Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pedir perdón a Cristo por nuestros pecados. Esto demanda admitir que somos
pecadores, arrepintiéndonos de nuestros pecados basándonos en que Él murió en
nuestro lugar y confiando en su victoria decisiva sobre el poder de la muerte demostrada
en su resurrección.
Aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, Dueño y Señor de nuestra vida,
tanto en el presente como por toda la eternidad. Es preciso entender que a partir de ese
momento el Espíritu Santo toma posesión de nuestra vida, nos transforma en nuevas
criaturas y nos habilita para vivir como a Él le agrada.
Servir a Cristo con nuestro tiempo, talentos, energía y recursos, agradecidos por
habernos recibido gratuitamente en la familia de Dios como hijos amados y herederos de
sus promesas.
Hablar a otros de Cristo, reconociendo que hemos sido salvos por su gracia e
invitándolos a formar parte de los que Él compró con su sangre preciosa para
rescatarlos de la condenación eterna..
CONCLUSIÓN:
Al principio de la era cristiana la cruz fue un símbolo de muerte, sufrimiento y desgracia.
Hasta la fecha muchos siguen sin poder comprender su verdadero significado, pues les es
difícil aceptar cómo es que haya sido necesario que Jesucristo muriera crucificado para
restaurar las relaciones entre Dios y los hombres.
Para ellos es absurdo que nosotros los creyentes tengamos seguridad absoluta de que la
muerte de Cristo y su resurrección sean garantía de vida eterna. Para nosotros, que por la
gracia de Dios hemos entendido su significado, la cruz de Cristo es un medio poderoso para
recordarnos que podemos gloriarnos en que Cristo estuvo dispuesto a sacrificarse en nuestro
lugar a fin de que nosotros pudiéramos ser libres de toda culpa y disfrutáramos de nueva
vida en Él. No se trata, entonces, de que simplemente sea el símbolo más reconocido del
cristianismo. Representa en sí el sacrificio cruento y sublime por medio del cual nosotros
podemos experimentar lo que es la nueva vida que Cristo nos ha concedido no solo por
ahora, sino también la promesa de vida eterna con Él en el futuro.