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EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA CRUZ

 abril 4, 2015  iglesiauds  Estudios

En la actualidad, la cruz es un símbolo conocido en todo el mundo.


Muchos lo usan como adorno de joyería, para decorar su hogar o como amuleto de la buena
suerte; pero muchos no se dan cuenta de su origen ni de su verdadero significado. En
realidad, la cruz representa el evento más significativo de la historia de la humanidad, por lo
que el apóstol Pablo declaró: “Lejos esté de mi gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá 6.14).
En otras palabras, todo lo que Pablo había recibido como herencia o logrado en la vida no
valía nada en comparación con su relación con Dios por medio de su Hijo Jesucristo.
Posición social, riquezas, influencia, reputación y comodidades, todo eso carecía de
significado al reflexionar sobre la redención que había recibido gracias a la crucifixión.
Es símbolo de vergüenza, sufrimiento y muerte
Los bárbaros inventaron este método para ejecutar a delincuentes de la manera más cruenta
y prolongada que fuera posible. Después, los griegos y tras ellos los romanos, lo adoptaron y
lo utilizaron por todo su vasto imperio. Sin embargo, los romanos consideraron que era tan
atroz y despiadado que ningún ciudadano romano fue jamás crucificado, excepto en casos
de traición imperdonable.
Por su parte, los judíos también aborrecían ese castigo, pues todo aquel que era colgado en
un madero era “maldito por Dios” (Dt 21.22-23). Aun así, los enemigos de Cristo incitaron a la
multitud a pedir a gritos que Pilato lo crucificara para castigarlo porque decía que era el Hijo
de Dios (Jn 19.7).
Es símbolo de salvación y vida eterna
Aunque para el mundo en general haya sido absurdo creer que alguien que haya muerto
ignominiosamente podría ser objeto de la fe que salva de la condenación, Pablo declaró que
“la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a
nosotros, es poder de Dios” (1 Co 1.18). Asimismo, no solo los primeros creyentes sino que
desde entonces millones de personas han sido perdonadas de sus pecados y con gozo se
han acogido a la promesa de vida eterna ofrecida por el mismo Cristo (Jn 3.16).
La cruz no tomó por sorpresa al Señor Jesús
Él mismo sabía que el propósito para descender del cielo era morir por el pecado del mundo
(Mt 20.28) y así lo declaró a Nicodemo, diciendo que era necesario que como Moisés
levantara la serpiente en el desierto, Él mismo debía ser levantado (Jn 3.14). Más tarde,
anunció a sus discípulos que debía sufrir, morir y resucitar al tercer día (Mr 8.29-31).
Además, sabía que “sería entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento
de Dios” para ser prendido y ejecutado “por manos de inicuos”, como lo expresó Pedro en su
sermón del día del Pentecostés (Hch 2.23). O sea, que esa ejecución fue llevada a cabo
conforme al plan del Padre celestial para la redención de todo pecador, como había quedado
establecido desde antes de la fundación del mundo (1 P 1.19-21).
¿Por qué la cruz sigue siendo tan importante?
Porque todos pecaron (Ro 3.23) y la paga del pecado es muerte, tanto física como espiritual
(Ro 6.23). Al morir en nuestro lugar, Cristo sufrió el castigo por nuestros pecados y mediante
la crucifixión, Dios fue “el justo y el que justifica al que es de la fe en Jesús” (Ro 3.26). Esto
quiere decir que Él fue el Juez justo de toda la humanidad al determinar que su propio Hijo
fuera el único pago aceptable por nuestros delitos. Además, Cristo fue nuestro sustituto y
experimentó el abandono del Padre (Mr 15.34) y ahora nosotros podemos pedir a Dios que
perdone nuestros pecados y rebeliones, ya que su sacrificio hizo posible que nosotros
fuéramos “muertos a los pecados y vivamos a la justicia” (1 P 2.24).
¿Cómo debemos proceder ante la cruz si no somos creyentes?

 Pedir perdón a Cristo por nuestros pecados. Esto demanda admitir que somos
pecadores, arrepintiéndonos de nuestros pecados basándonos en que Él murió en
nuestro lugar y confiando en su victoria decisiva sobre el poder de la muerte demostrada
en su resurrección.
 Aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, Dueño y Señor de nuestra vida,
tanto en el presente como por toda la eternidad. Es preciso entender que a partir de ese
momento el Espíritu Santo toma posesión de nuestra vida, nos transforma en nuevas
criaturas y nos habilita para vivir como a Él le agrada.
 Servir a Cristo con nuestro tiempo, talentos, energía y recursos, agradecidos por
habernos recibido gratuitamente en la familia de Dios como hijos amados y herederos de
sus promesas.
 Hablar a otros de Cristo, reconociendo que hemos sido salvos por su gracia e
invitándolos a formar parte de los que Él compró con su sangre preciosa para
rescatarlos de la condenación eterna..

CONCLUSIÓN:
Al principio de la era cristiana la cruz fue un símbolo de muerte, sufrimiento y desgracia.
Hasta la fecha muchos siguen sin poder comprender su verdadero significado, pues les es
difícil aceptar cómo es que haya sido necesario que Jesucristo muriera crucificado para
restaurar las relaciones entre Dios y los hombres.
Para ellos es absurdo que nosotros los creyentes tengamos seguridad absoluta de que la
muerte de Cristo y su resurrección sean garantía de vida eterna. Para nosotros, que por la
gracia de Dios hemos entendido su significado, la cruz de Cristo es un medio poderoso para
recordarnos que podemos gloriarnos en que Cristo estuvo dispuesto a sacrificarse en nuestro
lugar a fin de que nosotros pudiéramos ser libres de toda culpa y disfrutáramos de nueva
vida en Él. No se trata, entonces, de que simplemente sea el símbolo más reconocido del
cristianismo. Representa en sí el sacrificio cruento y sublime por medio del cual nosotros
podemos experimentar lo que es la nueva vida que Cristo nos ha concedido no solo por
ahora, sino también la promesa de vida eterna con Él en el futuro.

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