos jurídicos, el sentido de los ra­
zonamientos y de la jurisprudencia, precisar el significado de los
términos que no sean de uso corriente, explicar la historia, la evo­
lución de las instituciones y las tendencias. Deben hacerse com ­
paraciones y dar ejemplos en toda oportunidad que se presente,
tanto más útil si éstos son tomados de casos analizados por los tri­
bunales. Es decir, se deben utilizar generosamente los recursos que
brinda el idioma para transmitir el conocimiento, sin temer que se
lo juzgue como “demasiado simple”.
Obviamente, no se trata de “bajar el nivel” como si se escri­
biera para alumnos de la escuela secundaria, cuando la obra se di­
rige a universitarios. Pero tampoco se debe suponer que los lecto­
res son avezados expertos en la materia. Por esa razón insistimos
en la necesidad de explicar con claridad todo lo que se describa,
partiendo de la base de que se dirige a un público razonablemente
informado sobre temas jurídicos.
La cuestión deviene indispensable cuando se estudian insti­
tuciones de derecho foráneo, tanto más si no resultan equivalentes
230 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

a las de nuestro ordenamiento. Una pequeña “noticia” sobre los


mecanismos fundam entales de la institución, hecha en una nota
al pie, podrá superar el escollo con un mínimo de trabajo. Así,
por ejemplo, si se considera la institución matrimonial, no resul­
tará necesario aclarar -p o r obvio- de qué se trata cuando nos refe­
rimos a países occidentales de tradición cristiana, pero resultaría
conveniente explicarlo en los derechos de países de extremo orien­
te o de tradición musulmana, lo que puede ser ignorado por mu­
chos lectores.
Ello facilitará la comprensión y hará más amena la lectura.
El autor deberá ponerse en guardia, a fin de no subestimar la
complejidad de los temas abordados: el hecho de haber vencido
las dificultades en pacientes horas de estudio no implica sin más
que los mismos o peores problemas tenga el lector. Por ese mo­
tivo, el autor deberá señalar las dificultades halladas y los meca­
nismos del razonamiento que permitieron superarlas. Desaconse­
jamos los “excesos de síntesis”, en virtud de lo cual se ofrece al
lector el “producto terminado” sin mayores detalles del procedi­
miento (ver § 118).
Dentro de lo posible (el espacio es un tirano), debe hacerse
recorrer al lector el mismo camino que siguió el autor para llegar
a la conclusión. Muchas veces la brevedad es gran enemiga de la
claridad.
Tampoco se trata de diluir el texto en explicaciones inoficio­
sas o simplemente innecesarias, a fin de llenar páginas sin mayor
contenido. Esta suerte de “guitarreada” con letra jurídica no con­
duce a nada y debe ser desterrada como una falta mayor.
Cuando el propio autor no tenga una opinión suficientemente
fundada, deberá expresar sus dudas sin ambages, exponiendo su
pensamiento sólo como una hipótesis entre otras posibles.
Ciertos pasajes deberán ser escritos una y otra vez hasta que
el resultado satisfaga al propio autor. Ello no debe desmoralizar
al jurista, pues es perfectamente lógico y normal que el desarrollo
del discurso en muchos de sus puntos presente dificultades. El
investigador desde ya está advertido de que le resultará imposible
escribir al correr de la pluma, como si se tratara de una carta per­
sonal.
Debe recomendarse la utilización de un correcto estilo “cor­
tado-conciso”. La disertación jurídica no requiere de fantasías li­
terarias, más propias de una obra de ficción que de un desarrollo
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 231

científico. Pero no por ello tiene que ser pesada ni aburrida. El


texto, dentro de lo posible, debe ser elegante y llevar al lector paso
a paso en el razonamiento, obviando términos incomprensibles, pe­
dantes o simplemente “difíciles” cuando no resulten impuestos pol­
las necesidades del discurso con la pertinente explicación.
Cada “tema” debe ser desarrollado en un punto concreto del
plan bajo un intitulado propio, con lo cual una vez dicho algo,
no debe repetirse. Cuando un tema ya tratado debe retomarse en
vinculación a otro, cosa por demás frecuente, se deberá rem itir
al lector de una parte a otra, a fin de posibilitar la profundiza-
ción precisa de la cuestión. Con ello se omitirá reiterar información
o formular razonamientos ya efectuados, y sobre los que no debe
volverse.
Toda form a de ironía o superioridad debe ser prolijamente
desterrada. Si hay descalificación debe resultar del razonamiento
y no de fórmulas retóricas, vacías de contenido. Ello no implica, ni
mucho menos, que no se pueda ser ameno y aun utilizar el humor2.
Por último, debe usarse correctamente los signos de puntua­
ción3. Sobre el particular, debe insistirse en la conveniencia de
evitar largos entrecomillados que dificultan la comprensión, o
las frases que se intercalan en otras con carácter de subordinadas.
Dentro de lo posible, estos párrafos complejos deben desdoblarse
en dos o más oraciones separadas entre sí por un punto seguido.
Debe tenerse en cuenta que el texto debe presentarse de for­
ma armoniosa entre lo escrito propiamente dicho y los espacios en
blanco. Cada “unidad de pensamiento” deberá desarrollarse bajo
una rribrica común: a cada desarrollo deberá corresponder un pa­
rágrafo, conformado por distintos párrafos. De manera similar, a
cada idea o hecho subordinado debe corresponder una o más ora­

2 Dos obras de toda seriedad escritas con grandes dosis de humor son las
ya citadas de Eco, Cómo se hace una tesis, y G u ib o u r g - G h ig l ia n i - G u a r in o -
NI, Introducción al conocimiento científico.
3 Existen cuatro clases de signos de puntuación: a) los “signos de pausa”
(el punto, la coma, el punto y coma, y el punto y aparte); b) los “signos melódi­
cos” (de interrogación, de exclamación, los puntos suspensivos, los dos puntos,
y el guión); c) los “signos de inserción” (los paréntesis, los corchetes, las comi­
llas, los guiones, la omissis y las barras), y d) los “signos de llamadas” (el aste­
risco, e l punto de abreviación, el parágrafo, el apartado, la llamada d e nota al pie,
el guión y otros sig n o s menores). Conf. SANTOS PÉREZ, C óm o elaborar y p r e ­
sen ta r un trabajo escrito, p. 177.
232 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

ciones. Estos “conjuntos dialécticos” deben presentarse a la vista


del lector como “bloques homogéneos”, perfectamente diferencia­
dos por separaciones de espacios en blanco o interlineados4. De­
be ponerse particular cuidado en evitar las m uletillas, términos
o frases que se repiten innecesariamente formando un mal hábito
de redacción. Cuando se pongan en evidencia en la corrección,
se intentará reemplazarlas con sinónimos. Todo ello contribuirá
a la presentación de un texto “liviano” , de lectura fácil y agradable.
En resumen, el autor procurará hacer un uso correcto de los
vastísimos recursos que le brinda el idioma de Castilla, para lo
cual conviene tener al alcance de la mano el Diccionario de la Len­
gua Española5 y otro de sinónimos6, que lo ayudarán, en caso de
hesitación, a precisar el alcance de un término o en la búsqueda
de uno equivalente.
La primera condición de un texto de literatura jurídica es su
concisión, es decir, la ausencia de todo equívoco, para lo cual nun­
ca resultará demasiado insistir en la necesidad de escribir con fra­
ses cortas, bien construidas y, dentro de lo posible, en un estilo
elegante y agradable al leer.
§ 128. ¿A q u ié n s e d ir ig e ? - Ya hemos señalado en el § 15
que la investigación es una obra esencialmente “didáctica”, que se
destina a otros estudiosos de la comunidad científica, a fin de que
se sirvan de los elementos que les brinda el autor, así sea para re­
futarlos.
La preocupación de “entrega” o de “servicio” debe estar per­
manentemente presente en el espíritu del estudioso. Se trabaja
para otros; el proceso gnoseológico se presenta como un verdadero
“acto de servicio” a la comunidad científica de que forma parte el
estudioso. Por ello, el lector es el sujeto prioritario, lo que resulta
válido tanto cuando se encaran trabajos del más alto nivel profe­
sional, como los meramente escolares con que se hacen las prime­
ras armas.
4 BELLENGUER, Vexpression écrite, p. 119.
5 Dirigido por la Real Academia Española, institución dedicada al estudio
de nuestro idioma, formada por distinguidas personalidades de las letras de todos
los países de habla hispana. Está considerado e l “diccionario oficial” de la
lengua.
6 E n e ste c a s o , re c o m e n d a m o s SAINZ d e ROBLES, Diccionario español de
sinónimos y antónimos.
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 233

En estos últimos casos, si bien el destinatario obligado y qui­


zás único lector resulte el docente o el jurado que calificará la te­
sis, no por ello deja de tener una finalidad didáctica inequívoca,
que deberá juzgar el evaluador.
Estos trabajos que tan impropiamente denominamos “escola­
res”, tienen por finalidad inm ediata demostrar la capacidad del
estudiante o candidato a doctorarse para realizar en forma autó­
noma una investigación original que no pretende “ilustrar” al ju ­
rado, ni tiene a éste por destinatario final. Aun en el caso espe­
cífico en el que la obra tendrá menos lectores que los dedos de
una mano, el estudioso procurará hacer una obra trascendente que,
por el propio contenido del discurso, la originalidad del análisis y
la pertinencia de sus conclusiones, merezca un lugar en la litera­
tura jurídica. Si la obra se verá o no publicada, es un problema
puramente accidental que para nada debe tenerse en cuenta en esta
etapa del proceso.
“Escribir para otro” debe ser el lema del autor, cualquiera que
sea el destino efectivo de la obra que se realiza.
Pero esos “otros” en los trabajos de mayor aliento pueden ha­
llarse perfectamente determinados, según sea el tipo de publica­
ción a que está destinado. El autor deberá tener presente el perfil
del público concreto a que se dirige. Así, por ejemplo, la ópti­
ca de un artículo podría ser distinta, según sea para una publica­
ción general7 u otra especializada8, se trate de una revista nacional9
o internacional10. Cuestiones que requerirían una explicación en
un tipo de publicación podrían resultar superabundantes en otra.
Cuando se trata de doctrina, el contenido de las explicaciones
variará según el público al que presuntam ente está destinada la
obra. Así, por ejemplo un manual o compendio para estudiantes
universitarios o profesionales no especializados distará del con­

7 Como “La Ley” o “El Derecho” de Buenos Aires, “Dalloz” de París, o la


“Revista General de Derecho” de Madrid.
8 Como las revistas “Derecho del Trabajo” y “Trabajo y Seguridad Social”
de Buenos Aires, la “Revista de Derecho Mercantil” y la “Revista Española de
Derecho Constitucional” de Madrid, o “Droit Social” de París.
9 Como “Jurisprudencia Argentina” de Buenos Aires, la “Revista Española
de Derecho Procesal” de Madrid, o “II Diritto del Lavoro” de Roma.
10 Como la “Revista Internacional del Trabajo” de la OIT de Ginebra, la
“Revista Internacional de Seguridad Social” de la AISS de Ginebra, o la “Revista
Internacional de Ciencias Administrativas” de Madrid.
234 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

tenido de una obra profundizada, orientada a especialistas en la


materia.
No se trata, lo reiteramos una vez más, de que la obra de nivel
superior deba form ularse en términos incomprensibles, o que pa­
ra apreciarla deban realizarse estudios especiales. Pura y simple­
mente: como la utilización por distintas personas será también di­
ferente, el autor deberá adaptar su discurso a los requerimientos
de las personas a que está destinada.
§ 129. ¿ P o r d ó n d e se e m p ie z a ? - La pregunta puede pare­
cer una verdadera tontería. La respuesta parece tan obvia que no
vale la pena formularla: ¡se empieza por el principio!
La verdadera respuesta, sin embargo, no es tan simple, pues
en el estadio en que se halla el proceso, no resulta evidente que se
deba comenzar necesariamente por la introducción y se termine
por la última línea de la conclusión, luego de haber transitado ca­
pítulo por capítulo en el orden del plan.
Son numerosos los autores que sostienen que la introducción
es la última parte que se redacta. Es decir, debería encararse una
vez terminado y pulido el texto y definitivamente establecida la
conclusión. Otros autores, como el prestigioso Eco, sostienen
que uno de los primeros pasos de la redacción de una tesis consiste
justam ente en esbozar la introducción, que no sería sino un co­
mentario analítico del índice. Esta “introducción ficticia”, como
la denomina porque está destinada a reformularse, tendría por fun­
ción fijar la idea directriz a lo largo del proceso. A su juicio, ser­
virá también para explicitar qué se quiere hacer y sirve para probar
que se tienen las ideas ordenadas. En su opinión, el tema reviste
una gran importancia, pues “hasta que no estéis capacitados para
escribir un índice y una introducción no estaréis seguros de que se
trata de ‘vuestra tesis’. Si no conseguís escribir el prefacio, eso
significa que todavía no tenéis las ideas claras de cómo empezar.
Si tenéis idea de cómo empezar, es que por lo menos ‘sospecháis’
a dónde llegaréis” 11.
En lo personal, admitimos la idea como una hipótesis, tenien­
do plena conciencia de que dicha “introducción ficticia” es un
simple ejercicio dialéctico, que normalmente no formará parte del
texto definitivo. Es por ello que, y sin que sea una exigencia ab­

11 Eco, Cómo se hace una tesis, p. 140.


REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 235

soluta, aconsejamos que la introducción sea la última parte que


se redacte (ver § 147), pudiendo omitirse sin temor la “introduc­
ción ficticia” aconsejada tan vivamente por el autor de El nombre
de la rosa.
Si no se empieza por la introducción, ¿por dónde se comienza
a escribir? Una vez más la respuesta no tiene un valor absoluto
y el temperamento a seguir deberá adaptarse a las propias necesi­
dades y dificultades del trabajo.
En principio, los primeros capítulos, que denominamos “in­
troductorios” o “generales” (no confundir con la “introducción”),
por lo común son los más cortos, pero los más difíciles. Su con­
tenido es menos concreto, rebosan de consideraciones abstractas,
doctrinarias o filosóficas y requieren, por lo común, de una mayor
reflexión. Por eso, son los que más dificultades presentan al in­
vestigador novato y ello constituye una buena razón para postergar
su redacción.
Ese no será el caso de los juristas más experimentados, con
una sólida formación teórica o filosófica, que les permitirá encarar
sin mayores hesitaciones estos temas más arduos. Ellos, pues, de­
ben aprovechar las ventajas de la experiencia y empezar la redacción
en el mismo o -a l m enos- similar orden que el plan de exposición.
Aquellos autores que decidan escribir en un orden diferente,
tarea perfectamente posible, deben establecer un razonable orden
lógico, que podría corresponder, por ejemplo, al desarrollo de los
temas más concretos, que se irían considerando de manera paula­
tina, uno por uno, hasta su agotamiento, para enfrentar luego las
partes más generales. Un consejo práctico: es conveniente iniciar
la redacción por un tema sin demasiadas dificultades de manera de
ir adquiriendo experiencia, poco a poco, en forma tal que los temas
más “difíciles” queden relegados para el momento en que el estu­
dioso esté mejor armado.
§ 130. T r a b a jo e n b o r r a d o r . - ¡La hora de empezar a es­
cribir ha llegado! El estudioso tiene frente a sí la máquina de
escribir, o la computadora, el “plan de exposición” detallado, los
libros y documentos de base, los ficheros bibliográficos y de lec­
tura perfectamente clasificados y una hoja en blanco para ir ano­
tando las dificultades irresueltas que se vayan presentando.
Ha decidido en qué orden iniciará la redacción. En el rodillo
de la máquina de escribir o en el monitor de la computadora luce
236 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

la página número uno, sólo con el título del primer capítulo cuya
exposición va a intentarse.
Si se redacta en máquina de escribir, el borrador se hará en
hojas de papel de buena calidad, tamaño oficio, a doble espacio
y utilizando una sola carilla. Ello con el objeto de introducir
modificaciones y correcciones manuscritas en el interlineado, o in­
tercalar, mediante cortado y repegado, nuevos textos en la hoja
escrita. Si bien el borrador debe resultar lo más prolijo posible,
para evitar toda confusión, debe trabajarse en éste intensamente, para
lo cual no sólo se requerirá una buena cinta mecanográfica, sino
también tijeras u otra herramienta que permita cortar el papel y
goma de pegar.
Si se trabaja en una computadora, la tarea se facilita: las co­
rrecciones, supresiones, adiciones, etc., se hacen con gran soltura
y el texto luce siempre impecable. Es de recomendar, en tal caso,
generar una “copia de resguardo”, no sea que el diablo meta la
cola y por esas cosas de la informática, un virus travieso borre
todo sin dejar trazas. Por ello es recomendable también ir copian­
do el original en un disquete que se guardará aparte e imprimir a
medida que avanza la exposición.
Cuando se redacta en una máquina de escribir, es conveniente
cambiar de hoja cada vez que se inicia una nueva subdivisión.
Con ello no sólo se facilita el orden del original, sino la introduc­
ción de m odificaciones en estos textos de limitado desarrollo.
Cuando el escrito se subdivida en dos o más partes, debe simple­
mente cortarse la hoja en el lugar preciso, la que pasará a identi­
ficarse bajo un nuevo título.
Una investigación puede configurar una obra considerable
de muchos cientos, quizá miles de páginas. Consecuentemente,
a m edida que se avanza, las hojas deben ser numeradas prolija­
mente. En la procesadora de textos ello se puede hacer automá­
ticamente, por lo que no existe mayor dificultad. Para tal caso
recomendamos guardar por separado en un archivo diferenciado
cada capítulo o parte de la obra.
En cambio, cuando se trabaja en forma artesanal, la cuestión
plantea algunos problemas. En principio, aconsejamos numerar
las hojas por capítulos o aun divisiones menores. Como esta nu­
meración se va modificando con alguna frecuencia, resulta conve­
niente hacerla con un lápiz de mina que permita su borrado. Una
vez terminado un capítulo se debería unificar la numeración me­
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 237
diante un signo convencional o de otro color. Al finalizar la re­
dacción se deberá asignar una nueva numeración correlativa a la
totalidad de la obra.
A la vez que los capítulos quedan terminados, deben irse abro­
chando, formando un “cuadernillo” de fácil lectura, pues durante
la redacción de las partes ulteriores, el estudioso deberá consultar
una y otra vez el texto establecido y, frecuentemente, modificar la
redacción de ciertos pasajes a la luz del avance de la obra.
La redacción se va haciendo con las propias palabras del au­
tor, desarrollando punto por punto cada una de las divisiones del
“plan de exposición”, según la secuencia predeterminada para es­
cribir, la que podría no coincidir con el “plan de exposición” pre­
visto como estructura de la obra.
A medida que se va utilizando el material, se deberá “marcar”
la correspondiente ficha de lectura o parte del texto básico, de m a­
nera de no repetir la referencia en una forma idéntica, como si no
hubiera sido utilizada previamente.
La redacción debe ajustarse estrictamente a las reglas del arte
de escribir, tratando de interesar al lector en el tema que se ex­
pone, para lo cual resulta conveniente: poner lo más importante al
principio del texto que lo desarrolla bajo un título, retomando de
alguna m anera sus palabras; poner la “idea clave” en el primer
párrafo de cada parágrafo, y tratar de colocar las palabras más
importantes al principio de cada frase. La obra científica no es
una obra de suspenso y en toda instancia debe brindársele al lec­
tor la mayor cantidad de información con el menor número de pa­
labras.
Recordamos: cuando se suministra información objetiva, o
consideraciones que no pertenezcan al propio autor, necesaria­
mente debe indicarse la fuente de conocimiento utilizada. Ello no
sólo como una condición de honestidad intelectual, sino para faci­
litar al lector la eventual profundización de la fuente de referencia
(ver § 139).
Resulta obvio que en el cuerpo de la obra virtualmente no ha­
brá párrafo que no contenga por lo menos una nota de referencia
a fuentes del conocimiento. Ello en razón de que resulta imposi­
ble en el campo jurídico no referirse a fuentes heterónomas, sean
éstas cuerpos legales, sentencias o estudios de doctrina. Sólo los
párrafos críticos, en los que el estudioso analiza en forma personal
y emite su opinión, estarán desprovistos de referencias.
238 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

B ) D esa rro llo d e la d is e r t a c ió n

§ 131. La i n s t a n c i a e x p o s i t i v a . - Establecido un orden ten­


tativo de redacción, debe ponerse manos a la obra de una mane­
ra sistemática para llevar a bien la instancia expositiva. Por lo
pronto, el estudioso habrá hecho una planificación razonable de su
tiempo, ya que por lo general resulta utópico dedicarse en estas
actividades a tiempo completo. Tampoco se trata de tomar y dejar
el trabajo en función de impulsos de humor. Ello 110 conduciría
a ninguna parte y esa obra no se terminará jamás.
La redacción, como el resto del proceso, requiere de un mí­
nimo de infraestructura, sin lo cual la obra científica entra en el
campo de la utopía: un lugar tranquilo donde el autor pueda refle­
xionar mientras desarrolla su escrito, disponer de su biblioteca de
base, ficheros y elementos de mecanografía o una computadora.
No debemos olvidar que la redacción no es una simple transcrip­
ción del material acumulado, sino el resultado de una reflexión
sobre cada tema en particular, lo que se reflejará, palabra por pa­
labra, en la obra escrita.
Al escribir, el autor deberá esforzarse por establecer un texto
completo como si fuera el destinado a publicarse. Para ello de­
berá pensar una y otra vez sobre la mejor fórmula que se transcri­
birá en la hoja de papel.
Cuando la redacción de un parágrafo se considere terminada,
deberá ser sometida a una lectura de conjunto, de la cual normal­
mente surgirán importantes correcciones: supresiones, agregados,
modificaciones del orden de ciertos párrafos, etcétera. Lo impor­
tante es que cada vez que el autor dé por finalizado un punto, éste
sea prolijamente revisado y corregido. La misma tarea deberá ha­
cerse cuando se termine cada división de rango superior. Una
nueva lectura “com pleta” de todas las partes que lo componen
(puntos, secciones, capítulos) podrá indicar la necesidad de nuevas
correcciones a la unidad cada vez de mayor grado.
Ello importa decir que a medida que avanza la redacción, el
producto será leído y releído en distintas ópticas, lo que inducirá
a modificaciones y correcciones que quizás exijan una rectifica­
ción del plan de exposición, que se adapta, así, a las necesidades
concretas del desarrollo de la disertación. Recordemos que el
“plan” es un instrumento flexible y que requiere una adaptación
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 239

constante a las exigencias del discurso que avanza por etapas en


una exposición gradual.
Durante la redacción, el estudioso deberá echar mano a diver­
sos elementos, de los que deberá dejar inequívoca constancia en
la composición: se trata, según los casos, de adaptaciones de un
texto que se reconoce como fuente de una afirmación, de citas tex­
tuales, diversos tipos de notas explicativas o de remisión, etcétera.
§ 132. P a r á f r a s is . - La adaptación de un texto es la situa­
ción más frecuente: el autor, con sus propias palabras, se refiere
al contenido sustancial, sea éste de carácter legal, jurisprudencial
o doctrinal. Es decir, el estudioso “resume”, “analiza” o “expli­
ca” un concepto que no le pertenece, y que debe representar con
la mayor fidelidad. Es el recurso retórico conocido como p ará ­
frasis.
La fuente inmediata, por lo común, será una “ficha de lectura”
en la que se ha resumido el dato, pero también podría ser una “cita
textual”, que el autor considera que no requiere de transcripción
literal. En estos casos, el investigador deberá poner sus cinco sen­
tidos para ser fiel a la fuente del conocimiento, de la cual ha ex­
traído la información. Resultaría una falla garrafal que se atribu­
yera por error una opinión a quien no la ha emitido, o se indicara
equivocadamente el sentido de una sentencia o de una norma legal.
Tanto más si el “error” no es tal, sino una manipulación destinada
a sostener una determinada posición, invocando como fundamen­
tos un hecho u opinión inexistente o distorsionada.
Entonces, cuando el autor aluda a fuentes extrañas, tomará los
recaudos máximos para ser fiel en la información que transmite.
Para ello, sus anotaciones no textuales deberán ser suficientemen­
te explícitas y completas. Cuando el estudioso no estuviere se­
guro de lo que afirma, deberá dejar constancia en el borrador
mediante una marca bien visible, y anotar en la planilla de dificul­
tades: “Verificar... cap. x, p. xxx” , a fin de ratificar o rectificar la
información consignada en la ficha, la que podría hallarse incom­
pleta o equivocada. Con ello oportunamente se salvará el even­
tual error.
En ningún caso el autor debe afirmar algo de lo que no tenga
la absoluta seguridad. Por ello, jamás puede avanzar en una cues­
tión no verificada, ni disimular una hesitación, señalando, cuando
ello resulte necesario, las propias dudas que no haya podido re­
solver.
240 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

El lector debe entregarse en confianza al autor, a quien por lo


demás tomará como propia fuente para fundar criterios jurídicos.
Si bien se trata de brindar la información indispensable para ve­
rificar las fuentes, en la gran mayoría de los casos, el hecho que­
dará como responsabilidad del autor, sin que se controvierta su
exactitud.
La correspondencia, pues, entre el efectivo contenido de una
fuente y la versión que hace suya el autor en su discurso deben ser
absolutas. Tanto más, cuanto que el jurista analizará y criticará
distintos aspectos de la cuestión, tomando como fundamentos el
contenido atribuido al documento que ha extractado.
§ 133. C it a s l it e r a l e s . - L os requerimientos del tema en
desarrollo pueden exigir la transcripción literal de algunos párra­
fos. Es el caso, por lo común, cuando se analizan normas legales
u otros documentos de la autoridad pública. También suelen ci­
tarse en forma literal consideraciones de sentencias de gran impor­
tancia, y con menor frecuencia opiniones y definiciones elaboradas
por los autores.
Lo cierto es que el autor deberá hacer un uso muy moderado
de tales transcripciones, que tornan particularmente “pesado” el de­
sarrollo del discurso. En lo posible, y cuando resulte realmente
indispensable, deberá ser tan breve como lo permita la claridad
de su utilización.
Ya señalamos que se puede estudiar un autor y criticar su po­
sición sin recurrir a citas literales, haciendo un adecuado y ho­
nesto resumen de su pensamiento. Empero, determinadas defini­
ciones en que el propio estudioso ha resumido con talento su
pensamiento, deben ser transcriptas tal como se las concibió, sin
adaptaciones.
Cuando se transcribe literalmente un texto, se está en presen­
cia de una “cita textual” o “literal” , que debe ser inequívocamente
referenciada.
Para ello, el párrafo deberá figurar en el cuerpo'de la compo­
sición entre comillas. Este signo ortográfico permite “aislar” tér­
minos o frases, poniéndolos de relieve para una finalidad particu­
lar. Se las utiliza, en especial, al principio y al fin de las frases
atribuidas a un tercero, como una form a inequívoca de identifi­
carlas. Es decir, el párrafo entrecomillado indicará que no es del
autor sino de otra persona y que se reproduce en forma exacta y
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 241

completa. Cuando se quiere resaltar esta circunstancia, y a fin de


evitar toda duda sobre la exactitud del texto cuando su contenido
podría generar equívocos, se suele adjuntar entre paréntesis el ad­
verbio latino “sic” que significa “así”, “de esta manera”, “textual”.
La regla es muy simple y no reconoce excepciones de ninguna
índole: no hay cita textual sin entrecomillado. Sea que se trate
de pocas o muchas palabras, de uno o varios renglones. El prin­
cipio juega tanto cuando el autor es una persona física como cuan­
do la versión es institucional, como en el caso de las normas
legales.
La ley 11.723, de propiedad intelectual, permite la utilización
con fines didácticos o científicos “en todos los casos sólo de las
partes del texto indispensables a ese efecto”, de hasta mil palabras
de una obra ajena (art. 10). Es un claro ejemplo de restricción de
la utilización de la propiedad intelectual, aun con indicación de la
fuente, razón por la cual -entre otras- no se debe abusar de este
recurso, que se halla claramente limitado por el derecho y la ho­
nestidad (ver § 163).
Cuando lo transcripto contiene, a su vez, una transcripción
(cita de cita) dentro del texto entrecomillado atribuido al primer
autor, deben abrirse a su vez comillas interiores (‘ ’), de manera
de aislar el párrafo atribuido a un tercero. La situación es fre­
cuente en las sentencias que se citan entrecomilladas y que a su
vez incorporan palabras textuales de la ley o de la doctrina.
Si bien la cita de segunda mano es una práctica a desterrar,
cuando el autor transcriba un texto a través de la cita de un ter­
cero, deberá indicarlo en la respectiva nota, a fin de evitar cual­
quier equívoco.
El uso de la cita literal puede presentar variantes:
a) Cuando la cita es de alguna importancia, generalmente el
entrecomillado sigue a la indicación atributiva, que puede explici-
tarse con dos puntos.
Ejemplo: S a g ü é s sostiene: “si la Constitución es intrín­
secamente flexible, sería imposible (o al menos sumamente
difícil) que una ley ordinaria pudiera ser inconstitucional; to­
das las leyes comunes, al tener jerarquía ‘constitucional’, de­
rogarían las prescripciones anteriores y se ‘constitucionaliza-
rían’ automáticamente”1.
1 SAGÜÉS, Recurso extraordinario, t. 1, p. 32.

16. Herrera. M etodología.


242 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

b) Cuando el autor quiere, resaltar de manera especial una cita,


puede -excepcionalm ente- iniciar el entrecomillado luego de los
dos puntos atributivos, en renglón aparte, lo que permitirá desta­
carlo claramente.
Ejem plo: En ese orden de ideas S a g ú e s ha dicho:
“Si la Constitución es intrínsecamente flexible, sería im­
posible (o al menos sumamente difícil) que una ley ordinaria
pudiera ser inconstitucional”1.
1 SAGUES, Recurso extraordinario , t. 1, p. 32.

c) Cuando la cita es muy corta, o no se pretende ponerla en


evidencia, el concepto se incorpora debidamente entrecomillado,
y se formula la referencia al pie.
Ejemplo: Cuando se trata de constituciones flexibles, las
leyes ordinarias “al tener jerarquía ‘constitucional’ derogarían
las prescripciones (constitucionales) y se ‘constitucionaliza-
rían’ automáticamente” 1.
1 SAGÜÉS, Recurso extraordinario , t. 1, p. 32.

Insistimos: el autor, durante la redacción, deberá evaluar en


cada caso el uso que hará de las citas textuales, a fin de presentar
una composición de fácil lectura, reservando para las más impor­
tantes las formas más destacadas, de las que no deberá abusar bajo
ningún pretexto.
§ 134. A d a p t a c ió n d e u n t e x t o l it e r a l . - En ciertos ca­
sos, la cita literal debe sufrir algunas adaptaciones para compati-
bilizar su redacción a la versión que se integra. Ello, naturalmen­
te, sin perder su carácter de cita textual ni alterar en lo más mínimo
su contenido.
A veces resulta indispensable suprimir ciertas palabras, o, por
el contrario, agregarlas para comprender el sentido de lo que se
transcribe en forma parcial o fragmentaria.
Tales recursos, admitidos por el arte de escribir, deben mani­
festarse claramente, a fin de no inducir a equívoco. Cuando se
suprime un tramo del texto que se transcribe, la omissis se indica
colocando puntos suspensivos (...).
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 243
Ejem plo: El art. 1017 del Cód. Civil dispone: “el signa­
tario puede... oponerse al contenido del acto probando que
las declaraciones... no son las que ha tenido intención de ha­
cer”.
Si se quiere señalar que lo citado no coincide con el comienzo
de la frase se puede indicar colocando los puntos suspensivos al
principio del texto transcripto.
E jem plo: El art. 1014 del Cód. Civil dice: si el que
así lo hubiese firmado lo reconociera voluntariamente las ini­
ciales o signos valen como la verdadera firma”.
En ciertos casos pueden intercalarse en medio de la cita tex­
tual expresiones del propio autor, denominadas interpolaciones,
sea para explicar algún aspecto, sea para armonizarlo con la cons­
trucción del párrafo.
Ejem plo: En la normativa mejicana, “la rescisión patro­
nal”, sostiene d e B u e n , “no termina por sí misma con la re­
lación de trabajo. En todo caso estará supeditada a la con­
firmación de su validez por los tribunales...”2.
2 De Buen, Derecho del trabajo, t. II, p. 78.
En otros casos, la cita requiere de una o más palabras, sin las
cuales su literalidad pierde el sentido. Ello deberá indicarse po­
niendo el agregado entre corchetes. No se deben usar paréntesis
porque inducirá a error al lector, quien cree que el párrafo agrega­
do se debe al autor del texto citado.
Ejem plo: Para el inquilino, según el art. 1544 del Cód.
Civil, “también se reputan gastos de esta clase [como repa­
raciones o caso de urgencia] los que el locatario hubiese he­
cho, como pago de impuestos a que la cosa arrendada estaba
sujeta”.
Por último, cuando el autor se proponga destacar gráficamente
una parte del texto citado para darle énfasis, deberá indicarlo en
el discurso o en una nota, con una fórmula adecuada, como “la
bastardilla es nuestra” , “destacado del autor” o similar.
§ 135. E x p r e s io n e s e n id io m a e x t r a n j e r o . - El lector debe
comprender lo que lee sin inconvenientes, aun si ignora idiomas
extranjeros. Por ello, el autor debe expresarse íntegramente en
244 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

castellano o en la lengua en que escriba. El principio reconoce


muy pocas excepciones.
En principio, no resulta conveniente intercalar párrafos en
otro idioma y que provocan una “ruptura” con el resto: el concepto
podría quedar en el misterio para los lectores sin suficientes cono­
cimientos de la lengua.
Empero, cuando por las necesidades del discurso se opte por
incorporar un párrafo en otro idioma, debería indicarse su traduc­
ción en una nota al pie, para lo cual se deberá tener en cuenta lo
expresado en los § 30, c, y 67, d. Por el contrario, cuando se
transcriba un texto traducido por el investigador, resulta conve­
niente consignar -e n nota o entre paréntesis- la versión original a
fin de posibilitar su verificación.
Por lo demás, sabemos que existen términos jurídicos que no
resultan fáciles de traducir sin más a otro idioma, pues no tienen
su exacto equivalente, lo que obliga al autor a mantener el vo­
cablo en su lengua de origen, el que deberá individualizarse - e n ­
tre comillas o en letra bastardilla- y ser adecuadamente explicado
la primera vez que se lo utilice. En ciertos casos, cuando exista
una traducción aproxim ativa podrá indicársela entre paréntesis,
pero ello no relevará al autor de formular una mayor precisión.
Ése es el caso vastamente conocido de los llamados “nuevos
contratos comerciales” que se identifican con términos en inglés
ifranchising, leasing, underwriting), pero resulta también aplicable
a muchas otras instituciones de derecho público y privado.
Cuando el térm ino técnico-jurídico pueda ser traducido sin
que haya posibilidad de equívoco, podrá referirse a éste con vo­
cablos castellanos, aunque no exista una equivalencia absoluta
entre las instituciones. En tal caso resulta conveniente consig­
nar entre paréntesis el nombre de la institución en su idioma ori­
ginal.
Así, por ejemplo, si se mencionan los Conseils de P rud’hom-
mes, de com posición paritaria, que tienen a su cargo la justicia
laboral de primera instancia en Francia, institución que no tiene
su equivalente exacto en el derecho argentino, podrían aludirse
aquéllos como “tribunales del trabajo (Conseils de P rud’hommes)”.
Debemos advertir, una vez más, sobre las grandes dificultades
que los estudios comparatistas generan aun en investigadores ave­
zados. Cuando se trate de instituciones jurídicas sin una exacta
equivalencia, el autor deberá poner el mayor cuidado para explicar
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 245

su naturaleza y funcionamiento, evitando caer en comparaciones


confusas.
El autor podrá hacer un uso moderado de las expresiones la­
tinas de carácter usual en el mundo jurídico, sin necesidad de ex-
plicitar su traducción: la inmensa mayoría de los juristas, al m e­
nos en los países de tradición románica, conocen el sentido exacto
de estos términos, que no requieren de mayor explicación. La ex-
ceptio inadimpleti contractas o la pars condictio creditorum, como
tantas otras fórmulas, se hallan incorporadas desde antiguo al lengua­
je jurídico, y su traducción para nada contribuiría a su clarificación.
De todas maneras, recordemos que un exceso de “latinajos”
confiere una imagen pedante que poco habla en favor del autor,
aunque sea un eximio conocedor de la lengua de C ic e r ó n .
§ 136. L as r e f l e x io n e s d e l a u t o r . - Señalamos reiterada­
mente que la investigación en ningún caso podría agotarse en una
descripción, por exhaustiva que fuese. La obra jurídica comporta
necesariamente un aspecto crítico en que el autor desarrollará m e­
tódicamente sus ideas sobre la cuestión tratada.
Durante su disertación, irá describiendo con la minuciosidad
que requiera su desarrollo: las normas aplicables, eventualmente
el derecho extranjero, las soluciones de la jurisprudencia y las opi­
niones de la doctrina, pero necesariamente desplegará sus propias
consideraciones, de conformidad a la idea directriz.
Es decir, según resulte de la óptica del autor, en cada punto
del plan se irán desarrollando simultáneamente los aspectos des­
criptivos y analíticos. Justamente, la sistematización final de es­
tos aspectos críticos, expuestos a lo largo de la disertación confor­
mará la sustancia de la “conclusión” que se materializará en las
páginas finales (ver § 146).
Cada tema tiene sus exigencias, y puede analizarse en formas
sustancialmente diversas, lo cual se reflejará en la manera que el
autor tratará cada aspecto de la cuestión con estricto rigor lógico-
jurídico.
Por ello, el discurso debe explicar todo en los menores deta­
lles, en forma suficientemente amplia como para permitir al lector
comprender el pensamiento del autor desplegado en el desarrollo
argumental.
En los trabajos de mayor aliento y amplio espectro, como tra­
tados y manuales, el estudioso irá plasmando sus ideas en cada
246 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

desarrollo concreto, sin necesidad de retomarlas en una conclusión


final de carácter único y valor general. Por ello, por lo común,
las conclusiones están ausentes en las grandes obras, de carácter
muy amplio. Pero siempre que se trate de obras de tipo mono­
gráfico, el autor deberá resumir en pocas palabras sus ideas en
la “conclusión” , en las que fijará su posición sobre la cuestión
tratada.

C) L as n o ta s

§ 137. F u n c ió n . - Señalamos reiteradam ente que el autor


debe referenciar con prolijidad las fuentes del conocimiento de
que se ha servido. Estas referencias se harán mediante “notas” que
complementan la disertación. Este tipo de notas son sin duda muy
importantes y ningún trabajo jurídico y científico, en general, de­
bería prescindir de ellas.
Empero, las referencias de las notas no se agotan en estos tex­
tos complementarios que pueden tener un contenido muy variado;
también se utilizan para reenviar al lector de una a otra parte, com­
pletar el desarrollo de fondo con explicaciones o comentarios al
margen del discurso, poner de manifiesto una expresión en idioma
extranjero, etcétera. Eco destaca que las notas al pie sirven tam­
bién para “pagar deudas” , como las que se generan cuando el autor
ha extraído alguna información de otra obra, pero también otras
menos documentables, como cuando ciertas ideas no habrían sur­
gido sin el estímulo de determinadas lecturas o de observaciones,
aun verbales, de otros estudiosos12.
La presentación debe hacerse siguiendo reglas estrictas y cada
tipo de nota tiene sus propias exigencias que intentaremos explicar.
§ 138. P r e s e n t a c ió n . - Las notas, por lo general, son de
contenido muy breve y se presentan gráficamente mediante una lla­
mada en un lugar preciso del desarrollo, por lo común, mediante
un número correlativo que remite al pie de la página, o del capítulo
o de la obra. Como cualquier elemento exterior al discurso no
debe desviar la atención del tema tratado. Estas referencias tie­
nen por finalidad completar y dar apoyo al discurso principal y

12 Eco, Cómo íe hace una tesis, p. 204.


REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 247

pueden ser omitidas de la lectura sin afectar la comprensión del


desarrollo.
La presentación debe ser rigurosamente uniforme. No resul­
taría admisible que en una nota se citara un tribunal o una publi­
cación mediante una abreviatura y luego en otra se lo hiciera con
siglas diferentes.
Analizaremos las principales reglas a que debe ajustarse este
material.
a) L u g a r d e l a s n o t a s . Cada nota debe corresponder a un pa­
saje exacto al que complementa o explica. Para ello, el autor indi­
cará a continuación de la palabra o frase en cuestión, una llamada,
normalmente en cifras arábigas, a la que corresponderá el desarro­
llo explicativo. Por lo común, la llamada se coloca por sobre la
línea de escritura y en cuerpo reducido (x) o junto a una barra obli­
cua (!x) o entre paréntesis (x).
Puede asignarse una serie numérica para cada página, por ca­
pítulos, divisiones de mayor rango, o para toda la obra. Por nues­
tra parte, no consideramos apropiado el prim er temperamento,
pues además de facilitar los errores de impresión, dificulta la re­
misión de una nota a otra.
El número de cada nota remite a su texto; la forma más usual,
y obviamente la más cómoda para leer, es la de colocarlas al pie de
página. Todas las notas correspondientes a una página impresa
aparecerán correlativas, según su numeración, al pie de esa misma
página. Teniendo en cuenta que tienen por cometido completar y
clarificar un párrafo, cumplirán más fielmente su cometido si están
en permanencia bajo la mirada del lector.
Desaconsejamos la práctica de incorporar al texto principal
las referencias entre paréntesis, sobre todo si son de alguna exten­
sión. Ello torna la lectura particularmente pesada, ya que resulta
muy difícil saltearlas sin perder el hilo del pensamiento. Por si­
milares razones, no es conveniente colocar las notas al final del
libro o del capítulo, salvo en trabajos muy breves, como por ejem­
plo, un artículo. Cuando se trata de obras voluminosas esta forma
de referir obliga al lector a dejar la lectura para verificar su con­
tenido en una página distinta a la que se está leyendo. Por ello,
aconsejamos que las notas se coloquen al pie de cada página, con
lo cual el lector deseoso de conocer su contenido puede hacerlo
simplemente bajando la vista hacia el margen inferior, con lo que
248 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

tendrá un panorama de su contenido y de la necesidad de profun­


dizarlo.
No obstante lo expresado, cuando las referencias son brevísi­
mas, como las de remisión, es aceptable incorporarlas ai texto en­
tre paréntesis. En tal caso, todas las notas de este tipo, sin excep­
ción alguna, deben presentarse de esta manera.
D urante la elaboración del “borrador” , y aun en el original
a presentar, puede usarse otra técnica y presentar las notas en hoja
aparte, o al final de la obra, pero con la advertencia de que en la
obra impresa quedarán intercaladas al pie de la página a que co­
rresponden. Cuando no está destinada a publicación, como las
monografías escolares o tesis, también podría utilizarse este recur­
so ya que resulta difícil calcular el largo exacto de las notas en el
mecanografiado. Si se usa un procesador de texto, el problema
queda superado sin mayores dificultades y deben presentarse de
la forma que lo proponga el programa que se utilice.
Como dijimos, las notas deben ser breves. En consecuencia,
sólo muy excepcionalmente se consentirá alguna que desborde los
límites de una página. Cuando la explicación resulte demasiado
extensa, se intentará incorporar .su contenido esencial a la versión
principal, dejando en la nota la referencia de la fuente del conoci­
miento.
Cuando los textos complementarios son numerosos o de par­
ticular importancia, pueden incorporarse al texto principal median­
te la técnica de la doble com posición, es decir, presentados gráfi­
camente en un cuerpo más pequeño y con una sangría especial,
con lo cual se visualiza la naturaleza de la información, que puede
saltearse sin mengua de la comprensión del discurso.
b) Uso d e a b r e v i a t u r a s Y s i g l a s . Un recurso para lograr la
brevedad lo encontramos en el uso generoso de abreviaturas y si­
glas, que permiten reducir las referencias considerablemente. En
la práctica jurídica, cada país ha incorporado su propia lista para
designar los principales plexos normativos, tribunales y publica­
ciones jurídicas13.
De ellas nos hemos ocupado al tratar la forma de relevar la
documentación bibliográfica y allí nos remitimos (ver § 60 a 62,

13 C o n f. D a n ie lia n - P e r e y r a P in to , Abreviaturas usadas en el área jurí-


dico-legal, LLActualidad, 4/6/80 y 11/6/80, y Á l v a r e z C h á v e z , Técnicas para
escribir, leer y estudiar, p . 101 y sig u ie n te s.
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 249

126 y 127). Con las mismas siglas utilizadas en las fichas bi­
bliográficas deberán ser identificadas las fuentes en las respecti­
vas notas.
Si se tratara de notas de doctrina, las referencias resultarían
como las siguientes.
1 Cfr. D ’ÁLBORA, Apostillas sobre el recurso extraordinario en el pro­
ceso penal, LL, 1987-C-786.
O si se tratara de una publicación extranjera.
1 P a lo m e q u e , Sindicato y proceso de trabajo, “R ev. P ol. S o c.” , M a­
drid, n° 122, p. 25.

Pero sabemos que el uso de abreviaturas y siglas no se agota


en este tipo de referencias. Las publicaciones jurídicas habitual­
mente utilizan otras, por lo común de origen latino, como las si­
guientes:
1) cf. o cfr., abreviatura del latín cum frons, que significa “co­
tejar con”, “confrontar”. Puede utilizarse en su lugar la expresión
española “ver” o “véase”, para remitir a otro lugar o a una obra
que sirvió de fuente;
2) et al., abreviatura de et alter, que significa “y otros”, se
utiliza a continuación del nombre de un autor principal para indi­
car que hubo otros colaboradores;
3) ibíd., abreviación del latín: ibídem , que significa “allí mis­
mo”, “en el mismo lugar” ;
4) infra, palabra latina que significa “más abajo”, o “abajo”,
se utiliza para remitir a un lugar posterior de la obra. No es re­
comendable su utilización por su falta de precisión;
5) in re, locución latina que indica “en la cosa” . Se usa para
indicar la causa judicial en que recayó una resolución;
6) loe. cit., abreviación de loco citato: lugar citado. Puede
usarse en su reemplazo la abreviatura española “lug. cit.”. Hay
que tener sumo cuidado en su empleo, puesto que en la obra se
puede citar más de un trabajo del mismo autor; por lo que esta
referencia adolecerá de falta de precisión;
7) op. cit. u ob. cit, abreviatura de opus citaturn u “obra cita­
da”, remite a un trabajo ya referenciado en una nota anterior. Ver
lo dicho respecto del punto 6;
250 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

8) supra, palabra latina que significa “arriba” o “más arriba”,


se utiliza para remitir a un lugar anterior. Ver lo expresado en el
punto 4;
9) p., abreviatura de “página” ;
10) p.ej., abreviatura de “por ejemplo”, y
11) v.gr., abreviatura de “verbigracia”.
El autor podrá hacer un uso libre de tales u otras abreviaturas
que podrá consultar en las páginas preliminares de un diccionario
de la lengua o en una obra jurídica importante, poniendo particular
cuidado en usar siempre las mismas en idéntico sentido.
Normalmente, las abreviaturas se utilizan en forma mucho más
limitada en el texto que en las notas, donde realmente facilitan la
concisión de la redacción.
Un consejo práctico: como las abreviaturas pueden ser muy
numerosas es aconsejable, desde el primer momento, llevar en una
hoja aparte la lista de las que se van utilizando, de manera de evitar
cualquier equívoco y una vez terminado el escrito, tener lista la
“tabla de abreviaturas” que no puede faltar en ningún trabajo im­
portante, sobre todo si se emplean algunas propias o poco comunes
(ver § 156). De no obrar de esta manera, el estudioso deberá hacer
luego un paciente relevamiento con la consiguiente pérdida de
tiempo y riesgo de omisión. En los trabajos breves, como un ar­
tículo o monografía escolar, la tabla de abreviaturas no es necesaria.
c) R e f e r e n c ia s d e o b r a s e n id io m a e x t r a n je r o o tr a d u c id a s .
Cuando se referencian obras en lengua extranjera, se deberá estar
a las mismas reglas tomando la precaución de transcribir los da­
tos del autor y nombre de la obra con escrupulosidad ortográfica.
Así, por ejemplo:
1 LYON-CAEN, GÉRARD y A n to in e , Droit social et international euro-
peen, p. 185.
2 POMEROY, JOHN N ., An introduction to the constitutional law o f Uni­
ted States, p. 101.
Si se tratara de una publicación en una revista, se indicaría:
1 W a l d o c k , S ir H u m p h r e y , Decline o f optional clause, “ B ritis h Y ear-
book of International Law”, 1955-1956, p. 244.
Insistimos: jamás se traduce el título de una obra consultada
en su idioma original. Si la fuente se halla traducida y el estu­
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 251

dioso se sirvió de tal versión, se indicará el título tal como ha sido


vertido por el traductor, indicando su identidad a condición de que
figure en los datos de edición. Así, por ejemplo:
1 PASCHAL, JORGE W., La Constitución de los Estados Unidos explica­
da y anotada, tr. C. Q u ir o g a , p. 56.
Cuando se trata de una referencia en un alfabeto no latino, se
presentan problemas prácticos muy serios. En ciertos casos, co­
mo, por ejemplo, cuando se trata del griego o el cirílico, es posible
hacer una trasliteración correcta a nuestro alfabeto usual. Pero si
se trata de lenguas exóticas, como el hindú o el chino, la cuestión
deviene mucho más compleja y no le hallamos por el momento una
solución aceptable.
§ 139. R eferencias de fuentes de doctrina . - Estas notas
tienen por finalidad indicar las fuentes del conocimiento de natu­
raleza doctrinaria de que se ha servido el estudioso. Con ello se
posibilita al lector la verificación del origen del dato objetivo y
una eventual profundización. Por lo demás, es una actitud de
honestidad intelectual y tiende a evitar cualquier confusión sobre
la autoría de una información u opinión cuando no pertenece al
propio investigador. Es por ello, entonces, que todo dato objetivo
que no sea de pública notoriedad y que no sea fruto de la acción
del investigador tiene necesariam ente que ir acompañado de la
información de su origen.
Por ello, resulta imperativa la verificación de las fuentes que
se citan, por lo que desaconsejamos vivamente cualquier referencia
de segunda mano. No obstante, y cuando realmente resulte impo­
sible, o al menos muy difícil, la verificación de una fuente indi­
recta deberá indicarse este hecho claramente en la nota para evitar
confusión. Así, por ejemplo, si se aludiera a la tesis de Hamilton
en relación a la causa “Marbury v. Madison” , fallada por la Corte
Suprema de los Estados Unidos de América en 1803, que no ha
podido verificarse sino a través de la obra de S agüés , en la res­
pectiva nota se indicaría:
1 C fr. H a m il t o n - M a d is o n - J a y , El federalista, o la nueva constitu­
ción, tr. G . R . V e l a s c o , p . 3 4 0 , c it. p o r S a g ü é s , Recurso extraordinario, t.
1, p. 4 6 .

Resulta conveniente, la primera vez que se cita una obra, trans­


cribir todos los datos que figuran en la ficha bibliográfica, inclu­
252 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

yendo los tipográficos'4 (ver § .142). Deberá ponerse particular


cuidado, cuando se citen libros que han sido objeto de varias edi­
ciones, en precisar el número de ésta o el año de edición, pues de
lo contrario al intentar el lector consultar la obra a que remite, po­
dría no hallar el lugar indicado. De la misma manera, cuando se
trate de revistas, deberá indicarse con claridad la publicación, el
tomo por su número o año y la página en que se encuentra el tra­
bajo evocado.
Así, por ejemplo, cuando se cita un libro por primera vez ten­
dríamos:
1 B id a r t C a m p o s , Derecho constitucional, B s. A s ., Ediar, 1964, t. I,
p. 228.
O si se tratara de un artículo de revista:
1 BlDART C a m p o s , El control y la declaración de inconstitucionalidad
en sede administrativa, ED, 21-209.
En la segunda y ulteriores citas pueden omitirse estos datos
limitándose a indicar que se trata de la “obra citada” mediante la
correspondiente abreviatura. Algunos autores, con buen criterio,
desaconsejan el temperamento cuando la referencia anterior se ha­
lla muy alejada. De manera similar, cuando se alude a la misma
obra remitiendo a la misma página es suficiente indicar que se trata
de la obra y el lugar ya citado, con la correspondiente abreviatura:
op. et loe. cit. Cuando se referencia dos o más veces seguidas
una misma obra se puede indicar simplemente “ibíd”.
Cuando de un mismo autor se cita más de una obra, en las ul­
teriores notas bastará indicar en forma resumida de cuál de ellas
se trata. Así, por ejemplo, si se remite nuevamente al trabajo de
B id a r t C a m p o s aludido en la nota anterior, bastará con indicar:
1 B id a r t C a m p o s , El control..., op. et loe. cit.
Empero, esta forma de citar tiene algunos problemas. Por ello
conviene repetir en cada ocasión los datos completos de la refe­

14 Las palabras subrayadas en el original serán reproducidas en “bastardi­


lla” en la obra impresa. Consecuentemente, el “título principal” de la obra de­
bería figurar subrayado, no así los “subtítulos”, como el de los artículos de
revistas. Se hace presente que bajo el “nombre principal” se clasifica en forma
temática en las bibliotecas.
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 253
rencia omitiendo los tipográficos, que en caso necesario podrían
consultarse en la bibliografía.
En los últimos tiempos, los autores de habla inglesa han di­
fundido una nueva técnica para las citas de doctrina, que ha teni­
do bastante aceptación entre los escritores vernáculos, denominado
“sistema autor-fecha” . Consiste en colocar junto al apellido del
autor y entre paréntesis el año de edición de la fuente consultada
y la página. Así, por ejemplo, se citaría:
1 K e l s e n (1 9 8 7 -9 5 ).

Consecuentemente, el lector que quisiera saber algo más so­


bre la fuente debería rem itirse a la bibliografía, en donde cons­
tará que se trata de K e l s e n , H a n s , Teoría pura del derecho, 2 a ed.,
Bs. As., Eudeba, 1987.
Si bien es cierto que esta forma de citar “aliviana” el conte­
nido de las notas, consideramos que escamotea importante infor­
mación, ya que sólo en casos excepcionales el lector recurrirá al
anexo bibliográfico para completar los datos faltantes.
§ 140. C asos de jurisprud en cia . - Cuando se alude a una
decisión de los tribunales, se deberá precisar el fallo a fin de po­
sibilitar su consulta. En principio, se deberá referenciar con los
datos que constan en la respectiva ficha de lectura (§ 67, b):
a) Tribunal que dictó la sentencia.
b) Fecha de la decisión.
c) Nombre del juicio.
d) Los datos de publicación. Si apareció en más de un re­
pertorio, se podrá indicarlos si son conocidos por el autor.
e) Si la sentencia cuenta con un comentario o nota, se indi­
cará su autor y título.
Así, por ejemplo:
1 CNAT, Sala III, 24/4/78, “Rodríguez, Delia c/Foresti SA”, LT, XXVII-
377. CSJN, 3/10/88, “Fabris”, LL, 1989-A-32. CSJN, 9/2/89, ED, 134-
261, c o n n o ta d e W e t z l e r M a l b r á N, Un paso atrás en materia de exceso
ritual.
Cuando se analiza un gran número de casos, puede omitirse
el nombre de los autos. De la misma manera, cuando se citan fa­
llos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y su órgano
oficial, “Fallos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”, ge­
254 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

neralmente se omiten los autos y la fecha del decisorio, de la si­


guiente manera:
1 CSJN, Fallos, 302:418 y 286:330.
Ello indicará que las sentencias se han publicado en el órgano
oficial de la Corte, en los tomos 302 y 286, respectivamente, en
las páginas 418 y 330.
Aun cuando en razón del número de fallos no se identifiquen
los autos, al aludir a un leading case de gran importancia, por lo
común vastamente conocido por su nombre, convendrá indicar­
lo como una manera de facilitar la comprensión del discurso. Ése
es el caso de ciertos fallos plenarios cuya doctrina resulta de gran
importancia. Así, por ejemplo, tendríamos:
' CNAT, en pleno, 3/6/52, “Salaberry, Rubén c/Casa Voss”, DT, 1952-
410; LL, 67-354, y JA, 1952-168.
Cuando se citan sentencias de tribunales extranjeros, debe
evaluarse la conveniencia de utilizar las abreviaturas de uso co­
rriente en sus respectivos países cuando pueden dar lugar a confu­
sión. En consecuencia aconsejamos indicar el nombre completo
del tribunal o utilizar una abreviatura de fácil comprensión por los
lectores, sin necesidad de remitirse a la tabla. Idéntica reflexión
vale para la publicación. Así, por ejemplo, se citaría:
1 Tribunal Supremo (Social), España, 24/1/72, “Revista de Derecho del
Trabajo”, Madrid, 1972-547.
O también:
1 TribSup (Soc) España, 24/1/72, “Rev. Der. del Trab.” (Madrid),
1972-547.
Algunos autores sostienen que las citas jurisprudenciales ex­
tranjeras deben hacerse tal como se formulan en sus países de
origen, pues consideran que no se debe modificar la referencia so
pretexto de hacerlas más comprensibles15. Según esta opinión un
fallo norteamericano se debería citar así:
1 “Thornhill v. Alabama”, 310, U.S. 88, 97.98.
Y así una sentencia británica:
1 “Poor Prisoners’ Defense Bill”, Bill n° 176. P.P.P. 1928.

15 DREYFUS, La thèse et la mémoire de doctorat en droit, p. 248.


REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 255

Todo lo cual, a nuestro juicio, es perfectamente incomprensi­


ble, por lo que no sirve para nada. Por tal razón, siempre que ello
resulte factible, se deberán consignar en las referencias códigos de
fácil inteligencia para el lector medio.
§ 141. N o t a s d e r e e n v ío . - Es un principio generalmente
aceptado que cada tema debe intentar agotarse en un punto: ello
hace al desarrollo progresivo del plan que debe responder a su pro­
pia lógica. Consecuentemente, una vez tratado un asunto no de­
bería volverse sobre él.
Esto se dice más fácil que lo que puede realizarse: cada tema
se relaciona con muchos otros, o distintos puntos de vista con que
puede ser abordado, lo que requeriría que fueran tratados simultá­
neamente en distintos puntos de la disertación, con la consiguiente
duplicación de conceptos e información. El estudioso no debe ce­
der ante esta tentación “simplista” que lo llevaría a repetir una y
otra vez las mismas cosas en distintas partes. La solución correc­
ta consiste en remitir al lector de un lugar a otro, donde se tratan
los temas complementarios o relacionados, medíante una “nota de
remisión”. De esta manera se “reservarán” a un punto particular
las consideraciones esenciales, enviando al lector a otros puntos
donde puede haber otro material de su interés. El lector podrá, si
lo desea, completar el estudio de una cuestión con desarrollos que
se hallan dispersos en la obra, siguiendo las indicaciones del autor.
Con ello, el escritor omitirá reformular consideraciones hechas en
otra parte y que se deben tener por reproducidas.
Estas notas pueden remitir en doble dirección: anterior o pos­
terior, que se indicará por el número de la página donde se halla
el desarrollo conexo, o bien por el capítulo o parágrafo que co­
rresponda. Así, por ejemplo, si estamos redactando la página 130
de un trabajo, para remitir a un lugar anterior se lo puede hacer
colocando “ver supra, p. 77” o “ver supra, cap. III” o “ver supra,
§ 45”; si es posterior, se utiliza infra en lugar de supra.
O simplemente remitimos a la página o parágrafo correspon­
diente, lo que podría ser incorporado al texto principal, entre pa­
réntesis, de la siguiente forma: “(ver p. 170)” o “(ver § 145)” .
Cuando se remite a otras notas de carácter explicativo, debe
indicarse su número, o el número y página si se ha usado otra téc­
nica. Así, por ejemplo:
“Ver supra nota 16” o “véase más abajo cap. III, nota 6” o “véase infra
nota 3, p. 125”.
256 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Durante la redacción de la primera versión resulta fácil ir in­


corporando las notas que remiten a pasajes ya redactados, pero re­
sulta imposible prever los reenvíos a partes aún no establecidas.
Por ello, en la etapa de actualización, se deberá tener muy espe­
cialmente en cuenta que se deberán introducir las referencias que
faltan, vinculando todos los temas conexos.
§ 142. N otas de comentario . - El contenido de estas notas
puede ser muy variado. Según los casos y las propias exigen­
cias del discurso, también serán breves, aunque pueden ser algo
más extensas que las anteriormente descriptas, y suministran una
información complementaria, o un comentario marginal sobre el
discurso que se desarrolla.
A diferencia de las que vinculan a fuentes del conocimiento,
no resultan obligatorias. No por ello dejan de ser menos útiles
para la comprensión de lo que se explica, sin hacer demasiado pe­
sada la lectura. El lector podrá tomar conocimiento o no de su
contenido, según resulte del propósito que persigue. Si necesita
profundizar la cuestión, la explicación complementaria se impon­
drá; en cambio, si el objetivo no lo exige, podrá prescindir de ella
sin que se afecte la inteligencia del fondo del estudio.
La finalidad es siempre la misma: agregar un desarrollo com­
plementario juzgado subsidiario. Señalamos ya que no se debe
abusar de estas explicaciones “fuera de texto” y en particular evitar
desarrollos demasiado largos que “cortarían” el hilo del discurso.
Estas notas suelen -p o r ejem pio- suministrar una explicación
más detallada sobre determinada cuestión, formular un ejemplo
práctico, definir un término técnico, delimitar la naturaleza de una
institución extranjera o dar mayores detalles sobre una informa­
ción expuesta en forma sucinta.
Una especie muy particular son las que puede introducir el
traductor o el editor. Se trata de comentarios y explicaciones ex­
cepcionales, obviamente fuera del contexto, destinados a aclarar
alguna cuestión especial que de otra manera podría generar con­
fusión. Así, por ejemplo, el traductor podría formular una breve
consideración relacionada con su cometido, lo que deberá ser acla­
rado consignando “nota del traductor” o “N. del T ”.
De manera similar, el editor podría introducir alguna aclara­
ción pertinente. Por ejemplo, al reeditarse una obra en la que se
alude como vigente una legislación ya derogada, el editor podría
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 257
precisar que tal ley ha sido reemplazada, o que ha sufrido una m o­
dificación con posterioridad. La nota deberá estar signada como
“nota del editor” o “N. del E .”.

D) L a p r im e r a v e r s ió n d e l a o b r a

§ 143. H acia el punto fin al . - La primera versión “en bo­


rrador” se halla casi terminada; ha sido objeto de las primeras
correcciones de fondo, indispensables para volver coherente el tra­
bajo considerado en su conjunto. No debemos olvidar que el autor
ha trabajado durante largo tiempo y que al redactar un capítulo no
siempre ha tenido claramente presente lo afirmado en los anterio­
res, por lo que se pueden haber producido contradicciones, algunas
de las cuales serían el resultado de una modificación del criterio
durante el enriquecedor proceso de la exposición.
Estas imperfecciones, que irán apareciendo tras la primera
lectura, deben ser corregidas coherentemente una y otra vez con
cada relectura, de manera de dejar el “borrador” tan definitivo co­
mo sea posible. Para ello debe proceder con un cierto método, a
fin de trabajar con eficiencia y evitar esfuerzos inútiles: en primer
lugar, deberá completar las lagunas que se han ido relevando du­
rante la redacción; luego procederá a actualizar la versión estable­
cida, incorporando las novedades que podrían haberse producido
durante el tiempo de la investigación. Todo ello antes de encarar
las últimas páginas que deliberadamente dejamos para el final: la
“conclusión” y la “introducción”, con lo que quedará terminada
la “primera versión” de la obra.
§ 144. C ompletar las lagunas . - En esta etapa “final”, el
investigador deberá llenar los “vacíos” que ha ido dejando, sea
por insuficiencia de material, por falta de alguna información,
o por la simple aparición de nuevas ideas no consideradas en las
hipótesis previas a la redacción. En particular, pondrá cuidado en
completar las cuestiones que quedaron pendientes de revisión, y
que se fueron anotando cuidadosamente en la lista ad hoc. Pero
este listado no necesariamente agota los “ baches” que puede pre­
sentar el trabajo y que el autor puede descubrir en la lectura final.
Estos “nuevos puntos” de estudio se incorporarán a los temas a
revisar sobre las fuentes de conocimiento.
258 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Ello obligará en alguna medida a volver un paso atrás a fin


de revisar algunas fuentes bibliográficas, o a buscar quizás otras
nuevas con la finalidad muy puntual y específica de completar al­
gunos aspectos insuficientes o recientemente incorporados. Esta
tarea, por lo común, no será de gran envergadura y en poco tiempo
quedará virtualmente completa.
En este estadio se deberán introducir las notas de remisión
que falten, en especial, las que envían “más abajo” y que en su
momento no pudieron establecerse.
§ 145. A ctualización del trabajo . - Todos conocemos la
rapidez con que se modifican las normas, las tendencias de la ju­
risprudencia y la doctrina. Es obvio decir que la investigación
debe hallarse perfectamente actualizada al momento en que se
entrega al conocimiento público. Consecuentemente, el autor no
puede ignorar absolutamente ningún hecho de importancia, por
nuevo que fuese, anterior a la publicación.
Por ello, antes de dar por terminado su estudio, deberá hacer
una verificación final de las fuentes del conocimiento “posterio­
res” al “cierre” de la investigación de fondo. Para ello:
a) En primer lugar, controlará que no se haya modificado el
cuadro normativo, es decir, que se hayan sancionado leyes o regla­
mentos que podrían haber introducido alteraciones a las afirmacio­
nes formuladas, o al menos, que requerirían de algunas explica­
ciones complementarias.
b) A continuación verificará en los repertorios de jurispru­
dencia los fallos que resulten de interés al tema en tratamiento
publicados con posterioridad al último fichaje. En este lapso pue­
den haberse producido decisiones importantes que exigirían la mo­
dificación de algunos párrafos. Pero aun en el supuesto de que
nada importante se hubiese producido, se deberían incorporar a las
notas las referencias de estas nuevas decisiones.
c) Por último, el autor verificará si se han producido nuevos
aportes de la doctrina que merezcan ser considerados. Para ello,
pasará el peine fino a los sumarios de las revistas jurídicas pos­
teriores a la fecha de corte. Asimismo, visitará las librerías es­
pecializadas y bibliotecas, a fin de averiguar sobre la eventual
existencia de novedades bibliográficas. De hallar el autor algún
aporte que considere importante, tomará cuidado de relevar como
corresponde la nueva “ficha bibliográfica” y las que estime “de
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 259

lectura” a fin de incorporar a la “primera versión” las modifica­


ciones que surgieran.
Al hacer estas modificaciones de último momento, quizás el
autor decida replantear algunas estructuras. Así, por ejemplo, po­
dría decidir la alteración del orden de determinados temas, la su­
presión o inclusión de subdivisiones, todo lo cual irá conformando
la obra hacia su versión definitiva.
Todo esto se hará sobre la versión “en borrador”, que a esta
altura de los acontecimientos se presenta con múltiples correccio­
nes, supresiones y agregados, los cuales se han ido formulando de
la forma más prolija posible.
En el “borrador” debe trabajarse intensamente y sin m ira­
mientos, razón por la cual hay que prever, desde el principio, ha­
cerlo de una manera tal que pueda soportar dichas operaciones sin
que se altere su claridad. Quienes trabajen con una PC, muy po­
siblemente no verán tales “borradores” llenos de enmiendas, pero
no por eso se liberarán del intenso trabajo de corrección sobre el
printer.
Llegado el día en que el texto “en su primera versión o bo­
rrador” queda formalmente terminado, habiendo sido leído y releí­
do más de una vez, el autor podrá acometer la tarea de redactar
las últimas páginas: la “conclusión” y la “introducción”.
§ 146. L a t e s is d e l a u t o r . L a c o n c l u s ió n . - Señalamos
ya que la disertación jurídica comporta una parte de descripción y
una parte de reflexión, discusión o análisis crítico. Es decir, el
estudioso, de acuerdo a la particular óptica que le ha conferido a
su obra, ha ido analizando críticamente cada uno de los aspectos
del tema tratado que se visualizan con claridad en cada uno de
los puntos que componen el plan de exposición.
Este análisis crítico ha sido formulado siempre con coheren­
cia racional desde una misma óptica a lo largo del estudio. Es
decir, debe responder a un mismo punto de vista que puede variar
fundamentalmente de un autor a otro, pero que debe guardar ab­
soluta fidelidad en cada trabajo particular. La unidad de la obra
estará dada sustancialmente por este punto, alrededor del cual gi­
ran todos los aspectos considerados.
El autor, pues, no ha esperado llegar a las últimas páginas para
revelar sus puntos de vista como si se tratara de una novela de
suspenso. Desde la primera página ha explicado su posición y ha
260 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

desplegado sus reflexiones y argumentos. En consecuencia, pues,


en la “conclusión” , que normalmente coronará la disertación, no
habrá mayores novedades para quienes la hayan leído en su tota­
lidad.
Podemos afirmar que la “conclusión”, juntamente con la “in­
troducción”, son la “clave” del proceso de investigación y deben
ser redactadas con el mayor cuidado.
La “conclusión” es una “parte” que se distingue del resto, tan­
to por su contenido como por su presentación. En ella, el autor
resumirá en pocas páginas lo esencial de las ideas aportadas en el
curso del estudio. Será una especie de balance general en donde
se desplegará sucinta y ordenadamente el resultado de la diserta­
ción. En estas pocas páginas -líneas quizás-, el autor resumirá
su tesis sin aiudir al desarrollo argumental que se ha formulado en
el discurso.
Por esa razón, podemos afirmar que el ciento por ciento de
las palabras de la “conclusión” pertenecen al autor y no tienen otra
fuente que las propias opiniones que se han ido desplegando a lo
largo de la disertación. Por ello, también, la “conclusión” gene­
ralmente carece de notas, pues no hay otra fuente ni referencias
de ningún tipo que completen el pensamiento.
Por tanto, comúnmente, la “conclusión” carece de títulos o
subdivisiones, pues es un resumen general, muy apretado, del aná­
lisis realizado con criterio de unidad, y limitada extensión: mucho
más breve que un capítulo corto, nunca deberá soprepasar de unas
pocas páginas.
El interés de la conclusión reside en que obliga al estudioso
a expresar de manera particularmente condensada lo que considera
lo más importante, cuyo interés quiere poner de relieve: en pocas
palabras, la “tesis” que hace suya y propone a la consideración de
sus colegas y a la comunidad científica en general.
Cada tema, consecuentemente, tendrá su propia conclusión, la
que responderá a un desarrollo único, que le da particularidad y lo
hace irrepetible como obra intelectual. Cuando la conclusión se
extiende en diversas consideraciones, como podría ser un proyecto
de reformas, puede presentarse como el capítulo final de la obra.
En tal supuesto no resultaría incorrecta la remisión a otras partes
del trabajo o a fuentes del conocimiento heterónomas.
Sólo los trabajos de muy vasto espectro (p.ej., un tratado ge­
neral o un manual), que estudian un amplio sector del conocimien­
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 261
to, pueden prescindir de una conclusión manifiesta que se visualice
en el último tramo del discurso. Ello no quiere decir, ni mucho
menos, que tales trabajos carezcan de “conclusión”. El problema
es que, ante la vastedad de la materia considerada, el autor plasma
su conclusión parcializándola, al vertir sus opiniones a medida que
va desarrollando cada tema, de lo cual podrá hacer uu resumen fi­
nal al terminar cada capítulo, que podrían presentarse como una
“conclusión” particular, quedando relevado del resumen final so­
bre la totalidad de la materia tratada.
§ 147. L a PRESENTACIÓN DE LA OBRA: LA INTRODUCCIÓN.-
Aunque sea lo último que se escriba, resulta evidente que, para el
lector, la “introducción” será la primera página que enfrentará.
Por su propia naturaleza, estas líneas tienen por objeto presentar
el trabajo.
En razón de su complejo contenido es que aconsejamos redac­
tarla en último término, pues recién durante la exposición el tema
investigado se revela en todas sus perspectivas, de manera que sólo
al coronar el proceso de investigación se está realmente en condi­
ciones de “verlo” en toda su amplitud.
Al iniciar la fase expositiva, el autor dispone de pocos ele­
mentos, la mayoría de los cuales están destinados al desarrollo de
fondo aún impreciso. La experiencia y el conocimiento del tema,
galvanizado durante largas horas de reflexión materializadas en pá­
ginas escritas y reescritas, prueban hasta qué punto resulta difícil
el dominio de la cuestión, cuyas dificultades -antes de encarar su
estudio- apenas si eran intuidas, sobre todo si el estudioso es no­
vato en estas lides. Tanto la “ introducción” como la “conclusión”
suponen un dominio completo del tema y una reflexión sobre los
menores detalles, de manera tal que permita exponer con brevedad
las “grandes líneas” . Estos elementos sólo estarán en poder del
jurista al finalizar la obra.
La “introducción” es un texto necesariamente breve, unas po­
cas páginas, líneas" quizás en los trabajos cortos, y en las que el
autor diseñará en trazos muy gruesos los principales temas estu­
diados. Allí se darán algunas indicaciones importantes para la in­
teligencia de lo que se va a exponer. Para ello, explicará su idea
directriz, señalando el propósito que persigue la obra, su interés
teórico o práctico y la forma en que va a desarrollarla. Deberá
“explicar” el plan de exposición, subrayando, cuando no resulte evi­
dente, las razones que ha tenido para adoptar determinada solu­
262 PRÁCTICA METODOLÓGICA D E L A INVESTIGACIÓN JURÍDICA

ción. Así, por ejemplo, indicará por qué no ha considerado deter­


minada cuestión que podría haberse tratado, o, por el contrario
por qué ha incluido un tema cuya presencia podría considerarse
superflua. En pocas palabras, se formularán las precisiones me­
todológicas indispensables para la mejor comprensión de la obra
que se presenta.
Explicar el plan no es reproducirlo. La “introducción” debe
conducir al enunciado de las principales ideas, que se desarrollan
bajo los títulos más importantes. Pero no se trata de analizar en
detalle el contenido de cada capítulo: para ello está el índice o la
tabla de materias. La “explicación” tiende a poner de manifiesto
el hilo del razonamiento del jurista que ha optado por tratar el
asunto de una determinada manera y no de otra posible, ajustado
a un desarrollo secuencial que otorga unidad dialéctica a las dis­
tintas partes de la disertación y la diferencian de cualquier otra.
Con ello, el autor explicitará su propia concepción sobre el
objeto investigado, el interés que presenta y las principales razones
que lo han llevado a las conclusiones que postula.
Con acierto, B a s c u ñ á n V a ld és señala que “la introducción
consiste en proporcionar al lector una noticia sintética sobre el
estado del conocim iento científico general en orden a un cierto
asunto; sobre la importancia de su estudio; sobre las finalidades
perseguidas por el autor y las condiciones ideológicas, metodoló­
gicas y técnicas que aporta para satisfacerlas; sobre los planes uti­
lizados y los aspectos más salientes de la tarea cumplida; sobre las
variantes introducidas con relación a las posiciones teóricas usua­
les para abordar el tema o asuntos afines, o las expresiones o los
términos clave; y sobre la efectividad y cuantía del aporte de ter­
ceros y la propia creación. En pocas palabras, las líneas prologa-
íes responden a la necesidad de que el lector y el autor se ubiquen
en un plano común para la comprensión y el juego dialéctico”16.
La “introducción” o “introducción general” no debe confun­
dirse con el contenido que corresponde al capítulo o capítulos “in­
troductorios” o “generales”, que no tienen por finalidad presentar
el trabajo, sino aproximar una serie de conocimientos muy amplios
con relación al tema de fondo, que el autor considera necesario
para la mejor comprensión de la cuestión: aspectos históricos, eco­

16 B a s c u ñ á n V a l d é s , M a nu al de técnica de la investigación ju ríd ico -so -


cial, p. 228.
REDACCIÓN DE LA OBRA: LA EXPOSICIÓN 263
nómicos, políticos, filosóficos y doctrinarios en general, etc., pue­
den formar parte de uno o más capítulos preliminares o introduc­
torios, pero no de la “introducción” propiamente dicha (ver § 129).
Por ello desaconsejamos denominar de esta forma a los capí­
tulos generales. Empero, si por determinadas razones el jurista
denomina “introducción” al primer capítulo de la disertación, de­
berá asignarle otra denominación a la “verdadera introducción”,
que podría designar con alguna impropiedad como “palabras pre­
vias”, “prólogo”, “prefacio”, “proem io” “precisiones metodológi­
cas” u otra expresión equivalente (ver § 157).
Como en la “conclusión”, en la “introducción” las palabras
son totalmente del autor. Sus propias consideraciones son la úni­
ca fuente de las afirmaciones, y por ello no deben llevar notas o
referencias a fuentes heterónomas. Cuando en el texto se intro­
duce una brevísima cita o referencia, resulta conveniente omitir la
nota al pie dejando constancia de la fuente citada entre paréntesis.
Cuando se tratan separadam ente dos o tres cuestiones distintas
podría visualizarse esta estructura mediante una parrafada especial,
verbigracia dejando un espacio mayor entre cada tramo, a los que
eventualmente podría dársele un número o letra para distinguirlos.
Escrita la “introducción” puede colocarse, por fin, el “punto
final” al “borrador”, en el que se ha trabajado tan intensamente.
C a p ít u l o X
CULMINACIÓN DEL TRABAJO

§ 148. T a r e a s f in a l e s . - La “primera versión en borrador”


de la obra se halla terminada, incluida la introducción y la con­
clusión. Empero, aún faltan algunos pasos, breves sin duda, para
considerar cerrado el proceso y hacer entrega del original a sus
destinatarios. Conviene ahora que, luego de tantos esfuerzos, el
investigador se tome un tiempo para perfeccionar el escrito y do­
tarlo de los elementos com plem entarios que requiere el trabajo
científico.
La obra será juzgada por primera vez en conjunto en su ver­
sión integral. El autor, sin duda, resultará un crítico exigente, y si
advierte defectos -com o inevitablemente ocurrirá-, es el momento
más propicio para corregirlos.
De esta primera “prueba de carretera” pueden surgir algunas
modificaciones, por lo común poco importantes, de lo que será el
original que dentro de poco estará a la consideración pública. Se
trata ahora de “poner a prueba” la versión, como un todo orgánico,
a fin de advertir sus falencias, corregir los eventuales errores y, en
lo posible, mejorar el estilo. No se trata, es obvio, de recomenzar
el proceso echando por la borda la obra realizada. Si se ha tra­
bajado con seriedad, el producto resultará valioso y merecerá ser
conocido. Una vez más hay que saber imponerse límites: un exa­
gerado perfeccionismo podría frustrar una obra meritoria. El tra­
bajo debe ser terminado en buena forma, para lo cual hay que
poner el mayor esfuerzo, pero sin dejarse llevar por la paranoia de
lo mejor.
En esta etapa final de la investigación, el estudioso deberá en­
carar sucesivamente una serie de tareas com plem entarias indis­
pensables para llevar a buen término lo realizado.
266 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Con ello el “trabajo en borrador” quedará definitivamente ter­


minado y podrá entregarse la versión al copista para que lo “pase
en limpio”, o simplemente imprimir el texto grabado en la memo­
ria de la computadora para depositarlo en manos del editor o del
tribunal examinador.

Á ) P e r f e c c io n a m ie n t o del texto

§ 149. R electura de la primera versión . - Se trata ahora


de releer una vez más la “primera versión” con sus múltiples co­
rrecciones y adiciones en su “texto com pleto”. Debe encararse
esta tarea cuanto antes, mientras se tiene bien presente el conte­
nido de la obra que se pretende finalizar. Una demora exagera­
da podría hacer perder de vista el panorama de conjunto y, en tal
caso, las correcciones requerirían más de una lectura, con la con­
siguiente pérdida de tiempo.
Resulta aconsejable hacer la revisión inmediatamente después
de terminado el borrador con las ideas aún frescas sobre el conte­
nido y alcance de cada párrafo: en primer lugar, dedicará algunas
jornadas a perfeccionar la versión establecida mediante una dete­
nida lectura crítica -lápiz en m ano-, a fin de aportar las modifi­
caciones que requiera, según su mejor criterio. Aun en el caso de
que se hubiese trabajado con una computadora, es aconsejable
efectuar la corrección sobre un printer, lo que permite tener a la
vista la versión integral, y no sobre la pantalla, que sólo permite
ver una porción de lo grabado y cuya lectura es dificultosa y puede
resultar nociva.
El estudioso tomará ahora simultáneamente el lugar de lector
para señalar sin contemplaciones las falencias que advierta, al tiem­
po que, como autor, tomará los recaudos para corregirlas, tratando
de obtener una composición tan perfecta como resulte posible.
Para ello, el jurista encarará sucesivamente: a) la revisión del
título y estructura de la obra; b) la corrección de la versión esta­
blecida, tanto en relación al fondo, como a la forma del escrito, y
c) por último, completará el trabajo con una serie de “detalles fi­
nales” esenciales a la presentación, como la numeración de páginas,
correlación de notas y otras acciones complementarias.
§ 150. R evisión del título y la estructura . - El disertan­
te encarará la lectura integral de lo redactado con el objeto de co­
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 267

rregir los defectos que aún puede presentar. Para ello tiene que
leer detenidamente todo el trabajo con agudo sentido crítico, sin
omitir absolutamente nada. Esto importa decir que no leerá “a
saltos” sin fijarse en mayores detalles, sino todo lo estampado,
desde el título hasta el punto final, sin omitir absolutamente nada,
incluyendo cada uno de los intitulados, las notas al pie y verifi­
cando sus números y correlaciones. De esta lectura -que según
veremos no será la última-, en buena medida depende la suerte del
trabajo, pues una vez “pasado en limpio” y entregado el manuscri­
to a sus destinatarios finales -e l editor o el tribunal examinador,
en principio-, no puede sufrir correcciones.
Antes de introducirse en la lectura propiamente dicha, se de­
berá evaluar atentamente el título y el plan de exposición, o tabla
de materias, a fin de tomar una vista de conjunto del desarrollo
secuencial de la obra tal como ha quedado luego de finalizada.
Con ello, el autor tomará contacto una vez más con el esqueleto
de la disertación, lo que le permitirá juzgar sobre la distribución de
su contenido.
La primera reflexión versará sobre la pertinencia del título del
estudio. Es cierto que ha sido elegido como guía y orientación,
y en buena medida, una vez construida la obra, no debería m odi­
ficarse. No obstante ello, el autor deberá “repensar” si la deno­
minación que se había concebido en forma liminar efectivamente
refleja con absoluta fidelidad el contenido del producto terminado.
Ai desarrollarse la investigación, ha podido tomar un sesgo un tan­
to diferente del concebido en un primer momento. Esto podría
justificar una cierta “modificación” para adaptarlo al contenido, o
quizá la imposición de un “subtítulo” aclaratorio en el cual no se
había pensado en un primer momento.
Parece obvio señalar que tal modificación no resulta obliga­
toria: el autor puede hallarse satisfecho con lo que concibió en la
etapa previa, y nada lo obliga a cambiarlo o modificarlo si respon­
de a las exigencias de la investigación realizada. Lo importante
en este estadio es repensarlo.
Seguidamente, el autor analizará con el mismo sentido crítico
el “plan de exposición” . A esta altura, casi seguramente poco o
nada queda de la estructura elemental de pocas líneas con que se
inició el proceso y sin la cual no habría sido posible llevar a feliz
término el estudio. El plan se presenta ahora en toda su magnitud,
a fin de someterse al juicio del autor que podrá evaluarlo por úl­
tima vez en conjunto.
268 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

¿Se presenta el plan en forma clara y equilibrada? ¿Tiene un


desarrollo lógico y progresivo? Si la respuesta es positiva, el es­
tudioso seguirá inquiriendo hasta quedar satisfecho. En cambio,
si la respuesta es negativa, tratará de corregir las deficiencias que
presente con la consiguiente modificación de la estructura. Por
ejemplo, pasando una sección de un capítulo a otro, alterando el
orden de los capítulos, introduciendo o suprimiendo una subdivi­
sión. Nada de eso debe alarmar al autor, pues tales modificacio­
nes resultan normales en esta etapa final del desarrollo y, por con­
siguiente, no debe dudar en modificar el plan si con ello se gana
en precisión y equilibrio.
Está de más advertir que si las modificaciones son de impor­
tancia, habrá que tenerlas muy presentes al releer el texto, pues
podrían generar otras modificaciones correlativas que darán lugar
a una “nueva versión” . Así, por ejemplo, si en un capítulo -;uyo
orden se altera se alude a lo expresado con anterioridad y luego
de tal modificación dicho pasaje se halla más abajo, se deberá
adaptar la versión y sus notas a la nueva estructura.
A continuación, el autor evaluará los intitulados para verificar
si expresan con propiedad su real contenido. Para ello, el autor
repasará cada título, introduciendo en su caso las modificaciones
que la lectura le sugiera.
Verificará en particular que no existan distintos títulos que pue­
dan provocar confusión, que tengan todos una estructura uniforme
y sean razonablemente breves. ¿Pueden ser mejorados? ¿Resul­
tarían más claros modificando alguno de ellos? Al visualizarlos
en conjunto, desplegados en forma de cuadro con una sangría di­
ferente para cada rango, los defectos saltarán a la vista y podrán
ser corregidos con facilidad.
Con esta corrección final, la tabla de materias aparecerá tan
clara y equilibrada como lucirá el índice en la obra terminada.
Este trabajo de perfeccionamiento no podría haberse encarado con
anterioridad.
§ 151. C orrecciones de fondo y de forma . - Se trata aho­
ra de releer el borrador una vez más a fin de efectuar las correcio-
nes finales. Sobre esta versión se confeccionará el original “en
limpio” o “manuscrito”, que se entregará a la imprenta o al juicio
profesoral, y que no debe presentar enmiendas ni tachaduras. Es
decir, se trata de la última oportunidad para corregir errores, y
no debe ser desaprovechada.
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 269

Estos errores, que han subsistido a las anteriores correcciones,


pueden ser de muy distinta naturaleza; el autor debe estar adverti­
do de ello para poder enmendarlos convenientemente.
Algunos pueden vincularse con el desarrollo de fondo, y res­
ponden a defectos de contenido. A esta altura del proceso, teóri­
camente ninguna imprecisión ni error debiera contener una versión
tan intensamente trabajada: empero, como nadie es perfecto, aún
podrían subsistir deficiencias, que el autor advertirá a la simple
lectura. En principio, en el caso de existir, no pueden ser nume­
rosas ni tratarse de errores graves, sino de imprecisión en la trans­
cripción de ciertos conceptos. Ello obligará al autor a redactar
nuevamente los párrafos que considera defectuosos, oscuros o con­
tradictorios y quizá tendrá que verificar sus anotaciones en las fi­
chas de lectura o los documentos de base. Ciertos “baches” pue­
den ser superados, sin alterar el texto, mediante la introducción de
una “nota explicativa”, aunque no hay que abusar de este recurso.
Hemos señalado que el discurso no debe contener “repeticio­
nes” ; una vez desarrollado un argumento, normalmente no se de­
bería reiterar lo expresado. En esta última lectura “de conjunto”
se podrá advertir si esta norma se ha respetado debidamente. Si
ése no fuera el caso, el autor procederá a suprimir las repeticiones
inoficiosas, que serán reemplazadas por una “nota de reenvío” re­
mitiendo a donde se trata in extenso el tema.
Seguidamente procederá a revisar el estilo. Más allá de las
correcciones que se han ido introduciendo en cada relectura, pue­
den mantenerse frases oscuras, incorrectamente construidas, con
“muletillas”, faltas de sintaxis y de ortografía. Todo ello debe ser
puntillosamente salvado. El estudioso debe preguntarse constan­
temente: ¿está claro? ¿Se comprende perfectamente bien lo que
quiero decir? ¿Es la transcripción exacta de mi pensamiento? ¿No
hay posibilidad de error? ¿Está correctam ente expresado? El
autor procederá a corregir los defectos que advierta y a darle a
cada párrafo su mejor forma gramatical. En este estadio, el sen­
tido crítico del investigador se ha agudizado extraordinariamente
y advertirá con facilidad los errores e imprecisiones que en un pri­
mer momento se le pasaron por alto.
Al hacer la “limpieza” pondrá particular cuidado en suprimir
los eventuales yo que se le hubiesen escapado, los adjetivos inúti­
les, los gerundios infaltables. Verificará el uso correcto de los
tiempos verbales y sus concordancias, la puntuación empleada, et­
270 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

cétera. Todo ello con una finalidad común de simplicidad y cla­


ridad, condición esencial de cualquier obra científica que se precie
de tal.
A ese fin podría resultar útil un diccionario de ¡a lengua, otro
de sinónimos, que ayudarían a esclarecer las dudas en el terreno
idiomàtico y a precisar conceptos.
“Pulir el original”, desde el punto de vista del léxico, puede
representar una tarea particularmente ardua a los autores sin mayor
experiencia, por lo que eventualmente podrían recurrir al auxilio
de alguien más experimentado, a fin de que “marque” los errores
y reiteraciones para que en una segunda o posterior lectura, el au­
tor procediera a darle forma correcta a estos párrafos mal construi­
dos desde el punto de vista idiomàtico.
Quienes trabajen con una computadora, deberán aprovechar
las ventajas que le brinda la tecnología, y hacer las sucesivas co­
rrecciones ante otros tantos printers. De esta manera, podrán vi­
sualizarse con mayor claridad los errores y las correcciones de for­
ma tal que el texto definitivo se logre más fácilmente.
En esta instancia, el autor completará las “notas” que falten
y verificará que se ajusten a las mismas pautas, en particular que
se hayan usado siempre con idéntico sentido las abreviaturas y se
presenten unificadas. Debe señalarse que cuando el plan sufra al­
teraciones, el texto y las notas de remisión deben ser ajustadas a
las modificaciones introducidas, dando origen a una segunda o pos­
terior versión.
§ 152. D e t a l l e s m a t e r ia l e s . - Durante esta última revisión,
tomará cuidado en completar una serie de detalles materiales que
hacen a la claridad del borrador, que deberá ser pasado “en limpio”
o simplemente impreso en la computadora, previa configuración
de cada página.
Si se hubiese trabajado con una máquina manual, en primer
lugar se establecerá una nueva numeración correlativa de lo que
se considera como “versión final”, incluyendo la introducción y la
conclusión, sea que se opte por una serie única, o por una distinta
para cada división, partes o capítulos. Lo importante es que se
visualice en forma clarísima el número de cada página, a los fines
de asociarla a las del futuro original y luego a la obra impresa.
De la misma manera se establecerá una numeración correlati­
va a las notas al pie, cualquiera que sea la opción por la que se
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 271

incline el autor, poniendo particular cuidado en verificar que efec­


tivamente envíen al lugar de la obra que corresponde. En las no­
tas “renumeradas” debe indicarse el parágrafo o la página del bo­
rrador a la que remiten o, eventualmente, al tema. Estos números
en su momento deberán ser reemplazados en el “original” p « ■el
número de la página o parágrafo y, una vez la obra armada, a la
página de la publicación.
A fin de evitar cualquier equívoco, en la nueva serie de nú­
meros recomendamos usar un color diferente a la serie anterior,
que no debe ser borrada, pues en caso de ser necesario, este nú­
mero “viejo” podría suministrar la pista de una referencia inco­
rrecta.
Durante la redacción, el autor ha ido dejando constancia en
una hoja ad hoc, de las abreviaturas utilizadas. Es el momento
de verificar que no se haya omitido alguna, que debería figurar en
la correspondiente tabla.
Asimismo, durante esta lectura “final” , el autor verificará que
todas las obras citadas estén debidamente individualizadas en una
“ficha bibliográfica”. Si por casualidad se citara una no registra­
da, deberá tomarse nota de ésta a fin de formular su referencia en
la respectiva tabla. Para evitar cualquier error, nada mejor que ir
“separando” del fichero bibliográfico las fichas correspondientes,
las que se irán colocando en orden alfabético, de manera que las
que queden serán aquellas que no han sido objeto de una cita for­
mal. Este paquete quedará aparte y su inclusión o no en la biblio­
grafía será objeto de una posterior decisión (ver § 155, b).
Por último, el estudioso verificará que los intitulados se hallen
exactamente transcriptos en la “tabla de materias” que servirá de
índice de la obra y que ha sido puesto a punto antes de iniciar la
corrección final. No está de más recordar que cada modificación
de un “título” implica dos correcciones: una en el texto y otra en
la tabla de materias, de manera que siempre deben coincidir.

B) L os COMPLEMENTOS
§ 153. F in a l id a d . - La primera o ulterior versión de la obra
se halla terminada. Ha llegado el momento de proceder a la con­
fección de ciertos elementos complementarios, algunos de los cua­
les no pueden estar ausentes de ningún trabajo importante; otros, de
272 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

acuerdo al tipo de investigación y a la idea del autor, podrán com­


pletar el texto. Estas tablas complementarias tienen por finalidad
facilitar al lector su tarea de búsqueda en la obra y, eventualmen­
te, facilitarle la profundización de los temas tratados, remitiéndolo
a las fuentes del conocimiento estudiadas.
En cualquier disertación, aun en las de limitada importancia,
debe acompañarse la bibliografía, en la que se explicitarán las re­
ferencias de las fuentes del conocimiento. Asimismo, se incluirá
un índice o tabla de materias y, en caso de ser necesario, una tabla
de abreviaturas. Los analizaremos brevemente.
§ 154. T a b l a d e m a t e r ia s , s u m a r io o ín d ic e . - Se trata, ni
más ni menos, de la simple transcripción del “plan de exposición”
presentado en forma de cuadro, acompañado con el número de la
página en que se desarrolla cada cuestión.
Es obvio que, al llegar a este punto, dicho complemento se
halla definitivamente terminado, y su contenido, verificado. Sólo
se trata de colocar al lado de cada título el número de la página,
cifra que será luego reemplazada en el original “pasado en limpio”
por la que le corresponda y, una vez impreso, con la que tendrá en
cada ejemplar de la obra.
Por lo general, actualmente se ubica este cuadro en las pri­
meras páginas, com o una suerte de “presentación” del estudio.
Tiempo atrás, los autores españoles lo colocaban al final, mientras
que los franceses lo hacían adelante. No existen reglas absolutas
en esta materia, ajustándose cada editorial a sus propias prácticas.
Este “índice”, “sumario”, “índice analítico” o “tabla de mate­
rias” es indispensable en toda obra, aun en aquellas de peque­
ñas dimensiones, como un artículo de revista, y permite al lector
comprender la forma en que ha sido desarrollada, sin necesidad de
profundizar en su lectura. Consecuentemente, consideramos Lina
práctica a desterrar la presentación de “artículos” sin el correspon­
diente sumario en el encabezamiento de la nota.
El estudioso puede acompañar, además, un “índice temático”,
de confección facultativa, en el que se visualicen por orden alfa­
bético los temas tratados, con su correspondiente remisión a las
páginas o parágrafos en que se desarrollan. Este “índice temáti­
co” debe ubicarse al final de la obra. Algunas editoriales dispo­
nen de personal especializado para la confección de tales tablas,
que son de gran utilidad práctica.
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 273

§ 155. L a b ib l io g r a f ía . - Ningún trabajo científico, por mo­


desto que sea, puede carecer de esta tabla, si el investigador se ha
servido de fuentes bibliográficas. En ella el estudioso debe dar
cuenta de absolutamente todas las obras de doctrina que ha utili­
zado como fuente del conocimiento, cualquiera que fuese su im ­
portancia y su influencia.
a) O b lig a to ria . Deben figurar necesariamente en la “biblio­
grafía”:
7) Todas las obras citadas como fuentes del conocimiento, aun
las de “segunda mano”. Este principio reconoce una excepción
nada frecuente: cuando en la disertación científica se citan obras
que nada tienen que ver con el fondo del tema que se desarrolla,
como, por ejemplo, una obra literaria de ficción, como sería el caso
en que en un tratado de derecho procesal penal se aludiera a El
proceso de K a f k a . En este libro aludimos a obras de B o r g e s y
de M o l iè r e (§ 67, c; 93, b y 108), que nada tienen que ver con la
metodología de la investigación. En tal caso, la referencia podría
no integrar la bibliografía, pues no se trata de una fuente del
conocimiento científico propiamente dicho.
2) Las obras que, aun no habiendo sido objeto de una cita
formal, han sido utilizadas como fuentes globales durante la inves­
tigación.
b) O p c io n a l . Pueden figurar en la bibliografía:
7) Las obras verificadas por el autor y que, si bien no han
sido utilizadas como fuentes, tienen relación con el tema tratado.
2) Podría incluso informarse sobre otras obras relevadas, cuyo
contenido e importancia no ha podido ser verificado por el estu­
dioso.
Empero, esta práctica debe ser ejercida con extremo cuidado,
pues en vez de informar al lector sobre una fuente consultable,
podría desconcertarlo, en una búsqueda tan difícil como estéril.
D r e y fu s relata un hecho aleccionador: en una voluminosa obra de
derecho internacional publicada en Francia, se citaba en la biblio­
grafía una obra sobre el “derecho de asilo”, que pretendió ser con­
sultada por otro estudioso, deseoso de tomar conocimiento del ig­
norado aporte, hasta que descubrió que se vinculaba con los “asilos
de alienados”1. Por ello, desaconsejamos vivamente engrosar bi~

1 DREYFUS, La thèse et la mémoire de doctorat en droit, p. 30 8 .

IX. Herrera. Mciodoltiaio.


274 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

bliografías con referencias de fuentes no consultadas y sobre las


que nada puede decir el autor. Por consiguiente, recomendamos
utilizar tal recurso con extrema cautela, y siempre que no se tenga
una idea sobre su contenido e importancia se deberá omitir la re­
ferencia en la bibliografía.
La tabla bibliográfica tiene por finalidad informar al lector so­
bre la principal fuente del conocimiento utilizada por el investiga­
dor, posibilitar su verificación y la profundización de los temas
tratados, brindando de manera completa los datos bibliográficos de
las obras que figuran en las notas al pie de página, que son nece­
sariamente incompletas.
En este importantísimo anexo, el autor debe dar noticia de to­
das y cada una de las obras utilizadas en la investigación, con todos
los datos consignados en la “ficha bibliográfica”, con excepción
de los topográficos vinculados a la biblioteca en que se halla el
ejemplar (ver § 59 a 63).
Para confeccionar la bibliografía, basta con transcribir el fi­
chero respectivo ordenado según un determinado criterio.
Por lo general, el “título principal” en el trabajo impreso apa­
recerá en “bastardilla” ; no así los “subtítulos”. Por ello, en las
obras publicadas en revistas u otras ediciones mayores (obras de
homenaje, recopilaciones, anales académicos, etc.) el “título prin­
cipal” corresponde a la publicación u obra mayor, mientras que el
título del artículo figura como “subtítulo” . No obstante lo expre­
sado, la cuestión tiene para el autor una importancia menor, pues
esa indicación la formulará el editor al “marcar” la tipografía (ver
§ 164).
Por lo común, aun en los trabajos importantes se presenta una
bibliografía única para toda la obra. Empero, no es incorrecto pre­
sentar una bibliografía particular para cada parte o capítulo, prácti­
ca utilizada en especial en obras colectivas en que cada autor de­
sarrolla una parte individualizada.
Consecuentemente, la bibliografía podrá presentarse de dife­
rentes formas: en general, por orden alfabético de autores, sin nin­
guna otra distinción. Para ello, deberá tenerse muy en cuenta el
criterio indicado anteriormente (ver § 61, a) para establecer cuál es
la primera letra del apellido bajo la cual debe clasificarse un autor.
Puede también ordenarse en forma temática: para ello el autor
debería establecer unas pocas grandes rúbricas, coincidentes con
e! plan de la obra. Asimismo, podría agruparse por “categorías”,
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 275

como, por ejemplo: obras generales; estudios doctrinarios; estudios


históricos, y estudios breves. Como habrá advertido el lector,
cualquier clasificación comporta un cierto grado de discrecionali-
dad que puede ser a justo título tildada de arbitraria. Es por ello
que aconsejamos utilizar el método que al autor le parezca más
simple y seguro.
§ 156. T a b l a d e a b r e v ia t u r a s . - Sabemos que, durante la
exposición, el estudioso ha hecho un uso intensivo de abreviaturas,
con las que, por razones de espacio y comodidad, se ha referido a
plexos legales, tribunales, organismos públicos, organizaciones in­
ternacionales, entidades, publicaciones periódicas, etcétera. Co­
mo si ello fuera poco, el autor podría haber incorporado otras de
su propia cosecha. De todas ellas debe rendir cumplida cuenta, a
fin de volver comprensible su significado.
En una hoja especialmente habilitada, el autor debería haber
consignado las abreviaturas utilizadas, lo que podría hacerse tam­
bién en forma sistemática en la “última lectura” . Si el estudioso
no ha tomado esta precaución, deberá recorrer el texto a fin de
hacer su inventario. Con este material se confeccionará la “tabla
de abreviaturas” que no puede faltar en ningún trabajo cuantitati­
vamente importante.
Por lo general, no sobrepasará de una o dos páginas y deben
puntualizarse en ella todas las siglas, aun las de significado más
evidente. Algunos autores suelen omitir estas últimas, consignan­
do el listado bajo el título de “Principales abreviaturas”.
En nuestra opinión, resulta conveniente no omitir ninguna, que
podría ser ignorada por lectores extranjeros o simplemente poco
avisados. Consecuentemente, deberían desplegarse por orden al­
fabético la totalidad de las siglas y su correspondiente aclaración.
Cuando de hecho se utilicen las mismas siglas, por ejemplo, para
identificar revistas distintas, deberá incorporarse un elemento pa­
ra diferenciarlas (ver § 138, b).
La tabla deberá figurar entre las primeras páginas de la obra
impresa, inmediatamente antes del cuerpo principal de ella.
§ 157. E l p r ó l o g o o p r e f a c io . - Es un texto escrito por el
propio autor o un tercero, antepuesto al cuerpo de la disertación,
en el que en pocas palabras y en forma muy libre se da noticias
de su finalidad o características, como una suerte de presentación.
276 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JLfRÍDICA

El “prólogo” (antes del discurso) o “prefacio” (antes de ha­


cerlo) no deben confundirse con la “introducción” que forma parte
del cuerpo de la obra y que, en principio, no puede faltar en ningún
estudio. El discurso previo, del autor o de un tercero, no integra
el cuerpo de la disertación; su finalidad es mucho más genérica y
no está sometida a regla particular alguna.
Resultan frecuentes las líneas prológales en libros jurídicos
de alguna importancia, en las que, por lo general, un autor de pres­
tigio se presta para dar una breve noticia de la obra o del autor.
En ningún caso corresponde tal tipo de exordio en los trabajos bre­
ves, como notas o artículos, quedando reservado con exclusividad
para los de mayor aliento.
En esa presentación, por ejemplo, el tercero podría hacer mé­
rito de la personalidad del autor, sus antecedentes y títulos, o sim­
plemente podrá analizar el propósito de la publicación y su utilidad
en el campo de la vida jurídica o universitaria.
Cuando ha sido objeto de varías ediciones, resulta corriente
que cada una tenga un prólogo distinto, los que muchas veces se
acompañan en las ediciones posteriores como una forma de visuali­
zar la evolución que el estudio ha sufrido en sus distintas versiones.
El prólogo, como la introducción y la conclusión, por lo co­
mún no presenta subdivisiones ni referencias al pie.
§ 158. Los a n e x o s . - L a disertación puede ir acompañada
de ciertos textos complementarios, cuya incorporación depende de
la intención del autor y los requerimientos del tema. La mayoría
de los trabajos jurídicos carecen de ellos, no obstante lo cual re­
sultan muy útiles en determinadas circunstancias, como cuando se
reproduce documentación inédita o de muy difícil acceso.
Los “anexos” o “apéndices” deben contener necesariamente
elementos subsidiarios importantes para la comprensión del tema,
aun cuando su naturaleza no corresponda estrictamente a la mate­
ria, cuando no han podido ser integrados al desarrollo principal en
razón de su extensión, complejidad o cualquier otra circunstancia.
No se trata, pues, de cualquier tipo de documentación, por impor­
tante que sea, cuando puede ser consultada con facilidad, ni piezas
sin mayor trascendencia práctica.
Pueden ser de muy distinta naturaleza y el autor decidirá so­
bre la conveniencia de incorporarlos o no al estudio en forma sepa­
rada. Deben presentarse claramente identificados y numerados
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 277

cuando son más de uno, e indicarse su origen y si se hallan publica­


dos con sus referencias tipográficas.
Analizaremos algunas hipótesis, entre las más corrientes.
a) D o c u m e n t o s a u t o g e n e r a d o s . En su disertación el autor
podría haber utilizado ciertos trabajos de campo de su propia au­
toría, pero que no atañen sino a algún aspecto complementario o
colateral del estudio. Es lo que denominamos “documentos auto-
generados”, a los que ya nos hemos referido (ver § 72). Por lo
común, estos trabajos se encuentran en obras interdisciplinarias en
que los aspectos jurídicos se vinculan con informaciones de otras
ramas de la ciencia. Estos estudios “de base”, generalmente iné­
ditos, pueden figurar en forma completa o fraccionada en un “ane­
xo” de la obra jurídica En éste se deberá indicar la autoría, su
condición y métodos utilizados si no resultan de su propia presen­
tación. Si fue objeto de una publicación anterior y no pertenece
al estudioso, no deberá ser reproducido sin expresa autorización
del autor y editor, debiendo en cualquier instancia indicarse la fuen­
te con sus datos completos.
b) D o c u m e n t o s p ú b l ic o s . Ciertos documentos públicos, a pe­
sar de su carácter, tienen una difusión muy restringida, permane­
ciendo de hecho ignorados por la generalidad. Si el autor lo con­
sidera importante o se ha basado en ellos, podría darlos a conocer
como una forma de afirmar su propia posición. En tal supuesto,
la autorización no resulta necesaria, aunque siempre debe indicar­
se la fuente. Esa sería la situación, también, de ciertas series es­
tadísticas de circulación limitada, o inéditas, o de documentos desti­
nados a círculos especializados, como los parlamentarios.
c) L e g isl a c ió n . El estudio puede aludir a legislación nacio­
nal o extranjera de difícil acceso, como algunas reglamentaciones
poco conocidas de reparticiones públicas, organismos provincia­
les o municipales, formularios. Cuando se trata de normas impor­
tantes podrían darse a conocer en un anexo separado. Si se re­
quiere sólo un determinado número de artículos, la transcripción
se deberá limitar a éstos, sea que se den a conocer en su versión li­
teral o traducidos.
d) L é x ic o . Cuando se utiliza un gran número de vocablos ju ­
rídicos poco conocidos, como los extranjeros o en uso en tiempos
remotos, en vez de aclarar el significado de cada uno en una nota
explicativa, el estudioso podría optar por presentar un “léxico” en
278 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

forma de tabla anexa. En ella se presentarían por orden alfabético


los términos y fórmulas cuyo sentido podría escapar a la genera­
lidad de los lectores.
e) F a l l o s . Sabemos que se publican la mayoría de los fallos
más importantes. No se trata entonces de reiterar lo conocido.
Pero podría imponerse el criterio contrario cuando una sentencia
de importancia particular se mantuviera inédita, o se hubiera pu­
blicado en una revista de muy escasa difusión.
f) O tro s d o c u m e n t o s . Con idéntico criterio podría reprodu­
cirse cualquier otro documento público o privado de difícil con­
sulta en razón de su proveniencia o antigüedad, como estadísticas,
organigramas, balances, nómina de autoridades, etcétera.
La lista es interminable, y su publicación dependerá en cada
caso de las propias necesidades de la obra. Por nuestra parte, de­
saconsejamos la práctica de “engrosar” ediciones con anexos sin
mayor interés, con el único propósito de presentar un volumen de
apariencia más atractiva.
§ 159. O t r a s t a b l a s o p t a t iv a s . - Algunos autores particu­
larmente detallistas suelen dotar a sus obras con otras tablas com­
plementarias, obviamente de uso optativo. Estos textos, hasta hace
poco tiempo, eran de difícil elaboración. En cambio, desde que
la informática ha hecho irrupción en la investigación jurídica, pue­
den confeccionarse con cierta facilidad.
Las tablas de uso más corriente entre los juristas son las de
“legislación” y “jurisprudencia citada” . Con ellas el lector pue­
de visualizar en qué páginas se alude a una determinada norma o
se evoca una decisión de los tribunales, facilitando la búsqueda de
ciertos datos objetivos, sin necesidad de recorrer todo o, al menos,
gran parte del trabajo.
La “tabla de legislación citada”, generalmente se refiere a la
de un solo país. Cuando se despliegan normas de distinto origen
resulta conveniente confeccionar una tabla para cada país. Dentro
de cada ámbito político se ordenará la legislación por orden cro­
nológico sin distinguir su naturaleza. Así, por ejemplo, se iría
desplegando año por año la legislación citada con más sus refor­
mas posteriores, sea ésta constitucional, ordinaria, reglamentaria o
simplemente administrativa. Si las referencias de un cuerpo son
muy numerosas, podrían hacerse por artículo.
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 279

De manera similar se podrá confeccionar un índice de “juris­


prudencia citada”. En principio, la tabla debe incluir la totalidad
de los fallos mencionados, hayan sido objeto de un comentario o,
simplemente, referidos. Tal complemento sólo se justifica cuando
se dedica una importancia particular al estudio de la jurispruden­
cia, pues no tendría mayor sentido cuando los fallos evocados son
pocos.
La tabla debería contener las principales referencias de cada
decisorio, de manera que pueda ser individualizado con facilidad.
No resulta indispensable puntualizar los datos de publicación, que
podrán obtenerse en la página a que se remite.
El material puede clasificarse de distintas maneras: la primera
posibilidad es hacerlo en orden cronológico puro y simple. En tal
caso la tabla indicará año por año todas las decisiones referencia-
das, sin consideración de tribunal o jurisdicción. En segundo lugar,
podrán clasificarse por jurisdicción y tribunal y, dentro de cada ru­
bro, por orden cronológico. Por último, la jurisprudencia podría
clasificarse por orden alfabético en función del nombre de las partes.
En función del tema tratado, el autor o el editor podrán poner
a prueba su imaginación, para agregar otras tablas o anexos, que
servirán de otros tantos instrumentos a quienes utilicen la obra.
Así, por ejemplo, de “autores y obras citadas”, de “artículos de
Códigos citados”, “tabla de equiparación entre la Constitución
de 1853 y 1994”, de “hechos históricos”, o de “convenios colecti­
vos de trabajo”, etcétera. Resulta virtualmente imposible inventa­
riar, siquiera someramente, la enorme variedad de tablas existen­
tes, cuya utilidad dependerá en cada caso de la naturaleza de la
obra y el propósito de su autor.

C) E l o r ig in a l

§ 160. L a v e r s i ó n p a s a d a e n l i m p i o . - ¡La obra de investi­


gación está terminada! Por un largo tiempo, años quizás, ha sido
la compañera de muchas preocupaciones. El autor la ha visto cre­
cer poco a poco, como a un hijo muy querido. Ahora, ¡por fin!,
ha llegado a la mayoría de edad y está lista para ser presentada en
público. Pero no podría entregarse ni al editor ni al tribunal exa­
minador esa montaña de papeles escritos, llenos de correcciones,
adiciones y pegamentos que sólo el autor alcanza a comprender.
280 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Todavía falta algo y de ello también deberá ocuparse el jurista


para llevar a buen término la obra que tantos sacrificios le ha cos­
tado. El original, en su primera o posterior versión, deberá ser
pasado en limpio para entregarlo impecable y sin ningún error al
editor o al tribunal examinador.
Para ello, deberá entregar el manuscrito a un tercero para que
proceda a su copiado a máquina, a menos que sea el propio autor
quien incorpore las correcciones en el procesador de texto de su
computadora.
Una importante recomendación: jamás el autor deberá sepa­
rarse de su original sin guardar una copia. El consejo es válido
en todas las etapas del proceso y como medida de precaución no
debe trasladarse de un lugar a otro sin una copia de respaldo dejada
a buen resguardo. Tanto más cuando se halla terminado. Su ex­
travío configuraría una verdadera catástrofe; un olvido en un óm­
nibus o en la biblioteca podría significar la pérdida de muchos
meses irrecuperables. Por ello aconsejamos, cuando se trabaje en
forma artesanal, fotocopiar el original a medida que avanza la ex­
posición, de manera que al terminar la instancia el autor tenga en
su poder dos ejemplares completos del borrador con las correccio­
nes. Antes de desprenderse del manuscrito para pasarlo en lim­
pio, debería precederse a un nuevo fotocopiado integral que queda­
rá siempre en poder del autor. Ninguna precaución será suficiente
para salvaguardar este precioso tesoro, tanto más si configura
vuestra opera prim a.
Similares precauciones deberán tomarse si se trabaja en una
computadora, en la que se confeccionó la primera versión y se hi­
cieron las sucesivas correcciones. En este caso, no podríamos ha­
blar propiamente de “pasar en limpio” el original, que luce siempre
impecable en la pantalla de la PC. Empero y para tal supuesto,
aconsejamos no sólo generar una “copia de respaldo” y otra en dis-
quete guardado por separado, permanentemente actualizadas con
las sucesivas correcciones, sino también tener un ejemplar impreso
(ver § 130).
Según cuál sea el destino de la obra, serán los requisitos del
original. Así, por ejemplo, si tiene por destino optar a un grado
académico o a cualquier tipo de certamen (pensamos en la posibi­
lidad de recibir un premio), el escrito deberá ajustarse estrictamente
a las exigencias de la reglamentación: formato del papel, número
de páginas, menciones, fechas, etcétera.
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 281

Si el trabajo está destinado a publicarse, sea bajo la forma de


artículo o de libro, deberá ajustarse a las indicaciones del editor.
Es obvio que en tales casos, y por ío común, esas indicaciones han
sido materia de acuerdo ai que deben ajustarse ambas partes.
§ 161. P r e s e n t a c ió n d e l o r ig in a l . - Así como el original
en borrador ha sido objeto de un intenso trabajo material de co­
rrecciones reiteradas, que le han dado su fisonomía definitiva, el
“original en limpio” o “manuscrito” que el autor entregará impe­
cable al tribunal examinador o al editor sufrirá también la agresión
de una intensa labor por sus destinatarios inmediatos. Por ello, debe
confeccionarse de manera que pueda soportar sin mengua tal tra­
tamiento.
El original deberá presentarse en hojas tamaño oficio o carta,
de papel de buena calidad y suficiente cuerpo como para ser in­
tensamente manipulado. El escrito se hará en una sola cara de la
hoja y a doble espacio o al menos un espacio y medio, de manera
que puedan insertarse correcciones e indicaciones gráficas cuando
corresponda. Las notas al pie podrán presentarse por separado o
en el margen inferior de cada página, según opte el autor o lo re­
comiende el editor, escritas también con suficiente interlineado pa­
ra soportar indicaciones manuscritas.
Si la obra no está destinada a la imprenta, la manipulación no
será tan intensa, no obstante lo cual, y salvo expresa indicación en
contrario, se deberán respetar las mismas reglas para facilitar la
lectura de los jueces.
Las hojas deberán ser numeradas en forma correlativa, ajus­
tando las notas de reenvío a la nueva numeración, que será dife­
rente a la contenida en el borrador. Si será presentada a un jura­
do, deberá ser encarpetada en forma de libro. Si está destinada a
la imprenta, podría presentarse en hojas sueltas perfectamente em­
paquetadas en orden, aunque no es recomendable tal temperamen­
to. Aunque el manuscrito deberá desarmarse en el momento de
la composición, es preferible entregarlo encarpetado y abrochado,
con el título y el nombre del autor inscripto en caracteres destaca­
dos en la portada.
Cualquiera que haya sido el procedimiento seguido por el in­
vestigador, deberá preparar el original con el mayor cuidado, a fin de
evitar errores. A tal efecto, deberá suministrar instrucciones muy
detalladas a quien tenga la responsabilidad de transcribir el texto.
282 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Al autor le corresponde la responsabilidad de entregar el ori­


ginal en forma correcta. Para ello, resulta conveniente suminis­
trar al copista las instrucciones por escrito, indicando por ejemplo:
la forma en que debe consignarse cada rango de títulos; las san­
grías que deben utilizarse en cada oportunidad; los márgenes que
se deben prever en cada caso; el rango de división que se debe
iniciar en hoja aparte; los espacios que deben separar los títulos
de distinto rango, y la forma de presentar las notas y, cuando no
resulte posible consignar el número de páginas correcto en la pri­
mera versión, dejarlo en blanco para su llenado posterior, etcétera.
Estas indicaciones y otras que evaluará el autor deben hacerse
con el propósito de confeccionar un manuscrito, con criterios grá­
ficos coherentes y de fácil comprensión.
El original terminado, por lo común, tendrá el orden que ex­
ponemos a continuación:
a) Carátula, con el nombre del autor, título del trabajo y, even­
tualmente, subtítulo si lo hubiera.
b) Si los hubiera, dedicatorias o agradecimientos.
c) Si lo hubiera, el prólogo del autor o un tercero.
d) El índice o la tabla de materias.
é) La tabla de abreviaturas.
/ ) La introducción.
g) El cuerpo de la disertación, perfectamente ordenado según
el plan de exposición.
h) La conclusión.
i) Los anexos, ordenados con criterio lógico, si los hubiera.
j) La bibliografía.
k) Las diversas tablas optativas, si existieran.
I) El índice temático, si lo hubiera.
§ 162. V e r if ic a c ió n f in a l y l e c t u r a p o r u n t e r c e r o . -
Por confiable y competente que sea el responsable del mecanogra­
fiado, el autor no podría entregar sin más su obra, sin haber verifi­
cado personalmente que no contenga ningún error.
En un trabajo voluminoso y con centenares de referencias es
muy fácil cometer faltas, por más cuidado que se ponga. Por esa
razón, el autor deberá asumir personalmente una última lectura an­
tes de entregar definitivamente term inado el manuscrito a otros
responsables.
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 283

Esta operación es de particular importancia, pues de ella sal­


drá el original definitivo con la aprobación del autor; si contiene
errores, difícilmente puedan detectarse con posterioridad.
Para ello, el estudioso deberá confrontar el texto del borrador
o posterior versión corregida, que se supone se halla desprovisto
de errores, con la versión “limpia” establecida por el copista o im ­
presa en la computadora. Pondrá particular cuidado al cotejar las
notas y referencias en las que abundan las siglas y números, a fin
de verificar que no se haya deslizado ningún error, pues una vez
impreso harán inutilizable el dato.
Lo ideal sería realizar la lectura entre dos personas, lo que
permitiría con un mínimo de tiempo verificar simultáneamente lo
consignado en ambos textos.
Advertido un error, si es subsanable, deberá corregirse de la
manera más prolija. El original terminado y verificado deberá
presentarse impecable, pensando en aquellos que a partir de ese
momento deberán servirse de él. Un texto confuso genera “copias
de galera” llenas de errores que ningún corrector podría limpiar
completamente.
El trabajo parece definitivamente terminado. ¡Por fin! Falta
muy poco para verlo impreso o en manos del tribunal examinador.
Empero, si el autor es novel -todos somos novatos cuando la obra
es importante-, resulta aconsejable hacerlo leer por uno o más co­
legas para que formulen su crítica. Es obvio que no se reclamará
del amigo que nos diga que la obra es excelente y que nunca se
ha escrito algo tan genial. Para eso se basta el propio autor y no
necesita de mayor ayuda. Lo que se pedirá es otra cosa: la lectura
por un tercero podría poner en evidencia falencias, errores o fór­
mulas oscuras no advertidas que aún pueden ser corregidas. Lo
ideal seria que esa lectura la hicieran una o más personas con el
perfil de los presuntos destinatarios de la obra, a fin de que señalen
aquello que no les resulte suficientemente claro.
Como no siempre será posible entregar una fotocopia del bo­
rrador, lleno de enmiendas y de difícil lectura, se deberá prever
este trámite para el momento en que esté pasado en limpio. Cuan­
do se trabaja con una computadora, la cuestión se simplifica. Las
eventuales correcciones que se sugieran, y acepte el autor, pueden
introducirse con gran facilidad. En la mayoría de los casos, con
el agregado de una “nota explicativa” se superarán las dificultades
encontradas, que, por lo genera], no serán numerosas.
284 P R Á C T IC A M E T O D O L Ó G IC A D E LA IN V E S T IG A C IÓ N JU R ÍD IC A

Pero ello no siempre es así: de la lectura por un tercero pue­


den surgir modificaciones importantes, que pueden dar origen a un
nuevo texto. Esta obra, por ejemplo, luego de la lectura crítica
por severos colegas a los cuales estamos muy agradecidos, debió
ser enriquecida con dos nuevos capítulos que no estaban previstos
originalmente. En tal supuesto, por lo demás, bastante frecuente
aun en investigadores experimentados, el estudioso deberá incor­
porar a la obra los elementos faltan tes, con lo cual quizá deba re-
introducirse en la fase erudita para com pletar la investigación.
Pero aun en el supuesto de que no deba volverse tan atrás en el
proceso, si las correcciones son importantes, darán lugar a una nue­
va versión del trabajo escrito, con lo que deberán cumplirse nueva­
mente parte de las acciones correspondientes a la exposición y cul­
minación del proceso, descriptas más arriba (ver § 143 a 156).
§ 163. Los d e r e c h o s d e a u t o r . - Definitivamente terminado
el original y listo para su presentación, se trata ahora de garantizar los
derechos que el estudioso tiene como fruto de su trabajo, mediante
el registro de la obra en la Dirección Nacional de Derechos de Autor2.
Para ello, se debe efectuar el registro como “obra inédita” me­
diante el depósito de un ejemplar del manuscrito en las oficinas
del organismo, que lo reservará por el término de ley, previa pu­
blicación de la inscripción en el Boletín Oficial. Vencido el plazo
de reclamos, el Registro otorgará el título de propiedad definitivo
con el número de orden asignado.
Con ello se garantiza el derecho del autor a disponer de su
obra, es decir, de publicarla, enajenarla, traducirla, adaptarla por
sí o por terceros, etc., durante toda su vida y a sus herederos hasta
setenta años después de su muerte, según lo establece la ley 11.723,
modificada por la ley 24.870.
El Registro Nacional de Derechos de Autor asienta en un pro­
tocolo especial las obras inscriptas, a cada una de las cuales asigna
un folio donde consta su descripción, título, nombre del autor y

2 La Argentina ha ratificado por ley 14.184 la Convención Interamericana


de Washington (1946); por decr. ley 12.088/57, la Convención Universal sobre
Derechos de Autor de Ginebra (1953); y por ley 17.251, la Convención de Berna
sobre Derechos Intelectuales (1886) con las revisiones de París de 1896, Ber­
lín de 1908, Berna de 1914, Roma de 1928 y Bruselas de 1948. Con ello se
garantiza la efectividad de los derechos de autor de las obras registradas a nivel
internacional.
C U L M IN A C IÓ N D E L T R A B A JO 285

demás circunstancias relacionadas, tales como los contratos de que


fuera objeto y, eventualmente, decisiones judiciales que la afecten.
Si se proyecta la publicación, es común celebrar un “contrato
de edición'’ en virtud del cual el escritor se obliga a entregar la
obra al editor, y éste a reproducirla, difundirla y venderla. Nor­
malmente, en este documento se precisan las condiciones econó­
micas de que gozará el autor (por lo general, un porcentaje sobre
el precio de tapa de cada ejemplar vendido), tipo de edición, tirada,
formato, derecho a traducciones, etcétera.
En tal caso, el editor o el autor deben tramitar la asignación
del ISBN ( 'In tern a tio n a l standard book number), ordenado por ley
22.399, ante la Cámara Argentina del Libro, que actúa como agen­
te de la Secretaría de Cultura de la Nación, con lo que la publica­
ción queda identificada en forma unívoca a nivel internacional.
El autor, salvo renuncia expresa, conserva sus derechos de pro­
piedad intelectual, por lo que el editor sólo dispone de los vincu­
lados con la impresión, difusión y venta.
Una vez impresa la obra, debe efectuarse el depósito de tres
ejemplares, los que obligatoriamente deben presentar “pie de im ­
prenta” con la identificación del responsable, lugar y fecha de edi­
ción y el ISBN que le corresponde.
Con ello se garantiza al estudioso el goce de los derechos in­
telectuales y particularmente la posibilidad de perseguir civil y cri­
minalmente como autores del delito de defraudación o plagio a
quienes sin su autorización publiquen la obra, la reproduzcan, aun
parcialmente, o hagan uso de ella sin respetar los límites impuestos
por la ley y las prácticas académicas (ver § 67, c).
§ 164. L a e d ic ió n d e l a o b r a . - La obra, que tanto trabajo
y preocupaciones ha dado al autor, tiene ahora otro responsable:
el editor, quien a partir de este momento toma a su cargo el pre­
cioso original que deberá transformar en artículo o libro impreso,
y que venderá pacientemente en el mercado. Aunque ello parezca
obvio, debe recordarse que los editores, desde Gutenberg a nues­
tros días, son hombres de negocios y sí no encontraran un razona­
ble número de compradores para las obras que publican, pocos au-
tores verían sus estudios en letra de molde3.

3 En ÁLV a REZ C h á VEZ, Técnicas para escribir, leer y estudiar, p, 2 4 4 , pue­


de consultarse un interesante esquema del proceso de elaboración de un libro,
composición “en frío”, bajo la rúbrica: “Del manuscrito a la imprenta”.
286 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

Consecuentemente, el editor tomará a su cargo la edición a


condición de que ofrezca razonables perspectivas de colocación.
Esta advertencia vale sobre todo para los autores noveles que de­
sean ver publicadas sus obras a cualquier costo.
Si bien en ningún momento debe cederse sobre la seriedad
científica, lo propuesto debe resultar “digerible”, de manera que
sea aceptable para el público a que está destinado. No se trata,
pues, de escribir obras maestras sin lectores, o lo que es aun peor,
sin editores.
Antes de aceptar la publicación, el editor ha debido asesorarse
sobre el contenido y calidad científica del proyecto4 y especificar
las obligaciones respectivas en un contrato de edición. Recibido
el original, se pone en movimiento una intensa actividad antes de
concretarse la impresión.
Ciertas editoriales cuentan con “correctores de estilo”, que me­
joran la versión, desde el punto de vista idiomàtico. Las modifi­
caciones propuestas son sometidas a la aprobación del autor, sin
lo cual no podrán ser incorporadas.
Luego, el editor debe “marcar” las indicaciones tipográficas,
como los distintos cuerpos de letras con que se compondrá el texto,
las sangrías e interlineados, para lo cual personal especializado de­
berá efectuar una lectura integral muy minuciosa. El original con
estas especificaciones podrá pasar “a composición”, es decir, trans­
cripto en caracteres de imprenta, sea “en frío”, mediante un siste­
ma computarizado, o “en caliente”, en líneas de plomo. De ello
resultarán las primeras “pruebas de galera”, si se trabaja con plo­
mo o printers en la composición “en frío” ; ambas por lo común
contienen numerosos errores. Estas son sometidas a nuevas lec­
turas por correctores profesionales, que los “levantan” haciendo las
indicaciones que corresponden. Una vez terminado el trabajo, se
entregan al autor las pruebas limpias para que las verifique por
última vez.

4 En las revistas, la función de “arbitraje” la realizan, por lo general, los


integrantes del “consejo de redacción”, o el propio “director”. En algunas edi­
toriales comerciales, la selección se hace con intervención de asesores especiali­
zados en cada materia.
No está de más recordar que ni los editores ni sus asesores son infalibles y
que la historia de la ciencia y de la literatura en general registra numerosos casos
en que obras geniales fueron rechazadas como invendibles o por falta de interés
científico.
CULMINACIÓN DEL TRABAJO 287

A esta altura del proceso industrial no se trata de modificar


la versión ni de introducir nuevos párrafos aclaratorios, o cam ­
biar conceptos oscuros: el original se halla definitivamente termi­
nado y, salvo una cuestión muy especial que deberá aceptar el edi­
tor, no resultará posible modificar lo compuesto.
Cuando se trata de aclaraciones muy breves y puntuales po­
dría introducirse una “nota especial”, sin alterar la numeración de
las ya establecidas, que podría identificarse con un asterisco (*) o
con un número bis o “a” . Si la explicación es más amplia y afecta
varias partes, resulta aconsejable incluir una adenda al final, en la
que se explique la nueva cuestión introducida. Tal sería el caso,
totalmente excepcional, de que se produjera una modificación le­
gislativa, o se diera a conocer un fallo trascendente durante el pro­
ceso de impresión.
Salvo en casos como éstos, el autor deberá limitarse a señalar
errores de imprenta u otros subsanables. La tarea debe hacerse
minuciosamente, con la misma técnica con que se confrontó el ori­
ginal, a fin de no pasar por alto ningún error.
Como norma general, las correcciones de imprenta se hacen
siempre al margen y jamás en el interior del texto o entre líneas.
Existe un código de signos de uso corriente en la actividad gráfica,
que podrá ser utilizado por el autor si es de su conocimiento5. Caso
contrario, utilizará signos claros que permitan visualizar las modi­
ficaciones propuestas.
A continuación, a la composición se incorporarán las correc­
ciones y eventualmente los añadidos, con lo que se podrán confeccio­
nar las “tiras” en que se presenta el texto definitivo, con la tipo­
grafía tal como aparecerá en la obra impresa. Por lo común, los
editores no dan a conocer las llamadas “pruebas de página” que se
verifican una vez más por correctores especializados antes de en­
trar en prensa. Ello con la finalidad de evitar el menor error, lo
que no siempre se consigue.
Estas correcciones por el autor solamente se hacen en los tra­
bajos mayores que se presentan bajo la forma de libro. Las obras
menores que se publican en revistas, como artículos, notas de doc­

5 P u e d e c o n su lta rse en las o b ra s c itad a s d e A s t i V e r a , Metodología de la


investigación científica, p. 189; SANTOS PÉREZ, Cómo elaborar y presentar un
trabajo escrito, p. 166, y ÁLVAREZ C háV E Z , Técnicas para escribir, leer y estu­
diar, p. 196 y 246.
288 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

trina y de “literatura gris”, por lo común, las realiza exclusivamen­


te personal de la editorial, sin intervención del autor.
Impresa la obra, debe ser encuadernada conforme las técnicas
de que se disponga, podrá entregarse a la venta en librerías o por
corredores, con lo que podrá ser apreciada por el público a que
está destinada.
CONCLUSIÓN

A todo lo largo del estudio hemos querido llevar a los lectores


la convicción de que toda obra de investigación jurídica, por mo­
desta que parezca, contiene un elemento capaz de impulsar el de­
sarrollo del derecho.
Para ello hemos desplegado una serie de consejos tendientes a
que dicha tarea resülte de provecho: es lo que denominamos “prác­
tica metodológica de la investigación jurídica”, con el deliberado
propósito de desvincularla del marco teórico de contenido filosó­
fico que necesariamente debe servirle de sustento. Hemos tratado
de describir simples “herramientas”, es decir, “técnicas”, cuya uti­
lización por el investigador le ayudarán a potenciar su capacidad.
Como todo instrumento, es accesorio y perfectible, y no garantiza
talento ni originalidad por parte de quien lo utiliza, y puede ser
reemplazado con ventajas por otro mejor.
La metodología que propiciamos no es más que una aplica­
ción práctica y muy concreta de ciertos principios elementales de
lógica formal instrumentados en una dirección en el campo de la
ciencia jurídica, “flormalizados” conforme el uso que de"ellos han
hecho los juristas más prestigiosos.
Con ello hemos querido contribuir a una mejor formación de
nuestros estudiantes y profesionales, por lo general carentes de es­
tudios o de información sobre metodología, lo que se traduce con
frecuencia en esfuerzos dispersos y aun incoherentes, en la reali­
zación de sus trabajos de disertación.
Hemos puesto particular énfasis tanto en subrayar la impor­
tancia de la “planificación previa”, como en la necesidad de la for­
mulación de consideraciones críticas fundadas en principios de ló­
gica jurídica, nada de lo cual puede estar ausente en un trabajo
científico en el campo del derecho. Ello en la convicción de que,
19. H errera. M etodología.
290 PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

por modesto que resulte el aporte del investigador, en el análisis


crítico en que se despliegan las propias opiniones, en un marco
institucional concreto, hallará la orientación doctrinaria que resul­
ta insoslayable en un jurista.
La metodología de la investigación facilita el conocimiento y
la transmisión del saber; la carencia de un método adecuado lo tor­
na oscuro y frustra su difusión.
Con estos consejos, fundamentalmente fruto de nuestra expe­
riencia docente, queremos facilitar en los jóvenes investigadores
su entusiasmo de creadores en el. campo de la ciencia jurídica, lo
que para algunos en su momento se revelará como un juego apa­
sionante.
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W iTKER, J o r g e , La investigación jurídica, México, Buenos Aires, Caracas, Me
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ÍNDICE ALFABÉTICO
Los números remiten a parágrafos

A Arte
de escribir: 125 y 130.
Abogacía: 17. de la argumentación: 7.
Abogado: 15. Artículos: 20, a.
Abreviaturas: 67 y 152, c ie n tíf ic o s : 61, d.
tabla: 156. p e r io d ís tic o s : 6 1 , d.
Abstracción: 113 y 114. A utom aticidad interpretativa: 40.
Abstraút.: 81, 83 y 86. A utoridad: 38, a.
Aburrimiento: 16.
Abuso de poder: 10, c. B
Acción de propaganda: 76. Banco de datos: 83, a.
Aclaraciones: 164. Bibliografía: 155.
Actividad general: 65.
gráfica: 164. opcional: 155, b.
profesional: 28, a. presentación: 155.
Actualización: 145. Biblioteca personal: 68.
Adaptación de un texto: 132 y 134. Boletín Oficial: 81.
Adenda: 164. B orrador: 25, 124, 130 y 143.
Aditamentos: 153.
Albremátíca-Eí Derecho: 81. C
Alegato político: 76. Caballete: 75 y 77.
Am plitud tem ática: 50, b. C alidad científica: 164.
Análisis: 102, 108 y 117. Capítulo: 131.
extrasistémico: 10. introductorio: 51, c, 129 y 147.
intrasistémico: 10, b.
Anexos: 158. Capítulos generales: 129.
Aporética: 27. Causas: 116.
Aproximación: 34. Ciencias
c la s if ic a c ió n : 4.
A rbitrariedad: 10, c. c u ltu r a le s : 4.
Argumentos: 14. e m p ír ic a s : 4.
Armonía: 50, d. e x a c ta s : 1 .
296 ÍNDICE ALFABÉTICO

experimentales: 1, 4, 20, b, 52 y 110. Copias


f á c tic a s : 4 . de galera: 162.
formales: 4. de respaldo: 130 y 160.
humanas: 1, 4 y 5. del original: 160.
jurídicas: 1, 4 a 7 y 18. Copista: 161.
naturales: 4. Copyright: 85, c.
particulares: 2. Corporaciones: 61, a.
sociales: 4.
Circunstancias: 118. Correcciones: 131, 151 y 162.
de fondo: 151.
Citas: 133. de forma: 151.
de cita: 133. C orrectores de estilo: 164.
de segunda mano: 155.
en Internet: 93, d. Corte Suprem a de Justicia de la N a­
literales: .133. ción: 9.
Clásicos latinos o griegos: 61, a. Costum bres: 40.
Clasificación: 116. Criterios objetivos: 28, b.
Códigos: 69. Crítica: 21 y 121 a 123.
Colofón: 61, c. Cronogram a: 43.
Com entarios: 122. Cuadernillo: 130.
a fallo: 20, a. C ultura general: 125.
Comillas: 133. Cursos de seminario: 19.
interiores: 133.
Com paración: 115 y 127. D
Compendio: 20, c. Decisiones prim arias: 11.
C om petencia personal: 28, b. Deducción: 119.
Com plejidad: 127. Definición: 114.
Com putadora: 75, 78, 99, 126, 130,
160 y 162. D efraudación: 163.
Comunicaciones: 20, b. Derecho: 1, 5, 10, 38 y 39.
Conceptualización: 107. comparado: 115.
Conclusión: 49, 51, c, 136 y 146. constitucional: 38, b.
extranjero: 127.
Concreción: 25. fuentes formales: 1.
Congreso: 20, b. injusto: 10.
Conjunto dialéctico: 127. natural: 5.
Conocimiento: 2, 24 y 52. positivo: 38, a.
adquirido: 28. Derechos
científico: 2. de autor: 163.
técnico: 2. depósito: 163.
Construcción de la obra: 21. obra inédita: 163.
Contenido: 150. registro: 163.
Contexto tum ultuoso: 39. título de propiedad: 163.
Contradicciones: 143. humanos: 10.
C ontrato de edición: 163. Desarrollo progresivo: 141.
Convenciones colectivas de trabajo: Descripción: 106 y 127.
60, c. Desequilibrio: 50, d.
ÍNDICE ALFABÉTICO 297
Destacado: 134. Editor: 11, 61, c, 163 y 164.
D estinatario: 128. Ejemplificación: 108 y 127.
Detalles m ateriales: 152. Elección del tema: 22 y 28.
Diagram as de Euler-Venn: 94. Elem entos
Dialéctica: 7 y 105. dispersos: 141.
Diccionario: 150. heterónomos: 45.
Dignatarios: 61, a. Empleos: 28, a.
Dimensión axiológica: 38, b. Encuestas: 72.
Diplomacia: 17. Ensayo: 19.
Discrim inación: 76. Enseñanza: 17.
Disertación: 7, 12 a 15 y 131. Entrevistas personales: 72.
arte de la: 49. Epistem ología: 50.
Disposición natural: 28, a. Equívoco: 14.
Disquete: 160. Errores: 150.
de imprenta: 164.
Doctorado: 19, b. Erudición: 21, 24, 25 y 52.
Doctrina: 58, b. Esbozo: 124.
autor: 61.
fuente: 67, c. Escritura: 127.
obras de consulta: 70. Escuela
obras monográficas: 70. de Viena: 38.
resumen de opinión: 67, c. dogmática: 5.
textos: 61 y 67, c. exegética: 5, a.
transcripciones textuales: 67, c. histórica: 5.
tratados: 70. positivista: 5.
Docum entación Espontaneísm o jurídico: 38, a.
autogenerada: 72. Estadística: 72.
relevamiento: 66. E stado del arte: 20, b y 35.
Documentos: 24. Estilo: 14 y 127.
autogenerados: 158, a. E structura
básicos: 68 a 71. de la obra: ver Planificación.
de trabajo: 19, a, 20, a y 42. revisión: 150.
públicos: 158, b.
Dogm ática jurídica: 5, b. E studiante: 15.
Estudio del m aterial: 24 y 64.
Dossier: 81. Estudios com paratisi as: 135.
D uda jurídica: 28. Evaluación de la obra term inada:
Dudas: 15 y 127. 150.
Exceso de síntesis: 127.
E Exégesis: 35.
Economía: 4. Explicación: 105 a 111 y 127.
Edición: 61, c y 164. conceptual: 107.
composición: 164. descriptiva: 106.
printers'. 164. ejemplificativa: 108.
pruebas de galera: 164. histórico-social: 111.
pruebas de página: 164. ontològica: 109.
298 ÍNDICE ALFABÉTICO

sugerida: 36. puesta a punto: 126.


teleológica: 110. temático: 66.
Explicaciones teóricas: 1. Fidelidad: 132.
Exploración: 33. Filosofía: 2, 4, 5 y 10.
Exposición: 21, 26, 51 y 124. escolástica: 5.
capítulos: 51. iusfilósofos: 5.
complejidad: 51. idealismo: 5.
cuerpo: 49. jurídica: 5.
divisiones racionalista: 5.
de mayor rango: 5 J. Form a
de menor rango: 51. correcciones: 150.
subordinadas: 51. discursiva: 77.
extensión: 51. Form ación
Expresiones latinas: 135. del investigador: 28, b.
Extensión: 19, a, 20, c y 146. humanista: 125.
tesis: 19, b. Fuentes
bibliográficas: 52 y 53.
F del conocimiento
acciones básicas: 6.
Fallos: 158, e. carácter: 53.
Faltas concepto: 52.
de ortografía: 150. contenido: 63.
de sintaxis: 150. de observación: 52.
Fase erudita: 64. de primera mano: 54.
Fichas de segunda mano: 54.
colores: 66. descarte: 55.
contenido: 67. descripción externa: 53.
de las notas: 67. evaluación: 55, 63 y 65.
múltiple: 67. gráficas: 52.
críticas: 25 y 76. importancia: 55.
de jurisprudencia: 67, b. inventario: 55 y 56.
de reenvío: 75. jurídico: 52.
desplazamiento: 65. localización: 63.
número correlativo: 67. primarias: 54.
palabras clave: 67. proposición política: 55.
reclasificación: 126. secundarias: 54.
resumen: 67, a. valor intrínseco: 55.
de doctrina: 67, b. del derecho: 8, 52 y 58, a.
siglas y signos: 67. documentales: 52.
técnica: 67. en general: 8.
temáticas: 67.
textos normativos: 67, a. G
tipos: 66. G ram ática: 150.
transcripción textual: 67, a.
Fichero H
bibliográfico: 55 a, 61, 63 y 65.
de lectura: 24, 65 a 67 y 73 a 77 Hecho histórico: 111.
organización: 66. H erm enéutica: 1.
ÍNDICE ALFABÉTICO 299
Heurística: 64. confiabilidad: 93.
Hipertexto: 83. consulta a distancia: 80.
Hipótesis contenido de las bases: 93 y 99.
correlación: 36. de gestión: 84.
de reemplazo: 36. d e ciso ria: 85.
de trabajo: 22, 23. 31, 32. 43 y 46 a diseño de archivos: 101.
49. documental: 79 y 80.
objeto de la in v estig ació n : 31 y 32. contenido: 80 y 93.
plan de in v estig ació n : 23 y 46 a 48. E-mail: 83.
proyecto de in v e stig ac ió n : 43. fondo d o cu m e n tal: 89.
Historia: 4. fuentes d o cu m e n tales: 86.
funciones: 90.
Homogeneidad: 50, d. de exclusión: 97.
Http: 83. de intersección: 96.
Humor: 127. de investigación: 98.
de unión: 95.
I gestión judicial: 84.
hipertexto: 83.
Idea directriz: 35, 37 y 129. http (hyper text transfer protocol): 83.
explicitación: 35. índices
Idiom as extranjeros: 30, c y 67, d de voces: 91 y 99.
expresiones: 135. temáticos: 83 y 99.
Ilegalidad: 10, b. Internet: 57, 81 a 83 y 99.
Imprecisiones: 150. jurídica: 79.
Inconveniencia: 10, d. lenguaje
descriptor: 81.
Indicaciones tipográficas: 164. natural: 87.
índice: 49 y 154. simbólico: 86 y 88.
alfabético: 154. localización: 86 y 99.
temático: 154. naturaleza de la información: 90.
Inducción: 120. notas al pie de página: 103.
Inform ática: 24 y 78 a 103. operaciones
ambigüedad: 87 y 99. booleanas: 94.
aplicaciones: 79. combinadas: 98.
banco de datos: 80, 88 y 89. organización del material: 101.
bases palabras clav e: 86, 87 y 90.
actualización: 93. PC (personal Computer): 75, 78, 99,
de datos: 88. 126, 130, 160 y 162.
de doctrina: 93, c y 99. procesamiento del texto: 103.
de jurisprudencia: 93, b y 99. programas: 78 y 99.
de legislación: 93, a. punto de activación: 83.
buscadores: 99. redes
búsqueda europeas: 83.
exploratoria: 92 y 99. internacionales: 83.
motores (search engines'): 99. registros públicos: 84.
campo de recuperación: 81 y 87. restrictores: 91.
CD-ROM: 80 y 83. ruido: 98.
código del usuario: 81. SAÍJ: 80, a.
computadora: 75 y 78. silen cio : 98.
300 ÍN D IC E A L FA B É T IC O

sinonimias: 87. bibliográfica y documental: 24 y 55


sintagma: 83, d y 98. a 57.
sistemas contenido hipotético: 43.
extranjeros: 82. deficiencias: 75.
operativ-os: 85 y 93. directa: 72.
sitios (sites): 83. exploratoria: 92 y 93, c.
técnicas de acceso: 86 a. 88. fases: 21.
tesauro: 81, 83 d, 86, 90 y 91. financiación: 40 y 43.
trabajos de campo: 102. generalidades: 1.
URL (Uniform Resource Locator): momentos: 21.
83. paralela: 72.
uso de redes: 79, 82 y 86. patrocinio: 41.
visualizador: 83. plan: 22 y 43.
www: 83. preliminar: 22 y 34.
Inform e proceso: 2 y 21.
de investigación: 19, a y 20, a. proyecto: 22 y 41.
final: 43. técnicas de validación: 72.
parcial: 43. ISBN (International standard book
Infra : 141. nurnber): 163.
Infraestructura: 68 y 131. lusnaturalistas: 5, a y 10.
Injusticia: 10.
Instituciones, fundam entos: 38, b. J
Instrucciones: 161. Jom ada: 20, b.
Integralidad: 50, a. Juez: 15.
Interés Jurisprudencia: 58, c.
científico: 12. altos tribunales: 67, b.
del autor: 28, a. bases informáticas: 93, b.
Intereses: 40. comentarios: 71.
Internet: 57, 81 a 83, 93, b y 99. condensada: 54.
buscadores: 99. contenido temático: 67, b.
citas: 93, d. doctrina: 67, b.
publicaciones electrónicas: 93, d. fichas: 67, b.
www: 83. jurisdicciones importantes: 67, b.
Interpolación: 134. leading cases: 71.
Interpretación reciente: 145.
gramatical: 5, a. repertorios: 62.
jurídica: 8. resumen: 54.
marco institucional: 8. sumarios: 54 y 62,
lógica: 5, a. tribunales de alzada: 67, b.
teleológica: 5, a.
Interrogantes: 22 y 27. L
Intitulado: 51, b. Lagunas: 50, a y 144.
Introducción: 49, 51, c, 129, 147 y Lector: 15.
157.
Investigación Legalidad aparente: 10, c.
anexo: 72. Legislación extranjera: 158, c.
asistencia técnica: 42. Legislador: 15.
ÍN D IC E A L FA B É T IC O 30
Legitim idad institucional: 39. Medios técnico-jurídicos: 7.
Lenguaje: 14. M emoria: 19.
Léxico: 150 y 158, d. Método: 5.
Ley científico: 3, 5, 13 y 21.
11.723: 133 y 163. comparativo: 115.
positiva: 38, a. dogmático: 5.
Leyes com entadas: 20, c. exegético: 5.
Lingüística: 4. experimental: 3.
Literatura: 125. histórico-sociológieo: 5 y 111.
gris: 20, b y 81. M etodología: 3.
jurídica: 61, a y 127. práctica: 3 y 18.
Lógica: 6 y 10. Modelo
formal: 50. político: 38, a.
simbólica: 94 a 97. teórico: 45.
Lugar de edición: 61, c. M odificaciones: 150.
del criterio: 143.
M del cuadro normativo: 145.
M aestría: 19, b. M onografía: 19 y 20, a.
M anual: 20, c. extensión: 20, a.
M anuscrito: 160 y 161. Moral: 5 y 10.
M áquina de escribir: 130. M uestreo: 72.
M arco M uletilla. 127.
escolar: 18.
ideológico: 35. N
profesional: 20.
teórico: 35. N aturaleza jurídica: 109.
M atem áticas: 119. Nivel: 127.
M aterial de investigación N om enclatura decimal: 51, a.
acumulación: 75. N orm a positiva: 38, a.
aperturas: 75. Norm ativism o jurídico: 5, b.
copiado: 75. N otas
descarte: 74 y 76. de comentario: 142.
estudio: 76. de doctrina: 20, a y 61, d.
evaluación: 74 y 76. de información: 20, a.
marcado: 74. de pie dé página: 137 a 142.
palabras clave: 74. abreviaturas: 138, b.
reclasificación: 77. contenido: 138.
. recolección: 73. dato de pública notoriedad: 139.
repetido: 75. doctrina: 139.
selección: 73. ediciones: 139.
sin importancia: 75. extensión: 138.
sistematización: 74. jurisprudencia: 140.
temas conexos: 74. llamada: 138.
verificación: 76. lugar: 138, a.
M aterial erudito obras en idioma extranjero: 138, c
calificación: 55. presentación: 138.
descripción externa: 55. trabajos breves: 138, a.
302 ÍNDICE; ALFABÉTICO

tribunales extranjeros: 140. estructura: 45.


sistema “autor-fecha” : 139. evolución progresiva: 48.
de reenvío: 141. modelo: 50.
de remisión: 141. Planificación: 21, 22 y 45 a 50.
del editor: 142. defectos: 51, d.
del traductor: 142. diseño: 45.
especiales: 164. principios lógicos: 50.
periodísticas: 20, a. revisión final: 51, e.
Numeración: 130. Planilla de dificultades: 132.
Planteam iento del problema: 22 y
O Poder: 38, a.
Objetividad: 40. Judicial: 17.
Obras Política: 4, 5, 10 y 38.
citadas: 155. jurídica: 10, d.
colectivas: 61, a. Positivismo: 5.
de homenaje: 61, a. Preinvestigación: 33 y 34.
técnicas: 15. Preconceptos: 40.
Omissis: 134. Prefacio: 157.
Operaciones booleanas: 94. Presentación: 147.
Opinión: 19. Presupuesto: 43.
Óptica: 35. Prim era versión: 143 y 149.
Orden Principios
lógico: 50, b. lógicos
público: 38. en general: 50.
social: 38. inlegralidad: 50, a
Organism os internacionales: 17. progresividad: 50, b
Organización política: 38, b. proporcionalidad: 50, d
Original: 160 y 161. subordinación: 50, c.
fotocopia: 162. no contradicción: 36.
lectura por un tercero: 162. Procedimientos: 45.
lógicos: 21.
P
Proceso gnoseológico: 128.
Profesor: 15.
Paráfrasis: 67, c y 132. Program a: 78.
Parágrafo: 51, 127 y 131. Program ación: 78.
PC {personal Computer): 75, 78, 99, Progresividad: 50, b.
126, 130, 160 y 162. Prólogo: 157.
Pie de im prenta: 61, c y 163. Propiedad intelectual: 93, c y 133.
Plagio: 67, c y 163. Proporcionalidad: 50, d.
Plan Prospección: 21 y 22.
bosquejo preliminar: 46 a 48. Publicaciones oficiales: 61, a.
complejidad estructural: 51, a.
de exposición: 23, 49, 51, 77, 126 y Público: 128.
129. Punto: 51 y 131, m.
de investigación: 23, 45 a 49 y 77. Punto de partida: 35.
desarrollo: 48 y 51, a. Puntuación: 14 y 127.
ÍNDICE ALFABÉTICO

s Subdivisiones: 50, c.
Rango: 131. Subjetividad: 40.
Ratio legis: 5, a y c y 110. Subordinación: 50, c.
R ealidad política: 39. Subtítulo: 150 y 155.
Sum ario: 154.
Redacción: 25 y 124 a 147. Supra: 141.
Referencias
bibiográficas: 59.
tipográficas: 61, c. T
Reflexión: 25, 104, 108, 121 y 136. Tablas
consideraciones críticas: 121. de abreviaturas: 138, b.
marco social y cultural: 111 y 121. de materias: 154.
método científico: 111. optativas: 141 y 142.
notas: 122. Tareas
sistemática: 110 y 123. complementarias: 148.
Reglamentaciones: 11. finales: 148 a 163.
Relato: 20, b. Taxonomía: 116.
oral: 20, b. Técnica: 3.
Rentabilidad 17. científica: 3 y 18.
Rem uneración: 152 y 161. jurídica
Reseña de libros: 20, a. científica: 7.
de investigación: 7 y 18.
Resistencia a la opresión: 10. forense: 7.
Revista jurisdiccional: 7.
electrónica (electronic journal): 93, d. legisferante: 7.
especializada: 128. Temas
internacional: 128. acceso a las fuentes del conocimien­
jurídica: 11, 20, a y 60, b. to: 28 y 30, a.
nacional: 128. aptitud objetiva: 28.
R uptura, punto: 49. clásicos: 64.
condicionamientos materiales: 28 y
S 30.
criterios subjetivos: 28, a.
SAIJ (Sistem a Argentino de Infor­ descubrimiento: 48.
m ática Jurídica): 80, a. determinación: 31.
Sección: 131. elección: 28.
Secuencia: 50, b y 130. explicación: 31.
generales: 50, b y c.
Sentim ientos: 40. imprecisión: 32.
Seudónimos: 61, a. inéditos: 48 y 70.
Simposio: 20, b. interés del autor: 28.
Sinónimos: 150. límites: 31 y 32.
Sintagma: 95. novedosos: 64.
particulares: 50, b y c.
Síntesis: 118. Teorías: 16.
Sociedad: 39. de los conjuntos: 94.
Sociología: 4 y 52. social: 5.
jurídica: 10, d. Terminología científica: 2.
304 ÍNDICE ALFABÉTICO

T é rm in o s in c o m p re n s ib le s : 127. Topología: 94.


Tesauro: 90 y 91. Trabajos
Tesinas: 19, a. de poca extensión: 51, a.
Tesis: 19 y 146. escolares: 128.
extensión: 19, b. Traducción: 54, 67, d y 135.
original: 19, b. aproximativa: 135.
Texto Tratado: 20, c.
completo: 149.
fotocopiado: 67, b. U
Textos
básicos: 24. U nidad: 50, d.
legales: 69. de pensamiento: 127.
normativos: 54 y 60. metodológica: 18.
datos de publicación: 60, b. U tilidad: 17.
leyes: 60, a.
Tiempo: 30, b y 131.
Título V
del trabajo: 22, 32, 47, b y 61, b. Vacíos: 50, a.
oscuro: 51, b.
principal: 155. Vida académ ica: 17.
revisión: 150.
Títulos: 51, a.
extensión: 51, b.
subordinados: 51, b. World Wide Web: 83.

DERECHO

www.sosunnedrch.wordpress.com
fotocom posición y armado de esta edición
se realizo en E A , Lavalle 1208,
d it o r ia l s t r e a

y fue im presa en sus talleres, Berón de Astrada


2433, C iudad de Buenos Aires, en la segunda
quincena de'septiem bre de 2012.
OBRAS DE N JE íST!í ! SE1.U) Kim 0¡?

N iño , C arlos S.t É tica 3' derechos h,».¡maneta.


N iño , Carlos S.t Introducción al tm álids del
derecho.
N iño , Carlos S.: La validez d si derecho.
P la tó n : Apología de Sócrates. Traducción di­
recta, introducción, notas y apéndice* .]<» büíS
N oüSSAN-LeTTRY.
P l a t ó n : C r i t ó n . Traducción directa, introduc­
ción, notas y apéndices de Luis NoiissAN-hurnir.
PvcciNEUl, O scar R . : Protección, de dnias de ca­
rácter personal. Comentario exegéticu de ¡a
ley 25.326 y su reglamentación.
R a b in o v ic h - B e k k m a n , R ic a r d o D.: D erecha ro­
ma n o ■
R a b in o v ic h - B e r k m a n , R ic a r d o D .: Principios ge­
nerales del derecho latinoam ericano.
R o m e o C a sa b o n a , C a r lo s M .: Genética 3' dere­
cho. Responsabilidad jurídica y mecanismos
de control. Obtención, acceso y utilización de
; la información genética. Eugenesia. Clona­
ción. Criminalidad y herencia. Identificación
por ADN.
S a lc a d o , J o s é M.: Tutela individual hom ogé­
nea. Conflictos, derechos y pretensiones colec­
tivas. Legitimación. Demanda. Acciones de
clase. Costas. Representación. Daños masi­
vos. Consumidores. Transacción. Cosa juz­
gada. G ratuidad. P rueb a. Notificaciones.
Ejecución de sentencia.
V a n o s si, J o r g e R e in a ld o A.: Estado de derecho.
Democracia y control. La Corte Suprema de
Justicia. Responsabilidad de gobernantes. El
defensor del pueblo. Representación y parti­
cipación. Partidos políticos. Seguridad jurí­
dica. Cláusulas económicas y sociales. Edu­
cación. Modernización. Transparencia.
Z a f f o r e , J o r g e .}.: El derecho como conocimien­
to. Una teoría jurídico-política. De la retó­
rica forense a la ciencia norm ativa de la con­
ducta. El derecho desde la epistemología de
la complejidad. Validación de la justicia en el
conocimiento. Argumentación jurídica y vio­
lencia simbólica.
Z a n n o n i, E d u a r d o A.: Crisis de la razón jurídica.
(Tres ensayos).

E d it o r ia l A str ea
L avalle 1208

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