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MARCO TEORICO

FAMILIA

La familia a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha sufrido

transformaciones paralelas a los cambios de la sociedad. Las funciones de proteger,

socializar y educar a sus miembros las comparte cada vez más con otras instituciones

sociales como respuesta a necesidades de la cultura. De aquí que las funciones de las

familias se cumplen en dos sentidos: uno propio de esta institución, como es la protección

psicosocial e impulso al desarrollo humano de sus miembros, y en un segundo sentido

externo a ella, como es la adaptación a la cultura y las transformaciones de la sociedad.

(Espitia & Montes, 2008, p.86)

El desarrollo de la personalidad del menor surge a partir de actitudes y

comportamientos culturales, y es precisamente en el hogar a través de los padres donde los

niños imitan el principal modelo de comportamiento, por lo tanto es mayor la posibilidad

de que individuos con destrezas emocionales elevadas tengan una vida social, laboral y

familiar más satisfactoria. (Uribe, 2016, p.15)

Por otro lado Alarcón, Benjumea, Coronel & Rodríguez (2014) afirman que:

“Cuando los niños no obtienen lo que necesitan, nutrición, cuidados, estimulación y

sentimiento de seguridad suficiente durante los años más determinantes de la primera

infancia, se produce un enorme impacto en su vida y su futuro” (p.69).


Es cierto que la familia es el núcleo más importante para los niños, sin embargo, por

diferentes motivos, ésta se ve afectada por situaciones de dificultad, o violencia, factores de

gran importancia y que inciden de manera directa en el comportamiento de los infantes y

su alrededor.

VIOLENCIA

Uno de los factores más significativos es la violencia que de acuerdo con Corsi

(2014), la violencia se puede definir como “el uso de la fuerza para producir daño, el cual

puede afectar al individuo tanto físico, psicológico, económico el cual puede ser suscitado

dentro de la familia trabajo, escuela entre otros” (p. 16).

El maltrato infantil no se limita a la agresión física como muchos creen. Tal como lo

define el Código de la Infancia y la Adolescencia (Ley 1098 de 2006), la conducta tipifica

también otras formas de daño: castigo, humillación y abuso físico o psicológico, así como

el descuido y el trato negligente sobre el niño, la niña, el adolescente, aún desde la

gestación. (Uribe, 2016, p.6)

Para Chainé (2015) Las prácticas de crianza basada en castigos, se consideran de

baja efectividad, y los efectos se visualizan en comportamientos desafiantes y agresivos en

los hijos (p.56).

Según la Organización Mundial de la Salud refiere que el 39% de los menores de

cinco años de edad en países en vías de desarrollo presentan retraso en el crecimiento, lo

cual indica la existencia de ambientes perjudiciales que ponen en riesgo el desarrollo

infantil. (Arteaga & Salvador, 2016, p.3)


Según Espinosa & Ponce (2019, p. 13) la violencia está dividida de acuerdo a los

diversos criterios tales como:

 Violencia Activa: En la que se utiliza presión física y coacción de amenaza.

 Violencia Pasiva: Se ejerce por medio de la manipulación y chantaje

emocional.

 Tipo de víctima: se debe distinguir la diferencia entre violencia contra la

mujer y violencia de género, contra los niños, o contra personas de tercera

edad.

Asimismo describe a continuación los tipos de violencia.

Violencia Intrafamiliar

La violencia intrafamiliar es considerada como una forma de violencia social en la

que se encuentran expuestos todos los miembros de la familia.

Solís & Moreira (2014), indican que:

“la violencia intrafamiliar es la acción u omisión que se convierte en causa para la

agresión y el daño físico, psicológico o sexual para cualquier miembro que forma parte del

hogar, sea adulto o niño/a y que puede menoscabar su integridad, ocasionando trastornos a

su personalidad, además de desestabilizar a la familia” (p. 1).


La violencia de pareja o abuso conyugal es una de las facetas más amplias de la

violencia familiar y se refiere a un patrón de abuso físico, emocional, sexual o privación

arbitraria de la voluntad o de la libertad perpetrado por la pareja sea este novio, esposo o

concubino y que perpetúa la subordinación de quien la padece, generando finalmente daño

a su integridad física, psicoafectiva, sexual y económica. (Lujan, 2013, p.3)

Violencia física

La agresión física entre padres y hacia los hijos trae consigo efectos perjudiciales

sobre los niños, quienes muchas veces presentan síntomas de desequilibrio provocado por

traumas psicológicos propiciados por el ambiente de desarrollo del menor, surgiendo

comportamientos de ira, depresión y ansiedad.

Nuñez & Carvajal (2016), expresan que “la violencia física es el acto de agresión

que causa daños físicos, ya sea por: golpes, empujones, cortes, pinchazos y patadas o

cualquier otro hecho que ponga en riesgo la integridad física y la vida” (p.11)

Violencia Psicológica

En este tipo de violencia no se dejan huellas visibles, sino que, con el tiempo esto se

transforma en un problema de la persona que recibe las ofensas o diferentes tipos de abusos

que provocan efectos negativos irreparables en la psiquis de las personas, sin dejar de lado

los efectos producidos en los niños, ya que crecen con una equivocada forma de pensar en

las relaciones familiares, lo que los hace más propensos a convertirse en futuros individuos

violentos.

De acuerdo a Fernández, Herrero, & Ciurana (2015), “la violencia psicológica se

trata de causar daños emocionales, lo que provoca una baja autoestima hasta llegar a la
depresión, esta es provocada mediante la ofensa verbal, críticas, malos comentarios,

indiferencia, humillación y abandono” (p. 35).

Violencia sexual:

La violencia sexual va desde el acoso de forma verbal hasta la penetración forzada y

las diferentes coacciones, presión social y la intimidación, cuando los niños son víctimas de

este tipo de violencia es necesario ofrecer la atención no solo enfocado en el cuidado físico,

sino que debe ser coordinada entre distintos profesionales, dándole también atención

psicológica.

La violencia sexual es aquella que es manifestada por agresiones mediante la fuerza

física, moral y psíquica de cuando se impone por la fuerza la realización de prácticas

sexuales no deseadas. Como, por ejemplo, relaciones sexuales forzadas, obligar a

desvestirse, tocar o dejarse tocar en las partes íntimas, besar o abrazar. (Lira, Méndez,

Mendoza, Gutiérrez, & Vélez, 2016, pág. 5).

Violencia Doméstica

Son muchas las causas que pueden provocar la violencia doméstica; entre ellas se

encuentran: la falta de comunicación y la crisis económica. Los niños que viven situaciones

de violencia doméstica tienden a sufrir problemas de comportamiento o traumas

emocionales.
Los niños que crecen en hogares abusivos se sienten responsables de este problema

donde uno de los progenitores que ejerce poder sobre el otro, presentando inicialmente

pesadillas y problemas para dormir; en la violencia doméstica el agresor hace lo necesario

para manipular y tomar el poder en la pareja.

La violencia psicoemocional representa un patrón de conducta consistente en actos

u omisiones repetitivos, cuyas formas de expresión pueden ser la privación de libertades y

derechos, amenazas, intimidaciones, humillaciones, manipulaciones, insultos, actitudes

devaluadoras, negar las necesidades básicas (comida, albergue, educación y atención

médica), abandono, actos que provoquen deterioro, disminución o afectación de la

estructura de la personalidad, para el control, manipulación o dominio del otro. (Zavala &

Silva, 2011, p.43)

Se calcula que en la actualidad, anualmente entre 100 y 200 millones de niños y

niñas presencian violencia entre sus progenitores o cuidadores de manera frecuente,

normalmente peleas entre sus padres o entre la madre y su pareja. (Gómez, 2012, p.13)

Arteaga & Salvador (2016) concluyen que: “Los/as niños/as preescolares tienen

mayor probabilidad que los/as niños/as mayores puedan ser testigos del abuso visualmente.

También se ha encontrado que sufren más consecuencias negativas de la violencia

conyugal, ya que no tienen la capacidad de afrontamiento y comprensión que tienen los

niños/as mayores. A estas edades, la exposición a violencia entre los padres puede alterar el

desarrollo de competencias básicas y se convierte en una amenaza a la capacidad del menor

para procesar y gestionar de forma eficaz sus emociones”. (p.5)


En cuanto a la salud física los niños que han presenciado, escuchado o vivido

violencia en el hogar pueden presentar trastornos somáticos, tales como: dolor de cabeza o

de estómago, asma, náuseas y diarrea entre otros. A corto y medio plazo también se han

descrito alteraciones en el sueño y la alimentación, enuresis, retraso en el crecimiento y en

el desarrollo de habilidades motoras y del lenguaje. (Ayllon, Orjuela & Román, 2011, p.22)

Por su parte Cortufo & Ureña Bares (2018) mencionan que: “Un niño/a frente a un

estímulo amenazante como puede ser un adulto vulnerándolo, recibe en su amígdala

información del tálamo, la corteza y el hipocampo y desencadena la respuesta emocional.

Envía una señal al hipotálamo y este desencadena la respuesta vegetativa mediante dos

vías. Por un lado activa al sistema nervioso autónomo, que preparará al cuerpo para la lucha

o huida. Por otro lado libera neurohormonas que activan primero a la hipófisis lo que

estimula a las glándulas del organismo a liberar hormonas, entre ellas adrenalina y cortisol.

De manera que el cuerpo está preparado para responder al estímulo aversivo Al mismo

tiempo la información del estímulo y del estado de su organismo llegan a la corteza

prefrontal. Es esta región del cerebro la que analiza la situación y regula la respuesta. Si el

estímulo resultara ser inocuo, es esta región la que dirige el retorno del organismo a un

estado de reposo (p.9).

Así mismo, el trauma que viven los hijos de las mujeres afectadas que conviven con

la exposición crónica de eventos estresantes conduce a una serie de cambios que influyen

en el crecimiento y desarrollo del niño, con repercusiones distintas según la edad que

presenten, evidenciándose que los niños preescolares muestran mayor nivel de angustia que

a su vez aumenta la vacilación de los niños frente a sus semejantes, disminuye el


funcionamiento cognitivo y disminuye la interacción positiva con sus semejantes. (Arteaga

& Salvador, 2016, p.5)

DESARROLLO SOCIOEMOCIONAL

Además del desarrollo físico, el desarrollo socio-emocional se ve afectado por

diferentes situaciones de violencia; Arteaga & Salvador (2016) afirman que: “La etapa

preescolar, es aquel periodo de la vida de todo ser humano comprendido entre los 3 y 5

años de edad, etapa en la cual suele evaluarse el desarrollo psicomotor”. (p.7)

El ser testigos de violencia a edad temprana predispone a ciertas diversas

manifestaciones en áreas distintas, como por ejemplo, en el área emocional suele

presentarse dificultades en el control de expresiones de agresión hacia otros y hacia sí

mismo. Dificultades al entender y comprender emociones. Facilita el desarrollo de

sentimientos de indefensión, impotencia, miedo de que ocurra de nuevo la experiencia

traumática y sienten frustración porque ellos tienden a considerar que los cambios con

respecto a su vida son poco probables, debido a lo cual pueden mostrarse como retraídos.

(Arteaga & Salvador, 2016, p.6)

Para Neira (2015): “El desarrollo socio‐emocional es la capacidad de un niño de

comprender los sentimientos de los demás, controlar sus propios sentimientos y

comportamientos y llevarse bien con sus compañeros. Para que los niños puedan adquirir

las habilidades básicas que necesitan, tal como cooperación, seguir instrucciones, demostrar

control propio y prestar atención, deben poseer habilidades socio‐emocionales. Los


sentimientos de confianza, seguridad, amistad, afecto y humor son todos parte del

desarrollo socio‐emocional de un niño. Una relación positiva de un niño con adultos que le

inspire confianza y seguridad, es la clave para el desarrollo socio‐emocional exitoso”. (p.

12)

El desarrollo socio - emocional se pude ver ligado con los traumas; Morales &

Lorena (2015) en su investigación encontraron que los malos tratos que recibe un niño en la

primera infancia, repercuten de una forma nociva; si un niño sufre de maltrato en la niñez,

quedarán secuelas irreversibles en algunas ocasiones, que se podrán manifestar en su vida

de adulto. Los niños que son maltratados hoy, se convertirán en adultos problemáticos del

mañana. (p.73)

En el área social, es probable que el niño presente dificultad para comunicarse y

establecer vínculos más estrechos, expresando miedo y desconfianza y de esta forma evitar

reexperimentar algún sentimiento asociado al evento violento. En lo cognitivo suele

presentarse dificultades en la atención y concentración pueden obstruir el desarrollo del

potencial en el desempeño de actividades escolares; también se presenta que los niños

centran su atención en cosas diferentes mientras ocurre el evento traumático, olvidando los

episodios traumáticos (amnesia) y/o manteniendo a los agresores en un concepto favorable

(disociación). (Arteaga & Salvador, 2016, p.6)

ESCUELA
Existen evidencias que indican que muchos procesos mentales que se ponen de

manifiesto en la escuela están influenciados por procesos emocionales (Cotrufo, 2016, p.

17).

En su investigación Espitia & Montes (2009) encuentran que:” los maestros del

barrio Costa Azul sienten que los padres se desentienden de sus responsabilidades en

cuanto al apoyo que deben brindar a sus hijos en la educación, además de su participación

en la escuela, dado el desinterés que muestran por la formación de sus hijos y por la

escuela”. (p.98) esto se debe a que los niños conviven en un entorno problemático, a nivel

familiar y en su entorno de vivienda, por ende la preocupación de maestros en cuanto al

rendimiento y comportamiento de sus alumnos.

Existe una queja permanente de los profesores por el mal comportamiento de los

niños, que se refleja en altos niveles de agresividad, intolerancia y violencia; situación que

ha motivado a los profesores al desarrollo permanente de proyectos que promuevan la sana

convivencia. (Espitia & Montes, 2009, p.99)

Según López (2004), la familia no sólo debe garantizar las condiciones económicas

que el niño necesita para estudiar, sino que debe prepararlos para que puedan participar

activamente en la escuela y aprender, apelando a recursos no materiales como: valores,

insumos culturales, capacidad de dar afecto, estabilidad, disponibilidad de tiempo, etc

(p.35)
Además, los adolescentes que se encuentran en situaciones de violencia, presentan

dificultades al valorar sus estudios, hay una menor valoración del éxito y las estrategias

sociales se encuentran más deficitarias. (Aguilar, 2015, p.18)

Bermúdez & Reyna (2010) en su trabajo: “Desarrollo psicomotriz del menor de

cinco años: influencia de la violencia familiar H.U.P. Golfo Pérsico Nuevo Chimbote”

tienen el objetivo de conocer la influencia de la violencia familiar en el desarrollo

Psicomotriz del menor de cinco años. Estudiaron 54 menores de cinco años de la H.U.P.

Golfo Pérsico. Encontraron que de cada 10 familias estudiadas 7 de ellas presentan

violencia familiar, la tercera parte de los niños evaluados presentan riesgo y retraso en el

área del desarrollo psicomotriz; encontrándose que la violencia familiar influye

significativamente en el desarrollo psicomotriz del menor de 5 años. (p.23)

Finalmente, Uribe (2016) concluye en su trabajo que: “la escuela enseña e

influencia el comportamiento emocional del menor y se convierte en modelo de equilibrio

y ofrece herramientas que le permitan al niño canalizar las emociones que posteriormente

puedan afectar su vida de forma negativa; es gracias al refuerzo de la inteligencia

emocional que la mente del menor podrá mejorar el control de sus emociones y conocer las

posibles consecuencias de estas en un momento determinado. (p.16)

ESTRATEGIA
Para Amar, Kotliarenko & Abello (2003) Es necesario que las estrategias de

intervención orientadas a reforzar los mecanismos psicosociales ya identificados con

claridad en niños víctimas de violencia pasiva y activa podrían estar encaminados a la

creación de programas que fortalezcan las capacidades del individuo y su grupo de apoyo,

para que logren responder en forma positiva a las adversidades. Los programas

contemplarían los factores psicosociales en función de las categorías estudiadas:

Autovaloración, Autorregulación, Competencias Individuales y Habilidades Sociales. Estas

categorías podrían ser trabajadas con los niños en sus hogares, en la escuela y en la

comunidad, a través de diversas actividades: Juegos, talleres, modelados, role play, títeres,

sociodramas. La finalidad de este trabajo sería que los niños analicen distintos aspectos

relacionados con la identidad personal, mediante la reflexión y la discusión. (p.187)


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